viernes, 29 de marzo de 2013

La cofradía del Santo Entierro y Nuestra Señora de la Soledad


Ismael Almagro Montes de Oca

     Existen muy pocos datos sobre esta cofradía, debido principalmente a que nunca ha contado con una estructura organizativa estable, llevando una vida intermitente a lo largo de varios siglos. Fruto de esta intermitencia es la tradición local que asegura que esta cofradía se funda el 2 de abril de 1954 por iniciativa de Manuel Puerta Ríos “Botones”. Sin embargo, hay documentos que demuestran la existencia de la misma ya en 1621 (1) 

     Con todo, puede que la cofradía se fundara incluso antes, con la llegada de la imagen de la Virgen de la Soledad a la ermita de la Vera Cruz, en la Alameda, donde en la actualidad se está construyendo la residencia de ancianos. 


     El 18 de septiembre de 1610 Francisco Benítez de Peña otorga su testamento ante el escribano Juan Baptista de Coca, recogiendo en el mismo lo siguiente: 

“Yten declaro que en la santa vera cruz desta villa se dize una missa cantada por el anima de my mujer Doña maria diaz my mujer la qual se dize en la dha yglessia de la santa vera cruz el dia que se traxo nuesta señora de la soledad a la dha yglessia la qual se me a de decir en la mima yglessia de la vera cruz por los snor (señores) beneficiados de mor (iglesia mayor) san jorje...” (2) 

     Hasta la fecha, esta es la mención más antigua recogida sobre esta talla mariana. Sin embargo, hemos hallado en el Archivo Parroquial de Alcalá un documento que retrasa aún más en el tiempo la fecha de la llegada de la Virgen. Se trata de un documento sin clasificar con el testamento de Inés de apellido posiblemente García fechado el 30 de julio de 1602 otorgado ante el escribano Asencio Torreblanca Quevedo, donde se recogen “dos misas a nra sª de la soledad” 

     Esta talla primigenia fue sustituida en algún momento del pasado por la efigie actual, que contiene una inscripción escrita a lápiz sobre una tabla en el interior del candelero o cuerpo de la misma 

“Fui hecha el año 1661 .Me queme el año 1886. Me arreglaron en año 1956 por el escultor Miguel Lainez siendo el Mayordomo 1 Manuel Puerta Rio” 



     Posiblemente esta inscripción la hiciera una de las dos personas mencionadas en la misma el citado año de 1956, imaginamos que recogiendo información de algún documento aparecido en la restauración. Esta inscripción, aclara además la fecha de la restauración, que tradicionalmente en todas las publicaciones se fija erróneamente en 1950. 

     La restauración llevada a cabo por Laínez Capote, desvirtúa completamente los rasgos estilísticos de la imagen, haciendo imposible reconocer una posible autoría de la talla. 

     Recientemente, en el año 2011, sufre otra restauración llevada a cabo por Ricardo Llamas y Miguel Ángel Pérez. 

     Por su parte, la imagen de Cristo yacente debe llegar a Alcalá en torno a 1630, siendo la talla más antigua de cuantas procesionan en la Semana Santa alcalaína. Está realizada en madera de cedro real y presenta la particularidad de estar ahuecada en su interior para aligerar el peso de la misma y en algún momento del pasado la cabeza y  torso fueron cortados y separados del cuerpo.

     En el año 2002 es sometida a restauración por los dos profesores mencionados anteriormente, siendo presentada el 22 de marzo. Durante los trabajos de restauración aparecieron en la imagen un documento con una firma: Juan de Mesa. 

Momento en que se volvió a introducir los documentos encontrados
en la restauración dentro de la talla del Santo Entierro

     A pesar de que esta talla recuerda mucho a su homónima sevillana realizada por el genial artista cordobés, las enormes desproporciones que presenta la obra alcalaína, impropias de un artista de la calidad de Juan de Mesa, hacen que no se pueda catalogar el Cristo yacente alcalaíno como obra suya. 

     Sin embargo, parece obvio que el autor conocía perfectamente la obra del artista cordobés, imitándolo en esta efigie. Por una serie de rasgos presentes en la misma, podemos adscribir la autoría al escultor Francisco de Villegas, que coincidió con Juan de Mesa en su proceso de aprendizaje siendo ambos discípulos del genial Juan Martínez Montañés, por lo que es lógico pensar que ambos artistas mantendrían lazos personales y quizás también profesionales y conocerían la evolución de sus trayectorias artísticas. 

Documentos encontrados con la firma de Juan de Mesa

     Francisco de Villegas nace en Granada o provincia en 1585. Posiblemente inicia su aprendizaje con Pablo de Rojas, pasando a Sevilla a principios del siglo XVII a las órdenes de Martínez Montañés, con quien trabaja como oficial entre 1614 y 1618. Realizó multitud de trabajos en la diócesis gaditana en la primera mitad del siglo XVII, como la imagen de Humildad y Paciencia que se conserva en la Iglesia de la Trinidad de Jerez, otra talla igual en la Iglesia de la Merced de Vejer, el cuerpo del Santo Entierro de Cádiz, Jesús atado a la Columna de la Iglesia de San Juan de Dios de Cádiz o los Nazarenos de Medina y Conil. Numerosos trabajos suyos presentan la característica de ser “paticortos”, al igual que la talla alcalaína y presentan además como rasgo distintivo un ombligo triangular con un pequeño botón carnoso en su interior, rasgo también presente en la talla que nos ocupa. 

Detalle de la cabeza del Cristo alcalaíno
Cristo de la Humildad de Vejer.
El parecido de las cabezas es evidente
Cristo de la Columna
de la Iglesia de San Juan de Dios de Cádiz
Cristo de la Humildad de Jerez.
Véase el característico ombligo en todas las imágenes
     Posee también dos imágenes de San Juan y la Magdalena, de autor anónimo, fechables a mediados del siglo XVIII y que son con seguridad las que pertenecían a la cofradía del Nazareno de Alcalá, sobre las cuales deja de hacerse mención en las actas de dicha cofradía al regresar los primeros días de 1912 a la recién restaurada Iglesia de la Victoria desde la iglesia de la Soledad, por lo que ambas imágenes quedaron en ésta última, pasando con el resto de tallas posteriormente a la Parroquia. 


     Pocos datos sabemos de esta cofradía durante el siglo XVII. En cambio, en el siglo XVIII, encontramos donaciones a la misma en numerosos testamentos en todas las décadas entre 1704 y 1761. Esta debe ser una etapa de total prosperidad con importantes donaciones, como la que realiza Miguel Martín de Cote de la Sida, en su testamento del 7 de agosto de 1747 mandando “a la Cofradia de Nuestra Sª de la Soledad de esta villa una sala baxa la que esta en la casa de los herederos de Pedro Rodrigues bermejo en rio verde…” (3) o la que realiza Cristóbal Zurita, natural de Osuna, en su testamento de 24 de agosto de 1760 dejando a la cofradía de la Soledad como heredera al ser viudo y no tener hijos. 

     Posiblemente a partir de esta fecha la cofradía se extinguiera, pues no volvemos a encontrar más noticias hasta la tercera década del siglo XVIII, concretamente hasta 1834, fecha en que parece haber una refundación, al conservarse en el Archivo Parroquial de Alcalá dos cuadernillos pertenecientes a esta cofradía. El primero de ellos lleva por título “Cuaderno puntador de los ingresos qe. Ha tenido la Cofradía de ntra. Me. Y Sra. De la Soledad este año 1834” abarcando hasta el año de 1842. Consta de 8 hojas tamaño cuartilla de las cuales 7 están escritas. El segundo lleva igual título aunque sólo hace mención de los gastos. Consta de 11 hojas del mismo tamaño, estando escritas 7. Ahora bien, no podemos hablar en esta época de que la cofradía estuviera en pleno funcionamiento por varias razones: 

     Lo primero que hay que destacar en estos cuadernillos es que las cuentas están firmadas por Francisco Escalona, cura ecónomo de la Parroquia, lo que unido a que en los 8 años recogidos no aparece mención alguna de hermanos, ni de ingresos por cuotas de hermanos, ni de cargos en la junta de gobierno, nos hace pensar que la Cofradía seguía viva gracias a los propios curas, que la habrían tomado como cofradía oficial y que utilizaban las limosnas que recibía la Virgen de la Soledad tanto para atender a los cultos internos y externos de la cofradía, como para mantener el edificio. 

      Con las limosnas recibidas se costeaba la cera utilizada en la novena de la Virgen, en la de la Santísima Cruz y en la salida procesional. En las novenas se contaba con la participación pagada de músicos, acólitos y sochantres. Asimismo es reseñable que mientras en las novenas la Virgen toma protagonismo, en las procesiones de estos años siempre se menciona como del Santo Entierro y que estaba formada por la Santísima Cruz en unas andas, el Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad. Estas procesiones contaban con la participación de sochantres o cantores. 


     En cuanto a los ingresos de la cofradía, éstos provenían básicamente de tres fuentes: donaciones particulares, recogida de limosna con un platillo en los dias festivos, como Jueves y Viernes Santo y del alquiler de las casas que poseía la misma, una en el Patio de las Campanas con un alquiler de 12 reales por mes y otra en la Plaza de la Cruz con otro de 22 reales. No se menciona aquí las propiedades recogidas en los testamentos del siglo XVIII, lo que nos lleva a pensar que fueran vendidas. 

     En 1835 se invierten 60 reales en bordar un delantal para la Virgen, mientras que al año siguiente, la Virgen sufre unos pequeños arreglos por valor de 22,19 reales. 

     Las cuentas de 1838 nos proporcionan un dato interesante pues se compran “2 cristales qe se rompieron en el Sto. Sepulcro” lo que nos indica que el Cristo yacente ya poseía una urna, la cual es renovada al año siguiente, tal como lo certifica el gasto de “2 tornillos para el Sto. Sepulcro nuevo”. 

     Existe además un dato que corrobora la falta de continuidad de la cofradía en esta época y es que en el cuadernillo de ingresos, el último apunte que aparece, casi fuera de folio, con fecha de 14 de Enero de 1845 hace referencia a que “Pedro garcía pago 66 rs qe se entregaron al Padre Cabrera”, lo que demuestra que existe un vacío de 2 años. 


     La reapertura de la Iglesia de la Victoria el 1 de Enero de 1912 significa el fin de la existencia de la Iglesia de la Soledad como tal, ya que ese mismo día se cierra definitivamente, pasando todos los empleados (capellán, sacristán, campanero…) a desempeñar estas funciones en la Victoria y las imágenes a la Parroquia. 

     En estas primeras décadas del siglo XX la cofradía continúa desaparecida, pues en el documento conocido como de “Los Siete Elencos” escrito por el Arcipreste D. Pedro Martínez Machado en 1919 no se la menciona entre las asociaciones existentes en Alcalá. Sin embargo las imágenes siguen saliendo los Viernes santo en procesión, auspiciadas por la Iglesia y el Ayuntamiento, hasta que el 2 de Abril de 1954 Manuel Puerta Ríos “Botones” la devuelve nuevamente a la vida. 

      


NOTAS 

(1) Espinosa de los Monteros Sánchez, Francisco; “Aproximación al estudio del patrimonio imaginero en Alcalá de los Gazules”. Revista de apuntes Históricos 2007. 

(2) Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Protocolo de Alcalá de los Gazules nº 281. 

(3) Archivo Parroquial de Alcalá. Libro Funerales 5º. Pág. 180. Partida de funeral de Miguel Martín de Cote y de la Sida 10 de agosto de 1747 

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