viernes, 26 de abril de 2013

Descubriendo a Fernando de Casas (I)



Ismael Almagro Montes de Oca


           En la mayoría de libros que tratan sobre la Historia de Alcalá se menciona a un paisano ilustre, que  incluso tiene una calle rotulada con su nombre, aunque se puede decir que es una persona completamente desconocida para prácticamente todo el mundo. Se trata de Fernando de Casas.

     Sánchez del Arco, en su monografía sobre Alcalá de 1893 dice de él: “D. Fernando de Casas, sabio humanista, traductor de Marco Tulio.” Marcos Ramos Romero por su parte, en su libro “Alcalá de los Gazules” de 1983, recoge: “Fernando de Casas escribiendo en 1831 la primera obra médica sobre el cólera morbo.”

Calle Fernando de Casas

     Esto es lo único que sabemos sobre este personaje. Pero ¿quién es realmente Fernando de Casas? ¿Qué profesión tenía, médico, filósofo…?

     Intentando arrojar luz sobre la figura de Fernando de Casas, hemos seguido las dos únicas pistas que nos podían ayudar a sacarlo del anonimato: su obra sobre el cólera y su trabajo como traductor de Cicerón.

     Efectivamente, encontramos el libro “Lelio, o diálogo de Marco Tulio Cicerón sobre la amistad” impreso en 1841 en Cádiz en la Imprenta de la Revista Médica, traducción hecha por Fernando Casas, doctor en Medicina y Cirugía. En el mismo, el autor hace una dedicatoria a D. Juan Redondo, primer profesor de Medicina y Cirugía de la Armada Nacional, firmándola en Chiclana el 1 de marzo de 1841.

     Pero al seguir indagando, hallamos una referencia un tanto desconcertante en el tomo III de las “Memorias de la Academia Española” publicadas en Madrid en 1871, en un discurso pronunciado por D. Fermín de la Puente, quien al hablar de personajes doctos de Andalucía menciona lo siguiente: “en Cádiz, el magistral Cabrera y su discípulo y sucesor, Arbolí, después Obispo, Urquinaona, que lo es de Canarias; D. Lúcas Tornos, D. Fernando Casas, de Chiclana…”

     El hecho de que su libro sobre Marco Tulio Cicerón estuviese firmado en Chiclana y esta última referencia, nos hizo dudar del origen alcalaíno de nuestro personaje. Por otro lado, una simple búsqueda en internet parece corroborar el origen chiclanero (1). Es más, el erudito Marcelino Menéndez Pelayo en una carta escrita en 1903 a Juan Luis Estelrich (2) indaga sobre nuestro autor:

     “Tengo, hace años, el Lelio de D. Fernando Casas, pero te agradezco la noticia del ejemplar de esa Biblioteca, por la dedicatoria latina que le realza.

     Me convendría aprender algo sobre la vida y milagros de dicho Casas. Creo que D. José León y Domínguez (a quien darás de mi parte las gracias por su fino obsequio), debe tener esas noticias o saber dónde se hallan. Yo sólo sé que era de Chiclana…”

     En junio de 1903 Menéndez Pelayo recibe contestación sobre el asunto de Fernando Casas (3):

      “Mi estimado Marcelino: Mis sospechas se van confirmando: D. Fernando García González de Casas, no es chiclanero. Nació en Alcalá de los Gazules…”

     Ante las dudas sobre el lugar de nacimiento e incluso sobre su propio nombre (Fernando Casas, Fernando de Casas, Fernando García González de Casas) decidimos acudir al Archivo parroquial de Alcalá para buscar su posible partida de bautismo. Como desconocíamos la fecha de su nacimiento, tomamos como referencia un dato publicado en su obra sobre el cólera morbo. En el prólogo de la misma se recoge:

      “El año 18 llegó el autor embarcado en el navío de S. M. el San Julian a Calcuta, capital de las posesiones inglesas de la India, de donde salió a los pocos meses para las islas Filipinas, ….” (4)

      Iniciamos la búsqueda en los libros de bautismo anteriores a 1818, encontrando a un Fernando García en 1806, Fernando Gómez en 1804, Fernando García en 1802, otro Fernando García en 1795 y finalmente encontramos a un Fernando González de Casas en 1791. Este último, por los apellidos, posiblemente fuera nuestro autor. Ahora solo faltaba encontrar algún documento que certificara que realmente se trabajaba de la misma persona.

      Por suerte se conserva en el Archivo Histórico Nacional el expediente académico de Fernando González de Casas, al que hemos tenido acceso y  hemos podido resolver todas las dudas, confirmando que nuestro autor nació en Alcalá el 18 de julio de 1791, tal como consta en su partida de bautismo (5) :

“En la villa de Alcalá de los Gazules en veinte y seis de Junio, año de mil setecientos noventa y uno: yo Dn Felix Manrique Presbo Beneficdo de las Ygls. de ella, de lisentia Parochi, bautizé a Fernando Maria del Rosario Rafael, qe nació el dia diez y ocho de dho. Mes y año, es hijo legmo de Pedro Gonzalez y de Da Marina de Cassas Villafranca, naturles y vecs de esta villa. fueron Padrinos dn Gaspar Garcia Troyano escno de Cabildo de ella y Da Maria Joachina Dorado y Moya, advertidos de sus obligacions y parentco Espiritual siendo tgos. Dn. Juan Recio y dn. Joachin Dorado. En fee de lo qual lo firmo con dho. Sor. Cura ut supra=

(rubricado)

Franco. Xavier de Medina Casas Dn. Felix Manrrique”


 

NOTAS

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Fernando_Casas. La veracidad de esta fuente habría que tomársela con cautela pues los datos recogidos no aparecen contrastados ni documentados.

(2) “Epistolario. Vol. 17. Junio 1903 - Diciembre 1904”. Carta nº 3. Carta escrita por Marcelino Menéndez Pelayo en Madrid el 4 de junio de 1903.

(3) Ibid. Carta nº 19. Carta escrita por Juan Luis Esterlich en Cádiz el 17 de junio de 1903.

(4) El libro aparece firmado en Madrid el 29 de noviembre de 1831, siendo publicado al año siguiente con el título “Memoria sobre el tétano, especialmente interior, y con particularidad de los órganos digestivos, conocido con el nombre de cólera-morbo y padecido en las Islas Filipinas”.

(5) Archivo Parroquial de Alcalá. Libro de Bautismos 21 folio 412.


lunes, 22 de abril de 2013

El Patrimonio arquitectónico alcalaíno (II)



IV.- La gestación de la Plaza de San Jorge 

     A partir de la conquista cristiana de Alcalá en 1264, y muy especialmente a partir de que, en 1273, Alfonso X le concediese la condición de villazgo, podemos decir que, en torno a nuestro castillo, comenzó a generarse una incipiente ciudadela o bastión defensivo frente a la frontera con el reino Nazarí que, recordamos, estuvo en nuestras proximidades hasta 1480 en que la población de Jimena, en los prolegómenos de la conquista de Granada, pasó definitivamente a manos cristianas. 

     Así pues, respecto de esta primitiva ciudadela o “villa vieja” con forma de cuadrilátero “…delimitado por murallas de argamasa morisca coronadas de merlones e interrumpidas de trecho en trecho por torres cuadradas…" podemos decir que, en sus primeros momentos, tuvo como edificio principal al castillo o alcazaba almohade hasta que, a fines del siglo XIV, adosándose a un muro de aquel empezó a edificarse la actual Iglesia Parroquial de San Jorge y consiguientemente, a gestarse ante ella, una incipiente plaza que, a partir del siglo XV en que la población dejó de actuar como frontera y empezó a recibir colonos atraídos por los Privilegios, Ordenanzas y Transacciones, se convirtió en el lugar en el que estos erigirían sus nuevas viviendas hasta que, una vez colmatado el espacio intramuros, terminarían por convertirla en centro de dos nuevos ejes de crecimiento: el de “San Vicente-Puerta del Sol” y el de “Plaza de San Jorge-Puerta de la Villa”, hasta crear un perímetro elíptico que la envolvía. 

   
     De modo que si bien la Iglesia se habría erigido en el elemento conformador de todo el núcleo, no es menos cierto que, en sus proximidades, habría otras casas que le ayudaron a delimitar el primitivo cuadrilátero de la plaza, a saber: al sur la Casa Ayuntamiento, construida en 1553 sobre la muralla en la que se abrirá la conocida como Puerta Nueva o del Sol y a su lado el Hospital de la Misericordia con su correspondiente capilla; Hospital éste que también ocupó la parte inicial de la calle principal o de la Carrera que, partiendo de la esquina de la plaza en que se unían los lados sur y oeste se abrió frente a la puerta principal de la Iglesia, mientras que al Oeste todo el espacio que quedó entre la referida calle Carrera y la actual de las Monjas a la que entonces se llamaba “de los Toros” fue ocupado por la fachada de la Casa Palacio de los entonces señores de la Villa, los Enríquez de Ribera. Con todo, un pequeño trozo de este lado Oeste, en su confluencia con el Norte, sería ocupado por el edificio que hasta hace poco conocimos como “Casa Rectoral” y que antes había sido residencia del Beneficiado Villanueva, al que se adosaría la antigua “Puerta de San Vicente o de los Carros” en lo que hoy es calle San Vicente de la que partiría nuevamente la muralla por todo el frente Norte hasta unirse con el Castillo, aunque también es cierto que entre dicha muralla y la Iglesia existió otra calle a la que abrían puertas edificios anexos al muro del evangelio de la misma Iglesia y que eran conocidos como “Capilla de Santa Águeda” , “Corral del Concejo” y como Cementerio, toda vez que no podemos olvidar que hasta principios del siglo XIX, el camposanto parroquial ocupó parte de la trasera de la Iglesia y de lo que hoy es la cerca del Beaterio. 


V.-La Parroquia 

     Tras la conquista de Alcalá a los musulmanes, 1264, se erigieron en la villa 3 parroquias, una de las cuales, que entendemos la principal porque ocupó el lugar de la primitiva mezquita aljama del castillo, la dedicaron a San Jorge, que andando el tiempo y una vez que fueron refundidas por el Papa Clemente VII, en 1524, en una sola bajo la advocación del patrón de la entonces villa, habría de experimentar un largo proceso de reformas hasta llegar a constituir el Templo que hoy conocemos. 

     Nos consta, que ya con anterioridad a dicha fecha se había llevado a cabo una obra , pues la portada ojival o de San Jorge es de fines del siglo XV. Con todo las dos grandes reformas se llevan a cabo en el siglo XVII, la primera en 1629, que debió ser traumática porque los textos contemporáneos la denominan el “desmantelamiento de la iglesia” y la segunda, obra del maestro de obras alcalaíno Gabriel del Valle, en 1637, que es la que da al edificio su forma actual de 3 naves de 28,22 metros de largo (por el presbiterio, de 33,20) por 14,50 de anchura. 

     Poco después se edifica la torre campanario y se rodea al templo con grada circundante y columnas de mármol, con defensa de cadenas, por derecho de asilo eclesiástico para ciertos delincuentes. 

   

     En el siglo XVIII será el arquitecto Gil Cayón el que realice otra restauración general, aunque conservando especialmente el estilo dórico toscano, que es el que se considera estilo general del templo. Y es también en este siglo cuando se construye la puerta secundaria o de San Juan y se realiza el nuevo coro (1739-1742) 

     En el siglo XIX y más concretamente en 1863, el maestro José García Soto, construye dos nuevas capillas (la del Baptisterio y la del Santo Entierro), incorporando a la Iglesia terrenos que antes fueron la cárcel anexa al Ayuntamiento viejo. 

     En 1990-91 y en base a proyecto redactado por el arquitecto Juan Manuel Gil Fernández se realizaron obras de consolidación de cubiertas y restauración de la estructura fundamental que fueron sufragadas por la Junta de Andalucía, 

     La Iglesia cuenta con dos puertas, aunque la principal y más interesante, es la de San Jorge, de estilo gótico ojival, en figura piramidal y adornada por estatuillas. En el centro del tímpano tenemos un relieve de San Jorge ecuestre, alanceando al dragón en defensa de una dama. La puerta secundaria o de San Juan Bautista, realizada en ladrillo, en 1739, hemos de considerarla del orden corintio y en ella pilastras y columnas soportan un gran dintel y entablamento adornado de lapidario, Ángeles y una imagen de San Juanito con el cordero.

Tímpano de la puerta de San Jorge

     El interior de la Iglesia se organiza en tres naves, más el crucero y el cabecero o altar mayor. Las naves son altas y se separan entre sí por columnas toscanas y se cubren por bóvedas de cañón con lunetos y arcos fajones, esquema que se repite en las naves del crucero y en el altar mayor, mientras que el crucero en sí se remata por cúpula rebajada sobre pechinas. 

      En la nave del evangelio y paralelas al zaguán de entrada por la Puerta de San Juan existen dos capillas, efectuadas en torno a 1739, la de Ánimas, que destaca por su cúpula rebajada, y la de la Columna que lo hace tanto por su cúpula ovalada como por el retablo neoclásico que la preside, mientras que en la nave de la epístola existen otras dos, pero estas adosadas a la zona de los pies, construidas en 1863, la primera de ellas dedicada al Santo Entierro y la segunda como baptisterio, ambas se cierran con artísticas verjas. 

      El crucero del lado del evangelio, es mayor que el de la epístola, pues se amplió con los terrenos del antiguo corral de Santa Águeda y hoy es la capilla del Sagrario. 

      A los pies de la Iglesia se encuentra el coro, ejecutado en torno a 1739 y que constituye una pieza completamente cerrada por los laterales y el trasero, en los que se abren puertas, enmarcadas por jambas y dinteles de jaspe negro con incrustaciones de color, en estilo rocalla. Tiene corillos altos sobre los laterales, con pretiles de celosía de madera, que se destinan a la schola cantorum, el del lado de la epístola y al magnífico órgano que en 1775 realizara el organero Francisco Pérez de Valladolid, el del lado del evangelio. Todo el coro se cierra por el frontal por magnífica verja de forja.



     La sillería del coro, que se compone de 21 asientos con tapa alzable y brazales, del orden compuesto y ricamente adornada en madera de caoba con vivos de ciprés, es obra del escultor jerezano Agustín de Medina y Flores, realizada en 1742. Presidiendo el coro se encuentra una pequeña imagen de San Juan de Ribera, quien de joven fue beneficiado de esta Iglesia. 

     El altar mayor, que se alza sobre siete escalones, pues tiene debajo el antiguo panteón, se adorna de un retablo retablo de influencia churrigueresca, con tres cuerpos y tres calles, separadas por estípites, destacando en la calle central las imágenes de San Jorge, la Inmaculada y San Sebastián y las laterales las de los obispos San Leandro y San Isidoro. 

      En el lado de la epístola se erige el monumento sepulcral de los padres del que fuera Arzobispo de Valencia, Luis Cameros, construido en 1670 por los maestros Cedrún y Gálvez. 

      La bóveda del altar mayor se adorna con pinturas al fresco, entre las que destaca un Pantócrator.

Bóveda del altar mayor

     Aunque no nos detendremos en ninguno de los altares ni cuadros que se conservan en esta Iglesia no podemos dejar de reseñar que aquí se encuentran la Virgen del Rosario, la primera obra conocida del genial Martínez Montañés así como un icono, San Sebastián, del trecento italiano y esculturas de Duque Cornejo (Santa Isabel socorriendo al mendigo), Camacho de Mendoza (Cristo de la Columna y Virgen de las Lágrimas), Francisco de Gálvez (Cristo del Perdón) y pinturas de la escuela de Zurbarán, además de los restos de la ermita de los Santos Nuevos (año 662) y un importante tesoro de orfebrería, libros corales y ornamentos litúrgicos. 

viernes, 19 de abril de 2013

El Patrimonio arquitectónico alcalaíno (I)


Gabriel Almagro Montes de Oca

I.- Introducción 

     Alcalá de los Gazules por su emplazamiento en la cima de un cerro y por su buena situación, junto a unas vías de comunicación frecuentadas a través de los tiempos, puede preciarse de una rica prehistoria, de la que conserva como vestigios más señalados tanto los interesantes grabados de la “Laja de los Hierros” como innumerables vasos campaniformes y de una historia con más de 2.200 años, puesto que se considera que Alcalá nació a la misma a raíz de la redacción del llamado “Bronce de Lascuta” (fechado en el 189 a. de Cristo y en el que se hace referencia a una población romana existente en el actual término alcalaíno), considerada como la inscripción romana más antigua de España (1)

     Fruto de tan dilatada experiencia histórica, la ciudad conserva vestigios romanos, visigodos y árabes, al tiempo que desde la Baja Edad Media, cuando Alcalá pasa a formar parte de la Casa Señorial de los Ribera, se multiplicarán los edificios religiosos. 

     El actual núcleo urbano es fruto de sucesivas ampliaciones, según las necesidades de suelo y vivienda, por ello y aún cuando a grandes rasgos se habla del Conjunto Histórico y de las Nuevas Construcciones del siglo XX, dentro del mismo conjunto histórico-artístico tendremos que distinguir tres zonas muy diferenciadas: Casco Antiguo Intramuros ( la villa hasta el siglo XV), Casco Antiguo Extramuros (generado en los siglos XVI-XVIII) y la expansión del XIX, momento en que los adinerados de la entonces villa empiezan a construir sus residencias en los alrededores de los dos conventos existentes en las proximidades del pueblo, La Victoria y Santo Domingo, que de este modo quedan integrados en el núcleo y se convierten en los elementos que configuran la nueva zona residencial y comercial: la Alameda, la Calle Real y Santo Domingo. 

     Las sucesivas ampliaciones y el cuidado demostrado por los alcalaínos a través de los tiempos por mantener la imagen de su pueblo han hecho que a Alcalá de los Gazules se le considere el prototipo de pueblo andaluz y así, en 1926, Federico García Lorca lo definía como “íntimamente andaluz” y más recientemente su imagen ha representado a Andalucía en campañas publicitarias. 

Alcalá en 1974

II. -Los Depósitos Romanos de la Salada. 

     Al Norte del núcleo urbano, junto a la calle que popularmente llamamos “calzada de la Salá” y que nos recuerda que en época romana era precisamente una calzada, nos encontramos con el conjunto de la Fuente de la Salada, construido en el siglo II a. de Cristo, respondiendo a un modelo llamado “nimphaeum” que, por el concepto que tenían los romanos de que el agua era necesaria tanto para la vida como para nuestras satisfacciones, además de servir de fuente para el abastecimiento de agua cumplía también las funciones de edificio religioso donde rendir culto a la divinidad del manantial y de monumento propagandístico de la cultura romana. 

    Así pues, esta componente ideológica será la que nos explique el enorme esfuerzo que debió suponer la excavación en la ladera para construir tanto los dos depósitos recientemente recuperados como la piscina que existía a un nivel muy inferior y que no se pudo recuperar. 

     Hoy, el conjunto aparte de los depósitos romanos conserva también algunas estructuras de época medieval y moderna y es que no podemos olvidar que los árabes movidos tanto por cuestiones ideológicas como prácticas desmontaron el templo y recondujeron las aguas hasta un lugar inferior de más fácil acceso para ir a recogerla, siendo así como se generó esa estructura que tradicionalmente hemos conocido como “la fuente de la Salá” a la que sería en sucesivas reformas, en época moderna, se le iría ampliando el número de pilas. 



III.- El Castillo.

     “Ahí teneis esta Al calat que quiere decir el Castillo. La antigua Torre Lascutana o de Lascut, de ser vigía de los primitivos pasó a baluarte romano, a fortaleza árabe con su guardia fronteriza formada toda por nobles caballeros, jinetes de antología procedentee de Gaza, los Gazues o Gazules que le pusieron apellido al Castillo” 

Luis Berenguer 
Premio Nacional de Literatura, 1966 

     Aunque hoy sólo se conserva parte de la Torre del Homenaje, en la cima del cerro de la Coracha existió una fortaleza o castillo desde época prerromana, hay autores que indican que la primitiva fortaleza es construcción de los íberos aunque luego fue reutilizada por los romanos y más tarde por los árabes, quienes a partir del siglo IX aprovechando su situación geoestratégica, su fácil defensa y su cómodo aprovisionamiento de agua, iniciaron una serie de obras hasta convertirlo, ya en el siglo XII, en un gran castillo, al que por esta razón se suele catalogar como “Fortaleza Almohade”. 

     La reconquista cristiana en 1264 no le restaría protagonismo, ya que durante dos siglos (hasta 1431, en que se reconquista Jimena), fuimos parte de la frontera frente al reino de Granada. Nos consta que entre los siglos XVI y XVIII fue residencia del Corregidor, y que en el momento de la invasión francesa y gracias a unas obras realizadas casi un siglo antes, entre 1724 y 1731, se encontraba en perfecto estado, teniendo íntegros sus muros, lienzos y adarves, pero los franceses a su paso por Alcalá terminaron por volarlo y sumirlo en el abandono, convirtiéndolo en fácil aprovisionamiento de materiales para obras en la zona, incluyendo la construcción de los depósitos de agua, obra esta que llevó aparejada una nueva voladura del castillo con el doble objetivo de dejar espacio libre para los depósitos y de paso obtener piedras para estos. 

     Actualmente se está a la espera de que inicien los trabajos de “puesta en valor” de acuerdo a proyecto redactado por el Arquitecto D. Francisco Reina Fernández-Trujillo. 




NOTAS: 

(1) El Bronce de Lascuta, considerado como la inscripción romana más antigua de España, si bien se conserva hoy en el Museo del Louvre, existe una réplica exacta en el Ayuntamiento. 

lunes, 15 de abril de 2013

Primeros hallazgos de urbanismo romano en Alcalá de los Gazules (III)




  
CONCLUSIONES 

     Teniendo en cuenta las circunstancias en las que se produce el hallazgo inicial de las estructuras hidráulicas descritas, los resultados aportados por la actuación arqueológica de urgencia y el grado de conservación que presentan dichas estructuras una vez retiradas las colmataciones de tierra que las mantenían soterradas, podemos hacer las siguientes: 

CONCLUSIONES GENERALES 

     En muy contadas ocasiones la ciudad de Alcalá de los Gazules ha sido objeto de intervenciones arqueológicas sistemáticas, a pesar de que buena parte de su perímetro urbano está declarado Conjunto Histórico y de que dentro de éste se integra el recinto amurallado islámico, del que se conoce a grandes rasgos el trazado de su cinturón defensivo, con algunos restos fácilmente identificables en la actualidad. Las actuaciones arqueológicas de las que tenemos más o menos constancia son: 

     La torre del homenaje del castillo, con hallazgos constructivos y muebles de cronología romana, medieval y moderna. 

     Actuación en solar anexo a la Puerta del Sol, con el objeto de identificar un tramo del trazado de la muralla. 

     La iglesia del convento de Santo Domingo. 

La Fuente de la Salada, en la que se conservan actualmente dos depósitos de captación de agua de fábrica de sillares, que se interpretan como los vestigios de una fuente-ninfeo de época romana. 

     Los historiadores no han llegado a concluir todavía con seguridad la ubicación de la Turri Lascutana mencionada en el bronce con inscripción latina que fue descubierto en el término municipal, ni la localización exacta de la ciudad romana de Lascut o Lascuta mencionada por los autores clásicos, ni aún a determinar si dichos topónimos se refieren a un mismo lugar. En contra del actual núcleo urbano de Alcalá de los Gazules para ubicar una ciudad romana, se encontraba la escasez de vestigios de esta época, limitándose éstos a los restos de la Fuente de la Salada y algunas piezas descontextualizadas, y ningún hallazgo que pudiera ponerse en relación con una traza urbana antigua. Sin embargo, era más plausible la localización de un núcleo urbano en el descampado de la Mesa del Esparragal, a medio camino entre las poblaciones de Alcalá de los Gazules y Paterna de Rivera. 

     Dejando en un segundo término la existencia de la fuente romana de la Salada, por localizarse en un punto periférico, más relacionado con la posible existencia de una vía de comunicación que discurriría a escasos metros ella, los resultados de las investigaciones que hemos realizado en la torre del homenaje del castillo con hallazgo de una estructura constructiva de sillares bajo los cimientos de la fortaleza medieval, diversas monedas y fragmentos cerámicos de cronología romana y, en especial la localización del complejo hidráulico del que venimos tratando, evidencian que en el solar de la actual Alcalá de los Gazules se erigió una urbe romana, de la que desconocemos por el momento su extensión pero que, a juzgar por la capacidad de los depósitos hidráulicos, debió contar con una población significativa, y de la que estos restos no deben ser más que una ínfima parte de lo que encierra el subsuelo. Y, por la obra del siglo I d.C. del historiador Plinio (Naturales Historia, III, 15) y los itinerarios de caminos antiguos que también la mencionan, debemos identificar dicha ciudad con Lascut o Lascuta, siendo aún una incógnita la situación espacial de Turre Lascutana, que bien pudiera ser la misma. 

cimientos de casa sobre uno de los depósitos

CONCLUSIONES ESPECÍFICAS 

     1°.- Con respecto a la significación histórico-arqueológica del complejo hidráulico, que podría corresponder con un castellum aquae, compuesto por los tres grandes depósitos de almacenaje hídrico, más un cuarto que se intuye bajo una de las viviendas de la C/ San Juan de Ribera, la cisterna del tipo a bagnarola y la canalización con salida de agua situada por encima de ésta, valga todo lo expresado en este sentido anteriormente, que podríamos resumir como la constatación de un núcleo urbano significativo de época romana en el solar de la actual ciudad de Alcalá de los Gazules. 

      2º.- Se evidencia con esta intervención de urgencia y sus antecedentes la necesidad de aplicación de medidas cautelares previas a toda remoción del terreno que se realice, al menos, en la delimitación del Conjunto Histórico de Alcalá de los Gazules; ya sea de promociones de viviendas u obras públicas, siguiendo modelos de gestión como los que se están desarrollando en ciudades con un rico patrimonio arqueológico como Cádiz o Medina Sidonia. Con ello se evitará, por un lado, la pérdida o destrucción de patrimonio histórico-arqueológico; y, por otro, las "sorpresas" o perjuicios que hallazgos producidos en estas condiciones suponen de hecho a los promotores y constructores, que acaban afectando a la normal dinámica urbanística de una ciudad viva como ésta y a la casi siempre posible compatibilización de la protección del patrimonio con dicha dinámica constructiva. 

     3°.- Finalmente, en lo que respecta a la protección-conservación de las estructuras que nos ocupan, una vez finalizada la excavación de urgencia visitaron el lugar técnicos de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz, determinando la importancia de los hallazgos y evaluando el grado de conservación de las estructuras. Actualmente, en colaboración con los promotores, se está buscando la forma de compatibilizar la construcción de viviendas previstas y la conservación, e incluso puesta en valor, de todos o parte de los restos constructivos romano localizados en esta parcela. 



viernes, 12 de abril de 2013

La inauguración de la Plaza de toros


Ismael Almagro Montes de Oca 



Plaza de toros, vieja y noble plaza, 

desierta al amarillo sol de enero. 

Decoro renaciente, árabe traza 

circundando una ausencia de toreo. 

Yo gusto de asomarme al graderío, 

lecho de humanidad torpe y prensada, 

que hoy se me ofrece incólume y vacío, 

concéntrico diafragma de la nada. 



     Este poema, titulado “Plaza vacía” de Gerardo Diego, encaja perfectamente con la historia de la plaza de toros de Alcalá, lugar en el que hace ya muchísimos años quedó mudo el murmullo del graderío y desierto el redondel de albero sin el paseíllo de los trajes de luces en busca de la gloria frente a las afiladas astas. Hoy, sin embargo, no vamos a hablar de su final, sino de los orígenes de la misma, de su primera tarde de gloria. 

     En la segunda mitad del siglo XIX, Alcalá vive un periodo de bonanza económica y de progreso, teniendo como momento álgido los años 1876-77, período en que se le concede el título de ciudad, se trae el agua de los Regajales y se termina la carretera de Medina. En estas fechas también se barajó la posibilidad de la construcción de una plaza de toros donde celebrar los espectáculos. Hasta entonces lo habitual era cerrar la Plaza Alta para que sirviese de ruedo, aunque también a veces se utilizó la actual Alameda con los mismos fines, como en junio de 1834, cuando se “hicieron toros en la plaza de la cruz y se llenaron los tejados de la capilla de hombres y muchachos, los que destrozaron dichos tejados sin que el santero y otros muchos pudiesen evitarlo, y luego dieron una limosna de seis reales.” (1) 

      Sin embargo, el proyecto de la Plaza no cuajó, tal como narra José de Puelles en una carta enviada a la prensa el 7 de noviembre de 1877 con el título de “El Porvenir de Alcalá de los Gazules” en la que expone: 

     “Hubo meses pasados la idea de labrar una plaza de toros, pero madurado el primer juicio, creyóse empresa no merecedora de nuestros tiempos y tal vez sus iniciadores truequen su proyecto de taurino circo en templo de Talía.” (2) 

     Se ve que años más tarde, el que fuera alcalde y propietario del servicio de aguas , Pedro Montes de Oca, pensaba que era más rentable “el circo taurino” que la construcción de un teatro, pues retoma el proyecto y así se inician las obras a finales de 1892 o principios de 1893, que están prácticamente terminadas a mediados de ese año, tal como recoge el periódico jerezano “El Guadalete” en su edición del 23 de julio: 

     “Plaza de toros.- Están casi terminadas las obras de la plaza de toros que se construye en Alcalá de los Gazules, para ser inaugurada en los días de feria que se celebrará durante el mes de Agosto. 

     La plaza, propiedad de D. Pedro Monte de Oca, es capaz para 7.000 espectadores. 

     El espada encargado de dar muerte a los toros los tres días de feria es el arrojado diestro gaditano Arturo Paramio.” (3) 

     El mismo periódico recoge días más tarde, el 11 de agosto, el permiso concedido al ayuntamiento para la celebración de corridas y la confirmación del diestro que actuará, aunque no se recoge la fecha de la inauguración: 

     “Al Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules se le ha concedido autorización para dar capeas de reses durante tres días. 

     Se inaugurará una plaza y habrá novillos de muerte que matara el diestro gaditano Arturo Paramio.” (4) 

     Finalmente, el día 2 de septiembre de 1893, imaginamos que con la plaza llena hasta la bandera, tiene lugar la inauguración de la misma, con una corrida en la que actúan el diestro Arturo Paramio y Agualimpia: 

“DESDE CADIZ 

NOTAS DIARIAS 

      Se ha recibido un telegrama de Alcalá de los Gazules, dando cuenta de la inauguración de la plaza. 

     Paramio estuvo superior en la primera tarde y Agua Limpia, bien, resultando este último, con un varetazo leve. Caballos muertos, 4. Toros, buenos. 

F. SANTOMÉ 

Cádiz 2 de Setiembre de 1893” (5) 


     Finalizamos con un apunte curioso y es que el diestro Paramio había regresado a mediados de febrero de torear en América: “Son esperados en Cádiz los aplaudidos diestros gaditanos El Loco, Potoco y Arturo Paramio, que vuelven de México, en cuya plaza han dado varias corridas.” (6) 

     ¿No será por este torero Potoco por quién Ildefonso Chacón se puso por apodo El Gran Potoco de Alcalá, en vez de la famosa historia de que cuando chico no paraba de dar la lata con un tambor y siempre que le reñían decía:  po toco, po toco, po toco…? 

La plaza de toros en una fotografía anterior a 1932


NOTAS 

(1) Dato recogido en “Cuaderno puntador de los ingresos qe. Ha tenido la Cofradía de ntra. Me. Y Sra. De la Soledad este año 1834” conservado en el Archivo Parroquial de Alcalá. En el mismo también se recoge un ingreso en 1837 de 70,6 reales de limosna recogida en los toros. 

(2) “El comercio” Año XXXV Número 12371 pág. 2. Edición del 14 de noviembre de 1877. 

(3) “El Guadalete. Periódico político y literario” Año XXXIX Número 11448 pág. 2 Edición del 23 de julio de 1893. 

(4) “El Guadalete. Periódico político y literario” Año XXXIX Número 11464 pág. 2 Edición del 11 de agosto de 1893. 

(5) “El Guadalete. Periódico político y literario” Año XXXIX Número 11484 pág. 2 Edición del 3 de septiembre de 1893. 

(6) “El isleño. Periódico científico, industrial, comercial y literario” Año XXXVII Número 11801 pág. 1. Edición del 11 de febrero de 1893.

lunes, 8 de abril de 2013

Primeros hallazgos de urbanismo romano en Alcalá de los Gazules (II)




     Sobre la cisterna se encuentra otra construcción realizada con sillarejos y ripios. Evidentemente se trata de un aprovechamiento posterior de la estructura original, quizá de cronología moderna, a juzgar por la cerámica con la que se relaciona en el perfil. 

     El estado de conservación de la a bagnarola que nos ocupa a debió ser muy bueno antes del movimiento de tierra sin control arqueológico, sin embargo, ahora se encuentra parcialmente destruida su parte superior y descontextualizada de los depósitos hidráulicos de almacenaje. 

     Identificados estos restos constructivos, centramos nuestra labor en las que ya aparecían claramente como tres grandes piscinas de almacenaje y distribución de agua, realizando la excavación de su interior de manera sucesiva. A Continuación vamos a realizar un balance del estado de conservación en el que las hallamos: 

C-I: Conserva todos los elementos estructurales (muros, suelo, cordón hidráulico), aunque rebajados los muros sureste y suroeste. Presenta a nivel de pavimento tuberías de plomo que conectan Con la C-II y con una hipotética C-IV, pero esta última no puede ser comprobada debido a que hay una vivienda sobre ella que no forma parte del proyecto de obra de construcción civil. 

C-II: El muro de unión con C-III tan solo conservaba el arranque, y el perfil suroeste presentaba el mismo problema que en C-III. El suelo está intacto, con cordón hidráulico en todo su perímetro, y visibles los muros sureste y noreste. Este depósito está conectado con C-I a través de una tubería la de plomo por el muro noreste, como hemos mencionado. 

C-III: No conservaba suelo alguno, ni muro de cierre por la calle San Juan de Ribera y los perfiles laterales no podían excavarse por razones de seguridad. 

depósito CI, CII y CIII


     Las dimensiones de las diferentes cisternas son similares. Al ser el depósito mejor conservado vamos a considerar las medidas que presenta la C-I:  longitud =7,86 metros, anchura=5,81 metros y altura= 3,05 metros. 

     Dado el volumen de cada depósito (139,28 m3) y considerando que al menos fueron cuatro, la capacidad total de almacenaje era de 557,12 m3. Es decir, deducimos que Alcalá de los Gazules en época romana debía presentar una población importante, ya que este tipo de complejos hidráulicos estaban destinados al abastecimiento de fuentes y edificios públicos, especialmente los baños; y a particulares siempre que tuvieran concesiones administrativas (2). A lo que hay que unir otras infraestructuras hidráulicas como la Fuente Salada (3), pozos, cisternas domésticas, etc. Aún más, de la existencia de estas construcciones, se deduce que también tuvo que disponer la ciudad de una red de cloacas que permitiera la evacuación del agua residual (4). 

muro noroeste
     Tanto Vitruvio (5) como Plinio (6) recogen en sus textos la preocupación por la limpieza del agua. En época romana esta preocupación la solucionaban aplicando un sistema de decantación más o menos elaborado. En los depósitos que hemos estudiado no se infiere claramente esta posible decantación del agua si consideramos la escasa diferencia de cotas entre los firmes de los depósitos C-I (Z= 1,61) y C-II (Z= 1,50); a lo que hay que unir el que los trasvases de agua de uno a otro depósito se realiza por medio de entubado de plomo situado en la rasante de los pavimentos. Por tanto, la decantación gruesa de los elementos en suspensión del agua debía producirse en el trayecto previo a la entrada en los grandes depósitos de almacenaje y, quizás, distribución; pudiendo cumplir esta función la cisterna a bagnarola asociada directamente a la entrada de agua o canalización de abastecimiento situada sobre ella, como ya hemos indicado, u otras estructuras hidráulicas en puntos más elevados. 

     Respecto a la técnica constructiva de los depósitos, decir que éstos responden al modelo tradicional de construcción hidráulica romano. 

     El contenedor está delimitado por unos gruesos muros de 1,10 m. de espesor, realizados con mampuestos y mortero de tono rojizo (opus caementicium). La estanqueidad de las paredes se consigue con un elucido de opus signinum de unos 5 cm., y las juntas de unión verticales se ocultan dando curvatura a las esquinas. Respecto al suelo de los depósitos, éstos también tienen una esmerada elaboración: en primer lugar, presentan una composición básica igual que los muros (opus caementicium) (aproximadamente 1 m. de espesor); le sigue una capa niveladora de opus signinum (30 cm. de espesor), de acabado grosero, y finaliza con otra capa de opus signinum (15 cm. de espesor), extremadamente rica en cal y de acabados más cuidados. Como ya se comentó más arriba, las juntas de unión entre el suelo y paredes se solucionan con un cordón hidráulico, también de opus signinum, que enfatiza la impermeabilidad y facilita la limpieza periódica de los limos decantados. (7) 

canalización de plomo desde C I hacia C IV

     En conexión a estas construcciones hidráulicas romanas, desde la calle San Juan de Ribera se observan los restos de la muralla de origen medieval, pero con añadidos posteriores de época moderna. Con el objeto de analizar el arranque de la cimentación medieval se realizó una pequeña cata en el perfil Suroeste. Se comprobó que no presentaba zapata de cimentación, perfectamente explicable si consideramos que la muralla se apoya sobre el grueso muro suroeste del depósito C-III. 

     Como ya hemos apuntado, en lo que respecta a los materiales muebles, el volumen de lo recuperado durante la excavación sistemática del interior de los depósitos ha sido muy escaso. De todas las formas cerámicas destacan las de almacenaje. Todos los fragmentos cerámicos son de adscripción romana, menos uno que es de origen medieval. Como elementos descontextualizados, por aparecer entre la tierra removida con anterioridad a la intervención arqueológica, aunque evidentemente relacionables con el lugar, destacamos el hallazgo de una rueda completa de molino manual y siete monedas de la Edad Moderna, más exactamente de finales del siglo XVII y principios del XVIII. 

muralla medieval y perfil suroeste de C III


NOTAS 

(2) Vitruvio, M. L.: “Los diez libros de Arquitectura”.6,1,2. Alianza Editorial. 2000. 

(3) Montañes, M y Montañes. S.: “La fuente Salada de Alcalá de los Gazules. Dos mil años ofreciendo agua”. Apuntes Históricos 2003. Págs. 27-52. Ayto. Alcalá. 

(4) Malissard, A.: ”Les romains et l’eau” 1994. Societé d’Edition Les Belles Lettres. París. 

(5) Ibidem, 8, 6, 15. 

(6) Plinio el Viejo : ”Historia Natural”. 31,36. 

(7) Marta, R. : "Arquitectura romana. Techiche construttive e forme architettoniche del mondo romano”. 1990. Edizioni Kappa. Roma

viernes, 5 de abril de 2013

El crimen del molino


Ismael Almagro Montes de Oca 


     Continuamos hoy con otro capítulo de la Historia Negra de Alcalá. Un suceso cuya principal víctima fue una pequeña criatura maltratada por su propio abuelo, en represalia contra su hija, madre del pequeño. 

     Los hechos ocurrieron a primeros de abril del año 1879, aunque los diversos periódicos de la época, al recoger la noticia, no especifican la fecha exacta del suceso ni el lugar donde ocurrió. 

     Reproducimos aquí la crónica aparecida en “La Crónica Meridional, diario liberal independiente y de intereses generales” de la edición del 24 de abril por ser la más extensa de cuantas hemos encontrado y que a su vez recoge la noticia del periódico “La Correspondencia de Cádiz”: 

     “Poseídos de la mayor indignación vamos a dar cuenta a nuestros lectores de un brutal atentado, cometido contra una inocente criatura que apenas cuenta cinco meses de edad, y cuyo acto de salvajismo y crueldad dudamos tenga imitadores ni en el interior de Africa. 

     Existe un molino en el término de Alcalá de los Gazules, el cual lleva en arrendamiento Bartolomé Romero Bautista y lo habita en compañía de su mujer y tres hijas, una de ellas llamada María Romero Ortega, que como resultado de relaciones ilícitas que sostenía con un vecino de aquella villa dió á luz un niño en el mes de Noviembre. El amante, á quien no podemos calificar sino de hombre honrado, empezo á practicar diligencias para su casamiento, que tuvieron que paralizarse después de haberse amonestado, en vista del proceder de Bartolomé Romero Bautista, padre de su prometida. 

     Este hombre sin corazon, desde el dia que su hija dió á luz al pequeño infante, empezó á maltratarla de una manera cruel, concluyendo por encerrarla en una cuadra á ella y al niño que por único lecho tenia un pesebre. Un dia que salió la madre á lavar varias prendas, en cuya operación invirtió media hora, al volver a su prisión notó la falta del hijo de sus entrañas, lo que dió lugar á una escena en estremo desgarradora. Repuesta algun tanto, fué la infeliz madre al Molino a preguntar por su hijo y la única cortestacion que le dieron su padre y madrastra fué señalarle debajo de la cama en donde encontró á su lujo metido en una espuerta, y al ir á darle el pecho notó con gran asombro que las mantillas y los panales estaban Ilenos de sangre y que ésta manaba de la herida que habian causado á aquel inocente al «castrarlo.» La pluma cae de nuestra mano ante hecho tan execrable llevado á cabo por una persona que en sus venas lleva la misma sangre que aquella tierna criatura. 

     Las quejas de la madre exaltaron de tal modo á aquella hiena, que no contento con lo hecho maltrató á su hija de una manera terrible, y de nuevo la condujo á la cuadra en donde ha permanecido oculta unos tres meses. 

     La Providencia, que ha querido conservar la vida al niño, ha hecho que este crimen se descubra por la benemérita guardia civil del puesto de Alcalá de los Gazules, la que ha conducido á dicha villa á la infeliz madre y al niño, la cual se encuentra en la actualidad bajo la proteccion y amparo de las autoridades y asociacion de San Vicente de Paul. Como el niño no estaba cristianado, este solemne acto ha tenido lugar el dia 13, siendo apadrinado por el guardia Baldomero Valverde y con asistencia de los demás de aquel puesto, los cuales socorrieron á la madre con alimentos, ropas y dinero. 

     El Bartolomé Romero, su mujer y dos hijos han sido entregados al juzgado, el cual se ocupa sin levantar mano del esclarecimiento de tan punible hecho.” 


NOTAS 

     Esta noticia aparece recogida en los siguientes medios: 

- El Globo (Madrid) n.º 1.284, página 3. Edición del 21 de abril de 1879. 

- Diario de Córdoba. De comercio, industria, administración, noticias y avisos Año XXX Nº 8578. Edición del 23 de abril de 1879.

- Crónica Meridional, diario liberal independiente y de intereses generales Año XX Número 5752 pág. 2 Edición del 24 de abril de 1879. 

- La Época n.º 9.640, página 4. Edición del 25 de abril de 1879 



lunes, 1 de abril de 2013

Primeros hallazgos de urbanismo romano en Alcalá de los Gazules (I)


Artículo publicado en la revista de Apuntes Históricos  2007


Salvador y Manuel Montañés Caballero 

     Aunque todos los investigadores habían apuntado hasta la fecha la posibilidad de un núcleo habitado en época romana en el solar de la actual Alcalá de los Gazules, basándose en algunas referencias de autores de la Antigüedad y el hallazgo esporádico de algunos vestigios materiales, como lápidas con inscripciones o monedas, así como en la existencia en su extrarradio inmediato de la fuente denominada de la Salada (dos grandes depósitos abovedados de fábrica de sillares), ningún resto más avalaba esta hipótesis. 

     La localización de un complejo hidráulico en el transcurso de unas obras en un solar entre las calles San Juan de Ribera y Alfonso el Sabio, identificado como un castellum aquae, nos permite ya afirmar la existencia de una ciudad romana de tipo medio, y que bien puede ser la Lascut mencionada por Plinio. 

NOTICIAS DEL HALLAZGO 

     En el transcurso de nuestro estudio de la población para elaborar la Carta Arqueológica del núcleo urbano de Alcalá de los Gazules, descubrimos en un solar de unos 600 m2 situado entre las calles San Juan de Ribera y Alfonso el Sabio n° 25, 27 y 29 un grueso pavimento de opus signinum asociado a unos muros recubiertos del mismo mortero, típico de las construcciones romanas, especialmente de las hidráulicas, al ser una mezcla impermeabilizante. Estos restos, en línea con el trazado de la muralla medieval, fueron sacados a la luz por la máquina excavadora que realizaba el vaciado de esta parcela para la construcción de viviendas y garajes. 

     Comunicamos el hallazgo a los responsables de la Oficina de Rehabilitación, como promotora y propietaria del lugar, quienes paralizaron de inmediato las obras; dando cuenta también a la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de Cádiz, ordenando una excavación de urgencia. 

FASES DE EXCAVACIÓN Y RESULTADOS 

     Como primer paso, se procedió a retirar por medios mecánicos, bajo control de arqueólogo, toda la tierra y escombros removidos con anterioridad y que se mantenían en el solar, así como la vertida con posterioridad al hallazgo como medida de seguridad de las medianeras de las fincas vecinas de la c/ San Juan de Ribera. 

Planta general del área de excavación

     Realizada esta operación, se acomete la limpieza y perfilado del perímetro del solar, en donde se deja una franja de terreno sin excavar como medida de seguridad para no alterar la estabilidad de las fincas colindantes. En estos espacios no alterados, aunque limitada, se ha podido llegar a tener una lectura completa de la potencia estratigráfica que presentaba la parcela antes de los movimientos de tierra, poniéndola en relación con las estructuras hidráulicas y el proceso de colmatación del interior de las mismas. 

     En un tercer paso, comenzamos la excavación por medios manuales de toda la superficie de la parcela resultante, completando la lectura estratigráfica obtenida anteriormente, delimitando cada una de las estructuras hidráulicas y los diferentes elementos constructivo-funcionales de las mismas. 

     La excavación se desarrolla de forma sistemática y en área abierta, agotando de manera sucesiva la colmatación de cada una de las estructuras o contenedores hidráulicos. Durante la excavación se ha bajado por niveles artificiales (de 20 en 20 centímetros), allá donde el registro se ha presentado alterado o revuelto, y por niveles naturales donde sí hemos hallado estratos intactos; recuperándose los escasos elementos materiales, fundamentalmente fragmentos cerámicos, que se iban descubriendo en el transcurso de la excavación. 

     Para la ejecución de estos trabajos contamos con el apoyo auxiliar de una retroexcavadora, destinada a la evacuación de tierra, y cuatro peones con sus correspondientes herramientas manuales. El uso de la retroexcavadora se justifica, como ya hemos indicado, porque el solar ya había sido parcialmente excavado por medios mecánicos y vertido tierra posteriormente para salvaguardar la estabilidad de las fincas colindantes, en tanto no se autorizaba la actuación arqueológica, con lo cual el primer trabajo consistió en retirar dicha tierra. 

     La excavación manual la comenzamos por el perfil noreste, donde se observó en una primera inspección restos constructivos de una canalización, confirmándose que se trataba de un conducto por el que debió llegar el agua a los contenedores, procedente de una zona más elevada de la ciudad. También en este sector ponemos al descubierto una cisterna de escasas dimensiones revestida del característico mortero romano opus signinum. La tipología de la cisterna descubierta es la que se conoce como a bagnarola. 

depósito a bagnarola
     Los depósitos del tipo a bagnarola tienen planta rectangular con los lados menores curvados. Para su construcción se excava en la tierra o en la roca el espacio que va a ocupar. Las paredes y el fondo se revisten con un muro de mampuestos careados. El fondo presenta un cordón hidráulico, cuya función era consolidar las juntas y facilitar la limpieza del deposito. Finalmente, las paredes del depósito reciben un enlucido impermeable (opus signinum). Normalmente carecen de sistema de vaciado. Por ultimo, se solían cubrir con lozas de piedra de gran tamaño. Su uso solía ser domestico (1). 

     La estructura descubierta en el solar comparte todas las características antes descritas. Sin embargo, pensamos que no estaba destinado para un uso domestico, ya que por su situación, se relaciona con la canalización y con los grandes depósitos hidráulicos de almacenaje, de los que trataremos más adelante. Es decir, pensamos que funcionaba como un depósito de captación del agua procedente de la canalización (o quizá fuente), la cual, cuando rebosaba por los bordes de la pileta, se conducía a los grandes depósitos de almacenaje y distribución, gracias a un grueso reborde en el que se remata la parte superior de la a bagnarola, que dirigiría el agua hacia un único punto de salida. De este modo, se realizaba una primera decantación dela gua, asi como se facilitaba la pérdida de presión del agua, vertiendo hacia los depósitos de almacenaje con menor fuerza. Esta descripción de su funcionalidad no deja de ser una hipótesis, porque con el movimiento de tierra previo al control arqueológico se destruyó parte de la cisterna y, posiblemente, las conexiones con los grandes depósitos. Las dimensiones de la cisterna a bagnarola son de 3,30 metros de longitud, 1,18 metros de anchura y 4,50 metros de profundidad, lo que nos da una capacidad de almacenaje de agua de 17,52 m (3). 

     La excavación de los niveles de relleno del interior de la cisterna no se ha realizado por completo, tan solo la mitad, ya que se comprobó que su colmatación había sido muy reciente. En niveles muy bajos se localizaban ladrillos, botellas de plástico... Sin duda, este relleno tan reciente favorece la hipótesis de que estuviera cubierta, y que al inicio de las obras se removiese este cierre de la estructura, provocando la entrada de las tierras y materiales contemporáneos. 

detalle del depósito a bagnarola

     No cabe duda de que se trata de una estructura de gran interés, tanto por la técnica constructiva, dimensiones y funcionalidad como por su significación histórica, ya que estarnos ante una construcción documentada en las ciudades prerromanas de la Península Ibérica, y que los romanos adoptaron y mejoraron. Hallamos en Andalucía cisternas a bagnarola en Lacipo (Casares, Málaga), Castulo (Linares, Jaén), Ategua (Teba la Vieja, Córdoba), Ocurri (Casas de Santa Lucia Ubrique, Cádiz) y Carteia (San Roque, Cádiz). 

    
NOTAS 

(1) Ruiz, J. M. y Delegado, F.; 1991: “El agua en las ciudades de la Bética”. Ed. Gráficas Sol. Ecija. 

(2) Vitruvio, M. L.: “Los diez libros de Arquitectura”.6,1,2. Alianza Editorial. 2000. 

(3) Montañes, M y Montañes. S.: “La fuente Salada de Alcalá de los Gazules. Dos mil años ofreciendo agua”. Apuntes Históricos 2003. Págs. 27-52. Ayto. Alcalá.