viernes, 31 de octubre de 2014

Verdades y mentiras en torno al Bronce de Lascuta (II)



     La siguiente incógnita es la del comprador del Bronce, ya que, como hemos visto anteriormente, en unos sitios se le menciona como Lazesky, Lazersky, o Zalesky e incluso en el tomo II de la obra de Antonio Delgado Hernández “Nuevo método de clasificación de las medallas autónomas de España” se le denomina Lazescki. Por si fuera poco, tampoco está nada claro ni la profesión ni la nacionalidad del enigmático comprador, como veremos a continuación. 

      Para resolver estas dudas, acudí a las Actas de las reuniones de la Academia de Inscripciones y Bellas Letras, lugar donde fue presentado el Bronce el 30 de agosto de 1867 (3) y donde se recoge: “M. Ladislas Lazeski communique à l’Academie une tessère en bronze…”. Queda claro aquí el verdadero nombre del comprador, estando equivocadas todas las reseñas que he descrito, tanto de la Revista de Bellas Artes, que lo denomina Zalesky, como los posteriores estudios sobre el mismo en que se le nombra Lazesky o Lazersky. 

       Tampoco hay unanimidad sobre la nacionalidad de Ladislas Lazeski, ya que algunos, caso de Marcos Ramos Romero o Manuel Domínguez Benítez, subrayan su origen belga, mientras otros, como el prestigioso epigrafista, historiador y arqueólogo alemán Emil Hübner y el no menos importante epigrafista y jurista español Manuel Rodríguez Berlanga le otorgan una patria polaca. Incluso otro paisano nuestro, Juan Leiva Sánchez, le atribuye un origen irlandés (4). 

      La profesión de este personaje es otra de las incógnitas o contradicciones, que va unida a la de la patria del comprador del bronce, puesto que se asegura por un lado que era cónsul belga en España y por otro, ingeniero polaco. Tratando de esclarecer esta disyuntiva, hace tiempo contacté con Jan De Clerck, cónsul belga en la localidad gaditana de Rota durante los últimos 38 años, para tratar de averiguar si efectivamente existió un cónsul con ese nombre. Mostrando gran interés por el tema, contactó con el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país, recibiendo pasado un tiempo la noticia de no constar ningún cónsul con ese nombre en los Registros disponibles. Sí que existió un cónsul belga en Algeciras entre 1843 y 1856 de nombre Lazare Tessi y me apuntó que tal vez con el tiempo se haya podido malinterpretar el nombre, aspecto este que no me parece probable puesto que tampoco las fechas de su estancia en la zona coinciden con las del hallazgo. 

     Queda por tanto indagar sobre la otra posibilidad, que lo tilda de ingeniero polaco. 

      Es el profesor Emil Hübner quien en 1869 en la obra Hermes (5) informa de que Lazeski era un ingeniero polaco empleado en la construcción de carreteras en España. Hübner debió conocer la información de primera mano, pues estudió el Bronce y ya el mismo año de la presentación del Bronce en París presentó un trabajo relativo al mismo en Alemania (6). Posteriormente, George Edom, en su Tratado de Lengua Latina, publicado en París en 1882, vuelve a incidir en que Lazeski era un ingeniero polaco. 

      Parece bastante claro que nuestro personaje era pues polaco de nacimiento e ingeniero de profesión. 

Hermes de  Emil  Húbner 


       Quizás lo del origen belga pueda explicarse por una tergiversación de muchos de estos datos a lo largo del tiempo en el recuerdo popular, mezclándose términos como ingeniero de caminos o ferrocarriles, belga o Jimena. A ello pudieron contribuir noticias como la aparecida en el periódico El Guadalete, en su edición del 7 de mayo de 1905, donde se recoge:

      “Ferrocarril.- Adelantan mucho los trabajos de campo para hacer el estudio del ferrocarril desde Puerto Real a Chiclana, Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules y Jimena.

     La Compañía belga que ha emprendido el negocio, está haciendo gestiones para ver la subvención que podrá alcanzar del Gobierno y de los Ayuntamientos interesados en que la línea se abra para favorecer a las poblaciones citadas.

      En breve llegará a Cádiz el agente de la Compañía belga.”

      Pero de todas las incógnitas, quizás la más importante desde el punto de vista de la Historia de Alcalá, es saber dónde apareció, para aclarar dónde estaba la Torre Lascutana, puesto que tradicionalmente, en el ámbito local, se dice que apareció en torno a la Mesa de El Esparragal. Pero, ¿qué hay de cierto en estas afirmaciones? 

      Para tratar de aclarar este punto, veamos la nota que se adjuntó con la presentación en la Academia de Inscripciones y Bellas Letras el 30 de agosto de 1867: 

     “M. Ladislas Lazeski comunica a la academia tiene una plancha de  bronce equipada de su anilla y teniendo una inscripción latina adjuntando la siguiente nota dando a conocer las circunstancias en que se descubrió esta placa. La placa en cuestión fue encontrada en las montañas de Gibraltar, del lado de Jimena (Himena con h aspirada). En las inmediaciones de estas montañas y terreno despejado existe un gran pedazo de tierra salpicado de materiales de construcción, escombros, cornisas estatuas rotas; y en el borde del campo, hace unos años, había una sirena encontrada mutilada en el mismo lugar. Este campo contiene y abarca ruinas muy importantes que prueban la existencia de una gran población que desapareció en los primeros momentos de la dominación de los godos o tal vez la primera invasión de los árabes que han llegado a España a través de Gibraltar y Tarifa; La placa fue encontrada como resultado de pequeñas excavaciones en el campo en cuestión, situado a 6 kil. de Alcala de las Garules. Esta comunicación es recibida con gran interés por la academia, y M. Ladislas Lazeski autoriza cualquier publicación o discusión que puedan aclarar más adelante este texto en su contexto histórico y filológico para más detalles.” (3) 

      Esta es la “versión oficial” del descubrimiento del bronce en nuestro término, escrita por el comprador de la pieza y en la cual nada se dice del lugar exacto del hallazgo. Entonces, ¿de dónde sale la teoría del hallazgo en torno a la Mesa del Esparragal? Vayamos por partes. 

Torre de la Mesa del Esparragal

      En primer lugar habría que situar al ingeniero polaco en Alcalá, y aunque no hay documento que dé fe de ello, no resulta complicado pensar que se hallaba en la zona relacionado con los estudios de una carretera entre Alcalá y Castellar, que fue aprobada en 1863: 

      “La diputación provincial de Cádiz, celosa por el bien de sus administrados y cumpliendo con lo que se dispone en la circular, varias veces citada por nosotros, sobre carreteras provinciales, ha resuelto construir y conservar con fondos de la provincia los siguientes caminos: 

…10. Otro que, partiendo de Algeciras á San Roque, pase por Castellar á terminar en Alcalá de los Gazules, con una distancia de cuatro y media leguas.” (7) 

      Por otra parte,  la nota explicativa  de Lazeski denota un gran desconocimiento de la zona, confundiendo los nombres de las poblaciones. Es muy probable que por su trabajo en los estudios de esta carretera, estuviera en la zona del campo de Gibraltar, de ahí que relacione a Alcalá con las montañas de Gibraltar “del lado de Himena”. Quizás llegara a Alcalá desde Jimena y por eso la incluye en el relato. Cualquier alcalaíno sabe que el terreno entre Alcalá y Jimena es muy abrupto y carece de yacimientos romanos. 

       Coincido plenamente con las reflexiones que Manuel Rodríguez Berlanga hace en 1881 en su libro “Los Bronces de Lascuta, Bonanza y Ajustrel” (1) sobre que la nota está “llena de infinitas inexactitudes, en la que decia que habia sido encontrada en los montes de Gibraltar del lado de la Jimena, localización absurda y más absurda su ridícula afirmación de que el nombre de este último pueblo se escribe Himena, con H aspirada. 

… atestiguando la existencia de una gran población, desaparecida en los primeros momentos de la dominación de los Godos ó quizás de la primera invasión de los Árabes. Termina diciendo que la plancha de bronce fué encontrada haciendo algunas escavaciones en el indicado terreno, situado á seis kilómetros de Alcalá de las Garules. Hasta aquí las noticias dadas por el tal Lazeski, que no merecen mucho crédito por los errores de que está plagada su relación, no solo en los nombres de las localidades, sino en su descripción geográfica.” 

      Rodríguez Berlanga estuvo investigando en la zona pocos años después del hallazgo, con anterioridad a 1881 y resulta sorprendente que nadie conociera ningún dato, tal como escribe en su libro: “Ni en Alcalá de los Gazules ni en Jimena de la Frontera, he podido conseguir noticias de este hallazgo, donde como en el resto de España apenas si se tiene conocimiento de semejante monumento”. 

Reproducción del Bronce en la obra de Rodríguez Berlanga

      Con respecto a la inclusión de Jimena en toda esta historia, resulta curioso el grado de desinformación existente, pues incluso doctores en Derecho llegan a conclusiones disparatadas: 

       “Fue descubierto por el polaco Ladislao Lazeski en 1866 cerca de Jimena de la Frontera…En él se da la libertad y se respetan las posesiones de los servi de Hasta Regia (Alcalá de los Gazules) que vivían en la turris Lascutana (Jimena de la Frontera) por colaborar ese año en la victoriosa campaña contra los lusitanos en Sierra Morena.” (8) 

      Llegados a este punto, creo necesario exponer mi teoría sobre el lugar del hallazgo, pues como hemos visto hasta ahora, no hay ninguna prueba que vincule al bronce con el yacimiento de la Mesa del Esparragal. Tan sólo nos lleva a ese lugar el dato del hallazgo a 6 kilómetros de Alcalá y no hace falta mucho esfuerzo para buscar restos arqueológicos a esa distancia, si encima nos encontramos allí con una torre, palabra mencionada en la inscripción. 

      Sin embargo, cualquier alcalaíno sabe que la Mesa del Esparragal no se halla en los montes de Gibraltar, en dirección a Jimena, sino hacia San José del Valle. Entonces, ¿la información de la nota de Lazeski es falsa? Desde mi punto de vista, sí. No es que Lazeski mintiera, sino que cuando compró el Bronce, recibió una información deliberadamente equivocada para no dar pistas sobre el verdadero lugar del hallazgo. 

       A mí, particularmente, me da la impresión de que Lazeski no conoció el lugar del hallazgo, sino que, hallándose en Alcalá, le hicieron el ofrecimiento de la pieza y la compró. Esto se explicaría por las apreciaciones que da sobre los restos en la zona: “hace unos años, había una sirena encontrada mutilada en el mismo lugar. Este campo contiene y abarca ruinas muy importantes que prueban la existencia de una gran población que desapareció en los primeros momentos de la dominación de los godos o tal vez la primera invasión de los árabes que han llegado a España a través de Gibraltar y Tarifa”. Él mismo, con estas palabras, confirma que está difundiendo una información que le ha sido transmitida, pues no pudo conocer la existencia de la sirena mutilada, desaparecida hace años. Además, no me resisto a pensar que cuando habla de que “En estas montañas hay vestigios de una mina con una escalera tallada en la roca para bajar al pozo, cerca del que se encontraban los restos de un laboratorio y algunos pedazos de crisoles de todas clases” está describiendo nada más y nada menos que el acceso a los depósitos romanos de la Fuente de la Salada, que hasta hace muy pocos años estaban ocultos bajo la tierra. Ramón Corzo Sánchez, que fue quien hizo las primeras prospecciones en 1979 describía así el acceso que él conoció a los depósitos: “el único acceso que se conocía a estas misteriosas cámaras era un agujero excavado parcialmente o ensanchado por aficionados locales tras romper la cubierta, que comunicaba con un estrecho pasillo protegido por grandes losas de piedra como techumbre, que apoyan en dos muros distintos… que dan acceso a las cámaras”. (9) Hoy sabemos que existían unas escaleras para bajar desde la parte superior a los depósitos abovedados, que Lazeski pudo ver rellenos de escombros (tal como las encontró Ramón Corzo). 


NOTAS 

(3) LAZESKI Ladislas. Une tessère en bronze munie de son anneau et portant une inscription latine. In: Comptes rendus des séances de l'Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, 11e année, 1867. pp. 225-226. 


(5) Hermes 3. Págs. 243-260. 

(6) Gerhards arch. Zeitung. 1867. pag. 131. 

(7) El Clamor Público. Viernes 7 de agosto de 1863 número 910. Segunda época. pág. 2 

(8) MONTERDE GARCÍA, Juan Carlos (Universidad de Extremadura); Terminología jurídico-latina en las fuentes romanas peninsulares. Pág. 56 de Fundamenta Iuris. Terminología, principios e interpretación. 2012. 

(9) CORZO SANCHEZ Ramón; La Fuente de la Salada. Apuntes Históricos 1982. Ayto. Alcalá de los Gazules.


viernes, 24 de octubre de 2014

Verdades y mentiras en torno al Bronce de Lascuta (I)


Ismael Almagro Montes de Oca 


       El Bronce de Lascuta es el objeto arqueológico más importante aparecido dentro del término de Alcalá, pues está considerado como la primera inscripción romana de España, escrita aún en latín arcaico. Sin embargo, al intentar conocer mejor su origen, he podido comprobar que existen en torno al mismo muchas incógnitas sin resolver, datos contradictorios, tales como la fecha de su descubrimiento, descubridor, comprador y, especialmente, su lugar de aparición, convirtiendo al Bronce en un auténtico Expediente X alcalaíno, del que sólo se sabe a ciencia cierta que se conserva en el Museo del Louvre de París y sobre el que intentaré arrojar algo de luz. 

      Antes de nada, empecemos por conocer el contenido del Bronce y su transcripción: 

L(UCIUS) AIMILIUS, L(UCI) F(ILIUS) IMPERATOR DECREIVIT 
UTEI QUEI HASTENSIUM SERVEI 
IN TURRI LASCUTANA HABITARENT 
LEIBEREI ESSENT AGRUM OPPIDUMQU 
QUOD EA TEMPESTATE POSEDISENT 
ITEM POSSIDERE HABEREQUE 
IOVSIT DUM POPLUS SENATUSQUE 
ROMANUS VELLET ACT IN CASTREIS 
A D XII K FEBR 

      “El gobernador Lucio Emilio, hijo de Lucio, ha decretado que los esclavos de los hastenses que habitaran en la Torre Lascutana fuesen libres, y mandó que el campo y la ciudad que poseyeran en aquel momento, los siguieran poseyendo y disfrutando, fuera voluntad del pueblo y del el senado romano. 

     Dado en los Campamentos a 12 días de las calendas de Febrero” 


      El epigrafista y jurista español Manuel Rodríguez Berlanga, publicó un estudio sobre el Bronce en 1881 (1), llegando a una serie de conclusiones, que recojo aquí por su claridad y porque nos pueden ayudar a ubicar adecuadamente el objeto y su texto: 

“1º - Que entre Jerez y Bonanza, donde hoy existe el Villar de la Mesa de Asta, hubo en lo antiguo un pueblo, que en 189 antes de Jesucristo, denominábase Asta y era regido por un régulo ibero. 

2º - Que de dicho pueblo dependía el Castillo de Lascuta, situado en las cercanías de Alcalá de los Gazules, cuyos moradores eran vasallos de los Astenses. 

3º - Que los castellanos de Lascuta vivian en una ciudad, poseían y cultivaban unas tierras, inmediatas sin duda a dicha fortaleza, cuyo dominio directo era de los Astenses. 

4º - Que en 188 antes de Jesucristo, los Astenses en unión con los Lusitanos se alzaron contra la dominación de Roma y a fines de dicho año, o acaso al comenzar el siguiente, fueron batidos en las inmediaciones de la misma ciudad de Asta por el Proconsul Lucio Emilio Paulo. 

5º - Que dicho Proconsul con motivo de tal victoria, fue proclamado imperator por sus soldados, habiendo entregado el mando al que debía sucederle, poco después del 19 de Enero del 189 antes de Jesucristo. 

6º - Que los Lascutanos, separándose de los Astenses, prestaron su concurso a Lucio Emilio, quien en cambio, después de la derrota de estos, declaró a aquellos emancipados de la servidumbre, que sobre ellos pesaba. 

7º - Que a la vez de librar el aludido Proconsul a los Lascutanos del yugo de los de Asta, les confirió la posesión y tenencias de la ciudad y de las tierras que rodeaban el Castillo de Lascuta, con absoluta independencia de sus antiguos Señores, pero transformándolos, a lo que se comprende, en estipendiarios de Roma. 

8º - Que el decreto en virtud del cual se hicieron tales concesiones, fechado en el Campamento romano a 19 de Enero, quedó sometido, en punto a la posesión de la ciudad y de las tierras lascutanas, a la voluntad soberana del Pueblo y del Senado de la República.” 

       Muy poco se ha escrito hasta ahora sobre este objeto en la Historiografía local, si exceptuamos lo recogido por Marcos Ramos Romero en su libro sobre Alcalá (1983): 

      “En 1867 es adquirido por L. Lazesky, cónsul belga en España, un bronce que luego pasaría al Museo del Louvre, a unos carboneros que ya antes lo habían enseñado al párroco don Francisco de Paula Castro y Moreno; es el llamado desde entonces <<bronce de Lascuta>>. Había sido hallado en el término de Alcalá, hacia el N.E. <<cerca de la ciudad>>, en las inmediaciones del pueblo y <<en el mismo paraje donde en 1908 se encuentran muchos objetos romanos que desgraciadamente desaparecieron>> (Romero de Torres, Catálogo p. 175), sin que podamos fijar con exactitud el sitio aunque sí el terreno que está entre la actual carretera del Valle y el camino que busca la Boca de la Foz, a unos seis kilómetros de Alcalá” 

      Desgraciadamente Ramos Romero no cita ninguna fuente donde poder corroborar todos estos datos y sólo menciona la fecha en que el objeto fue comprado. 

     Por su parte, Jaime Guerra Martínez y Gabriel Almagro Montes de Oca en el cuaderno nº 2 de Temas Alcalaínos (1984) se centran en el contenido del Bronce pero nada recogen sobre su descubrimiento. 

     Más recientemente, en 2012, Manuel Domínguez Benítez en un artículo sobre esta pieza aparecido en la Revista de Apuntes Históricos y de nuestro Patrimonio comenta: 

      “En cuanto a las circunstancias de su hallazgo, esta pequeña placa de bronce, cuya copia puede contemplarse en el salón de plenos del Ayuntamiento, fue encontrada por casualidad a mediados del siglo XIX por unos carboneros en un paraje conocido como La Magaña en las inmediaciones del Puerto la Pará, en la carretera de Alcalá a San José del Valle…En el acarreo de grandes cantidades de tierra, podía aparecer algún resto arqueológico, como es el caso de esta placa de bronce, cuyos descubridores ignoraron la importancia de su hallazgo y fue adquirida por el cónsul belga en España L. Lazersky, y luego fue a parar al Museo del Louvre, en París, en 1868, donde se encuentra en la actualidad” 

     Tampoco aquí se citan las fuentes de estas aseveraciones, omitiendo la fecha del hallazgo y presupongo que sigue a Marcos Ramos Romero en la información de los carboneros. 

     Si acudimos a Internet, la cosa se complica aún más, puesto que en páginas de carácter oficial, como pueden ser la del Ayuntamiento alcalaíno o de la Diputación provincial, se pasa de puntillas sobre el tema y tan sólo se recoge que el bronce fue hallado en la Mesa del Esparragal. Sin embargo, resulta curioso la cantidad de páginas y blogs donde se menciona que fue hallado en 1840, (2) donde en ninguno de los cuales se menciona el origen de la información, lo que contribuye a una mayor confusión si cabe sobre el objeto en cuestión. 

Torre de la Mesa del Esparragal

      Ante este panorama de incertidumbre, decidí seguir el rastro del único dato contrastado, su ubicación actual. En su día me puse en contacto con Corinne Jouys Barbelinel, encargada de Estudios documentales del Museo del Louvre, quien, tras consultar los archivos del museo parisino, me informó que la única información que poseen es que fue descubierto en Alcalá de los Gazules, adquirido por dicho museo en 1868 a Ladislas Lazeski, quien la había presentado a la Academia de las Inscripciones y Bellas Letras el 30 de Agosto de 1867. De la fecha de 1840 no tiene ninguna referencia. 

      Resulta curioso que terminara su email solicitando cualquier información que le pudiera remitir sobre el Bronce, hecho éste que menciono para que sirva de idea sobre el gran desconocimiento que existe sobre el Bronce de Lascuta. 

     Con estos datos rastreé las hemerotecas hasta dar con una noticia aparecida en el número 60 de la “Revista de Bellas Artes e Histórico-Arqueológica” el 8 de diciembre de 1867 en la que se recoge: 

“DESCUBRIMIENTO DE UNA TESSERA EN EL CAMPO DE GIBRALTAR. 

      M. Ladislao Zaleski ha hecho donación a la Academia de Inscripciones de Paris, de una téssera en bronce, la cual ha sido encontrada en los montes de Jimena, en unas excavaciones verificadas a unos seis kilómetros de Alcalá de los Gazules. El donador ha acompañado la téssera con la siguiente nota: 

<<En las inmediaciones de las dichas montañas, y en tierras de labor, existe un terreno todo lleno de materiales de construcción, restos de cornisas, estátuas rotas, y en los limites extremos de ese campo hace algunos años había una estátua mutilada, representando una sirena. Estos restos atestiguan la existencia de una gran población, que ha desaparecido en los primeros tiempos de la dominación goda, o quizás cuando la primera invasión de los árabes. >> 

     La inscripción parece referirse al año 70 antes de la era cristiana” 

     Parece claro que debemos descartar 1840 como fecha del hallazgo, ignorando por qué surge en toda esta historia. 

Vistas de la Mesa del Esparragal desde la Torre,
 lugar al que supuestamente se refiere la nota de Lazesky

    

NOTAS 

(1) RODIGUEZ BERLANGA, Manuel; “Los Bronces de Lascuta, Bonanza y Ajustrel”. Málaga 1881, pags. 493 y ss. 

(2) Empezando por páginas de recopilación de información, como pueden ser Wikipedia o Cadiznet, donde siempre hay que coger con alfileres la información, por no estar contrastadas la mayoría de las veces: 


Pasando por webs o enlaces de cierta especialización en la materia, como pueden ser: 


O en otros (casi siempre de senderismo y afines), donde se hace muy difícil conocer el origen de la información: 



viernes, 17 de octubre de 2014

La villa de Alcalá de los Gazules: un enclave fronterizo del reino de Sevilla en la Baja Edad Media (II)




      En 1264 se produjo la revuelta general de los mudéjares, apoyados desde Granada por lbn Albamar, que en la comarca del Guadalete-Barbate triunfó plenamente, pasándose a cuchillo a las guarniciones castellanas (16). Ante esta situación, Alfonso X se vio obligado a conquistar en el mismo año de la rebelión, y esta vez por las armas, las poblaciones y territorios sublevados —Alcalá fue tomada el 23 de octubre (17) —. Una vez vencidos definitivamente, los mudéjares fueron expulsados masivamente al reino de Granada o al norte de África. A partir de este año clave de 1264, el sector gaditano de la frontera estaba ya plenamente definido en torno a las tierras más orientales del eje Vejer-Medina Sidonia-Alcalá-Arcos, coincidiendo en muchos de sus tramos con alineaciones montañosas o sierras prácticamente deshabitadas.

      Expulsada la población mudéjar de toda la zona gaditano-xericiense, se procedió a una primera repoblación, limitada en un principio a los núcleos de mayor interés para la Corona y de más fácil defensa, al estar situados en una segunda línea de frontera, es decir, Jerez, Arcos, Cádiz y el Puerto de Santa María. Los castillos que defendían directamente la vanguardia fronteriza —Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules y Vejer— quedaron al margen de este primer impulso repoblador: con toda seguridad, su escasa población se limitaría a las guarniciones militares y posiblemente a algunos repobladores esporádicos. De 1269 data la constitución por Alfonso X de aquella irrealizable comunidad de pastos y aprovechamientos forestales para todo el reino de Sevilla, en la que se incluyeron a estas plazas de Alcalá, Medina y Vejer junto a Sevilla, Jerez, Arcos, Carmona, Niebla, Huelva y Gibraleón (18).

      Siguiendo la marcha de los acontecimientos, debemos señalar que los diez años de paz que siguieron a la revuelta mudéjar quedaron truncados bruscamente, en la primavera de 1275, con la primera de las invasiones de los benimerines, instalados por el rey de Granada en las bases de Algeciras, Tarifa y Ronda (19). Durante 1275 y 1277 se sucedieron los ataques de los norteafricanos al mando de su emir Abu Yusuf: además de vencer en varias ocasiones a las tropas castellanas, saquearon repetidamente diversas ciudades y villas andaluzas, especialmente los términos de Jerez, Córdoba y Sevilla. La principal fuente histórica para estos difíciles años, la crónica Rawd-al-Qirtás (20), no registra ninguna conquista definitiva por parte de los benimerines; el castillo de Alcalá, como los de las zonas vecinas, no pasó a manos de los musulmanes, aunque debió sufrir directamente, debido a su cercanía a las bases meriníes, el paso de los invasores (21).


      Alfonso X respondió a la presencia meriní con una operación conjunta por mar y tierra contra Algeciras, realizada durante los años 1278 y 1279, pero la falta de coordinación entre ejército y armada precipitó la derrota de los castellanos en el verano de 1279. Como consecuencia de este fracaso se firmó una tregua entre Alfonso X y los benimerines, que puso fin temporalmente a las hostilidades. Esta ocasión fue aprovechada por el rey de Castilla para fortalecer el sector fronterizo más vulnerable, es decir, el territorio situado en la misma línea de choque de las bases norteafricanas. En un espacio de tiempo inferior a veinte días hizo las siguientes concesiones a finales de 1279:

- 10 de diciembre. Donación de Medina Sidonia y Alcalá de los Gazules a la Orden de Santa María de España, también conocida como Orden de la Estrella (22).

- 14 de diciembre. Morón y Cote pasan a manos de la Orden de Alcántara.

- 15 de diciembre. Alfonso X donó Cazalla (Puebla de Cazalla) a la Orden de Santiago.

- 31 de diciembre. La Orden de Santa María de España añadía a sus posesiones anteriores la heredad de Faraya, en término de Alcalá (23).

      Estas donaciones reales significaron un cambio de orientación importante en los objetivos y proyectos fundacionales de la Orden de Santa María de España. El privilegio rodado de 10 de diciembre contiene, por primera vez para la joven orden militar, la exigencia de un servicio de armas en tierra fronteriza “... y que fagan de ellos para syenpre guerra y paz por nuestro mandado y de los otros reyes que reynaren después de Nos en Castilla y en León”, así como el fomento de la repoblación en los territorios cedidos por el rey (24). Para asegurarse de ello, Alfonso X especifica que en Medina Sidonia, a la que cambia el nombre por Estrella, debía establecerse el convento mayor de la orden en la frontera del reino de Sevilla. Según Torres Fontes, el desastre de Algeciras y la pérdida casi total de la flota castellana hacían casi imposible continuar pensando en una orden militar dedicada exclusivamente a los hechos de la mar (25).

Sello real en antiguo privilegio de Alcalá

     En el documento que nos interesa, el fechado en 10 de diciembre, se habla de Medina Sidonia y Alcalá como «villas y castillos», a pesar de la escasa población que desde 1264 debían tener ambos lugares. Un pasaje del documento hace referencia a los privilegios que las dos poblaciones recibieron dc Alfonso X tras su ocupación efectiva por las tropas castellanas: “E otrosI que el maestre y el convento sobredicho que guarden los fueros e las franquezas e los privillegios que Nos diemos a los pobladores de amos estos dos lugares sobredichos y que les no tomen ni les enbarguen sus heredamientos mientras tovieren poblados así como deben”. Los privilegios concedidos a Alcalá no se han conservado, pero, si realmente se dieron, tuvieron que ser semejantes a los que recibió Medina Sidonia en enero de 1268 para favorecer su repoblación: iguales franquezas a sus pobladores que las que gozaba Sevilla, exención de diezmos y pechos reales, salvo moneda y yantar, y limitación de las obligaciones militares a la zona comprendida entre el Guadalquivir y el mar (26). Desde 1268 se iniciaría en Medina Sidonia, y posiblemente también en Alcalá, un cierto impulso repoblador gracias a los privilegios otorgados por la Corona sólo cuatro años después de las repoblaciones llevadas a cabo en Arcos, Jerez o el Puerto (27). Sólo de esta manera se explicaría la transformación de Medina y Alcalá, que pasaron de ser simples puntos fortificados, situados en la misma línea de la frontera, a pequeños núcleos de población, que en 1279 ya merecían la calificación de «villas».

      Pero la primera entrada de Alcalá en señorío no pudo ser más efímera, pues en 1280 volvieron al realengo las tres plazas principales de la Orden de Santa María de España: Puerto de Santa María, Medina Sidonia y Alcalá (28). La Orden de Santa María desapareció al quedar integrada en la de Santiago tras el desastre de Moclín de 1280, en el que murieron el maestre y buena parte de la caballería santiaguista.

Alfonso X el Sabio
   

       A los dos años, en 1282, Alcalá volvía a ser entregada en señorío al ser cedida por Alfonso X a Alfonso Pérez de Guzmán, el famoso Guzmán «el Bueno» (29). Con la donación de Alcalá Sidonia, que es el nombre que aparece en el documento, el rey castellano recompensaba la decisiva intervención de Pérez de Guzmán en la formalización de la alianza con los benimerines, llevada a cabo entre 1281 y 1282, para hacer frente a la rebeldía del infante don Sancho (30). Sin embargo, al año siguiente Alcalá volvía de nuevo a la Corona al serle trocada a Pérez de Guzmán por los olivares de Monteagudo, lugar cercano al Guadalquivir, en el término de Jerez (31). Siguiendo a Barrantes Maldonado, el caballero sevillano estaba descontento con la donación de Alcalá “por estar frontera de moros y aparejada para se perder e porque él se avía de yr a Africa e no podía dexar tan buen cobro en ella en tantos años como pensaba de estar”; el cronista añade que Pérez de Guzmán dio al rey castellano algunas doblas por el trueque.

     



NOTAS

(16) M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. Historia de Andalucía II. La Andalucía dividida. ob. cit., PP. 107 y ss.

(17) J. y J. de las Cuevas, Arcos de la Frontera, Cádiz. 1985. p. 40 y notas 315 y 316, sitúan en ese día la conquista definitiva de Alcalá de los Gazules por Alfonso X, sólo tres días antes de la conquista de Arcos; P. ANTÓN SOLÉ-A. OROZCO ACUAVIVA, Historia Medieval de Cádiz y su provincia..., ob. cit., p. 258, indican para este acontecimiento la fecha del 23 de abril, día de San Jorge, patrón de Alcalá, evidentemente equivocada, pues en aquellos días ni siquiera había comenzado aún la revuelta mudéjar, iniciada en mayo-junio de dicho año; ésta era la opinión mantenida tradicionalmente por los historiadores locales, como ha recogido J. A. Delgado Orellana en su libro Heráldica municipal de la provincia de Cádiz. Madrid, 1969. Pp. 43-46.

(18) El documento, fechado en Jaén el 18 de abril de 1269, concede comunidad de pastos a los dueños de los ganados de dichas ciudades y villas “... y que les non tomen montadgo nin asadura en nenguno destos logares ni los contrallen ni los embarguen ni los peindren, no faciendo danno en mieses ni en viñas ni en huertas ni en defensa que fagan para bueles de labor”; transcrito en el libro de A. M. ANASAGASTI y L. RODRÍGUEZ; Niebla en la época de Alfonso X, Huelva, 1984, doc. 9, p. 51. De este documento da noticia D. ORTIZ DE ZÚÑIGA, Anales eclesiásticos y seculares… de Sevilla, I, Madrid, 1795, pp. 272-273.

(19) Sobre las invasiones benimerines a partir de 1275, vid, el estudio de F. GARCÍA FITZ, “La frontera castellano-granadina a fines del siglo XIII”, en Relaciones exteriores del reino de Granada (IV Coloquio de Historia Medieval Andaluza), Almería, 1988, Pp. 23-35.

(20) IBN ABI ZAR, Raw al-Qirtás, Trad. A. HUICI MIRANDA, Textos medievales, 12. Valencia. 1964.

(21) F. GARCÍA FITZ “La frontera castellano-granadina a fines del siglo XIII”, ob. Cit mapas de la p. 24. Por ejemplo, la expedición de Abu Yusuf de agosto-septiembre de 1275, tanto a la ida como a la vuelta pasó por las cercanías de Alcalá.

(22) 1279, diciembre. 10. Sevilla. 

       Este conocido documento ha sido transcrito en varias ocasiones: J. MENÉNDEZ PIDAL, «Noticias acerca de la Orden de Santa María de España». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos; XI (1907), Pp. 161-180; M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, «La población en la frontera de Gibraltar y el repartimiento de Vejer», en H.I.D. 4 (Sevilla, 1977); J. TORRES FONTES, “La Orden Militar de Santa María de España”. Anuario de Estudios Medievales, 11 (Barcelona, 1981). El documento es citado por S. de MOXO como muestra de la cesión real de atribuciones judiciales y jurisdiccionales a los titulares de señoríos de la segunda mitad del siglo XIII: “Los señoríos. En torno a una problemática para el estadio del régimen señorial” en Hispania, 94 y 95, Madrid, 1964. p. 200. Nota 37.

(23) 1279, diciembre. 31. Sevilla.

       Este privilegio rodado ha sido publicado por J. MENÉNDEZ PIDAL, “Noticias acerca de la Orden de Santa María de España”. ob. cit, doc. V. p. 179, que lo fecha el día 29 de diciembre, y por M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. Diplomatario andaluz dc Alfonso X, Sevilla, 1991, Pp. 455-487. Vid A. BALLESTEROS BERETTA, Sevilla en el siglo XIII, Sevilla, 1913. p. 251.

(24) S. de MOXO. “Los señoríos. En torno a una problemática...” ob. cit.. p. 210.

(25) J.. TORRES FONTES. “La Orden Militar de Santa Maria de España”, ob. cit.. p. 808.

(26) 1268, enero. 27. Jerez. 

      Privilegio rodado transcrito por M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ “La población en la frontera...”, ob, cit., doc. 1. Vid. también M. RAMOS ROMERO. Medina Sidonia. Arte, Historia y Urbanismo. Cádiz, 1981. Pp. 130- 131.

(27) Sobre el impulso repoblador a partir de 1264, vid. M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. Historia de Andalucía, II. La Andalucía dividida, ob. cit. Pp. 175 y ss.

(28) M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “La población en la frontera de Gibraltar…” , ob. Cit., p. 10.

(29) Sobre la significación de este importante personaje en la Andalucía de su época, vid. el reciente artículo de M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “Guzmán el Bueno y su tiempo”, en Mélanges offers a Gautier-Dalché, Nice. 1983, Pp. 237-256. 

      Esta donación se incluía en un contexto más amplio de recompensa a sus aliados frente al rebelde infante don Sancho. Vid. A. BALLESTEROS, ob. cit., p. 251.

(30) Así lo afirma P. BARRANTES MALDONADO, Ilustraciones de la Casa de Niebla, Memorial Histórico Español, IX y X, Madrid, 1857, p. 84: 

“y ansimesmo el Rey Don Alonso, considerando de Don Alonso Pérez lo que trabajó en su negocio del Rey de Benamarín y por ciertos que Don Alonso Pérez avía hecho en la venida de Africa con las sesenta mill doblas, le hizo merçed de la villa e castillo de Alcalá Sidonia, que agora se llama Alcalá de los Gazules, y yo he visto el privilegio dello, que tiene esta cosa de Niebla...”

(31) 1283, octubre, 29. Sevilla. 

       Editado por M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Diplomatario andaluz de Alfonso X, ob. cit, pp. 547-548. Citado por A. BALLESTEROS BARETTA. Alfonso X el Sabio, Murcia, 1963, doc. 1432, fechado en agosto; P. BARRANTES MALDONADO, Ilustraciones de la Casa de Niebla, ob cit., fija el documento en 29 dc octubre del mismo año. El trueque fue confirmado en 1287 por el nuevo rey Sancho IV según indica D. SÁNCHEZ DEL ARCO, Episodios históricos de Cádiz y su provincia, Cádiz, 1887, p. 147.

(32) A. BARRANTES MALDONADO. Ilustraciones de la Casa de Niebla, ob. cit., Pp. 95-96.

(33) Crónica de Sancho IV, ob. cit, p. 72.


viernes, 10 de octubre de 2014

Sobre la conservación de nuestro Patrimonio (II)


Ismael Almagro Montes de Oca


       Hace casi dos años publiqué una entrada (ver artículo) haciendo una reflexión acerca del deficiente estado de conservación de algunos elementos de nuestro Patrimonio. Hoy, pasado todo este tiempo, vuelvo a plantear la misma reflexión para hablar en este caso sobre la conservación de nuestro Patrimonio arquitectónico, el cual, bien explotado, puede convertirse en un atractivo turístico más para nuestros visitantes, aparte de reforzar nuestras señas de identidad como pueblo.

       Sin embargo ¿merece la pena hacer una gran inversión con dinero público, es decir, de todos, gastar miles de euros en poner en valor algún monumento si después el mantenimiento del mismo brilla por su ausencia?

       ¿Y por qué hago esta reflexión? Porque el pasado fin de semana hice una visita a los depósitos romanos junto a la Fuente de la Salada y el panorama que vi no pudo ser más desalentador.

      Para empezar, no existe en el lugar ni un mal cartel explicativo de lo que allí existe, por lo que cualquier visitante difícilmente puede hacerse una idea de la importancia que dicho monumento tuvo en la antigüedad. Falta un panel informativo sobre quién lo construyó, cuándo, por qué se eligió ese lugar, etc.

      Sentí vergüenza ajena al ver el estado de abandono que presenta todo el recinto, donde la maleza silvestre campa a sus anchas, invadiendo cualquier espacio. 



     No se queda atrás lo plantado en los arriates, pues el romero en muchos puntos se ha desbordado y casi impide el paso por la rampa de acceso, siendo imposible pasar dos personas a la vez por la misma.


      El estado de abandono es tal que una de las vigas de madera utilizadas a modo de escalón, se encuentra partida en dos mitades, convirtiéndose en un peligro subir a los depósitos, y eso sin contar que las gavillas de hierro utilizadas para anclarlo al suelo se encuentran a la vista y sin protección.


      Por si esto fuera poco, se han hecho en el recinto algunas zanjas por algún motivo, que han sido tapadas simplemente con grava y arena, no reponiéndose la solería y presentando un firme irregular. (Lo curioso es que la losas de piedra están justo al lado apiladas, ¡ a saber desde cuándo! esperando a ser devueltas a su sitio)



      La suciedad se acumula por todos lados, especialmente en los vasos de los depósitos, donde termina acumulándose la basura, tales como plásticos y botellas, dando una imagen de dejadez absoluta.


      En los mismos vasos se encuentran dos vigas de madera que han sido arrojadas a los depósitos, no sé si con el propósito de acceder a su interior utilizándolas a modo de puente, pero lo más grave es que revisando mis fotografías, encontré una que realicé el 28 de febrero de este año en la que se puede observar que las vigas ya estaban allí entonces. ¡más de siete meses allí arrojadas y nadie se ha molestado en quitarlas!


La foto anterior es de hace una semana. Ésta última la tomé el 28 de febrero de 2014
y ya entonces había una viga tirada en los depósitos
      Justo en la meseta superior, frente a los depósitos el suelo ha cedido, hundiéndose el empedrado del mismo, lo que supone un claro peligro para el visitante, sin que nada impida pisar esta superficie.


       Soy consciente de las dificultades económicas por las que atravesamos, pero tal vez no cueste tanto mantener este lugar en unas condiciones aceptables. Entiendo que puede ser costoso arreglar la parte de suelo hundida, pero no cuesta tanto vallar la zona para evitar peligros. Ni qué decir ya de retirar las vigas de los depósitos. Por cierto, se pueden usar para reparar el escalón roto, aunque lo mejor sería eliminarlos para permitir el acceso a las personas discapacitadas. En un par de días, un operario puede tener arreglado estos desperfectos. Un jardinero puede podar los arbustos y eliminar la maleza. No creo que tenga más de un día de faena, ni que sea tan difícil que un barrendero de vez en cuando, recoja la basura allí acumulada. Tampoco costará tanto un pequeño letrero explicativo que ayude a conocer mejor el lugar.

       Son pequeñas medidas que contribuirían enormemente a mejorar el aspecto de la zona y a dar una imagen más positiva a cuantos nos visitan. De lo contrario, pienso que no tiene sentido invertir en patrimonio. No, para esto. Así estamos contribuyendo a destruir el legado de nuestros ancestros. 

viernes, 3 de octubre de 2014

La villa de Alcalá de los Gazules: un enclave fronterizo del reino de Sevilla en la Baja Edad Media (I)


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 1994

Marcos Fernández Gómez 



1. Introducción

      En las páginas de este trabajo hemos intentado hacer un breve recorrido por la historia de la villa gaditana de Alcalá de los Gazules desde mediados del siglo XIII a mediados del XV, desde los años en que pasó a formar parte del reino de Sevilla hasta su incorporación a los señoríos del linaje sevillano de los Ribera, titulares del Adelantamiento Mayor de la Frontera o de Andalucía. (1)

     La escasez y naturaleza de los testimonios escritos que se han conservado de aquellos siglos medievales —básicamente, algunos documentos oficiales y menciones aisladas en las crónicas de la época— nos han impedido profundizar en un mayor conocimiento de la realidad histórica de esta villa andaluza, situada en la misma banda fronteriza con el reino nazarí. Es precisamente este carácter de marca fronteriza y de posición avanzada frente a los musulmanes de Granada el condicionante de sus rasgos más destacados, desde los continuos cambios jurisdiccionales que experimentó a lo largo de la Baja Edad Media hasta la orientación extensiva y ganadera de su economía. Así aparece citada en la Gran Crónica de Alfonso XI como “Alcalá de los Ganzules (sic), que era el primer lugar de los cristiano...” (1 bis) Además, hay que considerar la posición excéntrica de Alcalá en relación a las vías de comunicación que desde la ciudad de Jerez se dirigían hacia el sur, al menos durante el siglo XII. (2) 

      En esta exposición hemos omitido las referencias al pasado prehistórico y antiguo de nuestra villa y su término, si bien se trata de una zona de poblamiento continuo, a juzgar por la abundancia de los restos arqueológicos (3) desde útiles y materiales paleolíticos a necrópolis visigodas, pasando por el hallazgo del famoso bronce epigráfico, de comienzos del siglo II a. C., de la Turris Lascutana, que ha dado pie a la hipótesis de la localización de la ciudad de Lascuta en las inmediaciones de Alcalá.

      Durante los siglos de dominio musulmán, la zona de Alcalá de los Gazules constituía un núcleo de población fundamentalmente bereber (4), sobre todo en las tierras más montañosas, hacia el este del término municipal actual. Administrativamente, las tierras de Alcalá estaban repartidas en época omeya entre las coras de Al-Yazirat al Jadra (Algeciras) y Shiduna (Medina-Sidonia) (5). Pero es en el periodo posterior a la muerte de Almanzor (1002) cuando encontramos normalmente citada a nuestra población con la denominación genérica de Alcalá (6). Con la formación de los reinos de taifas, a partir de los comienzos del siglo XI, Alcalá llegó a ser integrada en el poderoso reino de Sevilla. Tras las invasiones norteafricanas de almorávides y almohades, formó parte de los pequeños estados de los reyezuelos vecinos de Jerez o Arcos, si bien en algunos momentos Alcalá debió mantener una cierta independencia de ello (7).

      El castillo de Alcalá de los Gazules, que ha sido calificado por A. Orozco como «alcázar con cerca», pertenece morfológicamente, o más bien pertenecía, al estilo de construcción militar almohade (8).

      Sobre el nombre de nuestra villa, debemos señalar que tras su ocupación por las tropas castellanas fue conocida en documentos y crónicas simplemente como Alcalá, o bien como Alcalá Sidonia. Sólo con posterioridad se le añadiría el calificativo “de los Gazules” (9) nombre que en general ha sido relacionado con denominaciones de los guerreros musulmanes norteafricanos, bereberes o benimerines, aunque también algún autor ha señalado un origen estrictamente árabe al topónimo (10).


2. Alcalá en el siglo XIII

      Para comenzar, veamos la situación que, a mediados del siglo XIII atravesaba el territorio de la actual Andalucía, escindida entre las tierras que seguían en manos de los musulmanes y aquéllas que se estaban incorporando al mundo cristiano ante el empuje militar castellano.

      Es la época de las grandes conquistas protagonizadas por Fernando III de Castilla, proceso iniciado en los años 1224-1225 con la ocupación, o más bien la cesión por parte de su vasallo el reyezuelo de Baeza, de Andújar y Martos. A partir de entonces, el monarca castellano fue incorporando importantes ciudades hispano-musulmanas y grandes extensiones de tierras, aprovechando la descomposición política del al-Andalus almohade: Baeza, Jódar, Sabiote, la extensa zona tomada por el arzobispo de Toledo y que constituiría el adelantamiento de Cazorla, Úbeda, Santisteban, hasta culminar con la conquista de Córdoba en 1236, seguida de la ocupación de toda la sierra y campiña cordobesas. (11)

      En 1246 se produjo un acontecimiento diplomático de importantes consecuencias para la historia de Andalucía y de toda Castilla: el llamado «pacto de Jaén», cuando esta ciudad se encontraba prácticamente rendida a las tropas castellanas después de un prolongado asedio. Mediante este acuerdo, que conocemos únicamente por una breve noticia contenida en la Primera Crónica General (12), lbn Alhamar, antiguo señor de Arjona y de Jaén, entregaba «de derecho» la ciudad sitiada a Fernando III, se declaraba vasallo del rey castellano, con las obligaciones que este compromiso comportaba, y asumía el pago de 150.000 maravedíes anuales en concepto de parias. A cambio de todo ello, el caudillo Alhamar, que pronto sería el fundador de la dinastía nasari, aseguraba la posesión de los territorios que estaban bajo su control, es decir, aproximadamente las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería. El «pacto de Jaén» significó, por una parte, el nacimiento del último reino hispano-musulmán, creándose el “verdadero pilar sobre el que se asentaba la constitución del reino nazarí de Granada, con categoría de estado soberano al decidir su rey entregarse a Castilla como vasallo” (13), y cuya existencia se prolongaría hasta finales del siglo XV; en segundo lugar, la aparición de una amplia zona fronteriza entre Castilla y el futuro reino de Granada, poco precisada en los «sectores» sevillano y, sobre todo, gaditano. Como materialización del acuerdo de Jaén, la sumisión de Ibn Alhmar, que de enemigo había pasado a ser su vasallo, fue aprovechada de inmediato por el monarca castellano para acometer la conquista de Sevilla (1248) (14).

      Una vez tomada Sevilla en octubre de 1248, las tropas castellanas se dirigieron hacia el sur, ocupando en los meses siguientes las poblaciones situadas en la zona de los ríos Guadalete y Barbate: Jerez, Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Vejer, Santa María del Puerto, Cádiz, Arcos, Lebrija, Rota, Trebujena (15). El sistema más utilizado para la ocupación fue el de pactos pacíficos con los musulmanes de cada lugar, que así conservaron una amplia autonomía, aunque a veces tuvo que recurrirse a la guerra, como en el caso de Jerez. Ya tenemos, pues, una primera presencia de los castellanos en Alcalá de los Gazules, si bien debió reducirse, como en el resto de las poblaciones de la comarca, una reducida guarnición militar.

     

NOTAS

(1) Vid. Nuestro trabajo “La vinculación señorial de Alcalá de los Gazules a los Adelantados de Andalucía (1441-133)” en Revista Hidalguía Vol. XLI, nº 241 (Madrid 1993), pp. 78-800.

(1 bis) Gran Crónica de Alfonso XI. Edic. D. CATALAN Madrid, 1976, Vol. II, cap. CXXXIX. Vid. La descripción de la línea fronteriza en M. GARCIA FERNANDEZ. “La defensa de la frontera de Granada (IV Coloquio de Historia Medieval). Almería, 1988, p. 41.

(2) J. ABELLAN PEREZ. “Las vías de comunicación gaditanas en el siglo XIII”. En Cádiz en el siglo XIII. Cádiz 1983, pp. 123 a 133.

(3) Un repaso, aunque somero, por el pasado en el libro de M. RAMOS ROMERO: Alcalá de los Gazules. Cádiz 1983, pp. 133 y ss.

(4) M. SÁNCHEZ MARTÍNEZ, Historia de Andalucía, I. De Tartessos al Islam, Barcelona, 1980, pp. 207 y ss.

(5) A. ARJONA CASTRO, Andalucía musulmana. Estructura político-administrativa., Córdoba, 1980.

pp. 46y ss.

(6) M. RAMOS ROMERO, Alcalá de los Gazules. ob. cit., p. 171.

(7) A veces las crónicas hablan de reyezuelos de Alcalá de los Gazules, como aquél que mató Garci Pérez de Vargas en 1252, poco después de ser armado caballero por Alvar Pérez de Castro. Vid. D. ORTIZ DE ZÚÑIGA, Anales eclesiásticos y seculares... de Sevilla, I, Madrid, 1795. pp. 125-126.

(8) P. ANTÓN SOLE-A. OROZCO ACUAVIVA, Historia Medieval de Cádiz y su provincia a través de sus castillos. Cádiz, 1976, pp. 24 bis y 88 bis.

(9) Por ejemplo, en la Crónica de Sancho IV Crónicas de los Reyes de Castilla, I. Edic. C. ROSELL, Madrid, 1875. p. 72, se habla ya de Alcalá de los Gazules cuando Sancho IV mandó abastecería, junto con Medina y Vejer, en el año 1285.

(10) Como A. ARJONA CASTRO, Andalucía musulmana… ob. Cit. p. 47. que lo relaciona con el nombre árabe de los <<banu yazula>>. V. GARCÍA DE DIEGO en su libro Toponimia de la zona de Jerez de la Frontera, Jerez. 1972, Pp. 44 y 64, se limita a señalar que la palabra <<gazules>> deriva del nombre dc una familia mora famosa, lo mismo que L. DE IGARTUBURU en su Manual de la provincia de Cádiz; Cádiz, 1847. p. 109.

(11) M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. Historia de Andalucía II. La Andalucía dividida. Barcelona, 1950, pp. 97 y ss. En este trabajo seguimos las líneas generales trazadas en esta reciente obra de síntesis.

(12) Primera Crónica General. Edic. R. Menéndez Pidal. Madrid. 1906, cap. 1070, p. 746.

(13) C. TORRES DELGADO. El antiguo reino nazarí de Granada (1232-1340), Granada, 1974, Pp. 124-

125,

(14) Ibid., pp. 146-148.

(15) Primera Crónica General, ob. cit., cap. 1130, p. 770.