viernes, 26 de diciembre de 2014

La villa de Alcalá de los Gazules: un enclave fronterizo del reino de Sevilla en la Baja Edad Media (V)




     
      Volviendo a Alcalá de los Gazules, tenemos por estos años mediados del siglo XIV la concesión por Alfonso XI, en 1342, de un amplio privilegio para los vecinos presentes y futuros de la villa (59). En primer lugar, exime del pago de todo tipo de tributos de carácter territorial (infurción, martiniega, marzadga u otros pechos similares) a los vecinos que tuviesen propiedades —algos— fuera de Alcalá; en segundo lugar, quedaban exentos de pagar los tradicionales impuestos sobre el tránsito de mercancías (portazgo, almojarifazgo, roda, castillería, barcaje o peaje...) “por las cosas que trageren para bastimento de la dicha villa e para mantenimiento de los vecinos y moradores”.

      Estas franquezas estaban destinadas a atraer nuevos pobladores a una villa que por aquellas fechas debía estar todavía muy escasamente poblada. Esta situación de fuerte déficit demográfico estaba generalizada en toda la línea fronteriza con Granada, a la que Fernando IV y Alfonso XI dedicaron sus esfuerzos repobladores (60). Incluso existía esta misma problemática en las tierras interiores de Andalucía, como lo pone de manifiesto la actividad repobladora llevada a cabo en la primera mitad del siglo XIV, dirigida sobre todo por la nobleza laica (61).

      Medina Sidonia, que probablemente era el principal núcleo de población de aquella comarca fronteriza, no tenía más de 150 vecinos a mediados del siglo XIV (62). Además, debemos considerar que el privilegio es otorgado por Alfonso XI después de producirse la gran batalla del Salado (1340) y sólo dos años antes de la conquista de Algeciras. Aunque no hemos podido comprobarlo documentalmente, parece que a los pocos años después Alfonso XI concedió en 1346 el título oficial de villa a Alcalá de los Gazules, calificada como “muy noble, real e ilustre, por los eroicos esfuerzos y tenaz resistencia de sus habitantes en los varios asedios que sufrió durante la dominación agarena” (63). También conocemos del reinado de Alfonso XI al alcaide de Alcalá de los Gazules, Lorenzo Hernández de Villavicencio, hidalgo natural de León que llegó a Jerez con el rey castellano, quien le nombraría alcaide y capitán de Jerez y alcaide de Medina Sidonia y Alcalá, si bien no se conoce la fecha exacta en la que este caballero desempeñó dicho cargo (64).

Torre albarrana

      Durante la tranquila segunda mitad del siglo XIV, al menos en lo que a guerra con los musulmanes se refiere, apenas existen noticias sobre Alcalá de los Gazules. La entronización en Castilla de una nueva dinastía, a partir de 1369, tendrá sus consecuencias para nuestra villa, pues a fines del siglo XIV Alcalá formaría parte de los señoríos de don Enrique, duque de Medina Sidonia, conde de Cabra y señor de Morón, que era hijo bastardo del primer monarca Trastámara Enrique II. Según A. Collantes de Terán, este amplio «señorío de persona real» fue uno de los últimos de su género que se constituiría en tierras andaluzas (65). No sabemos en qué fecha exacta pasó a depender del duque Enrique, nacido en 1377 (66), pero, en cualquier caso, la vinculación señorial desaparecería tras su muerte sin herederos en 1404. El profesor Ladero apunta la posibilidad de que las protestas de los vecinos de Medina Sidonia y Alcalá hubiesen puesto fin al régimen señorial del duque Enrique antes de su muerte, aportando el testimonio de las actas capitulares de Jerez, recogido por J. Moreno de Guerra: “Los de Alcalá enviaron a decir al cabildo desta cibdad en miércoles dos de abril de MCCCCIII años y así mismo los de Medina Sidonia que enviaron sus cartas al rey nuestro señor que Medina y Alcalá sean reales y de su corona que non las dé a otra persona” (67).

      El único testimonio que poseemos de la relación del duque con Alcalá consiste en una sentencia, dictada por don Enrique en 1395, sobre el pleito que por motivo de términos enfrentaba a sus villas de Alcalá y Medina Sidonia (68). Fueron los procuradores de Alcalá, Ruy Martínez y Fernán Sánchez, los que denunciaron a los vecinos de Medina por invadir con sus ganados unos prados cercanos al río Alamo. En el documento se señala que el duque requirió de las dos partes la presentación de los antiguos padrones de amojonamiento, y considerando que el que presentaba el procurador de Medina había sido falseado, declaró a favor de Alcalá la resolución del pleito.

     El duque reconocía el derecho de los vecinos y moradores de Alcalá a usar y aprovechar las tierras de pasto en litigio —los echos—, reservándose para sí la propiedad. En la sentencia se recoge la presencia, como testigos, de Juan Sánchez de Bivanco, alcalde mayor en los señoríos del duque, Gonzalo García de Espinosa, alcaide de Alcalá, Pero Benítez, antiguo alcaide de la villa, y Juan Alfón de Sousa, alcaide de Medina. Estos eran los representantes inmediatos del duque en aquellas tierras, quien, a pesar de que la sentencia de 1395 fue dada en Alcalá, solía residir normalmente en Córdoba.


      Al iniciarse el siglo XV, la villa de Alcalá debía conservar todas las características que hemos visto en los siglos XIII y XIV: población muy escasa, dedicación preferentemente ganadera, en un término en el que abundaban las zonas de monte y baldíos, tal y como se recoge en el Libro de la Montería de Alfonso XI (69). La presencia de la misma línea de frontera en su término impidió su consolidación como núcleo de población, a pesar de los sucesivos intentos de señorialización por parte de los reyes castellanos. Para hacer frente a esta situación, la monarquía intentó favorecer económicamente a nuestra villa, como ocurría en general con otras poblaciones cercanas la frontera, concediéndole algunos privilegios y franquicias. En este sentido podríamos destacar la exención por Juan II del pago de la alcabala “de las cosas que hendieren de su labranza e criança de las dichas villas e sus términos en las cibdades e villas del arçobispado de Seuilla e de los obispados de Córdoua e Jahén, e del esparto e ortaliza e frutas que lievan a bender de las dichas villas al dicho arçobispado e en los dichos obispados” (70). Además, hay que tener en cuenta la vigencia, mantenida durante todo el siglo XV, del privilegio otorgado por Alfonso XI.

      A veces, Alcalá de los Gazules fue designado como uno de los puertos exclusivos en donde únicamente podían realizarse las transacciones comerciales, en época de treguas, entre Castilla y el reino de Granada: en 1427 Alcalá fue uno de los once “puertos secos” de aquel año y el único que se concedió para todo el obispado de Cádiz (70). En relación con este mundo musulmán tan cercano a Alcalá, podríamos citar la existencia de acuerdos fronterizos particulares entre moros y cristianos situados a ambos lados de la frontera, que debieron ser muy frecuentes durante los siglos de convivencia, como el que llevaron a cabo ganaderos de Alcalá de los Gazules con los moros de la vecina población de Cortes, mediante el cual estos últimos se comprometieron a “guardar e defender a los dichos hatos (de Alcalá) e conosçedores e vaqueros dellas porque otros moros de otras alquerías de aquella tierra no los cativaren nin hisiesen danno, pues que venían a aquella tierra por su hervaje” (72).

       A partir de 1456, con la conquista definitiva de Jimena, que ya fue tomada primeramente en 1431 (73)y en la que nuestra población jugó un destacado papel, Alcalá perderá esta condición de avanzada ante los musulmanes de las serranías rondeñas, aunque, en realidad, la presencia del mundo fronterizo perdurará prácticamente hasta los años finales del reino nazarí (74).

      También está documentada la activa participación de los vecinos de Alcalá, junto con los de Medina y posteriormente los de Jerez, en los asedios dirigidos contra Gibraltar por el duque de Medina Sidonia, don Juan de Guzmán, que culminaron con la conquista de la plaza en el año 1462 (75) así como la participación de vecinos alcalaínos en la conquista de Ronda e incluso en la posterior repoblación de las serranías rondeñas (76).

      Durante la primera mitad del siglo XV Alcalá mantuvo su condición de villa realenga. Sin embargo, no pudo evitar el impulso señorializador que a partir de los años cuarenta de aquel siglo, protagonizaría el rey Juan II de Castilla. En efecto, en 1441 Alcalá fue, de nuevo, cedida en señorío, en esta ocasión al Adelantado de Andalucía Per Afán II de Ribera (77). A diferencia de los anteriores intentos, el iniciado en 1441 va suponer la permanencia definitiva de nuestra villa en el régimen señorial. Igual suerte tuvieron por los mismos años las villas vecinas de Medina Sidonia, que, desde 1440, se integraría en los estados del conde de Niebla; Tarifa, vinculada definitivamente a los almirantes de Castilla a partir de 1447, o Castellar, cedida en 1445 a Juan de Saavedra (78).

Escudo de Armas de los Ribera  conservado 
en la Sala Capitular de la Casa del Cabildo


NOTAS

(59) 1342, junio. 22. Jerez. 

      A. D. M. Sección Alcalá (Ducado), 75-33 y 75-26. Varias copias en el Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules. El documento ha sido publicado por M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, «La población en la frontera de Gibraltar…», doc. 18. El documento de 1342 fue confirmado por Enrique II (1369, mayo, 7. Sevilla). Juan I (1379, agosto, 10. Burgos). Enrique III (1393. diciembre. 15. Madrid), Enrique IV (1459, junio, 9. Arévalo); todas estas confirmaciones contenidas en A. D. M., Alcalá, 75-33. La confirmación original de Enrique III, expedida a través de privilegio rodado, se conserva en el Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules, Secc. Gobierno. Leg. 54. 1.4. Los Reyes Católicos volvieron a confirmar el privilegio el 28 de agosto de 1478: A. D. M., Alcalá. 75-35, continuándose las confirmaciones basta el siglo XVIII, según las copias conservadas en el Archivo Municipal de Alcalá.

(60) M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, Historia de Andalucía, II. ob. cit., pp. 198 y ss. Vid. M. GARCIA FERNÁNDEZ. El reino de Sevilla en tiempos de Alfonso XI, ob. cit.. p. 114.

(61) Vid. el libro de M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, La repoblación dela zona de Sevilla durante el siglo XIV, Sevilla. 1975 

(62) M. A. LADERO QUESADA, Los señoríos medievales en el ámbito de Cádiz y Jerez de la Frontera. En la España Medieval, IV, Madrid. 1982. p. 554.

(63) A. POLEY POLEY, Cádiz y su provincia, Sevilla. 1901, p. 187. También recoge la noticia P. MADOZ en su Diccionario geográfico-histórico-estadístico de España y sus posesiones de ultramar; vol. 1, p.376; P. ANIÓN SOLÉ Y E. OROZCO ACUAVIVA en su Historia Medieval de Cádiz y su provincia.., ob, cit,, pp. 259-260, precisan que Alfonso XI otorgo dichos títulos por un privilegio rodado fechado en Jerez el 22 de julio de 1346, aunque sin indicar la procedencia de este dato.

(64) El libro del Alcázar. Memorias antiguas de Jerez de la Frontera ahora impresas por primera vez. Jerez, 1928-1939, cap. XVIII y XXI, pp. 68-69 y 76.

(65) A. COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ “Los señoríos andaluces. Análisis de su evolución territorial en la Edad Media”, en H.I.D. LX, 6, Sevilla 1979 Pp 11 y 12.

(66) ibíd. p 11, señala el año 1395.

(67) J. MORENO DE GUERRA Y ALONSO. Bandos de Jerez. Los del Puesto de Abajo, vol. I, Madrid, 1929. p.15. cit. por M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. “La población en la frontera de Gibraltar...”. ob. cit, p. 22.

(68) 1395, abril. 24. Alcalá de los Gazules. 

      El original en A. D. M., Alcalá. 75-27. El documento, editado por M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ, “La población en la frontera de Gibraltar...” ob. cit, doc. 27.

(69) El libro de la Montería de Alfonso XI, Biblioteca Venatoria de José Gutiérrez de la Vega, Madrid, 1877. cap. XXXIX, señala para mediados del siglo XIV la existencia en Alcalá de trece montes de osos y puercos: el Arroyo de las Puercas, la breña de Macote, Mata de los Moros, Arroyo de los Gavilanes, Arroyo de Miguel Pérez de las Pegueras, Arroyo de las Trompas, Riscos de Patrite, Riscos del Angostura de la Cabeza Arenosa, Arroyo de los Almeces, Fornos de Johan de Sevilla. Breña de Briz y Sierra del Castiello.

(70) 1422, febrero, 27. Toledo. 

      Editado por J. ABELLÁN PÉREZ, Documentos de Juan II, Cádiz-Murcia, 1984, doc. 53, p. 157,

(71) 1427, marzo. 14. Toro. 

       Editado por J. ABELLÁN PÉREZ, Ibid doc, 121, p. 339.

(72) M. ACIEN ALMANSA. Ronda y su serranía en tiempos de los Reyes Católicos, Málaga, 1979, vol. I, p. 137.

(73) La conquista de 1431 fue obra del mariscal Pedro García de Herrera, nombrado frontero de la zona de Jerez un año antes, ayudado por gentes de Jerez y Alcalá de los Gazules, población esta última en la que se reunieron las huestes atacantes antes del asalto a Jimena. Noticias recogidas por A. DE CASTRO. Historia de Cádiz y su provincia, Cádiz. 1858, p. 312, y por A. POLEY POLEY, Cádiz y su provincia. ob. cit., p. 17. Vid. el artículo de R. SÁNCHEZ SAUS, «Jimena (1431-1451): avanzada de Castilla en la frontera», en Estudios de Historia y Arqueología Medievales, II, Cádiz, 1980.

(74) Archivo Municipal de Sevilla, Sección XVI, núm. 796, A. B y C (A. COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ. Catálogo de la Sección 16 del Archivo Municipal de Sevilla, 1280-1515. I. Sevilla, 1977. Pp. 94 y 95).

(75) El libro del Alcázar, ob., cit., Pp. 226 y ss.

(76) M. ACIEN ALMANSA. Ronda y su serranía en tiempos de los Reyes Católicos, vol. I, ob., cit., pp. 147 y 171 y ss.

(77) Vid, nota 1.

(78) M. A. LADERO QUESADA, «Los señoríos medievales en el ámbito de Cádiz y Jerez de la Frontera», ob. cít. p. 551.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Cronología taurina de Alcalá (II)



       Al año siguiente, 1916, el periódico “El Consultor taurino” (20) en un calendarios de festejos, incluye uno en nuestra localidad el 26 de julio, aunque lo más seguro es que simplemente se dedique a copiar dicho calendario de años anteriores, por lo que esa corrida es posible que ni siquiera llegara a celebrarse.

         Lo que sí es seguro es que en dicho año vuelve la actividad a la Plaza de toros, gracias a la Hermandad de Nuestra Señora de los Santos y al Arcipreste Pedro Martínez Machado, quien no duda en organizar una serie de festejos taurinos para recaudar fondos, tal como se recoge en un pequeño cuaderno que conserva dicha corporación:

       “Todos los espectáculos, cuyos Ingresos y Gastos constan en este cuaderno, se celebraron con el fin de recaudar fondos con los cuales se sufragaran los gastos que ocasionara la defensa del derecho que asiste al Santuario de Ntra Sra de los Santos, a las tierras que lo rodean y mejorar estas, hasta ponerlas en condiciones de producir la mayor utilidad posible. Con este mismo fin se hizo la rifa del becerro que con este objeto regalaron.”

       Tras alquilar la plaza por un año, la primera corrida está prevista para el día de San Miguel, 29 de septiembre, iniciándose una serie de trabajos para acondicionarla, lo que puede indicar que la misma llevaba un tiempo en desuso. En  el citado cuadernillo, a pesar de que la tinta casi ha desaparecido en muchas páginas y hay apuntes ilegibles, se pueden leer muchos de los gastos hechos en la reparación del coso:

“(...) Las tablas de los dos chiqueros…………………………………………… 1 (pta.) 75? (ctms.)
Yeso para los chiqueros………………………...………………………………………....… 10 (ctms.)
Cola y polvos de caoba para pintar la barrera………………………..………………… 20 (ctms.)
Doce cargas de arena para el redondel……………………………………..……2 (pta.) 40 (ctms.)”

      Aparte de estos gastos de reparación, se invierten 5,40 ptas. en los permisos necesarios para la celebración, 6,55 ptas. en una bandera para la taquilla, 90 céntimos en papel para las banderillas y otros 85 en almidón para las mismas.

    De la organización de la corrida se encargará José Vallejo Almagro, quien regentaba la peluquería  “La Sevillana” en la Plaza de Montes de Oca, actual Alameda y a quien la Hermandad gratifica con 4,5 entradas de sol para el espectáculo, que costaron 1,80 ptas., lo que nos indica que las entradas de sol se venden a 40 céntimos.

      Pero no sólo se ha de acondicionar la plaza, sino que hay que seleccionar el ganado para la corrida, siendo escogido el de Juan José Sánchez. Parece ser que este señor sólo cobra por el animal que se ha de matar, percibiendo por él 270 ptas. “precio del eral de muerte”. En agradecimiento, la Hermandad regala cuatro entradas de sombra al hijo del ganadero, que costaron 3 ptas. y que posteriormente son donadas a un cura, tal como consta en el libro: “Al hijo del ganadero que facilitó el ganado cuatro entradas de sombra que entregó al P. Iglesias”. Además se producen otros gastos menores en los preparativos, como 50 céntimos por “una cuarta de vino para convidar al ganadero y dependiente el dia que se señaló el ganado para la corrida”.

      Con todo organizado, las entradas se ponen a la venta en varias taquillas, recaudándose:

- 32,95 ptas. por “las entradas que se vendieron en la taquilla puesta en el café de Romero Casas”
- 64,90 ptas. en la taquilla puesta en “casa de Pedro Ramírez”.
- 48,20 ptas. en “la puesta en el Restaurant”.


       Asimismo se ponen a la venta 15 palcos en la plaza al precio de cinco ptas. cada uno, de los cuales se venden 10.

     El día antes de la corrida, se traslada el ganado hasta la plaza, gastándose 5,85 ptas. “en convidar a los que trajeron el ganado y ayudaron a enchiquerar”, y otras 5 ptas. como gratificación “a los jornaleros de Juan José Sánchez que condujeron el eral de muerte”. 

      Y por fin llega el 29 de septiembre. Unos muchachos se encargan de limpiar la plaza, siendo obsequiados con vino (que costó 1, 27 ptas.) y se regalan 2 entradas de sol a los que barren la plaza. Si ya supimos que las entradas de sol se venden a 40 céntimos, gracias a las 6 entradas que los organizadores regalan al alcalde D. Diego Centeno, sabemos que el precio de una entrada de sombra para esta corrida es de 75 céntimos. En la taquilla de la plaza se ingresan 228,90 ptas., que sumadas a las vendidas en los otros puntos de venta suman unos ingresos por la venta de entradas de 374,95 ptas. Esta cifra nos da una afluencia de público de entre 498 personas, suponiendo que todas las entradas fueran de sombra y 937 si todas fueran de sol, por lo que se puede asegurar que la corrida fue un éxito de público.


       Aunque no hemos podido localizar la crónica de esta corrida, uno de los toreros participantes en la misma tuvo que ser José Crespo, joven alcalaíno a quien se le regalan 3 entradas: “A Jose Crespo, matador, tres entradas de sombra”. Pero hubo otros matadores, puesto que la Hermandad gasta 14 ptas. en “siete medallas de plata de la Sma Virgen de los Santos regaladas a los toreros”, los cuales fueron agasajados ademas con cuatro botellas de manzanilla.

siete medallas de plata de la Sma Virgen de los Santos regaladas a los toreros
      Para la corrida no se escatiman gastos, contando, como no podía ser de otra manera, con banda de música, en este caso foránea, ya que gastan 140 ptas. que “costó la música que se trajo de Medina”.

       Un dato curioso de esta corrida es que uno de los toros que se iban a matar consigue escaparse, según se desprende de la anotación de las 5 ptas. que se dan en concepto de “Gratificacion a los que ayudaron a volver al toro que (¿?) eral de muerte se escapó”.

      Pero no sólo de la venta de entradas obtiene beneficios la Hermandad, ya que vende la carne del último toro, obteniendo 209 ptas. “por 110 k de carne del toro de muerte a 1,90 k”, si bien se deben descontar las 2 ptas. que se pagan al matarife “por dos horas en descuartizar el eral de muerte”.

      Una vez celebrada la corrida, los organizadores deben hacer unas “obras necesarias” gastando en tres cuartillas de yeso, el jornal de un albañil, una carga de arena, otra de agua, otra de cal para encalar y cal de obra, la cantidad de 9,48 ptas.

       Finalmente, la Hermandad gasta en la celebración de esta corrida 532,20 ptas., obteniendo unos ingresos de 680,45 ptas., por lo que obtiene un beneficio neto de 148,25 ptas., que seguramente invierte en la siguiente corrida a celebrar, que se produce entrado ya 1917, en la feria de mayo, concretamente los días 10, 11 y 13.

       Viendo la acogida que tuvo la corrida del año anterior, la Hermandad se esmera en la organización, preparando incluso carteles que son encargados en la empresa Tipográfica Gaditana de D. Ricardo Rodríguez Bodria, a quien además se le encargan las entradas y el programa. Este tipógrafo dona la mitad del encargo, “en obsequio al fin benefico hizo cesion de 30 p quedando reducidas a 30,50 ptas” dicho gasto.

       Nuevamente se solicita el permiso necesario para celebrar las corridas, además de otros dos certificados, uno del inspector de Sanidad sobre el estado del botiquín y otro de seguridad de la plaza, documentos todos remitidos al Comandante General del Campo de Gibraltar. Hablando de la seguridad de la Plaza, se acometen reformas para arreglar los chiqueros y la barrera, para lo cual se cortan dos pinos, que cuestan 15 pesetas más otras 3 por cortarlos. Los “madereros” cobran 24,65 ptas. por sacar tres docenas de tablas. El carpintero que realiza los trabajos de reparación en la plaza es Fernando Pérez Cubo, ayudado por otro compañero, quienes regalan su trabajo para contribuir con el fin benéfico. Además de estos trabajos, se vuelve a encalar toda la plaza.

      Como en la corrida anterior, se vuelve a confiar en José Vallejo para negociar con los toreros, con quienes se pone en contacto primero vía epistolar y desplazándose después hasta Sevilla para la contratación. Dicho viaje cuesta a la organización 38,35 ptas. Allí contrata a tres toreros, que se desplazan en tren hasta San Fernando, donde se les une otro procedente de Cádiz, gastándose en total 48,60 en los desplazamientos hasta Alcalá.

      Además del desplazamiento, a los toreros se les paga el almuerzo en San Fernando y se alquilan seis trajes de luces para dos corridas (suponen un gasto de 130 ptas.) y dos estoques para matar (7,90 ptas.) aparte del porte de las maletas con los trajes de luces (3 ptas.)


      Se habilitan los mismos puntos de venta de entradas que el año anterior e igualmente la corrida estará amenizada por una banda de música, aunque es posible que esta vez sí sea de nuestro pueblo, puesto que se paga a la misma por las 3 corridas una cantidad inferior a 100 ptas. (21) mientras que el año anterior se pagaron 140 por una sola corrida.

       En esta ocasión, el ganado procede de la ganadería de Antonia Lozano, pesando los dos toros de muerte, 161 kilos el primero y 170 el segundo, y que se compran por 715 ptas.

       Llegado el día de la primera corrida, 10 de mayo, se agasaja con un “refresco” servido por “Pedro Sanchez Resbalon” a las autoridades, ganaderos y toreros y se pagan 13 ptas a Agustín Pérez “Por el servicio de mulillas y coche para llevar a los toreros a la Plaza”. Se cuenta además con cabestreros para las tres corridas a celebrar y con un mozo de estoque.

       Todos los diestros capean los cuatro primeros toros, mientras que del quinto de la tarde, primero de muerte, se encarga el diestro Troyano, siendo el último, para el diestro local José Crespo “Cerrajerito”, que se convierte en el triunfador, al salir a hombros de la plaza, tal como se recoge en la crónica de la corrida, aparecida en el “Correo de Cádiz” el lunes siguiente:

“Desde Alcalá de los Gazules
La primera corrida de feria

      Unos días verdaderamente esplendidos, muchas, muchísimas mujeres bellas, y la atención que hasta a los menores detalles prestaran los organizadores, dieron por resultado dos corridas ultra-superiores.
      En ambas pudieronse apreciar y aplaudir faenas dignas de los astros de la capa y el estoque, sin echar en olvido algunos pares de banderillas, que arrancaron delirantes y merecidos aplausos.
      Vamos por partes:
      Preside don Manuel Ahumada, alcalde de la ciudad.
   El niño Guillermo Serrano Sánchez, montando un hermoso potro andaluz pide la llave del chiquero, entre el delirio del público.
     La cuadrilla, a los acordes de un pasodoble, da el paseo de orden.
   Cambiase la seda por el percal y aparece el primero que, como los siguientes, pertenece a la ganadería de la viuda de Gallego.
     Hosco, corniveleto, con mucho empuje y un <<Séneca>> en lo que a embestir se refiere.
     Unos más, otros menos, todos los que trajes de luces visten, capean al bicho brillantemente, hasta que el clarín ordena el ingreso del novillo en la corraleta.
     En idéntica forma capéanse los tres animalitos restantes, hasta que se abre el chiquero y aparece el Quinto de la serie y primero de muerte.- Retinto, alto de agujas y suficientemente orgulloso para bajar la cabeza.
     Lo recibe <<Troyano>>, quien ostenta un traje gris y oro.
   El presidente condena al bicho a sufrir la suerte de banderillas; el clarín asi lo hace saber y <<Redondo>> pone dos pares superiores.

     (Aplausos del público y berridos de la fiera).

<<Ladesa>> coloca un par bastante bueno; pero nada mas que bueno.
     El instrumento clarinea la sentencia de muerte. <<Troyano>> requiere la muleta y la espada y se va derechamente hacia la fiera, como el que marcha por terreno conquistado.
     Da varios pases sin lucimiento y energías, y cuando el sentenciado se pone en condiciones, le señala una estocada, repítese la acción hiriendo torcido, dejando vacilante al cornúpeto.
     Hace el diestro un intento y al final descabella, fulminando a su enemigo.

(Aplausos y vuelta al ruedo)

Suena de nuevo el clarín y aparece el sexto y último.- Hosco, bonita lámina y amigo de la carne.
     Lo saluda <<Cerrajerito>> que viste corinto y oro, con un capotazo; se producen algunas suertes de capas, ni <<fú ni fá>>, hasta que se pasa a banderillas.
<<Vaquerito>> pone dos pares superiores y <<Rosalito>> un par a la atmósfera.
     Léese la sentencia de muerte y <<Cerrajerito>> se apodera del trapo rojo y la de dos filos y punta.
      Cumple bien el diestro con la muleta y entra a matar y deja una estocada baja y atravesada.
      Coje otro estoque y da una media bien señalada, y finalmente tumba al de los cuernos de una con todas las de arte.

(El delirio expresado por medio de aplausos y otros excesos. <<Cerrajerito>> sale en hombros de la plaza).

EL CORRESPONSAL.

13-5-917” (22)

      Tras la corrida, la Hermandad aloja en una fonda a los toreros, puesto que los mismos diestros participarán el día siguiente 11 de mayo en la segunda corrida de feria, lo que supone un gasto de 61,50 ptas. Entre los gastos figuran además 2,50 ptas. por “agua para regar la plaza y limpiar el desolladero”.

      Para este segundo espectáculo se han elegido los toros de la ganadería de Gerónimo Nieto, pesando los dos de muerte 174 y 182 kilos, que son lidiados por Troyano y nuestro paisano “Cerrajerito”. 

      En esta corrida, el último toro, que corresponde a Cerrajerito, tiene que ser devuelto al corral por manso, siendo sustituido por el sobrero, que pesaba 134 kilos. Por los tres toros abona la organización la cantidad de 1000 ptas.

Desde Alcalá de los Gazules
La segunda corrida de feria.

Dia 11.- Valga para la de este dia lo que dejo dicho al principio de la reseña anterior.

      Cuando pisa la arena del ruedo el quinto novillo toro (primero de muerte), retinto, tuerto del izquierdo, recibe un atento saludo de <<Troyano>>; el animal no esta para bromas y acude al bulto con malas intenciones, saliendo burlado.
      Lúcese el diestro con la capa, sin que pueda señalarse excelencia alguna, ni por parte del matador ni de sus auxiliares.
      Dáse la orden de banderillear, lo que da ocasión a que se luzca <<Redondo>>, no quedando mal Ladesa.
      A una nueva orden trágicamente condenatoria, coje los trastos el de Sevilla, pasando entre ¡olés! Al de la ganadería de Nieto.
      Da <<Troyano>> uno en hueso, saliendo rebotado el estoque. Luego moja en sangre la mano matando recibiendo.

(Ovación, oreja y vuelta al ruedo).

      Y aparece el último de la tarde, es decir, el que debió ser último. Este animalito debe haber oído los consejos que Muñoz Seca pone en boca de un buey, puesto que se muestra remolón, indiferente a todas las solicitudes, viéndose la presidencia obligado a indultarlo.
      Vuelve el filosofo con cuernos al corral y aparece un sustituto, negro zaino, mostrando antipatía hacia la capa y cariño al bulto.
      Lo saludó <<Cerrajerito>> con unas verónicas.
       Pasa sin lucimiento la primera suerte y se entra en la de banderillas.
       El público pide que los matadores den a conocer sus aptitudes como banderilleros.
<<Cerrajerito>> pone un par superior y <<Troyano>> otro ultra superior.
      Entra por sus fueros el profesional <<Vaquerito>> y coloca uno ultra-extra-superiorísimo.
      Aplausos a los tres.
<<Rosalito>> se queda con los palos en la mano, porque la clarinada indica que se pasa al último acto.
      El de Alcalá se posesiona de los adminículos y entra a matar, dando un pase de pitón a rabo, otro de rodillas y varios por bajo, hasta que brilla la espada, arranca el de Nieto y se dá una media al recibir, de las que entusiasman a las mismas barreras.

(Ovación, oreja y vuelta al ruedo).

       Resumen: Ambas corridas han resultado superiores.
       Los matadores, incansables.
       Los peones de confianza, inteligentes y oportunos.
       Redondo, saltando la garrocha en los dos quintos toros, parecía un hombre de goma.
       Los cornúpetos, bravos y bonitos.
       Por consiguiente, merecen un aplauso los organizadores.

EL CORRESPONSAL.

Alcalá de los Gazules 13 de Mayo de 1917.” (23)




       Una vez acabada la corrida, se gratifica a los toreros de Sevilla con 50 ptas., y al de Cádiz con 20 y se vuelve a pagar el traslado de los diestros hasta San Fernando, donde parten (con billetes de tercera clase) hacia la capital hispalense.

      El último día de la feria, domingo 13 de mayo, se celebra otro espectáculo taurino, aunque esta vez se trata de una simple becerrada, siendo los animales de Antonio y Dolores Fernández y del que no hemos hallado mención en la prensa. Seguramente participan en el mismo aficionados locales, ya que consta en los apuntes de la Hermandad que se les da una gratificación de 13,95 ptas. “a los toreros de la becerrada”, pero es que además se invierten otras 6 ptas. “en alpargatas para los mismos”. A pesar de ser un espectáculo menor, se ingresan 235,60 ptas. por la venta de entradas.

NOTAS

(20) “El consultor taurino” 1916. Época CUARTA - pág. 277 

(21) En el cuadernillo de la Hermandad no se aprecia bien la cantidad, aunque parece estar escrito 95 ptas., aunque también podría ser 45. 

(22) Edición del lunes 14 de mayo de 1917 de “El correo de Cádiz” Año IX Número 3015 pág. 3 

(23) “El Correo de Cádiz” Edición del 14 de mayo de 1917.Año IX Número 2261 pág. 2. Este periódico contaba con una edición de mañana y otra de tarde, motivo por el cual no coinciden el número con el de la nota anterior, siendo del mismo día.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Sobre la conservación de nuestro Patrimonio (III)


Ismael Almagro Montes de Oca

     A vueltas con el lamentable estado de conservación que presentan algunos elementos arquitectónicos de nuestra localidad, hoy nos acercaremos al conocido como Pozo de Arriba, uno de los más utilizados hasta bien entrado el siglo XX para surtir de aguas nuestras casas.

      A pesar de estar incluido como uno de los puntos de interés para visitar en muchas guías y webs, la visita no puede ser más desalentadora, pues ha acabado siendo poco menos que un vertedero incontrolado, desapareciendo todo el empedrado bajo capas de tierra, escombros y maleza. A las pruebas me remito.

El Pozo de Arriba a mediados del siglo XX

El Pozo de Arriba en la actualidad






Una imagen vale más que mil palabras. Sobran las palabras

viernes, 5 de diciembre de 2014

La villa de Alcalá de los Gazules: un enclave fronterizo del reino de Sevilla en la Baja Edad Media (IV)





3. Alcalá en el siglo XIV

      En 1295 moría Sancho IV y comenzaba la regencia de la reina María de Molina en nombre de su hijo, el futuro Fernando IV. Este período de minoría fue aprovechado por los reyes de Granada y Aragón, que se aliaron para atacar en distintos frentes las posiciones castellanas. Sin embargo, en la zona que nos interesa, -alrededor de Alcalá de los Gazules, no se produjeron cambios apreciables debido, según M. A. Ladero, a dos motivos: el primero, indudablemente, fue el abstencionismo marroquí, y el segundo, la defensa organizada por Alfonso Pérez de Guzmán.

      La situación se fue aclarando para Castilla con la firma de una tregua con Granada en 1302, por la que Muhammad III renunciaba a las plazas que le había prometido el pretendiente al trono castellano, Alfonso de la Cerda, es decir, Medina Sidonia, Vejer, Tarifa y Alcalá de los Gazules, si bien siguieron en su poder las plazas de la Alta Andalucía conquistadas entre 1296 y 1302; Quesada, Alcaudete, Castillo de Locubín y Bédmar. En 1304 se llegaba a la paz con Aragón en Torrellas: Castilla perdía en favor de Aragón la porción norte del antiguo reino de Murcia y Alfonso de la Cerda, como hijo del primogénito de Alfonso X, renunciaba a sus derechos al trono castellano a cambio de una serie de señoríos con carácter hereditario, entre ellos el de Gibraleón, más otras compensaciones económicas.

     En 1309 se reanudó la guerra. En esta ocasión se formó una triple alianza de castellanos, aragoneses y benimerines contra el reino de Granada. Fernando IV consiguió conquistar Gibraltar en dicho año, pero se vio obligado a levantar el cerco sobre la plaza de Algeciras. En 1310 se firmaba una paz con Granada en condiciones muy favorables para Castilla, situación que se prolongaría en la zona del Estrecho durante más de veinte años debido nuevamente a la inactividad de los meriníes, dueños de las ciudades de Algeciras y Ronda.

     A los pocos meses de firmarse la paz con Granada, en julio de 1310, Fernando IV volvía a sacar del realengo a Alcalá de los Gazules para cederla a Alfonso Fernández de Córdoba (49) el fundador del linaje más importante del reino de Córdoba y uno de los principales de toda Andalucía. La donación se realizó a cambio de la obligación, por parte de Alfonso y sus sucesores, de mantener al menos ciento cincuenta hombres de armas en la villa “para nuestro servicio y que fagan ende guerra si mester fizier”. 

     Para ello Fernando IV escogió a un experto defensor de la frontera frente a los musulmanes, señor de la villa de Cañete por merced de Sancho IV, al que ya había recompensado anteriormente en 1300 con la donación de una dehesa en la Sierra de Córdoba (50). La cesión en señorío de Alcalá era completa y hereditaria, e incluso se detalla en el privilegio el orden de preferencias en la sucesión de Alfonso Fernández de Córdoba. Sin embargo, parece que en la práctica el caballero cordobés debió actuar como alcaide de la villa más que como verdadero señor de la misma. Esta es la autorizada opinión de C. Quintanilla, que añade para confirmar su afirmación otras circunstancias como la inexistencia de noticias sobre su función en Alcalá y el hecho de que saliese rápidamente de su patrimonio, ya que no se la menciona en su testamento, otorgado el 25 de octubre de 1327 (51). Una vez más, y no sabemos por qué causas ni desde qué año concreto, Alcalá volvía a integrarse en las posesiones de la Corona.

      El largo período de paz que para la zona del Estrecho significó la tregua de 1310 fue roto en 1333: en febrero de este año, Abd-al-Malik, hijo del emir meriní Abu-l-Hassan, sitiaba la plaza de Gibraltar. Al llegar el verano, Alfonso XI organizó un ejército para romper el cerco, pero estando ya cerca de Jerez se supo que el alcaide de Gibraltar, Vasco Pérez de Meyra, la había entregado a los benimerines. A pesar de ello, las huestes castellanas siguieron su marcha hacia el sur, pasando por Alcalá de los Gazules el día de San Juan (52), aunque no pudieron tomar la plaza recién perdida. En agosto de 1333 se firmaba una nueva tregua por cuatro años entre Alfonso XI, Abd-al- Malik y el rey de Granada, que llegó a las inmediaciones de Gibraltar para ayudar a sus aliados meriníes. Alfonso XI volvió entonces a Sevilla, pasando de nuevo por Alcalá de los Gazules (53), para hacer frente a las coaliciones nobiliarias que tanto obstaculizaron sus actuaciones militares en la frontera.

Gran Crónica de Alfonso XI
     De nuevo, la guerra volvería en 1339 y de nuevo Abd-al-Malik, el Abomelique de las crónicas, comenzó a saquear las tierras andaluzas, en especial los términos de Jerez, Lebrija y Medina Sidonia. La reacción de los nobles y de los concejos de la zona pudo frenar estas peligrosas incursiones meriníes hasta derrotar estrepitosamente a los norteafricanos, muriendo el mismo Abomelique, en las inmediaciones de Alcalá, junto al río Patrite (54), cuando las tropas castellanas estaban en Arcos, supieron que “el Ynfante era passado de Xerez e que levaua muchos ganados, e que yua por tomar el castillo de Alcalá de los Gazules, que dezía que un enaçiado le auía dicho que gelo faría entregar” (55); tras esta noticia, abandonaron Arcos “e yendo por el camino, vinieron les cinco omes de cavallo que eran de Alcalá de los Gazules e dixeron les que el ynfante Abomelique yva esta noche a dormir a la vega de Pagana, cerca del rrío de Patrire...” (56). Según la tradición, en recuerdo de esta batalla surgiría el santuario de la Virgen de los Santos, patrona de nuestra villa (57).

      Los sucesos acaecidos entre 1339 y 1344, año este último de la conquista de Algeciras, tuvieron escasas repercusiones en las poblaciones de la zona del Estrecho. Como ha señalado M. A. Ladero, en aquellos años “lo que se jugaba era un predominio militar y naval, más que territorial” (58). La guerra de aquellos años, momento culminante de la «batalla del Estrecho», significó la decadencia definitiva de los benimerines en suelo peninsular; en 1374, Gibraltar, Ronda y Marbella fueron evacuadas por las últimas guarniciones meriníes, devolviéndolas definitivamente al emirato nazarí. A partir de 1350, tras el frustrado asedio de Gibraltar y la muerte de Alfonso XI, se inicia un dilatado período de paz “oficial” y estabilidad de más de cincuenta años, en una frontera que volvía a ser compartida únicamente por castellanos y granadinos.

   
Tras la batalla de Pagana, las tropas cristianas erigieron una cruz con el lema "Sanctus, Sanctus, Sanctus"
habían acampado, origen del Santuario de la Virgen de los Santos

NOTAS


(49) 1310, julio, 21. Sevilla.

       El documento original en A(Archivo), D(Ducal), M(Medinaceli). Privilegio Rodado, núm. 20, transcrito por M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. «La población en la frontera de Gibraltar...», ob. cit., doc. 15.

(50) C. QUINTANILLA RASO. Nobleza y señoríos en el reino de Córdoba, La Caso de Aguilar (siglos XIV y XV) Córdoba, 1979. Pp. 34-35.

(51) Ibid.. p. 35, nota 45.

(52) Gran Crónica de Alfonso XI, ob. cit., vol. II. cap. CXXXVII, p. 43.

(53) Ibid., cap. CXLVII. p. 69.

(54) J. GUICHOT Y PARODY, en su Historia General de Andalucía, vol. I. 2 edición, Córdoba, 1982. p. 407, sitúa la acción de esta batalla en torno al río Álamo.

(55) Gran Crónica de Alfonso XI. ob. cit., cap. CCLXII, p. 276.

(56) Ibid., pp. 276-277.

(57) M. RAMOS ROMERO. Alcalá de los Gazules, ob. cit., p. 218.

(58) M. A. LADERO QUESADA-M. GONZÁLEZ JIMÉNEZ. “La población en la frontera de Gibraltar…”, ob. cit, p. 18.