sábado, 27 de febrero de 2016

La Escuela rural: de los maestros de campo a las escuelas unitarias (y III)



5.-LAS MAESTRAS DE LAS ESCUELAS DEL CAMPO. 

       En la época de máximo apogeo de Alcalá, cuando estaban en explotación la mayor parte de las tierras de cultivo y se aportaba gran parte del carbón picón y madera que se consumía en las grandes ciudades de las Bahías de Cádiz y Algeciras, el pueblo llegó a tener en torno a los doce mil habitantes. Aunque no hay estadísticas fiables, es muy posible que en torno a la mitad de la población residiera en el campo, lo que motivó la apertura de las escuelas rurales en las zonas más pobladas: Rocinejo, El Torero, El Puerto de La Parada, Las Viñas, El Búho, La Cañada de Medina y El Santuario. En las fincas de Vegablanquilla y Las Cobatillas existieron escuelas privadas gestionadas por patronatos, al menos en el segundo de los casos. 


       Estamos al final de la década de los cincuenta y en muy pocos años Alcalá va a sufrir un despoblamiento galopante, como consecuencia de la mecanización de las tareas agrícolas y el predominio del petróleo sobre las demás fuentes energéticas que se habían venido usando hasta entonces (madera, carbón, picón, etc.). El sistema productivo deja de ser competitivo en términos de productividad y coste, la máquina sustituye al hombre y éste se ve obligado a buscar empleo en otra actividad (industria, construcción, comercio, turismo, etc.). Del campo se emigra al pueblo y de éste a las Bahías de Cádiz y Algeciras, a Madrid, Cataluña, Alemania, etc. 

       En esta década migratoria aterrizan en nuestros campos un importante número de maestras destinadas a las recién construidas escuelas rurales antes mencionadas 

      Aunque en los párrafos siguientes no están todas, sí muchas de las que alfabetizaron a los alcalaínos residentes en los campos. 

Nacidas en Alcalá: Elvira Pastor Sánchez, Ana María García Gallego, María Pérez. 

De otras ciudades andaluzas: Isabel Galera que procedía de San Fernando, Carmen Ana Rivera (Antequera) y Maite Utor (Ceuta) 

De Extremadura: Elena Fernández Muñoz de Villar de Plasencia (Cáceres), Consuelo Servant Luque de Almoharín (Badajoz), María Eugenia Jiménez Gijón de Cáceres, María Inés Regodón Trinidad. 

De las Islas Canarias: Prisca de Terol (Gran Canaria), María del Carmen Hernández Rodríguez del Puerto de la Cruz (Tenerife), Ángeles Fabrellas de La Orotava (Tenerife). 

De Castilla: Sebastiana López Martín, de Val de San Lorenza (León). 

De Galicia: Ofelia San Juan. 

       En ese tiempo se destina a estas escuela sólo a maestras, en algunos casos también a maestros (Bartolomé Fernández, Andrés Agüera, etc.) pero sólo para dar clases por las tardes de alfabetización de adultos, porque las escuelas son unitarias y mixtas, por lo que no se creía "adecuado" que los hombres dieran clases a niñas y muchachas, máxime cuando entre las materias impartidas estaban las "labores del hogar". La inspectora (Doña Elisa), fue muy celosa en el cumplimiento de esta normativa oficial, como lo fue siempre en el cumplimiento de sus obligaciones, no dudaba en desplazarse con los medios disponibles entonces a cada una de las escuelas para supervisar el trabajo de sus pupilas. 

       Alejadas de las grandes poblaciones, localizadas en pequeñas localidades rurales y ubicadas en zonas más o menos remotas y de difícil acceso, las escuelas rurales nunca fueron un destino apetecible para las maestras, por lo que en la mayor parte de los casos fueron ocupadas por jóvenes recién tituladas y como primer destino de las que aprobaban las oposiciones (ganaban cuatrocientas pesetas al mes). 

      En ocasiones, cuando había que hacer sustituciones por enfermedad o cualquier otra incidencia, o simplemente por falta de maestras tituladas, se nombraban maestras "idóneas", es decir, mujeres que no habiendo cursado la carrera se las consideraba preparadas para ejercer las tareas formativas. Así fueron nombradas Silveria Morales y Juana Marín, entre otras. 

       Con edades en el entorno de los 19 o 20 años, sin experiencia profesional, sin que hubieran vivido lejos de sus familias (salvo las que se habían visto obligadas a hacerlo para sacar la carrera), acostumbradas a la vida de ciudad y procedentes en su mayoría de familias de clase media-alta acomodadas, estas muchachas se vieron de pronto trasladadas a lugares apartados e inhóspitos, sin luz eléctrica, sin agua corriente, sin servicios para el aseo personal y para cubrir las necesidades fisiológicas, que había que hacer en el corral o el establo, junto a las cabras o los caballos. Una maestra nos contó "la vergüenza que yo pasaba cada vez que tenía que hacer el "pipi" en una lata, por el ruido que hacía y el pudor que sentía al pensar que la estarían oyendo los de la casa". 

      Estas maestras emigrantes solo iban a sus lugares de origen en contadas ocasiones al año, ya que se tardaba al menos cuatro días en hacer el trayecto, dos de ida y otros dos de vuelta, en tren hasta Sevilla donde dormían, la siguiente jornada cogían el autobús hasta Alcalá y después hasta el campo. 

      La mayor parte de las consultadas han señalado las dificultades de acceso, salvo Rocinejo y El Torero que estaban ubicadas junto a la carretera Alcalá-Los Barrios. Tenían que llegar andando o a lomos de caballería (burro. mulo o caballo), aunque contaron en muchas ocasiones con el auxilio desinteresado de algunos propietarios de fincas cercanas, que en muchas ocasiones las llevaban en sus todoterrenos marca Land Rover. 

      Elvira Pastor Sánchez recuerda su preocupación al tener que pasar junto a las ganaderías de toros bravos y el miedo a encontrarse con alguno el camino, porque en ocasiones rompían los alambres que los tenían confinados. En una ocasión que tuvo que vadear el Rio Álamo a lomos de caballería se asustó cuando vio santiguarse al muchacho que la acompañaba, ella pensó: "si lo hace este que es de aquí y conoce el camino es porque es peligroso". 

      Estas circunstancias las refleja muy bien Elena Fernández Muñoz, cuando nos confesaba en una reciente entrevista: "... lo hice porque no tenía más remedio, mis padres no eran millonarios y se habían sacrificado mucho para que sus hijos estudiaran". Claro que como ella dice: "a pesar de las penalidades, a la luz de la distancia, todo se vuelve positivo. Entonces suponía una salida, el fruto del esfuerzo de los padres...". Ella recuerda agradecida la acogida y el afecto que recibió en la casa de los Martínez y el brasero que le llevaba en los días de mucho frío la esposa del Cabrillero, que vivía cerca. "En el segundo año de estancia en Las Viñas, me traslade porque iba a tener una cama solo para mí, aunque en una habitación compartida con el abuelo y dos niños". 

        Para Isabel Galera fue distinto, porque: "...mis circunstancias familiares eran diferentes y lo hice porque quise hacerlo..." Nos contó: "tenía 21 años, tarde tres días en encontrar la escuela de El Torero, porque me mandaron a una finca de Vejer que se la conoce por ese nombre”. “Tuve suerte porque, al estar junto a la carretera, podía desplazarme en el autobús" (La Valenciana que hacía la ruta Alcalá-Algeciras y El Rápido de Sevilla-Algeciras). "Mi madre me llamaba todos los días, me ponía avisos de conferencia y yo iba a la centralita del teléfono". Para Isabel fue una experiencia trabajosa y difícil pero impagable, que repetiría. 

      Elvira Pastor señala: "pase miedo muchas veces, pero fue una bonita experiencia y recuerdo con cariño a las familias y a los alumnos, que aún me siguen saludando". "Tenían ganas de aprender, buen comportamiento y amor a la maestra". Recuerda con emoción el caso de una niña que no sabía hablar cuando llegó a la escuela, en la que aprendió a hacerlo, a jugar y a sonreír. El ultimo día del curso la vi llorando" 

       María Eugenia Jiménez Gijón recuerda que llegó al Puerto de la Pará con 19 años en el curso 1964-65: "se me cayeron los palos del sombrajo, porque cuando llegue a Alcalá con mi padre pensé que la escuela estaría par allí, junto al Bar La Parada, pero cuando fuimos al Ayuntamiento, Roque Gallego, que era el alcalde, nos dijo que estaba lejos, en el campo. Fuimos al bar de Pizarro y Antonio, que estaba en la barra nos asustó porque le dijo a mi padre que donde hablan mandado a su hija había hasta lobos". Esa, noche durmieron en la Fonda Parra, con Seba y su padre, ninguno pudo conciliar el sueño. 

       Ante las dificultades para el desplazamiento y la lamentable situación de la escuela, el alcalde decidió que ella y Seba dieran clases por las tardes en el Colegio Juan Armario hasta la primavera, que se trasladaron al campo. 

      Todas guardan un grato y agradecido recuerdo de las familias, de los niños a los que enseñaron y un gran afecto por todos aquellos que les ayudaron desinteresadamente, especialmente las familias que las acogieron en sus casas, en las que comían y se alojaron como uno más de la familia, aunque el limitado espacio exigió en algunos casos compartir el dormitorio con otros miembros femeninos de la familia y hasta con el abuelo. A todas las maestras forasteras les llamaba la atención que se comiera el puchero en la cena, en vez de para almorzar. 

       En este aspecto Elvira Pastor señala a la familia Gutiérrez- Blanco del Rocinejo, en el curso 1964-65, que le ayudó a llenar la escuela de niños. "Pepe Gutiérrez me indicaba las familias que tenían hijos y organizábamos excursiones para buscarlos, pasando por cañadas con reses bravas a ambos lados y subiendo al monte. Y los recogimos a todos". El curso 66-67 estuvo destinada en la Cañada de Medina, acogida por la familia Ortega Fernández. "Durante los meses de invierno, como el camino estaba impracticable, dormía con Anita Cortijo. El resto del tiempo iba en La Valenciana hasta la Venta Tablada, o me llevaba mi padre en la moto". Ya había menos gente en el campo y solo logró reunir a doce alumnos, algunos se traían el almuerzo porque venían desde muy lejos. Recuerda que: "abrimos un huerto escolar y cuando ya estaban brotando las semillas, una mañana nos encontramos todo deshecho por el ganado, con lo que se esfumaron todas nuestras ilusiones”. 

Alumnos en la Escuela del Rocinejo

        Isabel Galera recuerda a la familia Benegas del Ventorrillo El Torero, que le dio de comer el primer día de clases cuando perdió el autobús; de Chari la hija que se encargó de buscarle el medio de transporte para volver a Alcalá con Frasquito Gil. También recuerda agradecida a la familia Tirado Vera, porque María Vera les llevaba a la clase uno o dos braseros para que se calentaran y un café para la maestra a la hora del recreo. Y del abuelo, que le hizo un soplador de palmas, para avivar el fuego que hacían en la puerta de la escuela, en el que calentaban la leche en polvo que daban a los niños. 

       María Eugenia Jiménez recuerda que la escuela del Puerto de la Parada tenia vivienda, pero se quedaba a dormir en la choza de Ana Rojas y cuando iba al pueblo, se ofrecieron a llevarla Agustín Pérez, y Antonio Ruiz (padre e hijo) que además, colaboraron hablando con las familias para que trajeran a sus hijos a la escuela. 

        Las maestras forasteras también tuvieron sus momentos de gloria y muchos éxitos sentimentales, contribuyendo en gran medida a mezclar (mejorar dicen ellas) la sangre del pueblo, puesto que muchas de ellas se quedaron a vivir con nosotros después de contraer matrimonio con lo mejorcito de cada casa. La suerte les ha sonreído con una poblada descendencia y se han integrado con toda normalidad en la vida del pueblo. 

       Un grupo de ellas (Elena, María Eugenia, Seba, Loli, Isabel) cuando venían al pueblo los fines de semana, se alojaban en casa de Josefa Herrera, la Seña Pepa, e iban a ver la televisión y a jugar a las cartas a casa de la familia Pastor. De esas visitas saldría el noviazgo, consumado en matrimonio, de Elena Fernández con Miguel Pastor. Tal vez ayudaría el impacto causado por la novedad de los pantalones de espuma que usaba ella, toda una primicia en el pueblo, como lo fue el SEAT 600 de Isabel Galera. 

       Pasaron su calvario porque no les inspiraban confianza las miradas lujuriosas de algunos mozos del campo, en algunos casos provocadas por las "imprudencias", como la de una maestra del Rocinejo que se le ocurrió tender todas las bragas de colores cuando llegaban los arrieros con los mulos cargados de ceras de carbón. 

       Una de las primeras en cazar mozo fue una maestra canaria que vivió en Las Viñas, se casó con uno de allí y se fueron a vivir a las Islas. Los éxitos amorosos de las forasteras despertaron la preocupación de las mocitas "en edad de merecer" del pueblo que advertían preocupadas: "han venido unas maestras guapísimas que seguro se llevaran lo mejor del pueblo". También las bubo que constataron: "nosotras decimos que no hay hombres interesantes en el pueblo, pero vienen las maestras forasteras y los encuentran". Claro que los encontraron, porque se casaron: María Eugenia Jiménez con Antonio Fernández, Consuelo Servant con Manuel Ahumada, Elena Fernández con Miguel Pastor, María Inés Regodón con Pepe Díaz e Isabel Galera con Diego Romero. 

      María Eugenia recuerda que iban a tomar café al Bar La Parada y siempre que pedían la cuenta estaba pagada. No sabían quien era el pretendiente hasta que Antonio Fernández dio la cara un día que vinieron a actuar al Cine Andalucía "Los Bombones de España", una revista de coristas todo un escándalo para las mujeres de la época. No lo tuvieron fácil porque, aunque conoció al que sería su marido al poco tiempo de llegar al pueblo, se paseaban por la carretera de Los Barrios con la compañera Seba de carabina y a los pocos meses se lo llevaron a la millia Sidi Ifni y estuvieron catorce meses sin verse. 

      Contaron con importantes aliadas en su acicalamiento personal para resaltar sus bellezas por el desprendimiento y generosidad de Marujita Maura, Clarita García y Pura Romero que les prestaban sus mantones de Manila y se asomaban al balcón para verlas pasar camino de la feria. 

      La historia, las historias... podrían ser interminables si hubiera tenido el tiempo y la paciencia para hablar con todas, en un ejercicio de recuperación de la memoria en el que, en opinión de alguna de las encuestadas, han rejuvenecido de pronto cuarenta años. Tengo que pedir disculpas por los errores provocados por la precipitación, las ausencias que impuso el olvido causado por el tiempo, implacable con la memoria. Y como no, agradecer profundamente el placer de la conversación y las emociones vividas con los relatos. 

        Mi agradecimiento por sus aportaciones a: Beatriz Díaz, Francisca Peña, Paco Pizarro, Pedro Gallego, Carlos Perales, Pepe García, Luis Romero. Miguel Blanco, Rosario Gutiérrez, Juan López, María Ortega y todas las maestras entrevistadas: Elvira Pastor, Elena Fernández, Isabel Galera, y María Eugenia Jiménez. Y a Inmaculada Pastor mi esposa, amante y compañera por ayudarme siempre a "poner los puntos sobre las ies" en la vida y en todo lo que escribo. 

sábado, 20 de febrero de 2016

ALCALA DE LOS GAZULES. GOLPE DE ESTADO. JULIO DE 1936 (VI)



       En el expediente citado aparecen las declaraciones juradas de todos los funcionarios de nuestro ayuntamiento. Es evidente que están aquellos funcionarios que no habían sido depurados. A estos se les obliga a firmar una declaración jurada, como así se insta en la disposición citada.

       La declaración jurada consta de 12 cuestiones a las que el funcionario debe contestar. Además de su nombre y apellidos; cuerpo o servicio a que pertenece; categoría administrativa; situación en que se encuentra y destino que desempeñase el día 18 de julio de 1936; sueldos, haberes, etc.., debe contestar también, de ahí el interés del documento, a cuestiones que nos ayudan a comprender el ambiente que se respiraba en nuestra localidad:

- Si prestó adhesión al Movimiento Nacional y en qué fecha y forma.

- Si prestó su adhesión al gobierno marxista o a algunas de las autoridades.

- Servicios prestados desde el 18 de julio de 1936.

- Servicios prestados a favor del Movimiento Nacional.

- Partidos políticos, sindicatos, etc.

- Si perteneces o perteneció a la Masonería

- Testigos que pueden corroborar la veracidad de las afirmaciones y elementos de prueba que pueda presentar o señalar.

       Lógicamente, al igual que en anteriores referencias, los nombres de las personas cuyos textos serán citados, no son, desde un punto de vista histórico, significativos y por tanto se utilizarán solo las iniciales.

       Las distintas declaraciones nos permiten conocer también desde un punto de vista psicológico el poder que el nuevo régimen tenía sobre parte de la ciudadanía. El miedo se iría instalando en todas las esferas de nuestra sociedad alcalaína.

Expediente de depuración

      A continuación transcribo algunas de las declaraciones de algunos de los funcionarios, respondiendo a cuestiones claves de las señaladas:

J.C.C. “Por su patriotismo y arraigadas esencias religiosas se adhirió al M. N. y no solo estuvo al lado de las autoridades militares, civiles y de falange de esta población sino que también a pesar de su avanzada edad prestó servicios de vigilancia nocturna dentro de la población desde el Glorioso Movimiento hasta la llegada de fuerzas de milicias a esta ciudad.

Testigos: Alcalde Isidro Castro Puelles
Juez Manuel Ahumada 
Jefe de Falange Juan Armario Carrillo”

F.H.G. “Prestó adhesión al Movimiento Nacional al Iniciarse éste, presentándome en el Cuartel de la Guardia Civil y ofrecerme a aquellas autoridades. Servicios unas veces de vigilancia en la población y otras veces en campo a caballo”

J.D.H. “Poniéndose ose a las órdenes de las autoridades militares de aquella fecha. Cuantos servicios le fueron encomendados y provisto de arma larga verificó servicios especiales de vigilancia de la población y por los campos de este término municipal”

J.G.C. “Presté mi adhesión el mismo día en que se inició presentándome en el cuartel de la Guardia Civil y empezando a prestar servicios de armas que me encomendaron como simpatizante que era de falange española. Presté los servicios que me encomendaron en este ayuntamiento como funcionario así como también los ordenados por las autoridades militares”.

M.F.M. “Servicios como miliciano. En defensa de la población como miliciano. Donativos en metálico y objetos de oro. Derechista desde que tuvo uso de razón. Monárquico".

A.C.V. “Presté mi adhesión al Movimiento Nacional el día 19 de julio de 1936, o sea, el mismo día que se supo en ésta el Glorioso Alzamiento, presentándome a las autoridades militares ofreciendo mi más decidida y entusiasta colaboración y por ser de estas sobradamente conocidas mis afirmaciones, el acentuado matiz derechista de mis ideas nunca ocultadas, y mi actuación durante todo el tiempo de la nefasta República, fue aceptada en el acto, empezando seguidamente a prestar servicios de orden dentro de la población, unas veces con fuerzas de la Guardia Civil o Carabineros y otras con algunos entusiastas vecinos.

      Sin dejar ni por un momento abandonado mi cargo en el Ayuntamiento, durante los primeras horas del Glorioso Alzamiento Militar; prestó servicios de patrulla y vigilancia dentro del pueblo y en las afueras y al constituirse el servicio de escucha y observación aérea, formó parte del equipo como voluntario habiendo estado en él casi todo el tiempo que ha estado funcionando, es decir; casi toda la duración de la campaña, independiente por supuesto de mi servicio municipal; cuando el desgraciado bombardeo del pueblo por la aviación el día 26 de julio de 1936 estuve prestando servicios en la calle y auxiliando a los heridos.

        Considerándome suficientemente recompensado con servir a Dios y a España.

      Como documentación prueba puedo presentar el nombramiento de miliciano expedido por el primer jefe de milicias que hubo en ésta, el día 7 de agosto de 1936 y el de observador del paso de aviones el 2 de septiembre por el comandante militar”

J.C.P. “No solo no presté adhesión al gobierno marxista ni a ninguna de las autoridades que de él dependían sino que fui perseguido y encarcelado. El día 25 o 26 que fui repuesto en mi cargo de guardia municipal presté cuantos servicios de armas me fueron encomendados por las autoridades tanto civiles como militares”.

V.M.R. “La prestó ofreciendo sus servicios al entonces jefe de esta Línea de la Guardia Civil Don Manuel Álvarez Navarro con el cual sirvió de enlace entre el benemérito Instituto y Falange Española, como se comprueba con la copia del certificado de la jefatura local de falange que adjunto y de la licencia de uso de armas que me fue concedida el 19 de julio de 1936 visada por la comandancia militar de esta plaza.

       Presté los servicios propios de mi destino y además llevé la oficina del subsidio del combatiente desde su creación, siendo nombrado jefe de la comisión el día 11 de mayo de 1938, en cuyo cargo cesé por renuncia motivada a incompatibilidad el día I1de diciembre de 1938.

       Aparte de servir de enlace entre la Guardia Civil y Falange española, como queda consignado, presté servicios de armas durante el tiempo en que esa población fue considerada frente -extremos que demuestro mediante el adjunto certificado copia del de la Jefatura Local de FET y de las JONS que obra en mi poder-; en 28 de junio de 1937 fui designado jefe de la censura de correos cargo que continua desempeñando en la actualidad y sobre cuyo extremo puede consultarse al Sr. Teniente Coronel Jefe Provincial del Gabinete de Censura con residencia en Cádiz.

Adjuntos:

Certificado de Jefe de Falange.

“…que el camarada Secretario de esta JONS, V.M.R se afilió a la antigua Organización de Falange española el 24 de marzo de 1936; en vísperas del Glorioso Alzamiento Nacional sirvió de enlace entre dicha organización y el entonces jefe de la línea de la guardia civil poniendo en contacto ambas instituciones en la preparación del mismo y redactando y confeccionando el Bando por el cual se declaró el estado de guerra en esta plaza, mediante cuyo acto quedó incorporada la población a la santa Cruzada salvadora de nuestra patria; el mismo día 19 de julio del año 1936 designé al expresado camarada para ocupar el cargo de secretario local que desempeña en la actualidad, teniendo solo una breve interrupción comprendida entre la fecha en que se efectuó la integración de la antiguas organizaciones FE y Comunión Tradicionalistas hasta el 15 de noviembre de 1937 en que fue nuevamente nombrado secretario local; durante dicho periodo ocupó la secretaría de Delegación sindical y Jefatura de Milicias de las Organizaciones juveniles, siendo también el primer instructor de las milicias de 1ª línea de esta falange. El expresado camarada durante el tiempo en que esta población fue considerada como frente de primera línea o desde la iniciación del Glorioso Alzamiento Nacional hasta que fue conquistada la vecina aldea Sauceda de Cortes en 2 de noviembre de 193, prestó voluntariamente servicios de armas; tales como patrullas, escolta y guardias en las afueras de la población y emboscadas en la serranía del término, observando siempre una conducta excelente y sin que este perteneciera antes de su ingreso en Falange a partido político alguno. (expedido a primero de mayo del año de la victoria de 1939).

Copia de la Autorización de Uso de armas expedida por FE.

CUARTEL GENERAL DE FE. de las JONS.- Como jefe de Falange española en dicha ciudad autorizo a V M R. afiliado a dicho organización para que pueda usar armas como consecuencia de los servicios que en bien de España vienen prestando

Alcalá de los Gazules, 19 de julio de 1936 
Juan Armario Carrillo
Vº Bº del Comandante Militar Manuel Álvarez Navarro”

A.J.C. “Desde el mismo día que se tuvo noticias del Alzamiento presté mi adhesión incondicional al Glorioso Movimiento, presentándome a las autoridades militares y empezando seguidamente a prestar servicios con la Guardia Civil.

      Sin abandonar mi cargo, presté servicio en las Milicias y por los servicios prestados me ascendieron a Cabo y además Vigía del servicio antiaéreo-náutico durante dos años.

      Voluntario a la toma de La Sauceda, a la colonia de Campano y a Roche y este día al tener noticias del bombardeo de Barbote ordenó la superioridad que fuéramos para prestar auxilio a la población e innumerables veces recorridos a todo el término acompañando a la Guardia Civil y Carabineros para sofocar los focos rebeldes que quedaban.

      Como miliciano me gratificaron durante cuatro meses y como vigía siete”.

P.L.G. “Prestó su adhesión al Movimiento desde su iniciación y a los pocos días de este hubo de hacerse cargo accidentalmente de la secretaría por ausencia seguida de dimisión del que la desempeñaba, permaneciendo el que suscribe al frente de dicha dependencia como tal secretario hasta mediados del mes de noviembre de dicho año 1936 en que se reintegró a su cargo de oficial 1ª por haber sido provista la plaza de secretario con un funcionario del cuerpo.

      Además se inscribió voluntariamente en las Milicias Cívicas que organizaron en esta población y siempre estuvo al lado de las autoridades en aquellos difíciles días.

      Contribuyó desde dicho año 1936 con cuota voluntaria para el sostenimiento de las milicias de Falange española que se organizaron entonces.

      Como miembro de las milicias ciudadanas, prestó los servicios que le fueron encomendados y en la noche de la toma de la Sauceda, formó parte de las patrullas voluntarias que se organizaron para la vigilancia de esta ciudad, por ausencia de fuerzas que habían acudido a la Sauceda”.

     
NOTAS

8.- Fuente. Archivos de la Guardia Civil. Cedido por Jesús Núñez Contreras, Investigador. Autor Libro. Francisco Cossi Ochoa. El último Presidente de la Diputación Provincial en la República. Una muerte sin esclarecer. Diputación Provincial 2005.

sábado, 13 de febrero de 2016

La Escuela rural: de los maestros de campo a las escuelas unitarias (II)




4.-LOS MAESTROS ITINERANTES. 

     Hasta la creación de las escuelas rurales, la enseñanza estaba a cargo de los maestros itinerantes, la mayor parte de los cuales carecía del título oficial de magisterio, aunque poseía una formación suficiente para cubrir las necesidades y demandas de la población residente en el campo: aprender a leer y escribir, el dominio de las "cuatro reglas" (sumar, restar, multiplicar y dividir) y el manejo del sistema métrico decimal, que poco a poco fue sustituyendo los usos y costumbres antiguos relacionados: con la fanega y la aranzada para medir las superficies, los quintales, arrobas y libras para el peso y la fanega y cuartilla para los volúmenes. 

      En determinados casos, estos maestros ambulantes habían sido apartados del servicio o sancionados, por lo que se trasladaban al campo a ofrecer sus servicios a las familias que vivían alejadas de los núcleos de población, a donde no llegaba ningún tipo de oferta educativa, ni de los poderes públicos ni de las organizaciones religiosas. 

        Estos educadores fijaban unas determinadas rutas, que dependían de la residencia de los niños. La jornada escolar se establecía de acuerdo con los padres, en función de las horas contratadas, del número de alumnos y de sus ocupaciones en las tareas del campo, ya fuera el cultivo de la tierra o el cuidado del ganado y de la disponibilidad de tiempo del propio maestro. 

      Se trasladaban a pie, a tornos de cabalgadura, incluso en bicicleta o, en los últimos tiempos, en ciclomotor, sufriendo las penalidades asociadas a las inclemencias del tiempo (frío, calor, lluvia), al mal estado de caminos y a los riesgos de ser atacado por el ganado bravo o los perros domésticos. Comían y se alojaban en los cortijos y viviendas en las que prestaban sus servicios, merced a la hospitalidad interesada de las familias, compartiendo bebidas y viandas como uno más de la familia. Sus modestos honorarios los recibían en metálico o en especies, disfrutando en todo caso de los productos naturales habituales: huevos, quesos, chacinas, piezas de caza y corral, espárragos, tagarninas, patatas, melones y sandias, naranjas, cebollas y ajos, etc. 

       Disfrutaban de la máxima autoridad académica, para imponer sin cortapisas la disciplina y la tarea a los alumnos, con el férreo apoyo sin fisuras de sus progenitores, que aprovechaban la visita del respetado maestro para recabar información sobre los últimos acontecimientos y mantener largas conversaciones sobre lo divino y lo humano. 

      Entre el amplio número de personas que se dedicaban a esta dura tarea de enseñar en el campo, los más conocidos y presentes en la memoria de las personas consultadas son: D. José María Peña Colón, D. Fausto Ruiz Galán, D. Antonio García, D. Antonio Molina Tamayo, etc. La relación de todos los maestros itinerantes, que han enseñado por nuestros campos, supongo que sería interminable. Consciente de que cometerá algunos errores en los nombres y se quedarán muchos en el tintero, he querido mencionar a algunos de ellos, cuyos datos me han aportado algunas personas consultadas: 

       Juan López Montes de Oca, que vivía en la Cañada de Jota, lindando con Laganes, recuerda al maestro Molina que le dio muy pocas clases, porque a sus padres no les gustó que le tirara de las orejas. También tuvo de maestro a D. José Moreno y a. D. Francisco Pineda, que fue antes guarda forestal y hacia la ruta hasta Barrancones dando clase por las casas y chozas. Cuando llegaba el maestro dejaban de guardar el ganado, que quedaba a cargo de un familiar y daban dos o tres horas de clase. Quien más le enseñó, “me dejó dividiendo en apenas unos meses", fue D. José María Peña Colón, al que le gustaban las yemas de huevo con vino, Recuerda que su padre le dio más de veinte repasos a la enciclopedia y cuando se hablaba de algún sitio lo buscaba en el mapa. 

       María Ortega Fernández me dice que recuerda a: D. Martín, D. Vicente que era de Vélez Málaga, Dña. Lutgarda Romero Muñoz y Dña. María Vargas García (de Alcalá), también a Dña. María Eugenia y Dña. Loli. 

      Pepe García Pino, en cuya casa recibían las clases todos los niños del "Llano la Mata", me ha hablado de D. Francisco García, que era topógrafo y daba clases en la finca de El Torero y luego fue el primero que vivió en la escuela con su mujer, Dolores Romero; de D. Jorge, que daba clases en la finca de El Jautor; de D. Roque, del Padre Fermín, que sin ser maestro pasaba a caballo por los campos recogiendo alimentos como tocino y garbanzos lo repartía a los cabreros y pastores de la sierra. Una vez consiguió que la duquesa de Lerma mandara matar un becerro para celebrar la Primera Comunión de los niños del campo. 

       Pedro Gallego Sánchez me ha contado que D. Jesús Morillo Albero dio clases en Vegablanquilla y El Jautor; que D. José Pol Carrete dio clases entre 1954 y 1959 a los niños de las familias (Gilitos y a los Alconchel) que Vivian por el Puerto de la Zuela y en San José de las Casas Nuevas (Buenas Noches); D. Francisco Pineda que enseñaba por la Cañada de Jota. 

      La historia más sorprendente que me han contado y de la que, por razones obvias, no puedo señalar el lugar ni a los protagonistas, es la de un maestro que se dedicó a la enseñanza después de ser expulsado de la Guardia Civil ("perdió la ropa") por la conducta de su mujer ("ligera de cascos"), a la que puso a arrancar raíces de brezo (cepas), lo que le provocó una depresión ("represión") que le impedía quedarse embarazada. 

      Los maestros de campo más señalados y que han permanecido en el recuerdo de la mayor parte de mis interlocutores han sido: D. José María Peña Colón y Don Fausto Ruiz Galán. Por esta razón y por ser arquetipo de las personas que se dedicaron a esta tarea, he querido aportar una breve biografía de ellos, en base a lo que me han contado sus familiares directos, en el caso del primero, y lo publicado en la página Web que se menciona al principio. 

      D. José María Peña Colón fue un maestro rural legendario, que trabajó en todo el término municipal, en rutas pedagógicas trazadas de norte a sur Y de este a oeste, desde Las Viñas, en el camino de San José del Valle: a las Caras del Sol en la carretera de Los Barrios; desde Isla Verde y El Angarillón, cerca de Benalup; al Picacho, en el Camino de Ubrique. 

       Estaba casado con Francisca Gómez Dueñas, una sabia mujer que practicaba la medicina natural con notable éxito, incluso con enfermos desahuciados por los propios médicos. Tuvieron tres hijos, dos hembras y un varón (Jerónimo), de los que la más pequeña murió a temprana edad. Paco Pizarro, casado con la hija Francisca, dedica todo un capítulo de su libro de próxima publicación, a resaltar las habilidades curativas de su suegra: "tenía un poder". Paco recuerda con regocijo los nombres antiguos de las enfermedades: "ha muerto de un dolor de miserere", "tenía el mal de zambito" y las sorprendentes terapias picaduras de alacrán o tarántula, consistentes en amarrar de las manos al afectado y obligarlo a saltar y bailar para que sudara, hasta que caía rendido. 

       El maestro Peña llegó al oficio después de pasar por la Guardia Civil, de la que salió por un incidente relacionado con el contrabando, por ser comprensivo con el estado de necesidad de alguna familia que sobrevivía, como tantas, ayudándose de estas prácticas ilegales. Formando pareja con un Andrade, decidieron hacer la vista gorda ante un contrabandista que, requerido más adelante por otra pareja, les reprochó exceso de celo en comparación con los anteriores que lo habían dejado pasar. No consiguió ningún beneficio propio pero hizo la puñeta a sus condescendientes benefactores. 

       Vivió y se educó hasta los dieciocho años en un colegio salesiano de Puerto Real, en el que trabajaba su madre de limpiadora, ingresando con dicha edad en La Legión, en la que perdió parte de la visión de un ojo. Posteriormente trabajó en un buen puesto del ayuntamiento, por su extraordinaria caligrafía y sus conocimientos. Era demandado por los opositores a Guarda Forestal y Guardia Civil, para que les preparara antes de presentarse a los exámenes. 

      Solía hacer rutas semanales o quincenales, con la misma ropa, primero a pie y más tarde en bicicleta, la última que tuvo estaba motorizada y fue adquirida por un coleccionista de objetos antiguos como pieza de museo. En el recuerdo de su hija Francisca, su padre era una persona extraordinaria; bien formada, con conocimientos de música y que tocaba la guitarra, habilidad que enseñó a su hijo. Como ella aprendió a bailar, en ocasiones señaladas actuaban en público. Era muy cariñoso, "me daba un real cada vez que volvía a casa” después de cada ruta, en las que solía obtener entre 7 y 10 pesetas, además de muchos presentes que le regalaban las familias. 

      Cuando dejó de ir al campo, puso una escuela en dos habitaciones que alquiló en la "Plazoleta de las Collá", en las que estuvo dando clases hasta que le dio una congestión. Nació en 1905 y falleció a los 85 años. Paco recuerda que "murió legionario, jugando a los desfiles militares con sus nietos'" 



      Don Fausto Ruiz Galán, nació en Almonte (Huelva), en 1919, tenía dos hermanas. Su padre, que era sargento de Carabineros, procedía de Salamanca. Su madre venía de Cáceres y murió con 29 años. Cuando él tenía unos nueve años su padre se casó otra vez. Al sentirse desplazado en la nueva familia se fue a trabajar al campo a cuidar del ganado. Estudió el bachillerato en un colegio religioso de Huelva y fue movilizado con 16 años, formando parte de lo que se llamó "la quinta del biberón". 

       Sirvió en un tercio de requetés, siendo afectado en la frente por una explosión, que le provocó la pérdida de la visión en un ojo y dificultades para el movimiento lateral de una muñeca, por lo que fue declarado mutilado de guerra, aunque siguió en el ejército ascendiendo con facilidad gracias a sus conocimientos. Con 29 años decidió pedir la renuncia, a raíz de las dificultades que le acarreó la fuga consentida de una persona condenada a muerte que estaba bajo su custodia. 

      Se trasladó a Cádiz, donde estudió en la Escuela de Náutica, para pasar tres años embarcado en mercantes y pesqueros. Tras pasar un tiempo trabajando en Altos Hornos de Vizcaya, se trasladó, hacia 1956 a Alcalá de los Gazules, ejerciendo de maestro ambulante. Tras la apertura de las escuelas rurales continuó su vida errante por Tahivilla y la Zarzuela (Tarifa) en 1963, La Axarquia (Málaga) en 1966, Venezuela en 1975, Mallorca 1976 y Mazarrón (Murcia) finalmente Cádiz 1980. Murió con 93 años y todavía recitaba pasajes de El Quijote. 

       Para Miguel, el mayor de mis hermanos, que lo trató más y con mayor conocimiento: "Fausto es recordado como una persona de ingenio y humor que transmitía sus ideas a los alumnos". Recientemente escribía: "Tengo sensación de estar en deuda con Fausto Ruiz Galán por lo mucho que hizo por todos aquellos niños y adolescentes de los campos de Rocinejo, Pagana,Zafrilla, El Lario, El Llano de la Mata o Vega Blanquilla. ¡Cuántas caminatas se daba mi maestro para poder llevarnos un poco de aprendizaje! Hacia unos 15 o 2o kilómetros diarios, por un jornal bastante escaso". 

       Recuerda Miguel que: "Fausto tenía una letra con una caligrafía de gran belleza, de esas que ya no existen, y le daba mucha importancia a esta escritura, por lo que utilizábamos cuadernos de caligrafía y plumillas. ¡Ay de ti si al realizar la tarea la llenabas de borrones o gotas de tinta! Para que los tinteros no se derramaran por la mesa, él ideó meterlos en latas de conservas y rellenarlos de yeso". 

       Rosario Gutiérrez Blanco que también fue alumna suya recuerda: "El maestro que me enseñó a leer y escribir fue Fausto Ruiz Galán. Hacía su recorrido por varios cortijos y cuando le tocaba quedarse en El Rocinejo dormía en casa de mis abuelos ". "Fausto no nos daba religión. Cuando llegó la hora de hacer la primera comunión, con unos siete años, mi madre nos compró un catecismo y nos llevó a mi hermana y a mí al Beaterio. Allí nos pusieron con las niñas de nuestra edad, y yo me di cuenta de que estábamos adelantadas respecto a ellas. Yo ya sabía hacer sumas y multiplicaciones de varias cifras. Estuvimos ahí lo justo para hacer la comunión, y después volvimos a las clases con Fausto". 

       Como dice Miguel: "Por algún motivo, yo le relacionaba con el Partido Comunista", para Rosario: "Era un hombre muy político, muy de izquierdas. Nos contaba muchas cosas de cuando la guerra, que él había vivido. Recuerdo que nos hablaba con indignación de un capitán a quien fusilaron injustamente. Él decía que las cosas estaban muy mal y que iba a haber otra guerra; y yo, que era muy chica, me angustiaba mucho cuando le escuchaba decir aquello". 

       "Él era muy aficionado a Julio Verne, y nos hablaba mucho de sus libros. Sobre todo mencionaba "Veinte mil leguas de viaje submarino " y "De la tierra a la luna”. Hablaba con los hombres del campo de las ideas de este escritor y de sus anticipaciones: "Habrá un tiempo en el que el hombre llegará a la luna ", les decía. 

       "Hacia 1958 o 1959, la Delegación de Cádiz abrió una escuela rural en El Rocinejo. Al principio no había edificio, y una señora del campo cedió una habitación de su casa para las clases. Recuerdo que el maestro, de elevada estatura, sentaba a los niños revoltosos en las vigas de la clase y los dejaba allí castigados. Fausto salió de El Rocinejo y se desplazó a otra zona de escuela: Cruz Verde, El Búho o el Puerto de la Parada" 




sábado, 6 de febrero de 2016

Las Ordenanzas municipales de 1900 (II)


CAPITULO IV

Cencerradas y ruidos

Art. 24.- Se prohíbe ocasionar ruidos en las calles, durante las altas horas de la noche, que puedan turbar el reposo del vecindario.

Art. 25.- También se prohíbe reunirse en pandillas y dar serenatas y músicas, sin obtener antes el correspondiente permiso de la autoridad local.

Art. 26.- El que faltando a las prevenciones anteriores promueva cencerradas y las ejecute perturbando el orden de cualquier modo, suplirá la multa de diez pesetas, y lo mismo las personas que le secunden, sin perjuicio de lo que proceda judicialmente, si a ello hubiere lugar.

Art. 27.- Serán considerados durante la noche y como delegados de la autoridad local, además de los Tenientes de Alcalde y Alcaldes de Barrio, todos los dependientes de orden público, cuerpo de serenos y otros que estén bajo su mando; su voz de “Alto” deberá obedecerse enseguida para dejarse reconocer. Todos los vecinos quedan obligados a prestar a los Agentes de la autoridad cuantos auxilios reclamen en semejantes casos.


CAPITULO V

Pordioseros

Art. 28.- Para pedir limosna e implorar la caridad publica, se obtendrá previamente licencia del Señor Alcalde.

Art. 29.- Los mendigos de otros pueblos que no justifiquen con certificado de la autoridad local del punto de partida, en verdadera necesidad, no serán autorizados para implorar la caridad pública. Las licencias que con éste objeto se concedan, solo serán válidas por el tiempo que el Alcalde juzgue necesario, estampándose en ellas la fecha en que terminen.

Art. 30.- El que encontrare un niño perdido o abandonado en el pueblo o en el campo tiene obligación de presentarlo a la Alcaldía la que se encargará de suministrarle alimentación como de indagar sus padres o tutores, a quienes se les exigirá el pago de la misma sin perjuicio de la responsabilidad que le resulte si el abandono ha sido intencionadamente.


CAPITULO VI

Seguridad
Carruajes

Art. 31.- Las diligencias y demás carruajes de camino que entren o salgan de la Población, llevarán constantemente un zagal a pie conduciendo las caballerías.

Art. 32.- Se prohíbe en absoluto a los conductores, el correrlos por los paseos y calles ni otro paso que el regular, estando obligados a llevar de noche encendidos los faroles.

Art. 33.- Todo carruaje de cualquier clase que sea dejará libre a su paso las aceras, tomando bien la vuelta de las esquinas para no tropezar con ellas.

Art. 34.- Los carros carretas y demás vehículos destinados al transporte de efectos, materiales, maderas, deberán ser guiados por los conductores de manera que no embaracen el paso de las gentes y habrán de cuidarse de que se detengan el menor tiempo posible para la carga y descarga, comprendiéndose en esta misma disposición las carretas tiradas por bueyes.

Art. 35.- A su paso por las calles irá delante de la primera carreta o carro uno de los conductores para que los bueyes o mulas no se inquieten ni extravíen del centro de la marcha.

Art. 36.- Cuando se encuentren en la calle dos o más carruajes, tomará cada uno su derecha; si la calle es angosta, retrocederá el que venga de vacío y si ambos estuviesen cargados o vacíos lo verificará el que se halle más próximo a la primera esquina, pero si la calle hiciese cuesta lo hará el que venga de subida.

Art. 37.- Ningún cochero o encargado de carruajes podrá abandonarlo ni separarse del mismo; tampoco podrá ningún coche, carro ni carreta estar detenido en las calles, ni aun con pretexto de cargar pues ésta operación debe hacerse cuando ya están reunidas las caballerías.

Art. 38.- Los coches, calesas, carros, no podrán situarse más que en los puntos que al efecto se señalen por el Señor Alcalde.

Art. 39.- Los contraventores a las disposiciones de este Capítulo incurrirán en una multa de dos pesetas cincuenta céntimos, sin perjuicio de las demás responsabilidades que puedan exigírseles por los daños que ocasionen.


CAPITULO VII

Caballerías

Art. 40.- Queda prohibido absolutamente el correr caballerías por las calles y paseos, y si solo al paso natural sin incomodar ni asustar a los transeúntes.

Art. 41.- Tampoco se permite atar en las calles caballerías que puedan estorbar el paso, herrarlas ni curarlas en ellas, por lo cual los Veterinarios, Albeitares y Herradores fijaran sus establecimientos en sitios y edificios suficientes para poder ejercer su profesión sin causar incomodidad a los vecinos y transeúntes.

Art. 42.- Las caballerías solo estarán en las calles el tiempo preciso para cargar y descargar, debiendo luego que esto suceda, seguir su marcha para no interrumpir el paso y evitar los perjuicios que puedan ocurrir.

Art. 43.- Los alquiladores de mulas y caballos están obligados a advertir a quien los tomen de los resabios o malas condiciones que tengan, siendo responsables de los daños que resulten por ocultarlo.

Art. 44.- Los arrieros o conductores de recuas, las caballerías cargadas con zerones o sacos de paja, carbón, pan y otras cargas voluminosas, y los criados que las lleven a dar agua, deberán transitar por las calles anchas donde puedan conducirlas con desembarazo y sin perjuicio del público, absteniéndose de tocar en las aceras.

Art. 45.- Las caballerías y demás animales útiles, extraviados deberán ser presentados en la Alcaldía por las personas que lo encuentren, con el fin de que sean depositados convenientemente hasta tanto sean reclamados por sus dueños quienes deberán satisfacer los gastos de su manutención. Si en el término que las leyes señalan no son reclamados, se pondrán a la venta en pública subasta, previa instrucción del oportuno expediente, y su producto, deducidos los gastos, se depositaran en la Caja de este Ayuntamiento hasta tanto se presente el dueño del animal a quien le será entregado el producto de la venta.

Art. 46.- Queda prohibido maltratar las caballerías o bestias, ni cargarlas con mayor peso que el que prudencialmente puedan llevar.

Art. 47.- También se prohíbe a los conductores de las mismas como a toda clase de personas el uso de palabras mal sonantes que afecten en lo más mínimo a la moralidad o sentimiento público.

Art. 48.- Incurrirán en la multa de dos pesetas cincuenta céntimos los que falten a las anteriores prevenciones, aparte de las demás penas que procedan por los daños que originen.



CAPITULO VIII

Los perros

Art. 49.- Los perros alanos, mastines y en general todos los de presa, no se consienten, dentro de la población, y en el caso de tener que atravesar por ella, serán llevados sujetos con cordel o cadena y un bozal para que no puedan ocasionar desgracia alguna.

Art. 50.- Los perros de las demás clases que tengan dueño llevaran constantemente un collar con el nombre y los que se encuentren sin este requisito serán recogidos y llevados al punto que se designe, donde permanecerán veinte y cuatro horas para que puedan reclamarlos sus dueños y entregárselos previo el pago de cinco pesetas, las que aumentaran en caso de reincidencia pero sin que pueda exceder de veinte y cinco; pasadas las veinte y cuatro horas sin que sean reclamados, serán muertos dichos perros.

Art. 51.- Cuando la abundancia de perros o la estación lo requiera se publicará un bando adoptando las medidas convenientes para su extinción por medio del envenenamiento con la extrinina u otro que se juzgue más oportuno, pero esta determinación se adoptará únicamente con aquellos perros que no lleven bozal o huzillo de alambres que les impida morder.

Art. 52.- Toda persona que dentro de la población o en el campo encuentre un perro con señales evidentes de estar atacado de hidrofobia puede darle muerte.


CAPITULO IX

Riñas y juegos de niños

Art. 53.- Se prohíbe en el interior de la población las riñas y peleas de muchachos, jugar la pelota y a la guerra incendiando petardos y mistos, tirar cohetes y animales muertos, ni otra cosa que pueda ofender a los transeúntes o perjudicar sus vestidos. Los contraventores a esta prevención incurrirán en la pena de dos días de arresto o cinco pesetas de multa, que se harán efectivas de los padres tutores o encargados de ellos, sin perjuicio de la responsabilidad de los daños que originen.