sábado, 29 de junio de 2019

Un alcalaíno en Mauthausen



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 1995


      Aunque resulte un poco extraño el título de este artículo, la razón del mismo es bastante clara, como se explicará a continuación. Mauthausen fue uno de los campos de concentración hitlerianos más famosos, desgraciadamente, por los crímenes en él perpetrados. Los primeros españoles en ser internados en dicho campo llegaron a finales de la campaña de Francia, en Agosto de 1.940. Después de los polacos, desde septiembre de 1.939, los españoles fueron los primeros prisioneros de raza no germánica que ingresaron en ese campo austríaco, pero sobre todo el primer grupo de deportados constituido sobre una base política común, la de la lucha antifascista. 

     Los españoles representaban para los hitlerianos el prototipo del adversario que debía ser eliminado y que tuvieron que hacer frente a ese aniquilamiento tras acabar de salir de largos años de sufrimiento, yendo a parar a un penal atroz del que no comprendían ni los reglamentos ni el idioma de los verdugos. 

     Y es aquí, entre estos combatientes republicanos de la guerra civil que cruzaron la frontera francesa en febrero de 1.939, que fueron a parar a Mauthausen, donde nos encontramos, aunque parezca extraño con un paisano nuestro. 

     Sí, un alcalaíno al que he localizado entre los españoles muertos en Mauthausen. El diez de diciembre de 1.942 era fusilado en Gusen (a cinco kilómetros de Mauthausen), José Mora Gómez, natural de Alcalá de los Gazules (Cádiz). 

     Este republicano alcalaíno, que nació el 12 de febrero de 1.918 en la Calle Sagasta, hijo de Miguel Mora Gómez, natural de Alcalá de los Gazules, y de María de la Esperanza Gómez Zerquera, natural de Villanueva del Puente (Zamora), ¿Cómo iba ni siquiera a imaginar que acabaría sus días tan lejos, en la distancia, de nuestro pueblo? 

      Por lo que he podido averiguar, José Mora manifestó desde siempre su tendencia ideológica hacia la izquierda, hacia la defensa de los derechos y libertades de la clase obrera, donde él se veía plenamente identificado como hombre del pueblo que era. 

     Militante socialista, al estallar el alzamiento nacional, acude al frente, en defensa de la república; y en plena guerra, el 22 de enero de 1.939 se casó en la parroquia del Buen Consejo, de Madrid, con Leonor Ramos Pallares. 

     Días antes de finalizar la guerra civil, con el augurio de la derrota de su bando, José deja a su esposa en Madrid con algunos familiares, y huye, cruzando los pirineos, hacia Francia. 

     Más tarde es capturado por tropas nazis y enviado posteriormente al campo de concentración de Mauthausen, uno de los más crueles por sus torturas y por la cantidad de fusilamientos allí perpetrados. 

     Como ya mencioné anteriormente, allí, tan lejos de nuestro querido pueblo, y con tan sólo 24 años de vida, murió fusilado nuestro paisano José Mora Gómez. Sea este nuestro pequeño homenaje a este alcalaíno que de alguna manera vuelve a estar entre nosotros. 

Decía Bertolt Brecht: 

«Hay hombres que luchan un día 
y son buenos. 

Hay otros que luchan un año 
y son mejores. 

Hay quienes luchan muchos años 
y son muy buenos. 

Pero hay los que luchan toda la vida: 
éstos son los imprescindibles» 

      Pues bien, pienso que José se encuentra entre estos hombres imprescindibles que de vez en cuando aparecen en la vida, y que son capaces de darlo todo, incluso su vida misma, por una causa justa. Descanse en paz, y jamás volvamos a repetir aquellos actos tan inhumanos en contra de cualquier tipo de libertad. 



BIBLIOGRAFIA 

— Archivo Parroquial de San Jorge, Libro 22- Folio 82, de  Bautismo. 

— Triángulo Azul, Manuel Razola, Editorial Gallimard, 1.967. 

— Datos del Archivo Personal del Autor

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