viernes, 27 de marzo de 2020

Alcalá 1800. Historia de la epidemia de fiebre amarilla (II)




      Si comparamos la cifra recogida por el doctor Alfonso de María de 817 fallecidos en Alcalá en la epidemia [11] con la de los pueblos más cercanos, 136 en Medina y tan sólo 86 en Paterna, nos daremos cuenta de que algo tuvo que fallar aquí para que las víctimas se multiplicaran por 6 con respecto a la primera localidad y casi por 10 con respecto a la segunda. Parece claro que las medidas sanitarias no surtieron efectos y que no se aplicaron con el rigor necesario. 

     Fundamental para esclarecer este aspecto resulta el testimonio del entonces médico titular en Alcalá en la fecha de la epidemia, D. José Sánchez Aznar, documento desconocido hasta ahora y que fue recogido en un cuestionario de varias preguntas relativas a las epidemias de 1800 y 1820, publicado por el Periódico de la Sociedad Médico-Quirúrgica de Cádiz en 1822.[12] Sus respuestas aportan una información importantísima, de primera mano, sobre cómo penetra la enfermedad entre los alcalaínos, pues afirma que la primera vez que trató los síntomas fue asistiendo a dos individuos vecinos de Cádiz que llegaron a Alcalá, apellidados Molano y Quirós, a los que, seguramente por desconocimiento de los efectos del contagio, trató como si de una enfermedad común se tratara y, aunque sanaron, si los menciona en su respuesta es porque posteriormente, con el avance de la plaga, comprendió que presentaban los mismos síntomas de la epidemia: 

“Se cree que fue transportada desde Cádiz por dos vecinos de dicha villa asistidos por el que suscribe esta relación, y habiéndose curado dichos individuos en sus casas del mismo modo que se asisten las enfermedades comunes o conocidas, y no con la reserva debida á un contagio tan cruel, calló el mal por entonces: no le acometió a ninguno de los de la familia y visitas de aquellas casas” 

      Asimismo, declara que la primera víctima fue un vecino apodado Parola, y si bien con los dos enfermos anteriores no se extendió la enfermedad, según este médico, posteriormente un aumento de la temperatura favoreció su expansión: 

“no se reprodujo hasta que tomando la atmósfera un temple de calor el mas raro que habíamos conocido, vino un tal Parola, (por no acordarse de su nombre) y a el momento conocí que era la calentura que reynaba en Cadiz y como tal lo declaré para la precaucion del contagio: el cual había adquirido de unos arrieros que durmiendo con él y su familia en la choza de un sandial que tenía, al instante se sintió malo y murió; pero antes había venido un hijo suyo ya sincoptico, y en seguida toda la familia, y ya tambien se había salpicado todo el pueblo por un efecto visible del contagio externo y por la disposición atmosférica que no hubo a el arribo de Cadiz de los individuos Molano y Quirós de que queda hecha mención.” 

     Como vemos, culpa directamente a los arrieros, que con sus bestias hacían el transporte de mercancías entre las localidades, de la propagación de la enfermedad al saltarse todas las medidas sanitarias de incomunicación entre pueblos contagiados, añadiendo además que tanto en el contagio de 1800 como en el posterior de 1820:

 “siempre ha debido atribuirse su contagio a el mas que mediano contacto, que estos vecinos han tenido y tienen con los de Medina-Sidonia y Paterna, arrieros y tragineros perpetuos de este país, y que reúnen por notoriedad la circunstancia de ser muchos en número y tan poco escrupulosos que a cualquiera pueblo epidémico se arrojan impávidos con los efectos que conducen. No debiera haber sido tan general y cruel el contagio, si su foco no se hubiera sostenido con los enfermos que en aquella desgraciada época nos entraban de las carbonerías, eras, huertas, molinos y demás caseríos llenos de gentes que rozaban con aquellos trajinantes.” 


     Pero es que además se produce un hecho fundamental para la propagación de la epidemia, que no es otro que la venida de la Patrona, la Virgen de los Santos, como hemos visto en rogativa, con la consiguiente aglomeración de vecinos, tanto en el trayecto como en la preceptiva novena de desagravio en la Parroquia, que nos la imaginamos a rebosar de fieles suplicándole para que acabara con el mal, convirtiéndose así esta circunstancia en el perfecto caldo de cultivo para propagarse el virus de unos a otros, una vez que había conseguido superar las barreras del cordón sanitario. Así también lo piensa el citado doctor José Sánchez Aznar, quien opina que: “haber hecho tambien procesiones y rogativas cuya reunión fué ademas perjudicial…”[13]

     Aunque no tengamos noticias directas, otra decisión que se debió tomar fue la creación de una Junta de Sanidad para supervisar todo lo concerniente a la salud pública y de la cual sabemos que forman parte con certeza D. Manuel Simó y Solano “el Corregr. como Presidente de la Junta de Sanidad” y el cirujano “dn. Josef Molina vocal de la Junta de sanidad.” Este último era cirujano retirado del Ejército, por concesión del Rey tras “varios achaques qe ha padecido en su salud” que se vieron agravados tras su participación en la Guerra del Rosellón entre 1793 y 1795 “con particularidad a causa de los contratiempos qe ha experimentado en la ultima Guerra, qe se tubo con la Francia en el Exto. del Rosellón”. Tras su retiro, el Teniente Coronel Francisco Cornel, comandante del 2º Batallón de voluntarios de Aragón, establecido en Alcalá con una partida de tropas para la persecución de contrabandistas y malhechores, necesitando un cirujano para su tropa y las partidas de remonta de la zona, pidió que se estableciese en nuestro pueblo. [14]

     Otro integrante de la Junta de Sanidad es el administrador del Hospital de la Misericordia, D. Pablo Villoslada y Morales. Este cordobés, natural de Monte Mayor, en su juventud presentó las pruebas de limpieza de sangre para entrar de discípulo en el gremio de plateros de Córdoba en 1756.[15] Viudo de María Obrero, casa en Alcalá en segundas nupcias con Petronila Pinceti y Brun, viuda a su vez de Pedro Andino, siendo por tanto, abuela del célebre jurisconsulto alcalaíno Pedro Sainz de Andino, y que falleció en 1797. [16] Villoslada tendría la suerte de librarse de la epidemia de 1800, pero no superaría la de 1820, falleciendo el 17 de diciembre a causa de la fiebre amarilla. [17]

      Con respecto al extinto Hospital, lindero con las Casas Consistoriales en la Plaza Alta, fue fundado el 15 de enero de 1514 por Catalina Aguayo, viuda de Martin Olvera y contaba con 12 camas.[18] Estaba destinado para los enfermos pobres y constaba de tres plantas, siendo la segunda para los enfermos contagiosos, aunque en esta epidemia hubo que destinar todos los recursos a intentar paliarla. 

     Además de los personajes mencionados, también formarían parte de la Junta de Sanidad los dos médicos titulares en Alcalá, D. José Sánchez Aznar y Lorenzo Rodríguez. Este último estaba casado con Juana Cerri Periañez. [19]

     El 7 de septiembre se vuelve a celebrar un nuevo cabildo, en el que reina una cierta normalidad, ya que en el mismo se trata sobre el precio a que se ha de vender la carne de vaca en las carnicerías, lo que denota que aún la enfermedad no ha empezado a hacer estragos. Asimismo, siguiendo órdenes del comandante General del Campo de Gibraltar y con la participación de los dos médicos titulares, se plantea la necesidad de establecer un lazareto para que los visitantes pasen la cuarentena, eligiéndose una casa que tiene Tomas de Morales en el Prado: 

Sre. Lazareto 

Asimismo en este cavdo se trató y conferenció presentes tambien Dn. Lorenzo Rodriguez y Dn. Jose Sanchez Medicos titulares de esta villa, sobre destinar una casa comoda de campo para que en ella permanezcan a hacer quarentena de observancia aquellas Personas que vengan de los Puertos en sana salud según y como del mismo modo se previene en carta orden del Exmo. Señor comte. general del campo de San Roque que tambien ordena se eviten todos los gastos como esta recomendado en construcción de barracas i cosas y si solo que se destine como va dho una casa de campo comoda; En cuya inteligencia se acordó por este cuerpo de conformidad con los Medicos, ser conveniente y proporcionada la casa y olivar que sercado tiene en el Prado de abaxo de este termino, tomas de Morales el maor (mayor) en donde se destinen dhas Personas sanas, precediendo reconocimto. de los mismos Medicos para averiguar si están u no perfectamte. sanas y asi se determinó” [20]

     Aunque el dato del establecimiento del lazareto en el Prado era ya conocido en la Historia local,[21] este no será el lugar elegido puesto que finalmente, bien por la negativa del dueño de la casa mencionada, bien porque los médicos desaconsejaran su utilización por estar relativamente cerca del casco urbano (no olvidemos que en esta época la entrada principal de Alcalá era la cuesta de la Salada), se optó por un cortijo situado en la zona de Patriste, llamado de la Gitana, nombre que aún se conserva en la zona, así como el arroyo del mismo nombre. Así lo asegura su dueña, en un memorial dirigido a los señores del Ayuntamiento, de quienes recibe orden para su cesión el 11 de septiembre: 

“Ss. del Yle. Ayuntamto. 

Da Leonor Chacon de la Fuente Vna desta Villa y Labradora en su termo. con el mas debido modo hace presente a V. SS. Que haviendo dispuesto el Gobierno de ella, sirviese de Lazareto para la Quarentena de observación en los Sugetos sanos que se presentasen, el cortijo nombrado la Gitana de mi propiedad según orden fecha 11 de Sepre de 1800 firmada de los Ss. que lo componían, y que conservo, la qe indica la devida remuneración, ha resultado que en conseqa de haver prestado dho mi Cortixo el acordado servicio de Lazareto desde 11 de Sepe….” [22]


       Varios días más tarde, el 17 de septiembre, se recibe una orden del comandante General del Campo de Gibraltar dando cuenta del avance de las “enfermedades epidémicas” en Andalucía e instando para que “se tomen las providencias ordinarias en estos casos para impedir enteramente la comunicación del contagio” [23] recibiéndose el día 22 otro oficio del mismo Comandante informando del envío de tropa para reforzar el cordón sanitario y evitar el trasiego de personas: 

“…manifiesta haber ya remitido a esta villa una Partida de tropa de caballería de Borbon, y mandado que subsista tambien en ella un oficial y veinte y sinco hombres de Barbastro para que conforme a la real orden comunicada y que va referida se forme cordon de infantería y caballería que evite la introducción de toda persona de la Provincia de Andalucia, y se haga retroceder a quantos se presenten no permitiendo absolutamente la introducción ninguna por caracterizada que sea como venga u haya tocado aunque de paso en algun Pueblo de la dha Provincia o territorio, por casualidad, obligando a rondar con tropa, y sin comunicación a los que se presenten en este termino hasta dexarlo fuera de los limites de la Jurisdiccion de dho Señor Exmo” 

       Ambos escritos son presentados en el siguiente cabildo celebrado en las Casas capitulares, que se celebra el día 25 de septiembre, notándose ya que la enfermedad comienza a extenderse puesto que muchos vecinos, principalmente los pudientes, empiezan a abandonar el pueblo, trasladándose al campo, como es el caso de cuatro de los seis regidores, José de Arias Jiménez, José Benítez del Canto, Francisco Cid Noble y Cristóbal Muñoz: “no haviendo concurrido los demas Rexidores que faltaban a causa de estar en el campo”. 

       Tras conocer los mandatos del Comandante General, se acuerda ponerse a las órdenes del coronel D. Francisco Reyna, capitán de Reales Guardias españolas, nombrado comandante principal del Distrito para tomar “las providencias que se concideren oportunas, nombrando sujetos de actividad y celo que vayan con la tropa a tomar las avenidas trochas y veredas, a los quales los Propios hayan de abonar el sueldo que se concidere por este cuerpo suficiente” 

      El día de este cabildo ya se encuentran en Alcalá las tropas destinadas para el cordón, asistiendo al mismo un integrante de ellas, con quien se acuerda formar tres partidas para vigilar los principales caminos:

“hallándose presente Dn. Pedro La Cruz? de la Partida destinada en esta villa, acordó este cuerpo de conformidad con el susodho y para que por quantos medios se Juzguen convenientes evitar la introducción del contagio y atender al beneficio de la salud publica, que es objeto en que desean se acredite su Amor a la Patria y servicio a el Rey; De que para ir con las Partidas de tropa a caballería que hayan de tomar las avenidas, trochas y veredas de este termino, según se previene por S. Exa. se nombran a Dn. Rafael de Velasco y Lobo Alferez mayor de este cuerpo a Dn. Franco. Caballero Rexidor Decano de el mismo y a Dn. Gil Garcia Lechuga de esta vecindad para que uno con su Patrulla, pase registro y observe en el camino de xerez Arcos y Sevilla todo cuanto ocurra a fin de cumplir lo que esta prevenido; el otro en el camino a Cadiz que es de Medinasidonia, Chiclana Ysla de Leon y Puerto real y el otro en el camino de Gibraltar, Algeciras y vexer, con cuyos puntos queda todo el termino de esta villa acordonado como se manda por dho señor Exmo.” 

      Aunque en el cabildo de 31 de agosto se acordó que los regidores vigilasen las entradas y salidas del pueblo, parece ser que dicha tarea recayó principalmente en el alcalde de primer voto, Juan Benítez Valverde, acordándose en este último pleno que sea ayudado por el diputado de abastos, para que así el primero pueda atender, en relación con su cargo de diputado de Guerra, a las tropas reunidas en el término de Alcalá:

“Y a fin de cuidar, celar y velar sobre las guardias que se hallan puestas en todas las entradas y salidas del Pueblo que hasta aquí lo ha estado haciendo con la mayor vigilancia el señor Alce de primer voto, cuya ocupación a veces le impide el poder atender a otros asuntos de la misma clase y particularmente a el de la Diputacion de Guerra que esta a su cargo para facilitar el alojamiento, bagaje y demas que necesita la mucha tropa que diariamte. transita por esta villa, se nombra a Dn. Domingo Garcia Blanco Diputado de Abastos de este común sin perjuicio de hacerlo quando convenga asi dho señor Alcalde, como el señor correxor Presidente todo a fin de que dhas Guardias procedan con la mayor vigilancia a cumplir sus obligaciones, abonándoseles a dhos Diputados por el fondo de Propios de esta villa diez rs diarios a cada uno, que es el sueldo que se considera suficiente según tambien se preceptua por dho. Sr. Exmo. y asi se determino” 

     

NOTAS

[12] PERIÓDICO DE LA SOCIEDAD MÉDICO-QUIRÚRGICA DE CÁDIZ, Volumen 3 1822. Imprenta de la Casa de Misericordia. Pág. 337-341. Apéndice al Nº IV del Tomo III. Contestación del profesor D. José Sánchez Aznar, médico titular de esta villa, según el orden numérico del interrogatorio. 

[13] Ibídem. 

[14] AMAG. Legajo 27. Cabildo de 9 de agosto de 1801. Folios 56-58 vto. 

[15] ORTIZ JUAREZ, Dionisio; Catálogo del Archivo Histórico del Gremio de Plateros de Córdoba. 1980. En BOLETIN DE LA REAL ACADEMIA DE CORDOBA DE CIENCIAS, BELLAS LETRAS Y NOBLES ARTES. Pag.167. 

[16] TOSCANO DE PUELLES, Fernando; Sainz de Andino, el hacedor de leyes. 1987. Pág. 44 

[17] ARCHIVO PARROQUIAL DE ALCALA DE LOS GAZULES. Libro funerales 9. Folio 166 

[18] MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid 1848. Pág. 374 

[19] PUELLES Y SALAS, Manuel María; Historia de la familia de los Puelles. 1864. Inédita 

[20] AMAG. Cabildo de 7 de septiembre de 1800. Folios 28-29 

[21] TOSCANO DE PUELLES, Fernando; Sainz de Andino, el hacedor de leyes. 1987. Pág. 66 

[22] AMAG. Legajo 27. Cabildo de 12 de mayo de 1801. Folio 48 y vuelto. 

[23] AMAG. Cabildo de 25 de septiembre de 1800. Folios 29-31 vuelto. 

viernes, 20 de marzo de 2020

Alcalá 1800. Historia de la epidemia de fiebre amarilla (I)




Ismael Almagro Montes de Oca 

      Hace varios años, cuando empecé a investigar sobre la epidemia de fiebre amarilla que asoló Alcalá en 1800,  el mundo entero miraba con temor hacia África, preocupado por la expansión del virus del Ébola, que amenazaba con convertirse en una pandemia mundial de consecuencias imprevisibles. Hoy la situación se repite, más dramática si cabe, con la pandemia del coronavirus. Imagínese esta situación excepcional que estamos viviendo hace dos siglos, cuando no se contaba ni con medios técnicos modernos para controlar la más mínima epidemia ni con la medicina actual para ponerle remedio. Resultado: el CAOS. La gente huyendo al campo, el pueblo despoblado, las tiendas desabastecidas, los enfermos casi desatendidos y abandonados a la voluntad de Dios, a quienes se encomendaban todos en rogativas y procesiones varias, ante la inutilidad de la multitud de remedios medicinales y caseros para evitar el contagio y que hoy, vistos desde la distancia temporal, nos resultan irrisorios, pero que en su día creyeron eficaces, pues muchos de ellos eran recomendados por los propios médicos. 

      Alcalá se vio especialmente afectada durante el siglo XIX por sucesivas epidemias que mermaron su población. Así, en 1800, 1802, 1804 y 1820 (60 fallecidos) fue la fiebre amarilla la que hizo estragos, mientras que en 1834 sería el Cólera quien dejara 158 víctimas. Posteriormente, en la década de 1840 fueron frecuentes los episodios de calenturas y tabardillo y en 1854 sería nuevamente una epidemia de cólera morbo la que se cobrara 288 fallecidos. Esta misma enfermedad se volverá a reproducir en 1864-65 y finalmente en 1892, tendrá lugar última epidemia del siglo, frenada ya su virulencia por la utilización de las vacunas. 

       Pero de todas ellas, la más mortífera fue la primera del siglo, la de 1800, que según las fuentes estudiadas produjo más de 800 muertes entre los habitantes de Alcalá en apenas 3 meses. Y, sin embargo, pese a ser la más dañina, apenas sabemos unos cuantos datos sobre la misma. Es por ello por lo que me he propuesto arrojar luz y dar a conocer cómo se desarrolló y las consecuencias que tuvo esta epidemia, que es sin duda, por el número de víctimas, el episodio más negro en la Historia de Alcalá. 

      Es difícil saber con exactitud el número de habitantes que tenía Alcalá en torno a 1800 pus aún no se elaboraban censos. En la segunda mitad del siglo XVIII se va produciendo un aumento gradual de la población ya que las fuentes hablan de 3040 habitantes en 1769 y 3867 en 1782. [1] Varios años después, en 1789 la población alcalaína rebasaría ligeramente la cifra de los 4000 habitantes [2]  Ya entrado el siglo XIX, Sebastián de Miñano, en su Diccionario Geográfico-Estadístico de España y Portugal, publicado en 1826, establece la población en 5113 habitantes. A la vista de estas cifras, no resulta descabellado pensar que en el cambio de siglo nuestro pueblo contara con una población en torno a 4500 habitantes. 

      Tal como era costumbre, en el primer cabildo de 1800 tiene lugar la toma de posesión de los nuevos cargos en el Ayuntamiento para dicho año, que habían sido nombrados por la Duquesa de Medinaceli, dueña jurisdiccional en cuya Casa se incluía el Ducado de Alcalá, eligiendo para cada puesto a uno de los dos candidatos propuestos. Conviene aquí precisar la composición del Ayuntamiento o Concejo en esta fecha, puesto que se convirtieron en los actores principales durante la trágica epidemia. 

      El Cabildo alcalaíno estaba presidido por el Alcalde mayor o Corregidor, cargo ejercido por D. Manuel Simó y Solano. Nacido en Granada el 29 de octubre 1753, había iniciado su carrera en 1769 al obtener beca de Colegial Jurista en el Real de los Apóstoles San Bartolomé y Santiago, donde estudia durante cinco años Súmulas, Lógica y Ética. Durante los tres años siguientes estudia Jurisprudencia Civil para cursar posteriormente un año de Derecho Canónico. En 1773 obtiene el grado de Bachiller en Leyes por la Universidad de Granada. Durante 4 años es miembro de la Academia de Jurisprudencia práctica establecida por el Colegio de Abogados de Granada, ejerciendo de Juez y abogado. En diciembre de 1779 ingresa como abogado en la Chancillería de Granada. El 28 de agosto de 1784 toma posesión como Corregidor de la Villa de El Coronil, nombrado por el Duque de Medinaceli, donde permanece hasta enero de 1787 en que es promovido a la ciudad de Denia, en Valencia. Allí permanece hasta marzo de 1793, siendo nombrado el 28 de abril de dicho año corregidor de la Villa de Espera, desde donde pasa en 1799 a ejercer en nuestra localidad. 

      Existen además dos alcaldes ordinarios, equivalentes a los actuales tenientes de alcalde, o como aparecen denominados en las actas de la época, alcaldes de 1º y 2º voto, además de seis regidores o concejales. El encargado de mantener el orden y manejar las milicias será el alguacil mayor, mientras que el escribano de cabildo hará las funciones de secretario. 

      En el cabildo de 5 de enero toman posesión de sus respectivos cargos los nuevos alcaldes y concejales, recogiendo el acta todo el protocolo de aceptación de los nuevos capitulares, bajo la fórmula del juramento en defensa del Misterio de la Purísima Concepción: 

“Sre. titulo de nuevos capitulares 

En este cav.do por el Señor Correxor Presidte se manifestó un titulo que expresó haverlo puesto en poder de su mrd. Dn Alonso de Mendoza y Peña Admor del Exmo. Sr. Jurisdiccional de esta villa, el qual es despachado por la Exma Sra Da Juaquina de Benavides Pacheco de la cueva…se sirve nombrar por Alcaldes de primer voto y segundo a los señores Dn Juan Benitez Valverde y dn Diego Maria del Manzano; para Alférez mayor y Algl mor a dn Rafael de Velasco y dn Jose Antonio Coronado y pa Rexidores a dn Franco Caballero xarillo, dn Jose Arias Ximenez, dn Gonzalo Guimaran, Dn Jose Benitez del canto, dn Franco Cid Noble y dn Christobal Muñoz; Y enterados dhos Señores de la indicada elección y encontrándola conforme con su propuesta; Acordaron se guarde, cumpla y execute en todas sus partes, uniéndose a este Libro capitular dho titulo y respecto de hallarse citados ante diem por el caballero Algl mayor las Personas nombradas y que están aguardando en la Pieza de esta Essna de Gobierno, existente en esta casa capitular, que se vaxe a ella por el presente Essno. y dándoles el correspte recado de urbanidad los conduzca e introduzca en esta sala de Acuerdos y en ella precedidas de las solemnidades y ceremonias acostumbradas se le reciba a cada uno en sus respectivos empleos: Mediante lo qual y verificada dha dilixa. precedida la aceptación de cada uno en sus respectivos empleos y el Juramento de la defensa del Misterio de la Pura y limpia Concepcion y el de exercer su oficio con la fidelidad corresponte y guardar el debido sigilo en los asuntos que se traten y acuerden por el dho Sor. Presidente se entregaron los Vastones a dhos señores Alce Dn Juan Benitez y no se hizo a el dn Diego Manzano por hallarse ausente de esta, a el Alferez mayor y Algl mayor y a todos se les dio la correspondiente posesion, que tomaron quieta y pacíficamente y sin contradicion alguna” 

       Tras la toma de posesión, los miembros del nuevo Ayuntamiento llevan a cabo una votación para elegir entre los vecinos a los que han de ocupar distintos cargos en la administración pública. Como muchos de ellos intervendrán de alguna manera en el desarrollo de los acontecimientos durante la epidemia, recogemos a continuación la lista completa de cargos [3]

- Corregidor y Presidente: Manuel Simó y Solano 
- Alcalde ordinario de 1º voto: Juan Benítez Valverde 
- Alcalde ordinario de 2º voto: Diego María del Manzano 
- Alférez mayor: Rafael de Velasco 
- Alguacil mayor: José Antonio Coronado 
- Regidores: Francisco Caballero Jarillo, José de Arias Jiménez, Gonzalo Guimaranes, José Benítez del Canto, Francisco Cid Noble y Cristóbal Muñoz 
- Síndico provisor: Francisco de la Jara 
- Síndico general: José Suarez 
- Escribano: Miguel Manin de la Bastida 
- Diputados de Millones: Juan Benítez Valverde, Alcalde y Manuel Simó, corregidor 
- Padre general de menores: José Antonio Coronado, alguacil mayor 
- Diputados de cartas: Señores Jueces con la misma forma que el año anterior 
- Diputado de guerra: Alcalde 
- Diputados de Montes: Rafael de Velasco y José de Arias 
- Diputados de fiestas: Juan Benítez, Alcalde y José de Arias, 
- Diputados de obras: Gonzalo Guimaran y Gonzalo Muñoz 
- Diputados de campo: Rafael de Velasco y José de Arias 
- Promotor fiscal: José Suarez 
- Cirujano: Vicente Guillen, que lo era anteriormente 
- Procuradores del número: Ildefonso de Zurita, Juan Manuel de la Cuesta, Francisco Corona y Pablo Villoslada y Morales 
- Veedores de viñas y olivares: Bartolomé de Oliva y Juan Antonio Camacho 
- Veedores de panes: Juan de Mora y Juan de Soto 
- Veedores de huertas: Diego Pérez y Francisco Benítez de los Ríos 
- Veedores de Molinos: Alonso Guerrero y Antonio Guerrero 
- Alarifes de Albañilería: Antonio Pedrero y Francisco Escalona 
- Alarifes de carpintería: Juan Vicente Periañes y Antonio Ulloa 
- Tesorero de Millones: Juan de Morales Márquez 
- Receptor de carnicería: Juan Manuel de la Cuesta 
- Mayordomo de Propios: Francisco Durán Troyano 
- Receptor de bulas: Francisco Durán Troyano 
- Receptor de papel sellado: Juan Marchante 
- Fiel de la Alhóndiga: Francisco de Paula Román 
- Diputado del Pósito: José Antonio Coronado, alguacil mayor 
- Depositario del Pósito: Juan de Morales Márquez 
- Médicos: José Sánchez Aznar y Lorenzo Rodríguez 
- Fiel de carnicería: Ildefonso de Zurita 
- Diputado de caballería: Gonzalo Guimaran, regidor 
- Encerrador: Juan de la Cruz Cortegana (lo era anteriormente) 
- Alcaide de la cárcel: José Suarez, que lo era anteriormente (se le concede para mayor seguridad de la cárcel, la casa sobre ella, mientras tenga este cargo) [4]

     Pero volvamos al origen de la epidemia. Tradicionalmente se atribuye al navío americano El Delfín la introducción de la epidemia en Cádiz, donde arribó el 6 de julio de 1800 tras 24 días de viaje con 12 marineros y 22 pasajeros a bordo, falleciendo en el transcurso de la travesía tres individuos de su tripulación, aunque otras fuentes también apuntan que pudo introducirse a bordo del navío El Águila, que arribó en Sanlúcar el 30 de junio procedente de la Habana, habiendo fallecido cinco hombres en la travesía, pasando parte de su población a la capital gaditana. 

     Sea como fuere, la fiebre amarilla, también conocida como vómito negro o prieto comienza rápidamente a hacer estragos entre la población gaditana, ante la indecisión de los médicos, que encontrándose una enfermedad casi desconocida, no se ponen de acuerdo sobre si es de origen contagioso o estacional y queriéndole restar importancia, pierden un tiempo precioso para atajarla con medidas como el aislamiento, de tal modo que no será declarada la epidemia hasta primeros de agosto, ante la elevada mortandad que estaba ocasionando. 

     Oficialmente no será hasta el 29 de agosto cuando lleguen a nuestro pueblo noticias sobre la epidemia en un escrito remitido por el conde de L´Haye de Saint Hilaire, Comandante General del Campo de Gibraltar, jurisdicción de la que dependía Alcalá, en el que insta a cortar toda comunicación con la ciudad de Cádiz para evitar que la enfermedad se propague, viéndose dicho oficio en el cabildo del día 31 de dicho mes: 

“En este cavildo se acordó asimismo de conformidad a que mediante las graves enfermedades y peores resultas que se están experimentando en la ciudad de cadiz como es notorio en este Pueblo y a mayor abundamiento lo manifiesta asi a esta Justicia S. Sra. el Señor comandante gral interino de la ciudad y campo de San Roque con fecha veinte y nueve del que acaba en el que tambien lo hace para que se tomen las mas eficaces providencias a fin de cortar toda comunicación con dha Ciudad…”[5]

      Sin embargo, la enfermedad ya ha penetrado en Alcalá, antes incluso de que se tomen las primeras medidas, pues en un listado de fallecidas en el Beaterio que se conserva en el Archivo Parroquial de Alcalá se anota un fallecimiento el día 24 de agosto: 

“En Alcalá de los Gazules, en veinte y quatro de Agosto de mil ochocientos: falleció en la epidemia Elvira Maria Dueñas, hija de Antº Bentura Dueñas y de Juana Naranjo” [6]


      Tras conocer las órdenes del Comandante General del Campo de Gibraltar, los miembros del ayuntamiento alcalaíno deciden tomar medidas, siendo la primera, tal como solía ocurrir en casos de calamidad, acudir a la patrona para pedir su intercesión, acordándose además suprimir lo que hoy conocemos como Romería en el Santuario y trasladando a la Virgen al pueblo, para así evitar la afluencia de foráneos: 

“…siendo la mayor que siempre se ha experimentado, el dia del dulce nombre de Maria a la magnífica festividad que se le hace en su Santuario a causa de la concurrencia de distintas personas de todos los pueblos comarcanos y particularmte. de la isla y cadiz desde luego se dertermino por este Cuerpo que pa evitar los perjuicios que por ello se le pueden originar a la salud publica se traiga a esta villa (se traiga a esta dha Va) a la referida nuestra Señora Patrona por medio de procesión que este Ayuntamiento junto con el venerable clero y su común de vecinos en forma de penitencia haga para que en esta Parroquial se celebre dha festividad annual y al mismo tiempo los señores Beneficiados y Curas de la misma que lo tengan a bien las tardes del Novenario qe tambien se le hará a nuestra Señora, predicará el que tenga por conveniente, a fin de que asi uno y otro Cuerpo concurran a rogar y suplicar a nuestra Señora libre a todo el vecindario y deemas de la epidemia que en dha ciudad se esta experimentando, asi de hambre peste y Guerra y para todo ello se le pase el oportuno oficio al seño vicario ecleciastico Dn Martin cumplido, en inteligencia de que por este cuerpo, no se nombran como se ha acostumbrado, Diputados particulares mediante la situación de las cosas y evitar gastos de comida y deemas para lo que el Pueblo no puede concurrir, mediante la pobreza que se está experimentando pues todos los Yndividuos de este cuerpo deben de ser Diputados”.[7]

      En el mismo acta se hace alusión a “los soldados que están acordonando a el Pueblo” lo que nos indica que ya antes de tomar decisiones en este cabildo, parece ser que se tomaron algunas providencias, posiblemente el mismo día de recibirse las órdenes del Conde L´Haye de Saint Hilaire. Asimismo, se determina que los propios regidores se turnen en la vigilancia de las entradas del pueblo junto a los soldados para reconocer a las personas y decidir quién puede pasar y quién no: 

“Sre. qe los Rexidores se pongan en las entradas y salidas del Pueblo. 

tambien se trató y acordó en este cavdo que para llevar a debido efecto las providencias y determinaciones que por la Real Justicia de esta villa se han tomado a fin de cortar toda comunicación de forasteros asi de cadiz como de los demas Pueblos inmediatos mediante los perjuicios que se están experimentando, y se pueden originar a la salud publica en esta villa, a causa de que los soldados que están acordonando a el Pueblo no conocen las Personas y sujetos que deben y pueden entrar en él, se determina que los caballeros Rexs y diputados del común se pongan con dhos soldados en las entradas y salidas del Pueblo, para que como comisionados de la misma, celen y reconozcan los que puedan y deban entrar en el alternando para las noches unos con otros en inteligencia de que serán responsables si se experimentase de que entren algunos forasteros, ni frutos que conduzcan y por ellos perjuicio a este vecindario y asi se determinó” [8]


      Aunque solo conocemos las órdenes, grosso modo, es muy posible que también se recibieran una serie de medidas para intentar controlar la epidemia, similares a otras que se tomaron e imprimieron en distintas ciudades. [9] Así, las tropas deben acordonar el pueblo en toda su circunferencia, a distancia de una legua (unos 5,5 kms.) marcándose claramente dos líneas separadas entre sí cien pasos, una para evitar que salgan los bloqueados dentro y la otra para evitar el contacto del exterior con los bloqueados. En el caso de Alcalá, aparte de soldados, seguramente por ser escasos para bloquear todo el perímetro, participan en el cordón muchos vecinos, construyéndose chozas para el resguardo en las tareas de vigilancia, tal como posteriormente declararía el Licenciado Miguel Moreno González: “las chosas qe se hicieron para los vecinos qe custodiavan el Pueblo”  añadiendo además que los propios vecinos aportaron el material para su construcción: “los mismos avitantes condujeron de sus cortijos las castañuelas y demas materias que al efecto se les pidieron”. Este testimonio es refrendado por Francisco Villanueva, quien corrobora: “las cosas echas con palos y castañuelas que suministraron y condugeron los vecinos y labradores del campo”. Pero no solo se hace la vigilancia desde estas chozas sino también se utilizan los cortijos de la zona para alojar a la tropa, según el testimonio de otro alcalaíno, Domingo Sánchez Corona, quien expone: “…se hicieron varias chozas para impedir qe se infestase el Pueblo, la entrada de forasteros… y por otras partes del termo se acogieron las tropas en los cortijos” 

      Las medidas de contención propuestas son muy rigurosas, tanto que se publicarán bandos imponiendo la pena de muerte a los que se salten el bloqueo, aconsejándose a los jefes militares utilizar las armas de fuego e incluso la bayoneta como último recurso. 


NOTAS

[1] TOSCANO DE PUELLES, Fernando; Sainz de Andino, el hacedor de leyes. 1987. Pág. 20. Recoge los datos de ANTON SOLÉ, Pablo; Situación económica y asistencia social de la Diócesis de Cádiz en la segunda mitad del siglo XVIII 

[2] TOSCANO DE PUELLES, Fernando; Historia de la Congregación-Beaterio de Jesús, María y José. 1988. Pág. 36. 

[3] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALÁ DE LOS GAZULES. (AMAG) Libro Capitular de 1800. Cabildo de 1 de enero. Folios 3-4 vto. 

[4] AMAG. Libro Capitular de 1800. Cabildo de 5 de enero. Folios 5-8 vto. 

[5] AMAG. Libro Capitular de 1800. Cabildo de 31 de agosto. Folios 25 vto. - 27 

[6] ARCHIVO PARROQUIAL DE ALCALA DE LOS GAZULES. Libro de funerales nº 8. Folio 108 

[7] AMAG. Libro Capitular de 1800. Cabildo de 31 de agosto. Folios 25 vto.-27 

[8] AMAG. Libro Capitular de 1800. Cabildo de 31 de agosto. Folios 27 y vto. 

[9] REFLEXIONES ACERCA DE LA EPIDEMIA QUE REYNA EN CADIZ Y MEDIOS DE ATAJAR LOS ESTRAGOS DE UNA PESTE. Reimpreso por orden de la Junta de Sanidad. Mallorca 1800 


viernes, 13 de marzo de 2020

La imagen de María Stma. de las Lágrimas de Alcalá de los Gazules. “Apuntes para su historia”



José Miguel Sánchez Peña 
Conservador Restaurador emérito del Museo de Cádiz 



      La imagen de María Stma. de las Lágimas es la cotitular de la Hermandad de la Columna de Alcalá de los Gazules (Cádiz), con sede en la iglesia parroquial de San Jorge de dicha localidad. 

     Se trata de una imagen de Virgen Dolorosa de vestir, de candelero y de tamaño natural, realizada en la primera mitad del siglo XVIII[1]. Se incorpora a la Hermandad en 1987, año en el que la corporación se encontraba en vías de reorganización. Una vez que se lleva a cabo una larga intervención, pues la talla se hallaba en estado de abandono y en precario estado de conservación, se incorpora a la Hermandad. 

      Debemos añadir que la imagen fue entregada tras su intervención el 22 de Mayo de 1987, y es obligado aclarar que el aspecto que presenta en la actualidad es muy distinto de cuando se entregó, siendo el resultado de actuaciones posteriores. Las mismas fueron realizadas cuando se intervino al Cristo atado a la Columna y por la misma persona, que dieron lugar a diversos procesos conflictivos e incluso una nueva restauración. 

Introducción 

      En el mes de Septiembre de 1986 se me hace la propuesta de “Restaurar” la imagen; para ello me desplazo a Alcalá de los Gazules en donde inspecciono la talla “in situ”, para elaborar seguidamente Informes y Presupuestos[2]

Fotografías tomadas en la iglesia parroquial 
de San Jorge de Alcalá de los Gazules (antes de iniciarse la intervención).


      Tras examinar la talla, era evidente que no podíamos hablar de una “Restauración” ortodoxa, sino de aprovechar o utilizar la imagen para que pudiese ser expuesta dignamente al culto. La misma se encontraba en estado inservible, no apta para ser expuesta al culto, como resultado del abandono en un almacén o trastero del citado templo junto a otras imágenes, enseres y objetos de culto. Independientemente de que había que sustituir el candelero, las partes principales y visibles como la cabeza y manos, se encontraban muy alteradas y dañadas; todo ello no solo afectaba al modelado o talla sino también a la policromía. 



      Era evidente, que dado el precario estado de conservación, no podíamos pensar que tras su intervención la imagen volviese a su estado primitivo. Muchos aspectos técnicos y matices de la obra se hallaban perdidos, y por consiguiente eran ya irreversibles. 



      En aquella visita, en la que también inspeccioné al Señor atado a la Columna, pues también se me propuso su restauración una vez finalizase la de la Virgen, transmití a los miembros de la Hermandad la vinculación de esta imagen al taller del escultor jerezano del siglo XVIII Francisco Camacho y Mendoza, por sus similitudes a otras obras de este escultor. 

     En este contexto, tras aceptarse mi propuesta, recibo en mi Estudio en Cádiz la imagen[3]. Ya con la imagen en el taller, el historiador Enrique Hormigo me visita y me hace entrega de documentos hallados por él referentes al Cristo atado a la Columna y a una Dolorosa que supuestamente podría ser la Virgen de las Lágrimas[4]. Dichos documentos han sido dados a conocer años después por el historiador Gabriel Almagro[5]

Estado de Conservación 

      La imagen es una talla de candelero para vestir, al estilo de la mayoría de las Dolorosas andaluzas, y su estatura, del natural. El busto y el candelero se encontraban tapizados con un tejido de lino, claveteado con tachuelas. Está compuesta por el busto/ torso, y a partir de las caderas el candelero propiamente dicho; éste se compone de dos elipses, una superior (que conforma las caderas) y una de base de mayores diámetros. Cuatro riostras, situadas en los extremos de las elipses unen las dos partes. Respecto a la parte superior, el busto (o torso) de la imagen llega hasta la cintura, integrándose en el conjunto la cabeza. La madera utilizada en el busto y en las manos es de ciprés, y en el resto pino.

Fotografías tomadas en el Taller, tras la llegada de la imagen,
antes de acometerse la intervención.

       En cuanto a los brazos, llevan articulaciones de galletas, realizados en madera de pino, y apenas tenían movilidad al estar claveteados. Las espigas de las galletas, tanto las correspondientes a los codos como a los hombros quedaban sujetas por pasadores, situados en las zonas claviculares y en los brazos respectivamente. Tienen formas torneadas, aunque están realizados con azuela (presuntamente) y escofinas, por las marcas que presentan. Las manos están realizadas en madera de ciprés, y se acoplan a los antebrazos con espigas, que se bloquean mediante pasadores, como ocurre en los brazos. 



     La cabeza y el busto presentaban grietas y fisuras de distinto tipo, la mayoría de ellas respondían a la unión de ensambles “movidos” y otras por daños ocasionados por los golpes y el abandono general. También en la cabeza y a la altura de las sienes, tras la mascarilla, eran visibles dos canales o hendiduras a ambos lados, que supuestamente se le harían para poder colocar una diadema. Hemos de destacar el modelado y corrección de las orejas de la imagen, hecho no muy usual en las Dolorosas de candelero. 

      Respecto a la policromía, se encontraba repintada en su totalidad, por distintas capas de pintura aplicadas en distintas épocas, sin criterio y seguramente por algún aficionado. Dada la uniformidad, la textura y el aspecto de la capa pictórica, podríamos decir que era una pintura industrial, sin los matices que proporciona la pintura al óleo. 

      Los ojos de cristal estaban partidos, y habían sido colocados por el exterior, con párpados de pasta con objeto de fijarse a la cuenca ocular. Esta modalidad de colocación de los ojos, fue muy empleada a principios del siglo XVIII por escultores con destacadas obras en Jerez de la Frontera, como Ignacio López, Francisco Camacho o Diego Roldán. Se respetaba también “la mascarilla” de la cabeza, ya que se despegaba durante el proceso de ejecución para realizar el interior de la boca y colocar dientes de nácar o marfil, en algunos casos. 

      Respecto a las manos, se apreciaba la calidad del modelado, pues en lo que correspondía a la policromía nos remitimos a la descripción del busto. 


Proceso de Intervención 

       Para comenzar debemos diferenciar entre las partes nobles, como busto y manos y el candelero con los brazos articulados. 

      Dada la precariedad y lo rudimentario del candelero, que evidentemente era de origen, se realiza uno nuevo en madera de pino de Flandes, pero con mayor número de riostras, que le dan más consistencia. Se sustituyen también los brazos, torneados en el mismo tipo de madera. Llevan articulaciones del tipo de “galletas”, de madera de caobilla, con tornillos y palometas. 

      En la cabeza se practican varias catas para averiguar el estado de la policromía, viéndose que no hay nada que se pueda aprovechar debajo de los repintes generales, sino restos de distintas intervenciones realizadas de forma arbitraria. Por ello se toma la decisión de dejar la talla en la madera para estucar de nuevo y encarnar. 

      En cuanto a la cabeza y busto, se descubre que está conformada por múltiples ensambles o trozos de madera colocados de forma arbitraria, es decir, algunos “al hilo” y otros “por cabeza”. Quizás la parte más completa es la mascarilla de la imagen, aunque muy reducida de tamaño, pues escasamente cubre la boca y los ojos. El ensamble más llamativo se aprecia en el cuello, con un ensamble por cabeza y en un lugar demasiado visible. Por este motivo, en las dilataciones y contracciones de las maderas aparecían tantas fisuras o líneas de unión. Resulta extraño que se emplearan tantas piezas en un conjunto tan pequeño, tratándose de una imagen de vestir y no de una talla completa o de gran tamaño. Finalmente, reseñamos que las distintas piezas o ensambles que conformaban el busto, además de haber sido encoladas, iban aseguradas con numerosos de clavos. 

Fotografías de la imagen finalizada la intervención. 

      Dado que la mayoría de ensambles estaban desencolados (se había hecho lógicamente con cola animal), se procede a despegar los mismos y encolar de nuevo con cola acrílica. Se coloca también una espiga central de ciprés para reforzar la unión de la cabeza con el cuello. 

      Respecto a los ojos, que se hallaban muy fracturados e inservibles, se sustituyen por otros, de cristal también, esféricos y con forma de matraz. Se colocan por el interior de la mascarilla. 

      En cuanto a las manos de la imagen se hallaban completas, en lo que atañe al modelado, aunque repintadas siguiendo el criterio del resto de la imagen. 

      El proceso de intervención del busto comienza por la retirada de las capas de pintura y el estuco correspondiente. Después se extraen numerosos clavos que ajustan ensambles, para poder despegar éstos. Finalmente, se encolan todas las piezas, pues la madera de ciprés era de calidad y presentaba buen estado de conservación. Fue importante la colocación de una espiga cilíndrica de ciprés que tenía como función unir con seguridad la cabeza al busto, cuya unión general por cabeza se hallaba en el cuello. 

      A continuación, selladas las fisuras y uniones, se procede a aplicar el aparejo, realizado con cola animal y sulfato cálcico, en distintas capas. Luego es lijado el conjunto de toda la superficie, finalizándose con la aplicación de agua/cola. 

      El siguiente paso es la policromía o encarnado, realizado al óleo siguiendo técnicas tradicionales, que en diversas capas y veladuras ponen el punto final. 

      Terminado el proceso de encarnado, se colocan las lágrimas de cristal y las pestañas. 

      También se coloca tornillo en la cabeza para la sujeción de diadema o corona. 

       En todo el proceso de intervención en el rostro, se eludió hacer cualquier modificación, mediante añadidos o tallado/lijado de las facciones de la imagen. 

Fotografías de la imagen (en el taller),
finalizada la intervención y vestida.




NOTAS

[1] La imagen mide 165 cms. de altura. 

[2] Fecha Informe y Presupuesto, 3 de Octubre 1986 

[3] La talla se recibe el dia 3 de Enero de 1987 

[4] Contenido de la reseña documental: Los datos proceden de un Libro de Cuentas de la Cofradía (1733-1735), en el Folio 68, y aportan distintos pormenores sobre la hechura y traslados, algo infrecuente e indudablemente de gran valor. Los detalles que se reflejan, se refieren al coste y traslado del Cristo y de los Sayones; asi pues aparecen el coste de las esculturas y de su conducción desde Jerez de la Fra. a Alcalá de los Gazules, del encarnado, de los tornillos para sujetar las imágenes en las andas, de los cajones en donde fueron trasladados,etc.,cuyo importe total ascendió a 2996 y medio reales de vellón. 

Al mismo tiempo, el 30 de Enero de 1735, figura el pago de la imagen de la Virgen: “210 reales de vellón cabeza y manos de la Virgen”, que también se trajo de Jerez. 

[5] Almagro Montes de Oca, Gabriel: “Las Imágenes de la Cofradía de la Columna”, en APUNTES HISTÓRICOS Y DE NUESTRO PATRIMONIO.”Cuadernos de Temas Alcalaínos”. Cádiz. 2000. Pgs. 79 y 80.

(Nota del autor del blog: Mi agradecimiento a José Miguel Sánchez Peña por aceptar mi ofrecimiento para que escribiera el presente artículo.)

viernes, 6 de marzo de 2020

Nuevos datos sobre la Cofradía del Dulce Nombre IV



Ismael Almagro Montes de Oca 

      Otra Cuaresma más descubrimos un poco de la Historia de la Cofradía del Dulce Nombre, que radicaba en el convento de Santo Domingo. Si en anterior ocasión vimos un inventario de 1769, hoy conoceremos otro que se realizó en 1776 al hacerse cargo de la mayordomía fr. José Sandoval. 

      Se trata de una detallada relación donde se recogen las ropas de las imágenes de la Cofradía, El Niño, el Cristo de la Expiración y la Virgen de las Lágrimas, las joyas y alhajas, así como la cera y los pasos procesionales: 

Nuevo inventario de las Alajas y demás efectos de la Cofradia del dulce Nombre de Jesus, cita en el Convto. de las Sagras. Llagas y Sto. Domingo de Alcala de los Gazs., hecho en el año de 1776 siendo Mayordon. Joseph Zandoval y Coca 


Primte. un Baquerito encarnado dema. tela de plata, y otro morado dema. tela con puntas de oro. 

Ytem. Otro Baquerito de raso verde con galon y fleco de oro. 

Ytem. otro blanco dema. tela, ordinario y otro blanco y pajiso. 

Ytem. Unas medias encarnadas y otras asules. 

Ytem. Tres pares de Calzones unos verdes de razo: otros encarnados, otros de lustrina celeste. 

Ytem. Dos camisas. 

Ytem. Un par de Calcetas: y un par de Calsones blancos de Bretaña. 

Ytem. Una túnica de terciopelo bordada de Oro. 

Ytem Dos cordones uno de cintura y otro del cuello ambos de ceda y oro. 

Ytem. Tres pelucas la una inservible, y las dos qe. pueden servir. 

Ytem. Un manto celeste de tafeta y una túnica de tafetán morado de la Virgn. de las lagrimas y tambn. un Cingulo morado de ma. tela. 

Ytem. Una túnica morada, un medio manto celeste de tafetán todo y cíngulo de ceda; que todo le sirve a la virgen en el nicho. 

Ytem. Una Camilla y cenefa de ferpa negra pa. el paso de la Virgen. 

Ytem. Un guion de damasco encarnado. 

Ytem. Dos estandartes morados: y un guion encarnado de convite todo viejo. 

Ytem. Una manguilla morada. 

Ytem. Un palio de raso liso y una sobremesa de raso mui ordinaria. 

Ytem. Quatro frontales viejos: uno encarnado, otro amarillo, otro negro y otro morado. 

Ytem. Quatro manteles bien ordinos. con sus encages. 

Ytem. Una túnica del Niño de gasa blanca con ramos y puntas de oro. 

Ytem. Dos cíngulos y una toalla del Sto. Christo. 

Ytem. Un velo morado del nicho del Sto. Xpto: con galon de oro falso y un espaldar de terciopelo con galon de oro. 

Ytem. Un velo del nicho del Niño; de raso de colores diferentes. 

Ytem. Un paño de raso morado qe. sirve en los entierros. 

Ytem. Una túnica del qe. lleva la campanilla y ocho túnicas grandes de olandilla. 

Ytem. Un trompeta con banderola de raso morado. 



Candeleros y Urnas y otras cosas de la Cofradia 


Primte. Ocho candeleros encarnados y un atril en cada altar de madera todo. 

Ytem. Diez angelitos destrozados. 

Ytem. Quatro ramos de papel con pies de madera dorados. 

Ytem. Tres Urnas, y una pariguela y sus varales. 

Ytem. Doce faroles pequeños. 

Ytem. Seis varas plateadas del paso de la virgen. 

Ytem. Tres arca apolilladas de viejas. 

Ytem. Dos bancas y un caxon pa. Cera con sus llaves. 

Ytem. Dos mesas de altar, y quatro bancos pequeños. 

Ytem. Dos quadros uno de Sn. Joseph: y otro de Sn. Gonzalo Admarante. 

Ytem. Un Sn. Joseph de vulto q. esta en la Capilla del Niño. 

Ytem. Una campanilla. 

Ytem. Veinte y dos orquillas. 

Ytem. Una cruz y su toalla. 


Plata 

Una corona de espinas de plata pa. el Niño de onze onzas y siete adarmes de peso. 

Una Cruz del guion de veinte y tres onzas y diez adarmes. 

Una Diadema de la Virgen de Cinco onzas. 

Una demanda en qe. se pide de diez y seis onzas y tres adarmes. 

Un mundo de plata sobredorada de onze onzas y tres adarmes. 

Unos sapatos del Niño de siete onzas y media. 

Tres potencias de plata de quatro onzas, adarme y medio. 

Otras tres potencias de plata sobredoradas Seis onzas y doce adarmes. 

Un Rosario de Coral engarsado de feligrana de plata quatro onzas y dos adarmes. 

Una joya de plata sobredorada qe. dixo el platero tenia de valor diez rrs. vn. 

En el espaldar del Sto. Christo ay pegadas cien estrellas, un Sol y una Luna qe no se han pesado pr no despegarlas. 

Assimismo en la Camilla de la Virgen ay ciento y treinta estrellas de las quales ay muchas rotas. 

La Cruz del Niño con Cantoneras y remates de plata. 

Una bandera de plata qe. consta de ocho cañores de largo y uno en cada braso de la cruz: los qe no se han pasado pr desarmarla pr no descomponerla pr. lo dificultoso qe. es y puede padecer algún detrimento. 



Cera labrada 

Setenta y cinco libras de cera servida y por servir. 


Joseph Sandobal de Coca 


Manifestó el maymo. existían las mismas Alhajas de este Inventario y sin aumento ni disminución. 

Se añade aquí una rromanita de Yerro y un costar 

Y una bandera de la trompeta.”