sábado, 24 de mayo de 2025

Curiosas escrituras notariales (I)




Ismael Almagro Montes de Oca



    Los Protocolos Notariales son una importante fuente de información para conocer la Historia de Alcalá, en cuanto que cada escritura se convierte en una instantánea de un momento concreto del pasado, en una foto fija, pero si sumamos los miles de documentos que contienen a lo largo de cuatro siglos, obtenemos una línea temporal donde quedan reflejados aspectos, no solo importantes de la vida local, sino también otros más cotidianos como compra-venta de casas, tierras, pleitos, testamentos, etc.

    En esta maraña de documentos, a veces nos encontramos algunas escrituras que, sin ser relevantes, llaman la atención por hacer referencia a acontecimientos poco habituales.

    En esta primera entrada, vamos a ver algunas de ellas relacionadas con fiestas y con toros, …y con robos.

    Corría el mes de septiembre del año de 1692 cuando vecinos de Ubrique, pertenecientes a la Cofradía de la Veracruz de la localidad serrana, se desplazaron hasta El Fresnillo, en el término de Alcalá, donde tenía su ganado el beneficiado de la Parroquia D. Diego Bañales Morillo y allí cometieron un robo:

    “sin horden ni consentimiento suio los diputados de la cofradia de la santa cruz sita en la vª de hubrique Binieron a dicho sitio y apartaron dos toros padres los quales se llebaron a dicha vª para las fiestas de toros que en ella hicieron de que resulto aberle muerto uno de ellos y otro perdido que no a acudido a dho ganado todo con grabe perdida por ser los dhos toros padres y aberse quedado las bacas vacías”

    El beneficiado hizo diferentes diligencias para intentar cobrar el valor de los toros robados, que estimaba en 50 ducados, más el daño ocasionado a su ganado, al perder a los dos toros padres, que figaba en más de 200 ducados, sin que estas diesen resultado, por lo que dos años más tarde, realizó una escritura dando poder al vecino de Alcalá Andrés de Molina para que iniciase un pleito en la villa de Ubrique o donde fuese necesario para cobrar que la citada cofradía le resarciese de los daños ocasionados. [1]

    Pasado justo un mes de este robo, en octubre, se produjo otro. Esta vez el afectado fue el alguacil mayor de Cádiz y secretario de su majestad, D. Gaspar del Cerro, quien puso demanda en la Real Chancilleria de Granada contra los que sustrajeron los animales de su ganado, varios vecinos de Alcalá. Lo más curioso es que entre ellos figuraba el alguacil mayor de esta villa:

    “aparesen culpados en que an traido algunos toros suios a las fiestas que se hicieron en la Plasa de Señor Santo Domingo por el mes de octubre del año próximo pasado contra su voluntad y de sus ganaderos y por los tratamientos que a estos y a sus Ganados se le hicieron”

    Hasta Alcalá se desplazó desde Granada el receptor de la Real Audiencia D. Pedro Antonio López de Noriega para hacer diligencias y encarceló a diferentes personas en la cárcel publica de la villa.

    Finalmente, vecinos influentes intercedieron para que que D. Gaspar del Cerro “se desista y aparte de ella por ahora y consentir se suelten los dhos reos de la prisión en que estan con fiansa de la has y con protestar seguir la dha causa quando le convenga” [2]

    Aunque en la escritura no se menciona qué fiesta se celebró, suponemos que guardaría relación con la Virgen del Rosario, que tanta devoción tenía en el Convento de Santo Domingo.

    El siguiente robo ocurrió ya entrado el siglo XVIII y también ocurrió en el ganado de otro presbítero beneficiado, Bernardo Díaz de Oliva, a quien vecinos forasteros sustrajeron en 1708 un animal para otro festejo:

“unos vesinos de dha villa de gausin me llevaron del termino de esta villa para unas fiestas el qual lo mataron y pesaron”

    No contentos con robar el astado para regocijo de aquellos habitantes, sino que encima se lucraron con la venta de su carne, por lo que el beneficiado dio un poder a su cuñado Melchor de Palma, para que acudiese a Gaucín a exigir al fiel de la carnicería de aquella villa un certificado con el importe de la venta, y no solo de la carne, sino “por lo que mira la piel que con juramento las personas que corrieron con esta dependencia declaren en quanto la vendieron”, todo con vistas a reclamar el cobro de las cantidades que importaron, como propietario del todo sustraído. [3]



    Estos robos no solo ocurrían para celebrar fiestas de menor rango, puesto que en 1717 se sustrajo uno para su suelta en la fiesta más importante que se celebraba en Alcalá en aquella época, la fiesta del Corpus Christi. Esta vez el damnificado fue Fernando Gómez Tutor, que interpuso una demanda “a Dn Melchor de toledo Bezº de esta viª por averle muerto un toro que sin su licencia le trageron a las fiestas de el corpus del año prosimo pasado de mill setecientos y diez y siete”[4]

    Todavía hemos encontrado un último caso, acaecido en 1762, en el que nuevamente se ve afectados un beneficiado y siendo foráneos los amigos de lo ajeno. El robo fue perpetrado el 11 de mayo de aquel año, según consta en la escritura de poder que el beneficiado Cristóbal Collado dio a D. Antonio Díaz, procurador de la Real Chancillería de Granada para defender sus intereses contra los vecinos de Paterna:

    “por haverme violentamente y con oposición de mis sirvientes extrahido de la dehesa de las Correderas de mi cargo en este termino en el día once del corriente mes los vecinos de la villa de Paterna de Ribera para el festejo que ejecutaron, dos toros padres únicos que tenia y conserbaba en mi ganado para la cria y aumento en que actualmente se hallaban, dessamparandolo por haverlos maltratado y herido con Banderillas y otros instrumentos de que se deja ynferir la perdida y quiebra que padesco en la criansa de esta especie”

    Como vemos, no era infrecuente que este tipo de robos se produjera, por lo que incluso este beneficiado incluyó en la escritura que el procurador intentase conseguir en la Real Chancillería una provisión que legislase sobre este tipo de allanamientos:

“pretendiendo igualmente se contengan en lo futuro los rreferidos vecinos de Paterna y Pueblos de su ynmediacion para obviar semejantes damnificaciones”[5]

    Son solo algunos ejemplos de los que hemos tenido constancia, pero seguro que debe haber más recogidos entre la ingente cantidad de documentos conservados en los protocolos.

    Cualquier celebración que se preciara, debía contar con la pertinente suelta de toros y si, llegado el caso, por cualquier motivo no se disponía de ninguno, los vecinos no dudaban en saltarse la legalidad sin respetar la propiedad privada, en beneficio del común.

Anónimo. Escena de encierro en el matadero de Sevilla, ca.1720.
Colección Real Maestranza de Caballería de Ronda.


NOTAS

[1] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules, 368. Poder otorgado ante Juan Barreto de Molina el 31 de agosto de 1694. Folio 390 y vto.

[2] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 6. Desistimiento otorgado ante Juan Bautista de Ortega el 12 de febrero de 1695.

[3] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 152. Poder de Bernardo Díaz de Oliva, otorgado ante Francisco Bautista de Ortega el 11 de septiembre de 1708. Folios 123 y vto.

[4] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 340. Cesión y traspaso de un toro de Fernando Gómez Tutor en favor del convento de S. Fco. de Paula, ante Francisco Bautista de Ortega, otorgada el 20 de febrero de 1718. Folios 12 y vto. Cedió los derechos de dicho toro a los religiosos del Convento de San Francisco de Paula para que lo usaran a su voluntad.

[5] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 31, Escritura de poder otorgada ante Miguel Nicolás de Silva el 14 de mayo de 1762. Folios 42 a 43 vto.

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