sábado, 31 de mayo de 2025

La Iglesia de la Victoria. Trescientos años al servicio de la comunidad cristiana de Alcalá de los Gazules



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2025



Ismael Almagro Montes de Oca

    Cuando aún resuenan los ecos de las celebraciones del V centenario de la refundación de las tres antiguas collaciones existentes en una única en la Parroquia de San Jorge, se vislumbra en el horizonte otro aniversario en el ámbito religioso y patrimonial de Alcalá: el tercer centenario de la consagración de la Iglesia de la Victoria.

    Perteneciente al convento de frailes mínimos de San Francisco de Paula, conviene hacer una retrospectiva de los acontecimientos para entender por qué y cuándo se levanta esta iglesia en su ubicación actual.

    En septiembre de 1585, el beneficiado Alonso Cárdeno otorgaba su testamento, ordenándose enterrar en la ermita de la Consolación, dejando parte de sus bienes para que allí «se funde i haga un conbento de frailes vitorios i para ello se exfetue con toda brevedad»[1] con la condición de que estuviese fundado antes de cumplirse el año de su fallecimiento. 


    Rápidamente sus albaceas contactaron con el provincial de los mínimos, Fray Antonio Becerra, quien, desde Écija, el 6 de diciembre dio poder al corrector del convento de Jerez, Fr. Alonso Diaz y a Fr. Juan Téllez, profeso en dicho convento, para que pasasen a Alcalá para estudiar la viabilidad de la fundación,[2] viaje que realizan en febrero del año siguiente, aceptando Fr. Alonso Diaz la herencia de Cárdeno. [3] Tan solo dos días más tarde, este fraile daba poder a Juan Cárdeno y a Juan de la Puerta para arrendar las posesiones que pasaban al convento, varias tiendas en la calle Real y una heredad en cabeza Redonda. De igual manera, el 4 de enero el provincial de los mínimos dio otro poder al vicario de la Orden, Fr. Jerónimo Morcillo para que se entrevistase con el obispo de Cádiz, García de Haro, con objeto de que hiciese donación de una ermita para fundar el convento, licencia que concede el 22 de marzo, con la condición de que los frailes cumpliesen una serie de condiciones, entre ellas, que la advocación del nuevo convento no fuese de la Victoria, como era lo habitual en dicha Orden, sino que, por expreso deseo del obispo, su advocación fuera otra: 

    «los religiosos se a de obligar a tener la devota ymagen de nuestra señora de consolasion perpetuamente en la yglesia del dho convento en medio del altar mayor de tal manera que el nombre que a tenido de nuestra señora de consolasion lo a de tener para siempre y a de ser la principal advocasion del dho convento y que la tengan muy adornada como sentiende la tenran semejantes relijiosos para lo qual les hacemos grasia de los vestidos y frontales y lanparas y de lo demás ornamentos que las devotas personas an dado para el ornato de la dha imagen y hermita» [4] 

    El 26 de marzo, Fr. Jerónimo Morcillo se obligaba a cumplir las condiciones y acto seguido, el vicario de la Parroquia le daba la posesión de la ermita. El mismo día, el fraile se presentaba ante los regidores del ayuntamiento para pedir la vecindad de los frailes, para así poder tener sus ganados en los pastos del término, presentando dos cartas, una del duque de Alcalá y otra de la marquesa de Tarifa para que «acudan a la orden y religion en todo lo q se ofresciere». Sin embargo, los regidores no concedieron la vecindad al entender que iba en perjuicio del resto de los vecinos. [5]

    Pasado poco más de un mes, el 5 de mayo, el Cabildo recibe una nueva carta del Duque y tras su lectura, deciden acudir aquella misma tarde a la ermita de la Consolación para delimitar la superficie que había de ocupar el convento alrededor de la ermita, un total de veinte cuadros «desde la junta que dicen de la lechuza y el otro camino que va a la yesería y rio de Barbate la pasada de Medina que dicen dejando franco este camino y la calle y camino que dicen de la lechuza señalan que de anchura que puedan pasar dos carretas una de ida y otra de la venida y así los dos caminos en la mano una parte y otra hasta tomar la derechera de un arroyo que esta fuera de la fuente y la collera que dicen tomando por mojón un junquillo abajo del arroyo y subiendo del arroyo arriba quedando a mano izquierda dentro de la derechera la polvera con la fuente de agua que allí estaba y a así va la derechera hasta dar al camino de la lechuza y para allí frontero de un portichuelo se descubre la fuente de las viñas por manera que los dos caminos declarados son mojones y linde de suso nombrados en uno señalaron el dicho sitio para el dicho convento y lo hubieron por señalado».[6]

    Sin embargo, esto no llevó aparejado la vecindad de los frailes, porque pasado un mes, el 9 de junio, el primer corrector del convento, Fr. Bartolomé Ardón, volvió a solicitarla al cabildo y, si bien los regidores acordaron inicialmente consultar a algún letrado sobre si se les podía conceder, decidieron que, entretanto «puedan tener fasta numero de trezientas rezes vacunas de hierro y estas se entiendan ser de su labransa e criansa y q estas tengan por averlas heredado y se les proybe q no tengan otro ningun ganado». [7] Pidió asimismo una ampliación del sitio concedido anteriormente, volviendo algunos regidores hasta la ermita y delimitando nuevamente el terreno.[8]

    Finalmente, la vecindad, tras la consulta de varios letrados, les fue concedida el 27 de octubre de dicho año. [9]

    Asentados ya en la ermita, los frailes empezaron poco a poco a labrar el convento, pero tan lento fue el proceso de edificación, que, pasada una década, en junio de 1595, varios vecinos elevaron una queja al Concejo porque había quedado dentro de la propiedad del convento una antigua yesera que los regidores cedieron a los frailes para la obra y éstos no la usaban. Revocaron aquella cesión y dieron licencia a cualquier vecino «para que puedan libremente hacer yeso en la dha yesera que los dhos frayles tenían por md deste concejo para el avasto de los vºs desta villa atento que en esta villa y mucha necesidad de yeso y q los dhos frayles no labran ni hacen yeso en ella y esta la dha yesera parada y q habiendola menester los dhos frayles para el dho efeto de labrar en su convento se la desenvaracen y dexen libremte para que lo puedan hacer»[10]



    Con el pasar de los años, los frailes decidieron mudar el convento a un lugar más céntrico y cómodo, para lo cual adquieren en 1682 varias fincas en la Plaza de la Cruz, llevando a cabo el traslado el 16 de julio a las 12 de la noche, pero sin dar aviso al obispo, quien, tras enterarse, invitó a la comunidad a regresar al antiguo cenobio, pactando las condiciones para poder trasladarse a la nueva ubicación. Ya con la licencia del obispo, el traslado se produjo a las 4 de la tarde del 22 de agosto, acudiendo «Junta Clerecía, el adjuntamto. de esta villa, Commd del Convto de Sto Domingo y personas de distinción salieron procesionalmte acompañando a esta Commd que llevara consigo el smo sacramento y las Ymagenes que dha Yglesia veneraban, dexando en ella solamte la de Sn Antonio Abad» llegando a las seis de la tarde a su destino, donde fueron recibidos «con jubilo y aplauso general de esta villa, colocando en la parte destinada para Yglecia al Smo Sacramento y Stas Ymagenes».

    Como vemos, cuando los frailes se trasladan, no existía convento, sino unas casas, algunas de cuyas habitaciones se utilizaron como iglesia improvisada. La construcción del nuevo templo, se convertiría en tarea primordial para los mínimos, pero una obra de tanta envergadura no sería empresa fácil. La Cofradía del Nazareno mudó su sede con los frailes, y al cambiar sustancialmente las condiciones en que se estableció en el viejo convento, se vio en la necesidad de dejar plasmado en un documento las obligaciones que cada parte asumía en el nuevo, tales como asistencia a las funciones, sermones, misas y otros aspectos. Gracias a esta escritura de concordia, que se firmó el 29 de septiembre de 1690, ocho años después del traslado, sabemos que la iglesia aún no había empezado a edificarse: «y ten es condision que cada y quando que dho convento labre yglesia le a de dar capilla a dha cofradia»[11]



    Como dato curioso, en una de las cláusulas se recoge que no se sabía si la Imagen del Nazareno pertenecía a su Cofradía o a los mínimos: «y ten es condision que si en algun tienpo por algun asidente la dha cofradia saliere de dho convento sin ocasión que para ello se de a de perder el derecho que tiene a la imagen de Jesus nasareno y las alaxas pertenesientes a dha imagen y si el convento la echara fuera del le a de suceder lo mismo que a de perder el derecho que tiene por quanto no se halla razón si la imagen es del convento o de la cofradia».

    Una década más tarde, la iglesia aún no había empezado a levantarse, según se deduce de la limosna que Cristóbal Jiménez de Zurita, clérigo de menores, destina al convento: «mando dos mill reales de vellon por una ves que quiero sean y sirban para la fabrica de la yglesia que se hisiere en el convento de señor san franco de Paula desta viª de tal manera que no puedan conbertir ni gastar en otra cosa»[12]

    Será a partir de 1702 cuando encontremos referencias a la obra del convento, destinando los vecinos diferentes limosnas para la misma.

    La Cofradía del Nazareno, a raíz del convenio firmado en 1690, se hizo cargo de labrar un cuarto adosado al edificio para guardar los enseres de la misma, pero con anterioridad a 1708, los mínimos pidieron al mayordomo de la Cofradía, Gonzalo de Buiza, hacer una permuta por otro para colocar en aquel lugar el campanario. La Cofradía cedió su cuarto, pero los frailes no cumplieron su promesa, tal como dejó expresamente recogido dicho mayordomo en su testamento: 

«Declaro que yo fui mayordomo de la cofradia de Jesus Nazareno sita en el convto de sr sn franco de Paula desta villa y quando mudaron el convento a donde oy esta para poder contener las alhajas de dha cofradia de los bienes de dha cofradia labre un quarto que costo dosztos Rs y es donde oy esta la campana y el portal entonces era a causa de tener dha campana en otro y de uso estaba incommoda me pidieron que por amor a Dios les diera dho quarto que me darían otro tan bueno para las alhajas de dha cofradia lo qual nunca hizieron declarolo assi por descargo de mi conciencia».[13]

    Esto provocaría seguramente roces entre Cofradía y frailes y más aún cuando éstos no terminaban de labrar la capilla destinada a la corporación nazarena dentro de la iglesia. En la cabeza de los hermanos cofrades empezó a rondar la idea de mudarse a otra iglesia y como por la concordia de 1690 no podrían llevarse la Imagen, costearon de sus fondos la hechura de una nueva talla de Jesús Nazareno entre 1709 y 1713, la que hoy conserva, (lo que la convierte en una de las primeras obras, si no la primera, salida del taller del genial escultor José Montes de Oca, de quien se dice que puso taller propio en 1710 y cuya obra documentada más antigua que se conoce data de 1717). 

    Precisamente en 1713 amenazaron con abandonar el convento: «intentamos alcanzar licencia del Iltmo sor obispo de la ciudad de Cadiz a quien somos sugetos para que en vista de nra represntazon mandase se depositasen las imágenes de dha cofradia en la Yglesia Parroquial interin que se concluia la obra de dho convento.» 

    Los mínimos, temerosos de perder el foco de atracción de tan fervorosa imagen, se vieron obligados a firmar un nuevo convenio con la Cofradía, en el que se comprometían a terminar de labrar la capilla: «…atendiendo a la quietud unión y confraternidad que debemos observar por lo antiguo que es la dha cofradia en nro convento y a los grandes esfuerzos con que la adelantan los dhos hermanos y evitar el escandalo por donde se puede esperar el descaecimiento de los ánimos… por ahora y en el interin que se fenece la obra de dho convento ha de ser obligada la comunidad que es o fuere de el en el discurso de dos meses contados desde oy día de la fha a reedificar la capilla de lo que nezesita que es suelo cielo encañonado y el testero y condenar de manpuesto la puerta que de dha capilla corresponde al patio de dha Yglesia por el perjuicio que se ha experimentado y esta amenazando y por el consiguiente ha de ser de nro cargo el cuidado aseo y culto de dha capilla y poner en el arco de ella rexa de palo, o hierro quedando del cargo de la cofradia la llave para ponerla en poder de la persona o Religioso que le pareziere»[14]

    Las obras, en las dos primeras décadas del siglo XVIII, se centraron en la construcción de la Iglesia, hasta que, por fin, 44 años después de trasladados del antiguo convento, se consideró terminada, al menos en su parte interior. Estando celebrándose en las Casas capitulares un cabildo por los regidores el 23 de febrero de 1726, apareció el corrector del convento solicitando permiso para entrar:

     «llegó un recado del Padre Fr. Marcos ximenes Corrector del Combento de nro Pe San Franco de paula pidiendo lizensia para entrar en este ayuntamiento y aviendolo executado y tomado asiento Propuso y Dixo que ponía en la Alta comprehenzion desta Vª, como tenía deliberado Consagrar la Yglesia nueba el domingo tres de marso próximo que viene en cuya funsion, tiene deliberado q en prosesion general se condusqa desde la Yglesia Parroquial al dho combento de la victoria el Santissimo Sacramento y que para ello pide y suplica a esta Villa se sirva de concurrir y autorizar la fiesta sirviéndose de darse por combidada para llevar las Varas del palio y guion».

    Pero, además, el corrector ofreció al ayuntamiento ser Patrono de la capilla o altar mayor, por la mucha ayuda que había recibido siempre por parte de los regidores desde la llegada de los frailes a Alcalá, con el acto simbólico de poner sus escaños en dicho lugar:

     «y asimismo pide y suplica a esta Villa como tal Corrector de que expera la confirmación del reverendo Pe Provincial, se sirva de la Propiedad de la Capilla maior de dho Combento de que haze Dueño y Patrono a la Villa Para que en ella Ponga sus escaños, en donde se an de mantener Perpetuamente para siempre jamás sin que Persona alguna que no sea capitular se pueda sentar en ellos, concurran o no a las funciones del Combento cuya demostrasion haze en Remunerazon de los muchos favores que desta villa a rezevido».

    Desde el Cabildo, se dieron las gracias al Padre corrector y se aceptó tanto participar en la procesión de consagración desde la Parroquia, como los asientos perpetuos en la capilla mayor, acordando «que en señal de Possesion luego Yncontinenti, se pongan Dos bancos deste ayuntamto en dha Capilla maior Ynterin que se hazen bancos en forma». Igualmente, los regidores decidieron, a pesar de las dificultades económicas por la que se atravesaban, dar una limosna «para la función al dho Padre Corrector con quatro cientos y cinquenta Rs” [15] Esta limosna la adelantó Francisco Romero Catalán, a quien se le despachó libranza en agosto de dicho año porque “se le estan debiendo por averlos prestado para la ayuda de costa que se le dio al combento de la Victoria para la obra».[16]

    Aunque la Iglesia estaba ya oficialmente consagrada, y por tanto, con celebraciones diarias y un uso habitual, todavía se continuaba obrando en 1749, seguramente en la parte exterior de la misma, pues el 1 de agosto se produjo un accidente laboral, según consta en la partida de funeral de Alonso Ramírez, que fue enterrado en la Victoria aquel mismo día “por aver caído de la obra de la yglesia de dicho convento”[17] A este respecto, conviene reseñar que en noviembre de 1755, cuando se produjo el famoso terremoto de Lisboa, en Alcalá apenas se sufrieron daños, “a excepción de el convento de Religiosos Mínimos, que hallándose las paredes braveadas, por su elevación quedó sumamente deteriorado.”[17] Esta referencia nos hace suponer que las paredes de la Iglesia se encontraban sin enlucir.

    Logró sobrevivir a la marcha de los mínimos, sirvió de acuartelamiento a las tropas francesas de Napoleón en la Guerra de la Independencia, estuvo clausurada a finales del siglo XIX y a punto de ser demolida en 1886. Se recupera en la actualidad de los “achaques de la edad”, siendo la única de los tres conventos que existieron en Alcalá, que continúa en activo. El 3 de marzo de 2026, cumplirá 300 años al servicio de la comunidad cristiana de Alcalá.




NOTAS

[1] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules,42. Testamento otorgado ante Fabián de Coca el 7 de septiembre de 1585.

[2] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Licencia del provincial de la orden de mínimos, otorgada el 6 de diciembre de 1585. Folios 25 y 26 vto.

[3] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Aceptación de la herencia de Alonso Cárdeno por parte de los mínimos. Escritura ante Fabián de Coca, otorgada el 7 de febrero de 1586. Folios 19 vto. a 23 vto. El 10 de marzo, Juan de la puerta, en nombre del convento, arrienda una tienda con su alto y corral trasero al zapatero Juan de Madrid, por tiempo de un año y precio de siete ducados y medio. (AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Escritura de arrendamiento otorgada ante Fabián de Coca el 10 de marzo de 1586. Folios 53 y vto.)

[4] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules, 295. Escritura otorgada ante Fabián de Coca el 26 de marzo de 1586. Folios 60 a 67 vto.

[5] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA DE LOS GAZULES. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Cabildo del miércoles 26 de marzo de 1586. Folios 112 a 114.

[6] AMAG. Cabildo del lunes 5 de mayo de 1586. Folios 116 y 117. La comisión estaba formada por el doctor Pedro de Ayala de Molina, alcaide y capitán de esta villa, Melchor de Palma, alcalde mayor, Bartolomé Gómez de Coronado, alcalde ordinario, el licenciado Juan Fernández, abogado, fiel ejecutor, Diego Cano Sotomayor, Francisco de Medina, Fco. García Chiclana, Vázquez de Miranda y Miguel Román, Regidores y Juan Ximénez Silleros jurado, junto con el escribano público y del cabildo, Juan de Mondragón.

[7] Cabildo del lunes 9 de junio de 1586. Folios 146 a 148.

[8] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Acta del señalamiento de tierras para el convento efectuada el 12 de junio de 1586. Folios 148 vto. a 149 vto.

[9] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Cabildo del lunes 27 de octubre de 1586. Folios 189 a 190.

[10]AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 6. Cabildo del 26 de junio de 1597. Folio 9 y vto. El 31 de julio los frailes volvieron a pedir la yesera, aunque no hay constancia de que se les devolviera. (Cabildo del lunes 31 de julio de 1595. Folio 15.)

[11] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Juan Barreto de Molina, 240. Folios 282 a 283 vto. Escritura de 29 de septiembre de 1690. Los frailes que componían el convento eran Fr. Juan de Salas, corrector, Fr. Bartolomé Navarro, vicario, Fr. Andrés Llanos, lector, Fr. Juan Pavón Padre predicador, Fr. Juan Narváez, Fr. Pedro Villanueva, Fr. Francisco Román, Fr. Francisco Galán, Fr. Cristóbal Morales, Fr. Alonso Villanueva, Fr. Ambrosio Romero, Fr. Bartolomé Gil y Fr. Miguel Romero. Por parte de la cofradía firma el documento su mayordomo, Gonzalo de Buiza.

[12] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Juan Barreto de Molina, 144. Testamento de Cristóbal Jiménez de Zurita, otorgado el 24 de mayo de 1700. Folios 138 vto. y 139. Este clérigo debió tener algún roce con los frailes, pues ordenó que fueran sus albaceas los que distribuyesen dicha limosna sin que se le entregase ni al corrector ni a la comunidad “aunque sea con el motivo de guardarlos en dha obra”.

[13] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Francisco Bautista de Ortega,152. Testamento de Gonzalo de Guisa, otorgado el 27 de noviembre de 1708. Folios 198 y vto.

[14] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Carlos del Fierro, 30. Escritura de convenio entre el convento de la Victoria y la Ilustre cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno fechada el 4 de abril de 1713. Folios 534 a 539 vto.

[15] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA GAZULES. Actas Sesiones Ayto. pleno. Legajo 16 (1724-1730) Libro 2. Cabildo de 23 de febrero de 1726. Folios 134 a 135 vto.

[16] AMAG. Legajo 16 Libro 2. Cabildo del 8 de agosto de 1726. Folio 186.

[17] ARCHIVO PARROQUIAL ALCALA DE LOS GAZULES. Libro 52 Funerales. Falleció el mismo día. Era natural de Alcalá, casado con Beatriz Vázquez y tenía 30 años.

[18] Dato extraído de la Monografía sobre Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755), escrita por José Manuel Martínez Solares, publicada por la dirección General del Instituto Geográfico Nacional del Ministerio de Fomento en 2001.

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