martes, 25 de septiembre de 2012

Cuatro Santas zurbarenescas en la Parroquia de San Jorge


Artículo publicado en la revista de Apuntes Históricos del año 1983


Mª Dolores López de la Orden 

     En la iglesia de San Jorge de Alcalá de los Gazules (Cádiz), hay cuatro lienzos de buena factura, representando cada uno a una santa mártir, como indican las palmas que llevan en las manos, de cuerpo entero. Dos de ellas se encuentran junto al altar, en el lado del Evangelio, otra en el mismo lugar pero en el lado de la Epístola, y la cuarta en la sacristía. 

     El estado de conservación en que se encuentran los cuatro lienzos es bastante malo, y merece la pena que sean sometidos a una buena limpieza y restauración, ya que se trata de cuadros que, sin ser de una calidad extraordinaria, sí son muy interesantes. 

     De ellos tenemos la cita de Romero de Torres (1), que dice que en la Iglesia Mayor se conservan tres buenos cuadros, dos de los cuales representan santas; no sé si en realidad había entonces sólo dos o si a este autor le pasaron por alto las otras dos. 

     No cabe duda que las cuatro mantienen una estrecha relación con las que pintaba Zurbarán. Figuras de leve paso, como dice Camón Aznar (2), en tránsito, que miran el espectador, deslizándose en un furtivo instante, apenas posadas. Todas estas santas aparecen ataviadas con prendas de la época del pintor, siguiendo la moda con cierta arbitrariedad, y sólo los atributos religiosos que algunas llevan recuerdan la imagen que la santa representa. Las santas zurbaranescas van generalmente ordenadas, a modo de cortejo procesional, sobre los muros de las iglesias y conventos. Sus rostros son individuales, retratos de damas contemporáneas que prestaban sus rasgos a las santas de su nombre; de ello hay abundante constancia literaria, comentada en varias ocasiones por Orozco Díaz (3)

     Las santas de la iglesia de Alcalá no van lujosamente ataviadas, sus trajes son de línea sencilla, sin encajes ni bordados, y únicamente algunas de ellas llevan alguna sencilla joya. En una actitud no del todo frontal miran al espectador fijamente, portando en la mano izquierda la palma del martirio, y en la derecha su atributo hagiográfico. Como fondo tienen todas un paisaje, en el que se recortan algunas figuras y edificios que forman parte de la escena del martirio, representada a un lado de la santa. 

     Todas son óleos sobre tela, y cronológicamente se encuadran a fines del S. XVII. Veámoslas una por una: 

     Santa Casilda: Es una de las que se encuentran en el lado del Evangelio y la mejor conservada. Su identificación con Santa Casilda es debida a las flores y a la palma; la corona no le corresponde por no ser reina, pero la lleva en otras representaciones, como la de Zurbarán del Museo del Prado, seguramente por ser de estirpe real. La duda queda disipada por la escena que se ve al fondo, a la izquierda del cuadro: un rey moro se encuentra con su hija, que porta en la falda un puñado de flores que se las está enseñando a su padre; el rey moro es el padre de Santa Casilda, que llevaba comida a los cautivos de su padre; éste un día le preguntó qué llevaba en la falda y, al mostrársela, la comida se convirtió en flores. Fue martirizada por no querer casarse con el moro que su padre le tenía asignado. 

     Los fondos del cuadro son de arquitectura urbana, tanto el de la izquierda, donde se desarrolla la escena del milagro, como el de la derecha, que representa unos edificios; en esto es diferente a sus tres compañeras, cuyos fondos son campestres. 

     La cabeza de la santa no está nimbada, sino que está rodeada de una aureola o resplandor que también la diferencia de las restantes. 

Santa Casilda

     Santa Catalina de Alejandría: Situada, junto con Santa Casilda, en el lado del Evangelio, y también una de las mejores conservadas. 

     Guarda una gran similitud con uno de los dos dibujos que de esta santa hay en el Museo de Bellas Artes de Córdoba. 

     Su identificación es fácil por la espada y la rueda de pinchos que aparecen en el cuadro. Santa Catalina es una santa cristiana de historicidad dudosa, cuya existencia y ciertas características de su biografía parecen basarse en la de una filosofía alejandrina del S. IV, muerta hacia el año 415. Su leyenda se popularizó en Occidente por la «Leyenda Dorada»: Enamorado de ella el emperador romano Majencio y habiéndola solicitado en matrimonio, ella se negó, por lo que el emperador ordenó su muerte, después de que, habiendo mandado aquél a varios sabios para disuadiría, ella los convirtió al cristianismo. Fue atada a un aparato de ruedas con pinchos para ser descuartizada, pero milagrosamente una llamarada bajó del cielo y lo destrozó, siendo finalmente decapitada. Precisamente el momento en que baja del cielo la llamarada, cuando la santa está arrodillada ante la rueda, con un soldado tras ella y otros dos caídos en el suelo, es el que vemos representado al fondo del cuadro y a la derecha. 

     En el lado izquierdo aparece un paisaje arquitectónico, con murallas y dos torretas circulares; este tipo de paisaje aparece con frecuencia en cuadros de Zurbarán. 

     Es la santa que más lujosamente está vestida y la que más joyas luce, pero de una gran sencillez que contrasta con las adornadas y suntuosas de Zurbarán. 

Su cabeza no está nimbada ni rodeada por aureola alguna, sino que aparece cubierta por un rayo luminoso que baja del cielo, siendo la única de estas santas que esté representada de esta manera. 

Santa Catalina de Alejandría
     Santa Cecilia: Esté situada en el lado de la Epístola, y su estado de conservación es bastante malo. 

     En la mano derecha lleva un órgano portátil, lo que la identifica con Santa Cecilia, patrona de la música. A la izquierda del lienzo, al fondo, está representada la escena de su martirio, la santa dentro de una caldera hirviendo. Era una joven patricia de los S. II-III de la Era, perteneciente a la gens Caecilia. La narración de su vida, de historicidad dudosa, se remonta al S. VI. Convertida al cristianismo y habiendo hecho voto de castidad, fue obligada por sus padres a casarse con el patricio Valeriano, a quien convenció del ideal de castidad cristiana. 

     El joven y su hermano Tiburcio fueron bautizados, y los tres condenados a muerte por el gobernador de Roma; los hermanos murieron, pero la santa sobrevivió a tres martirios, el primero sumergida en un baño para ser ahogada, después en una caldera de aceite hirviendo y, por último siendo decapitada. Iconográficamente se le representa con un órgano portátil o algún otro instrumento musical, ya que desde fines del S. XV es patrona de la música, sobre todo la sacra. El motivo es, según la leyenda, porque escuchaba cánticos celestiales: «Cantatibus organis, Caecilia in corde suo soli Domino decantabat, dicens: Fiat cor et corpus meum inmaculatum». Otras versiones dicen que ella ni era música ni tocaba instrumento alguno, pero cerró sus oídos a la marcha nupcial para concentrar su pensamiento en Dios y pedir salvar su virginidad, según lo cual sería más melófoba que melómana; y por último está la versión de que ella inventó el órgano (en latín orgamum es todo tipo de instrumento) porque no encontró ninguno que reprodujera las músicas celestiales que escuchaba. 

     Tiene la cabeza nimbada, y la palma hacia abajo, siendo la única que la lleva de esta manera, pues sus compañeras la sostienen hacia arriba. 

     La escena del martirio se desarrolla en medio de un paisaje con árboles y montañas, y en el lado opuesto del cuadro el paisaje de fondo es rocoso, con un precipicio coronado por un árbol. 

Santa Cecilia
     Santa Águeda: Es la única que no está en el interior de la iglesia, encontrándose en la sacristía de la misma, muy mal iluminada y en mal estado de conservación. 

     Es la más diferente de todas, mira hacia la derecha en vez de hacia la izquierda como sus compañeras; no dirige la vista hacia el espectador, y medio rostro lo tiene oculto en la penumbra; la pierna derecha exonerada y los pliegues del vestido dan la impresión de más movimiento, mientras que las otras tres están posadas y en sus telas no hay indicio de vuelo o movimiento; como última diferencia, esta santa lleva sus dos atributos, la palma del martirio y la bandeja con los senos, en la misma mano, la izquierda, mientras que se lleva al pecho la derecha, quedando la palma sostenida en el aire ya que no está sujetándola. Tiene la cabeza nimbada. 

     Nacida en Catania, Santa Águeda fue martirizada en el año 251. Renunció a hacer sacrificios a los dioses, como quería el praefecto Quintiano, quien la hizo llevar a un lugar de martirios para ser sometida a una violación ritual. Como Santa Inés, conservó milagrosamente la virginidad. Fue atada a una columna y le arrancaron los senos con dos tenazas. La escena del martirio está representada a la derecha del cuadro, en medio de un paisaje rocoso y con árboles. 

     Respecto al posible autor de estos cuadros, que debe ser el mismo por la similitud de estilo, sólo se puede decir que fue algún discípulo o seguidor de Zurbarán, un afecto a su arte, a su estilo, a sus prototipos, a lo que llamamos zurbaranesco. Estos seguidores son muy numerosos, lo que hace problemática la cuestión de atribuirles obras, por ello hay tantas dudas y silencios, por parte de los eruditos ante una pintura zurbaranesca que, de ningún modo puede ser de Zurbarán. 

Santa Agueda

NOTAS 

(1) Romero de Torras, Enrique: “Catálogo monumental de España”. Provincia de Madrid, 1934; p. 442 

(2) Camón Aznar, José: “Casi todo Zurbarán y Goya” n.° 64-65. Madrid, 1065. 

(3) Pérez Sánchez, Alfonso: Museo del Vitoria, 1976; p. 56

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