sábado, 26 de marzo de 2022

La Cofradía del Nazareno a finales del siglo XIX



Ismael ALMAGRO MONTES DE OCA



    De las cofradías alcalaínas, la del Nazareno es la que ha tenido una vida más longeva y estable, superando ya los cuatro siglos de existencia. Como todas, ha tenido momentos de gran esplendor junto a otros de decaimiento, pero sin cesar prácticamente nunca su actividad interna, excepciones hechas de la guerra de la Independencia contra la Francia napoleónica, en que perdió toda la documentación existente y el periodo comprendido entre 1976 y 180 en que no hubo nadie que se hiciese cargo de la misma. A pesar de esto, hubo años en que no sacó sus Imágenes a la calle, dependiendo del estado económico de sus arcas o de los acontecimientos políticos y sociales del momento. Recordemos por ejemplo lo ocurrido en 1868, año en que se suspende la procesión “por carecerse de Predicador para el Sermón del Paso o Pasión propio de ella, a la par qe los perjuicios que puedan ocasionarse pr efecto de la calamidad qe desgraciadamte sufre este vecindario”[1]

    En 1856, los miembros de la Junta de Gobierno conscientes de la importancia de contar con unas Reglas que sirvieran de base para la organización de la vida cofrade, dieron a la letra sus primeros Estatutos conocidos, que serían actualizados en 1860 y reformados nuevamente en 1890. Precisamente estos últimos, nos ofrecen interesantes datos para conocer mejor cómo era la vida de esta Cofradía a finales del siglo XIX.



    Lo primero a destacar es que, a diferencia de en la actualidad, la advocación de la Virgen de los Dolores no se incluía en el Título de la Cofradía. El órgano de gobierno de la misma era la Junta Directiva, al frente de la cual se hallaba el Presidente, un cargo de carácter honorífico que recaía en el Arcipreste de las Iglesias, ostentándolo desde al menos 1864 el Rvdo. P. Francisco de P. Castro y Moreno, que vino a sustituir a Juan José Liñán, que lo era desde 1860. Formaban además parte de esta Junta dos Hermanos Mayores (uno en la actualidad), dos Diputados, un Fiscal, un Tesorero y un Secretario. Todos los cargos tenían una duración de dos años, (cuatro actualmente) aunque podían ser reelegidos. Además, existía la particularidad de que todos los años, el domingo siguiente al de Resurrección se debía renovar la mitad de la Directiva en Junta General de Hermanos. La Junta Directiva debía nombrar a un Capellán para asistir a los actos y funciones religiosas de la Cofradía.

    Otro dato curioso es que, en la Junta General, que debía estar presidida por el Arcipreste, los Hermanos cofrades debían ponerse a ambos lados del mismo por orden de antigüedad.

    Para ingresar en la Cofradía, había que solicitarlo a los miembros de la Junta Directiva, que eran quienes decidían. Había que tener cumplidos los 16 años y en caso de ser menor, tener permiso paterno o del tutor.

    Un aspecto menos conocido de las Cofradías en general y de la del Nazareno en particular, es que funcionaban como compañías de decesos y así, estaban obligadas a costear los funerales de los Hermanos difuntos. Esto explica que, para ingresar en ella, los menores de 60 años debían pagar una cuota inicial de 15 reales y los mayores de dicha edad, 60 reales.

    Existía la posibilidad de solicitar ser inscrito en la Cofradía hallándose en peligro de muerte “para alcanzar las gracias e indulgencias de la misma” para lo cual había que pagar los 15 reales iniciales más otros 45 por cada acto que asistiera la Cofradía y gastos de entierro y cera, siendo ésta una práctica bastante habitual. Consta, por ejemplo, que el 29 de abril de 1893, Gil del Puerto Vaca pagó 26,25 reales “por la admisión de hermano en articuli-morti de Gil del Puerto Ramírez”, el 5 de mayo fue María Cote la que pagó 29,75 reales por la admisión de Francisca Sánchez Cote en idéntica situación y el 2 de septiembre Juan Cid Álvarez pagó 26,25 reales para inscribir antes de morir a Sebastiana Álvarez Sánchez. [2]

    Cuando un Hermano estaba en sus últimas horas, el resto debía acudir ante el agonizante con velas encendidas para la administración de los Santos Sacramentos y rogar por su alma “hasta dos veces” y tras fallecer, facilitar cera para alumbrar el cadáver, costear un entierro común, acompañándole hasta el sepulcro, aplicando por su alma hasta cuatro misas. La Cofradía aún posee el paño de difuntos que se utilizaba antaño para colocarlo sobre el féretro que lo identificaba como Hermano de la misma.




    Otra de las particularidades recogidas en los Estatutos de 1890 es que los Hermanos debían satisfacer una parte de su cuota anual en especie, concretamente una cuartilla de trigo, y otra en dinero, 8 reales, en el mes de agosto tras la recolecta.

    La labor asistencial también quedó recogida en estas normas y en caso de que algún Hermano estuviese enfermo y sin recursos, el Hermano Mayor debía nombrar a dos cofrades para visitarlo diariamente y suministrarle durante el tiempo necesario 3 reales diarios y, además, se debía dar limosna de pan a los pobres que lo solicitaran el día de noviembre en que se celebrase la misa por los hermanos difuntos, que solía ser el día 30, festividad de San Andrés.

    En las últimas décadas del siglo XIX, la Cofradía del Nazareno se encontraba de facto establecida en la Iglesia de la Soledad, debido al estado ruinoso que presentaba la Iglesia del exconvento de la Victoria. Sin embargo, constan que algunas reuniones de la Junta Directiva seguían celebrándose en dicha Iglesia, aunque la mayoría, incluyendo las Juntas Generales, se celebraban en la Sacristía de la Parroquia de San Jorge.

    Solía celebrar además la Cofradía Cultos en Cuaresma. En 1884, por ejemplo, el Hermano Mayor Ildefonso Bohórquez propuso “fuera conducido N. P. J. y Nra. Sra. de los Dolores a la Parroquia para celebrar el Triduo con la solemnidad de vida por no poderse efectuar en la Iglesia de la Victoria por su mal estado”[3]

    Otras de las diferencias con la actualidad, es que, en aquella época, la salida procesional no tenía lugar el Jueves, sino en la madrugada del Viernes Santo, estando obligada a solicitar permiso a las autoridades civil y eclesiástica. En los citados Estatutos se hace una breve descripción del cortejo:

“Asistirán todos los co­frades con la mayor compostura y circunspec­ción, con velas encendidas y con buen orden, unos tras otros; precederá el estandarte negro, seguirá la Cruz encarnada, sucesivamente: a proporcionada distancia la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, San Juan, la Verónica y Nuestro Padre Jesús Nazareno.”

    Cabe señalar que no figuran aquí ni la Bandera ni el Estandarte, pues dichos enseres fueron bordados en 1892 por las monjas del Convento de Santa Clara de la localidad.

    Del igual modo, el recorrido de la procesión tampoco coincidía con el actual, quedando constancia del itinerario por “calle de la Salada calle de contrabandista barrio de S. Sebastián calle de Sagasta Plaza de la Bera Cruz Real Plaza de Blaza Villa Abajo puerta de la Villa Plaza de Collado y Plaza Alta” recogiéndose en la Parroquia.[4]



    Para terminar, debemos reseñar que se conserva un censo de Hermanos de 1893, contabilizándose un total de 193 Hermanos, en el que figuran lo más granado de la sociedad alcalaína de la época, figurando entre ellos 3 presbíteros y algunos personajes cuya memoria ha quedado perpetuada en el callejero:



“Relación nominal de los hermanos que existen en el presente año en la espresada Cofradía


Doña Manuela Moreno

Mª del Carmen Mansorla

Hermana de Jesús y María

Don José Fernández Sánchez

Cristóbal Vilches de la Corte

Inés Barea Perales

Josefa Álvarez Salcedo

Antonio Granara Romero

Manuel de la Corte Delgado

Francisca Macias Pérez

Juan Muñoz Ramos

María Monroy de Muñoz

Domingo Moreno

Vicenta Valle Salas

Leonor Rio Rodríguez

Juan Bosas Barea

Rafael Rodríguez Romero

Miguel Álvarez Corona

Catalina Ballestero de Álvarez

Isabel Ortega Jiménez

Ana Mª Josefa de Velasco

José Domínguez Durán

Rafael Bohórquez Díaz

Andrés de Peña Gil

José Mora García

Carmen Moreira de Mora

Andrés Morales Escribano

José Morales Escribano

Antonio Álvarez Pérez

Juan Barroso Almagro

Juan Asensio Ortega

Juan Manuel López Espinosa

Diego Gallego y García

Gonzalo Romero Blanco

Manuel Moreno Carrasco

Josefa Ramos de Moreno

Antonio Franco Barrera

Juan sillero Orta

Gonzalo Romero Camacho

Pedro Piñero Gómez

Rosalía Lozano Mora

Ángel Gallego Arnal

Fernando Domínguez Illesca

José Vázquez García

Ana Pérez Monroy

Ana Romero Pérez

Antonio Sánchez González

Dolores Fernández de Sánchez

José Delgado Corbacho

Rosa Marchante Sánchez

José Sánchez Canto

Francisca Guillén de Sánchez

José López Ruiz

Mª Fernández Sánchez

Bartolomé Salas Fernández

José Recio

Juan de la Corte González

Juan Rodríguez Romero

Vicenta Briones Ponce

Francisco Román Granara

Isabel Triano

Ana Triano

Melchor Fernández Espinosa

María Morales Moreno

Catalina Salcedo Álvarez

Antonio Fernández Pérez

Jorge de la Jara Rodríguez

Joaquina Álvarez de la Jara

Juan de la Jara y Álvarez

Francisco Toscano García

José Camilleri Marchante

Dolores del Rio de Camilleri

José Fernández Sánchez

Ana Trujillo Bázquez

Francisco Mancilla Quijada

Antonio Pastor y Calvo

Ana Rosa Alex de Pastor

Domingo de la Jara Álvarez

Francisca Pacheco Morales

Juan Delgado Gómez

María de los Milagros Bauzano

José Jiménez Álvarez

Leandra Diaz de Jiménez

Bríjida Lara de Abajo

Juan Antonio Rodríguez

José Mª de Puelles y Centeno

Clara Puelles de Puelles

Francisco Sánchez Díaz

Consuelo Puelles de Sánchez

Ildefonso Bohórquez Portillo

Ana Álvarez de Bohórquez

María Bohórquez Portillo

Francisco Rodrigue González

José Rodríguez Ramos

Teresa de Castro Vda de Puelles

Francisco Puelles Centeno

Juana Puelles de Puelles


Antonio Romero García

Manuel Benítez Ríos

Juan Castro Moreno

María Úrsula

Francisco Puelles Dalmaut

Francisca Castro de Puelles

Miguel Puelles Centeno

José Asensio Pérez

Antonio Galán Recio

Juan Redondo Lucía

Leonor Barbero de Redondo

Rafael Pizarro Rodríguez

Dionisio Pizarro Rodríguez

María Bázquez de Pizarro

María Balberde Ríos

Antonio Armario Sánchez

María de los Stos Carrillo

Diego Pérez Cid

Juan Rodríguez López

Salvador Andrades Álvarez

Juan Sánchez y Sánchez

José Marín Rey

Francisca Mora Moreno

Miguel Sánchez Flores

Isabel Flores Carretero

Andrés Marchante Villalta

Juan Pacheco Mora

Isabel Meléndez Soria

Encarnación Madrid Martin

Manuel Delgado de la Corte

Juan Delgado Fuentes

Juan Carrillo Molla (Presbítero)

Manuel Baquero (Presbítero)

Joaquín Pizarro Rodríguez

Manuel Sandoval García

Baldomero Rodríguez Silva

Rafaela Pastor de Rodríguez

Francisco Moreno Daza

Francisco Romero Hidalgo

Miguel Jiménez Pino

Juan Sánchez Moreno

Manuel del Puerto Gómez

Pedro Ita Fernández

Andrea Benega de Ita

Ignacio Tizón Moreno

María Moreno del Castillo

Roque Hidalgo Benítez

Antonio Sánchez Monroy

María Marín Ortega

Francisco Muñoz de Arenilla

Dolores Gutiérrez Fernández

Sebastián Sánchez Moreno

Miguel Sánchez Barea

Catalina Barea López

José García Barroso (Presbítero)

Doña Antonia Benítez Álvarez

Isidoro Reyes Espinosa

Franco Roja Ortega

Juan Barea Mora

José Moreno Bera

José Mª Benítez Ramírez

Manuel González García

Antonio Martínez Delgado

Bartolomé Fernández Pérez

Ana Fernández Vergara

Diego Valle Benítez

Manuel Cabrera Roble

Franco González Rio

Gabriel del Puerto Gómez

José Domínguez García

Pedro Nieto Torrejón

José Sánchez Belmaño

Dionicio Moreno Rosado

Antonio Gil García

Rafael Álvarez Belmaño

Juan Corrales Bazquez

Manuel Ita Pérez

José Rivas Sánchez

Cristóbal Benítez Valle

Felipe Turrillo Salas

María de la Corte Ahumada

Francisca Ahumada González

Francisca de Velasco García

Manuela de Velasco García

Jacinta García de Leiva

Ildefonso Benítez

José Blanco Rengel

Francisco Clavijo Salas

Juan Romero Revidiego

Isabel Gamero Pérez

Franco de P. Salas

Amalio Sanjuan Arias

Idelfonso Barea Mora

María Mora Moreno

Ildefonso Sánchez Cardoso

Macario Blázquez de Juan”[5]





NOTAS

[1] Archivo de la Cofradía del Nazareno de Alcalá de los Gazules: Libro de actas nº 2. Sesión del 8 de abril de 1868. Folio 90

[2] Ib. Libro 5º folio 000 vuelto

[3] Ib. Libro 3º Folio 42 vuelto. Sesión del 23 de marzo de 1889

[4] Ib. Libro 3º Folio 55. Sesión del 3 de abril de 1892. La calle del Contrabandista es la actual Veredilla, Sagasta se corresponde con la calle los Pozos, Villa Abajo con Ildefonso Romero. En este época no existía el Paseo San Juan de Ribera.

[5] Archivo Municipal Alcalá de los Gazules. Legajo 409. Expedientes de Cofradías y Patronatos. Fechado el 3 de abril de 1893.

sábado, 19 de marzo de 2022

Las imágenes de la Cofradía de la Columna




Artículo publicado en la Revista Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 1999-2000



Gabriel ALMAGRO MONTES DE OCA


    Si en anterior ocasión tuvimos oportunidad de dedicar unas líneas a la Iglesia Convento de Santo Domingo, hoy lo haremos sobre parte del legado escultórico de la misma.

    La fractura de la talla de Jesús Atado a la Columna en las vísperas de la Semana Santa de 1.999 motivó que desde el Ayuntamiento se promoviera un expediente para la restauración de la citada imagen por parte de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía. Restauración felizmente realizada por los escultores Ricardo Llamas y Miguel Ángel Pérez.

    Es por ello, que entendamos oportuno dar a la luz pública los resultados de aquella investigación y propiciar así, un mayor conocimiento de nuestro patrimonio cultural y artístico.

1.- La Cofradía de la Columna.

    Conocíamos desde antiguo la existencia de un viejo libro de Cuentas de dicha Cofradía, al que recurrimos en nuestro propósito de obtener datos que nos permitieran arrojar luz sobre los numerosos interrogantes planteados.

    Según el citado documento, la Cofradía se funda a instancias de los frailes dominicos el 21 de mayo de 1.715 con el título de "Cofradía del Santo Cristo de la Columna, Virgen de los Dolores y de las Animas" aprovechando la existencia en dicho convento de Imágenes con las advocaciones aludidas. Y decimos que se funda a instancias de los dominicos pues su primer mayordomo fue Fray Juan Gallardo, quién al ser trasladado de convento no deja documentación alguna, razón por la cual el 10 de marzo de 1.717 se hace cargo de la mayordomía Juan Antonio de Laya, personaje fundamental en la consolidación de la Cofradía en la primera mitad del siglo XVIII.

    Las primeras actuaciones de Laya se encaminaron a organizar la salida procesional del Domingo de Ramos de aquel año, la primera conocida; pero pronto se trazó un plan tendente a la restauración de las imágenes que no estarían en buen estado, algo que se ejecuta en 1.718 con un coste de 465 reales y desde dicho año y hasta 1.728 a la construcción de un altar, que se realizaría en un taller jerezano con un coste de 3.240 reales a los que habría que agregar 150 reales de un cuadro de la oración en el Huerto que se colocó en el mismo y 346 reales en Damasco, Seda y Canerón.

    Como quiera que las imágenes no se encontrarían en buen estado, así como que su tamaño era menor que el natural, como luego veremos, se propusieron como siguiente objetivo la realización de una nueva Imagen de Jesús Atado a la Columna, tarea que se consigue en un momento indeterminado entre 1.730 y 1.733, pues en las cuentas de ese trienio se consigna:

“Item dos mil novecientos noventa y seis rs y medio gastados en una efigie del Señor de la Columna y saiones en esta forma:

Por la soverana Imagen dos mil Cien rs en que se incluien la iniqua de los saiones 2.100

Por la encarnación 540

Por el encajonado para traerlo de Xerez asta villa 114

Por su conducción 75

Por una argolla de plata para la columna del Sr. 90

Por ocho tornillos para andas 77

Suman los mismos dos mil novecientos noventa y seis rs y medio” (1).



    Una vez el Cristo de Alcalá, no sabemos qué ocurriría con la vieja talla, pero sí que la nueva era de mayor tamaño que la precedente, pues fue preciso desmontar el altar y agrandar la hornacina, labores que importaron 175 reales y medio.

    Igualmente se procedió a la sustitución de la Imagen de la Virgen, y así en las cuentas que se presentan el 30 de enero de 1.735 se recoge:

“Item de la data Doscientos y diez reales de vellón que costó la cabeza y manos para nuestra señora que se trajo de Xeres” (2)

    En este momento y a raíz de la muerte de Laya (1736), se produce un período de estancamiento en lo que a realizaciones se refiere y habrá que esperar 40 años, hasta 1.776, para conocer nuevas inversiones. En las cuentas de dicho año aparecen los siguientes gastos:

30 reales para componer la Imagen de San Pedro.

13 reales por el vestido de San Pedro.

250 reales para la diadema de la Virgen.

    Sin embargo, esta nueva etapa dura poco ya que en 1.779 no hay quien se haga cargo de la Mayordomía y el Obispo decreta que sea el Vicario Parroquial el que se haga cargo de la misma, siendo ésta la última anotación que se produce en el citado libro.




2.- Las Imágenes Titulares.

    Aunque en el Libro de Cuentas no se recoge el nombre del autor del Cristo de la Columna, si se nos da un dato interesante: la obra se realizó en un taller jerezano.

    Al hilo de lo cual, conviene precisar que durante el siglo XVIII se produce una descentralización de los núcleos artísticos y así en torno a Sevilla surgen otros núcleos menores como es el caso de Jerez donde florecen talleres que registrarán una gran actividad, tanto con trabajos para la ciudad en que se asientan como para las de su entorno o comarca. Trabajos que en la mayoría de los casos son retablos destinados a cubrir de atmósfera barroca los templos preexistentes (3) pero también sillerías de coro (4) y, cómo no, imágenes, cual es el caso que nos ocupa.

    La nómina de artistas asentados en Jerez en esta primera mitad del S. XVIII es importante: Diego Roldán (nieto del genial Roldán), Jácome Baccaro, Francisco López, José Rey, los Hermanos Navarro (Matías, Juan y Diego), Agustín de Medina y Flores, y la más importante: Francisco Camacho de Mendoza.

    Pero, volvamos a la Imagen que nos ocupa, una talla procesional de bulto redondo con una altura de 1,49 cms, de la que desconocemos su autoría así como de los distintos procesos de restauración si exceptuamos la que realizó en 1.988 el artista isleño Alfonso Berraquero. (5)

    Respecto a la Virgen cabe decir otro tanto de lo mismo, se realizó en un taller jerezano en 1.735. Sin que sepamos autoría. Sin embargo, a mediados de la pasada década de los ochenta fue restaurada por el Conservador-Restaurador del Museo de Cádiz, José Miguel Sánchez Peña, quien la atribuye al taller del jerezano Camacho, y decimos bien, del taller, o sea de algún aprendiz o discípulo bajo la dirección de Camacho, pero no es obra del afamado imaginero.

    Es en ese momento de la restauración de la Virgen cuando la Junta de Gobierno de la Cofradía le encomienda a Sánchez Peña un estudio previo para la restauración de la Imagen del Cristo, aunque finalmente no le encargaron la restauración a él, sino a Berraquero. En dicho estudio el Conservador-Restaurador del Museo de Cádiz atribuye el citado Cristo de la Columna a Francisco Camacho de Mendoza. Atribución en que ahora viene a coincidir también la restauradora de la Delegación Provincial de Cultura de Cádiz, Carmen Machuca.

    A la vista de todo ello cabe preguntarse ¿quién era este Camacho? Camacho es un escultor jerezano que vive entre 1.683 y 1.757. Hombre polifacético era ensamblador, tallista y escultor y debió gozar de un enorme prestigio en su época pues le encargaron, incluso, la restauración de obras de Martínez Montañés y José de Arce.

    Hay autores que piensan que debió aprender el oficio en un supuesto taller paterno (6), aunque hay otros que le denotan una cierta influencia de los Roldán. Sin embargo, sus primeros trabajos conocidos son en unión de José Rey, con quién realiza el retablo de la capilla del Socorro en la Iglesia de San Miguel, aunque no es menos cierto que desde la temprana edad de 20 años tiene taller abierto en la calle Piernas del Barrio de Santiago. Un taller que, como apuntábamos, será un importante foco artístico en el que aprenderían el oficio numerosos aprendices, algunos de los cuáles alcanzarían luego gran prestigio, cual es el caso de Andrés Benítez por no citar a sus dos hijos varones, José, que marcharía a América y Bartolomé Diego que alcanzaría renombre como dorador.

    La mayor parte de la producción conocida de Camacho son retablos y así al ya citado del Socorro de San Miguel habría que añadir el de Animas de San Lucas (1.725) el Mayor de la Parroquia de Santiago (1.750-1.754) o el Mayor de la Iglesia de Capuchinos (1.757). En lo referente a imágenes hasta ahora su autoría sólo se confirma en un San José de la Iglesia de la O de Rota, un Santo Domingo del Convento homónimo de Sanlúcar y el Cristo del Prendimiento de la Parroquia de Santiago de Jerez. Todas ellas con abundantes analogías con el Cristo de la Columna que nos ocupa.

Jesús del Prendimiento. Jerez (fotografía: Yolanda P. C.)


    Por tanto, podemos concluir, con los restauradores Sánchez Peña y Machuca Donado que el Cristo de la Columna es obra de Francisco Camacho de Mendoza.

    Sin embargo, del estudio de su producción documentada, se nos plantea nuevas interrogantes que apuntan a una probable intervención del citado autor en un retablo y otra talla de la Parroquia, aspectos estos que intentaremos aclarar en mejor ocasión.

NOTAS

(1) Libro de Cuentas de la Cofradía, folios 67 y 68.

(2) Ibidem, folio 72.

(3) Un interesante trabajo al respecto es el de Fernando Aroca Vicenti, "Aportaciones al estudio del retablo del siglo XVIII en la Baja Andalucía: El Modelo Jerezano" en Laboratorio de Arte, 10, 1997 págs. 233-250

(4) Es el caso del prestigioso Agustín de Medina y Flores, tallista jerezano que en 1.741 realiza la sillería del coro de Santa María de Arcos y al año siguiente se compromete notarialmente a realizar la del Coro de la Iglesia Parroquial de San Jorge de Alcalá (A.P.N.J.F. Escribanía de Alonso Guerrero, oficio 15, año 1742, fol. 12). Nos agrada publicar este dato pues viene a completar el magnífico trabajo sobre el coro, publicado años atrás en esta revista por Fernando Toscano; así como aclarar todas las conjeturas sobre similitudes entre el Coro de San Jorge y el de Santa María de Arcos.

(5) Berraquero García le superpone al Cristo un nuevo sudario, le realiza un repinte generalizado de su policromía y varía sustancialmente los puntos de apoyo de la Imagen, al separar las manos de la columna, provocando así una incorrecta situación del centro de gravedad, lo que puede ser origen de la fractura de la Imagen.

(6) L. Alonso de la Sierra y F.J. Herrera: "Aproximaciones a la escultura jerezana del S. XVIII: Francisco Camacho de Mendoza" Atrio, nº 5. Sevilla 1993, pp. 25-48

sábado, 12 de marzo de 2022

Sobre la fundación del Convento de Santo Domingo de Alcalá de los Gazules





Ismael Almagro Montes de Oca



       Aún hoy día no se ha fijado con exactitud la fecha de fundación del Convento de Santo Domingo. Marcos Ramos Romero menciona un convenio entre el V adelantado Mayor de Andalucía, D. Francisco Enríquez de Ribera y la Comunidad dominica para la fundación de un convento, fechado en Sevilla el 22 de septiembre de 1511.[1] Sin embargo, puso en duda esa fecha porque el Señor de Alcalá había fallecido dos años antes, fijando su fundación en vida del mismo, ya que la comunidad de los jerónimos de Bornos se había obligado a terminar el convento de Alcalá en 1510. Gabriel Almagro, se inclina por la fecha del convenio con los dominicos.[2] 

       Nosotros, por nuestra parte, vamos a dar a conocer un documento que localizamos en el Archivo Histórico Nacional y que ayudará a aclarar cómo se desarrolló el proceso de fundación del convento.

Francisco Enríquez de Ribera



      El V Adelantado Mayor de Andalucía y Señor de Alcalá de los Gazules, Francisco Enríquez de Ribera, falleció en nuestra localidad el 8 de febrero de 1509. Aquí había hecho su testamento en “la mi casa de Miraflores, que es en término de la dicha mi villa de Alcalá” el jueves 6 de octubre de 1507 y el día antes de su muerte, otorgó un codicilo con sus últimas voluntades:

“el cual dicho codicilo otorgué en mi villa de Alcalá de los Gazules en mi palacio, que es en la collación de San Jorge, jueves ocho días del mes de febrero, a la hora de vísperas, poco más o menos, de este año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil e quinientos e nueve años, el cual otorgué ante Andrés Miguel, escribano público de la dicha mi villa de Alcalá, al cual mando e le encargo no lo lea ni publique hasta que Dios Nuestro Señor disponga de mí lo que sea de su servicio, e después que el dicho Andrés Miguel, escribano público, lo diere signado valga e sea firme para siempre jamás, e ruego que sean de ello testigos los dichos Hernando de Morales, mí contador, e Alonso Cabellos, mi camarero, e Alonso Pérez, regidor, vecinos de esta villa de Alcalá”

      En su testamento, había dejado tres cuentos de maravedíes para levantar un convento dominico en Alcalá y en caso de que éstos no aceptaran, ordenó que se gastara anualmente su renta en casar huérfanas y liberar cautivos. Dejó por patronos de este encargo al prior del convento de Santa María del Rosario de Bornos y al de Santa María de las Cuevas de Sevilla.

       Efectivamente, el dinero quedó depositado en el monasterio de San Jerónimo de la capital hispalense hasta que, seguramente en los primeros días de mayo de 1511, los dominicos presentaron a D. D. Juan de Fonseca, Obispo de Palencia, Conde de Pina y Comisario general de la Santa Cruzada, un documento en que confirmaban la decisión de edificar un convento en Alcalá:

“por quanto agora por parte del Reverendo padre provinçial somos çertificado que se hara la dicha csa e monesterio el qual dicho enbargo alçad para que conforme a la clausula del testamento del dicho adelantado se haga e edifique la dicha casa”

     El Obispo, el 12 de mayo, manda una comisión al doctor Sancho de Matienzo, canónigo de la Catedral de Sevilla y Comisario de la Santa Cruzada, para que reclame a los priores de ambos conventos “…los tres quentos de maravedis que don francisco enriquez de Ribera adelantado del andaluzia ya defunto mando en su testamento para edificar un monesterio de la horden de santo domyngo en la vylla de alcala de los gazules e dezia que se dyese sy la dicha orden de santo domyngo açeptase la dicha manda”

Subrayado: "edificar un monestº de la horden de sto domingo en la vylla d alcala de los gazules"


       Del mismo modo, encargó a su delegado que advirtiese a los priores que entregasen el dinero a quien el Principal de la orden dominica nombrase:

“lo mandad de nuestra parte el prior de sant geronymo desta çibdad de sevilla y al prior de santa maria de consolaçion de la dicha vylla de bornos en cuyo poder diz que mandastes enbargar y enbargastes los dichos tres quentos por virtud de una nuestra provysyon que para ello dimos y mandadles que acudan con todos los dichos tres cuentos de maravedis a quyen el padre prinçipal de la dicha orden de santo domyngo nonbrare y mandare e sy neçesario es nos por la presente alçamos e quitamos el dicho deposyto y enbargo para que se faga lo que el dicho adelantado mando fecho en sevilla a doze dias del mes de mayo de myll e quinientos e onze años /J. eps palenty et omes por mandado de su señoria juan de bosmediano”

      El comisario debió presentar la orden del Obispo a los priores el 16 de mayo:

“Por lo qual alçamos e quitamos qual quyer deposyto o enbargo que fezimos de los dichos tres quentos para que conforme a la clausula del testamento del señor adelantado se haga y edifique la dicha casa e vos mandamos en vistud de santa obediençia so pena descomunyon mayor que acudades con los dichos tres quentos de maravedis a quyen el Reverendo padre provinçial de la dcha orden de santo domingo nonbrare e mandare e sy neçesario es por la presente alçamos e quytamos el dicho deposyto y enbargo para que se faga lo que el dicho señor adelantado mando dada en sevilla a diez e seis dias del mes de mayo año del nasçimiento de nuestro salvador hiesu christo de myll e quynientos e onze años”[3] 

       Por tanto, el 22 de septiembre de 1511 debe ser la fecha en que el dinero pasa definitivamente a manos de los dominicos y, desde nuestro punto de vista, el punto de partida del Convento de Santo Domingo de Alcalá de los Gazules.




NOTAS

[1]  RAMOS ROMERO, Marcos: Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz. Alcalá de los Gazules. 1983. Pág. 346


[3]  Nuestro agradecimiento a Manuel Romero Bejarano por la transcripción del documento.