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sábado, 31 de mayo de 2025

La Iglesia de la Victoria. Trescientos años al servicio de la comunidad cristiana de Alcalá de los Gazules



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2025



Ismael Almagro Montes de Oca

    Cuando aún resuenan los ecos de las celebraciones del V centenario de la refundación de las tres antiguas collaciones existentes en una única en la Parroquia de San Jorge, se vislumbra en el horizonte otro aniversario en el ámbito religioso y patrimonial de Alcalá: el tercer centenario de la consagración de la Iglesia de la Victoria.

    Perteneciente al convento de frailes mínimos de San Francisco de Paula, conviene hacer una retrospectiva de los acontecimientos para entender por qué y cuándo se levanta esta iglesia en su ubicación actual.

    En septiembre de 1585, el beneficiado Alonso Cárdeno otorgaba su testamento, ordenándose enterrar en la ermita de la Consolación, dejando parte de sus bienes para que allí «se funde i haga un conbento de frailes vitorios i para ello se exfetue con toda brevedad»[1] con la condición de que estuviese fundado antes de cumplirse el año de su fallecimiento. 


    Rápidamente sus albaceas contactaron con el provincial de los mínimos, Fray Antonio Becerra, quien, desde Écija, el 6 de diciembre dio poder al corrector del convento de Jerez, Fr. Alonso Diaz y a Fr. Juan Téllez, profeso en dicho convento, para que pasasen a Alcalá para estudiar la viabilidad de la fundación,[2] viaje que realizan en febrero del año siguiente, aceptando Fr. Alonso Diaz la herencia de Cárdeno. [3] Tan solo dos días más tarde, este fraile daba poder a Juan Cárdeno y a Juan de la Puerta para arrendar las posesiones que pasaban al convento, varias tiendas en la calle Real y una heredad en cabeza Redonda. De igual manera, el 4 de enero el provincial de los mínimos dio otro poder al vicario de la Orden, Fr. Jerónimo Morcillo para que se entrevistase con el obispo de Cádiz, García de Haro, con objeto de que hiciese donación de una ermita para fundar el convento, licencia que concede el 22 de marzo, con la condición de que los frailes cumpliesen una serie de condiciones, entre ellas, que la advocación del nuevo convento no fuese de la Victoria, como era lo habitual en dicha Orden, sino que, por expreso deseo del obispo, su advocación fuera otra: 

    «los religiosos se a de obligar a tener la devota ymagen de nuestra señora de consolasion perpetuamente en la yglesia del dho convento en medio del altar mayor de tal manera que el nombre que a tenido de nuestra señora de consolasion lo a de tener para siempre y a de ser la principal advocasion del dho convento y que la tengan muy adornada como sentiende la tenran semejantes relijiosos para lo qual les hacemos grasia de los vestidos y frontales y lanparas y de lo demás ornamentos que las devotas personas an dado para el ornato de la dha imagen y hermita» [4] 

    El 26 de marzo, Fr. Jerónimo Morcillo se obligaba a cumplir las condiciones y acto seguido, el vicario de la Parroquia le daba la posesión de la ermita. El mismo día, el fraile se presentaba ante los regidores del ayuntamiento para pedir la vecindad de los frailes, para así poder tener sus ganados en los pastos del término, presentando dos cartas, una del duque de Alcalá y otra de la marquesa de Tarifa para que «acudan a la orden y religion en todo lo q se ofresciere». Sin embargo, los regidores no concedieron la vecindad al entender que iba en perjuicio del resto de los vecinos. [5]

    Pasado poco más de un mes, el 5 de mayo, el Cabildo recibe una nueva carta del Duque y tras su lectura, deciden acudir aquella misma tarde a la ermita de la Consolación para delimitar la superficie que había de ocupar el convento alrededor de la ermita, un total de veinte cuadros «desde la junta que dicen de la lechuza y el otro camino que va a la yesería y rio de Barbate la pasada de Medina que dicen dejando franco este camino y la calle y camino que dicen de la lechuza señalan que de anchura que puedan pasar dos carretas una de ida y otra de la venida y así los dos caminos en la mano una parte y otra hasta tomar la derechera de un arroyo que esta fuera de la fuente y la collera que dicen tomando por mojón un junquillo abajo del arroyo y subiendo del arroyo arriba quedando a mano izquierda dentro de la derechera la polvera con la fuente de agua que allí estaba y a así va la derechera hasta dar al camino de la lechuza y para allí frontero de un portichuelo se descubre la fuente de las viñas por manera que los dos caminos declarados son mojones y linde de suso nombrados en uno señalaron el dicho sitio para el dicho convento y lo hubieron por señalado».[6]

    Sin embargo, esto no llevó aparejado la vecindad de los frailes, porque pasado un mes, el 9 de junio, el primer corrector del convento, Fr. Bartolomé Ardón, volvió a solicitarla al cabildo y, si bien los regidores acordaron inicialmente consultar a algún letrado sobre si se les podía conceder, decidieron que, entretanto «puedan tener fasta numero de trezientas rezes vacunas de hierro y estas se entiendan ser de su labransa e criansa y q estas tengan por averlas heredado y se les proybe q no tengan otro ningun ganado». [7] Pidió asimismo una ampliación del sitio concedido anteriormente, volviendo algunos regidores hasta la ermita y delimitando nuevamente el terreno.[8]

    Finalmente, la vecindad, tras la consulta de varios letrados, les fue concedida el 27 de octubre de dicho año. [9]

    Asentados ya en la ermita, los frailes empezaron poco a poco a labrar el convento, pero tan lento fue el proceso de edificación, que, pasada una década, en junio de 1595, varios vecinos elevaron una queja al Concejo porque había quedado dentro de la propiedad del convento una antigua yesera que los regidores cedieron a los frailes para la obra y éstos no la usaban. Revocaron aquella cesión y dieron licencia a cualquier vecino «para que puedan libremente hacer yeso en la dha yesera que los dhos frayles tenían por md deste concejo para el avasto de los vºs desta villa atento que en esta villa y mucha necesidad de yeso y q los dhos frayles no labran ni hacen yeso en ella y esta la dha yesera parada y q habiendola menester los dhos frayles para el dho efeto de labrar en su convento se la desenvaracen y dexen libremte para que lo puedan hacer»[10]



    Con el pasar de los años, los frailes decidieron mudar el convento a un lugar más céntrico y cómodo, para lo cual adquieren en 1682 varias fincas en la Plaza de la Cruz, llevando a cabo el traslado el 16 de julio a las 12 de la noche, pero sin dar aviso al obispo, quien, tras enterarse, invitó a la comunidad a regresar al antiguo cenobio, pactando las condiciones para poder trasladarse a la nueva ubicación. Ya con la licencia del obispo, el traslado se produjo a las 4 de la tarde del 22 de agosto, acudiendo «Junta Clerecía, el adjuntamto. de esta villa, Commd del Convto de Sto Domingo y personas de distinción salieron procesionalmte acompañando a esta Commd que llevara consigo el smo sacramento y las Ymagenes que dha Yglesia veneraban, dexando en ella solamte la de Sn Antonio Abad» llegando a las seis de la tarde a su destino, donde fueron recibidos «con jubilo y aplauso general de esta villa, colocando en la parte destinada para Yglecia al Smo Sacramento y Stas Ymagenes».

    Como vemos, cuando los frailes se trasladan, no existía convento, sino unas casas, algunas de cuyas habitaciones se utilizaron como iglesia improvisada. La construcción del nuevo templo, se convertiría en tarea primordial para los mínimos, pero una obra de tanta envergadura no sería empresa fácil. La Cofradía del Nazareno mudó su sede con los frailes, y al cambiar sustancialmente las condiciones en que se estableció en el viejo convento, se vio en la necesidad de dejar plasmado en un documento las obligaciones que cada parte asumía en el nuevo, tales como asistencia a las funciones, sermones, misas y otros aspectos. Gracias a esta escritura de concordia, que se firmó el 29 de septiembre de 1690, ocho años después del traslado, sabemos que la iglesia aún no había empezado a edificarse: «y ten es condision que cada y quando que dho convento labre yglesia le a de dar capilla a dha cofradia»[11]



    Como dato curioso, en una de las cláusulas se recoge que no se sabía si la Imagen del Nazareno pertenecía a su Cofradía o a los mínimos: «y ten es condision que si en algun tienpo por algun asidente la dha cofradia saliere de dho convento sin ocasión que para ello se de a de perder el derecho que tiene a la imagen de Jesus nasareno y las alaxas pertenesientes a dha imagen y si el convento la echara fuera del le a de suceder lo mismo que a de perder el derecho que tiene por quanto no se halla razón si la imagen es del convento o de la cofradia».

    Una década más tarde, la iglesia aún no había empezado a levantarse, según se deduce de la limosna que Cristóbal Jiménez de Zurita, clérigo de menores, destina al convento: «mando dos mill reales de vellon por una ves que quiero sean y sirban para la fabrica de la yglesia que se hisiere en el convento de señor san franco de Paula desta viª de tal manera que no puedan conbertir ni gastar en otra cosa»[12]

    Será a partir de 1702 cuando encontremos referencias a la obra del convento, destinando los vecinos diferentes limosnas para la misma.

    La Cofradía del Nazareno, a raíz del convenio firmado en 1690, se hizo cargo de labrar un cuarto adosado al edificio para guardar los enseres de la misma, pero con anterioridad a 1708, los mínimos pidieron al mayordomo de la Cofradía, Gonzalo de Buiza, hacer una permuta por otro para colocar en aquel lugar el campanario. La Cofradía cedió su cuarto, pero los frailes no cumplieron su promesa, tal como dejó expresamente recogido dicho mayordomo en su testamento: 

«Declaro que yo fui mayordomo de la cofradia de Jesus Nazareno sita en el convto de sr sn franco de Paula desta villa y quando mudaron el convento a donde oy esta para poder contener las alhajas de dha cofradia de los bienes de dha cofradia labre un quarto que costo dosztos Rs y es donde oy esta la campana y el portal entonces era a causa de tener dha campana en otro y de uso estaba incommoda me pidieron que por amor a Dios les diera dho quarto que me darían otro tan bueno para las alhajas de dha cofradia lo qual nunca hizieron declarolo assi por descargo de mi conciencia».[13]

    Esto provocaría seguramente roces entre Cofradía y frailes y más aún cuando éstos no terminaban de labrar la capilla destinada a la corporación nazarena dentro de la iglesia. En la cabeza de los hermanos cofrades empezó a rondar la idea de mudarse a otra iglesia y como por la concordia de 1690 no podrían llevarse la Imagen, costearon de sus fondos la hechura de una nueva talla de Jesús Nazareno entre 1709 y 1713, la que hoy conserva, (lo que la convierte en una de las primeras obras, si no la primera, salida del taller del genial escultor José Montes de Oca, de quien se dice que puso taller propio en 1710 y cuya obra documentada más antigua que se conoce data de 1717). 

    Precisamente en 1713 amenazaron con abandonar el convento: «intentamos alcanzar licencia del Iltmo sor obispo de la ciudad de Cadiz a quien somos sugetos para que en vista de nra represntazon mandase se depositasen las imágenes de dha cofradia en la Yglesia Parroquial interin que se concluia la obra de dho convento.» 

    Los mínimos, temerosos de perder el foco de atracción de tan fervorosa imagen, se vieron obligados a firmar un nuevo convenio con la Cofradía, en el que se comprometían a terminar de labrar la capilla: «…atendiendo a la quietud unión y confraternidad que debemos observar por lo antiguo que es la dha cofradia en nro convento y a los grandes esfuerzos con que la adelantan los dhos hermanos y evitar el escandalo por donde se puede esperar el descaecimiento de los ánimos… por ahora y en el interin que se fenece la obra de dho convento ha de ser obligada la comunidad que es o fuere de el en el discurso de dos meses contados desde oy día de la fha a reedificar la capilla de lo que nezesita que es suelo cielo encañonado y el testero y condenar de manpuesto la puerta que de dha capilla corresponde al patio de dha Yglesia por el perjuicio que se ha experimentado y esta amenazando y por el consiguiente ha de ser de nro cargo el cuidado aseo y culto de dha capilla y poner en el arco de ella rexa de palo, o hierro quedando del cargo de la cofradia la llave para ponerla en poder de la persona o Religioso que le pareziere»[14]

    Las obras, en las dos primeras décadas del siglo XVIII, se centraron en la construcción de la Iglesia, hasta que, por fin, 44 años después de trasladados del antiguo convento, se consideró terminada, al menos en su parte interior. Estando celebrándose en las Casas capitulares un cabildo por los regidores el 23 de febrero de 1726, apareció el corrector del convento solicitando permiso para entrar:

     «llegó un recado del Padre Fr. Marcos ximenes Corrector del Combento de nro Pe San Franco de paula pidiendo lizensia para entrar en este ayuntamiento y aviendolo executado y tomado asiento Propuso y Dixo que ponía en la Alta comprehenzion desta Vª, como tenía deliberado Consagrar la Yglesia nueba el domingo tres de marso próximo que viene en cuya funsion, tiene deliberado q en prosesion general se condusqa desde la Yglesia Parroquial al dho combento de la victoria el Santissimo Sacramento y que para ello pide y suplica a esta Villa se sirva de concurrir y autorizar la fiesta sirviéndose de darse por combidada para llevar las Varas del palio y guion».

    Pero, además, el corrector ofreció al ayuntamiento ser Patrono de la capilla o altar mayor, por la mucha ayuda que había recibido siempre por parte de los regidores desde la llegada de los frailes a Alcalá, con el acto simbólico de poner sus escaños en dicho lugar:

     «y asimismo pide y suplica a esta Villa como tal Corrector de que expera la confirmación del reverendo Pe Provincial, se sirva de la Propiedad de la Capilla maior de dho Combento de que haze Dueño y Patrono a la Villa Para que en ella Ponga sus escaños, en donde se an de mantener Perpetuamente para siempre jamás sin que Persona alguna que no sea capitular se pueda sentar en ellos, concurran o no a las funciones del Combento cuya demostrasion haze en Remunerazon de los muchos favores que desta villa a rezevido».

    Desde el Cabildo, se dieron las gracias al Padre corrector y se aceptó tanto participar en la procesión de consagración desde la Parroquia, como los asientos perpetuos en la capilla mayor, acordando «que en señal de Possesion luego Yncontinenti, se pongan Dos bancos deste ayuntamto en dha Capilla maior Ynterin que se hazen bancos en forma». Igualmente, los regidores decidieron, a pesar de las dificultades económicas por la que se atravesaban, dar una limosna «para la función al dho Padre Corrector con quatro cientos y cinquenta Rs” [15] Esta limosna la adelantó Francisco Romero Catalán, a quien se le despachó libranza en agosto de dicho año porque “se le estan debiendo por averlos prestado para la ayuda de costa que se le dio al combento de la Victoria para la obra».[16]

    Aunque la Iglesia estaba ya oficialmente consagrada, y por tanto, con celebraciones diarias y un uso habitual, todavía se continuaba obrando en 1749, seguramente en la parte exterior de la misma, pues el 1 de agosto se produjo un accidente laboral, según consta en la partida de funeral de Alonso Ramírez, que fue enterrado en la Victoria aquel mismo día “por aver caído de la obra de la yglesia de dicho convento”[17] A este respecto, conviene reseñar que en noviembre de 1755, cuando se produjo el famoso terremoto de Lisboa, en Alcalá apenas se sufrieron daños, “a excepción de el convento de Religiosos Mínimos, que hallándose las paredes braveadas, por su elevación quedó sumamente deteriorado.”[17] Esta referencia nos hace suponer que las paredes de la Iglesia se encontraban sin enlucir.

    Logró sobrevivir a la marcha de los mínimos, sirvió de acuartelamiento a las tropas francesas de Napoleón en la Guerra de la Independencia, estuvo clausurada a finales del siglo XIX y a punto de ser demolida en 1886. Se recupera en la actualidad de los “achaques de la edad”, siendo la única de los tres conventos que existieron en Alcalá, que continúa en activo. El 3 de marzo de 2026, cumplirá 300 años al servicio de la comunidad cristiana de Alcalá.




NOTAS

[1] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules,42. Testamento otorgado ante Fabián de Coca el 7 de septiembre de 1585.

[2] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Licencia del provincial de la orden de mínimos, otorgada el 6 de diciembre de 1585. Folios 25 y 26 vto.

[3] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Aceptación de la herencia de Alonso Cárdeno por parte de los mínimos. Escritura ante Fabián de Coca, otorgada el 7 de febrero de 1586. Folios 19 vto. a 23 vto. El 10 de marzo, Juan de la puerta, en nombre del convento, arrienda una tienda con su alto y corral trasero al zapatero Juan de Madrid, por tiempo de un año y precio de siete ducados y medio. (AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Escritura de arrendamiento otorgada ante Fabián de Coca el 10 de marzo de 1586. Folios 53 y vto.)

[4] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules, 295. Escritura otorgada ante Fabián de Coca el 26 de marzo de 1586. Folios 60 a 67 vto.

[5] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA DE LOS GAZULES. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Cabildo del miércoles 26 de marzo de 1586. Folios 112 a 114.

[6] AMAG. Cabildo del lunes 5 de mayo de 1586. Folios 116 y 117. La comisión estaba formada por el doctor Pedro de Ayala de Molina, alcaide y capitán de esta villa, Melchor de Palma, alcalde mayor, Bartolomé Gómez de Coronado, alcalde ordinario, el licenciado Juan Fernández, abogado, fiel ejecutor, Diego Cano Sotomayor, Francisco de Medina, Fco. García Chiclana, Vázquez de Miranda y Miguel Román, Regidores y Juan Ximénez Silleros jurado, junto con el escribano público y del cabildo, Juan de Mondragón.

[7] Cabildo del lunes 9 de junio de 1586. Folios 146 a 148.

[8] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Acta del señalamiento de tierras para el convento efectuada el 12 de junio de 1586. Folios 148 vto. a 149 vto.

[9] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Cabildo del lunes 27 de octubre de 1586. Folios 189 a 190.

[10]AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 6. Cabildo del 26 de junio de 1597. Folio 9 y vto. El 31 de julio los frailes volvieron a pedir la yesera, aunque no hay constancia de que se les devolviera. (Cabildo del lunes 31 de julio de 1595. Folio 15.)

[11] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Juan Barreto de Molina, 240. Folios 282 a 283 vto. Escritura de 29 de septiembre de 1690. Los frailes que componían el convento eran Fr. Juan de Salas, corrector, Fr. Bartolomé Navarro, vicario, Fr. Andrés Llanos, lector, Fr. Juan Pavón Padre predicador, Fr. Juan Narváez, Fr. Pedro Villanueva, Fr. Francisco Román, Fr. Francisco Galán, Fr. Cristóbal Morales, Fr. Alonso Villanueva, Fr. Ambrosio Romero, Fr. Bartolomé Gil y Fr. Miguel Romero. Por parte de la cofradía firma el documento su mayordomo, Gonzalo de Buiza.

[12] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Juan Barreto de Molina, 144. Testamento de Cristóbal Jiménez de Zurita, otorgado el 24 de mayo de 1700. Folios 138 vto. y 139. Este clérigo debió tener algún roce con los frailes, pues ordenó que fueran sus albaceas los que distribuyesen dicha limosna sin que se le entregase ni al corrector ni a la comunidad “aunque sea con el motivo de guardarlos en dha obra”.

[13] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Francisco Bautista de Ortega,152. Testamento de Gonzalo de Guisa, otorgado el 27 de noviembre de 1708. Folios 198 y vto.

[14] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Carlos del Fierro, 30. Escritura de convenio entre el convento de la Victoria y la Ilustre cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno fechada el 4 de abril de 1713. Folios 534 a 539 vto.

[15] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA GAZULES. Actas Sesiones Ayto. pleno. Legajo 16 (1724-1730) Libro 2. Cabildo de 23 de febrero de 1726. Folios 134 a 135 vto.

[16] AMAG. Legajo 16 Libro 2. Cabildo del 8 de agosto de 1726. Folio 186.

[17] ARCHIVO PARROQUIAL ALCALA DE LOS GAZULES. Libro 52 Funerales. Falleció el mismo día. Era natural de Alcalá, casado con Beatriz Vázquez y tenía 30 años.

[18] Dato extraído de la Monografía sobre Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755), escrita por José Manuel Martínez Solares, publicada por la dirección General del Instituto Geográfico Nacional del Ministerio de Fomento en 2001.

sábado, 10 de mayo de 2025

La primera emisión latina de Lascuta y Lacca Mopsi




Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2025


Francisco Jordi Páez



1. Introducción

    El presente estudio se expuso en una ponencia, a modo de primicia servida en bandeja ante los alcalaínos y las alcalaínas, el pasado 26 de marzo en el Convento de Santo Domingo del siglo XVI, situado en Alcalá de los Gazules, titulada “El sinecismo entre las ciudades de Lacca y Lascuta en la confluencia de los ríos Guadalete y Majaceite”. En esta exposición se dio a conocer una nueva evidencia epigráfica de la inscripción LAↃↃ(A) MOPSI en la primera emisión latina de LASCVT(A), lo que demostraría la existencia de dos topónimos distintos. La explicación de esta sutil diferenciación se fundamenta en un claro proceso de sinecismo (gr. συνοικισμός ‘cohabitación’) en el que Lascuta se habría integrado en Lacca durante los últimos decenios de la romanización. Esta teoría se respalda con los hallazgos monetarios registrados entre Jerez de la Frontera y Arcos de la Frontera, en concordancia con las referencias históricas existentes, por lo que se plantea la posibilidad de que esta acuñación conmemorativa de Lascuta estuviera motivada por la necesidad económica de la ciudad estipendiaria de establecer el soporte material de su institucionalización.

2. Problemática

    Lascuta es una ciudad estipendiaria del Conventus Gaditanus, citada por Plinio[1], que cuenta con dos testimonios arqueológicos de su existencia: por un lado, el “Bronce de Lascuta” o la Tabula Lascutana[2], procedente del territorio de Alcalá de los Gazules, se trata de un edicto de manumisión del año 189 a.C. en el que se libera a los siervos de los hastenses de la turris lascutana; y, por el otro, las monedas broncíneas con escritura neopúnica degenerada y latina, bilingües, acuñadas entre los siglos II y I a.C., identificadas con Lascuta, por primera vez, por el académico y numismático, Antonio Delgado y Hernández[3]. Las dudas con respecto al hallazgo del “Bronce de Lascuta” en Mesa del Esparragal, Correderas de la Salud o la misma Alcalá de los Gazules son razonables, dada su descontextualización[4], aunque la supuesta ubicación de la ciudad romana de Lascuta en la Mesa del Esparragal parece descartarse en los tiempos actuales[5]. No obstante, la propuesta de su ubicación en Alcalá de los Gazules parece cobrar mayor consistencia, a partir de las últimas intervenciones arqueológicas en su casco urbano, donde existen los vestigios de un asentamiento romano de relevancia[6].

    Los hallazgos monetarios destacan por su aparición en Bolonia, Cerro del Prado, Cáceres el Viejo, San Fernando, Arcos de la Frontera, Cerro del Aljibe, Bares, Murcia[7], Junta de los Ríos, Baños de Gigonza en San José del Valle, cercanías de los ríos Barbate y Álamo, alrededores de Sevilla, en la Fuente de la Salada o Plaza Collado de Alcalá de los Gazules[8], Cortijo de Casinas[9], alrededores de Sevilla, Villaluenga del Rosario y en distintos puntos de la campiña de Jerez de la Frontera, lo que dio pie a proponer su ubicación en la Torre Melgarejo[10]. Esta última hipótesis de ubicar Lascuta cerca de Jerez de la Frontera y no de Alcalá de los Gazules ha vuelto a aparecer, sin saber que pronto amenaza ruina, pues, a continuación, se da una explicación a tal circunstancia, en concordancia con las referencias históricas relativas a sus hallazgos monetarios[11].

1. Nueva evidencia epigráfica

    Entre todas las inscripciones monetales latinas de Lascuta, en las que aparece inscrito el topónimo abreviado por suspensión LASCVT(A), así como algunas leyendas que mencionan los nombres personales como A. IRTHI, P. TERENT BODO o L. NVMIT BODO, nadie había reparado hasta ahora en una anomalía de una serie en concreto. Esa serie en cuestión corresponde con la que muestra en el anverso un busto con casco, que supone una ruptura con las demás iconografías hercúleas de los anversos, ya que presenta una leyenda latina en el campo superior de la tipología en el reverso, mal leída, desde luego, dada su similitud con la de Lascuta que aparece en el anverso.

Museo Nacional de Dinamarca (Copenhague)



    La moneda que ha sido objeto de revisión por su excelente estado de conservación se custodia actualmente en el Museo Nacional de Dinamarca (Copenhague) y procede de la colección numismática del abogado, anticuario y numismático gaditano, Joaquín Rubio y Muñoz. En el anverso se lee la leyenda externa LASCVT delante del busto galeado y en el reverso, abajo en el exergo, se lee MOPSI y, arriba del elefante, LAↃↃ con las dos C retrógradas[12]. Esta nueva lectura permite realizar una primera reflexión sobre su identificación con un topónimo, al menos, distinto al de Lascuta a partir de otros paralelos de esa dualidad toponímica con escritura latina en una misma emisión.

2. Hispania Citerior Tarraconensis

    Las primeras emisiones latinas acuñadas por las ciudades romano-republicanas de Nassica y Calagurris (antes Kalakorikos), Bilbilis (antes Bilbiliz) e Italica y, por último, Silbis y Turiaso (antes Turiazu), cuentan con el mismo patrón que nuestra moneda en cuestión. En primer lugar, Nassica y Calagurris Iulia identificada con Calahorra (La Rioja). En el anverso, NASSICA delante del busto masculino, y en el reverso del toro, arriba CALAGURRI y abajo IVLIA. Esta moneda se ha considerado como una acuñación conmemorativa sobre la celebración de un acontecimiento histórico tan importante como era la concesión de su estatuto de municipio romano durante las últimas décadas de la época republicana, aunque el sobrenombre Nassica, lo recibió antes de su municipalización[13]. La abundante producción monetaria de Calagurris Iulia se debió no sólo al uso local, sino también a la necesidad de abastecer de moneda a las tropas romanas que se ubicaban en la vía principal de acceso a esa zona en el valle del Ebro[14].


Tauler & Fau Subastas


Fotografie Lübke & Wiedemann (Leonberg)



    Esto nos daría la lectura de dos topónimos distintos: Nassica y Calagurri Iulia. La cita de Plinio “Calagurritani qui Nassici cognominantur”[15] (los calagurritanos que se apellidan násicos) apuntan a la existencia de una Nassica, como ciudad de los násicos, que, a su vez, constituye el cognomen o apellido de los calagurritanos. De hecho, Nassica tiene su propia moneda, en el anverso, leyenda externa NASSICA delante del busto, y en el reverso, bucráneo, encima C·VAL, a los lados AED e ILES y debajo C·SEX.

    En segundo lugar, Bilbilis, identificada con el Cerro de la Bámbola (Calatayud, Zaragoza) que presenta en su primera emisión latina, en el anverso, delante o detrás del busto masculino BILBILI, aunque después adopta la forma de BILBILIS y en el reverso ITALICA. Ya Amela Valverde[16], siguiendo a Collantes Pérez-Ardá[17] y Beltrán Lloris[18], sugería que Italica pudiera ser un sobrenombre derivado del asentamiento de itálicos en Bilbilis, pero, más bien, como señala Solana Saínz, quizá indicase la existencia de la nueva población con respecto a la antigua celtibérica, que aún estaría habitada[19]. En este sentido, Italica sería el nombre de una ciudad romana de nueva creación, como es el caso de su homónima hispalense en la actual Santiponce (Sevilla). En tercer y último lugar, Turiaso, identificada con Tarazona (Zaragoza) que presenta en su primera emisión latina, en el anverso, delante del busto femenino leyenda externa SILBIS y en el reverso, debajo inscripción TVRIASO. La leyenda SILBIS se ha relacionado con el nombre de la ciudad de Turiaso e incluso con un apelativo similar al que poseen otras ciudades anteriormente citadas que acuñaron este tipo de emisiones latinas[20].

Ibercoin


 Jesús Vico



3. Hispania Ulterior Baetica

    Existe un único paralelo constatado en Sisipo y Detaumo, que acuñaron emisiones latinas, aunque siempre se hayan considerado como una misma realidad cívica, el catedrático emérito en Filología Latina de la Universidad de Sevilla, José Antonio Correa Rodríguez, desmiente tal creencia y asegura que estamos ante dos topónimos completamente distintos[21]. La ubicación es discutida, aunque Leandre Villaronga i Garriga señala que la zona situada entre Jerez de la Frontera y Arcos de la Frontera, más concretamente, entre el cortijo de Vico y de la Peñuela, es donde existe una mayor densidad de hallazgos monetarios, por lo que parece probable su ubicación en esta zona[22]. En la serie de cabeza femenina tocada con toscas espigas de trigo y el Hércules gaditano en su faceta frugífera, SISIPO aparece delante del busto en leyenda interna, y en el reverso arriba del toro o atún DETAV. En la serie de cabeza galeada, el anverso es anepígrafo y, en el reverso aparece inscrito entre el toro, arriba DETVMO y abajo SISIP o SISIPO. Por tanto, los topónimos serían Sisipo y Detaumo. En el caso de Sisipo, quizá pudiera ser una ciudad estipendiaria, tal y como lo fue Baesipo, siendo DETAV y DETVMO abreviaturas del topónimo Detaumo, con una análoga relación tipológica de sus retratos, tanto hercúleos como galeados, con los de Lascuta y Lacca.


Colección privada (monedaiberica.com)


 José Antonio Herrero



4. Interpretación histórica

    La ciudad romana de Lacca no contaba con ningún testimonio epigráfico, a pesar de los intentos por relacionarla con los tituli picti en los que aparece la inscripción LAC que, tras la publicación de un reciente estudio, se ha demostrado que un rótulo de colonia ha resuelto la cuestión de la forma más inesperada, siendo leídos como LAC(erti) CA(tili) VE(teres), es decir, lacerti (jureles) catili o catuli (pequeños) veteres (envejecidos)[23]. En este sentido, el único testimonio que existe es literario, pues aparece de la mano del poeta al-Ḥimyarī, en su obra geográfica Rawḍ al-Mi’tār, al mencionar la existencia de una ciudad en la cora de Šiḏūna, llamada Lakka, construida por el césar Uktabyān, y cuyos restos aún subsistían, con una de las mejores fuentes termales de Al-Ándalus. Junto al río de las ruinas de Lakka, se enfrentaron las tropas visigodas de Rodrigo y las musulmanas de Tāriq b. Ziyād[24], dando nombre a la célebre Batalla del Wādī Lakka (Guadalete). Según Ibn Sa’īd, el Wādī Lakka era un hermoso río que, a su paso por Šarīs (Jerez), se hallaba lleno de huertas y paisajes deliciosos, y venía a ser un compendio del río de Isbiliya (Sevilla)[25]. En las obras de Yāqūt[26] o al-Ḥimyarī[27], se menciona el emplazamiento de Qalsāna (Casinas) en la confluencia de los ríos Lakka y Bīta/Būta, identificados con el Guadalete y su afluente, conocido por los nombres de Guadalcacín y Majaceite, que vierten sus aguas en la Junta de los Ríos[28].

    La ubicación de Lacca aún es discutida, pues Leopoldo Torres Balbás la identificó con el castillo y los baños de Gigonza[29], aunque, años más tarde, el profesor Genaro Chic García, siguiendo la teoría de Claudio Sánchez Albornoz, la situó en la Junta de los Ríos[30]. Lo cierto es que, la confluencia de los ríos siempre ha tenido una importancia estratégica para la implantación de Roma, puesto que desempeña un papel crucial de nudo de comunicación, tanto terrestre como fluvial, cuyo control permite el transporte de mercancías como puerto fluvial, así como el dominio de las terrazas fluviales y la explotación agrícola de las fértiles llanuras que le rodean. Por el contrario, la situación aislada y marginal de Lascuta, como oppidum o plaza fuerte, situada en el interior de los escarpes naturales de los montes alcalaínos, se nos presenta como una entidad menor a la nueva civitas de Lacca, que se funda como una cabeza administrativa en la llanura aluvial que constituía la piedra angular de lo fiscal, judicial, religioso, político y económico, a través de un proceso sinecista (conocido con el término contributio), que viene a dar sentido al trasvase de la población de Lascuta al llano con la pacificación[31].

    El cognomen Mopsi podría ser el caso genitivo de Mopsus, en relación al adivino Mopso, por lo que Lacca, si deriva de la raíz indoeuropea *lak-: gr. λάκκος ‘cisterna’, lat. Lacus ‘agua remansada, estanque, lago, mar’[32], presente en topónimos como Laccuris, Lacipo, Lacilbula o Lacimurga, Lacca Mopsi significaría ‘estanque de Mopso’, al igual que Hestia Mopsi ‘hogar de Mopso’. Esta etimología manifiesta la estrecha relación de esta nueva fundación romana con los manantiales de aguas sulfurosas que afloran en su entorno, así como la importancia de los mitos heroicos griegos en la creación de la identidad cultural de las ciudades asentadas en las riberas de este río que, en su desembocadura, contaba con un oráculo y puerto del héroe Menesteo[33]. El argonauta Mopso era descrito con un morrión ceñido de ínfulas y el laurel del Peneo en lo alto de la cimera[34], un retrato bélico relacionado con la necesidad de abastecer de moneda a las tropas romanas acantonadas en el valle del río Guadalete por estas ciudades estipendiarias. Los diseños del jabalí y la serpiente representan a los seres antagonistas de este héroe mítico; uno relacionado con la cacería del jabalí de Calidón en la cual participó y otro con la serpiente que le dio muerte en el desierto de Libia[35], una dialéctica entre romanos e indígenas en la apropiación ideológica de un territorio, por lo que, conllevará la concesión de privilegios y la eliminación de cargas tributarias.

Colección privada (tesorillo.com)


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NOTAS

[1] Plinio, Historia Natural, III, 15.

[2] CIL II 5041.

[3] Delgado y Hernández, A. (1871): Nuevo método de clasificación de las Medallas autónomas de España, tomo II, Imprenta de D. Antonio Izquierdo y García, Sevilla.

[4] No ha sido posible fijar exactamente el lugar del hallazgo arqueológico, ni las circunstancias del mismo, ya que el bronce fue comprado por el ingeniero polaco Lazeski, quien lo llevó a París con informes equivocados, véase Rodríguez de Berlanga y Rosado, M. (1881): Los bronces de Lascuta, Bonanza y Aljustrel, Imprenta que fue de Don José Martínez de Aguilar, hoy de Don Ambrosio Rubio, Málaga.

[5] Gutiérrez López, J. M.ª y Martínez Enamorado, V. eds. (2015): A los pies de Matrera (Villamartín, Cádiz). Un estudio arqueológico al oriente de Siduna, Villamartín (Cádiz).

[6] Montañés Caballero, S. (2006): “Actuación arqueológica de urgencia. Calle San Juan de Ribera y Alonso el Sabio. Alcalá de los Gazules”, Anuario Arqueológico de Andalucía, p. 504.

[7] Ruiz López, I. D. (2010): La circulación monetaria en el sur peninsular durante el período romano-republicano, Universidad de Granada, Granada, p. 316.

[8] Pérez Rodríguez, M. (2025): “¿Dónde se ubica Lascut?”, Entre Abulagas y Caillos, Alcalá de los Gazules; Muñoz A. y Parodi, L. (1980): “Los depósitos romanos de agua de Alcalá de los Gazules”, Boletín del Museo de Cádiz, 11, pp. 40-45.

[9] Mancheño y Olivares, M. (1901): Antigüedades del Partido Judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron en él, El Arcobricense, Arcos de la Frontera.

[10] Mateos Gago, F. (1871): “Lascut”, en Delgado y Hernández, A.: Nuevo método de clasificación de las Medallas autónomas de España, Imprenta de D. Antonio Izquierdo y García, Sevilla, p. 163.

[11] En la conferencia sobre “Asta en las fuentes árabes” celebrada en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez de la Frontera el 2 de marzo de 2021, con la que se cerraba el ciclo ‘Jerez Siempre’, el arabista jerezano, Miguel Ángel Borrego Soto, que asimismo fue presentado por el arqueólogo y presidente del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Francisco Barrionuevo Contreras, afirmaba que la turris lascutana no estaba en Alcalá de los Gazules, sino en un entorno mucho más cercano a la propia ciudad romana de Hasta Regia, situada en Mesas de Asta, dentro de su amplio alfoz.

[12] Esta singular Ↄ aparece en una de las monedas latinas con leyenda retrógrada de Carissa Aurelia.

[13] Beltrán Villagrasa, P. (1974): La cronología del poblado ibérico del Cabezo de Alcalá (Azaila), según las monedas allí aparecidas. En Beltrán Villagrasa, P.: Obra completa I. Antigüedad, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, p. 171; Hernández Guerra, L. (2006): v. Calagurris, en Roldán Hervás, J. M. (ed.): Diccionario Akal de la antigüedad hispana, Akal, Madrid, p. 184.

[14] Amela Valverde, L. (2012): “Las dos primeras emisiones latinas de la ciudad de Calagvrris”, Kalakorikos 17, pp. 127-146.

[15] Plinio, Historia Natural, III, 24.

[16] Amela Valverde, L. (2014): “La emisión de Bilbilis Italica”, Acta Numismática, 44, Barcelona, p. 47.

[17] Collantes Pérez-Ardá, E. (1997): Historia de las cecas de Hispania antigua, Madrid, p. 91.

[18] Beltrán Lloris, F. (2000): “El tiempo de Augusto”, en Roma en la Cuenca Media del Ebro. La Romanización en Aragón, Zaragoza, p. 81.

[19] Solana Saínz, J. M. (1989): “Colonización y Municipalización bajo César y Augusto: Hispania Citerior”, en Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida, p. 91.

[20] Amela Valverde, L. (2007): “La primera emisión latina de Turiaso”, TVRIASO XXI, p. 100; Villaronga i Garriga, L. (1987): Numismática antigua de Hispania. Iniciación a su estudio, Barcelona, Cymys, p. 244.; García-Bellido, M.ª P. y Cruces Blázquez, C. (2002): Diccionario de cecas y pueblos hispánicos, con una introducción a la numismática antigua de la Península Ibérica, vol. I, Introducción, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, p. 69.

[21] Correa Rodríguez, J. A. (2026): Toponimia Antigua de Andalucía, Universidad de Sevilla, Sevilla, p. 293.

[22] Sáez Bolaño, J. A. y Blanco Villero, J. M. (1996): Las monedas de la Bética romana, vol. I, Conventus Gaditanus, San Fernando, p. 320.

[23] Djaoui, D. (2016): The myth of ‘Laccatum’: a study starting from a new titulus on a Lusitanian Dressel 14. In I. V. Pinto, R. R. de Almeida and A. Martin (eds), Lusitanian Amphorae: Production and Distribution. Roman and Late Antique Mediterranean Pottery 10, Archaeopress, Oxford, pp. 117-127.

[24] Al-Ḥimyarī, Rawḍ, p. 511.

[25] Ibn Sa’īd, Mugrib, I, pp. 224-225.

[26] Yāqūt, Mu’ŷam, IV, p. 389.

[27] Al-Ḥimyarī, Rawḍ, p. 466.

[28] Borrego Soto, M. A. (2024): ““Y habiendo llegado al río que se llama ‘Vedelac’…” Lakka y Wādī Lakka: nueva hipótesis de ubicación”, Revista de Historia de Jerez, 27, p. 18. E

[29] Torres Balbás, L. (1957): Ciudades yermas hispanomusulmanas, Imprenta y Editorial Maestre, Madrid.

[30] Chic García, G. (1979-80): “Lacca”, Habis, 10-11: pp. 255-76.

[31] La nueva propuesta del arabista jerezano, Miguel Ángel Borrego Soto, de ubicar la ciudad romana de Lacca en la Sierra de Gibalbín, sin desmerecer su trabajo de recopilación de datos, creemos que no se puede sostener por tres razones: la primera, el hecho de que Lascuta sea un oppidum o una plaza fuerte en altura, implica que Lacca estuviera situada en el llano, no en la cima de un monte; la segunda, la existencia de una análoga relación tipológica del retrato galeado entre Lascuta-Lacca y Sisipo-Detaumo, reduce su ubicación a la llanura aluvial del río Guadalete; la tercera, y última, la abundancia de los hallazgos monetarios entre Jerez de la Frontera y Arcos de la Frontera, según la tradición histórica, viene a corroborar la opinión, más que consabida, de ubicar la ciudad romana de Lacca en la Junta de los Ríos.

[32] Villar, F. (2000): Indoeuropeos y no indoeuropeos en la Hispania prerromana, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca: p. 314.

[33] Estrabón, Geografía, III, 1, 9; Ptolomeo, Geografía, II, 4, 5.

[34] Valerio Flaco, Argonáuticas, I, 383-386.

[35] Grimal, P. (1989): Diccionario de Mitología Griega y Romana, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, pp. 365-66.


sábado, 18 de enero de 2025

Diego Ángel de Viera (I)


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 
y de Nuestro Patrimonio 2004


Fernando TOSCANO DE PUELLES 



Actividad beneficial 

     Don Diego de Viera obtuvo su Beneficio eclesiástico en Alcalá de los Gazules. Previa la correspondiente solicitud y presentación de méritos por los aspirantes, al propio Obispo, el Prelado gaditano había resuelto a favor de Viera entre los varios opositores. 

     Esta cualidad de Beneficiado subsiste, pero casi resulta extraña. Hay que precisar que, al fin, Beneficiado no es sólo expresión de una ventaja sino principalmente nombre de oficio, que en el lenguaje latino equivale a deber. Según la vieja sentencia: El beneficio se da por el oficio. Oficio que conlleva trabajo, obligaciones y responsabilidad social. 

     El “beneficio” era una realidad jurídica muy antigua en la Iglesia. Como el Cabildo Capitular respecto a la Catedral, existía el hecho histórico-canónico, muy difundido de los llamados, como colectivo, Cuerpos beneficiales o de Colegiatas. Se trata de comunidades de sacerdotes seculares que, a diferencia del Cabildo Catedralicio, sin tener como éste funciones
de consejo episcopal, ni capacidad de intervención en el gobierno diocesano, en exclusiva, bajo la autoridad del Obispo, gobierno y control de la Fabrica, estructura espiritual y material- de su propio templo local. Estas instituciones perdieron su valor, por lo común, a partir del Concordato de 1851, que abolió la mayor parte de las colegiatas, etc., “que actuaban como
iglesias mayores de núcleos urbanos importantes”.[1]

     Como decimos, tal institución de Canónigos, o Beneficiados y capellanes, llega a ser definida por algunos autores como “Colegio de sacerdotes constituidos en una Iglesia para la solemnidad del culto y otras misiones espirituales”[2]

     Dentro de estos cuerpos también pueden establecerse otras diferencias o tipologías: existen Capítulos sometidos a una regla, y otros que se vinculan a determinados entes eclesiásticos, generalmente a la Iglesia Parroquial. Su aparición es históricamente conocida: 

“Al configurarse la sociedad de la Edad Media en el régimen feudal, los Cabildos se acomodan a él mediante el sistema de los beneficios. Todo miembro del Cabildo, a cambio de una prestación personal: trabajo, vida en común, celebración diaria del culto y asistencia a coro, verdadero oficio, adquiría el derecho al beneficio, es decir, a participar en la parte proporcional -ración- de las rentas derivadas de las propiedades del cabildo.” 

      Aquí parece justo explanar o añadir las circunstancias locales de Alcalá por la legitima aspiración historiográfica de que el dato aislado deje de serlo, por su aplicación e inserción en más amplio entramado social. 

     En el Archivo nuestro Municipio se conserva la Bula o Letras Apostólicas del Papa Clemente VII, en texto latino sobre pergamino fechada en 20 de enero de 1524, donde dispone la unificación de las antiguas Parroquias en la de San Jorge. (Con extinción jurídica de las de San Vicente y San Ildefonso), y de colación de los diez Beneficios “de estas Iglesias”. [3] La registran en reciente y meritoria obra Francisca Fernández Ruano y Victoria Martín Mila.[4] Este Clemente VII es el Papa romano, de nombre Julián de Médicis, florentino cuyo Pontificado transcurrió de 1523 hasta su muerta en 1534.[5]

     La notable Institución beneficial fue solicitada y obtenida por el titular del Señorío, don Fadrique Enríquez de Ribera, y marqués de Tarifa, y la concesión supuso un honorífico status de la Iglesia local, de la que el Señor Jurisdiccional era Patrono. 

     Llegados a este punto, hemos de hacernos eco, como inciso, del texto de un autor con grandes méritos, pero que expone un punto de saber reticente. Morgado, tratando de Cádiz y su diócesis en el siglo XVII, entre las conclusiones de su trabajo, establece la siguiente: 

“La patrimonialización de buena parte de las estructuras eclesiásticas constituía, asimismo, un fuerte hándicap: las prebendas del cabildo catedral se habían convertido en prácticamente hereditarias merced al sistema de las coadjutorías, buena parte de las capellanías era provista por los linajes familiares, en ciertas localidades, como Alcalá de los Gazules, el acceso a los beneficios solamente estaba reservado a los naturales de la población... todo ello forjaba un sistema clientelar en el cual, por encima del mérito o la capacidad intelectual, primaba la integración en alguna red de patronazgo”. [6]

     Y antes, refiriéndose a estos Beneficiados alcalaínos, había escrito, con el amparo de obra extranjera de análisis sociológico, que “los diez beneficiados simples existentes en Alcalá de los Gazules de 1524 eran provistos por oposición entre los naturales de dicha villa, lo que debió constituir una importante fuente de clientelismo para la oligarquía de la misma”[7] teniendo los poseedores la obligación de cantar las horas canónicas en el coro de la parroquia de dicha localidad y asistir a la procesión claustral celebrada los domingos y festivos.[8]

     No podemos aceptar esa expresión de “clientelismo”, defecto del que apriorísticamente -y hasta con cierta contradicción- lo mismo se sospecha que se acusa a los Beneficiados alcalaínos. No se da ninguna prueba, ni se cita caso concreto alguno. Nos parece insinuación o prevención muy propias de ese tipo de obras que no entran en el alma de las instituciones, sino en lo exterior de su corteza, generalizando presunciones e inclinándose a la habitual carga economicista o de conflictividad e interés de clases. 

     Al enumerarse en esos textos entidades eclesiásticas de naturaleza diferente, se hace un juicio global indebido. Desde luego, hipótesis errónea por lo que toca a los Beneficios alcalaínos, que ni habían sido creados por empeño eclesiástico, ni su provisión sucesiva dependía para nada del Cuerpo beneficial (donde tampoco hubo Coadjutores suplentes o con derecho de sucesión de los titulares). Salvo quizá la presentación primera del Fundador las demás eran optativas de los propios interesados -con las condiciones requeridas, y de las que no conocemos dispensas-, siendo la provisión competencia exclusiva del Obispo, examinada la solicitud individual y estudiados los méritos personales. 

     Se reservaban estos Beneficios a los naturales del pueblo según la norma pontificia de 1524, pero en su provisión, como decimos, no intervenía ni mediaba ningún patrón civil ni eclesiástico, individual ni corporativo; nada tampoco se prefijaba respecto a dependencia, calidad, edades y parentescos (salvo las normas vigentes generales). Aquí nunca se ha constatado esa presunta “red de patronazgo”, ni siquiera se conoce una simple recomendación. 

     Frente al presunto favoritismo, más bien resaltan algunos casos contrarios. Primero, el criterio y proceder de don Perafan de Ribera, señor y I Duque de Alcalá. Aun teniendo facultad pontificia para proveer varios Beneficios en su Jurisdicción -distintos de los de Patronato-, dio en 1561 esta edificante respuesta a su hijo, San Juan de Ribera, quien pedía poderes para su provisión: “No hay para qué embiaros el poder que pedís para proveer los beneficios de mi tierra, porque no me pareció usar de la gracia que sus Sanctitud me concedía”.[9]

    Tampoco hubo postillo de favor cuando, en 1773, un Beneficiado quiso conservar los emolumentos, aunque estuviese ausente por razón de estudios de Teología. El Cuerpo de Beneficiados -con la firma de Diego de Viera- se opuso a la pretensión del compañero, por ser contraria a la Bula Fundacional. [10]

      Hemos insistido un tanto en todo lo anterior, para evitar se cree o difunda un error grave a estos notables Beneficiados de Alcalá, tan dignos de recuerdo y estima. 

      Cuestión muy distinta es que en D. Diego de Viera resulte evidente un nivel económico alto en la posesión de bienes, que el mismo manifiesta al realizar su Fundación. Aparte de los bienes de su Beneficio, expresa poseer bienes bastantes para su honesta sustentación, por los que a todos los renuncia para la Obra Pía que crea y en la que se integra. Había heredado de padres y hermanos, y recibido bienes de otros familiares. Nada modificaría tal acrecentamiento su estilo personal de vida, sino era en el aumento de sus limosnas y tareas en remedio de necesidades; debió ser hombre parco, morigerado y tal vez algo austero consigo, en un régimen de vida corriente y ordenado. 

     Como clérigo y alcalaíno, estuvo también debidamente exento de algunos tributos, como el de alcabalas (privativo de lugar). Percibió rentas eclesiásticas propias de un tiempo de prosperidad relativamente generalizada, por factores agrícolas y sociales. Sin que pensemos ingenuamente que todo fue bienandanza económica para este clero local. No suele ser fácil cobrar derechos y débitos, y puede servir de indicio de ello el poder especial que otorgan, en 16 de enero de 17911, el Vicario, Alonso de la Jara, el Cura de San Jorge, Francisco Javier de Molina, y el cuerpo de Beneficiados, compuesto por Félix Manrique, Diego de Viera, Vicente de la Jara, Juan Delgado, Francisco de Oliva, Martín Cumplido, Sebastián López Becerra, Juan de Mendoza y Tomás Vela Castaño. Todos facultan a D. Andrés Cabrera, Sacristán menor de la Iglesia Parroquial, para que cobre los tributos de las fincas “sobre que están impuestos y situados los censos y remembranzas de cuya pertenecientes a los Beneficios y Curatos que poseemos y de que se componen sus congruas, anualmente” [11]

      Viera no atesorará para sí, como consta de tantas donaciones en vida y sobre todo, por su Fundación religiosa y benéfica. Acaso excedió, sin proponérselo, al nivel medio de los Presbíteros de su época, pues a este conjunto, analizando sus diversas circunstancias. 




NOTAS

[1] Véase Memoria Eclesial, tomo IV, Oviedo 1993, pág. 266 

[2] Ídem, pág. 266.

[3] Sección de Gobierno, Legajo 969 

[4] Alcalá de los Gazules. Inventario del Archivo Municipal Diputación Provincial de Cádiz, 1999. Página 51. Véase Pascual Madoz, Diccionario de España y sus posesiones de Ultramar. Tercera edición, tomo I, Madrid 1848, página 378. 

[5] Es el Papa que coronó al Emperador Carlos V, excomulgó al bígamo Enrique VIII de Inglaterra y protegió a Benvenuto Cellini; su retrato, en pintura de Bronzino: Diccionario Enciclopédico Mentor, t.I, p. 323, a color. Bien distinto del otro Clemente VII, Papa de Avignon, llamado Roberto de Ginera, del siglo XIV, 

[6] Arturo Morgado García, El Estamento eclesiástico y la vida espiritual en la diócesis de Cádiz en el siglo XVII. Universidad de Cádiz, 1966, páginas 249-250. 

[7] Vid HERMANN, Ch. “Naturales y forasteros: les exlusives d acces aux beneficies d Eglise dans L Espagne moderne”, Les societes feremees dans le monde iberique (XVI-XVII siecles). París, 1986 

[8] Ramos Romero, M. Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz: Alcalá de los Gazules, Cádiz s. a. pp. 261 y 311. Arturo Morgado García, El Estamento eclesiástico y la vida espiritual en la diócesis de Cádiz en el siglo XVII. Universidad de Cádiz, 1966, páginas 34-35. 

[9] Ramón Robres, San Juan de Ribera Patriarca de Antioquía,… Barcelona 1960, página 44. 

[10] Véase Historia de la Congregación-Beaterío..., págs. 92-96 

[11] A.H.P., Alcalá de los Gazules, ante el escribano público José Gómez Delgado, prot. 248, fol. 6s. 


sábado, 4 de enero de 2025

Los cazaderos alfonsinos en Alcalá de los Gazules (Según el libro de la Montería de Alfonso XI)





Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2004




Jaime CODERO BARROSO

1.- EL REY

    El Libro de la Montería es un extenso compendio de asuntos relacionados con la afición venatoria del monarca castellano Alfonso XI (1.311-1350). En él caben noticias históricas, descripciones geográficas de la frontera, técnicas de caza, oficios, toponimia árabe, mozárabe, de frontera y reconquista, relaciones de construcciones militares, civiles y religiosas, caminos y, sobre todo, los cazaderos. Alfonso XI fue un monarca marcado por unas circunstancias que le dieron un carácter muy peculiar: su padre murió un año después de su nacimiento, quedando él y el reino bajo la regencia tutelar de un Consejo formado por su madre, Doña Constanza de Portugal, sus tíos-abuelos Don Pedro y Don Juan y su abuela Doña María de Molina. Muerta ésta al poco tiempo, quedaron los tres primeros como Consejeros. La situación del reino no era ni mucho menos la mejor para tal situación por lo que hubo que adelantar la edad de la mayoría del monarca que fue declarado tal el 13 de agosto de 1325, cuando sólo contaba catorce años de edad.

    Poco tiempo después mantuvo amores con Doña Leonor de Guzmán de la que tuvo a Enrique que luego reinaría con el nombre de Enrique II. De su matrimonio legítimo con Doña María de Portugal nació su hijo Pedro que le sucedió en el trono hasta 1369 en que fue asesinado por su hermanastro Enrique.

    Fue, pues, Alfonso un joven impetuoso, criado sin padre, fogoso en sus decisiones políticas y militares, en sus amores y amoríos y en su desmedida afición por la caza y los torneos. No podemos olvidar al respecto que su sobrenombre, el Justiciero, le viene dado por la forma, brutal a veces, con que aplastó los diversos levantamientos nobiliarios contra él y su decisión para enfrentarse a las numerosas coaliciones que los otros reinos peninsulares formaron contra Castilla.

    Este monarca castellano entendió perfectamente que el estrecho de Gibraltar era vital para acabar con los restos del dominio musulmán en la península y para ello dedicó gran parte de su vida al intento de reconquistar la plaza de Gibraltar y tomar la de Algeciras. De ahí sus repetidas estancias en la actual provincia de Cádiz y en concreto en lo que hoy llamamos Campo de Gibraltar. Hasta cuatro veces baja el monarca a estos predios, dedicándole en total casi tres años de su vida.

    La primera visita ocurre en el verano de 1333, con motivo del fallido cerco de Gibraltar que duró dos meses. Por los datos que se tienen parece lógico pensar que no tuvo el rey ni tiempo ni oportunidad para dedicarse a su gran afición.

    Vuelve en el otoño de 1340 para conseguir la crucial e importante victoria del Salado. La estancia del rey sólo dura cuatro días: del 29 de octubre al 1 de noviembre. Tampoco hubo tiempo para dedicarse a la caza.

    En 1342 vuelve el rey a este rincón gaditano. Fue el momento del asedio y conquista de Algeciras. Veinte meses (hasta marzo de 1344) en los que el rey tiene tiempo para guerrear y para cazar. Tenemos que pensar que fue en este período en el que el rey recorrió extensa e intensamente todos los montes que formaban la frontera gaditana, incluidos los de Alcalá de los Gazules. De esta época hay anécdotas que manifiestan a las claras el valor y la temeridad del joven monarca que con poco más de treinta años no hacía caso al potencial peligro fronterizo ni a sus sabios consejeros. Así en enero de 1344 el propio rey fue objeto de una emboscada de la que pudo salir ileso con muchas dificultades.

    Su último viaje a nuestra provincia ocurre con motivo del segundo y también fallido asedio de Gibraltar, seguramente desde principios de 1349 a marzo de 1350, en que como consecuencia de la peste declarada en el campamento cristiano el rey muere. Hay que pensar que también en este período el monarca tendría tiempo y oportunidad de aplacar su afición. Posiblemente también en esta ocasión el rey recorrería algunos de sus cazaderos en nuestro término.




2.- LOS CAZADEROS ALCALAÍNOS

    En el Libro de la Montería los espacios venatorios, que ocupan toda la frontera con el reino granadino, están distribuidos en tres sectores: sector occidental, sector central y sector oriental. Puesto que el que nos interesa es el occidental, nos dedicaremos a describirlo en detalles.

    Este sector ocupa una franja de terreno, que en muchos lugares es fronterizo y en otros no, que va desde Barbate hasta Villamartín y Espera. Ocupa todas las sierras gaditanas de los sistemas penibéticos y se encuentran en él un total de 104 cazaderos, ubicados en su mayor parte en los alrededores de Algeciras.

    Los correspondientes a Alcalá de los Gazules, en total trece, se distribuyen de norte a sur, desde cerca de Vejer hasta el arroyo o garganta del Almez. Su descripción es la siguiente:

• La Breñuela de Baruate es buen monte de puerco en todo tienpo. Et es la una bozeria por çima de la breña commo va al camino de Tenpul, et va a dar en Baruate. Et es el armada la vega de entre Baruate et los Hardaleios.

• La Breña de Briz es buen monte de osso et de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria de parte de contra los Fornos de Johan de Seuilla commo va a dar en Baruate en çima de la breña, et es la otra bozeria de parte del Camino de Tenpul commo va a dar al castellereio. Et son las armadas la vna en el auertura de cara a Montifarte, et es la otra armada en el fondon de la breña commo va Baruate ayuso.

• Los Fornos de Johan de Seuilla es buen monte de osso et de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria por çima de la cumbre desta sierra fasta oio de Baruate, et la otra de parte del Çerro Uereçoso commo va a dar en el rrio que pasa por la Breña de los Fornos. Et es el armada en la auertura que sal de cara a la Breña de Briz.

• El Arroyo de las Puercas es buen monte de osso et de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria por la cumbre de la Sierra de Moreruelos fasta los rriscos del cabo el rrio, et la otra bozeria por la ladera del Escobar de las Cuevas. Et es la armada en auertura que va a la Breña de Macote, et la otra tras la peñuela.

• La Breña de Macote es buen monte de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria por Vera de la Breña, del cabo contra Celemín commo va a dar al collado que sal a las Navas; et es la otra bozeria por la vera del çerro que ua aquende del Arroyo de las Cañas, fasta do da al collado que sal de las Navas. Et es la armada en el abertura que va fasta el Arroyo de las Puercas.


• La Mata de los Moros es buen monte de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria por la vera del çerro que va entre la Breña de Macote et el Arroyo de las Cañas, et la otra bozeria por la otra vera del çerro que va entre el collado de Algabica et el Arroyo de las Cañas. Et es la vna armada en el collado que sale de cara a las Navas et la otra armada en fondon de la breña de cara al Arroyo de las Puercas.

• El Arroyo de los Gavilanes es buen monte de osso et de puerco en todo tiempo. Et es la vna bozeria commo se levanta del pie del Arroyo de los Gavilanes, de cara al camino de Algeciras fasta ençima de los rriscos; et la otra bozeria por gima de los rriscos que son de cara a Sotar fasta el Rio de los Gavilanes. Et es la vna armada en la abertura que sal de cara al Arroyo de Miguel Peres de la Pleguera.

• El Arroyo de Miguel Peres de las Pegueras es buen monte de puerco en todo tiempo. Et es la vna bozeria por el cerro que salieron los moros guando fue desbaratado Abomelique fasta do da en el valle donde se comiença la breña, et es la otra bozeria por la ladera de la Cabeza de las Tronpas. Et es la vna armada en la abertura que sal de cara a la Sierra de la Cruz et es la otra armada en fondon en abertura que sal de cara al arroyo de las Tronpas.

•El Arroyo de las Tronpas es buen monte de osso et de puerco en todo tiempo. Et es la vna bozeria por la ladera de la Cabeça de las Tronpas fasta commo da en los rriscos del collado, et es la otra bozeria por çerro que va a la parte del Arroyo Carrizoso commo va a dar en los Riscos de los Lanchares. Et es la vna armada en fondon de la breña commo sale el arroyo ayuso faza Pagana, et es la otra armada en el collado que sale de cara al Padró.

• Los Riscos de Patrite es buen monte de osso et de puerco en todo tiempo. Et es la bozeria por çima de los rriscos. Et es la armada en el abertura de las Cuevas de Martin Peres.

• La Sierra del Castiello es buen monte de osso et de puerco en todo tienpo. Et es la bozeria por çima del çerro de entre las breñas fasta do da en Patrite, et es la otra bozeria por la vera del campo fasta do da al Arroyo de la Texenera. Et es la vna armada en el Collado do y açe la Cabega del Omne, e la otra armada en la boca de la Texenera.

• Los rriscos del Angostura de la Cabeça Arenosa es buen monte de osso et de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria de parte del pinareio fasta commo da en Patrite, et es la otra bozeria de parte de los rriscos fata do da en el rrio que dice del Camino deXimena. Et es la vna armada en el auertura que sale de cara a la Buytrera, et es la otra armada en fondon de la breña de cara a la Arenosa.

• El Arroyo de los Almezes, que es a pie de la Sierra del Aljibe, es buen monte de osso et de puerco en todo tienpo. Et es la vna bozeria de parte de la Sierra de Mon Santo commo da en los Rriscos de los Almezes, et la otra parte del Çerro Venerozo. Et es la armada en la auertura que sale faza la sierra del Aljibe.

    En definitiva trece cazaderos, desde el límite de entonces con el término de Vejer hasta llegar al pie mismo de la sierra del Aljibe, describiendo un arco Sur-este-Norte. De los trece, solo cuatro no contaban con osos, el resto eran buenos de oso y puerco en todo tiempo, siendo digno de resaltar que por aquel entonces, es decir hace “sólo” setecientos años, Alcalá estaba rodeada por osos en dos cazaderos situados al este y a pocos kilómetros del casco urbano.

    Este estudio queda incompleto porque ahora hay que añadirle el trabajo de campo que consistirá en patearse los cazaderos descritos y ubicarlos en su toponimia actual. Queda para otra ocasión.




BIBLIOGRAFIA

Historia de España. - Editorial LABOR

Manuel Terrón Albarrán: El Libro de la Montería y la frontera del reino De Granada

Nota: Las fotografías no se corresponden con el artículo impreso