sábado, 28 de enero de 2023

Ana Machado


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2005


Jaime GUERRA MARTINEZ 


     En Apuntes Históricos del año 2004 esbocé un comentario sobre la obra que Antonia Pacheco tiene entre la extraordinaria colección de exvotos del Santuario de Nuestra Señora de los Santos. 

     Hoy traigo al recuerdo a otra mujer, en esta ocasión del Siglo XX, doña Ana Machado Lamela “Anita Machado”. 

     Ana Machado Lamela nace el 26 de julio de 1910. Permaneció soltera hasta la edad de 44 años en la que contrajo matrimonio con don Antonio Fernández Sevilla el 14 de julio de 1954 en nuestra Parroquia de San Jorge. No tuvo descendencia y falleció el 24 de marzo de 1986 siendo enterrada en el cementerio de San Vicente de Alcalá de los Gazules. 

     Machado se recrea en el espacio exterior, la calle o el campo, la antigua baranda de San Juan de Ribera, el puente, la azotea, las macetas con flores, las calles de nuestra ciudad, nuestro entorno. Por eso, su espacio está lleno de luz, del verde de nuestros campos, del blanco de nuestra cal, del celeste limpio del cielo sobre la Coracha. Es un espacio bucólico en el que enmarca la desgracia. 

    Machado pinta las consecuencias del trabajo, el coche, la máquina excavadora. Destaca en primer lugar la causa del dolor, no el dolor mismo. Es como un alegato, una llamada de atención, casi una enseñanza. 


     El marco bucólico refleja la alegría, la esperanza, la ilusión, la fe en el milagro. No hay nadie que pide la ayuda. Suele ser la misma persona que sufre el accidente, consciente de la gravedad del momento, la que lo hace. 

     Todo ello lo conforma con colores básicos, pinceladas sencillas y formas redondeadas, con suavidad, con dulzura. 

     Machado se queda con la alegría de saber que no ha pasado nada, que todo ha salido bien, que el accidente no ha provocado daños irreparables. 

      Evidentemente como persona creyente, como portadora también de la fe de otros devotos, pinta a la Virgen, curiosamente siempre de rojo, sobre una nubecilla blanca. Sus “exvotos”, pequeños, llaman la atención por la particularidad del estilo y constituyen una pequeña colección muy singularizada. 

     Ana Machado, como el resto de los autores de exvotos del Santuario, es anónima, fuera de su ámbito familiar, del ámbito local en este caso. Formó parte de ese elenco de artistas domésticos que dan satisfacción sólo a los más próxima, y sus próximos son al mismo tiempo su público, los espectadores de un arte semi escondido que en la mayoría de las ocasiones termina en el olvido o en el cajón de la basura. 

     La suerte, o su Fe en la Virgen, materializada en multitud de bocetos de cuarto de baño con su imagen para poner encima de la puerta de entrada de las casas, le abrió el camino para el encargo del exvoto y su nombre sin quererlo y sin saberlo es hoy inmortal en nuestro Santuario.

sábado, 21 de enero de 2023

Bandoleros en la sierra





Ismael Almagro Montes de Oca



    Gracias a los viajeros románticos del siglo XIX que pulularon por Andalucía, ha perdurado en el tiempo la creencia de que el bandolerismo andaluz surgió a finales del siglo XVIII o principios del siguiente, cuando su existencia se remonta siglos atrás.

    Ya en las primeras décadas del siglo XVII encontramos bandoleros por nuestras sierras, y para nada coincidían con esa visión estereotipada que tenemos del bandolero como personaje épico que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, pues en realidad se trataba de auténticos forajidos sin piedad que sembraban el terror por donde pasaban.

    En los primeros días de septiembre de 1628, el cabildo alcalaíno recibió un aviso del Corregidor de Jerez dando cuenta de la existencia de muchos de ellos por aquellas tierras:

“bien les consta a ese consejo y vezinos el mucho daño que los forajidos de la siera hacen asi en las viñas olivares devorando bodegas robándolas y a los pasajeros que ay y pasan por la benta de calcasasin y llevan muger se las quitan y se las llevan a la siera de xeres y xibraltar quitándoselas a sus maridos como lo an hecho estos días no estando las vidas seguras”



    En la misma carta, el corregidor relataba cómo desde aquella ciudad habían salido algunos veinte y cuatro [1] con más de veinte escopeteros para perseguirlos, pero los forajidos se habían hecho fuertes en la zona del Tempul, donde se estaban concentrando, lo que suponía un grave peligro para toda la comarca, incluida Alcalá. Asimismo, avisaba que el día 10 se iba a iniciar una batida y pedía la colaboración del cabildo alcalaíno para que saliera una partida desde esta villa para poder cercarlos y capturarlos:

“… a parecido a la dicha ciud de xeres abisar a esta villa como a diez deste mes quiere salir el corregidor y llevar consigo la gente que pudiere para ver si los pueden coxer y para ello dize saldrá sobre tarde por la parte de los molinos de tenpul que al mismo tiempo esta villa haga lo mismo llevando quarenta o sinquenta onbres o los que paresiere de los mas versados en la siera de xeres y partes secretas donde no se puedan esconder y en los dichos molinos se an de juntar yendo unos por una parte y otros por otra para ver si con esta diligencia se pueden coxer en medio saliendo todos a un mismo tiempo que en hacerlo se le hase un gran serbicio a su magestad limpiando toda la sierra de tan mal gente como son estos levantados y si no pone luego remedio a ello por andar muy desbergonsados y sin temor de la justicia se entraran en todos los lugares comarcanos como lo hacen llegando a las carseles y sacando los presos que por semejantes delitos estan presos y asi pues a todos ynporta el castigarlos y limpiar la dicha sierra ayudándose unos a otros se harán mucho mejor y a lo pide a esta villa acuda a lo suso dicho” [2]

    En vista de este llamamiento, se decidió que el corregidor, junto con D. Bartolomé de Trujillo, alcalde ordinario, y de D. Antonio de los Cameros, alguacil mayor, reunieran cincuenta hombres o más para acudir el día estipulado hasta el Tempul. Del mismo modo, se acordó que el regidor D. Gómez de Molina se ocupara de enviar de comer a todo el destacamento durante los días que anduvieran en las sierras persiguiendo a los malhechores, corriendo el Concejo con todos los gastos.

Xeres de la Frontera. Grabado de Joris Hoefnagel


    Por noticias posteriores, sabemos que la petición del cabildo jerezano venía acompañada con una orden del Duque de Medina Sidonia y otra del licenciado D. Bartolomé Morquecho, oidor de la Real Chancillería de Granada, nombrado juez para limpiar estas sierras de bandoleros. [3]

    Efectivamente, la partida de Alcalá salió hacia el Tempul, pero no el día 10, como en un principio estaba acordado, sino el día 3 de noviembre, al frente de la cual figuraba el capitán D. Pedro de Estrada Heredia, regidor, quien narró su periplo:

“salió desta villa el viernes en la noche que se contaron tres deste mes de ne y salió con quarenta escopeteros yendo amarecer al moxon alto de fraja sobre el brabillo que dicen el lomo de las guardas ques la moxonera que a dividido este lugar y xeres de la frontera en que se ocupo quatro días con toda la dicha xente comunicándose con franco pacheco de narvaes veinte y quº de la ciudad de xeres q asiste en la dha siera con comison del dho oydor y asi anduvo en ella por la dha pte dentro en la dha siera de xeres y con él buscando algunos delinquentes y foraxidos de la dha siera por las partes mas sospechosas della y viniendo en seguimiento de algunos por tener noticia benian por la dicha siera del marufo y la sauseda y moracha y no teniendo rastro dellos no q (¿?) esos quº días antes que abian pasado a las sieras de la ciudad de Gibraltar se vino a esta villa el martes en la noche que se contaron siete deste mes que fueron quº dias los que se detuvo en la dicha siera” [4]

    La persecución de estos forajidos resultó infructuosa, aunque al menos consiguieron que abandonaran la zona, huyendo hacia Gibraltar.

    En realidad, la presencia de bandoleros en las sierras nunca desaparecería y solo se tienen noticias cuando el número de estos era tan considerable, que se consideraba un peligro para la convivencia, como es el caso que hemos visto o como sucedió varios años más tarde, en abril de 1636, cuando estos forajidos estaban mucho más cerca de la villa de Alcalá, obligando al cabildo a tomar medidas, en los mismos términos que la vez anterior:

“por quanto en las sieras del termino desta villa andan mucha cantidad de bandoleros y andan por los hatos del termino robándolos y desnudando las personas que en ellos hallan de forma que los vesinos andan atemorisados y no se atreven muchos a salir a sus haciendas ni quedarse de noche en ellas por el daño que les resulta y es nesº limpiar el termino y enviar escopeteros que linpien la siera a como otras beses se a hecho y pª ello se nonbra a don Antonio de los camos algl mayor desta vª para que busque quarenta escopeteros que vayan en su compañía para que linpien la siera porque asimesmo se tiene noticia que salen los lugares comarcanos a limpiar sus términos y para ello a la gente que llevare se les de de comer y se les libre lo que gastaren en comida de los propios del qº y a las personas que fueren no se a dar cosa ninguna y asi se acordó” [5]




NOTAS

[1] Cargo existentes en algunas ciudades, equivalente a concejal

[2] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 8 (1626-1637) Cabildo del 8 de septiembre de 1628. Folios 168 vuelto a 169 vto.

[3] Ib. Cabildo del 9 de noviembre de 1628. Folios 178 vto. y 179

[4] Las actas no recogen nada referente al cambio de fecha.

[5] Ib. Cabildo del 25 de abril de 1636. Folio 421 vuelto. Durante los días que duró la persecución, se gastaron 389,11 reales en la manutención de los que salieron a perseguir a los forajidos. (Cabildo del 29 de mayo de 1636. Folio 426)

sábado, 14 de enero de 2023

Huellas Arqueológicas




Artículo publicado en la revista
“Velada y Romería en honor de Ntra. Sra. de los Santos”
Publicada por el Ayuntamiento de Alcalá de los Gazules
en septiembre de 1980

(NOTA: Las fotografías no se corresponden con el artículo impreso)



JAIME GUERRA MARTINEZ



    Ocurre que, siempre que deseamos saber un poco de la Historia de Alcalá, ésta, al ceñirse solamente al casco urbano, parece detenerse equivocadamente por supuesto, en la dominación árabe. Este hecho está en muchos aspectos justificado. Son bastantes las huellas dejadas por los civilizadores africanos en nuestro suelo y a ellos debemos el elemento arquitectónico más importante que conservamos: la Torre de Homenaje de la Alcazaba de los Gazules, de estilo almohade, aunque el revanchismo de invasores, la ignorancia, el abandono y la falta de responsabilidad local la hayan llevado a un estado de lamentable ruina. Sin embargo, la historia de Alcalá no comienza en la Dominación Árabe, ni tampoco con la Reconquista. Eso sería ignorar parte de la misma.

    Desde que el suelo andaluz, tras estar sumergido en la época secundaria, comenzó a emerger como consecuencia de los movimientos de la corteza terrestre en el período terciario, el hombre primitivo empezó a pisar y sembrar de huellas estos territorios. Prueba de ello es el cráneo hallado en Gibraltar que, según Baule, pertenece al tipo Neanderthal, correspondiente al período postplioceno un poco avanzado. Vivirían de la caza y el pastoreo y, andando el tiempo, se mezclarían con otras tribus llegadas del mar, dando origen a los Turdetanos, que serían los habitantes de las Cuevas del término de Casas Viejas.

    El territorio de la provincia de Cádiz es venero de antigüedades de todos los tiempos. La riqueza del suelo, la benignidad del clima hicieron que esta zona fuese siempre deseada por pueblos adelantados y prósperos. Numerosas estaciones prehistóricas, como cuevas y abrigos al aire libre, están repartidos por los ramales de las dilatadas sierras que cruzan y limitan la provincia, coronada por el gigantesco cerro de San Cristóbal. Pero, es precisamente en las sierras que circundan la depresión tectónica del Barbate, en las gargantas orientadas hacia la Laguna de la Janda, donde se establecieron los pueblos primitivos. Alcalá de los Gazules tiene claras muestras de esa presencia, como se ve en La Laja de los Hierros y en el Peñón de la Aljibe.

    La Laja de los Hierros está situada hacia el norte de la depresión del Barbate, en la linde con el término municipal de Medina Sidonia. Se trata de una extensa peña al nivel del suelo. En un principio, se creyó que se trataba de un registro o archivo de los hierros con los que los ganaderos señalan a los toros o caballos, por el parecido que guardan algunos de los signos grabados en las piedras. Tiene la Laja, según Cabré, dos partes: una inferior, casi horizontal, y otra más elevada, ligeramente inclinada sobre la anterior. Su extensión superficial viene a ser de unos cincuenta metros de perímetro y toda ella cuajada de grabados. Se comprende que el pueblo que grabó la piedra tenía en gran estima sus monumentos, ya que labraban, para su mayor conservación, una serie de surcos con el fin de encauzar las aguas y que éstas, al resbalar sobre la piedra, no erosionasen los signos grabados. Además, en la línea media de La Laja, están tallados escalones con el fin de que, subiendo por ellos, no se pisen los signos. No está claramente determinado el pueblo autor de los mismos, aunque en algunos se ve el carácter de cierta pintura neolítica.



    De forma distinta es la Cueva del Peñón de la Aljibe. Está situada en la cima de un peñón y se trata de una cavidad rectangular de diez metros de largo, cuatro de ancho y tres de profundidad, a la que dan acceso dos escalones dispuestos en el ángulo este. Hacia el centro de la pared, hacia el noroeste, una puerta abierta también en la roca, de forma trapecial y dintel redondeado, comunica, con un recinto circular de paredes ligeramente cónicas, que acusan un diámetro medio de 1,75 metros. A continuación, se abre un estrecho corredor de paredes, verticales que comunica con otra segunda cámara, análoga a la primera en forma, disposición y tamaño. Una escalera que corre de norte a este y dobla hacia el sur facilita la entrada a este extraño monumento. Sobre la gran excavación rectangular se descubrieron hasta 36 cazoletas cavadas en la roca. En realidad, no se sabe de qué puede tratarse esta construcción. Sólo una excavación metódica de la tierra depositada en sus recintos podría poner en claro la utilización de este monumento.

    De época proto medieval son las tumbas del Cerro de las Sepulturas, situadas a unos 9 kms., de Alcalá, hacia el N.E., en los terrenos conocidos por la Dehesa de Escobar. Labradas toscamente en las grandes rocas graníticas que forman un monte, aparecen muchas sepulturas de variado tamaño. Las mayores miden aproximadamente 2,15 metros de largo por 0,70 m., de ancho por la cabecera y van estrechándose suavemente hasta los pies. La mayor parte de ellas están cubiertas por grandes bloques de piedra y dentro de las mismas sólo se han encontrado restos humanos.

    No son pocos los restos de la presencia romana en nuestros suelos. Consta que Alcalá acuñó moneda bilingüe y que en los muros de su castillo había embutidas tres lápidas romanas en el año 1845, pero no han podido ser recobradas. También, en las inmediaciones de nuestra ciudad, fue hallado en 1867 el célebre Bronce de Lascuta, redactado en el año 189 a. de C., y que en la actualidad se conserva en el Museo del Louvre.

    Es notable señalar también un pedestal romano con inscripciones visigóticas, que se encuentra en la Iglesia Mayor y que constituye la única muestra de los objetos encontrados en las excavaciones llevadas a cabo por Albisu. Dichos trabajos permitieron al célebre arquitecto gaditano recomponer en un manuscrito la planta de una Basílica, que sin duda pertenecía a un cementerio visigodo sobrepuesto a otro romano. Un error capital hizo que la exploración arqueológica, llevada a cabo en las Correderas, en el Corral de las Bóvedas, a la falda del Palmitoso en 1800 por Albisu, se emprendiese con harto entusiasmo y decayesen pronto con grave perjuicio de la ciencia histórica.

    Desgraciadamente han sido muchos los objetos, testigos mudos de nuestro pasado, que han desaparecido. Por ello, no sólo debemos conservar con gran celo los que tenemos, sino que habría que fomentar y apoyar todas las posibles alternativas que se ofreciesen para rescatar del subsuelo esos signos vacíos y sin carne, pero que resuenan como caracolas con rumor de historia.





BIBLIOGRAFIA

ROMERO TORRES. Catálogo Monumental de España.

JUAN CABRE Y HERNANDEZ PACHECO. Avance al estudio de las Pinturas Prehistóricas en el extremo sur de España. Museo de Ciencias Naturales. Madrid, 1914.

PELAYO QUINTERO ATAURI. Cádiz primitivo: primitivos pobladores, hallazgos arqueológicos. 1917.

ANTON SOLE. Historia Medieval de la provincia de Cádiz a través de sus castillos.

sábado, 7 de enero de 2023

Un amante incendiario




        El suceso que se narra a continuación, ocurrió en Alcalá en marzo de 1889, aunque trascendió a la prensa, a raíz de dictarse sentencia contra el acusado: 

    "Ramón Sánchez Jiménez, un mocetón de Alcalá de los Gazules (Cádiz) era novio y algo más, de María Rodríguez Tizón, hija de un labrador habitante en el rancho de la Matilla, que tenía como dependiente suyo al mismo Ramón, el galán de su hija. Juan Rodríguez, el padre de la muchacha, enteróse al fin de la situación y despidió del rancho á Sánchez Jiménez, el cual juró vengarse de lo que él creía mal proceder del Sr. Rodríguez.

    Tras amenazas y súplicas, el labrador volvió á admitir en su casa á Ramón, quien para pagar tanta indulgencia, levantóse muy silencioso la noche del 24 de Marzo del año último y pegó fuego á la ranchería por los cuatro costados.

    Cuando el incendio hubo adquirido bastante cuerpo, el filantrópico joven empezó á dar grandes voces, despertando á lodos, mostrándose muy solícito para sofocar los progresos del fuego, y lamentando la desgracia de aquella desolada familia.

    No pereció quemada ninguna persona pero el padre de la chica vio desaparecer, hechas cenizas, tres habitaciones de su casa, con ropas y enseres de la labranza, y morir abrasados 26 pavos y varias gallinas; total, según los peritos, 1.496 pesetas 25 céntimos.

    Ante el Jurado, en la Audiencia de Algeciras, se ha visto recientemente el proceso formado contra este novio incendiario dando el tribunal popular un veredicto de culpabilidad, si bien atenuado por la consideración de que el mozo no tuvo el propósito de ofender á las personas haciendo que peligrasen sus vidas por el incendio.

    Ramón Sánchez ha sido, pues, condenado á cinco años de presidio é indemnización de 1.496 pesetas 25 céntimos al padre de María Rodríguez Tizón." (1)




NOTAS

(1) Artículo publicado en EL NOTICIERO UNIVERSAL en la página 1 de su edición del viernes 21 de marzo de 1890. Año III nº 706.