sábado, 25 de noviembre de 2023

Por qué el terremoto de Lisboa no afectó a Alcalá



Ismael Almagro Montes de Oca


    A pesar de la magnitud del terremoto acaecido el 1 de noviembre de 1755, en Alcalá prácticamente no hubo daños de gran importancia, (véase: https://historiadealcaladelosgazules.blogspot.com/2012/06/los-efectos-del-terremoto-de-lisboa-en.html) El pueblo achacó el terremoto a un castigo divino por los pecados de los hombres, si como que Alcalá se salvó por la protección de la Virgen de los Santos. Por eso, el ayuntamiento no dudó en celebrar una función en acción de gracias a la Patrona:

“Sobre q se haga una fiesta en acción de gracias a N. M. y Patrona Maria Ssma de los Santos en la Parroquial de Sor Sn Jorgue, en acción de gracias de averse livertado esta villa de los estragos q padecieron otros Pueblos en el temblor de tierra q ubo el día de todos los Stos

En este cavildo se dijo por la vª que aviendo obtenido el maor veneficio en el día primero del corriente mes por el temblor de tierra q se esperimento por espacio de ocho minutos sin aver causado perjuicio a persona alguna ni a edificio a ecepcion del q esperimento el convto de Religiosos Mínimos por hallarse anteriormte quarteado/ siendo así que por las continuas y subsesivas noticias que se reciben no solo los contiguos pueblos si los distantes y aun de maor fortaleza por sus edificios lloran graves y irreparables ruinas persuadiéndose este Ayuntamiento que por soberana quanto poderosa intersezion de la sacratísima virgen Maria santissima de los santos su Patrona se evadio esta Poblazion tan poco firme por su zituazon, y construcción de el rigoroso golpe por los defectos de sus individuos se amenazaba de la rigorosa justicia de nro. enojado Dios convirtiéndose esta en Dulze Misericordia haziendonos ver por dho movimiento su justo enojo y veninigdad en este aviso a consequienzia de mrd. tan singular se haze indispensable por su común la retribuzon de su agradecimiento acordaba y acordó hacer una solemne acción de gracias en la Yglesia Parroquial de Señor San Jorge exponiendo la adorable presencia de Christo sacramentado a quien igualmente se le tributen rendidas adoraciones por la preservazion que a logrado esta vª a cuio efecto los Sres Dn Alonso de Mendoza y Peña y Dn Andres Cortegana y Cabrera Diputados de fiestas combiden al venerable clero para su asistencia y faciliten orador q desempeñe tan tierno quanto serio asumpto; librándose de los Propios los Gastos precisos para tan debida funzion”[1]

Grabado del Milagro de la Virgen en Cádiz en 1755

NOTAS

[1] AMAG. Actas Sesiones Ayto. pleno. Legajo 21. Cabildo del 3 de noviembre de 1744. Folio 50 vto. y 51.

sábado, 18 de noviembre de 2023

La Jerarquía eclesiástica rural: Vicarios y Beneficiados de Alcalá de los Gazules en el Siglo XVIII (I)




Avelina Benítez Barea



RESUMEN

    El estudio se centra en el colectivo formado por los vicarios y beneficiados de Alcalá de los Gazules en el siglo XVIII, clérigos que conformaban la cúpula de la jerarquía eclesiástica rural en dicha población gaditana. Un grupo poderoso, económica y socialmente, enfrentado a otros colectivos dentro de la iglesia local, muy piadoso, según las fuentes, y fuertemente vinculado a sus familias de origen, por lo que, en consecuencia, sus actos irán encaminados a la promoción y perpetuación del status familiar. Un grupo complejo en el que analizaremos los momentos vitales más significativos de algunos de sus elementos destacados, aquéllos que eran capaces de ser piadosos, generosos y cercanos pero también injustos, parciales y muy distantes.

INTRODUCCIÓN

    Aunque en las últimas décadas el estudio de la Iglesia, en general, y los eclesiásticos, en particular, ha cobrado especial relevancia y son muchas las aportaciones que desde diferentes perspectivas abordan su estudio[1], es indudable que hay cuestiones aún poco tratadas, en las que apenas se ha profundizado o que son susceptibles de un enfoque diferente[2]; cuestiones que nos ayudarían a comprender mucho mejor el mundo que rodeó las vidas de hombres y mujeres que en un pasado no tan lejano estuvieron aquí, tan iguales o tan diferentes como nosotros, pero mediatizados por un contexto sacralizado que todo lo impregnaba y del que no se podían sustraer[3].

    Desde la historia social, desde la historia de la familia[4], desde la microhistoria, tan necesaria para guiarnos a través de pequeños detalles a conceptos mucho más amplios y complejos, nos seguimos interesando por la figura del clérigo rural durante la modernidad[5]; en esta ocasión, por aquellos elementos que se posicionan en los lugares más elevados de la jerarquía eclesiástica rural, que, no obstante, aunque simbolicen los escalones más bajos dentro de la cúpula, nada que ver con las jerarquías existentes en ámbitos urbanos, por ejemplo, no deja de representar la situación más privilegiada a la que se puede aspirar dentro de ese reducido contexto. Por otra parte, ello no implica que su poder se vea mermado, antes todo lo contrario, se magnifica, precisamente, por las características propias de esos núcleos pequeños y cerrados. Pertenecientes a las familias más acaudaladas e influyentes de la zona, aquéllas que de una forma u otra controlan la vida de la colectividad y que guardan con el estamento una relación continuada, basada en la sucesión y el relevo generacional de sus miembros; su posición elevada les convierte en agentes influyentes, actores de primer orden, queridos y alabados por unos, odiados y criticados por otros, pero nunca indiferentes.

    Proponemos, en esta ocasión, el estudio de personajes concretos, porque nos atrae sobre todo su dualidad. A través del cruce de fuentes: testamentos, visitas pastorales, Catastro de Ensenada y expedientes de órdenes; nos acercaremos a las trayectorias vitales de 32 beneficiados y tres vicarios de la población gaditana de Alcalá de los Gazules durante el siglo XVIII. Vidas y obras, a veces incompletas, por supuesto, a través de las cuales hemos vislumbrado la realidad de unos hombres que viven aún intensamente la piedad barroca, pero también fuertemente vinculados a sus familias de origen, participando activamente en sus estrategias y tomando partido e involucrándose en los asuntos familiares sin ningún pudor, al tiempo que hacen valer sus privilegios, legítimos o no, en un colectivo profesional profundamente dividido, aquejado de males endémicos cuya solución no pasa, en absoluto, por la pérdida de sus derechos. Personajes que, incluso, pese a los informes desfavorables de los visitadores, se mantienen en sus puestos, dando una imagen ejemplar gracias al ejercicio de la caridad mientras se presentan como valedores de las causas más injustas y mundanas. Algo que, por otra parte, no es más que un fiel reflejo, dentro de ese colectivo, de lo que era la sociedad del Antiguo Régimen: una sociedad sacralizada, jerarquizada, injusta y desigual.

    Finalmente, solo resta decir que las fuentes consultadas se encuentran en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz [AHPCA], Archivo Histórico Diocesano de Cádiz [AHDCA], y Archivo Histórico Municipal de Alcalá de los Gazules [AHMAG].

UNA ESTRECHA JERARQUÍA 

    Vicarios y beneficiados representan la cúspide de la jerarquía eclesiástica rural, una jerarquía inferior, como ya hemos indicado, a la que se pueda aspirar en la capital de cualquier diócesis. No obstante, la entidad menor de estas localidades, el carácter endogámico de su población, las redes clientelares que se tejen entre sus vecinos y la acaparación del poder en manos de unas pocas familias, que colocan a sus miembros estratégicamente en los diferentes centros de poder, uno de ellos, la Iglesia, hacen de estos clérigos personajes mucho más poderosos de lo que en un principio cabría esperar. El bajo clero secular es un grupo heterogéneo y diverso, marcado fuertemente por las diferencias que establecen los distintos cargos y ministerios que ocupan, pero también, y sobre todo, por las diferencias inherentes al origen de muchos de sus miembros, pertenecientes a familias con un peso específico importante, no solamente dentro del estamento, sino de toda la comunidad, lo que marcará sus carreras futuras y será la causa, en muchos casos, de esos cargos y ministerios que ocupan. Y dentro de este colectivo concreto, el de vicarios y beneficiados, aunque unido por intereses comunes, también encontramos notas discordantes, conflictos y situaciones que ponen en tela de juicio la aparente buena hermandad que se profesan entre sí.

    Y todo ello porque estos hombres, que son hombres de la Iglesia, hombres de Dios, que predican su religión con palabras y obras, y son piadosos, caritativos, generosos y virtuosos, son también hombres del siglo, miembros destacados de unas familias a las que se deben por encima de todo, y participan de su riqueza y poder y actúan en consecuencia para que esa riqueza y poder se perpetúe en ellas. Esa dualidad en la que se mueven es aceptada y no representa ningún obstáculo desde el punto de vista moral porque esa dualidad es la que permite que el sistema social existente, del cual ellos son los principales garantes y beneficiarios, se mantenga y perpetúe.

    En el plano profesional, se trata de un colectivo enfrentado al de los curas, ya que la desigualdad en las rentas de ambos será un punto de fricción importante[6].

    Al percibir los beneficiados parte del producto decimal, sus ingresos superarán en mucho a los de los curas, teniendo, además, unas obligaciones menos gravosas, pues no necesitaban para el disfrute de los beneficios, en muchos casos, más que la simple tonsura. No obstante, todos los beneficiados de nuestro estudio son presbíteros y algunos, beneficiados y curas a la vez, con lo que unen ambas rentas. Esta situación repercutirá, obviamente, en el desarrollo de sus obligaciones, y aunque medidas como nombrar a los curas servidores de beneficios, favorecer la acumulación de fundaciones en sus manos o crear nuevos beneficios con cura de almas, mejorarán en parte su situación económica y reforzarán su figura[7], en modo alguno conseguirán equipararse a los beneficiados[8]. Beneficiados que gracias a sus prerrogativas y a un arraigado corporativismo gozarán de gran consideración frente al resto de los eclesiásticos[9]. Ese corporativismo del que hacen gala, aparentemente, sin fisuras, con expresiones del tipo «mis carísimos hermanos», se fomenta, por ejemplo, con el mantenimiento de los beneficios propios y ajenos, dejando adscritas las misas de sus fundaciones a los beneficios de familiares, por supuesto, pero también a los de compañeros beneficiados o al grupo colegiado al completo.

    En cuanto a su origen, descienden de familias «de esclarecido estirpe», «de notoria y probada limpieza de sangre», con numerosos eclesiásticos regulares y seculares en sus filas, en las que se suceden, generación tras generación, los principales oficios y empleos honoríficos de la villa.

    El relevo generacional en el estamento es una constante[10] y todos presentan sobrinos o hermanos en el mismo, muchos de ellos, beneficiados también, lo que nos induce a pensar en un grupo prácticamente cerrado. Relevo que se produce gracias a la fundación de beneficios y capellanías cuyo principal objetivo es la ordenación y promoción de familiares. Sus hogares (ver tabla núm. 1) reflejan la acogida de familiares y deudos, la presencia importante de mujeres y un número de sirvientes, en ocasiones, ciertamente elevado, en consonancia con los cargos y ministerios que ocupan, con su edad, y con sus extensas propiedades.



TABLA NÚM. 1

COMPOSICIÓN DE LOS HOGARES [11]


NOMBRE

CARGO/BENEFICIO

EDAD

CONVIVEN EN SU HOGAR

Alonso de Alba

beneficiado

35

Un hermano, dos deudas y dos
sirvientes

Alonso González

beneficiado

41

Madre y un sirviente

Alonso Vicente
Pérez

beneficiado y cura

52

Una hermana, una sobrina, una deuda
y dos sirvientes

Cristóbal Joseph
Collado

beneficiado

¿34?

¿Tres hermanas, cuatro deudos y un
sirviente?

Cristóbal Muñoz

beneficiado, cura y
comisario del S. O.

48

Una hermana, tres deudos, dos
sirvientes y una sirvienta

Diego Muñoz

beneficiado

42

 

Fernando Chacón

beneficiado

34

Dos sirvientes y una sirvienta

Fernando Cortegana

vicario

70

Dos sirvientes y cinco sirvientas

Francisco Recio

beneficiado y cura

40

Madre, dos hermanas, un hermano, un
sirviente y una sirvienta

Francisco Joseph
de Velasco

beneficiado

30

Madre, un hermano, un sirviente y una
sirvienta

Pedro Muñoz

beneficiado

52

Una hermana, dos sirvientes, dos
sirvientas y dos esclavas



    Su nivel económico, como ya hemos adelantado, es superior al de otros colectivos pues detraen parte del producto decimal, a lo que unen, en ocasiones, lo que obtienen como administradores de determinadas rentas, de instituciones o del abastecimiento de productos como el aceite. Sus cabañas ganaderas son importantes (ver tabla núm. 2) y las tierras que poseen, aunque gravadas con tributos al Duque de Medinaceli, obtienen buena rentabilidad. Sus beneficios, por último, oscilan entre los 173 y los 285 reales, uniendo algunos las rentas de un curato.

TABLA NÚM. 2

CABAÑA GANADERA Y RENTABILIDAD [12]


      

CLÉRIGOS

VACUNO

EQUINO JUMENTOS CABRÍO
/ASNAL

CERDA

LANAR

COLMENAS

UTILIDADES
(EN R.V.)

Alonso González

-

5

2

227

-

-

-

1204

Alonso Vicente Pérez

80

 

5

5

-

5

-

2127

Cristóbal Joseph
Collado

190

20

5

133

130

443

12

18185

Cristóbal Muñoz

130

10

9

650

448

60

50

15737

Fernando Chacón

151

7

7

-

545

210

-

16679

Fernando Cortegana

1550

86

64

850

454

1780

-

72132

Francisco Recio

27

-

5

-

51

-

-

3590

Pedro Muñoz

31

7

4

240

44

76

-

3812



    Su conducta, pese a esa situación de privilegio que poseen dentro del estamento, o quizás por ello, no es ejemplar. Así, nos dice el visitador Huarte[12] [13] que «el incumplimiento de sus funciones por parte de los beneficiados y su indisciplina son generalizados, no diciendo las misas que deben ni en la forma adecuada, ni haciendo caso de las recomendaciones sobre el ritual y la universal disciplina». Algo que no es exclusivo del colectivo, ya que la situación del clero en general es lamentable, calificándolo de «indisciplinado, rústico y nada aplicado». A lo que añade que, «como consecuencia de la ignorancia y ociosidad», los clérigos tienden a inmiscuirse en todos los chismes de los seglares, y en lugar de ser los pacificadores toman partido. un efecto de ese mundo pequeño y cerrado en el que se desenvuelve su vida, donde las familias, sus clientelas, sus viejas rencillas, abarcan a toda la población, y ellos forman parte de ese mundo, no pueden sustraerse de él por mucho que por su condición eclesiástica deban situarse al margen de los asuntos mundanos y practicar la equidad y la imparcialidad.

    Finalmente, y en todo lo que atañe al plano espiritual, la mayoría presenta una vivencia de su religión aún intensamente barroca, con gestos grandilocuentes y fastuosos. Todos hacen gala de una gran generosidad con los necesitados en el momento último de la muerte, aunque también realizan fundaciones de misas perpetuas con el único fin de salvar su alma y la de sus allegados, al tiempo que aseguran la entrada o promoción en el estamento de algún sobrino destinado a relevarlos en las filas del clero. Del mismo modo, la devoción que profesan a determinadas imágenes les hace destinar parte de sus bienes al culto, financiando retablos, camarines, vestiduras, luminarias, etc., todo para su mayor «adorno, decencia y decoro». En este aspecto, realizan una intensa labor de mecenazgo en las parroquias, les interesa el aspecto de éstas, de sus imágenes y capillas, como algo imprescindible para la adoración por parte del pueblo. Sus aportaciones dignifican la iglesia y contribuyen a que el lugar de culto y veneración de las imágenes presente la majestad y esplendor que deben tener, beneficiando a un pueblo que participa de esa grandeza y percibe plásticamente lo que con palabras se le predica. Pero también, y sobre todo, les supone un beneficio propio, pues se presentan como personajes influyentes y generosos enviando el mensaje de su autoridad, de su origen y posición, el mensaje de la diferencia. Su comportamiento, en cierta forma, es el que se espera de ellos según su posición y situación; pese a que no dudamos, en absoluto, de sus creencias y fe, también entendemos que deben mostrarse de una determinada manera porque así es como el pueblo tiene que visualizarlos[14].

    Sus funerales y exequias marcan esta diferencia en bastantes ocasiones y aunque todos piden ser enterrados «con la pompa y aparato que se acostumbra con sus individuos, el cuerpo de beneficiados», muchos solicitan, por ejemplo, un mayor acompañamiento, o doble de campanas o un número de misas de cumplimiento excesivo.




NOTAS

Artículo publicado en Poder, sociedad, religión y tolerancia en el mundo hispánico, de Fernando el Católico al siglo XVIII. Eliseo Serrano Martín Jesús Gascón Pérez (eds.). Págs. 1227-1241.Publicación número 3635 de la Institución Fernando el Católico, Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza. La versión original y completa de esta obra puede consultarse en: https://ifc.dpz.es/publicaciones/ebooks/id/3699

Las fotografías no se corresponden con el artículo original.

[1] Un estado de la cuestión en Arturo Morgado García, «El clero secular en la España Moderna: un balance historiográfico», en Ángel L. Cortés Peña y Miguel L. López-Guadalupe Muñoz (eds.), La Iglesia española en la Edad Moderna. Balance historiográfico y perspectivas, Madrid, Abada Editores, S. L., 2007, pp. 49-73.

[2] En este sentido, el tema relativo a beneficios y beneficiados adolece aún de un tratamiento más amplio, aunque contamos con las aportaciones sumamente interesantes de Maximiliano Barrio Gozalo, entre las que destacamos «La Iglesia y los eclesiásticos en la España del Seiscientos. Beneficios y beneficiados», en José Alcalá Zamora y Ernest Belenguer Cebriá (coords.), Calderón de la Barca y la España del Barroco, vol. 1, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales y Sociedad Estatal Nuevo Milenio, 2003, pp. 361-400; y El sistema beneficial de la Iglesia Española en el Antiguo Régimen (1475-1834), Alicante, Universidad de Alicante, 2010. Y en nuestro ámbito concreto, las de Arturo Morgado Garcia, «Las bases humanas y económicas del clero de la diócesis de Cádiz en la segunda mitad del siglo XVIII», en Actas del II Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, 1991; y «Provisión de beneficios eclesiásticos en la diócesis de Cádiz durante el Antiguo Régimen (1700-1836)», Chrónica Nova, 18, 1990, pp. 343-364.

[3] Vid. Teófanes Egido, «La religiosidad de los españoles (siglo XVIII)», en Actas Coloquio Internacional «Carlos III y su siglo», t. I, Madrid, 1988, pp. 767-792.

[4] Un ejemplo más que sobresaliente del estudio del clero desde la perspectiva de familias y redes lo encontramos en María Teresa Benito Aguado, La sociedad vitoriana en el siglo XVIII: el clero, espectador y protagonista, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2001.

[5] Vid. Avelina Benítez Barea, Clero y mundo rural en el siglo XVIII. La comarca gaditana de la Janda, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2013.
 
[6] En 1717 los curas de Alcalá obtienen 1.300 reales de vellón anuales mientras que cada beneficio asciende a 3.300. AHDCA, Manuscritos, Visitas pastorales, lib. 1241, ff. 259-260.
 
[7] Miguel L. López-Guadalupe Muñoz, «De clero y fieles en la diócesis de Granada a través de las visitas pastorales de la segunda mitad del siglo XVIII», Chronica Nova, 23, 1996, p. 308.

[8]Arturo Morgado García, La diócesis de Cádiz: de Trento a la Desamortización, Cádiz, Universidad de Cádiz, 2008, pp. 189-190.

[9] Así, por ejemplo, el cuerpo de beneficiados de Alcalá, persona jurídica y colegiada, constituyó durante siglos una institución singular, de gran relieve e influjo entre la población. Fernando Toscano Puelles, Historia de la Congregación-Beaterio de Jesús, María y José, Cádiz, 1988, pp. 91 y 113-114.

[10] Vid. Avelina Benítez Barea, «El bajo clero y las estrategias familiares de perpetuación: pro- moción y relevo generacional (La Janda, siglo XVIII)» en X Congreso de la Asociación de Demografía Histórica, Albacete, 2013.

[11] Beneficiados y vicarios de Alcalá en 1752, según la documentación primaria del Catastro. AHMAG, Abecedario del Libro de eclesiásticos de la Villa de Alcalá, leg. 226; Libro personal e industrial de eclesiásticos de la Villa de Alcalá, leg. 229.

[12] Beneficiados y vicarios de Alcalá en 1752, según la documentación primaria del Catastro. AHMAG, Abecedario del Libro de eclesiásticos de la Villa de Alcalá, leg. 226; Libro personal e industrial de eclesiásticos de la Villa de Alcalá, leg. 229.

[13] AHDCA, Secretaría de Cámara, Visitas y estados, leg. 507.

[14] Vid. León C. Álvarez Santaló, «Vivir como un cura. Algunas precisiones cuantitativas respecto al imaginario social del clero en el siglo XVIII», en Francisco J. Aranda Pérez (coord.), Sociedad y Élites eclesiásticas en la España Moderna, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, pp. 101-148; y Antonio Irigoyen López, «Los tratados de perfección sacerdotal y la construcción de la identidad social del clero en la España del siglo XVII», Hispania, 230, 2008, pp. 707-734.

BIBLIOGRAFIA

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Barrio Gozalo, M., «La Iglesia y los eclesiásticos en la España del Seiscientos. Beneficios y beneficiados», en J. Alcalá Zamora y E. Belenguer Cebriá (coords.), Calderón de la Barca y la España del Barroco, vol. 1, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales y Sociedad Estatal Nuevo Milenio, 2003, pp. 361-400.

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Pascua Sánchez, M. J. de la, «Las fundaciones docentes en la España del siglo XVIII a través de los protocolos notariales gaditanos», Gades, 18, 1988, pp. 109-134.

Toscano Puelles, F., Historia de la Congregación-Beaterio de Jesús, María y José, Cádiz, 1988.