sábado, 29 de enero de 2022

El Conjunto Urbano de Alcalá de los Gazules (I)



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 1997-98



María Rosa Navarro Ariza



EVOLUCION Y ETAPAS HISTORICAS EN EL CRECIMIENTO DE LA ESTRUCTURA URBANA

    La Ciudad de Alcalá, representa un esquema claro de conjunto urbano desarrollado a media ladera a partir de la creación del Castillo como fortaleza defensiva, origen del núcleo, y posteriormente del recinto amurallado.

    La estructura urbana fue produciéndose lentamente a medida que sus necesidades de suelo iban ampliándose, con un desarrollo pausado y acorde con las características físicas del terreno sobre el que se asienta. Por ello, aunque el conjunto aparece como un elemento relativamente homogéneo, de acuerdo a este proceso, posee distintas áreas diferenciadas.

    El origen fundacional del núcleo urbano se genera a partir de la fortaleza defensiva, asentada sobre la cima del cerro agudo, ocupando la parte edificable hasta el límite del comienzo de los fuertes desniveles. Envolviendo a ésta y descendiendo en sentido Este y Sur se desarrolla el núcleo primitivo de Alcalá o «intramuros». Este recinto partía desde la Puerta de la Villa recorriendo el talud posterior de la Calle Ildefonso Romero, —"donde todavía se aprecian los torreones perfectamente conservados gracias a estar asentados sobre roca"—, proseguía por la c/ San Francisco, (menos perceptible en la actualidad) hasta la Puerta Nueva, a la que hoy se denomina del «Sol». En el sentido inverso desde la Puerta de la Villa partía el llamado muro de San José (hoy calle de San Juan de Ribera) «donde conserva dos torreones, —desmochados— y restos del paramento».

    El llano de San Vicente por encontrarse al margen de los restos murados, bien pudo tratarse de un arrabal en donde se situaría la Ermita de San Vicente durante la Reconquista. Estaba unido al primitivo sistema defensivo de la Coracha y Castillo. Probablemente existió un postigo en la muralla entre la actual calle de San Vicente y la Plaza de San Jorge como acceso secundario al recinto. El resto del Cerro desde San Vicente y Cementerio actual hasta la fuente Salada "quedaría protegido por la Coracha propiamente dicha y el talud de fuerte pendiente reforzado en trechos por visibles restos de construcciones defensivas y supletorias o reforzadas del talud."

    «Lo mismo desde la Puerta Nueva rodeando el cerro hasta la Salada que por tratarse de la única fuente de la población primitiva debería ser accesible y estar protegida. Por lo que el actual camino que rodea el Cerro comunicaría con la Puerta Nueva y postigo de San Vicente cerrando el recinto. Independientemente podría existir alguna bajada de emergencia excavada en la roca y comunicando directamente con el Castillo como ocurre en otras poblaciones primitivas» según cita Marcos Ramos. (1)

    La Puerta Nueva, que en su origen debió ser postigo, aún conserva el escudo de los Ribera y su construcción está estrechamente ligada a la del Ayuntamiento Viejo erigido en 1.550. Anteriormente se usarían con tal fin los aposentos del Castillo, residencia del Alcaide primero y luego del Corregidor.

    El muro hasta la Puerta Nueva o del «Sol» discurriría por detrás de la calle San Pedro aunque se derrumbó según constaba en el Acta del Cabildo de 17 de Abril de 1.841 en la que se relacionaba su estado y la necesidad de reparación.

Desarrollo urbano

    Hasta bien entrado el S. XIV, Alcalá no estaba constituida propiamente como Villa, ya que, tanto en la época de dominación musulmana como tras la Reconquista, y dada la falta de estabilidad en la zona, únicamente existió población militar.

    A partir de finales del Siglo XV, ya en manos cristianas definitivamente y coincidiendo con una pérdida de la importancia estratégica, se produjo la llegada de colonos atraídos por los Privilegios, Ordenanzas y Transacciones, que levantaron numerosas viviendas colmatando el espacio intramuros. La estabilidad conseguida potenciaba un masivo crecimiento de la población. Cuando el espacio intramuros se hizo insuficiente, se empezó a construir fuera del recinto amurallado que como Ciudad Medieval conformaba la defensa de la misma, a partir del cual se formarían los arrabales.

    Las primeras viviendas extramuros en un principio se adosarían a las murallas siempre condicionadas por la fuerte topografía y limitado el desarrollo por el N.O. por el Barranco que limita el Pº de San Juan de Ribera, N. y N.E. por el Monte de la Coracha. Continuarían desarrollándose en la dirección Sur-Este buscando la orientación más soleada.

    Los primeros ensanches surgen ya en el S. XVI en las proximidades de las Puertas y apoyados en los caminos de acceso o rondas. Así el Barrio Nuevo aparece frente a la Puerta del «Sol» entre 1.550-1.553 tal como aparece mencionado en los diezmos eclesiásticos tras las tres collaciones primitivas que se reparten por igual. En torno a la Puerta de la Villa, único acceso al casco antiguo para Carretas, surgiría la calle Mancebía, al final de la misma se situaba la Cilla Decimal para los diezmos. Del aquí partirían las calles Cruz del Manchego (hoy Cádiz), Cruz del Camino y Camino Real.

    Los Barrios de San Vicente, Castillo y Coracha, son los únicos desarrollos por el Norte hasta los límites de las fuertes pendientes de la ladera.

    La ciudad como ya indicaba Miñano a principios del XIX no tiene espacio urbanizable constreñida como está por los taludes del Cerro de la Coracha y los torrentes naturales del Chorrillo, el Chorrón, Río Verde, el Arroyo y la Veredilla que lo desaguan hacia el SO y SE.

    Hacia 1.820 la comunicación entre los distintos accesos y la Puerta de la Villa condicionan el desarrollo urbano configurando los ejes de crecimiento:

1.- La fuente de la Salada, que coincide con el acceso habitual desde el Prado y zona de Campiña.

2.- El Camino del Valle de donde partía el Camino hacia Vejer y Tarifa frente a las Peñas.

3.- La calzada de San Antonio hacia la Puerta de la Villa por lo que hoy es la calle Diego Centeno.

4.- El Camino del Pozo o de los Pozos hacia la Puerta de la Villa conformando la calle Real (junto con la otra calzada confluente de la Salada).

    Por último, las Iglesias y Ermitas también se implantarán próximas a las vías de acceso. Así los Conventos de Santo Domingo y la Victoria sirven de elemento aglutinador de una nueva edificación surgida en su derredor. Hacia el Oeste, la Ermita de San Antonio generará un pequeño Barrio en la salida al campo, que llevará su nombre. En torno a las Peñas del Corral nace el Barrio del Chorrillo. La antigua Ermita de la Veracruz y la Victoria conforman el espacio que posteriormente será la Alameda.

    En 1.830 se construye la Plaza del Hambre con jornaleros sin trabajo, y otros Barrios como el de San Sebastián en torno a la Ermita del mismo nombre, el Altillo y el Piquillo. En 1.845-48 nace el Barrio de la Salada delimitado por la Plaza de la Cruz y la Fuente del mismo nombre.

    Los arrabales se extendieron progresivamente descendiendo por la ladera sur del monte sobre el que se asentó el núcleo primitivo, hasta unirse a los núcleos de la Victoria y Santo Domingo. La calle Real a mediados del siglo XIX comienza a ostentar las cualidades de Calle Mayor, residencia de las familias que comienzan a ejercer el poder local y foco de la actividad comercial más importante de la Ciudad, que se prolonga en la Plaza de la Cruz, construida en 1.885 y una de cuyas casas será el Nuevo Ayuntamiento a finales del siglo, que traslada su Sede desde la Plaza Alta en 1.930. Es relevante la casa de Pedro Pablo Serri, de finales del XVIII, con reformas posteriores, esquina al cauce de un arroyo denominado Río Verde, hoy arteria principal de acceso.

    En el primer tercio de nuestro siglo esta tendencia se consolida al levantarse el Mercado Público en la plaza de Santo Domingo y el conjunto en torno a las Peñas. El núcleo sigue creciendo hacia el sur de la ladera soleada hasta englobar en el conjunto edificado la Plaza de Toros y constituir un nuevo foco de actividad cívico-comercial en el Paseo de la Playa, antiguo Paseo de Mochales.

    En la década de los cincuenta, el desarrollo económico conlleva una expansión urbanística notable que se materializa en la realización de diversas obras de acondicionamiento y remodelación de la ciudad como el Paseo de la Playa, remodelación de las calles y plazas, la apertura del Paseo de San Juan de Ribera sobre el antiguo camino de San José y la adquisición y adaptación del Convento de Santa Clara para Escuela Profesional.

    Para una mejor administración, el casco urbano se divide en seis secciones urbanas y el campo en cuatro distritos, coincidiendo con las cuatro entradas de la ciudad.

• Barrio Alto o de San Jorge.

• Barrio Nuevo, con centro en la Plaza de Arcipreste Roa.

• Santo Domingo, Chorrillo y Sánchez Flores.

• San José y San Antonio.

• La Salada.

• Alameda-Barrio de San Sebastián.

    «El continuado aumento de población hasta los primeros años sesenta supuso un fuerte crecimiento de las necesidades de vivienda que se resolvieron mal (autoconstrucción, en pésimas condiciones, el Piquillo, el Altillo, el Molino, prolongación de Ntra. Sra. de los Santos, etc... o edificaciones en altura con grave impacto negativo en el ambiente urbano) y a destiempo (Barriada de San Jorge y Grupo de la Caja de Ahorros) cuando la fuerte emigración ya estaba vaciando el núcleo. Estas actuaciones de la Administración en el extrarradio de la ciudad, sin conexión con el núcleo tradicional, han continuado con las dos promociones sobre la Carretera a Paterna (una frente al Colegio Juan Armario y otra más lejos aún entre el Campo de Fútbol y la Piscina) y si no se toman medidas tendentes a repoblar el núcleo histórico acabarán vaciándolo y arruinándolo definitivamente» (tomado textualmente de la memoria de las Normas Subsidiarias).


El espacio Público

El Viario Interior

    El trazado de la trama urbana del recinto intramuros y de los arrabales, en la actualidad, conserva las características de sus orígenes medievales con antecedentes árabes, adaptada a la topografía irregular que la condiciona, de ahí sus características: calles estrechas, irregulares, empinadas y tortuosas que en algunos casos discurren por barrancos y despeñaderos —a deducir por sus nombres—, formando adarves y pasadizos, calles con quiebros para evitar los vientos dominantes, etc... El espacio urbano se nos presenta a escala humana en sus dimensiones.

    El centro de la hoy Ciudad y antaño Villa, era la Plaza de San Jorge. De aquí partían las calles más importantes formando 2 ejes de crecimiento hacia las puertas de la Ciudad. De un lado el eje «San Vicente- Puerta del Sol» y de otro «Plaza San Jorge-Puerta de la Villa», formando un perímetro elíptico que se iba desarrollando concéntricamente, rodeando y envolviendo al núcleo. Así se formaría el recinto amurallado con el tipo de trazado que resultaba más económico y de más fácil defensa.




    A partir de estas premisas fundamentales, el crecimiento de la ciudad era natural y orgánico, no presentando un trazado racional.

    No obstante, presenta una lógica en su adaptación a la naturaleza topográfica del terreno, en la nucleización que promueve sus edificios y en la conversión de sus sendas en calles.

    Esta trama viaria, concebida como peatonal, soporta hoy en día, tráfico rodado.

    La pavimentación característica de la Ciudad es de empedrado en sus diversas formas:

•empedrado con áridos de río.

•empedrado con lajas de piedra natural.

•adoquinados en distintos tamaños.

•mezclas de lajas y áridos de río.

•empedrado y ladrillo macizo (a tabla o a sardinel).

    Es digno de destacar la de la Plaza de San Jorge con un empedrado muy bien realizado incluyendo varios tipos de los arriba mencionados.

    Ya Madoz en su «Diccionario geográfico» en el año 1.845 indicaba que la población dispone de... «calles limpias y regularmente empedradas y tiene de largo desde lo más elevado hasta la calle de los Pozos 1.281 pasos».

    En líneas generales la totalidad de las vías del Casco Histórico se encuentran en buen estado de conservación, ya que se ha mantenido en su totalidad el empedrado, habiéndose en algunas, cubierto con una lechada de mortero para nivelar el empedrado de árido de río.

    Las aceras donde las hay, son pequeñas, y en muchas calles el paramento vertical de las viviendas llega hasta la misma calzada, inicialmente sin zócalo.

Plazas

    Dentro del conjunto urbano de Alcalá distinguimos las siguientes plazas:


•PLAZA DE SAN JORGE

    Bellísimo conjunto, en forma de ele irregular, limitada en uno de sus lados, por el propio recinto amurallado. No olvidemos que en los bajos del edificio del antiguo Ayuntamiento se abre la Puerta Nueva o «Del Sol».

    Concentraba los edificios más característicos de la Organización Ciudadana: la Parroquia, la Casa del Cabildo, Palacios de los Nobles, Casa Rectoral... al tiempo que servía como atrio de la Iglesia Parroquial y a las necesidades del Mercado y socio-recreativas. (Manuel Mª de Puelles y Centeno en «Recuerdos de mi juventud» nos expresa como a mediados del siglo pasado, cercándola con carretas, la Plaza era ocasional plaza de toros). De ella partían todas las primitivas calles y en sus proximidades se encontraban dos conventos el de Santa Clara y la Congregación de Jesús, María y José.

    Madoz, nos indicaba «La Plaza principal, llamada antes de San Jorge y ahora de la Constitución, es cuadrilonga, de 50 varas de largo y 28 de ancho, y en ella se ve la portada de la Iglesia Mayor, la Torre y una grada con mármoles alrededor y las Casas Consistoriales».

«Las otras plazas se denominan, de la Carnicería antes de Blasa, de 34 varas de largo y 14 de ancho: del Marqués, de 14 varas de largo y 8 de ancho, de la Cruz de 80 x 16: de las Cazallas de 6 x 100.»

•PLAZUELA

    Constituye un pequeño ensanchamiento, apenas perceptible, dentro de la calle Real, que permite la confluencia de otras vías de menor importancia.

•COLLADO

    Antes llamada del Marqués, comunica la calle San Vicente con Alonso el Sabio. A principios del XIX congregaba un buen número de edificios de arquitectura culta, hoy desaparecidos.

    De cualquier modo, aún se conserva en ella el único escudo heráldico en fachada y la última portada barroca de la ciudad.

•SANTO DOMINGO.

    Ocupa el espacio del antiguo Compás de Santo Domingo, en cuyo atrio se construyó el actual Mercado.

•ALAMEDA

    Centro neurálgico del Alcalá del siglo XX, concentra el Ayuntamiento, el Centro Parroquial de la Victoria, las Cajas de Ahorros, Correos...

    Es una plaza construida a mediados del XIX, de acuerdo a un esquema formal aprobado por la Academias Provincial de Bellas Artes, realizado por el Arquitecto gaditano D. Manuel García.

•PLAZA DEL HAMBRE

    Construida en 1830, uno de los años más trágicos de Alcalá, por los jornaleros en paro, a los que los pudientes de la población pagaban con alimentos.

•PASEO DE LA PLAYA

    Aunque no constituye propiamente una plaza, cumple como tal por cuanto que es un espacio peatonal de paseo y encuentro, donde se sitúan los servicios de hostelería y terciarios.




NOTAS

María Rosa Navarro Ariza es Arquitecta. Premio Nacional de Arquitectura 1982 (otorgado por el M.O.P.U.). Ha realizado diversos trabajos relacionados con Alcalá: de Planeamiento Urbano; Rehabilitación de Viviendas y la Caracterización, Definición y Delimitación del Conjunto Histórico para la Consejería de Cultura.

(1) Ramos Romero, Marcos; Alcalá de los Gazules, Cádiz (Diputación), 1.984.

sábado, 22 de enero de 2022

Caciquismo en Alcalá: Retrato de una época (II)



Ismael Almagro Montes de Oca



       Hace poco tiempo hicimos una primera aproximación a un periodo de tiempo bastante convulso en la vida política alcalaína, en la que se impuso el caciquismo como forma de gobierno, cuya principal característica fue la de aprovecharse los gobernantes y su círculo de los recursos municipales en beneficio propio (véase: https://historiadealcaladelosgazules.blogspot.com/2021/08/caciquismo-en-alcala-retrato-de-una.html)

     Los caciques no fueron un mal endémico decimonónico, sino que extendieron sus redes hasta la llegada de la dictadura de Primo de Rivera en 1923, y si en la anterior entrada nos hicimos eco de dos críticas publicadas en la prensa gaditana en 1895 y 1896 denunciando los abusos cometidos por los regidores, hoy lo hacemos a través de un medio local, el periódico “La Verdad”, fundado en 1918, y de la pluma brillante de su fundador y director, Pedro J. Cohucelo. 

      Al fundar este periódico, nuestro paisano pidió permiso para asistir a los plenos municipales y poder dar cuenta en sus líneas de lo que acontecía en las Casas Consistoriales. Presenció la sesión celebrada el 17 de octubre de dicho año y quedó tan sorprendido y escandalizado, que publicó la siguiente crónica en la edición del 5 de noviembre, que, a buen seguro, le sirvió para crearse enemistades en el pueblo:




ESCANDALOSO ATROPELLO

La Resurrección del Caciquismo, - La política de los secuaces del Conde de los Andes. — Una sesión bochornosa. — La mayoría de interinos. Los siervos de la amistad y los siervos del dinero. — El artículo 106 de la Ley Municipal, pisoteado. — Se quiere repartir el Presupuesto entre las familias de los Concejales andistas. - Insultos entre los concejales. — El Alcalde- Sr. Galán, a la altura de las circunstancias. Suspensión de los acuerdos. — Protestando por sistema. — El Sr. Machado, pronuncia un elocuente discurso. — Indignación general.

     Este caciquismo español que tiene origen en los señores de horca y cuchillo que en la Edad Media compartieron su poderío con los reyes para triturar la libertad y la vida de los pueblos, dejó raíces tan hondas entre nosotros que a pesar de la rudísima batalla que los modernos crujidos sostenemos contra esa lepra maldita, no obstante nuestras acometidas, logra retoñecer y sombrear de nuevo la vida con las penumbras horrendas de su tiránica tendencia. Por ello veréis que cuando resucita el caciquismo lo hace irguiendo su macabro esqueleto sobre el sarcófago de hielo de los políticos de ayer, ataúdes que guardan toda la podredumbre de otros siglos, vanos fantasmas que se agitan entre la mogigatería y el ridículo del último de los Austrias, y sienten los descerebrantes estertores del absolutismo siniestro que hizo vitorear á las cadenas.

      En esas ciudades populosas a donde llegaron con el progreso, la libertad y la justicia, no pudo vivir el caciquismo, y por ello escogió para desarrollar su actividad a estos pueblos muertos que por incultos e inconscientes soportan el yugo despótico que su gobierno significa.

     En Alcalá de los Gazules hay una porción de políticos que secundan las iniciativas del Sr. Conde de los Andes, ese diputado de la nación que ha sido vivero de caciques mínimos y en su torno han crecido y vegetado estas plantas ruines que son desdoro de la política española.

     Cuando su labor administrativa es conocida por el pueblo y por ello son abandonados, recurren los andistas al dinero que compra conciencias mercenarias o influencias más mercenarias aún y procuran, y a veces obtienen el triunfo de ese modo, triunfo que después ponen al servicio de la maldad y el egoísmo.

     La última sesión celebrada por el Municipio alcalaíno es una prueba palpable de lo que decimos.

     Por ironía de la suerte, han logrado los andistas tener mayoría en el Ayuntamiento, porque anuladas las últimas elecciones celebradas, han sido nombrados concejales y tocóles desempeñar dichos puestos con arreglo a ley y con el carácter de interinos a amigos del Sr. Conde de los Andes. Algunos había que estaban bien separados de esa fracción, pero como el dinero allana todo lo más abrupto, también fué solucionado ese extremo.

     Y ved, aquí como con siervos de la amistad y con siervos del dinero sin que esa mayoría sea de elección popular, formada por desacreditados y fracasados, se llega al Ayuntamiento, pretendiendo saltar por encima de la razón y del Derecho, y triturando con un acuerdo a todas luces nulo a la vigente Ley Municipal.

     El artículo 106 de la Ley citada dice: <<Las votaciones serán nominales cuando no se trate de asuntos relativos a los mismos concejales o a personas de su familia dentro del cuarto grado, en cuyo caso serán secretas, debiendo salir de la sesión mientras se discuta y vote el asunto el concejal interesado.>>

     Esto sentado, comencemos la reseña de la sesión.

     En la sala capitular se encuentran algunos desocupados.

     Preside el alcalde D. Antonio Galán. Los concejales están divididos en dos bandos opuestos, formados del siguiente modo:

      UNO.— Liberales.

El alcalde D. Antonio Galán.

D. Manuel Ahumada Granara.

D. José Quijada Hidalgo.

D. Manuel Benítez del Río.

D. Patricio García Arabolaza.

      Conservadores datistas

D. Cristóbal Sánchez y Sánchez.

D. José Vázquez García, y

D. Antonio Machado Sánchez.

       OTRO.—Conservadores andistas

D. Julio Toscano Delgado

D. Antonio Serrano de la Jara.

D. Vicente Fernández Pinero

D. Gerónimo dé la Corte Caballero.

a D. Francisco Montes de Oca Lozano.

D. Melchor Fernández Piñero.,

D. Francisco Álvarez Salcedo,

D. Gil Moreno Muñoz, y

D, Antonio Pastor Alba.

      El señor presidente dice, que como expresa la convocatoria, la sesión tenía por objeto, dar cuenta y resolver sobre los extremos a que se refiere el escrito presentado por varios señores concejales con tal fin.

     El secretario interino, Sr. Benítez Salazar, da lectura al mismo:

1.º Plantilla de empleados.— El Sr. Toscano Delgado comienza su labor destructora manifestando, que por distintas personas se han producido quejas con respecto al funcionamiento de las oficinas municipales, no solo por particulares, sino por entidades oficiales, sobre todo en lo que afecta a la dependencia o Negociado que instruye los expedientes de quintas, lo que ha dado lugar a que se conmine con multas al Municipio; y en su virtud, y con arreglo a las facultades que a los Ayuntamientos conceden los artículos 74 y 78 de la Ley municipal, proponía la separación de dichos funcionarios y el nombramiento de otros que, a juicio del Ayuntamiento, tengan capacidad legal para desempeñar los cargos.

     El Sr. Benítez del Río dice: Que la plantilla de los empleados a los cuales se pretende destituir, fué aprobada por la Corporación en enero último, estimando improcedente y desatinada la proposición hecha por el Sr. Toscano.

     El Sr. Toscano: Eso es que a su señoría le parece.

     El Sr. Benítez: Si aquí venimos sólo a demostrar que nueve son más que ocho, y que ocho son menos que nueve, avasallando con la fuerza transitoria de un voto más a lo que prescribe la razón y ordena la justicia, no habrá necesidad de discutir sobre este extremo. Pero si en los señores concejales germina y florece el santo principio de que la razón, vale más que la fuerza, si no se ha obscurecido el concepto de la equidad y la conciencia no es un mito, la proposición del Sr. Toscano debe ser desechada por ilegal, por injusta y peligrosa.

     El Sr. Serrano de la Jara habla de conciencia, de atropellos; pero como al fin no ha dicho nada, tampoco lo decimos aquí.

     En medio de gran expectación, se levanta para hablar el concejal don Antonio Machado, y dice: La experiencia larga de mi vida ha venido a demostrarme, que aquellos que cifren sus esperanzas de éxito en la fuerza del número, se hallan equivocados. Es cosa ésta de la fuerza bruta, que se va y desaparece, como desaparece todo lo que no se cimenta en la verdad y en el bien. ¡Lástima grande que estéis aquí discutiendo y gastando energías, que puestas al servicio de una causa grande, pudieran dar positivos resultados! Y hay que pensar, señores, que de estas rencillas que originan proposiciones tan ilegales como la del Sr. Toscano, apenas queda de ellas ni memoria, cuando en el curso de los años viene otra generación y ocupa nuestro puesto aquí en la vida. En tanto que, poniendo el pensamiento tan alto como la voluntad, y unidos todos, se labora para mejorar todos los aspectos del pueblo cuyo gobierno nos está encomendado; los que nos sucedan, habrán de alabar nuestra memoria.

     Yo, señores, he paseado muchas veces por las alamedas del cementerio que guarda las cenizas de nuestros padres, y he querido sacar de los sepulcros algo que consuele mi espíritu, algo que me haga pensar que también los que nos precedieron en la vida sintieron por Alcalá el mismo afecto que nosotros sentimos.

     Y fijando la mirada sobre una lápida mortuoria, oí una voz que me decía:

—Yo soy Manuel Espinosa, el alcalde que logró dotar por vez primera a nuestro pueblo de telégrafo, esa importantísima mejora.

     Y otro sepulcro me ha dicho:

— Yo soy Pedro Montes de Oca, el alcalde que acometió la magna empresa de dotar de aguas suficientes a nuestro pueblo.

     Y me decía otra voz:

—Soy José Galán y Caballero, el alcalde que concluyó la carretera de Medina a nuestro pueblo, haciendo que los coches llegaran hasta nuestra calle principal; el que construyó el Parque de mi nombre y construyó fuentes públicas...

     Y ¿creen, señores, que no han de sentir esos cadáveres en la fría soledad de sus sepulcros, el orgullo santo del deber cumplido y la honda satisfacción de que bendicen y alaban su memoria?

     Nadie se acuerda ya de sus luchas; nadie de sus batallas políticas; solo de lo que quedó como obra suya. A ellos debemos imitar, sumando nuestras energías para redimir a nuestro pueblo, sin estos manejos políticos de «quítate tú para que me ponga yo», pues de esta manera quien pierde es la administración a nosotros encomendada, y hasta nuestro prestigio de hombres serios.

     Cree ilegal la proposición del señor Toscano, por cuanto que lleva consigo la revocación de lo acordado con anterioridad por este Ayuntamiento, y además, que la separación en conjunto sin causa que lo justifique debidamente documentada, constituye una perturbación y un atropello. (Muy bien).

Procédese a la votación de la proposición del Sr. Toscano, resultando a favor de la misma nueve votos contra ocho que la estiman ilegal.

     Los concejales que están conformes con la proposición, son los siguientes: D. Julio Toscano Delgado, D. Antonio Serrano de la jara, D. Vicente Fernández Pinero, D. Jerónimo de la Corte Caballero, D. Francisco Montes de Oca Lozano, D. Melchor Fernández Pinero, D. Francisco Álvarez Salcedo, D. Gil Moreno Muñoz y D. Antonio Pastor Alba.

     El Sr. Toscano presenta la siguiente lista del personal que ha de cubrir las vacantes que se produzcan: Secretario, el mismo que lo es actualmente, o sea D. Agustín Marchante Sánchez, que es el que instruye los expedientes de quintas a que aludía la queja del Sr. Toscano.

Oficial Mayor, D. Ricardo Morales Espigado, hermano político del señor Pastor Alba, concejal que votó a favor del Sr. Toscano.

Oficial 1º, D. José Benítez Salazar.

Idem 2.°, D. Pablo Blázquez Bauzano.

Auxiliar de Contaduría, D. Agustín Tizón Jiménez.

Escribiente, D. Rodrigo Delgado Salas, primo del concejal proponente Sr. Toscano.

Auxiliar, D. Andrés Morales Álvarez.

Encargado del Depósito Municipal, D. Francisco Salcedo Olmedo.

Idem. del Matadero, D. Salvador Álvarez Benítez, hijo del concejal que votó a favor del Sr. Toscano, D. Francisco Álvarez Salcedo.

Administrador del Hospital, don José Toscano Armario, primo del proponente Sr. Toscano.

Encargado del reloj, D. Juan Delgado Barroso.

Administrador de Consumos, don Miguel Pastor Alba, hermano del concejal que votó a favor del señor Toscano, D. Antonio Pastor Alba.

Interventor de Consumos;. D. Andrés Armario Sánchez.

Auxiliar de Consumos, D. Andrés Hidalgo Toro, padre político (dos veces) del concejal que favoreció con su voto la proposición del Sr. Toscano, D. Melchor Fernández Pinero.

      El Sr. Presidente hace constar que habiéndose nombrado por este Ayuntamiento en la sesión celebrada el 19 de enero del corriente año a los empleados que componen la plantilla de este Municipio, y sabiendo que el jefe de la Secretaría había manifestado que los servicios estaban bien desempeñados, no procedía destituir a todos los empleados de plantilla, por capricho y contra toda razón y justicia, sin previo expediente ; y considerando el acuerdo perjudicial, a los intereses generales, habiendo, además, infracción manifiesta de los artículos 83 y 106 de la vigente Ley Municipal, lo suspendía, dando cuenta de ello al Excmo. Sr. Gobernador civil de la provincia.

El Sr. Pastor.—Señor presidente: no hay causa que justifique, la suspensión del acuerdo, por tratarse de asuntos de la competencia de la Corporación, que con este procedimiento, se vé impedida de realizar y llevar a la práctica acto alguno que deba ser tratado por la misma.

El Sr. Machado dice: Que después de haber tomado acuerdo el Ayuntamiento, no procede discutir sobre el mismo…

El Sr. Pastor le interrumpe.

El Sr. Machado:—Sr. Pastor: estoy en el uso de la palabra.

La Presidencia:—Sr. Pastor: Yo le ruego que no interrumpa a los señores concejales.

El Sr. Pastor:—Interrumpo cuando oigo las majaderías del Sr. Machado.

El Sr. Machado:—Majaderías son las de V. S.

Se arma un fuerte escándalo que corta a duras penas. la campanilla presidencial.

Punto 2. Legalizar la situación del Depositario de los fondos Municipales.

     El Sr. Toscano manifiesta que el cargo de Depositario se viene desempeñando ilegalmente y por ello pide que se publique la vacante y sea cubierto el cargo con arreglo a la Ley. El Ayuntamiento, así lo estima.

     El Sr. Benítez dice, que si la situación del actual Depositario es ilegal, se nombre a un señor concejal proponiendo para que la desempeñe en concepto de interino a D. Antonio Pastor Alba.

Al oír está proposición, algunos concejales que creían pescar el cargo, se desmayan y otros patalean de rabia

     Se ven los concejales en el supremo aprieto de nombrar al Sr. Pastor para el cargo de Depositario, porque, propuesto por el concejal liberal señor Benítez y siendo el propuesto andista o amigo de esta fracción no puedan los amigos del Conde negar apoyo al que antes se lo prestó a ellos decidiendo con su voto el triunfo obtenido al pedir la destitución de los empleados.

     Se acuerda que el R. D. de reciente publicación sobre Haciendas locales, quede sobre la mesa para estudio de la Corporación.

     Se levanta la sesión.”[1]


La calle Real en 1915


NOTAS

[1] Edición el 5 de noviembre de 1918 del periódico “La Verdad”. Año 1 nº 5. Páginas 3 y 4. El primer número de este periódico debió publicarse en septiembre y solo se conoce la existencia de este ejemplar

sábado, 15 de enero de 2022

Juan Perales León, anarquista (IV)




      La militancia política nunca la abandoné. Aún hoy, viejo y cansado, la mantengo. Recibíamos propaganda e incluso organizamos un plenario en Jaén. Teníamos un enlace, que era una mujer mucho mayor que nosotros. Una de las veces, vino un delegado de la CNT desde Sevilla a un plenario, que celebramos en Jaén. En mi caso y aprovechando mi actividad de vendedor de cuadros, permitía mayor facilidad para las reuniones y demás. Una noche cogí el tren hacia Jaén. Tenía la dirección de la calle donde se iba a celebrar la reunión. Era una casa de vecinos. Habíamos fingido que el que vivía allí estaba enfermo y el resto acudíamos a visitarle. Nos reunimos en torno a quince compañeros con el delegado que venía desde Sevilla. Luego, como delegado, los acuerdos los comunicaba al resto de los compañeros. Estábamos todos, socialistas, anarquistas, organizados contra el fascismo. 

       A la aldea llegó un maestro de escuela. Le decían Kirico de la Cruz Martínez. Se introdujo en nuestro grupo y nos traía propaganda de la CNT desde Granada. Su valentía y el hecho de que la propaganda viniera desde Granada y no desde Jaén, que era lo habitual, levantó algunas sospechas de que pudiera ser un infiltrado. Yo les advertí que tuvieran mucho cuidado. También a mí me parecía extraño. Me temía que podría ser una trampa como así finalmente fue. Yo les pedí que a mí ni me nombraran en una reunión que iban a celebrar. Mientras celebraban la reunión, llegaron un montón de guardias civiles. Cayeron todos en la redada y al cuartel de la Guardia Civil. Allí les dieron una de  palos impresionante, hicieron con ellos barbaridades. Uno de ellos, Pepe se llamaba, tenía la piel pegada a la camisa de lo que le hicieron. A otro que era socialista, un hombre alto, fuerte, de campo, tranquilo, de esos hombres que no se alteran por nada, se llamaba Manuel Molina. Lo cogieron y le amarraron los brazos atrás y con una cuerda amarrada en las esposas a una garrocha, tiraban de él y lo subían. Le doblaban los brazos hacia arriba con lo que pesaba y veían que no aguantaba más, lo bajaban otra vez. Le echaban unos cuantos cubos de agua, lo reanimaban y vuelta a empezar. Este fue el que me denunció a mí, a otro muchacho que había allí, que era republicano, y a la mujer que teníamos nosotros de enlace. Así, a los tres o cuatro días apareció la Guardia Civil. Yo estaba almorzando y vi llegar a Hilario, que así se llamaba uno de los guardias civiles. Recuerdo que comía una manzana. Me dijeron que les acompañara, que tenían que hacerme unas preguntas. Y me llevaron allí al cuartel de la Guardia Civil en Alcaudete. Me hicieron perrerías. Procuraba siempre proteger mi cara y mi boca. Me dieron palos por todas partes. Yo gritaba para que se me escuchara desde la calle y dejaran de pegarme. El cuartel estaba junto a la plaza de abastos. Me preguntaban sobre la organización. Me mantuve en la negativa de que no sabía nada. Ignoraba que el otro ya había confesado. 

      Del cuartel pasé nuevamente a la cárcel. Me incomunicaron en una celda. Podía ver las otras celdas del piso de arriba y que en una de ellas estaba la mujer que nosotros teníamos de enlace. Sabía que no estaba solo, había también otro muchacho. Estuve allí unos días y luego nos trasladaron a Jaén. Era el 2 de Julio del 45. Nos metieron unos quince días en celdas, aislados, como prevención de los posibles contagios. Tenía todo el cuerpo lleno de moratones, como si fueran habichuelas pintas. Ya en el patio contacté con los otros presos y me contaron lo que había pasado y lo que les habían hecho a ellos. El que me había delatado quería hacer una declaración jurada diciendo que yo no era responsable. Lo vi en la cárcel. Siguió siendo muy amigo mío. 

       Cuando nos tomaron declaración, mantuve lo mismo que en el cuartel. Lo había negado todo. Y repetí como respuesta a cada pregunta «me ratifico en lo declarado ante la Guardia Civil». Me pidieron que firmara una declaración en la que se me acusaba de ser el responsable y cabecilla de todo. Me negué a firmar. Con la pluma en la mano me dirigí hacia una ventana con la intención de que pensaran que me iba a tirar. Surtió efecto, porque me agarraron y admitieron que firmara lo que había declarado. Creo que pensaron que me hubiera tirado de verdad y se convencieron que decía la verdad. De no haber sido así, probablemente me hubieran fusilado. La acusación era muy grave. 

      En el consejo de guerra, recuerdo que dije que el tribunal tuviera en cuenta que era de Alcalá de los Gazules, de la provincia de Cádiz, que allí siempre había existido la CNT, que nunca había pertenecido el partido comunista. En Alcaudete, donde residía, la CNT no había existido nunca, todos eran socialistas y comunistas y demás, pero la CNT nunca; entonces, argumentaba yo al tribunal que cómo era posible que un individuo que pertenecía a la CNT fuera a recibir a un delegado de la CNT, si allí, en Alcaudete, no existía. Esa fue mi defensa. Aporté además una declaración jurada del muchacho que me había denunciado, donde decía que lo había declarado bajo tortura. Pensé que me iba en libertad, pero al ser reincidente, no pudo ser. Me condenaron a un año de prisión por asociación y propaganda ilegal. Salí en libertad el 23 de noviembre de 1947. Había cumplido dos años, cuatro meses y un día. Me acumularon parte de la anterior condena. Y porque, según dijeron se había perdido el testimonio de condena. 

      Recordaré siempre cuando me trasladaron a la cárcel de Guadalajara. Lo hicimos en un tren escoltados por la guardia civil. Un tren cochinero, donde transportaban ganado. Nos llevaron amarrados con alambres y argollas, como si fuéramos animales. Cuando llegábamos a alguna estación, escuchábamos cómo se referían a nosotros: «un vagón de rojos». En las estaciones, el trato de las gentes no era malo, todo lo contrario. A las mujeres no las dejaban acercarse. Seguramente nos hubieran dado agua o algo de comida. Llegamos a Madrid, creo que a la cárcel de Carabanchel, y estuvimos allí como de transeúntes. No sabíamos dónde íbamos. 

       Guadalajara era un penal viejo, mucho peor que Jaén. Por la mañana, diana, y al patio. Había presos por todos lados, por todas las galerías. El patio estaba lleno de nieve. Siempre con mucho frío. No nos dejaban salir con las mantas. Teníamos que estar con el traje de penado, de tela gris de mala calidad, con gorro incluido. Estábamos en el patio desde por la mañana. Solo podías pasear, tuvieras o no ganas o fuerzas. El frío no permitía que estuvieras sentado o tumbado. Escribí a unos primos en Cádiz, algunos de ellos eran zapateros, pidiéndoles que me mandaran unos zapatos, porque pasaba mucho frío con las alpargatas. No me contestaron. Muchas veces me he preguntado el porqué. Nunca les pregunté. Mezquindad, miedo. No lo sé. 

      Desde el penal, salían expediciones para trabajar. Todos los presos querían salir, porque reducía la pena y porque salir de allí ayudaba a que el tiempo fuera más rápido. También era mejor la comida. En el penal pasábamos hambre. Muchas veces pensé hasta en los huesos de las aceitunas, aun teniendo la boca como la tenía. Muchas de las expediciones iban para Cuelgamuros. Allí iban sobre todo los condenados a muerte. Los trabajos eran más peligrosos. A mí nunca me admitieron por el tiro en la boca. 

      El trato era normal. Si te mandaban al patio, no podías cuestionarlo porque entonces venía el castigo. Tenías que doblegarte a todo lo que los funcionarios ordenasen. No había otra alternativa. Llegó un momento en que la comida era muy mala y muy escasa. Ni se podía comer. Hicimos la primera huelga de hambre que hubo dentro de las prisiones. Poco a poco fue tomando fuerzas, hasta que una noche nos pusieron de comer unas gachas de harina con altramuces, muy amargas, con muy poco aceite y de postre, nunca nos daban postre, unos higos pasados secos. Aquello no se podía comer. La decisión se tomó aquella misma noche. A la mañana siguiente, ante el reparto, no pusimos los platos, pasando de largo. El oficial que estaba allí presente no dijo nada. Cerró la puerta y nos quedamos en el patio incomunicados. Luego bajó el director de la cárcel, que nos dio una pequeña charla. Nombramos un portavoz y el plan era que la comida no se podía comer. Estuvimos ocho días. Por la mañana, nos ofrecían el café, pero nadie lo cogía. Igual con el almuerzo y la cena. Cuando llevábamos seis o siete días, te machaca el hambre. Se puede resistir. Perdí peso, me quedé aún más delgado, más demacrado. La piel se oscurece, como la de los gitanos. Me acordaba del color de la cara del Santo Entierro de Alcalá. Frecuentemente, me venía a la memoria. Al octavo día se solucionó. Prometieron que tanto el trato como la comida mejorarían. Para ir haciendo estómago, nos dieron agua con arroz y nos incomunicaron en las celdas. Prácticamente, al poco tiempo, todo seguía igual. Los funcionarios se llevaban parte de las raciones que nos correspondían. Incluso incomunicados, nos empezamos a comunicar. En un principio, a través de los váteres, situados en cada una de las celdas. Limpios y sin agua, permitían la comunicación entre una celda y la siguiente. Pero necesitábamos utilizarlos para nuestras necesidades. Así que tuvimos que inventarnos otro método. Con un alambre gordo empezamos calando de un tabique a otro. Con mucha paciencia hicimos un pequeño agujero que nos permitía meter y pasarnos papeles enrollados como cigarros en los que escribíamos nuestros mensajes. Los petates puestos sobre la pared, cubrían los huecos. De celda a celda, la comunicación era completa. También tapábamos los agujeros con migas de pan y el caliche de la pared. Había también otros procedimientos que incluso se han visto en algunas películas. 



      Salí en libertad una mañana. Tenía muy poco dinero. Me fui a la estación. Tenía la dirección de nuevos compañeros de Madrid. Estaba deseando que llegara el tren para marcharme. Estando cerca ya de Madrid, se me presentó una señora de unos cincuenta años, que entabló conversación conmigo, preguntándome de dónde venía y demás. Desconfiado, mis respuestas fueron secas y esquivas. Después llegó un joven, que también entabló conversación. Era grueso y fuerte. Desde el principio, sospeché de él. Tanto la mujer como el joven extrañamente se mostraban solidarios conmigo e intentaban que les diera datos. Incluso la mujer, me ofreció su casa para que me quedara aquella noche. Finalmente, le dije que lo que quería era llegar a mi casa y coger el tren de Andalucía lo más pronto que pudiera. Me vine directo para donde estaba mi mujer. Llegué a Cádiz y cogí el correo para Alcalá. A la gente no la conocía. Habían pasado ya doce años desde que marché. Creo que algunos de los que iban en el correo me reconocieron, pero evitaron el contacto. Yo venía de la cárcel y era un rojo. Me estaban esperando mi madre y Manuela. Fue muy emotivo: besos, abrazos. Algunos familiares vinieron a saludarme a la casa. Otros, conocidos de antes, incluso de derechas, no me negaron el saludo. Alberto o el propio Chiquito, el zapatero, que era falangista y muy buena persona, su hermano también vino a verme. Sin embargo, la gente de izquierdas, amigos míos, me rehuían. Seguramente sería por el miedo. Yo con el único que me paseaba era con tu padre. 

      Mi dificultad para comer masticando me complicaba el poder aceptar algunos trabajos. Tenía que trabajar. Tenía que hacer algo. Me había quedado sin nada. Yo mantenía el contacto con la casa cuando estuve vendiendo cuadros en Alcaudete. Les escribí y les conté lo que me había pasado, que yo era un preso político, que no era un preso común. Tenía una ampliación de una foto de cuando yo era soldado. Estuve mirando y viendo las opciones de dedicarme nuevamente a la venta de los cuadros. La Moma, que iba vendiendo ropa por los campos de alrededor, tenía muy buenos conocimientos y era muy conocida. En los primeros días la acompañaba, me sentía protegido y me ayudaba a que la gente me recibiera sin temores. Llevaba cafés y cuatro cosillas de esas que la gente necesita. Iba, además, con mis cuadros. Ofrecía las ampliaciones y así pude ir defendiéndome e iniciando lo que luego sería «La Joya». 

Ésta es mi historia. 


sábado, 8 de enero de 2022

Una loa al alcalde Manuel María Espinosa



Ismael Almagro Montes de Oca



      En junio de 1876, tenía lugar un hito en la Historia de Alcalá, al concederle el rey el título de ciudad, que muchos entendieron como el colofón perfecto para una serie de proyectos llevados a cabo por el alcalde, Manuel María Espinosa, con los que se pretendía revitalizar a nuestra localidad.

     En nuestras calles se veían con entusiasmo todas las mejoras proyectadas y fruto de este entusiasmo, es el siguiente artículo que apareció publicado en el periódico madrileño “El Popular. Diario Independiente”[1] en el mes de julio en el que se ensalzaba la labor realizada por el regidor alcalaíno:

“Publicamos sin comentarios de ninguna clase por creer no las necesitan administraciones tan solicitas y fecundas en hechos importantes y beneficiosos como los que la nueva ciudad de Alcalá de los Gazules ha tenido la dicha de ver realizados. Merced á la iniciativa y celo de su ayuntamiento, constituido en dicha ciudad bajo la presidencia de D. Manuel María Espinosa á raíz del último cambio político ocurrido en nuestra patria, en tan breve período administrativo se han reedificado la casa Matanzas y lavadero público que estaban completamente destruidos.

      El hospital de Misericordia se ha reparado y abastecido de cuanto más necesario leer, no sin dejar consignado que el dignísimo obispo de Cádiz ha contribuido con sus limosnas á tan piadoso y caritativo objeto.

     Las fuentes públicas han sido reparadas, como sus depósitos y cañerías, aumentando sus aguas, aunque sin grandes resultados, por ser notoria su escasez.

     Se consiguió primero una cartería y después una estafeta, que hace tiempo reclamaban los intereses de aquel vecindario.

     Se formó el proyecto de una línea telegráfica, que enlazando con la de Medina Sidonia ponga á aquella ciudad en comunicación con todos los centros y poblaciones que gozan de aquel beneficio. El referido proyecto se encuentra aprobado por la Dirección general del ramo y todo su material se halla en Cádiz, procedente de París, para su inmediata instalación.

     Mediante al aumento de su vecindario y al desarrollo industrial, se le ha conferido por S. M. el rey el título de ciudad por decreto de 24 de Junio próximo pasado.

     Ha sido anunciada la subasta de su carretera, aprobada desde el año 68, resolución que era sumamente deseada, por considerarse con justa razón que ha de ser la que ha de aumentar la riqueza y vida comercial de aquel aislado vecindario.

      Están terminados por el arquitecto don Juan de la Vega los proyectos del enmadronamiento de sus principales calles, una alameda en una de sus plazas más céntricas, el arrecifado de su entrada por el mercado de su importante y renombrada feria y el de los dos edificios para escuelas públicas, que se pagan con sus fondos municipales.

     El vecindario de Alcalá de los Gazules está de completa enhorabuena con la realización de mejoras tan importantes y recordará siempre con agradecimiento la constancia, actividad y patriotismo de su primera autoridad, don Manuel María Espinosa, y el celo y alta influencia de don Eduardo Garrido Estrada, digno representante en el Congreso de diputados por aquel distrito.

       Nos felicitamos por la terminación de mejoras tan necesarias para Alcalá y felicitamos á la vez á tan culta población, á los individuos de la corporación municipal y á su digno representante, á quien se ha debido la iniciativa de todo.

      Sirva de ejemplo esta patriótica conducta á las demás corporaciones municipales. Si todas ó la generalidad desplegaran el celo y la actividad que la de Alcalá de los Gazules, la faz de España cambiaría por completo y en plazo no lejano; los pueblos profesarían gran respeto y cariño á sus autoridades y el orden marcharía de consuno con la prosperidad y bienandanza.”



    En años posteriores su figura fue minusvalorada, tachándolo de impopular, y eso a pesar de que incluso se rotuló una parte de la actual calle Las Monjas con su nombre. 

     Algunos de estos proyectos se verían torpedeados desde el propio Ayuntamiento, dilatando su ejecución en el tiempo, y curiosamente,  serían llevados a cabo por alguno de aquellos que paralizaron dichos proyectos y que acabaron llevándose la gloria, como la de rotular una plaza con su nombre.




NOTAS

[1] Edición del miércoles 26 de julio de 1876 07 26. Año VIII nº 2143 pág. 1

sábado, 1 de enero de 2022

Domingo Veneroni, Músico Mayor



Ismael Almagro Montes de Oca


       Seguramente muy pocos conozcan quién fue este personaje, que incluso tiene una calle con su nombre en el Puerto de Santa María y qué relación tenía con Alcalá.

      El investigador Jaime Pérez Brotóns, dentro de un trabajo sobre los directores de las bandas de música civiles de dicha localidad [1] hizo un repaso por la vida de Domingo Veneroni e Moro, natural de Venecia, nacido en fecha indeterminada entre 1837 y 1842. Hasta 1870, su vida nos es desconocida, fecha en que toma el relevo de su padre al frente de la Banda Municipal de Arcos de la Frontera. Entre 1870 y 1880 compone Nuestro Padre Jesús, marcha procesional dedicada al Nazareno de dicha localidad, que pasa por ser la marcha más antigua dedicada a una imagen en nuestra provincia.

     En 1880 se traslada a El Puerto para ejercer de director de la Sociedad Filarmónica, si bien Pérez Brotons plantea la posibilidad de que antes de pasar a dicha localidad residiera en Alcalá, pues aquí nace su hija Eloísa en 1877 o 1878, según los datos contenidos en un padrón municipal de habitantes de la localidad portuense en 1906.

     Domingo Veneroni permanecerá como director de la Banda Municipal de El Puerto, prácticamente de manera casi ininterrumpida hasta que se jubila en 1916, siendo autor de multitud de pasodobles, algunas marchas procesionales e incluso la música de un coro de carnaval en 1897. Murió el 4 de marzo de 1921.

     Sin embargo, era desconocido hasta ahora que Domingo Veneroni, entre su etapa de Arcos y la de El Puerto, estuvo ejerciendo su profesión en Alcalá de los Gazules.

      Como director de la banda de música alcalaína, dirige un escrito al ayuntamiento en agosto de 1877 para dotar de uniformes a los músicos:

“A otra instancia suscrita por los individuos asistentes a la Academia Filarmónica a cargo del Profesor Titular D. Domingo Veneroni su fecha tres del actual en solicitud de que se libre de los fondos del Caudal de estos Propios cantidad suficiente para hacerse un uniforme modesto y sencillo para poderse presentar en los actos públicos en que tengan que concurrir por carecer ellos de medio con que hacerlo; el Ayuntamiento acordó; pase a informe de la Comisión respectiva.” [2]

      No sería hasta diciembre cuando se acepte la petición de Veneroni:

“Vista nuevamente la instancia producida a esta Corporación por los individuos que componen la banda de música de esta Ciudad y lo informado a su continuación por la Comisión de Hacienda Municipal el ayuntamiento conforme en un todo con su dictamen acordó: Que desde luego se proceda a uniformar los individuos que compongan espresada banda de música para lo que y que tenga efecto dan Comision en forma a los mismos que constituyen la de Hacienda Municipal de este cuerpo capitular los que se encargaran en la compra de los objetos que para ello sean necesarios conforme al modelo presentado consignándose para estos gastos la cantidad de mil pesetas que serán asignadas en el primer presupuesto que se forme en atención a no haber capitulo en el de este ejercicio para estos gastos” [3]

       Poco después del escrito de Veneroni, el 2 de octubre, nace su hijo Juan de Dios en la calle Nueva (actual Calle Sánchez Díaz), siendo bautizado el 8 de dicho mes. [4]

       Nos consta la existencia de una banda de música municipal en Alcalá a principios de 1875, pues el ayuntamiento ordena que amenice los festejos por la restauración de la monarquía borbónica[5] y examinadas las actas del cabildo desde el 1 de enero de dicho año no hemos encontrado ninguna referencia al cargo de director de dicha banda, por lo que Domingo Veneroni tuvo que llegar antes de dicha fecha a nuestro municipio.

      Pero es que, además, podemos asegurar que ya se encontraba en Alcalá casi un año antes, pues hemos localizado la partida de bautismo de su hija Eloísa, que nació, no en la fecha recogida en el padrón de El Puerto de Santa María, sino el 22 de marzo de 1874:

“En la villa de Alcalá de los Gazules, Provincia y Obispado de Cadiz, el dia veinte y cinco de Marzo de mil ochocientos setenta y cuatro; Yo D Francisco de Paula Castro Cura Economo y Arcipreste de las Yglesias de ella, bauticé solemnemente a una niña que nació en la calle de San Pedro a las dos de la noche del dicha veinte y dos del presente mes. Es hija legitima de D Domingo Veneroni, de Venecia, Reino de Italia, Profesor de Música, y de D. Eloisa Arcos, natural y casados en el Coronil, Provincia de Sevilla; siendo sus Abuelos Paternos D. Luis, de la misma profesión, natural de Guastala en el citado Reino, y de D. Ernesta Moro, de la referida Venecia, donde casaron, y los Maternos D. Francisco de egercicio Labrador y D. Josefa de Campo, naturales y casados en antedicho Coronil; Se le puso por nombre Eloisa Ysabel Ernesta Josefa Maria de los Santos, Bienvenida del Sagrado Corazón de Jesús; Fueron sus Padrinos d. José Franco de los ríos y D. Ysabel Franco Arriola, a quienes advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones; siendo testigos D. Ysidro Puelles, D. Camilo Moreno y D. Juan del Rio de este vecindario. Y para que conste firmo la presente fecha ut supra=” [6]



       De momento, no hemos podido fijar la fecha de su llegada a Alcalá, que, como hemos visto, se produce con anterioridad a marzo de 1874, pero sí hemos localizado la fecha de su traslado a El Puerto, pues el domingo 23 de noviembre de 1879, los miembros del ayuntamiento aceptan su renuncia:

“Se admitió la dimisión que hace D. Domingo Veneroni Moro del cargo de Músico mayor de la Banda del Ayuntamiento de esta Ciudad, quedando satisfecha esta Corporación del celo con que lo ha desempeñado” [7]

      Por tanto, el reconocido músico y director estuvo al frente de la banda municipal de Alcalá casi 6 años, aunque desgraciadamente, el tiempo ha borrado cualquier huella sobre su trabajo al frente de la misma.


NOTAS

[1] Véase: “Los directores de la Banda de música de El Puerto de Santa María”; recogido en http://www.patrimoniomusical.com/articulo-186

[2] Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 41 Libro 2. Sesión del 9 de agosto de 1877. Sin foliar

[3] Ib. Sesión del 13 de diciembre de 1877. Folio 96 vto. Y 97. Aparece recogido el segundo apellido de la abuela materna como Redondo

[4] Archivo Parroquial de Alcalá de los Gazules. Libro Bautismos 12 folio 407

[5] Véase: https://historiadealcaladelosgazules.blogspot.com/2015/12/la-adhesion-de-alcala-la-monarquia-de.html

[6] ARCHIVO PARROQUIAL ALCALA DE LOS GAZULES. Libro Bautismos 11 folio 436. En nota marginal se recoge que Eloísa Veneroni Arcos casó en la Parroquia de El Puerto con José Bueta Zampaña el 22 de junio de 1908.

[7] AMAG. Actas sesiones del Ayto. pleno. 1878-1881 Legajo 42 Libro 1. Folio 50.