Mostrando entradas con la etiqueta Convento de Santo Domingo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Convento de Santo Domingo. Mostrar todas las entradas

sábado, 12 de marzo de 2022

Sobre la fundación del Convento de Santo Domingo de Alcalá de los Gazules





Ismael Almagro Montes de Oca



       Aún hoy día no se ha fijado con exactitud la fecha de fundación del Convento de Santo Domingo. Marcos Ramos Romero menciona un convenio entre el V adelantado Mayor de Andalucía, D. Francisco Enríquez de Ribera y la Comunidad dominica para la fundación de un convento, fechado en Sevilla el 22 de septiembre de 1511.[1] Sin embargo, puso en duda esa fecha porque el Señor de Alcalá había fallecido dos años antes, fijando su fundación en vida del mismo, ya que la comunidad de los jerónimos de Bornos se había obligado a terminar el convento de Alcalá en 1510. Gabriel Almagro, se inclina por la fecha del convenio con los dominicos.[2] 

       Nosotros, por nuestra parte, vamos a dar a conocer un documento que localizamos en el Archivo Histórico Nacional y que ayudará a aclarar cómo se desarrolló el proceso de fundación del convento.

Francisco Enríquez de Ribera



      El V Adelantado Mayor de Andalucía y Señor de Alcalá de los Gazules, Francisco Enríquez de Ribera, falleció en nuestra localidad el 8 de febrero de 1509. Aquí había hecho su testamento en “la mi casa de Miraflores, que es en término de la dicha mi villa de Alcalá” el jueves 6 de octubre de 1507 y el día antes de su muerte, otorgó un codicilo con sus últimas voluntades:

“el cual dicho codicilo otorgué en mi villa de Alcalá de los Gazules en mi palacio, que es en la collación de San Jorge, jueves ocho días del mes de febrero, a la hora de vísperas, poco más o menos, de este año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo de mil e quinientos e nueve años, el cual otorgué ante Andrés Miguel, escribano público de la dicha mi villa de Alcalá, al cual mando e le encargo no lo lea ni publique hasta que Dios Nuestro Señor disponga de mí lo que sea de su servicio, e después que el dicho Andrés Miguel, escribano público, lo diere signado valga e sea firme para siempre jamás, e ruego que sean de ello testigos los dichos Hernando de Morales, mí contador, e Alonso Cabellos, mi camarero, e Alonso Pérez, regidor, vecinos de esta villa de Alcalá”

      En su testamento, había dejado tres cuentos de maravedíes para levantar un convento dominico en Alcalá y en caso de que éstos no aceptaran, ordenó que se gastara anualmente su renta en casar huérfanas y liberar cautivos. Dejó por patronos de este encargo al prior del convento de Santa María del Rosario de Bornos y al de Santa María de las Cuevas de Sevilla.

       Efectivamente, el dinero quedó depositado en el monasterio de San Jerónimo de la capital hispalense hasta que, seguramente en los primeros días de mayo de 1511, los dominicos presentaron a D. D. Juan de Fonseca, Obispo de Palencia, Conde de Pina y Comisario general de la Santa Cruzada, un documento en que confirmaban la decisión de edificar un convento en Alcalá:

“por quanto agora por parte del Reverendo padre provinçial somos çertificado que se hara la dicha csa e monesterio el qual dicho enbargo alçad para que conforme a la clausula del testamento del dicho adelantado se haga e edifique la dicha casa”

     El Obispo, el 12 de mayo, manda una comisión al doctor Sancho de Matienzo, canónigo de la Catedral de Sevilla y Comisario de la Santa Cruzada, para que reclame a los priores de ambos conventos “…los tres quentos de maravedis que don francisco enriquez de Ribera adelantado del andaluzia ya defunto mando en su testamento para edificar un monesterio de la horden de santo domyngo en la vylla de alcala de los gazules e dezia que se dyese sy la dicha orden de santo domyngo açeptase la dicha manda”

Subrayado: "edificar un monestº de la horden de sto domingo en la vylla d alcala de los gazules"


       Del mismo modo, encargó a su delegado que advirtiese a los priores que entregasen el dinero a quien el Principal de la orden dominica nombrase:

“lo mandad de nuestra parte el prior de sant geronymo desta çibdad de sevilla y al prior de santa maria de consolaçion de la dicha vylla de bornos en cuyo poder diz que mandastes enbargar y enbargastes los dichos tres quentos por virtud de una nuestra provysyon que para ello dimos y mandadles que acudan con todos los dichos tres cuentos de maravedis a quyen el padre prinçipal de la dicha orden de santo domyngo nonbrare y mandare e sy neçesario es nos por la presente alçamos e quitamos el dicho deposyto y enbargo para que se faga lo que el dicho adelantado mando fecho en sevilla a doze dias del mes de mayo de myll e quinientos e onze años /J. eps palenty et omes por mandado de su señoria juan de bosmediano”

      El comisario debió presentar la orden del Obispo a los priores el 16 de mayo:

“Por lo qual alçamos e quitamos qual quyer deposyto o enbargo que fezimos de los dichos tres quentos para que conforme a la clausula del testamento del señor adelantado se haga y edifique la dicha casa e vos mandamos en vistud de santa obediençia so pena descomunyon mayor que acudades con los dichos tres quentos de maravedis a quyen el Reverendo padre provinçial de la dcha orden de santo domingo nonbrare e mandare e sy neçesario es por la presente alçamos e quytamos el dicho deposyto y enbargo para que se faga lo que el dicho señor adelantado mando dada en sevilla a diez e seis dias del mes de mayo año del nasçimiento de nuestro salvador hiesu christo de myll e quynientos e onze años”[3] 

       Por tanto, el 22 de septiembre de 1511 debe ser la fecha en que el dinero pasa definitivamente a manos de los dominicos y, desde nuestro punto de vista, el punto de partida del Convento de Santo Domingo de Alcalá de los Gazules.




NOTAS

[1]  RAMOS ROMERO, Marcos: Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz. Alcalá de los Gazules. 1983. Pág. 346


[3]  Nuestro agradecimiento a Manuel Romero Bejarano por la transcripción del documento.

sábado, 3 de octubre de 2020

¿Existió otro convento de Santo Domingo en Alcalá?




Ismael Almagro Montes de Oca 

     De los dos conventos de frailes que hubo en Alcalá, es sabido que los mínimos fundaron su primitivo convento sobre la ermita de la Consolación en 1586 y que casi un siglo más tarde se trasladaron al nuevo, que habían empezado a levantar prácticamente desde su llegada a nuestra localidad en la actual Alameda. 

      Sobre el otro convento, el de Santo Domingo, nada se sabía sobre una posible fundación en otro lugar distinto al que conocemos. Hasta hoy, porque, ¡cuál ha sido nuestra sorpresa!, examinando documentación original del propio convento relativa a las propiedades, tributos y censos que poseían los frailes dominicos del convento alcalaíno[1], hemos localizado, no uno, sino cinco documentos relativos a unas casas, situadas en una zona conocida como “Santo Domingo el viejo” indudablemente para diferenciarla de donde estaría el “nuevo convento”, por lo que podemos deducir que existió una ubicación anterior, abandonada por causas que desconocemos, distinta a la que hoy conocemos, donde empezó a construirse el convento: 

“Casas 

Tiene este conveno unas casas en esta villa en la calle real do dicen .sto. domingo el viejo” 

subrayado: "sto domingo el viejo"

      Estos mismos documentos nos aclaran que el “primitivo convento” debía estar en las inmediaciones del nuevo, porque las casas arrendadas estaban en la calle Real y lindaban entre sí con otras propiedades del convento: 

“Tiene este conveno unas casas en esta villa do dizen .sto. domingo el viejo que por ambas partes lindan con casas del dicho conveno” 

“Tiene este conveno unas casas en esta villa donde dizen .sto. domingo el viejo linde de casas del dicho conveno por ambas partes” 

“Tiene este conveno unas casas en esta villa donde dizen .sto. domingo el viejo linde de casas del mismo conveno” 

“Tiene este conveno unas casas en esta villa do dizen .sto. domingo el viejo q lindan por anbas partes con casas del dicho conveno” 



     Como dato curioso, algunas de estas casas eran arrendadas a la misma familia por más de una vida, como en el caso de Pedro Cordero, a quien se le arrendó por dos vidas, y una vez muerto éste, pasó a su hija. Una vez muerta la hija, la casa volvería a posesión del convento: 

“Tiene estas casas por dos vidas pº cordero por precio de once ducados en cada un año pagados por los tercios del año paso la escriptura ante fabian de coca escrivano puco en once de agosto de mil y quinientos y ochenta y quatro año - - - 

Es muerto el pº cordero y resta una vida q va corriendo ques de una hija suia esta esta escritura en el deposito con esta señal A” 



      Otro dato a destacar es que, en los arrendamientos, además del dinero acordado, se pagaban un número de gallinas por navidad: 

“Tiene estas casas arrenda por tres vidas Antonio fernandez curador por precio de diez ducados y dos gallinas en cada un año. pagados por los tercios del año y las gallinas por navidad. Paso la escriptura ante” 

“Tiene las por alquiler juº ximenez cilleros por precio de diez ducados y tres gallinas en cada un año, los dineros pagados por os tercios del año y las gallinas por navidad corre el alquiler desde san juº de 1.5.8.7. as” 

“Tiene las por alquiler xpoval sanches morillo por precio de diez ducados y dos gallinas pagados los dineros por los tercios del año y las gallinas por navidad” 

“Tiene las por alquiler ximon rromeo por precio de diez ducados y meº y dos gallinas en cada un año los dineros pagados por sus tercios y las gallinas por navidad començo el arrendamiento por san juº del año de 1587” 



NOTAS

[1] Archivo Histórico Nacional. CLERO-SECULAR_REGULAR,L.2191

sábado, 4 de julio de 2020

Santo domingo (y II)



EL EDIFICIO HOY

       El templo actual consta de una sola nave central y ocho capillas laterales, de las cuales tres, y parte de una cuarta, están ocupadas por viviendas particulares (Ver plano). Esto es parte de lo que el templo debió ser en un principio, pues nos consta que en un momento indeterminado, entre 1750 y 1860, y por causas todavía desconocidas, se produjo el derrumbe de las bóvedas del crucero y de la cabecera del templo, reduciendo este a su estado actual, con una sola nave,- de unas dimensiones de 20,60 metros por 8 metros de ancho-, el edificio se cubre por cubierta, que incluye las capillas laterales, de teja sobre vigas de madera y tabla a dos aguas. Bajo ésta, dejándola oculta, una falsa bóveda de cañón con insinuación de arcos fajones y lunetos, de construcción muy posterior a su origen. A los pies de la nave central existió un coro sobre artesonado de cedro, apoyado sobre dos columnas de orden toscano, -que siguen en la Iglesia como única muestra visible de la existencia del coro-. 

      En su cabecera, el edificio se cierra con un muro construido, con posterioridad al derrumbe de las bóvedas del crucero y de la primitiva cabecera, con restos de los materiales del derrumbe, -piedras trabajadas: tambores de columnas, molduras de impostas y restos de las nervaduras de las bóvedas-, y en el que todavía es posible observar baquetones y molduras góticas del arranque del arco toral que ocupaba este lugar y que hoy están cegados por dicho muro. 

      A ambos lados de la nave central existen en la actualidad una serie de capillas, las cuales están intercomunicadas entre sí por pequeños pasillos, calados en los muros que las separan, y a las que se acceden desde la nave central mediante arcos apuntados, en las capillas números 1,2, 5 y 6, y por arcos de medio punto, en las capillas números 3,4, 7 y 8. 

La intervención arqueológica

      Al objeto de conocer la planta original del convento, así como de recabar la mayor información posible referente a su fábrica y a su evolución histórica, durante los meses de Noviembre y Diciembre de 1993 y Enero de 1994, se realizó en el edificio una excavación arqueológica con 3 puntos de intervención: 

1.- Zona interior del convento o zona del crucero y cabecera o presbiterio. En donde se realizan hasta siete cortes diferentes que nos permitirán la localización de los elementos estructurales que conformarían la planta del edificio: columnas, muro de cierre, altar mayor, etc. 

2.- Cortes en el exterior del edificio, son dos y ambos se localizan junto al muro derecho del edificio, al objeto de verificar la consistencia del terreno sobre el que fue construido el convento. 

3.- Cortes en la zona en que presumiblemente se ubicaba el claustro del convento. 



     Veamos que depuró cada una de las zonas: 

      La zona 1 o interior del convento, aunque hoy esté fuera de la iglesia, y sea un huerto, lo primero que deparó fue que tras levantar la capa vegetal que la cubría (de aproximadamente 0,35 metros de espesor, aunque varía según las zonas) nos encontramos con los escombros procedentes del derrumbe y profundizando hasta 1,25 metros, encontramos el suelo de la Iglesia, conservando éste la capa de mortero sobre la que iría el pavimento de ladrillos, los cuales han desaparecido en su inmensa mayoría, existiendo sólo un par de ellos que coinciden plenamente en medidas y características con los del interior de la Iglesia. En el primer corte, (A), realizado encontramos, en perfecto estado de conservación, la basa de la columna exenta del Arco toral de la Cabecera. Esta, es de forma poligonal (siete caras), de 0,50 mts. de altura, sobre ella existen dos molduras horizontales, encima de las cuales arrancan cuatro nervios o baquetones verticales que a su vez tienen distintas molduras. Sobre todo esto descansa la media columna adosada a la pilastra. Se observa que la basa estuvo encalada en los momentos de uso previos al hundimiento de las bóvedas. 

      El segundo corte, (B), en esta zona tenía como objeto localizar la basa de la otra columna sobre la que apoyaría el referido arco toral, pero sólo se conserva la planta de la referida basa (que denuncian que ésta tenía la misma forma que su simétrica encontrada en el primer corte), y adosada a ésta, un murete de ladrillos que se dirige perpendicularmente hacia el muro de cierre exterior del edificio. En este corte segundo, que es de grandes proporciones -5x2 metros- encontramos pavimento intacto, consistiendo éste en un suelo de ladrillos dispuestos a sardinel. Pero es que, además, en este corte pudo comprobarse la existencia de un escalón o rellano que de alguna manera preludia el salto de nivel entre el crucero de la Iglesia y el presbiterio, lo que dio lugar a efectuar un tercer corte, que tenía como objeto aclarar la estructura de la zona del presbiterio, sobre la que se carecía de cualquier tipo de información. 

      El tercer corte, (C), inicialmente de 3x1 metros, terminó por ocupar toda la zona de la cabecera, en un gran cuadro, en el que tras ir retirando la capa de tierra, de unos 0,40 metros, comenzaron a aflorar los restos del pavimento, de ladrillos dispuestos en sardinel, así como pudo observarse la existencia de una pequeña elevación de pavimento, probablemente de forma poligonal, sobre la que habría estado colocado el altar, del cual no se conserva prácticamente nada. Únicamente se puede ver la impronta o huella de donde hubo de estar. En torno a la huella del altar, desaparece el pavimento de ladrillos, siendo sustituido éste, por otro de azulejos vidriados de cuenco y aristas, si bien sólo se conservan dos de estos azulejos in situ, el resto ha debido de ser saqueado, quedando marcadas así mismos las improntas de éstos sobre la base de argamasa. 

      El cuarto corte, (D), viene planteado por el anterior, por cuanto que al encontrarse el presbiterio a una cota, lógicamente superior al resto del pavimento del crucero, en algún punto debía producirse el salto entre ambos. Encontrar esta posible escalera era el objetivo de este cuarto corte, situado aproximadamente en el centro del edificio y en sentido longitudinal. En este corte y tras quitar 0,40 metros de tierra oscura vegetal empezamos a encontrar los habituales materiales de derrumbe del crucero y de la cabecera, pero nuestra sorpresa vendría en una de las esquinas de la zanja donde apareció, con una de sus esquinas casi en la superficie, un gran bloque de mármol negro con vetas blancas (¿Pétrea Serena?) con una de sus caras trabajada con motivos geométricos en relieve. Los huecos triangulares de las esquinas tenían incrustadas piezas de mármol rojo, también con veteado blanco, (¿Rosso antico?). El motivo central, en forma de rombo, debió de tener igualmente la pieza de mármol rojo, pero en este caso la había perdido. Se trata de la basa de una de las dos columnas que debieron de flanquear el presbiterio, o bien el retablo mayor del altar. Su origen y factura bien podrían pertenecer al barroco italiano. Aún más, cuando nos encontrábamos retirando todas las piezas trabajadas (para su numeración y catalogación) apareció interna en el perfil izquierdo de la zanja y apoyando sobre el suelo del crucero, una nueva basa de mármol negro, la compañera de la anterior.

Basa, en mármol, 
de las columnas que flanqueaban el Presbiterio

      Dentro de las piezas observadas en este corte cuarto existen bastantes piedras trabajadas, de la nervadura de la crucería, pero entre ellas destaca una piedra clave, en careado, para engarzar tres nervios. 

      En el extremo opuesto de la zanja, apareció por fin el objeto de nuestra búsqueda en este corte omito, en una profundidad de 0,50 metros, en su punto superior y de 1,50 metros en su cota más baja, apareció la rampa de la escalera que debía comunicar el nivel del presbiterio con el del crucero, a la cual le faltaban todos los escalones. 

      Después de excavar este corte número cuatro se puede afirmar que los materiales de derrumbe no están in situ, tal y como debieron quedar tras el desplome, sino que parecen haber sido colocados en esta zona de la iglesia, posiblemente durante las faenas de desescombre y recrecimiento del actual muro de cabecera del edificio. Ello lo avala el hecho de que la basa de mármol negro aparezca sobre el resto de las piezas de la crucería, en un orden de caída improbable tras el derrumbe. 

      El quinto corte, (E), se ubicaba en la esquina que forma el muro de cabecera actual y el muro izquierdo del edificio y tenía como objeto encontrar la columna izquierda del primer arco toral, sin embargo todo fue inútil, rebajamos hasta la capa madre de tierra vegetal sin encontrar nada, lo que nos hace pensar que la basa de la columna debió ser retirada a la hora de construcción del muro de cabecera. 

      El sexto corte, (F), tenía como objeto encontrar la basa de la columna derecha del primer arco toral, por lo que se encuentra en la esquina opuesta al corte anterior, una basa que apareció en bastante buen estado de conservación y se trata de media columna adosada a una pilastra. El vano entre esta columna y el muro de cierre, que comunicaría con la capilla número 1, da la impresión que pudiera haber estado cegado durante la época de uso del convento, pues se observa cierta uniformidad en la fábrica, sobre todo en su zona inferior. En el extremo opuesto de la zanja apareció parte del muro de cierre de la Iglesia por su parte derecha, el cual se encuentra bastante deteriorado, levantándose sólo unos 0,30 metros por encima del pavimento, y con una anchura de 1,20 metros. 

      El último corte en el interior del edificio, (H), tenía como objeto comprobar la existencia de una posible puerta de acceso en el muro de cierre, tal y como sugieren los arquitectos D. Tomás Carranza y D. José M. Morales, autores del proyecto de restauración del edificio. Este corte de 4 metros de largo por 1 de ancho, aunque luego se amplió en anchura, permitió observar la posibilidad de la existencia de la puerta de acceso, pues, aunque el tramo mural se conserva en muy mal estado, se observa como la fábrica del muro cambia en una zona determinada, pasando de ser de piedras irregulares a ser obra de ladrillos, comprobándose, además, diferencias de nivel y rebajes distintos. Aunque el dato más revelador es la existencia de un escalón que pudiera indicar la existencia de la puerta de acceso. 

Piedra clave, en careado, para engarzar los nervios de la cúpula

      La zona II o Exterior del edificio tendrá, como decíamos, dos cortes, ambos en el muro derecho, uno en la fachada y otro al final del muro, junto al actual muro de cabecera. 

      En el primer corte exterior (H), se llegó hasta una pavimentación compuesta de tres capas, una primera de arena y cal, una segunda de fragmentos de teja y barro rojizo apisonado y una tercera de cal con arena y ripio menudo, teniendo en total un grosor de 30 cms., esta pavimentación debe de ser el preparado de nivelación previa sobre el que descansaría el pavimento propiamente dicho. En el estrato, inmediatamente inferior el sigue una gruesa capa de 0,80 metros formada por tierra dura de color castaño muy compactada y con fragmentos de tejas y piedrecillas. El siguiente estrato es una greda o barro duro y compacto de color verdoso sobre el que empiezan a cimentar. 

       Sin embargo, este corte nos depararía sorpresas pues en el estrato natural, el último, aparecieron dos enterramientos, uno en la esquina S-W del cuadro y otro en la esquina N-W del mismo. No se encontró ningún dato ni material que pudiese dar una fecha segura para estos enterramientos. Únicamente, el rito utilizado parece indicar que se tratan de enterramientos de época hispanomusulmana; el uso de fosa simple, la ausencia de ajuar, la posición recostada sobre el lado derecho y sobre todo, el hecho que los cuerpos miren hacia el Estrecho de Gibraltar. Esta última, es una característica propia de las necrópolis musulmanas de España, que colocan a los cadáveres mirando hacia el lugar por donde entraron en la península, en vez de mirar hacia La Meca como sería preceptivo. 

      De ser así, podríamos encontramos ante uno de los cementerios de la ciudad medieval de Alcalá, que, por norma, se encontraban a las afueras de la ciudad, dato este, que aquí parece verificarse, ya que el convento se encuentra fuera del perímetro de las murallas medievales. 

      El segundo corte exterior del edificio (I) se realizó en la fachada principal del convento, entre la columna derecha del arco apainelado de entrada y el estribo derecho allí existente. 

      En este cuadro se observó que bajo la basa de la columna y sirviendo como cimiento de ésta aparece un gran bloque de piedra arenisca, igualmente aparece la cimentación del muro de portada, pero también aparecen restos de los cimientos de una construcción de época romana, con una franja de opus signinum, de 0,30 metros en su ancho mayor y unos 0,10 el menor. Dado el escaso tramo encontrado, no podemos aventurar a qué tipo de edificio pertenecen estos restos y naturalmente mucho menos, podemos saber las dimensiones del mismo. No obstante, entre los muchos fragmentos de cerámica que componen el opus signinum, se encontró un trozo de base de un recipiente de terra sigillata hispánica, de la forma 36 de la clasificación de Mezquiriz, y que tiene una cronología del siglo 1 después de Cristo, cronología pues, que sería válida para dicha construcción romana. 

      La zona III o claustro tendrá otros dos cortes. El claustro del convento debió de estar situado tras el muro de cierre del edificio que aún queda en pie. Esto se desprende de algunos restos de arcos, capiteles y pilastras que todavía pueden verse en el lugar. 

      Con el objeto de determinar la existencia de éste, se procedió a la realización de los dos cortes citados. 

       El primero de los cortes (J), se realizó junto a los restos de una pilastra adosada al muro, en la cual aún se conservan parte de los riñones del arco que debió de existir en el lugar. El cuadro trazado, de 3,00 x 1,50 metros, tenía como fin comprobar si persistían elementos del arco bajo tierra, tales como la basa de la otra jamba y el suelo del claustro. Esta zona se encontraba cubierta toda ella de una gruesa argamasa de hormigón, al haber servido como establo de ganado en época reciente, tras romper la dicha argamasa y empezar a profundizar encontramos que el pavimento, similar al del interior de la Iglesia, había sido saqueado en gran parte y que toda la estratigrafía aparecía revuelta, bajo los niveles de revuelto estratigráfico, encontramos un muro de 1,40 metros de ancho que corría en diagonal a lo largo del cuadro. Este muro, estaba construido con piedras irregulares y ladrillos del mismo módulo que los hemos visto hasta el momento, por lo que, sin duda alguna, cronológicamente pertenece a más tardar, a fines del siglo XV o comienzos del XVI, ya que, por la documentación existente, sabemos que el convento fue construido hacia 1511. Por lo que debe pertenecer a un edificio o construcción anterior a dicha fecha. 

       El segundo corte del claustro y último de la excavación (K), se plantea como continuación del anterior, al objeto de ver si aporta información sobre el claustro, pero nos ocurrirá lo mismo que en el corte precedente, encontraremos revuelto estratigráfico pero nada que nos informe sobre la realidad del claustro. 

      Por último y para concluir este trabajo, referiremos que, durante el tiempo de la excavación, observamos que en el muro derecho del edificio, por su cara exterior, se abría una pequeña oquedad por donde entraban y salían las gallinas del vecino que aprovecha el huerto, por curiosidad y atendiendo las indicaciones de una vecina del lugar, hicimos practicable la oquedad, penetramos en su interior y pudimos constatar la presencia de un arco de medio punto cuyo intradós se encontraba ricamente ornado con relieves de estuco que representaban motivos florales, tales come rosetones y hojas de acanto. Lo más sorprendente era que a su vez, los relieves conservaban, casi en su totalidad, restos de policromía en buen estado. 

      Este arco, que se corresponde con la capilla sexta, debió de ser el de una hornacina de dicha capilla, máxime cuando los adornos de la bóveda y pechinas de esta capilla se corresponden o son similares a los de este arco. De cualquier modo, tampoco puede descartarse la idea de que se trate de una puerta que comunique la iglesia con el Claustro, aunque nos inclinamos más bien por la primera explicación. 

      Con esto, concluimos la explicación de nuestra excavación, no sin antes afirmar que quedan muchas dudas en el aire y que sería interesante una nueva fase en que se puedan verificar muchas hipótesis que tenemos planteadas acerca de lo que debió ser el gran convento de las "Sagradas Llagas y Santo Domingo". 

J.F. SIBON OLANO

viernes, 5 de junio de 2020

Santo Domingo (I)


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 1994


Gabriel ALMAGRO M. DE OCA 
José Francisco SIBON OLANO 

       De siempre hemos conocido "El Compás" o Santo Domingo como una antigua Iglesia cerrada, pero poco sabíamos de su historia, de su devenir. Los mayores recuerdan su pasado reciente, con múltiples cometidos, pero pocos nos hemos parado a pensar que ese edificio majestuoso (y sólo queda una parte) formaba parte de un gran conjunto arquitectónico que abarcaba lo que hoy es la margen derecha de la calle Santo Domingo, parte del Paseo La Playa (toda la zona de la Plaza de Toros), la calle Sánchez Flores, Patio Campanas (que toma su nombre precisamente de eso, de que era el Patio de Campanas del Convento), calle Real (en su imagen izquierda, desde el patio campanas hasta la farmacia de Galán) y la calle Marqués de Tarifa. En definitiva una porción de terreno bastante considerable que está, indefectiblemente unida a la historia del Convento de Santo Domingo del que formó parte antaño. Y sin embargo, sabemos poco del citado convento. 

      Hace ya bastante tiempo que el Ayuntamiento trata de restaurar el citado edificio para destinarlo a Sala Cultural Multiusos y es por ello que se han realizado investigaciones históricas y arqueológicas que nos han arrojado nuevos datos, nuevas visiones del tema, que creemos, hacen oportunas las líneas que siguen. 

LA HISTORIA

       Son varias las publicaciones que afirman que fue erigida el 26 de Julio de 1498 y aunque bien es cierto que existe bula de fundación de esa fecha, obtenida por el Adelantado Mayor de Andalucía, Don Francisco Enríquez de Ribera, no es hasta 1506 cuando los dominicos aceptan fundar en Alcalá y sólo tres años más tarde nombran comisionados para recibir la limosna de 8000 ducados que ofreció D. Francisco Enríquez para la construcción. Sin embargo, poco adelantarían los trabajos de los priores de Jerez y Sevilla, pues en 1511 se revoca su comisión y se encarga la tarea a Fray Alberto Aguayo, siendo esta última fecha y más concretamente el 22 de Septiembre de 1511 cuando se firma el convenio -del que se conserva copia notarial en el Archivo Ducal de Medinaceli en Sevilla. Este documento, que hemos tenido ocasión de transcribir no aporta noticias sobre el edificio, se limita a enumerar los compromisos que adquirían las partes- entre el Adelantado de Andalucía y la comunidad de Santo Domingo para la fundación del «Convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo» en la entonces villa de Alcalá. 

      Datos fiables nos indican que fue Fray Alberto Aguayo el autor del proyecto y director de las obras de construcción del gran convento dominico, tarea que simultaneaba con la traducción, por primera vez al castellano -en 1516-, de la filosofía de Boecio. Podemos afirmar así que desde sus orígenes el monasterio alcalaíno se presentaba como el lugar ideal para el estudio y la cultura, aunque también, como veremos para el castigo y la penitencia. 

      Pocos años después de la construcción, en 1526, fue declarado Priorato, desfilando en el cargo destacados hombres de Dios, entre los que destaca Fray Lorenzo de Estupiñán, agente y hombre de confianza del Rey (1591) y otros que han pasado a la historia local por su defensa de los intereses de la villa, es el caso de Fray Agustín de Gatica, quién tuvo parte activa en los pleitos de Alcalá con Paterna, por la mancomunidad de pastos y con Ronda, polla Sauceda. 

      Decíamos antes que el convento era lugar ideal para el estudio y para la cultura, y decíamos bien, para el estudio, por cuanto que aquí es donde aprende la primeras letras el joven Juan de Ribera, que años más tarde sería beneficiado de la parroquia de San Jorge y Arzobispo de Valencia y que habría de subir a los altares como San Juan de Ribera. 

      Independientemente de que los conventos dominicos eran, por propia constitución, casa de estudios para sus frailes (20 fueron los del convento alcalaíno en su mejor época), y para los clérigos del lugar, hemos de destacar el hecho de que en los primeros años del siglo XVII el convento alcalaíno se convierte en «Studia Generalia» o Casa noviciado para la formación de los futuros frailes. Pero, el hecho interesante no es que en nuestro convento se formasen los novicios de la zona, sino que sirviese de noviciado para los dominicos ingleses e irlandeses, quienes, en aquel momento, se encontraban sometidos a una cruel persecución en sus respectivos países. 

      Sin embargo, faltaríamos a la verdad si identificásemos al Estudio General sólo con noviciado, pues en realidad fue un centro de estudios superiores (en el que se cursaba Gramática, Latín y Moral), abierto a la sociedad en que se hallaba y fueron muchos los seglares alcalaínos y de la comarca que aprovecharon la oportunidad, única en su época, de aprender y acceder a la cultura. 

      Pero, decíamos que también fue lugar de castigo. Nos consta que el primer preso en el convento fue Fray Domingo de Valtanás, condenado por la Inquisición a cárcel irremisible por defender herejías, una prisión que se prolongaría hasta su muerte en 1568, precisamente en nuestro Convento. 

      Años más tarde sería cárcel de nuevo, pero de otra índole y por otros motivos 1811-12 fue cárcel para los dragones franceses, apresados por los alcalaínos durante la guerra de la independencia, muchos de los cuales fueron ajusticiados y enterrados a los pies de las palmeras del huerto. De resultas de ello vendría luego la cruel represalia francesa y se cree que fue en los momentos de la ocupación francesa cuando debió perderse gran parte de la importante biblioteca del convento. 

     En 1819 sería cárcel para el coronel Antonio Quiroga y Hermida, preso por su participación en la conspiración del Palmar del Puerto. Como dato anecdótico hemos de señalar que, aunque se había decretado al preso incomunicación rigurosa, ésta no se cumplió pues Santo Domingo fue para Quiroga lugar de reposo, donde recibió a Vallesa, Alcalá-Galiano y Mendizábal, con los que preparó en el mismo convento, el llamado «Levantamiento de Riego», que llevó a los liberales al poder entre 1820-1823 (1)

      Curiosamente fue una ley de Mendizábal, la desamortizadora de 1836, la que acabó con la vida del convento. Un convento ya muy decaído por aquellas fechas -la mitad de su Iglesia se había derrumbado en el siglo XVII, se habían perdido el crucero, el ábside y gran parte del claustro- y muy limitada en cuanto a personal (cinco sacerdotes y dos legos), pero inmensamente rico, con glandes propiedades rústicas en Jerez, -las excelentes viñas del pago de Macharnudo- y Alcalá, que habían posibilitado que el convento alcalaíno socorriese a otros más importantes como Sanlúcar o Jerez. 

      Una vez desamortizado y exento de sus propiedades, los dominicos abandonan el convento. Según F. Toscano (2), el expediente de venta especifica que el convento con sus cercas tenía 896 varas y con otros anejos, 18.948 pies cuadrados en total. Prácticamente todo es vendido a particulares, a excepción de lo que queda de la Iglesia, y con todo algunas partes de la Iglesia (las capillas superiores) también. Lo que queda de templo pasa a manos de la iglesia diocesana, que ocasionalmente la abre al culto hasta aproximadamente 1925 en que dejaron de celebrarse actos litúrgicos y el templo empieza a utilizarse para la catequesis parroquial. Jaime Guerra (3) aporta el dato de que en 1933 hubo conversaciones entre el Ayuntamiento alcalaíno y el Obispado de Cádiz para montar en el edificio un Grupo Escolar, pero no se llegó a ningún resultado positivo. 

      Sea como fuere, en los años de la postguerra civil se inicia el desmantelamiento del templo y sus altares e imágenes se dispersan, algunas van a la parroquia, otras salen para iglesias o conventos dominicos de fuera, pero ¿Dónde ha ido a parar la Virgen del Rosario que Martínez Montañés realizó para el Convento?... 

      A partir de entonces el edificio fue utilizado como silo por el Servicio Nacional del Trigo, como palenque y como almacén, hasta que en 1978 el Obispado la vende a un particular y se desmantela el extraordinario artesonado del coro -hoy en una sala de fiestas en Puerto Banús (Marbella)- y se inician los proyectos más descabellados: tienda de muebles, almacén frigorífico,... proyectos que afortunadamente no cuajan y que posibilitan que en 1990 lo adquiera el Ayuntamiento e inicie los trámites para restaurarlo - el primero de ellos conseguir que se declarara BIC, Bien de Interés Cultural, afortunadamente conseguido en 1992, y ahora la redacción del proyecto de restauración- si las cubiertas aguantan y no llegamos demasiado tarde, para adaptarlo a un fin que tuvo siempre: Centro de Cultura. 

Gabriel Almagro M. de Oca 



NOTAS 

(1) Cfr. ALMAGRO, Gabriel; "Alcalá-1819..." en Apuntes Históricos, ed. 1993. 

(2) Datos facilitados por F. Toscano de Puelles y depositados en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz. 

(3) Cfr. GUERRA MARTÍNEZ, Jaime: en su artículo "Ia enseñanza pública..." en esta misma revista.

viernes, 11 de agosto de 2017

Contrato de un retablo para el convento de Santo Domingo en 1618


Ismael Almagro Montes de Oca

      Siempre ha existido la creencia de que la talla de San Sebastián existente en el altar mayor de la Parroquia de San Jorge procede de su extinta ermita en torno a la calle los Pozos, siendo colocada en su ubicación actual a principios del siglo XX por el pintor restaurador Diego Muñoz Valverde. Autores como Marcos Ramos Romero[1] o Fernando Toscano de Puelles[2] así lo han manifestado con un razonamiento bastante lógico, pues hasta la fecha no se tenía constancia de la existencia de otra talla de dicho santo en nuestra localidad. 


      Sin embargo, abrimos hoy una nueva hipótesis sobre el origen de esta Imagen, pues bien puede proceder de la Iglesia del Convento de Santo Domingo, al igual que otras imágenes que se conservan en la Parroquia, como las imágenes de la Columna o el Crucificado de la Expiración y que pasaron a mediados del siglo XIX a la misma.

      En el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, dentro de los protocolos notariales de Alonso Romero de Coronado, se conserva un contrato fechado el 10 de abril de 1618 por el cual, el beneficiado Melchor Romero de Villegas, Comisario de la Inquisición concierta la hechura de un retablo para su capilla en la Iglesia del Convento de Santo Domingo con el ensamblador Antonio Sánchez y el dorador Pedro Márquez, vecinos de Cádiz:

“Sepan quantos esta carta vieren como en la vª de alcala de los gazules diez días del mes de abril año de nro salvador jesucristo de mil y seis cts y diez y ocho as en presª (presencia) de mi el esc puco (escribano público) y (¿?) aquí entro y parecieron prestes el benfdo Melchior Romº de villegas comisº de la sta inquisicon vezº della de la una parte y de la otra Antonio Sanchez ensamblador y pº de musqs dorador veos de la cibdad de cadiz estantes de preste en esta dha vª de alcala q doy fee q conozco y dixeron q por quanto ellos estan conformes y concertados en q los dhos antº ss y pº mrqs se an de obligar y por estas escriptas se obligan a hazer y q darán ffecho al dho comisº un retablo de madera de pino dorado pa q se ponga y asiente en la capilla y entierro ql dho comisº tiene en el convto de frailes de señor santo domingo extramuros desta dha vª…”

       La novedad radica en que, entre las cláusulas del contrato, se recoge que dicha capilla era conocida como de San Sebastián pues existía allí una talla del santo en una hornacina:

“…lo primº es condiçion ql dho retablo a de ser de madera de pino y lo an de poner y asentar en el altar q esta en la dha capilla q se dize y nombra de sor san sebastian y an de hazer en medio del dho retablo un tabernáculo en q se a de poner y asentar la imagen de sor san sebastian qs la questa oy puesta en el dho altar…”


       Se recoge además una descripción del retablo, que será de madera dorada y constará de cuatro columnas dividiendo tres calles, la central con la hornacina del santo y las dos laterales para albergar sendas pinturas de San Pedro y San Pablo y otras más pequeñas, más pequeñas encima de éstas con pinturas de santos de la devoción del beneficiado dueño de la capilla. Además, llevará rematando la cornisa una pintura de San Antonio de Padua:

“ y es condición ql dho retablo a de salir y tener por los dos lados del ancho una quarta bien larga mas de lo q dize el dho altar donde se a de asentar y cargar 

Yten es concidion q a de llevar dos tableros a los lados del dho tabernáculo de sor san sebastian y estos dos tableros an de ser partidos en dos cada uno ./. y es condición q a de llevar quattro pilastras estreadas dóricas q dividas los tableros y el tabernáculo ./.

Yten es condición q a de llevar el dho retablo un tablero con sus remates ensima de la corniza del tabernáculo / que sea de la altura q tuviere la proporción ./.

Yten es condición q sea de dorar todo este retablo lo q pidiere ser dorado y estofado y gravado en las partes q pidiere ¿? Hacer en buena obra / yten que en el bano se an de pintar y hazer ¿? Retrato en dos tableros q a de llevar el dho (ilegible)

Yten q se an de pintar en los dos tableros colaterales a sor san pº y ssan pablo y con otros do tablerillos peqnos que an de venir ensima de san pº y san pablo se an de poner medallas de santos y santas las que pidiere el dho sor comisº 

Yten que en el tablero de remate que va ensima de la corniza se a de pintar a san antº de Padua”

      Lo que si parece claro es que este retablo sería de líneas muy sencillas y simples, pues los trabajos de carpintería debían estar acabados tan solo tres meses después de la firma de contrato, por el mes de julio y acabado de dorar y estofar para el día de San Miguel de dicho año de 1618:

“Yten es condición y se obligan los dhos oficiales a q darán fecho y acabado este retablo en la forma q va dho y declarado de lo q toca a la madera en todo el mes de julio próximo q viene de este dho año preste y dorado y estofado y acavado de pintar pa q se pueda asentar lo an de dar por el dia de señor san miguel fin del mes de septe deste dho año preste en q estan”

      El precio pactado para la ejecución de este retablo es de 140 ducados, acordándose la forma de pago en tres plazos, el primero nada más firmar el contrato, un segundo pago al acabar los trabajos de madera y un tercero al entregar la obra de manera definitiva:

“yten es condición q por esta obra les a de dar y da el dho comisº El benefzdo mor Romero a los ssusodho ciento y quarenta ducs en reales y esto se obliga a que se los a de dar y pagar en esta dha vª de alcala en esta manera./. un tercio luego agora de preste para q conpren la madera ./. y comiensen a hazerlo / y el otro terº se deba de dar en estando acabado el dho retablo de lo qs madera/ y el otro ultimo terº de toda esta dha cantidad se deba de dar y pagar estando el dho retablo acabado de dorar y estofar de toda pintura y asentado y puesto en la dha capilla”

Termina el contrato con una serie de condiciones legales para que una vez acabado sea apreciado por oficiales “q lo entiendan” para verificar el valor del mismo.

firmas del contrato del retablo

      Nada más sabemos sobre dicho retablo y tan solo podemos añadir que en el inventario que se hace en 1835 tras el cierre del convento por la desamortización no consta la existencia del mismo, aunque tampoco se menciona la existencia de la capilla del Dulce Nombre con sus imágenes, que nos consta existió hasta el cierre del convento.

     Como decíamos al principio, no debemos descartar que esta talla de San Sebastián sea la que corona el altar mayor de la Parroquia, añadiendo además que no hay ni una sola evidencia de la existencia de una escultura en su desaparecida ermita. 

NOTAS

[1] RAMOS ROMERO, Marcos; “Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz. Alcalá de los Gazules”. Diputación de Cádiz 1983, pág. 324 

[2] Cuaderno de Temas Alcalaínos. Cuaderno 1 “La Parroquia”. Ayto. Alcalá de los Gazules 1990 pag.12

viernes, 23 de agosto de 2013

El convento de Santo Domingo (II)



     Hagamos un nuevo paréntesis y veamos quien era este injustamente olvidado Padre Maestro de la Orden de Predicadores, Fray Domingo de Valtanás y Messía, quién había nacido el día 22 de julio de 1488, en “Villanueva del Arzobispo del Adelantamiento de Cazorla” como él mismo escribió, y que murió el día 2 de agosto de 1568, en nuestro convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo después de cinco años de cárcel, de una cárcel que como apuntábamos, recogiendo la sentencia que el Tribunal de la Santa Inquisición había dictado en Sevilla, el 25 de febrero de 1563, era “irremisible por todos los días de su vida”, según resultó tras un largo y sigiloso proceso inquisitorial como consecuencia de una una mala interpretación de los  escritos de uno de los más fecundos escritores de la espiritualidad española del siglo XVI.

     Una condena que llevó a que sus obras fueran relegadas al olvido, cuando estas como han demostrado recientemente los estudiosos de la literatura espiritual de esa época, Pedro Sainz y Álvaro Huerga, son equiparables a las de Fray Luis de Granada, San Juan de Ávila, Santa Teresa de Jesús o San Francisco de Borja. 

     Aunque también hemos de decir que dicha obra se haya, por fin, recuperada gracias al tesón de los autores antes citados y algunos otros más, quienes han logrado, hace pocos años, que se reediten varios de sus libros. De cualquier modo nos parece interesante destacar que de entre su obra merecen especial atención sus “Apologías”, tan breves, tan claras y tan espontáneas todas ellas, pero que llevan siempre un mensaje de fe sencilla y de diáfana claridad.

      Pero Fray Domingo no sólo fué escritor. Fray Domingo de Valtanás, fue un incansable fraile andariego que impartió su singular magisterio en las aulas universitarias, en los púlpitos y en los confesionarios de toda Andalucía, aunque entre escritos, aulas, sermones y confesiones, aún tuvo tiempo para fundar once monasterios de frailes y de monjas dominicos, entre ellos cinco en su provincia de Jaén, uno de los cuales, “El convento de Santa Ana” lo ubicó en su propia casa natalicia de Villanueva del Arzobispo y al día de hoy sigue ocupado por monjas dominicas.

      En recuerdo de aquel importante escritor espiritual y pobre fraile, la calle que da acceso a este convento que fue su prisión y lugar de su muerte, el Ayuntamiento de Alcalá rotuló la calle que da acceso al convento desde el lateral de la plaza de abastos, como “Fray Domingo de Valtanás”.


      Retomando de nuevo el desarrollo cronológico de los hechos, hemos de decir que a principios del siglo XIX sería cárcel de nuevo, pero de otra índole y por otros motivos. En 1811 -12 fue cárcel para los dragones franceses, apresados por los alcalaínos durante la guerra de la Independencia, muchos de los cuales fueron ajusticiados y enterrados a los pies de las palmeras del huerto. De resultas de ello vendría luego la cruel represalia francesa y se cree que fue en los momentos de la ocupación francesa cuando debió perderse gran parte de la importante biblioteca del convento.

      Y en 1819 sería cárcel para el Coronel Antonio Quiroga y Hermida, preso por su participación en la conspiración del Palmar del Puerto. Como dato anecdótico hemos de señalar que, aunque se había decretado al preso incomunicación rigurosa, ésta no se cumplió pues Santo Domingo fue para Quiroga lugar de reposo, donde recibió a Vallesa, Alcalá-Galiano y Mendizábal, con los que preparó en el mismo convento, el llamado “Levantamiento de Riego”, que llevó a los liberales al poder entre 1820-1823 .

      Curiosamente fue una ley de Mendizábal, la desamortizadora de 1836, la que acabó con la vida del convento. Un convento ya muy decaído por aquellas fechas –la mitad de su Iglesia se había derrumbado en el siglo XVIII, se habían perdido el crucero, el abside y gran parte del claustro- y muy limitada en cuento a personal (cinco sacerdotes y dos legos), pero inmensamente rico, con grandes propiedades rústicas en Jerez –las excelentes viñas del pago de Macharnudo- y Alcalá, que habían posibilitado que el convento alcalaíno socorriese a otros más importantes como Sanlúcar o Jerez.

     Una vez desamortizado y exento de sus propiedades, los dominicos abandonan el convento. Según F. Toscano , el expediente de venta especifica que el convento con sus cercas tenía 896 varas y con otros anejos, 18.948 pies cuadrados en total. Prácticamente todo es vendido a particulares, a excepción de los que queda de la Iglesia, y con todo algunas partes de la Iglesia (las capillas superiores) también. Lo que queda de templo pasa a manos de la iglesia diocesana, que ocasionalmente la abre al culto hasta aproximadamente 1925 en que dejaron de celebrarse actos litúrgicos y el templo empieza a utilizarse para la catequesis parroquial. Jaime Guerra, en magnífico trabajo sobre los colegios de Alcalá, nos aporta el dato de que en 1933 hubo conversaciones entre el Ayuntamiento alcalaíno y el Obispado de Cádiz para montar en el edificio un Grupo Escolar, pero no se llegó a ningún resultado positivo.

     Sea como fuere, en los años de la postguerra civil se inicia el desmantelamiento del templo y sus altares e imágenes se dispersan, algunas van a la parroquia: la imagen del Rosario de Martínez Montañés, recientemente restaurada y retornada a los altares, el Cristo del Perdón, el Cristo de la Columna, la Virgen de las Lágrimas, el retablo y la imagen del Rosario de la capilla del Sagrario de la Parroquia, etc... otras salen para iglesias o conventos dominicos de fuera, como es el caso del Santo Domingo que presidía el altar mayor que se encuentra hoy en la iglesia dominica de Córdoba y otras de las que desconocemos su destino.

     A partir de entonces el edificio fue utilizado como silo por el Servicio Nacional del Trigo, como palenque y como almacén, hasta que en 1978 el Obispado la vende a un particular y se desmantela el extraordinario artesonado del coro –hoy en una sala de fiestas en Puerto Banús (Marbella)- y se inician los proyectos más descabellados: tienda de muebles, almacén frigorífico,… proyectos que afortunadamente no cuajan y que posibilitan que en 1990 lo adquiera el Ayuntamiento e iniciase los trámites para restaurarlo –el primero de ellos fue conseguir que se declarara BIC, Bien de Interés Cultural, afortunadamente incoado en 1992, la redacción del proyecto de restauración- las obras cuya primera fase se llevó a cabo en 2001-2002 bajo la dirección de Tomás Carranza y esperamos que se concluyan pronto en base al nuevo proyecto que pretende terminar las instalaciones de este edificio y la intervención en su entorno, para conseguir un fin que tuvo siempre y que debe servirnos de orgullo y de honra a los alcalaínos: Santo Domingo: Centro de Cultura.


EL EDIFICIO HOY


     El templo actual consta de una sola nave central y ocho capillas laterales, de las cuales tres, y parte de una cuarta, están ocupadas por viviendas particulares. Esto, es parte de los que el templo debió ser en un principio, pues nos consta que en un momento indeterminado, entre 1750 y 1860, y por causas todavía desconocidas, se produjo el derrumbe de las bóvedas del crucero y de la cabecera del templo, reduciendo este a su estado actual, con una sola nave, -de unas dimensiones de 20,60 metros por 8,00 metros de ancho-, el edificio se cubre por cubierta, que incluye las capillas laterales, de teja sobre vigas de madera y tabla a dos aguas, bajo ésta, dejándola oculta, una falsa bóveda de cañón con insinuación de arcos fajones y lunetos, de construcción muy posterior a su origen. A los pies de la nave central existió un coro sobre artesonado de cedro, apoyado sobre dos columnas de orden toscano, -que siguen en la Iglesia como única muestra visible de la existencia del coro-.

     En su cabecera, el edificio se cierra con un muro construido, con posterioridad al derrumbe de las bóvedas del crucero y de la primitiva cabecera, con restos de los materiales del derrumbe, -piedras trabajadas: tambores de columnas, molduras de impostas y restos de las nervaduras de las bóvedas-, y en el que todavía es posible observar baquetones y molduras góticas del arranque del arco toral que ocupaba este lugar y que hoy está cegados por dicho muro.

      A ambos lados de la nave central existen en la actualidad una serie de capillas, las cuales están intercomunicadas entre sí por pequeños pasillos, calados en los muros que las separan, y a las que se acceden desde la nave central mediante arcos apuntados, en las capillas números 1, 2, 5 y 6, y por arcos de medio punto, en las capillas números 3, 4, 7 y 8.





viernes, 26 de julio de 2013

El Convento de Santo Domingo (I)


Gabriel Almagro Montes de Oca

     
     De siempre hemos conocido “El Compás” o Santo Domingo como una antigua Iglesia cerrada, pero poco sabíamos de su historia, de su devenir. 

     Los mayores recuerdan su pasado reciente, con múltiples cometidos, pero pocos nos hemos parado a pensar que ese edificio majestuoso (y eso que sólo queda una parte) formaba parte de un gran conjunto arquitectónico que abarcaba lo que hoy es la margen derecha de la calle Santo Domingo, parte del Paseo La Playa (toda la zona de la Plaza de Toros), la calle Sánchez Flores, Patio Campanas (que toma su nombre precisamente de eso, de que era el patio de Campanas del Convento), calle Real (en su margen izquierda, desde el patio campanas hasta la farmacia de Galán) y la calle Marqués de Tarifa. En definitiva una porción de terreno bastante considerable que está, indefectiblemente unida a la historia del convento de Santo Domingo del que formó parte antaño. Y sin embargo, sabemos poco del citado convento.

   Con motivo de su restauración para convertirlo en Sala cultural multiusos,  se realizaron investigaciones históricas y arqueológicas que nos han arrojado nuevos datos, nuevas visiones del tema, que hacen oportunas las líneas que siguen.

Vista general en la actualidad de la Iglesia y zonas anexas
pertenecientes al convento de Santo Domingo

LA HISTORIA

     Son varias las publicaciones que afirman que fue erigida el 26 de Julio de 1498 y aunque bien es cierto que existe bula de fundación de esa fecha, obtenida por el Adelantado Mayor de Andalucía, Don Francisco Enríquez de Ribera, no es hasta 1506 cuando los dominicos aceptan fundar en Alcalá.

     Llegados a este punto, creemos oportuno detenernos a hablar de la personalidad del fundador del Convento, del IV Adelantado y Notario Mayor de Andalucía, Marqués de Tarifa, Señor de Alcalá, Cañete, Bornos, Espera y otros pueblos Francisco Enríquez de Ribera, quién fruto del matrimonio entre Pedro Enríquez Quiñónez y Beatriz de Ribera, había nacido en 1461 

     Francisco, es un personaje interesante por cuanto que, fiel a la mentalidad imperante en la nobleza de la época, concentra en su persona, aparte de una gran fortuna, los rasgos de militar valeroso, hombre de gran religiosidad y entusiasta fundador. Tareas a las que dedicaba el gran tiempo libre que tenía, pues no podemos olvidar que si bien desde la muerte de su madre, en 1469, debería haber heredado el Adelantamiento y los títulos de la Casa de Ribera, estos no recaerán en su persona hasta después de la muerte de su padre, que acontece en 1492.

     Como militar hemos de reseñar que destacó en la sofocación de las revueltas de los moriscos en la Axarquía malagueña, en 1482, y diez años más tarde en las conquistas tanto de Alhama como de Granada, de forma que podemos afirmar que fue uno de los actores principales en los acontecimientos finales de la llamada “Reconquista”. 

     En lo tocante a su religiosidad y dado su carácter dadivoso podríamos poner infinidad de ejemplos de sus acciones caritativas, aunque quizás las más reseñables fuesen la ingente cantidad de pagos que hizo por rescates de cautivos de moros, que solía efectuar por grupos completos de 50 o 60 esclavos.

     Pero, además de por su dedicación militar, caritativa y religiosa, la vida de D. Francisco estuvo marcada por la enfermedad de la lepra que padeció por espacio de más de 30 años, y que le tenía totalmente desfigurado de los pies a la cabeza. De modo que puede afirmarse que tuvo una vida de sufrimiento, dolor, pena, angustia y frustración, lo que propició que estuviera siempre a la búsqueda de remedios imposibles en médicos, ungüentos, curanderos, fármacos y, como no, en un hombre tan devoto como él, realizando numerosas encomiendas a imágenes, reliquias, templos, etc.... en definitiva, pidiendo a Dios su curación.

Francisco Enríquez de ribera

     Y traemos esto a colación porque en 1500 y ante la inutilidad de sus plegarias, encontrándose gravemente enfermo, decide que le llevan a la capilla de Nuestra Señora de la Inhiesta, en la Iglesia de San Julián de Sevilla, donde decide permanecer por espacio de 30 días en riguroso ayuno de pan y agua y durmiendo en una cama habilitada en un nicho abierto en la pared de la capilla. Un hecho este que, según sus biógrafos y distintos autores, cambiará sustancialmente su vida, pues al cabo de los treinta días, milagrosamente, se había curado de la lepra, y ello acentuará aún más su carácter religioso y por tanto, su caridad hacia los demás, realizando grandes limosnas que sería prolijo traer ahora aquí y fundando numerosas iglesias y conventos , entre las que se encuentran las de la Inhiesta de Paterna, de cuya villa también es fundador, la de San Mateo de Tarifa, el Monasterio del Rosario de Bornos, su obra más preciada, y nuestro Convento de Santo Domingo. 

     Como puede verse la mayoría de sus fundaciones se concentran en la zona sur de sus estados, en los pueblos de su señorío que estaban en la actual provincia de Cádiz y es que no podemos olvidar que D. Francisco residía habitualmente en Bornos y visitaba con cierta frecuencia Alcalá, donde tendría casa-palacio en lo que actualmente es el Colegio SAFA y así hemos de reseñar que efectuó testamento en Alcalá en Octubre de 1507, (poco después de la muerte de su mujer que había acontecido en Torre Alhaquime en Agosto de dicho año), así como que la muerte, cuando contaba 48 años de edad, también le sorprendió aquí en Alcalá el 8 de Febrero de 1507, día en que dicta un codicio en que ratifica su testamento y da otras 18 disposiciones, entre ellas una donación de 8000 ducados para las obras del convento de Santo Domingo. 

     Al frente del Adelantamiento y del Señorío vendría en sucederle su hermano de padre y primo por parte de madre, D. Fadrique Enríquez de Ribera, señor entre 1509 y 1539, bajo cuyo señorío se efectuaría realmente el pago de los 8000 ducados a los dominicos, ya que hasta 1509 estos no nombraron comisionados para recibir la limosna para la construcción.

    Sin embargo, poco adelantarían los trabajos de los priores de Jerez y Sevilla, que habían sido los comisionados para la obra, pues en 1511 se revoca su comisión y se encarga la tarea a Fray Alberto Aguayo, siendo esta última fecha y más concretamente el 22 de Septiembre de 1511 cuando se firma el convenio –del que se conserva copia notarial en el Archivo Ducal de Medinaceli en Sevilla. Este documento, que hemos tenido ocasión de transcribir no aporta noticias sobre el edificio, sino que se limita a enumerar los compromisos que adquirían las partes- entre el Adelantado de Andalucía y la comunidad de Santo Domingo para la fundación del “Convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo” en la entonces villa de Alcalá.

     Datos fiables nos indican que fue Fray Alberto Aguayo el autor del proyecto y el director de las obras de construcción del gran convento dominico, tarea que simultaneaba con la traducción, por primera vez al castellano –en 1516-, de la filosofía de Boecio. Podemos afirmar así que desde sus orígenes, el monasterio alcalaíno se presentaba como el lugar ideal para el estudio y la cultura, aunque también, como veremos para el castigo y la penitencia.


     Pocos años después de la construcción, en 1526, fue declarado Priorato, desfilando en el cargo destacados hombres de Dios, entre los que destacan Fray Lorenzo de Estopinán, agente y hombre de confianza del Rey (1591) y otros que han pasado a la historia local por su defensa de los intereses de la villa, es el caso de Fray Agustín de Gatica, quién tuvo parte activa en los pleitos de Alcalá con Paterna, por la mancomunidad de pastos y con Ronda, por la Sauceda. Por citar sólo algunos.

     Decíamos antes que el convento era lugar ideal para el estudio y para la cultura, y decíamos bien, para el estudio, por cuanto que aquí es donde aprende la primeras letras el joven Juan de Ribera, sobrino nieto del fundador del convento, que años más tarde sería beneficiado de la parroquia de San Jorge, Obispo de Badajoz, Arzobispo de Valencia, Patriarca de Antioquia y que años más tarde habría de subir a los altares como San Juan de Ribera.

     Independientemente de que los conventos dominicos eran, por propia constitución, casa de estudios para sus frailes (20 fueron los del convento alcalaíno en su mejor época), y para los clérigos del lugar, hemos de destacar el hecho de que en los primeros años del siglo XVII el convento alcalaíno se convierte en “Studia Generalia” o Casa noviciado para la formación de los futuros frailes. Pero, el hecho interesante no es que en nuestro convento se formasen los novicios de la zona, sino que incluso sirviese de noviciado para los dominicos ingleses e irlandeses en la época de Cronwell –quienes, en aquel momento, se encontraban sometidos a una cruel persecución en sus respectivos países-.

     Sin embargo, faltaríamos a la verdad si identificásemos al Estudio General sólo con noviciado, pues en realidad fue un centro de estudios superiores, (en el que se cursaba Gramática, Latín y Moral), abierto a la sociedad en que se hallaba y fueron muchos los seglares alcalaínos y de la comarca que aprovecharon la oportunidad, única en su época, de aprender y acceder a la cultura.


     Pero, decíamos que también fue lugar de castigo. Nos consta que el primer preso en el convento fue Fray Domingo de Valtanás, condenado por la Inquisición, en 1563, a cárcel irremisible por defender herejías.