sábado, 27 de febrero de 2021

Historia de la construcción del Puente de Fraja




Ismael Almagro Montes de Oca



      La existencia de un puente sobre el río Fraja siempre ha estado supeditada a la del puente sobre el Barbate, como si de un hermano mayor se tratara, pues, lógicamente,  los importantes recursos que se debían destinar para construir uno, se dedicaban prioritariamente al río más grande, por ser mayor la dificultar para vadearlo.

      En la Historia local, siempre se ha defendido que el antiguo puente del Barbate era de época romana, aunque esta tradición oral entra en contradicción con lo que se recoge en las actas capitulares de la segunda mitad del siglo XVI, por cuanto que, insistentemente durante muchos años, se pide la construcción de un puente que evite los peligros de cruzar el río y las muertes que ocurren por no haberlo. Parte de esto lo dí a conocer en 2016 (véase https://historiadealcaladelosgazules.blogspot.com/2016/12/alcala-de-los-gazules-durante-el.html.)[1]

      Unas veces por falta de fondos y otras, por falta de mano de obra especializada en este tipo de obras, el proyecto se va postergando sucesivamente, hasta que en junio de 1571 se retoma el asunto al llegar a la villa una persona capacitada para hacer uno de madera:

“q se fagan dos puents de madera

En este cabildo se acordó y mdo q por qto (cuanto) esta en esta villa un hombre q se po (proveyó) fuece a fazer una puente de madera en el rio de barvte en el prado q es una cosa muy nesçesaria… y pa q ansy mismo conçierte con el dho honbre q faga otra puente de madera en el rio de fraxa con las condiciones y por el pescio q su md le paresçiere”[2]

Subrayado: "otra puente de madera en el rio de fraxa"



     Dejemos a un lado el tema del puente del Barbate, que merecerá un capítulo propio, pero a mediados del año de 1572, una vez acabado dicho puente, se proyecta levantar otro sobre el Fraja, tal como estaba acordado.  pSin embargo, el 28 de mayo los regidores del Cabildo cambian de idea porque, si bien en junio del año anterior habían acordado hacer otro puente también de madera, ahora deciden que “se faga una puente en el rio de fraxa en la pte q mas convenga/ y q esta sea de obra y de arco/por q la q se a fecho en barvate no apºvecharia si en este no se fase” [3] 

      Entienden los regidores que de nada sirve el puente de Barbate si después no se puede cruzar el rio Fraja. Del mismo modo, se acuerda pregonar tanto en la villa como en la comarca la subasta, a celebrar en el día de San Juan y nombrándose diputados de esta obra a los regidores Francisco de Mendoza y Melchor de Morales.

      Pocos días antes de tener lugar la subasta para adjudicar la construcción del puente de Fraja, el maestro que había construido el puente del Barbate, Juan de Noriega, aprovechando que se había quedado sin trabajo, se ofrece para realizar el nuevo por trescientos cincuenta ducados, comprometiéndose a traer un oficial que trabaje en ella hasta acabarla, con la condición de que le den un mozo y dos bueyes durante quince días para “juntar piedra” y en caso de no aceptar su propuesta, pide que se le salde la deuda del puente de Barbate. El Cabildo le invita a presentar su propuesta en la subasta, que se celebrará, no el día de San Juan, como estaba previsto, sino el de San Pedro, a la vez que encarga pregonar que ese mismo día se haga el remate de cincuenta mil ladrillos para varias obras,[4] de los cuales, diez mil son para el puente.[5]

      Finalmente, serán los maestros Francisco de Aguirre y Luis Sánchez los encargados de levantar el puente sobre el río Fraja, cuya obra empieza a ejecutarse rápidamente, pues a principios de agosto se saca en almoneda la cal.[6] Asimismo, los regidores deciden modificar las condiciones de la obra, añadiendo un arco más de lo recogido en el proyecto inicial: “se faga otro arco en la dha puente nueva de fraxa por q es cosa q conviene sin embargo q no estan obligdos a ello los oficiales” a quienes se les pagará el sobrecoste que conlleve esta modificación. 

     Del mismo modo, se ordena que se reutilicen las piedras de los muros de un antiguo tejar en desuso muy cercano a donde se ha de construir y evitar así los gastos de extracción y transporte desde otros puntos del término:

“Yten se mdo q se apºveche en la obra de la dha puente el material de piedra y cantillo q esta en el caseron q fue casa de texar porq aqllo no puede apºvechar ya pa otra cosa pues q es la obra de la dha puente pa buen pro (provecho)

      A mediados de agosto, el día 18, se designa a Alonso Pablos como veedor de la obra, para que la supervise y lleve la cuenta de la cal y ladrillos gastados, recibiendo por ello dos reales diarios.[7]

     El primero de septiembre los oficiales del puente reciben veinte ducados como primer pago[8] y durante los dos primeros meses se acopia material junto al Fraja, pero al menos hasta mitad de mes de octubre no se inicia la obra puesto que se encarga a los diputados comprar madera para la misma: 

“…pa la obra de la puente de fraxa ay necesidad de siete dozenas de tablas de alizo y de dozena y mª de vigas de una docena de quartones por q los oficles albanies lo piden pa la dha obra pa las zanbas y andamios y otras cosas q son menester” [9]

     El 10 de noviembre “franco de Aguirre y de luys sanchez maestros del puente” piden un adelanto de dinero para meter oficiales y cerrar el arco menor, [10] pero al comenzar diciembre, se paran las obras por falta de ladrillos. El encargado de proveerlos, Alonso Pablos, alega que el beneficiado Pedro Sánchez, que se había comprometido a dar 1500 para la obra, se niega a entregarlos, si el Concejo no se los paga por adelantado y lo mismo sucede con Merchante el barbero, que tenía 500. El Cabildo acuerda que se les pague a ambos en dinero o en ladrillos. [11] 

Subrayado: "franco de aguirre y de luys sanches maestros de la puente"


     Pocos días después de pararse la obra, el 9 de diciembre, los maestros Aguirre y Sánchez, reciben el segundo pago, doce ducados “de lo q an de aver del dstajo de la puente de fraxa” [12] 

     Con la llegada de 1573, se producen nuevos pagos a los que han suministrado materiales, así como a los maestros oficiales[13] que reciben doce reales cada uno, y otros veinte a mitad de mes para que puedan continuar la construcción del puente. Sin embargo, en la obra, empiezan a escasear los ladrillos,[14] motivo por el cual, en marzo, el veedor se desplaza hasta Paterna para comprar más.[15] Precisamente la falta de ladrillos, obliga a los oficiales a tomar una solución de urgencia y cubrir “el sobre arco d la puente de fraxa” con losas de piedra, encargándose de su extracción Pedro Gil, pedrero.[16] Junto a los ladrillos, la cal es otro de los materiales muy demandados para la obra en estas fechas, pues en abril se le compran a Cristóbal González setenta y cinco cahices[17] y en mayo veinte y uno.[18]

      Con todo, a finales de mayo la obra debe estar bastante avanzada porque el Cabildo decide vender la madera del puente, encargando a Alonso de Trujillo y Alonso Suarez que “fagan juntar toda la madera q oviere q se conpo pa la obra de la puente vigas y tablas y lo demas q ya no sirve/ y q lo fagan vender en almda (almoneda)” [19] 



     El mismo día se autoriza el pago de diez ducados a los maestros a cuenta de los gastos no presupuestados o “demazias de la puente”.[20]  Ambos maestros también han recibido durante la primera mitad del año la cantidad de 8500 maravedíes con los que el Cabildo los ha socorrido varias veces cuando “no podían trabajar con las aguas” [21] 

      Llegado el mes de junio, el puente de Fraja se encuentra casi terminado y el Cabildo decide darle engalanarlo, colocando un escudo labrado en piedra con las armas del duque de Alcalá:

“q los señores alº sanches navarro y juº de la fuente ris (regidores) conpren/ una piedra q sea buena para q se faga un escudo q se ponga en la puente de fraja con las armas de su exª del duq my señor y se le encargo al dho alº sanches qstaba presente ponga deligencia en ellos”[22] 

"q se conpre una piedra pa en q se ponga las armas de su exa"


     Ya en julio, se les paga a los maestros diez ducados por las demasías de la obra[23]  y en agosto, éstos piden que les paguen lo que resta por el trabajo realizado, respondiendo el Cabildo que los regidores diputados de mes Alonso de Trujillo y Alonso Suarez hagan cuenta con ellos de lo que se les ha pagado y que se les pagará según la tasación de los alarifes, “aunq el qº (Concejo) de pres (presente) no te dinºs”.[24]  

      Francisco de Aguirre y Luis Sánchez pedirán nuevamente el 26 de agosto saldar la deuda “porq a muchos dias q cumplieron y acabaron de fazer la dha obra” y que tras haber hecho los diputados citados las cuentas “lo q se les debe q serán como doziºs y cinqta y qtro dºs (ducados) poco mas o mºs y ellos no fazen nada y pueden ganar su vida y quieren yr a sus casas” [25]  Los regidores les dan la razón y ordenan pagar lo que se les resta.

     Para dar por concluida la construcción del puente de Fraja y como dato curioso, a finales del mes de noviembre, el que fuera veedor de la obra, Alonso Pablos, pide encarecidamente al Cabildo que pague 1000 ladrillos a la ermita de la Consolación, de los 2000 que se tomaron prestados para el puente porque “lo avia mdo (mandado) descomulgar el sor obpo (Obispo) por no averse pagado”[26] 

había mandado descomulgar el sor obispo por no haberse pagado


     Prueba de la solidez del puente construido es el hecho de que apenas necesite reparación alguna durante muchos años y tendrán que pasar nada menos que 43 años para encontrarnos en las actas del Cabildo una reparación de cierta importancia, cuando en octubre de 1616 se manda al capitán Don Melchor de Villegas reparar urgentemente el puente de Fraja “porque el rio a fecho en grande hoyo arimado al arco enmº del Rio q tiene la çapata descubierta” [27] 

     Muy distinto fue lo que ocurrió con el puente de Barbate, pero esa, es otra historia.



NOTAS

[1]  “ALCALÁ DE LOS GAZULES DURANTE EL SEÑORÍO DE PER AFÁN DE RIBERA”. Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2016. Págs. 52 y 53.

[2]  ARCHIVO MUNICIPAL DE ALCALA DE LOS GAZULES. Actas de las sesiones del Ayto. pleno. Ib. Legajo 4 (1569-1578). Cabildo del lunes 18 de junio de 1571. Folio 103. Nótese que utilizaban el término en femenino, que, según la RAE, era habitual en el castellano medieval y clásico.

[3] Ib. Cabildo del 28 de mayo de 1572. Folio 186 vto. El 2 de junio se presentan las condiciones para hacer el puente de obra (Cabildo del 2 de junio de 1572. Folio 188 vto.) En el mismo cabildo, Sebastián Crespo pidió más dinero por su trabajo en la obra del Puente del Barbate, pues solo se le habían pagado 6 ducados, entregándoles otros 3 “sin embargo q se le devera mas”

[4] Ib. Cabildo del lunes 16 de junio de 1572. Folio 191.

[5] Ib. Cabildo del 7 de julio de 1572. Folio 194. Este día ya están comprados y se mandan poner en la Huerta de Juan Robles, mientras que otros 6000 ladrillos se mandan a la ermita de San Sebastián y el resto en el corral del Cabildo.

[6] Ib. Cabildo del lunes 11 de agosto de 1572. Folio 200. En esta subasta, “no obo quien lo abaxase de siete reales el cahiz puesta al pie de la obra”

[7]  Ib. Cabildo del lunes 18 de agosto de 1572. Folio 201 vto.

[8] Ib. Cabildo del lunes 1 de septiembre de 1572. Folio 203 vto.

[9] Ib. Cabildo del lunes 13 de octubre de 1572. Folio 209 vto. El mismo día se ordena el pago a Alonso Pablos de 36 reales por 18 días de trabajo. (folio 210). El mismo recibirá el pago de otros 16 días más tarde. (Cabildo del 10 de noviembre de 1572. Folio 213)

[10] Ib. Cabildo del 10 de noviembre de 1572. Folio 213 vto. Ruegan que no les paguen de 20 en 20 ducados para no perder tiempo en burocracia, rellenando solicitudes.

[11] Ib. Cabildo del lunes 1 de diciembre de 1572. Folio 218 vto.

[12] Ib. Cabildo del 9 de diciembre de 1572. Folio 219. Se encarga a Alonso Suarez y Alonso de Trujillo que hagan la cuenta de lo que ha recibido y de lo que se le debe con Fernando Vicente, mayordomo del Concejo y se le pague “por q anda aquí perdido” (Folio 219 vto.)

[13] Ib. Cabildo del 5 de enero de 1573. Folios 224 vto. Y 225. A Pedro León, calero, se le pagan 25 cahices de cal a 5 reales y a Alonso Martín, tejero, se le pagan 1400 ladrillos a 42 reales el millar, el mismo precio que se le pagó a Pedro González. Recibe también el veedor Alonso Pablos 26 reales por 13 días.

[14]  Ib. Cabildo del 14 de enero de 1573. Folio 226.

[15] Ib. Cabildo del 16 de marzo de 1573. Folio 234 vto. Se ocupa 2 días en acarrear los ladrillos y otros 4 en suministrar madera con una carreta, tareas por las que percibe 23 reales con 10 maravedíes.

[16] Ib. Cabildo del 13 de mayo de 1573. Folio 247. A Pedro gil se le pagan 15 reales por 3 dias que estuvo sacando losas y 2 reales y cuartillo “de un dia q anduvo un peon criado de pº de pina alambrandole de adonde se avieron de sacar”

[17] Ib. Cabildo del 6 de abril de 1573. Folio 240. Se les encarga a los diputados que se busque “ladrillo y cal prq le falta pa q pu seguir la dha obra”

[18] Ib. Cabildo del 25 de mayo de 1573. Folio 249 vto. Se paga cada cahiz de cal a 6,5 reales “puesta en la dha obra”

[19] Ib. Cabildo del lunes 18 de mayo de 1573. Folio 248 vto. Se apostilla que el maestro Aguirre tomó 7 tablas y que las pague o se vendan con las demás. Efectivamente la madera se acopia, pue el día 25 el Cabildo manda que “de las vigas q se an traído de la puente” se entreguen 4 a Juan de Mea y que las pague al precio que se vendan las demás. (Cabildo del 25 de mayo de 1573. Folio 250.)

[20] Ib. Cabildo del 18 de mayo de 1573. Folio 247 vto.

[21] Ib. Cabildo del lunes 1 de junio de 1573. Folio 253. Se les paga además 28 reales por una carreta de losas que se trajeron para el puente.

[22] Ib. Cabildo del 7 de junio de 1573. Folio 255. Justo un mes más tarde se decide traer un maestro cantero, para que junto al que se trajo, hagan una faena que no hemos podido precisar. (Cabildo del 10 de julio de 1573. Folio 263 vto.)

[23] Ib. Cabildo del 24 de julio de 1573. Folio 264.

[24] Ib. Cabildo del 11 de agosto de 1573. Folio 269. Aunque el Concejo alega falta de fondos, dos semanas más tarde se le pagan a Alonso Marchante barbero, 450 ladrillos que prestó para la obra. (Cabildo del 17 de agosto de 1573. Folio 269 vto.)

[25] Ib. Cabildo del 26 de agosto de 1573. Folio 271 vto.

[26] Ib. Cabildo del 26 o 27 de noviembre de 1573. Folio 273 vto.

[27] Ib. Legajo 7. (1610-1625). Cabildo del viernes 14 de oct. de 1616. Folio 382 vto.





sábado, 20 de febrero de 2021

IES Pedro Sainz de Andino: II Parte



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2018

Jaime GUERRA MARTÍNEZ 



      Iniciado el funcionamiento del Colegio Libre Adoptado Sainz de Andino en octubre de 1968 en el local de la OJE y posteriormente en el Centro Cultural -hoy Escuela de Adultos en la Calle Lepanto-, inaugurado el edificio dedicado al Colegio en junio de 1969, los cursos 1969/70 y 70/71 se desarrollaron con normalidad. Dos licenciadas (doña Elena Toscano y doña Carmen Mera) y un grupo de maestros/as desarrollaron el proceso educativo de Bachillerato Elemental. Los estudiantes pagaban sus cuotas, los profesores impartían sus clases y el Instituto Isla Verde de Algeciras realizaba los exámenes de junio y septiembre. 

     Las dificultades no eran pocas, los recursos eran escasos, pero la ilusión del profesorado, la voluntad del Ayuntamiento, el interés de los padres y el esfuerzo educativo del alumnado impulsaban un proyecto de formación en Alcalá, que abría un horizonte de futuro a los niños y niñas de nuestro pueblo. 

     Los problemas eran muchos. Las cuotas que tenían que pagar los padres, la escasez de dotaciones con las que se encontraban los profesionales de la enseñanza, las limitaciones económicas del Ayuntamiento, la escasez de licenciados dispuestos a trabajar por un sueldo escaso... ponían al borde del abismo la ilusión recién puesta en marcha. 

     El alumnado, entre los que me encontraba, vivíamos ajenos a tanta penuria educativa. Éramos felices. Teníamos nuestra clase, nuestros maestros, los libros, estudiábamos en la medida que cada cual podía o creía necesario. Éramos ajenos al esfuerzo de padres, munícipes, profesores y pueblo en general volcado en un proyecto ilusionante pero frágil. Pero el CLA era un lastre económico para el Ayuntamiento y una carga económica grande para los padres. 

     Afortunadamente el grupo de profesores encabezados por doña Elena Toscano Sánchez y los concejales creían en el futuro que el Instituto representaba para los jóvenes de nuestro pueblo. Los apoyos eran continuos. Las conversaciones en bares, locales públicos e instituciones eran permanentes. Se había hecho un gran esfuerzo. Había que seguir apostando por el futuro de los niños de Alcalá. El funcionamiento político era diferente al de hoy, pero Alcalá, difícil en sus apuestas mutuas, en este caso hizo pensamiento único en el caso de la enseñanza. 

     Afortunadamente no nos dejamos vencer por las trabas burocráticas. Había sido difícil llegar hasta la construcción del Colegio y su puesta en marcha. Ahora había que dar un paso adelante .



      LA LEY GENERAL DE EDUCACION DE 1970 impulsada por el ministro José Luis Villar Dalasi abría una puerta a nuestras aspiraciones. Esta Ley establecía la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, cursando EGB, estructurada en dos etapas. Tras los primeros ocho años el alumnado accedía al BUP, bachillerato unificado Polivalente, o a la recién creada Formación Profesional, FP. Con esta Ley se reformó todo el sistema educativo desde preescolar a la universidad, adaptándolas a las necesidades de escolarización. Se abría un nuevo camino para el CLA SAINZ DE ANDINO. 

     Desarrollado los Decretos y Ordenes de la nueva Ley, nuestros munícipes y profesorado empezaron a valorar las posibilidades de acogerse a la enseñanza que implantaba la nueva Ley. Ello se concretó en un primer documento oficial. Así el 5 de febrero de 1972 se reúne el Consejo Local del Movimiento y toma un acuerdo que es el primer paso para la conversión de CLA en Instituto Nacional de Bachillerato y provisionalmente para la implantación provisional del Bachillerato Unificado Polivalente (BUP). El acuerdo que se eleva a la Corporación Municipal para que adoptara las correspondientes medidas para llevar a buen fin lo acordado es el siguiente: 

“...de toda clase de facilidades, realice, active y acelere con la máxima urgencia los trámites necesarios para la conversión del CLA en Instituto Nacional de Bachillerato donde se puedan impartir de forma oficial las enseñanzas del BUP…” 

     Siete días más tarde, el 13 de febrero, un grupo de padres (92 firmas) elevan un escrito al Ayuntamiento apoyando la propuesta anterior. Inmediatamente, el Ayuntamiento hace suya la propuesta y, con fecha 3 de abril, la Alcaldía eleva al Ministerio de Educación y Ciencias solicitud que el CLA pueda impartir la enseñanza de 1° de BUP en el curso 1972/73. 

     Mientras se espera la contestación del Ministerio, con fecha 7 de septiembre doña Elena Toscano, directora, eleva escrito a la Corporación para que se pueda impartir el curso de 5° de Bachillerato superior y se hagan para ello las gestiones pertinentes ante la delegación del Ministerio de Educación y ciencia. Con fecha 12 de septiembre el alcalde de Medina hace también la misma petición. Interviene en el tema don francisco Pérez Sabina, procurador en Las Cortes, Diputado Provincial y alcalde de Olvera, a quien el alcalde don Miguel Puelles Montes envía carta solicitándole ayuda con fecha 20 de septiembre de 1972. 

     El 27 de septiembre de 1972 se recibe contestación del Ministerio de Educación y Ciencia en el que se deniega al CLA impartir enseñanza de 1° curso de BUP, para el curso solicitado (1972/73) toda vez que con carácter general se implantara en el curso 1975/76. No obstante, se informa al Ayuntamiento que puede solicitar en su momento oportuno, a través de la Delegación Provincial del Ministerio en Cádiz, autorización para impartir en el centro el 5° curso de Bachillerato a extinguir, como había indicado doña Elena al Ayuntamiento. Para el que publica este artículo, y para mis compañeros del Instituto, sin saberlo, fue una oportunidad para continuar estudiando en Alcalá el 5° curso y posteriormente el 6°. Gracias a los que lo hicieron posible... 

     El 6 de noviembre de 1972 el Delegado Provincial de Educación y Ciencia manda al Ayuntamiento escrito de acuerdo con la Orden Ministerial de 19 de junio de 1971 por la que los titulares de centros no estatales, subvencionados o sustentados total o parcialmente por la Administración del Estado pueden solicitar del Ministerio se haga cargo de los mismos, a cuyo efecto se abrirá el oportuno expediente. En el escrito se informa de los documentos que deben conformar el expediente, sobre el que la Dirección General resuelve. 

     El 28 de noviembre de 1972 la Corporación en sesión plenaria aprueba la petición de transformar el CLA en Instituto de Bachillerato. El 15 de diciembre el Alcalde manda al Ministro de Educación exposición de motivos y acuerdo municipal sobre la solicitud. El 9 de noviembre doña Elena Toscano comunica al Sr. Alcalde escrito del Delegado Provincial en el que se solicita planos del edifico y número de alumnos. 

     El Ayuntamiento solicita a los colegios Juan Armario, SAFA y Beaterio el número de alumnos que asisten en 4°, 5° y 6° de Educación Primaria. Contestan los colegios Juan Armario y Beaterio. 


CURSOS              
JUAN ARMARIO
BEATERIO

72
76
36
32
33
61







   
    
       Por Orden Ministerial de 9 de septiembre de 1974 se autoriza provisionalmente impartir durante el curso 74/75 las enseñanzas de Bachillerato Superior (cursos 5° y 6°) de ciencias y letras, con el obligado cumplimiento de la Orden Ministerial de 10 de junio de 1972 y de 1 de abril de 1974. El Ayuntamiento envía informe completo sobre las instalaciones y profesorado del Colegio, así como superficie disponible para instalaciones deportivas y salón de actos en orden a la transformación del CLA en Instituto de Bachillerato. 

     Esta autorización permitía que el alumnado de las dos primeras promociones pudiera terminar el bachillerato sin tener que abandonar el pueblo, lo que para muchos hubiese sido un problema económico difícil de superar. 

       El curso 74/75 ha sido el que menor número de alumnos ha tenido el Instituto. Setenta y seis alumnos terminaron el curso, repartidos en 3°, 4°, 5° y 6° de Bachillerato. 

      Sin embargo en el año 1975 iban a llegar buenas noticias. El 26 de abril el Ayuntamiento recibe escrito del delegado Provincial en el que se comunica “el propósito de la Delegación de que el curso próximo, 75/76, se impartan las enseñanzas de Bachillerato Homologado, con posibilidad de que los alumnos realicen los exámenes en el propio centro ante tribunales del mismo colegio”. Toda una buena noticia para el Ayuntamiento, profesorado, alumnado, padres y madres. Para acogerse a la nueva normativa, el Ayuntamiento tendría que llevar a cabo diversas obras de mejoras del colegio, como laboratorio, etc. 

      Verificadas las obras de adaptación se dotaría del profesorado y del material necesario a cargo del Ministerio para que en el próximo curso puedan impartirse en el centro las enseñanzas del nuevo bachillerato. Además, añade el Delegado que la petición de crear un instituto en nuestro pueblo ha sido elevada con informe favorable a la Dirección General de Ordenación educativa. Mientras tanto la transformación del CLA en un centro de Bachillerato Homologado representaba una sensible mejora respecto a la situación escolar. 

La Corporación, reunida el 9 de mayo de 1975 acuerda: 

1.- Manifestar el agradecimiento al Delegado Provincial. 

2.- Designar una comisión, que bajo la presidencia de la Alcaldía, integrada por los señores concejales Jaime Cordero, Eladio Garzón y José Gómez, se trasladen a la Delegación Provincial haciéndole partícipe del reconocimiento de esta Corporación y localidad y a sus vez informarse de los trámites a seguir para que sea una realidad en el próximo curso las Enseñanzas de Bachillerato Homologado. 

3.- Facultar al alcalde-presidente para que lleve a cabo las obras necesarias que se indican. 

      El 13 de junio de 1975, a la vista del expediente instruido por el Ilustrísimo Ayuntamiento, la Dirección General del Ministerio de Educación, a través del Delegado Provincial comunica que “ha resuelto otorgar la calificación provisional como CENTRO HOMOLOGADO DE BACHILLERATO al centro de Alcalá de los Gazules, con una capacidad para los 315 puestos escolares”. 

     El 24 de junio de 1975 la dirección General manda otra carta al Ayuntamiento indicándole que ha considerado que en el próximo curso 75/76 se implante las enseñanzas de BACHILLER UNIFICADO POLIVALENTE (BUP). Asimismo, informa que el Ministerio asumirá los licenciados necesarios y el Ayuntamiento pondría las instalaciones necesarias en las que debía de incluirse como prioritario un laboratorio de ciencias y biblioteca. Es condición que el número de alumnos no podrá ser inferior a 25 por grupo. Se ruega a la corporación indique si acepta la implantación del BUP. 

      Tanta felicidad no podía durar mucho tiempo. Así, el 28 de noviembre tras la visita que el Inspector de educación realiza al centro, eleva informe desfavorable para que el Sainz de Andino ostente la clasificación provisional de centro no estatal “homologado” que le fue dado condicionalmente para el curso 75/76, ya que el centro adolece de las siguientes deficiencias: 

-No tiene laboratorio de ciencias naturales, ni la correspondiente dotación del mismo (el futuro laboratorio está en obras) 

-No tiene biblioteca ni fondos bibliográficos. 

      Se abre además otra dura la batalla, la del profesorado. A pesar del compromiso del Ministerio de asumir los licenciados necesarios, sólo concede el cupo de dos, totalmente insuficientes y, en consecuencia, el resto del profesorado tiene que correr a cargo del Ayuntamiento. Al mismo tiempo, con fecha 25 de noviembre se advierte que las cuotas a pagar por el alumnado para el BUP no están fijadas todavía y, en consecuencia, los precios establecidos en los centros serán provisionales. Todo ello con el curso empezado y los profesores nombrados. El Ayuntamiento muestra su sorpresa por la reducción del profesorado, pero muestra su determinación en escrito al Delegado Provincial, don José Crespo Redondo (9 de diciembre de 1975) de seguir adelante, pues “no podemos privar a la gente joven de tan inmejorable beneficio, que es el único que a la totalidad de los 72 alumnos y alumnas en esta fecha y previsiblemente un mayor número en próximos cursos, podemos ofrecerles”. 

     Evidentemente, el Alcalde no hace sino poner en valor el párrafo tercero de la comunicación del Delegado Provincial de 26 de abril de 1975 que textualmente dice: “...verificadas las obras de adaptación, se dotará de profesores y de material necesario a cargo del Ministerio,.”. Seguramente el Ayuntamiento de Alcalá pensó que a los demás centros se les iba a conceder cuatro licenciados, al nuestro le ocurriría lo mismo y no fue así. 

     En el curso 74/75 había en la provincia de Cádiz ocho Colegios Libres Adoptados: 

Jimena, 41 alumnos/as 
Los Barrios, 77 
Tarifa, 77 
Olvera, 41 
Alcalá de los Gazules, 72 
Medina Sidonia, 54 
Ubrique, 52 
Villamartín, 51 

      Desconozco los criterios del Ministerio para la asignación de profesorado. Quiero creer que los había. Lo que sí es cierto es que por alumnos y grupos no podría haber grandes diferencias con Alcalá en el que se impartía 1° BUP y 5° y 6° de Bachillerato (curso 75/76). 

      Las cosas vuelven a ponerse tensas con la Administración Provincial y el Ministerio. Dirige su mirada el Alcalde al Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, don Antolín de Santiago y Juares (14 de enero de 1976). En ella le cuenta “que en noviembre de 1975 el Delegado del Ministerio de Educación, Sr Troncoso, en una reunión en el Gobierno Civil nos dijo a los alcaldes que el profesorado sería proporcionado por el Estado y solo nos han mandado dos profesores. Ante esto mostré mi desacuerdo al Delegado Provincial. Igualmente te comunico que el laboratorio está prácticamente terminado y que no es exacto que no existe personal administrativo. Hay un profesor que recibe una gratificación por hacer esas funciones. Falta dotación de laboratorio y material didáctico, que en la comunicación de 26 de abril de 1975 el Delegado nos indicó que corrían a cargo del Ministerio. El Ayuntamiento no obstante ha adquirido ya el material que ha podido. Se despide el alcalde reiterándole su ayuda”. 

      Las gestiones del Gobernador no dan resultado y con fecha 23 de febrero de 1976 se comunica al Ayuntamiento que no va a recibir ni profesores ni material. 

     Sin embargo, algo comenzó a moverse. El 9 de marzo, el Delegado don José Crespo comunica que comprende la sorpresa que centros como Olvera, Medina, Ubrique y Villamartín tengan más licenciados que Alcalá, que tiene más alumnos, pero en la Delegación no hay ningún escrito que establezca los mismos términos para el Sainz de Andino. El Sr. Crespo aconseja al Alcalde que solicite, igual que hicieron los otros centros ante la Dirección General de Ordenación Educativa, incrementar la dotación de profesorado para el próximo curso. En los mismos términos se manifiesta el Sr. Antolín, quien el 6 de abril comunica que ha visitado al Subdirector General de Autorizaciones y Conciertos de Ordenación Educativa y le ha garantizado que, casi con total seguridad, para el próximo, curso Alcalá podría contar con cuatro licenciados, siempre que el Delegado Provincial informe favorablemente. La Corporación toma el acuerdo de hacer la solicitud, enviándose copia al Gobernador Civil y al Vicesecretario del Ministerio don Manuel Puelles Benítez, para que se interesen por la petición. En septiembre de 1976 no había nada resuelto, por lo que empieza a revoletear la idea de que para mantener el profesorado habrá que aumentar la cuota y así lo manifiesta el Alcalde, don Manuel Romero Mejías, al Gobernador Civil. 

     En octubre un grupo de más de doscientos padres y madres elevan un escrito al Gobernador pidiendo justicia. Como dato positivo de toda esta lucha fue la creación de la PRIMERA ASOCIACIÓN DE PADRES (APA), a la que el Ayuntamiento dio el visto bueno en noviembre de 1977 y el gobierno Civil la aprobó el 9 de diciembre de ese mismo año.



sábado, 13 de febrero de 2021

La vida oculta del Padre Lara


 

Ismael Almagro Montes de Oca 


      En noviembre del año pasado, la editorial BECEUVE ha publicado el libro “JOSE SUAREZ ORELLANA. MEMORIAS”, un texto con la edición de Salustiano Gutiérrez Baena, en el que el protagonista hace un repaso de su vida, centrándose, sobre todo en los acontecimientos que le tocó vivir en la segunda República y en las penurias y penalidades que tuvo que pasar durante la Guerra civil y la posterior represión. 

       José Suárez Orellana, aunque nació en Alcalá el 17 de mayo de 1893 en la Plaza de Santo Domingo, en la casa de sus tíos, José Gutiérrez Sánchez y María Suárez Mateos, se crió en Las Algámitas.  Socialista, anticlerical, antianarquista, fue alcalde pedáneo de Casas Viejas (1931) y concejal en el Ayuntamiento de Medina Sidonia (1931‑1934 y 1936) por el PSOE durante la Segunda República. 

      En 1933, fue testigo de los sucesos de Casas Viejas. Ese año, el Instituto de Reforma Agraria (IRA), con sede en Jerez, le encomendó la tarea de organizar en Malcocinado una comunidad de campesinos que sirviera de modelo a otras que se iban a constituir en la provincia gaditana. A partir de esa primera, puso en funcionamiento siete comunidades más y le encargaron supervisar la marcha de otras tantas por toda la provincia. 

      En su actividad política destacó por sus enfrentamientos con el PRR, la CNT y el Ayuntamiento de Medina, por su papel de mediador en los conflictos (sobre todo entre campesinos y propietarios), por denunciar a grandes terratenientes y nobles, y por encararse con los comunistas llegados de Cádiz para quemar la iglesia de Casas Viejas en 1936. 

      Al principio de la Guerra Civil, la Falange de Medina fue a por él y huyó a zona republicana hasta llegar a Málaga capital. Su éxodo lo condujo a Madrid, Valencia y Villarreal; en ese periodo trabajó para la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT). El fin de la guerra lo halló en el puerto de Alicante, donde lo apresaron, como a miles de españoles que esperaban los barcos ingleses y franceses para ponerse a salvo. Durante ocho meses pasó por distintos campos de concentración y en noviembre de 1939 fue liberado. Volvió a Madrid y, finalmente, en diciembre, a Casas Viejas. Días después lo detuvieron de nuevo y lo encarcelaron en Medina Sidonia, donde permaneció hasta que en mayo de 1940 se celebró el consejo de guerra en el que lo juzgaron, acusado de «delito de auxilio a la rebelión». 

      Una vez absuelto y puesto en libertad, le tocó vivir una dura posguerra: se buscó la vida en la corcha y el carboneo en Las Algámitas, montó un bar en Los Barrios y fue taxista y corredor de fincas en Benalup de Sidonia. En 1949, preocupado por el futuro de su mujer y sus cuatro hijos, emigró a Sevilla, donde se estableció a duras penas y trabajó como corredor de pisos. 

     José Suárez escribió estas memorias entre 1977 y 1981, y trató de que se las publicasen en vida. Después de algún intento, posterior a su muerte, ven la luz casi cuarenta años después. En ellas se aprecia a alguien impregnado por la justicia social e interesado por la cultura y la educación. Murió en Sevilla en 1986. 



      Durante el tiempo que estuvo regentando un bar en Los Barrios al ser puesto en libertad tras acabar la guerra, narra un episodio que hace referencia al entonces cura de Alcalá, José Aurelio Lara Pineda, descubriendo un lado oscuro de este personaje, pues, según Suarez Orellana, se dedicaba al contrabando de medicinas: 

“Este hombre se llamaba José Cózar y un día se presentó en el bar acompañado de un cura de Alcalá. Me invitaron a sentarme con ellos a tomar café y accedí. El cura era el padre Lara, a quien yo no conocía de vista y del que sabía sus hechos, fatales porque lo culpaban de complicidad en algunos asesinatos. Él estaba en mi misma situación: me conocía de oídas, pero no de vista. 

     En un momento dado le pregunté el porqué de aquella invitación. «Es que he oído hablar mucho de usted y tenía interés en conocerlo», comentó el cura. Como se trataba de un sujeto de cuidado, respondí: «Supongo que todo malo». A lo que replicó: «Al contrario, si fuese así, no estaría tomando café con usted». 

     Conocía toda mi historia, sabía muy bien con quién estaba hablando y empezó a tirarme de la lengua. Pero yo lo rehuía, sobre todo por tratarse de un cura de tan mala nota. Se puso a hablar de asuntos sociales y yo hacía como que no le prestaba atención para evitar la discusión que él se proponía entablar. A pesar de no decirle nada, insistía en seguir hablando con el mismo fin. De pronto, comentó que había venido de Alcalá a Algeciras y por el camino le había ido preguntando a sus acompañantes de quién era cada finca. Estos le habían respondido que unas eran del marqués de Hoyos y otras del duque de Medinaceli. «En un recorrido de tantos kilómetros, todas las tierras son solo de tres personas —añadió—. Y los hay que no tienen dónde hacerse una choza». Ese comentario me sacó de quicio y no me pude contener, que era lo que me había propuesto desde el principio. «¿Con qué fin me cuenta usted estas cosas? —le interpelé—. Sabe bien que no tengo la culpa de esas desigualdades y que he luchado y a punto he estado de perder la vida para que injusticias como esas desaparecieran. Pero usted no solo ha luchado en favor de ellas, sino que, lo que es peor, ha traicionado los principios de Dios». Él saltó rápido y me replicó: «De eso que dice necesito una explicación convincente». Entonces proseguí: «Bien, puesto que la exige, se la voy a dar. ¿No hizo Dios el mundo para todos? Ustedes, sus ministros, ¿por qué han consentido que entre tres se apropien de la tierra y se la repartan?». Ahí me cortó: «Vamos a doblar la hoja», me dijo. «Pues bien, doblémosla», añadí. Y allí nada más se preguntó y se marcharon. 

     El bien que aquel cura le hacía a Dios y al prójimo era ir a Algeciras, llenar dos maletas con medicamentos, que tanto escaseaban por entonces, y venderlos en Alcalá al cien por cien de su coste. Ese era el bien que prestaba a la humanidad: jugar con la salud de los enfermos. O mejor dicho, negociar con ellos, una conducta tan contraria a su profesión, que dice que hay que ayudar al necesitado; y este lo que hacía era explotarlos. 

     Sin embargo, lo más notable de este cura era que los medicamentos se los enviaban de Tánger a Algeciras y se los depositaban en la oficina de autobuses algecireña. Eso está relacionado con lo que vi en dicha oficina. Los guardias registraban las maletas y una vez terminado el registro escribían en ellas unas letras con tiza; supongo que sería para garantizar que no llevaban nada de contrabando. Pero, cuando llegaban a las maletas del cura, si este no había aparecido, se acercaba el empleado de la oficina y les hacía frente. «Estas son del padre Lara», les decía. Y los otros escribían las letras para que las maletas no fuesen abiertas. Es más, yo vi a los propios guardias ayudar al cura a cargarlas cuando este hizo acto de aparición.”[1] 



NOTAS

[1] Texto contenido en las páginas 272 y 273 del citado libro. Mi agradecimiento a Fran Sánchez Mazo.

sábado, 6 de febrero de 2021

A vueltas con la justicia. Un caso histórico de asesinato en Alcalá de los Gazules


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 
y de Nuestro Patrimonio 2016


Francisco Jiménez Vargas-Machuca



      Cuando era muy muy pequeñito pude observar, en primera línea, como dos hombres, ocultos bajo dos enormes cartelones que llevaban colocados encima de la cabeza, cubriéndoles rostro, pecho y espalda -lo que impedía que se les pudiera ver la cara-, eran paseados por algunas calles del pueblo. Los cartelones tenían algo escrito, que yo no pude descifrar porque aún no sabía leer. Me impresionó sobre manera que en la puerta del Bar “Los Manueles” se hiciera un alto, entrase un guardia civil, de los que escoltaban, trasladaban o vigilaban a los que entendía eran bandoleros o forajidos y saliese al minuto con un vaso de agua que dio a uno de ellos. Tuvieron que entreabrir los dos cartelones para entregarle el vaso y pude ver dos cosas que me estremecieron: que las muñecas del individuo estaban amarradas con hierros y que tenía cara de malo. Una cara desaliñada, muy sucia y con barba de varios días. Aquella noche no pude dormir pensando en lo que había visto. No recuerdo haber preguntado a nadie, nunca, aquello qué fue, por qué fue y cómo terminó. De tarde en tarde me vuelven los ramalazos de memoria y vuelvo a ver aquella cara y aquellos carteles, pero sigo en la ignorancia de su razón.

     A lo largo del tiempo he oído historias de bandoleros -que así se llamaba en mi infancia y juventud a los maquis-, secuestros políticos, económicos, luchas de clases y demás relatos parecidos que se mitifican y cuyo recuerdo se va borrando para abrir paso a la leyenda. Pero hete aquí que, por una casualidad que agradezco, mi buen amigo Don Aurelio Peral y Peral, doctor en Geografía e Historia, cuando estaba investigando en la Biblioteca del Archivo Histórico de Sevilla para su tesis doctoral “La represión franquista durante la posguerra y la reconstrucción del movimiento obrero en Sevilla. 1940-1976”, encontró un legajo, con toda una instrucción judicial, Consejo de Guerra incluido, y con dos extraordinarias sentencias, por lo singulares, de un acontecimiento ocurrido en Alcalá de los Gazules en 1944. Me la envió, junto a un cariñoso comentario que decía: “De maquis nada. De secuestro menos. ¿Quién lo mató? Lo dejaré a tu interpretación con los documentos que te voy a enviar”.

      Tendremos ocasión, más adelante, de ver, ese procedimiento judicial militar, pero, como me ha asaltado la duda de por qué en Alcalá utilizábamos la expresión “bandolero” para todos aquellos que cometían asaltos y fechorías por aquellos años de la postguerra (a veces, en voz baja, muy en privado, algunos se atrevían a pronunciar la palabra “rojo”), he curioseado un poco y he encontrado la respuesta en el magnífico trabajo “Los maquis en Casas Viejas”, de Salustiano Gutiérrez Baena.

     Se dice allí: «El término maquis es un galicismo, pero eso no le debe restar, lo mismo que no lo hace a otras palabras como restaurante o garaje. Los maquis fueron los guerrilleros franceses que lucharon contra la invasión nazi. Etimológicamente significa “matorral o lugar poblado de matorrales” y por metonimia “los hombres que se esconden en esos matorrales”. Traducido al lenguaje popular son los que andan a salto de mata por el monte, una mezcla de huidos y guerrilleros, más de huidos para los jandeños y más de guerrilleros para los malagueños. Dice la Real Academia sobre maquis: “Persona que, huida a los montes, vive en rebeldía y oposición armada al sistema político establecido. Además es el término que es utilizado por los historiadores y que más se aleja a las visiones maniqueas de unos y otros».

      Sin embargo, una circular de la Dirección General de Seguridad de 11 de abril de 1947 prohíbe expresamente utilizar el término "guerrilla" maquis o guerrilleros", debiendo utilizarse, en todos los comunicados externos e internos, en su lugar los de "bandoleros", "forajidos" o "bandolerismo".

     Los primeros documentos que me remite el Dr. Peral son dos folios, mecanografiados por ambas caras, con la Sentencia de un Consejo de Guerra celebrado “En la plaza de Sevilla el veinte y nueve de Mayo de mil novecientos cuarenta y seis, reunido el Consejo de Guerra ordinario de Plaza, para ver y fallar la sumarla número 888 del año 1944, instruida por supuesto delito de robo a mano armada y asesinato contra los procesados FRANCISCO RODRIGUEZ MORENO (a) Pichorto, de 57 años de edad, casado, del campo y vecino de Alcalá de los Gazules; JUAN LOPEZ ORTEGA (a) el Tuerto de Morata, de 48 años, viudo, vendedor de cupones, y vecino de Alcalá de los Gazules; PEDRO RODRIGUEZ ARCILLA, de 30 años de edad, soltero, del campo y de la misma vecindad; JUAN MORENO LOPEZ (a) El Palmosa, de 34 años de edad, casado, del campo y vecino de Alcalá de los Gazules; SEBASTIAN PUERTA LOZANO, (a) El Charla, de 45 años de edad, casado, del campo y de la misma vecindad que los anteriores y ALFONSA ARCILLA DELGADO, de 51 años de edad, casada, su casa y vecina de Alcalá de los Gazules, todos los que se encuentran en situación de prisión preventiva.”

      Y estos son los hechos que se enjuician:

      “Que el día 9 de Agosto de 1.944, y en el lugar denominado Cabezuela del Corchuelo, sito dentro de la finca denominada La Palmosa apareció el cadáver de su propietario, Don Guillermo Serrano Sánchez, Médico titular de Alcalá de los Gazules, y dicho cadáver se encontraba tendido en el suelo, con una herida en la tetilla izquierda y practicada una minuciosa inspección ocular, fueron encontrados en el lugar de autos y sus inmediaciones dos tacos de corcho, uno impregnado en sangre, procedente del cartucho con que se cargó el arma que produjo la herida y dichos tacos estaban hechos a mano y con el fin de acoplarlos a cartuchos recargados y adonde se encontraban varios cupones del número 185 de la rifa de ciegos correspondiente al sorteo del día anterior en Algeciras,. Que según el dictamen de la autopsia la muerte fue instantánea y causada por disparo de munición de calibre 4 o 5 con arma de fuego larga a una distancia no superior de dos metros.”

      El Tribunal, celebrado el juicio, y aunque manifiesta que “solo ha podido acreditarse la existencia de coincidencias en detalles que solo pueden amparar indicios muy superficiales en relación con la determinación de los autores, pero por el contrario se puede llegar a la convicción de que alguno de los referidos procesados al menos, conoce y sabe quiénes hayan sido los autores de la muerte del citado médico titular de Alcalá de los Gazules y oculta o proporciona la fuga del culpable que es sin duda alguna reo de asesinato, termina indicando Que debemos condenar y condenamos a los procesados FRANCISCO RODRIGUEZ MORENO (a) Pichorto, PEDRO RODRIGUEZ ARCILLA y JUAN MORENO LOPEZ (a) El Palmosa, como encubridores de un delito de robo a mano armada, con asesinato, (...) a la pena de VEINTE AÑOS DE RECLUSION MENOR a cada uno de los dos primeros, (.. ,)condena y a la pena de DIEZ AÑOS DE PRESIDIO MAYOR al último(...) Asimismo debemos condenar y condenamos a los tres referidos procesados a que abonen a los herederos de la víctima a la suma de VEINTICINCO MIL PESETAS en concepto de indemnización y por vía de responsabilidad civil (...) y por último debemos absolver y absolvemos libremente a los procesados JUAN LOPEZ ORTEGA (a) el Tuerto de Morata, SEBASTIAN PUERTA LOZANO, (a) El Charla y ALFONSA ARCILLA DELGADO, del delito de robo a mano armada de que venían acusados con todos los pronunciamientos favorables.”

Informe de Falange sobre El Tuerto


      Cabría preguntarse cómo solo con la existencia de coincidencias en detalles que solo pueden amparar indicios muy superficiales en relación con la determinación de los autores, puede llegarse a una sentencia tan dura. Pero nadie debe llamarse a engaño a este respecto. En España, en aquella dura postguerra franquista, por la vía de los hechos consumados, el derecho de presunción de inocencia era continuamente vapuleado sin piedad. Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que materialmente no existía, que todos eran culpables hasta que, con mucho esfuerzo y suerte, pudieran demostrar contundentemente lo contrario. Se trata, más bien, de la llamada presunción de culpabilidad, cuyo aforismo no puede ser otro que aquel viejo refrán español: Cuando el río suena, agua lleva.

     Decía Carrara que “la finalidad de la autoridad civil es frenar la violencia de los individuos, la del derecho penal es frenar la violencia del legislador, la de los ordenamientos procesales es frenar la violencia de los magistrados”. Es lo cierto que allá, por el año 1944, Carrara era un perfecto desconocido para todas las autoridades españolas.

      No tenemos constancia escrita de que dicha sentencia fuese recurrida por las partes, esto es, ni por los condenados, ni tampoco por el Ministerio Fiscal, por lo que técnicamente no fue recurrida, pero también existe en el legajo, -y la tengo-, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia Militar “de fecha once de abril de 1946, donde se indica al respecto, en su VIGÉSIMO RESULTANDO: Que al producirse disentimiento con la Sentencia consultada, era obligada la elevación de las actuaciones a este Consejo Supremo.

      El Auditor de Guerra de la Región en disconformidad con el parecer del Tribunal Sentenciador, estimó que los hechos perseguidos son constitutivos de un delito de intento de robo a mano armada(...) del que aparecen responsables, en concepto de autor el procesado RODRÍGUEZ MORENO, en concepto de cooperados el también encausado LOPEZ ORTEGA y en el de encubridor el procesado RODRÍGUEZ ARCILLA, por lo que deben ser condenados los dos primeros a la pena de muerte, con las accesorias legales en caso de indulto, y el último a la de veinte años de reclusión menor, (...) con cuyo parecer se mostró de acuerdo el Capitán General de la Región”, y éste, aun sin ser parte en el procedimiento, recurre la Sentencia ante la Sala Suprema de Justicia Militar de Madrid.

      Existen muchas paradojas en el juicio, quizás la principal de ellas por su importancia y por las consecuencias que ello iba a deparar, sea que el Fiscal, que en el Consejo de Guerra había retirado la petición de pena de muerte, ante la ausencia de pruebas, sólo coincidencias en detalle, aquí se adhiere a la petición de pena de muerte.

      Cuando leí la petición de pena de muerte un escalofrío me recorrió la espalda. Quien no tenía pruebas, porque así lo manifestó, ahora, en una revisión de sentencia, se atreve a pedir pena de muerte para dos procesados.

      No me lo podía creer. Es difícil creer en una Justicia así. Pero lo más grave del caso es que se pedía la pena de muerte para alguien que había sido absuelto.

     En la Sentencia de la Sala del Tribunal Superior de Justicia Militar se dice “que al tomar parte activa y continuada en ésta simulación de la destrucción y dispersión -se refieren a los cupones de los ciegos- el procesado JUAN LÓPEZ ORTEGA, alias Tuerto Morata, denuncia bien claramente un auténtico interés en ocultar las responsabilidades del delito perpetrado en esta causa, interés que conjugado con el testimonio de su presencia en el lugar del suceso criminal, en compañía del El Pichorto y ante la falta de prueba que acredite se encontrara en la hora aproximada en que aquel se realizó en otro sitio distinto, resulta lógico estimarlo como verdadero cooperador en la ejecución del hecho que se perpetró, sin el cual no se hubiera efectuado y en su consecuencia, considerarlo autor plenamente del delito.”

       Parte el Tribunal de dos indicios, el primero, el simulacro de destrucción de los cupones, en el que hubo sus contradicciones entre Tuerto Morata y el Pichorto, que de alguna manera hicieron dudar al Tribunal de la realidad de lo ocurrido con los referidos cupones y por qué aparecieron junto al muerto. Y el segundo indicio, (aquí no hay presunción de inocencia, sino presunción de culpabilidad), porque no pudo probar donde estaba a la hora de la muerte, ya que había una primera declaración que lo situaba en las inmediaciones del lugar de los hechos a la hora aproximada en que ocurrieron, que luego fue negada ante el propio Tribunal, so pretexto de que la primera fue realizada por miedo a los números de la Guardia Civil que lo interrogaba, lo cual introdujo una nueva duda que aquí se resolvió contra reo y no pro reo, como se aplica en los más modernos sistemas jurídicos, el español incluido. Con estos escasos mimbres se llegó al siguiente veredicto:

      “FALLAMOS: Que debemos revocar y revocamos la Sentencia dictada en la presente causa por un Consejo de Guerra reunido en la plaza de Sevilla en veinte y nueve de Mayo de mil novecientos cuarenta y seis y en su lugar declaramos que debemos condenar y condenamos a los procesados en esta causa FRANCISCO RODRÍGUEZ MORENO alias El Pichorto y JUAN LÓPEZ ORTEGA, alias Tuerto Morata, como autores por participación personal, voluntaria y directa en un delito previsto y penado en el Artículo cincuenta y tres de la Ley de Seguridad del Estado con la concurrencia de la circunstancia segunda de dicho Artículo, a la pena de muerte y accesorias legales para caso de indulto, de interdicción civil de los penados e inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena. Que así mismo debemos condenar y condenamos al también procesado PEDRO RODRIGUEZ ARCILLA, de conformidad con lo dispuesto en el artículo sesenta y uno en relación con el cincuenta y tres de la Ley que se menciona y en calidad de cómplice de los hechos recogidos, a la pena de veinte años de reclusión menor y accesoria legal de inhabilitación absoluta durante el tiempo de la condena y como autor de un delito de tenencia ilícita de armas, previsto y sancionado en el Artículo doscientos cincuenta y cuatro del Código Penal Común a la de dos años, cuatro meses y un día de prisión menor y accesorias legales de suspensión de todo cargo público, profesión, oficio y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena. Que así mismo declaramos que debemos condenar y condenamos al también procesado en la presente causa, JUAN MORENO LÓPEZ, alias Palmosa, como autor de un delito previsto y pensado en el Artículo sesenta y cinco de la Ley de veintinueve de Marzo de mil novecientos cuarenta y uno, a la pena de dos años de prisión menor y accesorias legales de suspensión de todo cargo público, profesión, oficio y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena y, finalmente, que debemos absolver y absolvemos libremente a la procesada ALFONSA ARCILLA DELGADO del encubrimiento del delito que se persigue por concurrir la exención establecida en el Artículo dieciocho del Código Penal Común, y al también procesado SEBASTIAN PUERTAS LOZANO, alias El Charla por no constituir infracción delictiva alguna la conducta que se refleja en los resultandos de la presente Sentencia. Para el cumplimiento de las penas privativas de libertad y si no se ejecutan las de muerte, servirá de abono a todos los condenados la totalidad de la prisión preventiva sufrida a resultas de la presente causa; en concepto de responsabilidad civil deberán los condenados RODRÍGUEZ MORENO y LÓPEZ ORTEGA indemnizar solidariamente, y el cómplice subsidiariamente, en caso de insolvencia de aquellos, a la familia de la víctima con la cantidad de veinticinco mil pesetas.”

      Tuerto Morata, de la absolución en la primera sentencia, a la condena a muerte en ésta, sin más pruebas que las que ya se habían desplegado en el primer juicio. Por decirlo de otra manera, no menos amarga, porque había quehacer lo que el Capitán General de la II Región Militar había dicho a través de su Auditor de Guerra.

     ¿Cuánto tiempo estuvieron en prisión Alfonsa y el Charla hasta que el Tribunal Superior los absolvió definitivamente? ¿Les compensó alguien su detención y prisión?

     Franco mostró gran generosidad al conmutar la pena de muerte a ambos condenados por la de treinta años de prisión.

     Sin embargo, y después de todo lo leído, me hago eco de un rumor que aún circula por Alcalá de los Gazules que dice que se sabe quién es el auténtico asesino -al parecer familiar de la víctima-, que lo hizo por venganza y que huyó a Marruecos, desde donde escribió y envió una carta diciendo que había sido él y que no se culpara a nadie de la muerte del médico, nada más que a él. Quizás eso pudiera explicar la generosidad del General Franco y la conmutación de la pena de muerte por la de 30 años de prisión.

(fuente: facebook.com)

NOTA

Las fotografías no  corresponden al artículo publicado en la Revista