sábado, 24 de febrero de 2024

La antigüedad de la primitiva Hermandad de la Columna



Ismael Almagro Montes de Oca


    Desde hace algo más de una década se viene sosteniendo que la primitiva Hermandad de la Columna fue fundada en el año de 1700, en base a una referencia que aparece en el testamento del clérigo de menores Cristóbal Jiménez de Zurita, que, como era habitual en aquella época, también quedó recogida quedó reflejada en su partida de funeral el 25 de julio de dicho año:

“En la villa de Alcalá de los Gazules a veinte y cinco días de el mes de julio de mill y setecientos años se enterro en la Yglesia parroquial de Sor Sn George Dn Xpal ximenez de surita como de edad de sinqta y dos as soltero nl y vno que fue de esta vª y clerigo de menores ordenes… mandó a la cofradía de Nª Sra de el rosario de el dulse nombre de Jesus de el Sancto christo de la coluna de Jesus Nasareno de Nuestra Sª de la soledad de las animas de el ssº Sacramento cada uno de dichas cofradía sinquenta reales de limosna…” [1]




    Como podemos comprobar, no se hace ninguna referencia a la fundación y es de suponer que existía con anterioridad a esa fecha. Sin ir más lejos, en el mismo libro de funerales hemos localizado otra partida fechada casi año y medio antes en el que, entre las Imágenes a las que se manda alguna limosna, aparece la del Cristo de la Columna:

“En la vª de Alcala de los Gazules en veinte y seis días del mes de febrº de mill seiscientos y novta y nuebe años falleció Dª Juana Maria como de edad de quarenta años natl y vezna q fue desta vª mossa soltera rescivio todos los santos sacramtos otorgo su testamto ante francisco Bapta escrivº Publico de esta vª en q mando enterrarse en la Ygª Parroquial desta vª con oficio de medias onrras y misa de concepsion, mando se le digiesen ciento y sesenta missas resadas las sesenta en la Parroquia y las cientos por mitad en los dos convtos de esta vª mando se le digiesen mas treinta misas de cuerpo preste las diez en dha Parroquia y las veinte restantes en el convto de la Vitoria manda a las tres cofradías del Nombre de Jessus sto christo de la columna y nra señora del Rosario cita en el convto de sto Domingo dos Rs a cada una…” [2]



NOTAS

[1] ARCHIVO PARROQUIAL ALCALA GAZULES. Libro 1º Funerales. Folio 227 vto.

[2] Ib. Libro 1º Funerales. Folio 214.

sábado, 17 de febrero de 2024

La visita del provisor del Obispado en 1562





Ismael Almagro Montes de Oca


    En julio de 1562 se encontraba en Alcalá D. Juan de Hoya, provisor del Obispado de Cádiz, visita que fue aprovechada por los regidores del Cabildo municipal para hacerle una serie de peticiones que creían convenientes para mejorar el bienestar espiritual de la villa, nombrando para ello a Fernando de Morales y Juan Alonso de Mesa como diputados para presentarlas a dicho juez eclesiástico.

    En aquella época, la Parroquia aún era una iglesia de pequeñas dimensiones, pidiendo los regidores que se agrandase y que se cambiara de sitio a los curas porque ocupaban mucho sitio:

“Lo pimo q se muden los escaños d los clerigos dond paresca q pueden estar mor en estos y se alargue nuestra Yglia por q donde al preste estan ocupan mucho la dha yglia ques muy pequeña”

    Le expusieron también algunas quejas sobre la desidia de los beneficiados y curas a la hora de ejercer su trabajo, pues se habían relajado hasta el punto de faltar con sus obligaciones:

“Yten q los clegos vayan con las ropas d los entierros de los difuntos como antiguamente solían fazerlo en esta villa.

   Yten q obligue a los bendos  (beneficiados) y curas a asistir a las misas de nra sra q se dicen los miércoles y sábados de mañana/ y bis de (¿?) q se dicen los lunes/ por q no vienen a las dhas misas ni las ofician sino solamte el sacristan q no es cosa condecendente a lo que convie pa el (¿?) dl culto divino.

    Pero es que, además, por culpa de esa dejadez de los eclesiásticos, había veces en que realizaban la labor de los mismos personas de clase baja, toda una ofensa en aquella época donde tan marcada estaba la distinción de las clases sociales:

"Yten q obligue a los dhos bendos y curas q aconpañen el santisymo sacramto cuando sale a visitar los enfermos llevando las varas del palio como solían pa q se puedan emplear y muchas veces toman las varas pr no hazerlo los dhos cleg (clérigos) pas baxas (personas bajas) y d suerte q no se avia de permitir."

    En aquella fecha, el Concejo, como patrono de la ermita de San Sebastián, había llevado a cabo obras en dicha ermita, que fueron costeadas con el método que solían usar para casos similares: la donación o cesión de un echo de bellotas, que era arrendado por los criadores de ganado porcino, para invertir el dinero obtenido en la obra en cuestión. Habiéndose interesado el provisor en conocer las cuentas de dichas obras, los regidores no pusieron ningún reparo en entregárselas:

“Yten q sobre la qta q a pedido de la obra de san sebastian se le informe como se a fecho con los echos q este cabildo y criadores le davan d bellota/ y q el cabildo tomava las cuentas d lo q se gastava en la dha obra/ y q estan satisfechos d las dhas qtas/ y qtas sy su md puede estar satisfecho q avido toda linpiesa fidelidad en ello pq an sido las psonas pr cuya mano se an gastado honbres d xdad y confianza.”
    La última petición que le hicieron al provisor fue que cediera la iglesia de San Ildefonso para establecer allí una escuela:

“q se le suplique q de la yglia d san ylifonso donde este la escuela de los moços por ser cosa q convie al bien d los fijos d los vos  (vecinos) desta   villa” [1]

    Esto nos indica que dicha iglesia o ermita se encontraba ya prácticamente en desuso, pues desde 1524 las tres parroquias o collaciones existentes en la villa, se refundieron en la de San Jorge, pasando a monopolizar gran parte del culto.




NOTAS

[1] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA DE LOS GAZULES. Actas de sesiones del Ayto. pleno. Legajo 3. Folio 146. Cabildo del lunes 27 de julio de 1562

sábado, 10 de febrero de 2024

El Hospital de la Santa Misericordia durante el siglo XIX (y II)





      La larga duración del Hospital de la Misericordia en Alcalá es otra característica llamativa en comparación con otros hospitales, pues la mala gestión de los mismos solía impedir la prolongación en el tiempo del establecimiento. Además, los decretos de Carlos III sobre la gestión de los hospitales hace que muchos desaparezcan, ya que la existencia de muchos pequeños hospitales que derivaban los enfermos a otros de mayor magnitud dificultaba la adecuada asistencia a los enfermos. 

      Pues bien, nuestro hospital parece sobrevivir a estos problemas de gestión: al principio, con las oportunas revisiones a las cuentas que hacía el obispo en sus visitas a la población (como en 1828, que detecta junto con el nuevo administrador, Diego Castellano, unos errores del administrador anterior[14] y, luego, con la gestión a cargo de la Junta de Beneficencia, al menos desde los tiempos de Madoz[15]. En términos generales y tras el estudio de los doce libros de cuentas que se conservan en el Archivo Municipal, el Hospital de la Misericordia no presentaba pérdidas anuales y, en caso de
terminar el año con números negativos, se trataba de pequeñas cifras que eran resueltas por el administrador. 

       En cuanto al personal que aquí desempeñaba sus funciones, podemos mencionar, de acuerdo al libro de cuentas de 1820, a un médico con un sueldo para ese momento de 264 reales; un cirujano, con sueldo de 132 reales; un enfermero, con 720 reales (es de suponer, por su sueldo, que el enfermero estuviese de manera permanente en el hospital); un sangrador, con 125 reales. 

       Además de estos sanitarios, también trabajaban de manera permanente un administrador, una lavandera y una cocinera. Cada año se contrataba también las labores de albañiles, cerrajeros, carpinteros (para el arreglo de la casa hospital y de otras propiedades) y sepulturero, notario o escribano, menos frecuentes en las partidas de gastos de los libros de cuentas.[16] 

       Los enfermos que acudían al establecimiento solían pasar entre tres y seis días ingresados. Los peores meses son los de septiembre y octubre, donde aumenta el número de pacientes, tal vez por las enfermedades propias del cambio de estación. Esto queda probado por los tratamientos empleados:
expectorantes y ungüento de estoraque (para la bronquitis). Otras recetas mencionan medicamentos como sulfato de plomo cristalizado, sulfato de quinina (antipalúdico), valeriana, crémor de tártaro (baja la presión arterial), belladona (antiespasmódico), flor de camomila, cloruro óxido de calcio,
morfina, aceite de ricino, cerato de Saturno (para los herpes), carbonato de magnesio (laxante), vejigatorio, aceites emolientes u olei castorei (eleva presión sanguínea) entre otros, además de las docenas de sanguijuelas que se seguían comprando cada mes a mediados de siglo. 

      Los alimentos comprados por el hospital también perseguían la recuperación de los pacientes, pudiendo destacar el abundante consumo de tocino, chocolate, bizcocho, aguardiente, huevos, aceite, manteca, vinagre, vino, fideos, garbanzos, arroz, especias, pan, almendras, azúcar, merengue, naranja, carne de ternera, de cerdo y pollo -alimentos empleados con los enfermos del siglo XIX en España.[17]

       En base a las medicinas y alimentos empleados, y a la descripción que nos deja Madoz y el médico De Puelles y Centeno, podemos decir que las enfermedades más frecuentes en el Alcalá decimonónico eran las fiebres intermitentes, enfermedades cutáneas, pleuresías agudas y erisipelas,
paludismo, neumonías, diarreas, catarros gastro-intestinales, tifus, tos ferina, difteria, ántrax maligno, pústula maligna y las afecciones cardiacas que parecían ir en aumento.[18]

       Algunas epidemias que padeció la población en el siglo XIX merecen ser nombradas aparte. Hablamos de las oleadas de fiebre amarilla y cólera morbo que sacudió a la población varias veces, destacando la epidemia de cólera morbo de 1854, que causó doscientas ochenta y ocho muertes (casi
triplicando la media anual de muertes en Alcalá para estas fechas). Ante la virulencia de esta epidemia, nuestro hospital, bajo la dirección del médico Miguel Centeno Arenas, no daba abasto, por lo que otros médicos de la localidad se sumaron a los esfuerzos por frenar esta oleada de muertes.[19]

       Acudiendo al libro de cuentas de 1854 observamos como el número de enfermos aumenta drásticamente en los meses de agosto (con treinta y un enfermos) y septiembre (veintisiete enfermos), prolongándose en muchos casos la estancia hospitalaria por más de diez días. Por supuesto, el hospital no dio abasto ante tanto mal, con lo que el resto de enfermos habrá que buscarlos diseminados por el término municipal, además de la población huida a cortijos y al Santuario.[20]

        Tristemente no existió un tratamiento específico para tratar la epidemia, sino que se “probó suerte” con antiflojísticos, antiespasmódicos, carminativos, sudoríficos, rubefacientes, tónicos, astringentes y revulsivos. Para finales del siglo, en cambio, se pensaba que el láudano, los enemas amiláceos y opiados, las infusiones calientes y la revulsión cutánea podían dar buenos resultados
junto con medidas preventivas como la higiene, hervir el agua y fumigar los campos.[21]

      Dejamos así, a modo de conclusión una tabla con los datos extraídos del libro de cuentas del año de 1854, en la que se observa el número de enfermos, media de días ingresados y maravedíes gastados en los cuidados de los mismos. Igualmente se reflejan los gastos en medicamentos, efectos y
cartas de caridad que se daban cuando algún alcalaíno viajaba fuera de la población para poder hospedarse y alimentarse durante su travesía. 

Cuentas del Hospital en 1854[22]


NOTAS

[14] AHDC, Sección Secretaría-Cancillería, leg. 808. 

[15] MADOZ IBÁÑEZ, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones
de Ultramar. Madrid, 1845. 

[16] AMAG, Beneficencia y Asistencia Social. Hospital de la Misericordia, leg. 408. Libros de Cuentas de 1820, 1850, 1852 y 1853. 

[17] DE LA FIGUERA VON WICHMANN, E., Las enfermedades más frecuentes a principios del
siglo XIX y sus tratamientos. Los sitios de Zaragoza. Alimentación, enfermedad, salud y propaganda. IFC. Zaragoza, 2009. P. 151-171. 

[18] DE PUELLES Y CENTENO, J. M., Como le quieran llamar: colección de artículos, discursos y
consejos. Cádiz, 1908. 

[19] GUERRERO MARÍN, F., La epidemia del Cólera Morbo de 1854. Apuntes históricos de nuestro
patrimonio: cuadernos de temas alcalaínos. Alcalá de los Gazules, 2002. P. 12-17. 

[20] AMAG. Hospital de la Misericordia. Leg. 408. Libro de cuentas de 1854. 

[21] DE PUELLES Y CENTENO, J. M., Como le quieran llamar: colección de artículos, discursos y
consejos. Cádiz, 1908. 

[22] Estos resultados han sido presentados por Eloísa Paula Toscano Gracia, Miriam Parra Valenzuela, Miguel Bernal Luque y José Luís Flores Rodríguez en una comunicación oral del III Simpósio Internacional da ANHE y I Simpósio Internacional de História de Ennfermagem da ESENFC, que tuvo lugar el 9 de noviembre de 2017 en Coimbra.

sábado, 3 de febrero de 2024

Crónicas del ambiente alcalaíno (XXVI)



Crónica publicada
 en el periódico EL SUR 
el 12 de febrero de 1921 (1)




Notas de Alcalá

Religiosa

    Se dice que muy en breve vendrá a predicar a esta Parroquia el elocuente orador sagrado de la Orden franciscana P. Úbeda.

    Los que tuvieron el gusto de escucharle cuando años atrás estuvo en esta, desean vivamente que llegue el momento de oír la hermosa palabra del ilustre franciscano.

Necrología

    Después de penosa enfermedad, sobrellevada con cristiana resignación, ha fallecido la joven señora Dª María Torres.

    A su distinguida familia damos nuestro más sentido pésame.

    También ha fallecido la respetable señora Dª María Salcedo, tía del conocido industrial y Concejal D. Melchor Fernández.

    Nuestro sentido pésame

Enfermo

    Ha marchado a Madrid, de donde le habían telegrafiado que su joven hijo Joaquín sé hallaba enfermo, la distinguida Sra. Dª Isabel Jara, esposa del Sr. Alcalde Presidente de este Ayuntamiento D. Antonio Díaz.

    Deseamos que la cosa no sea de importancia.

Estudiantes

    Se encuentran en ésta pasando unos días, los jóvenes estudiantes D. Francisco Montes de Oca, don Ildefonso Lozano, D. Antonio Diaz y D. José Espinosa.

    Que la estancia en ésta les sea grata.

Carnaval

    Han transcurrido pacíficamente los días de Carnaval, sin que por fortuna haya habido que lamentar ninguna riña e incidente alguno de importancia, a que tan propensos son estos días.

El Corresponsal.

Alcalá Gazules 9-2-1921





Crónica publicada
 en el periódico
NOTICIERO GADITANO
el 17 de febrero de 1921


De Alcalá de los Gazules

    Se encuentra en esta ciudad dando conferencia religiosas en la parroquia de San Jorge, el reverendo padre capuchino fray Fray Francisco Úbeda.

— Ha sido trasladado a la Comandancia de Carabineros de Cádiz, el oficial don Antonio Luengo.

— Después de pasar las fiestas de Carnaval al lado de su familia, marchó a esa capital el distinguido joven don Francisco Montes de Oca.

— Regresó de San Fernando, donde ha pasado unos días con su hermano, la simpática señorita Matilde Jiménez Rodríguez.

    Movimiento de viajeros:

    Marchó a Sevilla don Federico Alba.

— A Jerez, el alcalde don Antonio Díaz.

    A la capital don Andrés Benítez y don Roque Gallego.

Alcalá 17-2 921.

El Corresponsal.





NOTAS

 (1) Edición de la noche. Año II Número 28 pag 1.

(2) Diario de información y de intervención política. Año III Número 688 pag 1