viernes, 7 de febrero de 2020

Alcalá de los Gazules en la Antigüedad



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de nuestro Patrimonio 2017

Eloísa Toscano Gracia


INTRODUCCIÓN

       Si viajásemos al pasado y nos planteásemos construir una ciudad, el terreno donde se asentaría sería un elemento clave, por tanto, la elección de una zona apropiada no sería una cuestión menor que tratar con ligereza. Tendríamos muy en cuenta la existencia de una serie de elementos, entre los que podríamos destacar la visibilidad del terreno, la defensa natural del mismo, la cercanía del agua o la existencia en ese lugar de una población anterior.

      Pues bien, en el caso de nuestro pueblo contamos con todas estas deseadas características geográficas: altitud máxima de 210 metros sobre el nivel del mar, que aporta gran visibilidad y dota a la población que ocupara la Coracha de una defensa natural; abundancia de agua potable, pues contamos con un buen manantial en el propio cerro en el que se asienta nuestra ciudad, ya que se trata de una formación kárstica, algo que se observa no sólo en la existencia de este manantial sino también en las características covachas que salpican la Coracha[1]; además, los habitantes de esta zona podrían aprovechar los recursos naturales provenientes de la caza y madera de la sierra, las canteras del Aljibe y las cosechas y ganadería de la vega del río Barbate. Sin lugar a dudas, los musulmanes supieron apreciar todas estas características a la hora de asentarse pero, ¿le dieron los romanos la misma importancia a nuestro cerro?

       Si recurrimos a la etimología, el topónimo “Alcalá” hace referencia a algún tipo de fortaleza existente antes de la llegada musulmana. De este modo, sabemos que ya habría una población en nuestro pueblo anterior a los musulmanes; la cuestión aquí sería saber si esa población estaba asentada en nuestro cerro desde época visigoda, romana o prerromana.

VIAJE AL PASADO DE NUESTRO MUNICIPIO

- Alcalá musulmana

      El poblamiento musulmán no se cuestiona, a la vista están algunos de los restos que nos dejó esta población, como los tramos de muralla o la torre del homenaje. Así pues, retrocedamos aún más en busca de posibles pistas que nos dejaran pueblos anteriores.

- Alcalá visigoda

      La presencia visigoda en Alcalá queda constatada por algunos restos dispersos a lo largo del término municipal, como es el caso de Los Santos Nuevos[2]; sin embargo, en el caso de nuestro núcleo urbano no se conocen, a día de hoy, elementos típicamente visigodos. No obstante, es lógico pensar que, probablemente, en época visigoda y en los últimos años del Imperio seguiría existiendo una población en la Coracha, aunque la ciudad mostrase cierta decadencia respecto a periodos anteriores[3].

- Alcalá romana

      Pasemos, pues, a mencionar los vestigios estudiados en nuestro pueblo que avalarían la existencia de una población romana en la Coracha.

      En primer lugar, hay que recordar los restos del puente romano del río Barbate[4]. La presencia de un puente de estas características en tal lugar sólo puede explicarse ante dos posibilidades: la existencia de una calzada de gran importancia en este punto (un puente de piedra nunca está ligado a una calzada de poca importancia, donde se salvaría el obstáculo de un río de caudal temporal con un puente de barcas o un puente de madera), o bien la presencia de una ciudad cercana. También debemos hablar de los sillares y otros restos romanos en los niveles inferiores del castillo[5], dato del que se puede deducir la presencia de una edificación romana en este lugar. ¿Podría tratarse de una simple villa? Si seguimos las instrucciones de agrónomos romanos como Catón o Columela para la construcción de villae, éstas nunca debían situarse en la cima ni en llanuras que pudieran verse afectadas por las crecidas de un río, sino más bien a media ladera[6]. De acuerdo a esto, la construcción romana que hubiese bajo la torre del homenaje no sería una villa.



       En la construcción de la torre almohade se emplearon, al menos, tres lápidas romanas[7]; este hecho, sumado a la lápida romana encontrada en la Puerta Nueva, y que hoy adorna la cerca del Beaterio[8], nos hace pensar que existían enterramientos en las cercanías de la Coracha o, quizás, alguna necrópolis. La presencia de una necrópolis podría relacionarse con una villa asentada en nuestro cerro o, tal vez, con una ciudad.

       Es hora de pararnos en dos vestigios que resultan de especial importancia por la información que nos aportan en la búsqueda de un poblamiento romano de la Coracha: el nimphaneum de la Fuente de la Salada y el castellum aquae entre las calles San Juan de Ribera y Alfonso el Sabio. Ambos restos arqueológicos están relacionados con el abastecimiento de agua que, en el caso de nuestro cerro, no provendría en ninguno de los dos casos de un acueducto. Resulta necesario recordar que los romanos buscaban el agua limpia y pura para el consumo lejos de los núcleos de población, por tanto, pese a la cercanía de un río a la misma, el Barbate en este caso, el agua que abastecería la ciudad no se obtendría de aquí, sino de un lugar donde el pueblo y la contaminación proveniente de la actividad agraria y ganadera no afectase.

      Empecemos por la Fuente de la Salada, o nimphaneum, según apuntase ya Corzo en un primer estudio y ratificasen los arqueólogos Montañé[9]. Este yacimiento está compuesto por dos depósitos abovedados que guardan el agua proveniente del manantial que yace en el interior de nuestro karstico cerro. La amplia capacidad de estos depósitos nos lleva a pensar en una población de cierta importancia ya que, si este no fuera el caso, la otra explicación posible a semejantes depósitos monumentales sería la existencia de una villa de lujo en la zona, algo que resulta improbable. Los usos de estos depósitos también quedarían relacionados con la cercanía de una ciudad, ya que tanta monumentalidad en una construcción civil estaba relacionada con la propaganda política y la amplia capacidad de unos depósitos fuera de los límites de la ciudad podría estar vinculada con algún uso industrial del agua.

       Si atendemos a la ubicación y a las palabras de la Peña[10], el nimphaneum de la Salada respondería a una fuente aliviadero cuya finalidad principal no era otra que evitar que el manantial abundante del que obtenían el agua para el consumo rompiese por algún lugar no deseado. Estas fuentes aliviadero solían construirse cerca de los caminos de acceso a una ciudad con lo que, teniendo en cuenta la escarpada orografía de la cara norte de nuestro cerro y el lugar en el que se encuentran los pilares del puente romano, podríamos conjeturar que un camino de acceso a la ciudad coincidiría paralelamente con algunos tramos de la calle Nuestra Señora de los Santos.

       Pasemos ahora a desarrollar los datos que nos aporta el castellum aquae sobre una población romana en la Coracha. Este yacimiento está compuesto por cuatro depósitos, siendo uno de ellos de menor tamaño y con distinto aspecto a los otros tres. La función de este depósito menor, el tipo a bagnarola, era la de realizar una primera decantación del agua que se extraería del manantial mediante una galería de infiltración, siempre y cuando el agua oscilase entre cuatro y ocho metros de profundidad (en el caso de este depósito, la profundidad era de cuatro metros y medio). Una vez que el agua extraída era decantada, rebosaba de este primer depósito hasta otro depósito por medio de un sistema de canalización[11].

      El depósito tipo bagnarola, al igual que en el depósito de función similar hallado en la sierra de Aznar, muestra mayor elevación que las demás cisternas, aprovechando así la propia pendiente del terreno para el transporte del agua de una cisterna a otra[12]. Que la pila de decantación, la bagnarola, se encuentre en el mismo lugar que los depósitos de distribución y almacenaje nos habla de una ciudad de tipo medio, pues las grandes ciudades tenían la piscina de decantación separada de los depósitos de distribución[13].



       Otra pista que probaría la existencia de una ciudad romana es la propia utilidad del castellum aquae, que contaba con tres depósitos de los que saldría un emisario para las fuentes públicas, otro para edificios públicos como termas y un tercer emisario que abastecería de agua a las casas de aquellos particulares que hubiesen contratado el servicio, por supuesto, esto último era bien vigilado por los publicanos, es decir, los funcionarios que recaudaban impuestos[14]. Igualmente, relacionado con el castellum aquae, debemos mencionar la posible existencia de unas cloacas, algo que reafirmaría la idea de una ciudad romana bajo nuestros pies.

¿Alcalá prerromana?

      Una vez que hemos enumerado los restos que nos hablan de la posible existencia de una ciudad romana en el cerro de la Coracha, podemos apuntar varias pistas más que nos darían otro motivo por el que se ubicarían los romanos en nuestro cerro: la existencia de un poblamiento anterior en el mismo. Actualmente, no se han encontrado restos materiales que aseguren esta teoría, con lo que, la lectura de las siguientes líneas debe entenderse como una simple hipótesis más o menos plausible, pero no confirmada.

       Partiendo de los sillares que sustentan la torre del homenaje almohade, podríamos hablar de una construcción defensiva romana en este emplazamiento y, teniendo en cuenta las características de este enclave, quizás pudiésemos hablar de la existencia de un oppidum o castrum prerromano en este lugar, ya que estas fortificaciones solían erigirse en zonas elevadas y pedregosas, con amplia visibilidad y defensa natural del terreno.

      Además, el depósito tipo bagnarola del castellum aquae es un elemento constructivo típico de los pueblos prerromanos, de influencia cartaginesa. Solían estar excavadas en roca, aunque los romanos les hicieron mejoras posteriores cubriendo sus paredes de opus signinum, como es nuestro caso[15]. El hallazgo de este depósito podría significar el poblamiento prerromano de la Coracha, como ya quedara mostrado en el caso de Zahara de la Sierra, donde también se halló un depósito bagnarola[16].

     Los nimphaneum en ocasiones no son más que la continuación por parte de los romanos de cultos o usos anteriores a éstos[17]. Así pues, cabría preguntarse si la Salada tuvo un origen anterior al romano por remoto que nos parezca, algo que no sería tan descabellado ya que un acuífero como el de la Coracha rompería en forma de manantial por algún lugar (independientemente que hubiera o no una población asentada en nuestro cerro), pudiendo ser utilizado por moradores de esta zona anteriores a los romanos. “Efectivamente, el agua es sumamente necesaria tanto para la vida en sí como para nuestras satisfacciones y para el uso diario” palabras de Vitrubio que pueden aplicarse a cualquier sociedad, tanto anterior como posterior a la romana.

      Si recurrimos nuevamente a la etimología y pensamos que la ciudad romana de esta zona y mencionada en las fuentes, Lascut, coincide con la ciudad romana que se haya en la Coracha; la propia raíz del nombre de la ciudad ya haría referencia a una palabra de origen semita, por lo que Lascut tendría un origen anterior a los romanos, cosa que también avalan las monedas libio-fenicias de esta ciudad[18].

POSIBLE RECONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD ROMANA

       Comentados los vestigios que apoyarían la existencia de una ciudad romana en la Coracha, cabría preguntarse cómo sería la misma. Resolver esta cuestión no es tarea sencilla, ya que son pocos los estudios arqueológicos que se han hecho al respecto en nuestro pueblo. Pese a ello, partiendo de los datos que tenemos y del urbanismo romano clásico que conocemos, intentaremos hacer un ligero esbozo de lo que pudo ser el urbanismo de esta ciudad.

       En primer lugar, la ciudad se ubicaría en la zona más elevada del cerro, casi coincidiendo, tal vez, con el perímetro amurallado posteriormente por los musulmanes. Esto sería así en base a la ubicación del castellum aquae (solían estar dentro de la ciudad y cercanos a la muralla, aunque los restos de muralla anexos hoy a este yacimiento son de época almohade y no romana) y de la lápida romana de la Puerta Nueva (si podemos relacionar esta lápida con una necrópolis, hablamos sin duda de una zona fuera del límite de la ciudad y junto a algún camino de acceso a la misma).

       Suponiendo que el poblamiento de la Coracha sea prerromano, creemos que éste se encontraría en la zona más elevada, es decir, en las inmediaciones de la torre del homenaje, la cerca del Beaterio y parte de lo que hoy es el parque de la Coracha. Las construcciones de este oppidum ocastrum (según fuese su tamaño), responderían a un recinto amurallado con algunas habitaciones. Posiblemente, siempre y cuando la teoría de un poblamiento prerromano sea correcta, los hispanorromanos habrían efectuado algún cambio en la construcción anterior y habrían ampliado la ciudad anexa a los restos prerromanos. ¿Por qué anexa y no sobre la población prerromana? 

      Volvemos aquí al tema de la localización del castellum aquae y a una cuestión puramente pragmática: los depósitos se encuentran bastante más bajos que la zona del castillo, con lo cual, llevar el agua a esta parte resultaría más complejo por los casi veinte metros de desnivel que deberían salvar.

       Seguramente, cercano al castellum aquae se encontrasen los edificios públicos a los que abasteciera de agua, es decir, en las proximidades estarían las termas y fuentes públicas. Igualmente debemos creer en la existencia de cloacas, al menos bajo el trazado de las calles principales.

       Haciéndonos eco de las teorías que avalan el sincretismo religioso de distintas culturas, es probable que parte del solar que ocupa hoy nuestra parroquia fuese ocupado anteriormente por una mezquita, que hubiese aprovechado los restos de algún templo o edificio público romano. Si la fusión y asimilación de algunos elementos religiosos entre distintas culturas se hubiese cumplido en nuestro pueblo, el templo romano o edificio público se hallaría en el centro de la ciudad, que se vería atravesado por el cardo y decumanus maximus.

      La idea del centro cívico romano bajo parte de la plaza Alta no sería tan descabellada si pensamos que esta zona ya fue la plaza de armas medieval. En cuanto a la orientación del cardo maximus y decumanus maximus (habitualmente Norte-Sur y Este-Oeste respectivamente) que cruzarían el centro de la ciudad, debemos pensar que probablemente se vio influenciada por la propia geografía y orientación del cerro de la Coracha.

       La entrada a la ciudad romana, desde la calzada con rumbo a Oba (Jimena de la Frontera)[19], tomaría una dirección hacia el nimphaneum de la Salada y, una vez allí y por lo escarpado del relieve, podría seguir hacia la Puerta Nueva. La existencia de otras posibles entradas y caminos secundarios queda abierto a futuras investigaciones.

       Ya fuera del perímetro de la ciudad romana y próximo a los caminos de acceso a la misma se encontraría la zona de necrópolis, quizás aledaña al camino de la calle Miguel Tizón[20].

       Comentado todo esto, cabe preguntarse qué utilidad tenían los depósitos de la Salada, pues quedaban fuera del límite de la ciudad y ya existía dentro de ésta unos depósitos que cubrirían las necesidades de agua de la población. La utilidad de la Salada es clara en época musulmana, pues este pueblo no conocía la existencia de los depósitos del castellum aquae, pero ¿qué utilidad tuvo en época romana? Tal vez la cercanía de una zona industrial explique el motivo por el que se situó en este lugar y no en otro la fuente aliviadero y su monumentalidad. La idoneidad de esta zona para ubicar las industrias radica en la cercanía al camino de acceso a la ciudad y a la calzada, y en la proximidad del Barbate, al que se verterían los residuos originados a lo largo de la producción industrial.

        Volvemos a recordar que lo mencionado en este apartado no es más que una aproximación basada en los vestigios hallados y estudiados hasta el momento, a la orografía de la Coracha y a la planimetría típica de las ciudades romanas. La localización exacta de los elementos urbanísticos mencionados tendrá que esperar a futuros estudios arqueológicos e históricos que esperamos se realicen en nuestra localidad.



NOTAS

[1] PULIDO BOSCH, A. El karst y la karstificación y BENAVENTE HERRERA, J. Acuíferos y aguas subterráneas en Manantiales de Andalucía, coord. CASTILLO MARTÍN, A.

[2] CORZO SÁNCHEZ, R. La basílica visigoda de Alcalá de los Gazules. Estudios de Historia y de Arqueología Medievales, 1. Cádiz, 1981.

[3] Es importante recordar la crisis del siglo III y cómo afectó con virulencia a regiones como la Bética. Es a partir de este momento que los poderes locales van abandonando las ciudades para eximirse de las obligaciones fiscales cada vez mayores. La llegada de pueblos invasores también será un punto de inflexión a tener en cuenta.

[4] CORZO SÁNCHEZ, R. y TOSCANO SAN GIL, M., Las vías romanas de Andalucía. Sevilla, 1992.

[5] MONTAÑÉS CABALLERO, M. y MONTAÑÉS CABALLERO, S., Novedades: El Castillo de Alcalá de los Gazules, RAMPAS, 6. 2003. MONTAÑÉS CABALLERO, M. y MONTAÑÉS CABALLERO, S., El castillo de Alcalá de los Gazules. La recuperación de un patrimonio olvidado, Anuario Arqueológico de Andalucía. 2004. RAMOS ROMERO, M., Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz. Alcalá de los Gazules.Cádiz, 1983. ROMERO DE TORRES, E.,Catálogo monumental de España. Provincia de Cádiz (1908-1909). Madrid, 1934.

[6] CATÓN: Agr.1.1. y COLUMELA: 1.5.

[7] MADOZ IBÁÑEZ, P., Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo I. Madrid, 1845.

[8] RAMOS ROMERO, M. Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz. Alcaláde los Gazules. Cádiz, 1983.pp. 161 ss.

[9] MONTAÑÉS CABALLERO, M. y MONTAÑÉS CABALLERO, S., La Fuente Salada de Alcalá de los Gazules. Dos mil años ofreciendo agua, Apuntes históricos de nuestro patrimonio: cuadernos de temas alcalaínos. Alcalá de los Gazules (Cádiz), 2003.

[10] DE LA PEÑA, J. M., “Sistemas romanos de abastecimiento de agua”, en www.traianvs.net el 20-11-2016.

[11] MONTAÑÉS CABALLERO, S. y MONTAÑÉS CABALLERO, M., Actuación arqueológica de urgencia. C/ San Juan de Ribera y Alfonso el Sabio. Alcalá de los Gazules (Cádiz), Anuario Arqueológico de Andalucía.2006.

[12] RICHARTE GARCÍA, M.J., Informe sobre la actividad arqueológica realizada en el yacimiento íbero-romano de la Sierra de Aznar (año 2000), Arcos de la Frontera (Cádiz). Anuario Arqueológico de Andalucía.2001.

[13] DE LA PEÑA, J. M., “Sistemas romanos …”pp. 253.

[14] GARCÍA QUINTAS, M. M. Algunas implicaciones jurí dicas sobre la conducción de agua a la Roma Antigua. Anuario Jurídico y Económico Escurialense. 2011. ARGENZIANO, P. De Aquaducta urbis Romae di Sesto Giulio Frontino. Atti del 1º Convegno Nazionale.2006.

15] RUÍZ ACEVEDO, J. M. Y DELGADO BÉJAR, F., Abastecimiento de agua en las ciudades prerromanas, Revista de Arqueología. 1992.

[16] COBOS RODRÍGUEZ, L. M. e IGLESIAS GARCÍA, L., Captación y almacenamiento del agua en el “oppidum” iberorromano de Zahara de la Sierra (Cádiz), Actas del Congreso Internacional AQVAM PERDVCENDAM CVRAVIT. Cádiz, 2010.

[17] MONTAÑÉS CABALLERO, M. y MONTAÑÉS CABALLERO, S., La Fuente Salada de Alcalá de los Gazules. Dos mil años ofreciendo agua, Apuntes históricos de nuestro patrimonio: cuadernos de temas alcalaínos. Alcalá de los Gazules (Cádiz), 2003.

[18] CORZO SÁNCHEZ, R. “Sobre la ubicación de algunas cecas de la Bética” NVMISMA. Revista de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Numismáticos, Madrid, enero- junio de 1982.

[19] CORZO SÁNCHEZ, R. y TOSCANO SAN GIL, M., Las vías romanas… pp. 73-74.

[20] ALMAGRO MONTES DE OCA, I., “Verdades y mentiras en torno al Bronce de Lascuta” en http://historiadealcaladelosgazules.blogspot.com.es/2014/11/verdades-y-mentiras-en-torno-al-bronce.html el 20-11-2016. 


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