sábado, 14 de noviembre de 2020

El alcalde que prohibió leer un periódico



Ismael Almagro Montes de Oca 

       Que los partidos políticos intentan controlar y adoctrinar a través de los medios de información afines es un hecho innegable. Esta situación se remonta a los orígenes de la propia prensa y lo hacían con los medios de que disponían en su tiempo. Lo que a continuación se narra ocurrió en Alcalá en 1840. El alcalde consiguió prohibir que en el local de un vecino se leyera determinada prensa e incluso el periódico EL ECO DEL COMERCIO se quejaba de que, en nuestro pueblo, no le llegaban los ejemplares a los suscriptores. El artículo apareció publicado en este medio bajo el título de “ATENTADO CONTRA LA IMPRENTA” y en el mismo, se denuncian además irregularidades cometidas por el ayuntamiento alcalaíno. 

     “CADIZ 4 DE ABRIL - Si dijésemos sin aducir pruebas que el partido reaccionario, esa fracción que no reconoce freno alguno cuando trata de perseguir a sus contrarios, había llevado el furor de sus venganzas respecto a nosotros hasta el punto de prohibir la lectura de nuestro pobre é inofensivo diario en algunos pueblos de la provincia, ¿seriamos creídos? Seguramente nos calificarían de visionarios o de calumniadores, porque hay cosas de tal naturaleza que solo viéndolas pueden ser creídas, y aun en este caso todavía queda lugar a la duda, puesto que muchas veces se engañan los sentidos materiales. Sin embargo, nuestras quejas son harto fundadas y sostenidas en hechos auténticos y en providencias judiciales. 

     Vea el público la copia ó extracto de una esposicion dirigida desde Alcalá para entregarla á la primera autoridad de la provincia y podrá juzgar con conocimiento de causa. 

      <<Excmo. señor. —D. José Moreno Jiménez, vecino de la villa de Alcalá de los Gazules, a V. E. espone: Que temiendo las venganzas que consigo traen las divisiones de los partidos, hice presente a V. E. en el mes próximo pasado, que en mi tienda, sita en la plaza de la Cruz, se leían los papeles públicos. V E. pasó mi espuesto con su decreto á este señor alcalde primero, el cual me citó á la escribanía de don Francisco Espinosa, y en ella me prohibió judicialmente la lectura de dichos papeles. Obedecí la orden cual acostumbro hacerlo con todas las que se me comunican, sin meterme á averiguar si son ó no conformes á las leyes. Mas en la noche de este día se me hizo saber por el escribano don Carlos Roa, un auto, fecha 15 del actual, en el que se me prohibía también la lectura en mi tienda del diario que en esa plaza se publica bajo el título de EL NACIONAL, previniéndome que de no cumplimentar en todas sus partes el auto, me pararían graves perjuicios. 

      «Ahora bien: juzgue V. E. cual sería mi sorpresa al oír semejante intimación, pues un ciudadano que en 19 años que siguió la honrosa carrera de las armas, y en 21 que hace vive retirado en esta villano ha sido jamás reprehendido ni amonestado por las autoridades , se encuentra hoy amenazado por el solo hecho de leer en su casa los papeles públicos a presencia de catorce vecinos, suscritores a ellos, entre los que apenas se encontrarán dos que sepan leer; y le sucede esto cuando impera la constitución que consigna en uno de sus artículos la libertad de imprimir y de leer. 

     El esponente, señor, se considera agraviado por este alcalde, a quien las leyes deben castigar severamente: la garantía que la ley concede á los ciudadanos le ha sido arrebatada al que reclama, sin causa alguna para tal despojo. Nada tienen que ver los lectores con que el escritor se esceda ó deje de escederse: si éste falta, suprima el gobierno la producción por los medios que las leyes previenen; mas no se arranquen las garantías que las mismas conceden al ciudadano pacífico. 

     Ni aun el pretesto de que la lectura de un periódico pudiese remotamente turbar el orden, tendría cabida en el caso actual, porque fiel observador yo de las leyes, mi casa no sería susceptible de tal resultado. En este concepto, y estando amenazado de sufrir mayores vejaciones como sobre otros han caído , se acoge el exponente a la PROTECCIÓN de V. E. , y le suplica: 

     «Que en vista de lo espuesto se digne mandar á este alcalde primero que no me quite las garantías que la ley me acuerda; y sí es que por algún enemigo de la constitución de 37 le han propuesto alguna falsedad, mande para el acto de la lectura, persona de su confianza que lo presencie hasta el fin. Gracia que pido &c. Alcalá 21 de marzo de 1840.- Sigue la firma.» 

      Ahora bien; ya el público ha leído la esposicion, y podrá formar un juicio exacto del hecho que denunciamos y de los comentarios que nos proponemos hacer. Nadie dirá ya que nuestras quejas son supuestas o escesivamente abultadas; pues que basándolas en un hecho público y tan auténtico, nos colocamos en muy firme terreno. 

     El periódico nuestro ha sido suprimido en Alcalá de los Gazules, ó lo que es lo mismo, ha sido prohibida la lectura de él por la autoridad económica y gubernativa de la villa. (1) ¿En qué ley se ha fundado dicha autoridad para proceder de una manera tan escandalosa? ¿Y este hecho será absolutamente aislado, sin subordinación á regiones más altas, sin deber su origen a instigaciones de partido? Difícil es creerlo, y cada vez se hace más increíble si se vuelve la vista al resultado de las célebres elecciones de enero último. 

     En nuestro entender ha intervenido en el esceso del alcalde de Alcalá, no solo el influjo del bando reaccionario, á quien estamos muy agradecido por la importancia que da a nuestras producciones y doctrinas, sino el temor de algunos hombrecitos de Alcalá contra quienes hemos escrito por su mala comportación en los sucesos pagados y en la administración de los fondos que manejan. 

     Que el espíritu de pandillaje ha arrastrado al alcalde a cometer un esceso punible, lo dice bien terminante la historia de las elecciones, en que se faltó sin pudor á la ley , haciendo aparecer nombres electores que jamás gozaron de tal categoría; ocultando las listas que debieran estar fijas al público por el tiempo prescrito, persiguiendo á los que de tales atentados se quejaron, injuriando á un respetable ministro del altar por oponerse a sancionar con su firma documentos reprobados y reprobables, sosteniendo la diputación provincial, gefe en Cádiz de ese partido, un comisionado en averiguación de hechos, que ni a la dicha respetable corporación competen, ni mucho menos puede ésta delegar facultades de que no goza, y en suma, todos los pasos ya públicos, ya menos públicos, que desde el mes de diciembre se han dado en dicha villa con el objeto de asegurar la elección al partido que triunfó, demuestran que ese pueblo se encuentra supeditado y a merced de los corifeos del bando reaccionario, con quienes nuestro Nacional está siempre en pugna. 

     Y estando esa villa sometida á los caprichos de tales hombres; y siendo el Nacional la batería que rompe todas esas murallas de iniquidad que á la sombra del misterio pretenden sostener, ¿seri increíble, será difícil que la prohibición formulada contra él sea obra propia y esclusiva de la venganza de nuestros enemigos? ¿Se necesitan más incidencias que refuercen el grupo de síntomas que en la medida aparecen? 

     Pero aún hay más. No solo el espiritu de partido ha tenido participación en este asunto; un interés menos noble, menos tolerable, más digno de corrección, es en nuestro entender el instrumento que ha obrado el crimen que contra la libertad de imprenta, contra la Constitución y contra la legal libre acción de los ciudadanos de Alcalá, ha cometido su alcalde; atentado tan horrible, que si no se castiga abre la puerta á la ruina completa del sistema político que sustentamos. Y no se crea que nuestras plumas son movidas en esta ocasión por el mezquino interés de que al periódico que redactamos se le priven de algunas suscriciones: en esfera más elevada nos colocamos al mirar la cuestión, pues si por aquel hubiéramos de escribir, no lo haríamos por no degradarnos; prescindiendo de que las prohibiciones imprudentes aumentan el valor de lo prohibido, aguijoneando la curiosidad del que no lo ha visto. Dígalo Fr. Gerundio, cuyo periódico se solicita en Cádiz con ansia desde que le suspendió en Madrid un capitán general imprudente y arbitrario. 

     No hace muchos días que por noticias particulares indicamos que se trataba de hacer en Alcalá uno de esos que el vulgo llama chanchullos, y en castellano picardías, sobre el remate ó subasta de una dehesa. No nos esplicamos entonces con más claridad, porque no lo creímos oportuno; mas nuestra indicación sirvió para poner en alarma a los interesados y para que decretaran la persecución de nuestro papel. ¡Miserables! ¡Pensaban conseguir por este medio que el eco de la verdad se sofocase para no ver descubiertas sus maquinaciones! ¡Ni aun nuestra moderación les sirvió de freno! 

     No dijimos en aquel articulo todo lo que sabíamos sobre la materia, ni sobre otras cosas en que la diputación se encontraba mezclada, porque aún no era tiempo.—Ni publicamos que el aprecio de la dehesa conocida por del Torero ascendió a ocho mil reales, y que según nos afirman solo aparece rematada en tres mil, á pesar de haber pululado los licitadores, entre los cuales se encontraba un tal N. Megia que ofreció mas del aprecio, pero á quien se intimidó por un quidan con plumas para que no formulase proposición.—No dijimos nada con estension sobre el arbitrio de ciento cincuenta mil reales, que la diputación provincial, tal vez como en premio de sus buenos servicios, concedió a ese ayuntamiento de Alcalá. Por todos estos puntos pasamos rápidamente sin quererlos profundizar en gracia á consideraciones particulares, olvidando al propio tiempo cierta revista que se hizo en una suerte de leña, porque creímos que el fiscal del ramo tomaría sobre sí la averiguación de un hecho que andaba de boca en boca. Mas ya que entonces dejamos de denunciar abusos fiados en que las autoridades los corregirían volveremos á la carga hasta conseguir el objeto. Y no se crea que nos asiste el menor deseo de venganza: nos son muy despreciables esos enemigos, para ocuparnos de ellos. 

     En vista de lo que llevamos expuesto, podemos deducir con sobrada lógica, que la prohibición que nuestro Nacional ha sufrido en Alcalá de los Gazules, es hija de las maquinaciones del bando reaccionario y suscitada por los gefes de él, para lograr uno de sus objetos: que en esta persecución se ha mezclado el interés rastrero y mezquino de algunas personas que viven explotando ciertos abusos dignos de estincion... 

     Y en una palabra, que el partido que á tales medios apela ni es ni puede ser nunca liberal, porque enemigo de estas instituciones es quien las quiere destruir por sus cimientos. 

     Y no se diga en descargo da la bandería, que este hecho es o puede ser aislado sin ninguna participación del partido, porque podremos desmentir tal aserto con pruebas irrefragables Un hombre que se pavonea con el nombre de gefe y director del bando en esta provincia, está demasiado complicado en los sucesos que denunciamos; además que esta misma conducta es la observada constantemente por ese bando en todos los ángulos de la monarquía. Algunos hechos análogos podríamos citar en corroboración de nuestra hipótesis, sí no hubiera salido tan extenso este artículo, pero otro día lo haremos cuando hayamos de hacernos cargo de la respuesta que se nos dé.” 

(1) Preciso es añadir que de los suscritores que contamos en Alcalá, algunos se quejan de no recibirlo por el correo. Qué, ¿no bastará la persecución que á nuestro papel hace el alcalde Lugo…?”[1]

NOTA: esta caricatura no se corresponde con la edición impresa


NOTAS

[1]Edición del 13 de abril de 1840 de El Eco del comercio n.º 2.174, página 4. 

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