sábado, 12 de julio de 2025

El asesinato de Felipe González (I)





Aproximación al funcionamiento de la justicia en Alcalá de los Gazules
a mediados del siglo XVII a través de su proceso criminal



Ismael Almagro Montes de Oca



    Aunque hayamos etiquetado este artículo como “crónica negra”, es preciso aclarar que, si bien se trata de un trágico suceso, no es estrictamente una crónica, porque cuando los hechos ocurrieron, ni siquiera existía la prensa en nuestro país.

    Los acontecimientos que a continuación vamos a dar a conocer, aparecen minuciosamente detallados en los Autos de Justicia que se siguieron en el año 1656 contra varios vecinos de Alcalá, y lo que empezó por un robo en una tienda, derivó en un asesinato, confesado a base de torturas, que son descritas con toda crudeza y acabó con un ahorcamiento.

    El proceso criminal seguido contra estos individuos, nos sirve para hacernos una idea bastante aproximada de cómo funcionaba la justicia en aquella época, impartida directamente por el alcaide corregidor de la villa, en aquella fecha D. Francisco Carrión Merodio, quien el 23 de abril de dicho año  tuvo noticias de un robo que se había perpetrado la noche anterior en la tienda de Matías Vidal. Sin mediar denuncia (al menos no consta en los Autos) el corregidor decidió por su cuenta iniciar pesquisas para averiguar quién había cometido el robo. Ese mismo día, en compañía del escribano y dos testigos, fue a la tienda a tomar declaración al dueño, quien confirmó el robo:

    “en la noche pasada sábado como a la ora de las animas cerró su tienda y se fue a su casa, esta mañana hallo el candado roto y que se avian llebado del cajon ciento y treinta Reales de cuartos y una surtija de una piedra berde y otra con cinco piedras verdes una tenbladera de plata con un asa menos y que no sospecha quien los robo y que anoche a la prima estuvo en su tienda Baltasar hijo de rendon que compro un sombrero” [2]

    Ante la falta de sospechosos, el corregidor tomó una decisión un poco curiosa. Acudió a la taberna de Juana Rodríguez para averiguar quién estuvo allí la noche anterior. La tabernera dijo que estuvo el harriero Manuel González, a quien tomó declaración el corregidor, sin encontrar indicios de que estuviese implicado.

    Al día siguiente, a los dos de la tarde, varios vecinos, Juan Gómez Correa, Sebastián Romero, Bernardo de Arriaza, Francisco Rodríguez y Matías Vidal, sorprendieron en la Mancebía a un esclavo de Francisco de la Fuente, conocido por Alí moro (lo que delata su procedencia) con una taza de plata en las manos y lo detuvieron. Fue llevado al castillo, donde el corregidor le tomó declaración y al no ser cristiano, “juró y dixo que según su ley profeta dirá verdad”. Confesó no saber nada del robo de la tienda y explicó cómo llega la taza a su poder: 

    “que antes de anoche bentidos de este mes como a las tres de la madrugada trujeron muerto a don diego Camacho a las casa de Don Juan Camacho su padre y este declarante benia detrás de toda la gente que le traya y entro en la casa puerta de la dha casa de don juº camacho y allí hallo dos capas y debajo dellas estaba la taça de plata que se le a mostrado y le fue hallada y que luego vinieron dos moços de arcos que una se llama niculas y otro se llama juan de molina que habían ydo alumbrado con dos hachas el difunto y alçaron las dos capas y anduvieron mirando por el suelo con que este declarante presumio que buscaban la dha taça” [2]

    Tras su declaración, fue registrado por el corregidor en busca de las sortijas, pero no le encontró nada y lo mandó meter “en la quadra del castillo que sirve de carbonera donde estuvo como una ora y de allí fue entregado al (tinta desvaída) y llebado a la cárcel”

    Al día siguiente, el asa que le faltaba a la taza robada fue localizada en el sitio más insospechado:

    “en martes por la mañana vte y cinco de este dho mes se hallo en un poyo de la dha carbonera del castillo donde estuvo preso el dho moro un asa de plata quebrada que se ajusto en la taça de plata que se le hallo al dho moro y por la quebradura pareció ser de la dha taça y el sor corregidor lo mandó poner por deligencia en estos autos”

    Tras el hallazgo, el corregidor ordenó hacer averiguaciones sobre las costumbres del moro y si había cometido otros hurtos.

    Ese mismo día acudió a declarar el regidor Antonio Cordero de Medina, asegurando que una noche sorprendió a Alí moro dentro de su casa, lo echó, cerrando las puertas y más tarde las forzaron, llevándose 50 reales. Buscó a Alí, hallándolo en el campo. Éste le confesó el hurto y quedó en devolverle el dinero.

    Un par de semanas más tarde, el 7 de mayo, el corregidor, que se encontraba enfermo, recibió noticia de que un religioso había llevado a Matías Vidal las dos sortijas robadas, dando comisión a Pedro de Castro Santa Elena, alcalde ordinario, para que lo verificase,

    Al día siguiente, Pedro de Castro se presentó ante el tendero y le volvió a tomar declaración. Dijo que después de apresado el moro Alí, le llegó un religioso de la Orden de San Francisco de Paula, conventual en esta villa y le comunicó que una persona, bajo secreto de confesión, le había entregado dos sortijas que Alí le había empeñado en 14 reales, dándoselas el fraile a Matías Vidal, que las reconoció como suyas.

    Tomó declaración igualmente a Amador Coslada, vecino de Alcalá, quien señaló que “el dho moro tiene fama publica de ladrón” y que haría unos tres años, estando trabajando de capataz en Cabeza Redonda, su amo le envió cecina, que guardó en la bodega y una noche descerrajaron la puerta y se llevaron junto con seis arrobas de vino y, haciendo diligencias, supo que Alí moro lo había robado “y asimesmo sabe de publico que por el agosto pasado de mill y seiscientos y cinquenta y cinco en el camino de la fos junto a la mojonera de este termino se hallo muerto a un harriero forastero con heridas y esto fue cerca de las tierras del dho franco de la fuente donde entonces asistía el dho moro el cual es publico que mato a el dho moro y lo robo y así se lo dixo a este testigo Juº Min (Juan Martín) Polayna y anton de la cida y que en el dho tienpo avia el dho moro bendido arcas y umayna y rajuela y le avia quitado al dho harriero = y que miguel de espinola le dixo a este testigo que el dho ali moro avia llegado a una taberna por bino y que la tabernera no se lo avia querido dar por no darle el dinero a lo cual el dho ali moro avia sacado un puño de doblas de oro y las avia mostrado a la tabernera y abia dho aquí tengo con que pagarte y que le avia parecido mal que el dho moro tuviese tanto dinero”



    En los días siguientes, el alcalde ordinario se dedicó a seguir la pista de las telas robadas. El día 16 tomó declaración a Leonor Domínguez, mujer de Francisco González, quien reconoció que haría unos seis meses, estando en casa de su hija María del Moral, entraron Pedro López y su mujer María, taberneros, naturales de Sevilla, pero que llevaban tiempo viviendo en Alcalá. Esta última llevaba una pieza de tela para que le cortasen un poco de ropa. La tela tenía una mancha que parecía ser de agua de mar y Pedro López dijo “que era porque el dho lienço se lo avia dado el dho ali moro que lo tenia enterrado en un pajar que se llobia y que de eso era la mancha y que le avia dho el dho moro que el dho lienço se lo avia enbiado su hermano el de cadiz”

    La misma testigo relató que había oído decir a Juan Sánchez, porquero de Francisco de la Fuente, que una noche llegó al cortijo de la Dorada un forastero a caballo pidiendo posada y se la dieron y que éste llevaba dinero porque sonó. Después de acostados, Alí llamó a Juan Sánchez y le dijo “que si quería que mataran a aquel ombre porque llevaba dinero”. El porquero se escandalizó y estuvo toda la noche haciendo guardia al hombre que dormía para que no lo matara, hasta que por la mañana despertó y se marchó, dándole el forastero un real a Alí en agradecimiento por la posada.

    A esta declaración le siguieron otras, de personas que aseguraban haber visto a Alí vendiendo las telas, y de otras que ratificaban el robo del vino que hizo el moro en Cabeza Redonda tiempo atrás.

    Mientras tanto, En Écija, Aldonza Violante, viuda de Felipe González, que así se llamaba el harriero forastero que apareció muerto, el 18 de mayo decidió interponer una querella contra los autores del asesinato de su marido, para lo cual dio un poder a Francisco López, su hermano, quien días más tarde se desplazó a Alcalá y se presentó ante el corregidor:

“franco lopez vezº de la ciud de ecija en ne y en virtud del poder que tengo de Aldonça mi hermª viuda de Phelipe gonçalez mercader su marido difunto como mejor aya lugar me querello criminalmente de Ali de nacion moro esclabo de franco de la fuente y de los demás que resultaren culpados en el progresso desta causa y digo que haciendo viaje el dho Phelipe gonçalez por esta villa por el mes de agosto del año pasado de mil y seis cientos y cinqta y cinco con una carga de lienços de creas y umaynas y otros géneros mercantiles en que tratava y conque solía hacer viajes hacia la dha ciud de Esija (ilegible)do de transito por el termino desta villa y sitio de la dorada que esta en termino de ella donde el dho franco de la fuente tiene una cassa de campo o cortijo el dho Ali moro llevado de su mal natural y peores costumbres ajustadas a su (¿?) aviendo salido el dho Phelipe gonçalez del mesón de franco de la Vega la víspera de San Lorenço nueve de agosto del dho año con un cavallo Vayo quatralbo cargado de los dhos lienços y mercadurías fue a parar y hacer hornada en la cassa y cortijo del dho sitio de la Dorada que es del dho franco de la fuente donde estava el dho Ali moro que de ordinaria asistía en ella y allí remanesio muerto el dho Phelipe gonçalez y robados los lienços y demás bienes que llevaba en la dha carga =”



    En la querella, se argumentaba que era evidente que Alí moro había cometido el asesinato porque tenía fama de jugador y ladrón, habiendo cometido muchos delitos de hurto y porque en aquella fecha estuvo vendiendo partidas de lienzos y otra mercadurías. Asimismo, añadía que uno de los testigos había confesado que Alí le invitó a unirse al asesinato y robo.

    El 1 de junio se ordenó la detención de Matías González, que guardaba colmenas en la zona del cortijo de la Dorada y que solía juntarse con Alí moro, a quien, el mismo día, se le volvió a tomar declaración, reconociendo que conocía a Matías haría cuatro o cinco años, pero negó haber estado vendiendo las telas, por lo que el corregidor mandó suspender su declaración, quizás porque estando ya detenido no contaba con abogado defensor, por lo que, al día siguiente, y en vista de que el amo de Alí, Francisco de la Fuente, no atendía a su defensa, el corregidor designó a Francisco del Pino como procurador “ad litem” [3]

    Pasados unos días, fue detenido Pedro López y se sucedieron las declaraciones de testigos asegurando que en aquellos días Alí moro iba derrochando dinero. El 5 de julio Juan Granados declaró que, hacía más o menos un año, un día, estando el Pajarete guardando una piara de cabras de Felipe Cabello, vecino de Jerez, junto al camino de la Foz en la loma de los potros vio en un arroyo hondo lo que creyó era una res muerta “fue y debajo de un barranco hallo un hombre muerto en calçon de lienço sin capa con polaina y çapatos de baca y un çeñido con las mangas abiertas que ya estaba podrido hinchado y en unas piedras que estaban junto a la cabeça avia un poco de sangre”. Relató que no sabía quién lo mató y que conocía a Alí moro, gran amigo de Matías González y que era habitual verlos en aquella zona.

    Tras este testimonio, el día 8 el corregidor volvió a sacar de la cárcel pública a Alí moro para tomarle una nueva declaración. Fue respondiendo una a una a las preguntas, reconociendo tener 27 o 28 años y que el 24 de abril fue detenido en la Mancebía con una taza, pero negó haberla robado de la tienda. Confesó igualmente que cuando fue arrestado en una cuadra del castillo, dejó allí un asa de la taza en una taleguilla donde guardaba pedernal, yesca y escobón, pero negó haber roto dicha asa, que venía dentro de la misma. Del mismo modo, negó haber robado carne y vino en Cabeza Redonda. Confesó haber acogido en el cortijo a un forastero, pero que a la mañana siguiente siguió su camino y que cuando llevaron el caballo con las telas al cortijo, él se encontraba “ensalinando” en la salina de Peña Arpada.

    Tantas negativas por parte de Alí, enervaron al corregidor, que decidió que, si el moro no confesaba por las buenas, lo haría por las malas y el día 8 dictó un auto para someterlo a tormento, dándole “agua y cordel”. Pero antes, el día 9 volvió a interrogarlo, por si cambiaba su versión para esquivar la tortura, pero Alí solo se declaró culpable de los delitos que había confesado anteriormente, negando haber cometido el asesinato. Acto seguido, el corregidor ordenó a Juan Rodríguez, ejecutor de la Justicia, que desnudase al reo, mientras le advertía de que, si “pierna o braço se le quebrare ojo se le saltare o muriere en el tormento” sería por su culpa y no del mandatario.

Potro en escalera. Antiguo instrumento de tortura.
Exposición Inquisición en el Palacio de los Olvidados de Granada.

   
    El ejecutor ató al preso al potro de tortura, relatándose en los Autos el proceso de tortura minuciosamente:

“le ligó con un cincho por los pechos a dos argollas que estan en la pared y le ligo con dos cordeles los braços uno con otro y le puso en los molledos delanteros cuatro cuerdas de buelta y los afianço a el potro y luego el dho Juan rrodrigues executor de la justicia le ligo con dos cordeles los dedos pulgares de los pies”

    Subió al potro de tortura, Alí moro empezó a “cantar”:

el solo mató y rrobo a el dho fhelipe gonçales y que luego que hiço la muerte fue a la choça de mathias gonçales y le dixo a el suso dho como avia muerto al dho fhelipe gonçales y le avia quitado la carga de lienços que llevaba y el dho mathias gonsales le avia dho que llevase la carga de lienços a su choça y allí la escondiese y se la llebo y la entro en la choça de mathias gonsales donde estuvieron vte y cuatro días de donde los fue traiendo a esta vª poco a poco”

    Pero esta confesión no fue suficiente para el corregidor, que requirió a Alí que dijese la verdad y ordenó al ejecutor que afianzase los pulgares al potro, contestando el moro que para qué le daban esos tormentos, si estaba confesando la verdad. Esto enervó al corregidor, que ordenó al ejecutor que le diese una vuelta a la mancuerda. Alí, retorciéndose de dolor, gritó “virgen santísima de los santos valeme” a lo que el alcaide volvió a apercibirle para que dijese la verdad, respondiendo Alí: “madre de dios yo digo la verdad bautismo pido madre de dios, yo solo lo hice, yo solo lo quiero pagar yo solo lo maté”, gritando para que aflojase, que diría la verdad. Ante la súplica, el corregidor mandó aflojar las cuerdas y Alí confesó:

    “este declarante y pedro lopes de Sevilla y el dho mathias gonçales mataron y rrobaron al dho fhelipe gonçales y le rrobarron los lienços y los partieron entre todos”


    Confesó además que los tres se pusieron de acuerdo para matarlo y robarle la carga que llevaba, que fueron a buscarlo y lo hallaron durmiendo debajo de un quejigo. Pedro López le dijo a Alí “dale” y este “con un palo que traia le dio dos golpes en la cabeça y lo mato…”



NOTAS

[1] Una tembladera era una taza.

[2] En su declaración, dice tener 22 años.

[3] Persona designada por el juez para asistir en actuaciones judiciales a otra carente de plena capacidad de obrar. Al tratarse de un esclavo, no tenía capacidad legal.



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