sábado, 28 de febrero de 2015

Albisu y los Santos Nuevos


Ismael Almagro Montes de Oca


     No hace mucho recuperamos en este blog un artículo sobre el descubrimiento de la basílica visigoda, conocida como “los Santos Nuevos”. Hoy vamos a volver sobre el tema, pero nos acercaremos desde el punto de vista del arquitecto que dirigió los trabajos, Pedro Ángel Albisu. Tras finalizar la excavación por falta de fondos, hizo el pertinente informe el 29 de diciembre y medio siglo más tarde, el 29 de diciembre de  1850, fue publicado en la Revista “Semanario Pintoresco”. En el informe, Albisu, aparte de narrar detalladamente las distintas fases de la excavación, deja entrever la emoción que sintió al abrir los sepulcros y relacionar cada esqueleto con los santos mencionados en la lápida encontrada:

     “En el término de la villa de Alcalá de los Gazules, á legua y media de distancia de ella, como á dos mil pasos al Oriente del puerto llamado Vizcaíno, un labrador advirtió hace algunas años en la hacienda que á la sazon labraba unos signos en una piedra, que cercada de un palmarcito, yacia casi enterrada.

     No comprendiendo éste el significado de los signos, comunicó la especie á un yerno suyo, menos ignorante que él; pero sucediendo lo mismo con éste, acompañado de la gente del cortijo mas inmediato, propio de D. Francisco Landino, de dicha villa, desenterraron la losa ó piedra para conducirla á él, y la destinaron á usos domésticos.

     Hallándose en el mismo cortijo el P. Fr. José de Ayala, advirtió en la piedra la incripcion que contenía, y leída dio parte al señor vicario de la villa.

     Hallándome yo á la sazon en comision do Orden superior en la misma, recibí el 27 del propio mes un oficio del señor corregidor para que pasase á reconocer la piedra e inscripcion. Evacuada la comision, di mi informe declarando ser la piedra un pedestal que indicaba antigüedad y digno de todo aprecio.

     Mientras acordaban, en la villa lo que se debia hacer, movido de curiosidad, pasé al sitio de donde se estrajo el pedestal, y empezando con varios peones, á mis propias espensas, la escavacion por la linea de puntos A que manifiesta el adjunto plan, que atendidas las circunstancias locales, me pareció el mas oportuno para la investigacion, di con la pared en el mismo A, que distaria de la superficie como media vara. Con ánimo de abrazar toda la obra seguí el rumbo señalado por las letras A hasta G desde la cual volviendo al punto del principio encontró la alveola ó sepulcro núm, 4, la que dejando para reconocer continué hasta la letra Y aquí fué donde dispuse escavar desde la superficie de la pared, y como á media vara hallé una soleria que cubría todo JJJJ. Desbaratada la soleria seguí la escavacion y como á otra media vara se encontraron las losas señaladas por los números 1, 2, 3.

     Para poder dar parte á la villa con algun fundamento, determiné levantar la losa núm. 4, que estaba entera; pero apenas estendimos le vista para mirar lo que contenía dentro, cuando movido de un impulso que no sabré como esplicar, prorrumpí en las voces de los santos de Cádiz y sobrecogidos todos los circunstantes de un terror santo, no fuimos duchos de otra cosa que para volverla á cerrar.

     Reanimados de la especie de enagenacion o susto que nos infundió la primera vista, y movido de las súplicas de todos, para satisfacer nuevamente se levantó segunda vez la losa, en cuyo acto se distinguieron mejor que en el primero, dos esqueletos de cuerpos humanos. No fué posible continuar el trabajo aquel dia.

     En estas circunstancias, suspendiendo todo trabajo , envié á D. José Antonio Inchausti (qué casualmente se halló presente) á la villa para dar parte verbalmente al vicario y corregidor de lo ocurrido, á fin de que dispusiesen lo conveniente para proceder con la circunspeccion y formalidad que requería el asunto, al reconocimiento de los sepulcros, y al mismo tiempo al citado padre Ayala a Cádiz para que como testigo ocular informase igualmente al gobernador y cabildo eclesiástico, en consideracion á ser cabeza del obispado, juzgar que las reliquias vistas eran de sus patronos y que podrian enviar sugetos mas idóneos que Alcalá para el examen y reconocimiento. 

Dibujo del pedestal publicado en la Revista "Semanario Pintoresco"

     Aquel mismo dia vinieron de Alcalá los cabildos eclesiástico y secular al sitio de la escavacion, acompañados de multitud de personas del pueblo y de los inmediatos, y en presencia de todos se levantó por tercera vez la losa núm. 1 , cuyo acto causó el mismo gozo que el referido antes á todos los presentes: pero antes de proceder á reconocimiento alguno espuse que seria conveniente suspender todo acto hasta la concurrencia de anatómicos y otros sugetos que pudiesen dar luz y autoridad en semejantes casos. Así se hizo, y dejando para custodiar el sitio varios sugetos, tanto eclesiásticos como seculares, se retiraron ambos cabildos.

      Los días 3, 4, 5 de noviembre se emplearon en nuevas excavaciones, en formar en el mismo sitio una chocita donde guarecerse.

     El 6 concurrieron el estado eclesiástico, corregidor, alcalde, capitulares, dos escribanos y un anatómico, con mucho acompañamiento del pueblo y de los circunvecinos, conduciendo cajas decentes para colocar y trasladar las reliquias de las tres alveolas ó sepulcros de cuadro JJJJ. Mandó el corregidor su apertura y sabiendo yo, por el P. Ayala que á la sazon habla vuelto de Cádiz, que su cabildo eclesiástico habia dispuesto dar la comision de este reconocimiento al vicario de la ciudad de Medina, hice presente estas noticias al corregidor, pero no produciendo efecto mis operaciones, se levantó la losa núm. 1, y un sacerdote estrajo la osamenta de los dos esqueletos, entregándolos al anatómico para su reconocimiento, y manifestándolos á los escribanos para la certificacion. Se notó en una de las calaveras que tenia 2 heridas, la una en el cráneo que formaba un ángulo obtuso y la otra sobre una de las cejas de una línea, sin que se advirtiese otra señal ó herida en los dos esqueletos: cada una de las calaveras tenia á su lado una redoma de barro que no se pudo distinguir si contendrían alguna cosa, y entre la osamenta varios pedazos de hierro llenos de moho que no comprendí que instrumentos podrian ser.

     En el cuerpo de la obra se encontró un instrumento de hierro que como un cuchilllo ó machete ovalado de dos mangos con otros distintos pedazos de instrumentos cortantes, que no puedo declarar de que uso serian.

     En seguida se abrieron las alveolas núms. 2 y 3, y guardando en la estraccion de los huesos el mismo órden y circunspeccion que en la primera se sacaron del núm 2 dos esqueletitos, cuyas calaveras se hallaban al frente una de otra, en las dos cabeceras del sepulcro manifestando por lo diminuto del tamaño ser de personas de tierna edad. De la 3.ª se estrajo un esqueleto de mucha magnitud. Se encontraron igualmente redomas de barro en las dos, y en la última una de vidrio, en cuyo fondo se advirtió una masilla carminada que indicaba ser sangre. No se notó en estos esqueletos señal alguna de herida ó martirio, pero podria ser que el hallarse estas arcas menos resguardadas que la 1ª, pues sus tapas estaban en varias piezas, de cuyas junturas aflojadas por el transcurso del tiempo habia penetrado mucha tierra, fuese la causa de ello.

     El 7 á presencia de los cabildos se levantaron las losas de algunos sepulcros, pero sin estraer cosa alguna, se continuó la escavacion hasta el dia 10, que con existencia del cura D. Pedro Lopez, alcaldes y escribanos se estrajeron los esqueletos ó huesos de los sepulcros núm. 4 hasta el 11 colocándolos en cajas con separacion. Este mismo dia se abrió el núm. 12, pero solo se estrajo de él una cruz ó pectoral, dejando la estraccion del esqueleto para otro dia.

     El 13 se estrajo este esqueleto que por contener dicho pectoral indicaba ser obispo, y tambien la osamenta del núm. 13 que contenia 3 calaveras con esqueletos no completos.

     Con este acto se retiró la villa de toda operacion y seguí yo continuando las escavaciones y formando zanjas para resguardo de un sitio tan respetable, hasta el dia 17 que descubrí (como á 600 pasos de distancia de los sepulcros) y saqué un suntuoso pedestal que indicaba ser triunfo de algun pueblo.

      Continué el trabajo hasta el 23 que descubrí los sepulcros 14 y 15 de los que estraje por mí mismo los huesos que contenían y conservo en mi poder, como tambien varios otros del sepulcro núm. 1, que con nuevo examen encontre confundidos con tierra.

     Llegado aquí se me acabaron los medios para mantenerme y pagar á la gente que empleaba en la obra, aunque solicité de la villa me entregase siquiera los honorarios de mi primera comision; no lo pude conseguir de pronto y me vi precisado á restituirme á mi destino de Cádiz, con harto dolor por ver en el abandono en que quedaba aquel sitio fuera de las zanjas que hice, que solo podían servir de resguardo á animales, y que perdia la ocasion de hacer un servicio, a mi parecer importante á la nacion, continuando las escavaciones, de las que precisamente habia de resultar mucha luz y materiales a los anticuarios é historiadores, pues ademas del órden maravilloso que manifiesta la obra de esta relacion, he descubierto señales ó rastros de alguna poblacion que muy bien pudiera ser la de la antigua Sidonia.

     Esto es lo que segun mi inteligencia y facultad puedo declarar, remitiendo á los que deseen relacion circunstanciada del número y particularidades de las reliquias estraidas á las autoridades de Alcalá, que procedieron en el caso conforme dejo referido.

Cádiz 29 de diciembre de 1800.

P. A. DE ALVISU.”

Plano de la excavación publicado en la Revista "Semanario Pintoresco"

     Acabada la excavación, muy a su pesar, Albisu debió seguir con los trabajos que le habían traído hasta la zona. Dos años más tarde es enviado nuevamente a nuestro término como comisionado para unas excavaciones que desconocemos cuales son y que bien podrían tratarse de una continuación de los trabajos de 1800. En el transcurso de éstas, en junio descubre restos de una ciudad destruida en las Correderas dando aviso al comandante del Campo de Gibraltar, Adrián Jácome, quien a su vez informará a la Real Academia de la Historia.

     A pesar de que esta institución, a través del juicio de Joaquín Traggia el 8 de enero de 1801, emitió un dictamen negativo en cuanto a la autenticidad de los restos hallados, el arquitecto estaba convencido de que éstos pertenecían a los mártires que la lápida menciona y sigue volviendo al lugar. Tanto es así que varios años después, en 1807, levantaría a su costa en aquel lugar una pequeña ermita y descubriría otra tumba en un arca de piedra. Así lo comunica por carta el 16 de junio de dicho año a Joaquín Juan de Flores, secretario de la Academia de Historia:

     “Doy noticia a V. S. que he construido una Hermita en las Escabaciones de Alcala de los Gazules con la advocación de Santa Cruz de los Santos Martires a mi costa: El dia 3 del pasado se celebraron en ella tres misas, la una cantada y sermón, concurrió mucha gente y cumplieron la mayor parte con la Pasqua. El 28 de Abril descubri una Hosamenta completa en una Arca de Piedra a seis pasos de dha Hermita.

Dios Gue. A V. S. ms. as.

Cadiz 16 de Junio de 1807”




     Esta ermita se mantuvo en pie durante algún tiempo, pues en 1814 Cristóbal Domingo Gutiérrez, en su testamento del 6 de abril de dicho año, deja ordenado que “mi cuerpo sea sepultado humildemente en el sagrado de la Hermita de los Santos nuebos de donde soy el vezino mas inmediato, y que se satisfaga si fuese necesario a la Parroquial de la villa de Alcalá los derechos de un Entierro común, con sus quatro acompañados, que creo deven ser los de ochenta seis rs. vn. Y medio.” (1)




     Es lógico pensar que al fallecer en 1817 Pedro Ángel Albisu, principal promotor de la nueva ermita, ésta terminara por abandonarse al no haber nadie que se hiciese cargo de su mantenimiento y sin duda, es a esta ermita levantada por Albisu a la que debe hacer referencia Pascual Madoz en su diccionario de 1848 cuando dice: “una muy ruinosa, bajo la advocación de los Stos. Mártires, en el sitio de las Correderas, donde se descubrieron en 23 de octubre de 1800 las reliquias de varios mártires, cubiertas por una losa sepulcral” (2) y que recoge  en idénticos términos en 1893 Sánchez del Arco. Ni Madoz ni Sánchez del Arco pudieron ver la primitiva ermita ruinosa, puesto que, como hemos visto, de ésta sólo quedaban los cimientos y la solería bajo la cual estaban los sepulcros, cuando fue descubierta.


NOTAS

(1) Archivo Parroquial de Alcalá de los Gazules. Testamento sin clasificar.

(2) MADOZ, Pascual. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Madrid 1848. Pág. 379


viernes, 20 de febrero de 2015

Cronología taurina de Alcalá (III)




       Pasado poco más de un mes, tendrá lugar la siguiente corrida, concretamente el 24 de junio, día de San Juan, para lo cual se vuelve a repetir todo el procedimiento, a saber, pedir los certificados y permisos necesarios, siendo D. Manuel Puelles el inspector de Sanidad a quien se abonan 10 ptas. “por el certificado del buen estado de la enfermería”. Se vuelve a contar con banda de música, mozo de plaza, cabestreros, servicio de mulillas y coche para llevar los toreros a la plaza. Hay además otros gastos menores, como 3,50 ptas. por “siete pares de palos para banderillas”.

        En esta ocasión, se escoge la ganadería de Pedro Sánchez Reviriego y su compañero Pedro Antonio Vargas Machuca, pesando los dos erales de muerte 151 y 146 kilos respectivamente.

        Tampoco en esta ocasión la prensa de la época ha dejado crónica escrita, pero sabemos por un cartel de la época  la participación de los espadas José Antoñón “Vaquerito” y nuestro paisano José Crespo “Cerrajerito”, ayudados por los banderilleros Juan Marín “El Chanito”, Francisco Javier “El Templaito” y Rafael Pazo. 

       La corrida empieza a las cuatro y media de la tarde, vendiéndose las entradas de sol a 60 céntimos y 1 pta. las de sombra y a pesar de contar con una gran afluencia de público, pues se ingresaron 1020,40 ptas. no tuvo mucho éxito económico, pues el gasto ascendió a 919,75, dejando sólo un beneficio de 100,65 ptas.


        Un mes más tarde, el 25 de julio, tiene lugar una nueva corrida, y aunque parece ser que en un principio se iba a contar con la participación de toreros foráneos, como lo atestigua el gasto de 6 ptas. “gastado en correspondencia con los toreros por Vallejo” finalmente se queda en una simple becerrada, aderezada, esos sí, con unas “carreras de cintas”. No le salió mal a la organización, pues obtuvo un beneficio de 238,70 ptas., más del doble que la anterior corrida de San Juan.

        Poco tiempo después llega la feria de septiembre, organizándose corridas los días 1, 2 y 3, para las cuales se vuelve a repetir todo el proceso descrito para las corridas de mayo. Nuevamente se contratan toreros procedentes de Sevilla, vía San Fernando, además de otro, de apellido o apodo “Cazalla” a quien se le paga el desplazamiento desde Ubrique a Alcalá.

      Los animales de la corrida del día 1 son de Francisco Córdoba, siendo el único toro de muerte, que pesó 256 k., de Diego Gutiérrez. Los del día 2 son de José Correro, incluidos los dos de muerte, que pesaron 132 y 135 k. Los del último día, pertenecen a la Viuda de García, mientras que los dos de muerte son de Paquito Gallego, pesando 107 y 115 kilos respectivamente.

      En una de las corridas, uno de los toreros es cogido por uno de los toros: “5,35 (ptas.) Medicina para la erida en un pie de un torero”.

      Como dato anecdótico, apuntar que junto a una de las corridas, posiblemente el último día, se organiza una comida para los pobres, según el gasto de “limosna a los pobres, arroz, patatas y avios”


      Varios días más tarde, el 16 de septiembre, tiene lugar una nueva becerrada en la plaza de toros, de la que sólo nos consta que los animales pertenecen a Dolores Gutiérrez Fernández y no se mata ningún animal.

      Para cerrar el “año taurino” organizado por la Hermandad de la Virgen de los Santos, se celebran dos nuevas corridas los días 29 y 30 de septiembre. En estas corridas participarán “Cazalla” y otro torero, venidos desde Villamartín, mientras que desde Sevilla se trasladan “Cerragilla” y otro. Además de éstos, actúa nuestro paisano “Cerrajerito”, a quien se gratifica con 50 ptas “a Crespo por torear toda la temporada”

      Los toros del día 29 son de Pedro Sánchez Reviriego y Pedro A. Vargas Machuca y los del 30 de Cristóbal Sánchez. Se da la circunstancia de que los en ambas corridas se mata un toro cada día, que son traídos de la Sierra, concretamente de la Sauceda: “En esta corrida se gastó en cabestreros 65 ptas porque no encontrándose toros de muerte fueron por ellos a la Sauceda donde se compraron muy caros y se hecho en poderlo sacar de la (¿?) ir por ellos y traerlos seis días, ademas traer y llevar a su sitio los toros de capea”


       Termina así la que podríamos llamar “época dorada” de la tauromaquia alcalaína, según el número de eventos que tuvo lugar en apenas un año, aunque el impulso dado a la fiesta no decaería puesto que al año siguiente, 1918, se organizan una serie de festejos en el verano, de los que tan solo conocemos el que tiene lugar el 15 de agosto, gracias a la crónica inserta en el periódico local “El Castillo de Alcalá(24) por Domingo Galán:


COLETAS Y PITONES 

       Una bueyada. Ayer inauguramos la serie de festejos cornamentales, con una solemnísima bueyada, que no tuvo nada que envidiar, a la última capea del último villorrio de España.

      El cartel anunciaba cuatro novillos de capea y dos de muerte, siendo encargado de pasaportarlos el gaditano José Morales <<Pipa>>, actuando de sobresaliente de espada el valiente paisano José Crespo <<Cerrajerito>>.

      El primer novillo grande y bien armado cumplió; el tercero bravo y noble se prestaba a todo; ¡un becerro de mazapán para correrle la mano armar un alboroto! ¡allí había genero! (como dicen los paisanos del inconmensurable calvo) que no fue aprovechado por el desorden que había en aquel momento en el redondel; el quinto, completamente inútil de un remo, no debió lidiarse y su presencia en el ruedo originó una grita enorme; los restantes fueron grandes, bastos, cornalones y de malas ideas; todas las variedades del morucho de capea pueblerina, tuvieron lucida representación en estos pajarracos.

      El espada Pipa estuvo valiente toda la tarde y salió del paso sin afligirse. Despachó al primero de muerte de una estocada baja.

      En el último que estaba para dar un disgusto, fue volteado sin consecuencias al dar el primer pase y acabó con el marrajo como pudo, sin hacer caso del banderillero Vara que le aconsejaba se fuera a la enfermería, para que cargara con el regalito el sobresaliente.

    Cerrajerito, muy valiente como de costumbre. Tranquilo, sin las nerviosidades de otras veces, librándose con vista y habilidad de las tarascadas de los bueyes. Fue muy aplaudido.


José Crespo "Cerrajerito"

      Los banderilleros, Pancho y Paula, valientes y trabajadores, en cambio Varita, un banderillero tan viejo como los trajes de luces que alquila, derrochó un pánico enorme.

       La entrada no pasó de regular.

         Días más tarde, se llevará a cabo otro espectáculo, concretamente el 4 de septiembre, tal como recoge el mismo periódico local y en la que seguramente participan los novilleros que se hallan esos días en nuestro pueblo: 

    “A beneficio de los pobres. El dia de gracia, o sea el 4 del mes próximo venidero, y por iniciativa de D. Antonio Serrano de la Jara y D. Jerónimo Nieto Carrillo, se celebra en esta ciudad una corrida a beneficio de los pobres.
     En el próximo número (D. m.) daremos a conocer el atrayente programa.

     Novilleros conocidos: Se encuentran en esta ciudad los valientes y aplaudidos novilleros Miguel Ríos <<Cerrajilla>> y Emilio Martínez <<Barberillo Chico>>, ventajosamente conocidos por nuestro público y a quienes, posiblemente, veremos trabajar en nuestra plaza, si como todos deseamos, llegan a un acuerdo con la empresa.”

NOTAS

(24) Crónica recogida en la página 2 del nº 18 del Año II de “El Castillo de Alcalá” edición del 31 de Agosto de 1918.

viernes, 13 de febrero de 2015

Un alcalaíno en el olvido: Luis Cameros


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos, año 2000


Fuensanta Guerrero Marín

       Generalmente, ciudades y pueblos, han considerado que la mejor manera de honrar a sus hijos ilustres es la de perpetuar su memoria en el nomenclátor o callejero de las mismas. Hoy traernos a estas páginas el caso de un paisano nuestro que, recientemente, ha vuelto a ser recordado en el nomenclátor local, y decimos ha vuelto porque durante un tiempo ha estado retirado de aquel.

       El citado alcalaíno no es sino Luis Alfonso de los Cameros Estrada quién nació a fines del siglo XVI o principios del XVII, en la casa que hacía esquina entre la Plaza Alta y la Calle de la Carrera, donde hoy se ubica el edificio de secundaria de SAFA, era hijo del Alcaide Ambrosio de los Cameros y de Isabel de Estrada Butrón.

      Hasta ahora, eran pocos los datos de que disponíamos de Luis Cameros, pero dos hechos recientes nos amplían el conocimiento del mismo. De un lado, el libro de Fernando Toscano, «Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia...» (1) y de otro, la organización en Valencia de la exposición «La Luz de las Imágenes» (2) y la publicación de sus catálogos, que en su apartado «La Iglesia Local y el Obispo» nos aportan nuevos datos sobre este alcalaíno.


      Un alcalaíno que fue Doctor en Derecho Canónico y Abogado de los Reales Consejos, aunque previamente, (antes de 1622), había sido beneficiado de la Iglesia de San Jorge y Cura en la misma Parroquia, (entre 1624 y 1627), tarea pastoral que, compatibilizaba con la de Capellán de las Clarisas del convento local.

      Nos consta que salió de Alcalá para ocupar el cargo de Arcediano en la Diócesis de Zamora y que desde allí marchó a Italia, ejerciendo primero de Chantre en la Capilla Real de Palermo, luego como Inquisidor y Juez en Sicilia y más tarde (1652) Obispo de Patti y Monreal, donde se mantendría hasta 1668, momento en que, propuesto por la reina Margarita de Austria, es nombrado por el Papa Clemente IX, Arzobispo de Valencia. El 18 de Septiembre de dicho año tomó posesión de su diócesis en la que se mantendrá hasta Abril de 1676 momento de su muerte, que le acontece en la misma ciudad del Turia, en cuya Catedral se encuentra enterrado.

      En Valencia, y en la exposición aludida, su figura es recordada, como: «Persona de gran humildad y prudencia, se destacó a su vez por su especial atención a los pobres, fundando a tal efecto el Hospital de la Misericordia, coincidiendo con una época de notable esplendor de la ciudad».

      Al hilo de lo precedente creemos oportuno hacer varias consideraciones, tales como que nos llama la atención el hecho de que fundara un hospital, con el mismo fin y el mismo título, que el existente en Alcalá, precisamente junto a su casa. Pero, podemos afirmar, igualmente, que en su estancia valentina no olvidó nunca su pueblo, pues nos consta que realizó con fondos propios, obras de mejora en el convento de clarisas del que fue capellán, así como levantó un monumento funerario para memoria de los suyos, en el lado de la Epístola del Altar Mayor de la Parroquia alcalaína. Monumento funerario en jaspe negro con el escudo familiar “...cuyas armas son barra engolada de dos cabezas de dragón, acompañadas de dos estrellas de ocho puntas, una a cada lado...”, escudo que según Toscano en op. cit. es el mismo que utilizó como Arzobispo, aunque en éste el escudo aparezca timbrado del capelo arzobispal y acompañado de la leyenda:

«LVDOVICUS. DE LOS CAMEROS. ARCHIEPISCOPVS VALENTINVS».

Escudo en el monumento funerario junto al  altar mayor de la Parroquia

      La Imagen de su rostro y el escudo aludido pueden apreciarse en la reproducción que hacemos del retrato que le realizara Jerónimo Jacinto de Espinosa y que se conserva en el Arzobispado de Valencia.

      En definitiva, un personaje alcalaíno interesante que nuestros antepasados conocieron pues a su memoria estaba rotulada la actual calle Ildefonso Romero, al menos hasta principios de nuestro siglo, momento en que su nombre fue sustituido por el actual. Por  ello, el Ayuntamiento en Pleno celebrado el 24 de Septiembre de 1.999 ha acordado restituir a Luis Cameros al nomenclátor local, rotulando con su nombre una calle de nueva creación en la zona de las Peñas del Corral, porque como decía Emilio Castelar, el gran erudito y político gaditano: «Los pueblos que olvidan la historia de sus antepasados, decaen miserablemente; porque pierden con la gratitud, la memoria y con la memoria, la ciencia» (3).


NOTAS

(1) Toscano de Puelles, F.; Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia en Alcalá de los Gazules, Chiclana. 1995. pags 137 a 140.

(2) Sancho Andreu Jaime. La Iglesia Local y el Obispo, en La Luz de las Imágenes , Valencia. 1999, tomo III, pág. 413.

(3) Citado por Guerra Martinez..1. Apuntes para un nomenclátor de las calles de Alcalá de los Gazules, en Apuntes Históricos, Cádiz, 1982. pag. 20.

viernes, 6 de febrero de 2015

La piedra armoriada de la Puerta del Sol de Alcalá de los Gazules.


Manuel Carlos Ordás de Aranda.

       Siquiera sea por su antigüedad, la piedra armera que está situada sobre el arco de la Puerta del Sol o Puerta Nueva de la ciudad de Alcalá de los Gazules (1) tendría que haber recibido digna atención de los estudiosos que de ella se han ocupado. Pero no ha sido así. Y los estudios que se le han dedicado no merecen llamarse de semejante forma, tal ha sido la ligereza con que se la ha tratado. Así, en lo concerniente a su datación, hemos leído que es del siglo XVI, de sus finales, y hasta del siglo XVIII, que tal despropósito se llega a decir en un informe ¡que recibió el beneplácito de la Real Academia de Historia en sesión de 20 de junio de 1969! En lo tocante a sus propietarios se le ha hecho propiedad del Ayuntamiento, diciéndose eran las armas municipales, que era, por tanto, el escudo de la ciudad de Alcalá de los Gazules; sin serlo, claro está, ya que quien la mandó poner fue un particular, en concreto un miembro de la estirpe de los Afán de Ribera, señores en lo antiguo de la villa. En la vetusta piedra se han “visto” las armas del linaje de los Ribera y las de Castilla y León, siendo así que ni las del linaje aparecen por ninguna parte, ni el famoso cuartelado de Castilla y León que inaugura el gran San Fernando – hay constancia de él, según nos ilustra Faustino Menéndez Pidal, desde el año 1231 – se presenta por ningún lado. Y hasta se echa de ver la gran desgana y aun menor aplicación empleada en el desciframiento de la piedra con sólo atender a que se nos habla de los “escudos de Rivera y de Castilla y León”, es decir, dos, cuando lo que hay en la piedra son cinco: uno central, y otros cuatro que lo rodean y se presentan en forma cuadrangular. Vamos a intentar arrojar algo de luz sobre el asunto y atender a tres cuestiones: la datación de la pieza armoriada, el comitente y la averiguación de los emblemas heráldicos representados, que son cinco, como hemos dicho. Las tres cuestiones, como es de prever, están íntimamente relacionadas entre sí.

 
 

          Si observamos la piedra – algo por lo que tendrían que haber empezado esos señores que la “estudiaron”; por mirar la realidad –, tenemos que empezar por situarla a bastante distancia de las fechas antedichas y trasladarnos a los finales del Medievo, a la segunda mitad del siglo XV, pero ésta es cuestión sobre la que volveremos después en un intento de concretar algo más los datos cronológicos. Que la piedra sea tardomedieval es algo que atestigua la tipología del escusón, con su jefe recto y parte inferior acabada en punta, las formas del león y del castillo, y la inscripción bastante desgastada de caracteres góticos que vemos en el ángulo superior derecho (del espectador). Vuelta nuestra vista al escudo central, advertimos unas fajas jaqueladas, tres. Pero ya en el año de 1588, el historiador Gonzalo Argote de Molina, en su Nobleza de Andalucía, nos advirtió que la casa de los Ribera que fueron Adelantados de Andalucía <<… usaron de solas, las armas de Sotomayor…>>, para añadir a continuación <<Y después de muchos años, usaron de las tres faxas verdes en campo de oro, armas de su apellido>>. (2)   Y sabemos que las armas de este linaje de Sotomayor, de oriundez galaica - no hemos de olvidar fue el de la madre de Perafán de Ribera “el Viejo” (+ 1423)-, eran: de plata, tres fajas jaqueladas de oro y gules, cargadas cada una de un ceñidor de sable. Pero no sólo tenemos el testimonio escrito de Argote. En la sevillana Cartuja de las Cuevas, en su Sala Capitular, tenemos los magníficos mausoleos de varios miembros de este linaje (3) y con sus armerías policromadas. Así, en el enterramiento de Pedro Enríquez de Quiñones (+ 1492) que mandó hacer su hijo en el año de 1520,(4) vemos un escudo central – son tres los que hay- cuartelado, con los cuarteles primero y cuarto ocupado por las armas de los Enríquez, y el segundo y tercero por las tres fajas jaqueladas de Sotomayor, las mismas que tenemos en la piedra que estudiamos, si bien el escudo del monasterio de las Cuevas va policromado, como ya dijimos antes. (5)
 
Armas Ribera y Portocarrero, sepulcro de Perafán II. Sala Capitular, Cartuja de las Cuevas, Sevilla.


          Resuelto el escudo central, pasamos a los periféricos y empezamos por analizar el que presenta un león y un castillo. Que no es otro que el conocido escudo mantelado de los Enríquez que fueron Almirantes de Castilla, quienes se armaban: de León, mantelado de Castilla. (6) La piedra sólo nos muestra el león y uno de los castillos, pero está claro que el lugar que debería ocupar el otro castillo ha sido “usurpado” por el escudo central. Hay que señalar que el figurar las armas Enríquez en la piedra nos da una primera fecha post quem para la labra: el año de 1460, fecha en que se casan Pedro Enríquez de Quiñones y Beatriz de Ribera y Mendoza, heredera de la Casa de los Ribera. Junto a estas armerías de los Enríquez, en la parte baja de la piedra y a la izquierda del espectador, nos encontramos con otro emblema que presenta unos restos de veros. Son las armas que le correspondían a la varonía de doña Teresa de Quiñones y Toledo, madre del don Pedro Enríquez anterior. Se armaban los de este gran linaje leonés de los señores de Luna con un jaquelado de quince piezas, ocho de gules y siete de veros. (7) Pasamos a la parte superior de la piedra, al emblema situado sobre el de los Enríquez, donde vemos un cuartelado en aspa o franje y unas letras con caracteres góticos de difícil lectura. Mas no nos resulta de tanta dificultad ver que pertenece al linaje de los Mendoza, rama de Santillana e Infantado, sobre todo si, unido a los caracteres ya comentados del diseño, recordamos que doña María de Mendoza y Figueroa (+ 1493), hija del vate Santillana, (8)casó con Per Afán de Ribera “el Joven” (+ 1454)- consta que ya estaban casados en el mes de julio del año 1443-, caballero a quien el monarca Juan II concedió, en el año 1441, el señorío jurisdiccional de la entonces villa de Alcalá de los Gazules. Nos queda, pues, el cuarto escudo de los periféricos, del que vemos unas huellas en la piedra que parecen recordar al escudo central. Pudiera pensarse, y la lógica parecería corroborarlo, que el escudo situado en ese lugar, el preeminente de los periféricos, sea el de Ribera. Pero si volvemos la vista a los escudos que hay en los mausoleos de don Pedro Enríquez - los escudos situados en los extremos sólo llevan armerías de antepasados de don Pedro Enríquez, pero no de su mujer - y de su mujer doña Catalina de Ribera, no veremos aparecer las fajas verdes de Ribera sino las fajas jaqueladas de Sotomayor. Sólo posteriormente, según ya hemos visto que anunció Argote de Molina, (9) aparecen las fajas verdes en las armerías de esta casa de Ribera. (10)  Por tanto, y volviendo a la piedra de la Puerta del Reloj, de Alcalá, nos atrevemos a afirmar que lo que aquí hubo, en este escudo tan desgastado, fueron las armas Sotomayor. Cualquier otra conjetura no se sostiene.
 
Azulejo de arista con armas Ribera, casa de Pilatos, Sevilla.
 

          Podemos, por fin, preguntarnos por la persona que encargó poner la piedra en el arco y si es posible concretar algo más su datación. Respecto a esto último nos hubiese resultado valioso contar con su parte superior, destrozada en algún momento. (11) Ya dijimos que ha de ser posterior al año 1460. Pero quizás la fecha de 1465 podamos establecerla como una nueva post quem, ya que sabemos que hasta ese año la enérgica viuda de Perafán de Ribera “el Joven”, doña María de Mendoza y Figueroa fue la administradora del patrimonio Ribera, y que sólo a partir de ese año se retiró a un segundo plano y dejó en el que les correspondía al matrimonio Enríquez-Ribera. Este entronque de los Ribera con los Enríquez hacía a los señores de Alcalá, a partir del año 1469, en el que matrimonian don Fernando y doña Isabel, parientes muy cercanos de los futuros monarcas. ¿Influiría ello en la labra de la piedra, en querer atestiguar mediante ésta que los Ribera participaban de la sangre de la madre del marido de la princesa doña Isabel? Creemos que sí.

          Por tanto, y ya para concluir, diremos que, en una fecha posterior, pero muy cercana, al año de 1469, se debió de labrar y colocar la pieza, y por disposición de don Pedro Enríquez de Quiñones y de su primera mujer doña Beatriz de Ribera y Mendoza, Adelantados Mayores de Andalucía, y señores de Alcalá de los Gazules y de otros lugares.

Guadacorte, Los Barrios, 26/1/2015.


NOTAS

 (1) No es un escudo, como suele afirmarse en los autores que lo han descrito, sino una piedra armoriada en la que están esculpidos cinco escudos de armas, uno central y cuatro ejemplares más, uno en cada cantón o esquina.

(2) ARGOTE DE MOLINA, G., Nobleza de Andalucía, edición de Manuel Muñoz y Garnica, Jaén 1866, p. 671. En este pasaje nos habla Argote de las armas de Perafán “el Viejo”, muerto en el año 1423, el verdadero fundador de la estirpe. Y su frase <<después de muchos años<< creemos que no es arriesgado interpretarla como equivalente a varias décadas.

(3) Para el conocimiento de la genealogía de este linaje se ha usado SÁNCHEZ SAUS, R., Linajes medievales de Sevilla, 2 vols., Sevilla, 1991, pp. 407, 254-265.

(4) Poco antes de regresar desde Génova a Sevilla, en el año de 1520, don Fadrique Enríquez de Ribera encarga el mausoleo de su antepasado al escultor Antonio María Aprile da Corona, artista que había trabajado en la Cartuja de Pavía, monumento que cautivó al Ribera.

(5) Las mejores muestras que tenemos de estas armerías en monumentos en Andalucía son, sin duda, las que se conservan en el castillo de Belalcázar (Córdoba).
 
(6) Estas armas manteladas de Enríquez pertenecen al grupo que Faustino Menéndez Pidal llamó de las particiones oblicuas, cuyo primer ejemplar en la casa real de Castilla y León es el que vemos en un sello, del año 1322, de don Felipe, señor de Cabrera y Ribera, hijo quinto del monarca Sancho IV “el Bravo”, que presenta un escudo de Castilla, mantelado de León; ahí aparecerán las líneas rectas, líneas que con el tiempo se curvarán. Para los ejemplares con el mantelado invertido –como el que tenemos en Alcalá-, esto es, de León, mantelado de Castilla tendremos que esperar a los hijos de Alfonso XI. Ver MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, F., Heráldica medieval española. I La casa real de Castilla y León, Madrid, 1982, pássim.

(7) Son estas armas las que usaba el poderoso linaje medieval asturiano de los Noreña o Asturias, de los que pretendían descender los de Quiñones. Todo parece indicar que nada serio lo avala y que no es más que pretensión, pese a las afirmaciones que reiteradamente sostiene en nuestros días una destacada medievalista. Para las armas de los Noreña o Asturias, ver LÓPEZ-FANJUL DE ARGÜELLES, Águilas, lises y palmerines. Orígenes y evolución de la heráldica asturiana, Gijón, 2008.

(8) Estas armas cuarteladas en franje de la rama principal de los Mendoza, las inaugura don Iñigo de Mendoza en torno al año 1441. Parece que la “invención” fue consecuencia de su estrecho contacto con la corte aragonesa, donde tenía más abolengo que en Castilla la disposición en franje. De las armas de los Mendoza hay un magistral estudio en MENÉNDEZ PIDAL DE NAVASCUÉS, F., “Las armas de los Mendoza: un ejemplo de los usos de fines de la Edad Media”, Las armerías al comenzar la Edad Moderna y su proyección al Nuevo Mundo, Actas del VII Coloquio de Heráldica, Madrid, 1993, pp. 277-296.

(9) Ver nota 2.

(10) En otros enterramientos de la misma Sala Capitular vemos las fajas verdes de Ribera, pero son monumentos algo posteriores a éste de 1520. Creemos que en esta Cartuja de las Cuevas es donde aparecen estos emblemas heráldicos por primera vez en monumentos, ya que los que vemos en azulejos de la casa de Pilatos, hechos en el taller trianero de los hermanos Polido, son del año 1538.

(11) Don Ismael Almagro y Montes de Oca, caballero que fue quien me invitó a escribir estas líneas, trató de conseguirme una foto antigua, una imagen en la que no estuviese la piedra tan mutilada, pero no lo consiguió. Vaya desde aquí mi agradecimiento por el intento.