sábado, 15 de octubre de 2016

Cuatro siglos de Pasión Nazarena




Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 2016

Junta de Gobierno de la Cofradía 
de Ntro. P. Jesús Nazareno



       Pasión Nazarena quizás sean las palabras que mejor definen la devoción con la que Alcalá venera a Jesús con la cruz a cuestas y precisamente esa pasión es la que ha hecho posible que este año se cumpla el Cuarto Centenario de la fundación de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. 400 años, nada más y nada menos, viendo a Jesús abrazado a la cruz enfilando las cuestas de Alcalá buscando la Plaza Alta, nuestro particular Gólgota en esta Jerusalén andaluza. Mas aquí nunca existió la figura de Simón de Cirene. Aquí siempre fue el pueblo entero quien ayudó a Jesús a cargar con su cruz, portándolo sobre sus hombros.

       Corría el mes de marzo de 1586 cuando los frailes mínimos de la Orden de San Francisco de Paula tomaron posesión de la ermita de la Consolación, en el arrabal del barrio de la Mancebía, entre el Cerrillo de Rodahuevos y el camino del molino del Corchadillo, para fundar su convento y dar así cumplimiento al testamento del beneficiado Alonso Cárdeno, que legó sus bienes para tal fin.

      Sobre esta ermita, que apenas contaba con dos décadas de existencia, comienzan los mínimos a labrar no solo el edificio material sino también su labor pastoral y evangelizadora entre los alcalaínos, que muy pronto se vieron cautivados por la sencillez de estos frailes, los cuales no tardarían mucho en darse cuenta que, en Alcalá, pueblo eminentemente mariano que veneraba a la Virgen del Rosario y a la de los Santos, además de a la de Consolación en el propio convento, hacía falta afianzar la veneración de Jesucristo y como ya existía una Imagen de Cristo muerto, Vera Cruz, es seguro que incentivaron a un grupo de feligreses para fundar una cofradía cuyo titular fuese Jesús con la cruz a hombros, la de Jesús Nazareno.

      Qué poco se podían imaginar aquellos primeros hermanos el profundo arraigo que iba a adquirir entre los alcalaínos, tanto que, con el discurrir de años y siglos, en la actualidad, quitando a la Iglesia y al ayuntamiento, la cofradía del Nazareno es la institución en activo más antigua de Alcalá.

      A los ojos de la Historia escrita, la cofradía toma vida el 21 de octubre de 1616, fecha en que se inicia el proceso de venta por parte de los mínimos del antiguo altar de la bienaventurada Santa Ana, aunque, a decir vedad, la cofradía tuvo que fundarse meses antes en fecha indeterminada, pues el motivo de la venta fue que dicho altar sirviese para colocar la Imagen del Nazareno y enterrar a los hermanos difuntos, aspecto este no menos importante en la mentalidad de la época.

      Así comenzó la historia de nuestra cofradía, al amparo de los frailes, y llegó a ser tan fuerte el vínculo entre ambas instituciones que el prior del convento ostentó siempre el cargo de Presidente de la misma y junto a los mismos frailes, nuestra corporación se trasladó la tarde del 24 de agosto de 1682 en procesión con el resto de imágenes hasta el nuevo convento que desde su llegada a Alcalá, los mínimos habían estado edificando en la plaza de la Vera Cruz, templo donde le habían reservado a Jesús Nazareno un lugar privilegiado, pues le colocaron en la capilla del Sagrario en uno de los brazos del crucero, mientras que en el otro, colocaron a su santo Patrón, San Francisco de Paula.

      Será al nuevo convento de la Victoria adonde llegue en torno a 1730 una nueva imagen del Nazareno, obra magistral salida de las gubias de José Montes de Oca, que, sin lugar a dudas, contribuyó a acrecentar su devoción hasta el punto de convertirse con el paso de los años en la figura encargada de recibir a la Patrona en sus venidas desde el Santuario.



      Antes de voltear el siglo XVIII, se incorporarán las imágenes de la Virgen, primero llamada del Desconsuelo y después Dolores, la Lola y las figuras de San Juan Evangelista y la Santa Verónica, imágenes que muchos años más tarde pasan a formar parte del cortejo de la cofradía del Santo Entierro.

      Quizás la gran virtud que a lo largo de tantos años ha tenido nuestra cofradía sea la de haber sabido sortear los momentos difíciles que la Historia nos ha ido poniendo en el camino. Así ocurrió por ejemplo a principios del siglo XIX durante la guerra de la Independencia, momento en que la misma sufre la tiranía del invasor, viendo reducidos a cenizas todos sus enseres y papeles.

      Se sobrepuso también al cierre del convento en 1835, siendo la única cofradía alcalaína que sobrevivió a la marcha de mínimos y dominicos. Y si lo hizo fue porque el pueblo quiso, porque pudo más la devoción que la desidia y porque los frailes hicieron bien su trabajo y plantaron una semilla que los alcalaínos no dejaron secarse, siendo así que, en los últimos doscientos años, la cofradía sólo ha estado desaparecida entre 1976 y 1980. Hubo años, sí, en que no salieron los pasos a la calle, como en los azarosos años de la Primera República, pero la cofradía seguía viva, rindiendo culto a Jesús en su templo, esperando tiempos mejores en que renovar esa catequesis plástica en que se convierte la procesión en la calle.

      Como decíamos anteriormente, en la guerra contra los franceses se perdió la documentación de la cofradía, privándonos del conocimiento de parte de nuestra Historia. No obstante, el desvelo y el cuidado de tantos y tantos hermanos ha permitido que llegue hasta nosotros otra parte de la misma, evitando que caiga en el olvido y precisamente en esa Historia vemos que se cumple a la perfección la palabra que nos define: Cofradía, confraternidad, hermandad, hermanos. Todos iguales bajo el amparo de Jesús soportando el peso de la cruz. Así, como una familia, se explica que más de 150 alcalaínos hayan formado parte de sus juntas de gobierno en los últimos dos siglos o que otros 53 aceptaran la difícil tarea de ejercer de Hermano Mayor, personas como Ildefonso Bohórquez, que estuvo al frente la cofradía nada más y nada menos que 40 años ininterrumpidos, o como nuestro querido José Gallego Gallego, que estuvo otros 20 y a quienes, por su dedicación, habría que hacerles un monumento.

      Fruto también de ese cariño y cuidado que los hermanos han demostrado siempre con su cofradía es el legado de parte del patrimonio, conservándose piezas aún en uso, como el estandarte o la bandera, bordados hace 124 años por las monjas del Convento de Santa Clara o el túnico bordado hace 103 por las del Beaterio, que además son hermanas honorarias de la cofradía.

     Sobrevivió además a la guerra civil, aunque esta vez con una lánguida existencia que desembocó en la desaparición, por falta de dirigentes, en 1976 hasta que cuatro años más tarde, gracias al impulso de jóvenes de Cristo Vive, precisamente con el fin de salir a recibir a la Virgen de los Santos en su venida, se reorganiza la cofradía.

      Desde entonces, volvió a acompañar al Nazareno cada Jueves Santo la Virgen de los Dolores, con cofradía propia entre 1912 y 1940. Llegó el antiguo paso del Nazareno de Santa María para servir de retablo ambulante bajo los pies descalzos de su homónimo alcalaíno, el paso de palio, fue el Nazareno a los Santos, la agrupación musical… En fin, historia reciente que muchos recordarán.


       ¡Cuántas generaciones de alcalaínos han visto desfilar a Jesús Nazareno por las calles de Alcalá! Nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos… y así más de 15 generaciones lo han visto pasar ante sus ojos. Y, sin embargo, no nos damos cuenta de que quien realmente pasamos somos nosotros, generación tras generación, girando alrededor de un mismo eje, del mismo centro común que nos hace reivindicarnos en nuestra fe, que se llama Jesús Nazareno y que cada Jueves Santo se convierte, por derecho propio, en el SEÑOR DE ALCALA.


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