jueves, 31 de agosto de 2017

Sobre la antigüedad de la Hermandad de la virgen de los Santos



Ismael Almagro Montes de Oca

      Aunque oficialmente la Hermandad de la Virgen de los Santos se funda en 1910, mejor sería hablar de Refundación, pues si bien no hay constancia de su existencia en el siglo XIX, si existió una primitiva Hermandad en el último tercio del siglo XVII y gran parte del XVIII, siendo la fecha más antigua que se conoce sobre la existencia de la misma la de 1675, recogida en la inscripción grabada en las andas de la Virgen.


      Aportamos hoy la novedad de retrasar la antigüedad de esta Hermandad nada menos que casi cuatro décadas. En el cabildo del 25 de abril de 1637, los regidores alcalaínos acordaron traer a la Virgen por dos razones:

      La primera, por la necesidad de lluvia que había. Se trata de la segunda venida documentada, La primera sería solo 2 años antes, en 1635.

      Y la segunda, porque parte de la ermita se estaba cayendo. Precisamente para ayudar a repararla el Ayuntamiento hace un donativo para la cofradía. He de hacer constar que debido al mal estado de la tinta puesto que ha traspaso el papel, es difícil precisar con certeza la cantidad que dona:

“En este cabildo se acordó que por quanto la ermita nra señora mª ssma de los santos se esta cayendo el portal y ¿? se esta cayendo y a causa dello y de haver nesesidad de agua se a traído a la virgen hasta la iglesia mayor Y para ello y por que ¿se ayude a dicha Iglesia? mando este qº (Concejo) ¿quatro ducs? de limosna a la dicha ermita y cofradía por una ves y quatro cientos Rs y se de libransa el mayordomo del qº desta vª para que lo pague asi se acordó___”[1]

   
Subrayado: a la dha ermita y cofradia

NOTAS

[1] Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules. Legajo 9 folio 22 y 22 vto. 

Entre signos de interrogación el texto de difícil interpretación

sábado, 19 de agosto de 2017

Juan Centeno de los Ríos y los Baños de Gigonza y Paterna


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 2003

Fuensanta GUERRERO MARÍN 

      En la pasada edición de esta revista tuvimos la oportunidad de publicar un artículo sobre la epidemia de cólera morbo de 1854, y nos referíamos muy especialmente a la gran labor del médico alcalaíno Juan Centeno de los Ríos, para tratar de frenar y paliar los efectos de la misma.

    Hoy y gracias a un documento existente en la Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, podemos dar a conocer algunos datos más de la labor médica de Juan Centeno en otro campo muy distinto.

     El documento en cuestión lo constituye una Memoria sobre los establecimientos balnearios de Paterna y Gigonza y se encuentra fechada en Alcalá de los Gazules el 14 de Diciembre de 1865 y surge a raíz de que Juan Centeno desempeñase de forma interina, por un breve período de tiempo, en dicho año 1865, la dirección de aquellos baños.

     Antes de empezar a referirnos a la citada memoria creemos conveniente exponer que en la década de los cuarenta del siglo XIX el uso de los baños medicinales adquirió gran auge y fue por ello por lo que en nuestra provincia se declararon como tales dos balnearios: el de Fuenteamarga en Chiclana y el de Paterna y Gigonza.

      Si bien los baños paterneros alcanzaron un gran éxito de público y gran prestigio, sería exhaustivo y no viene al caso referir aquí su historia, pero no podemos obviar que debido a la dejadez de su primer director y a los innumerables problemas que originó su destitución, en 1855, el cargo vino ocupándose casi sistemáticamente de forma interina hasta el fin de la vida de los baños, un fin que vino propiciado por el aumento de las comodidades y servicios en el chiclanero de Fuenteamarga frente a las del paterneros, que a decir de los médicos de la época reunía mejores condiciones minero-medicinales que aquel. Para Centeno "...los baños de Fuente Santa y Gigonza estaban llamados a ser unos de los mejores de España".


      Así las cosas en 1865, como decíamos, Juan Centeno ocupó la dirección interina de los baños por muy pocos días, pues según cita en su memoria se hizo cargo de la misma el 27 de Agosto y según la práctica habitual la temporada terminaba el 15 de Septiembre, sin embargo aquella dirección, según se desprende de la memoria, debió ser muy diferente de las precedentes, ya que se encontraba a pie de baños y ello le facilitó información para elaborar una exhaustiva descripción.

     El documento se divide en tres partes, la primera en la que se describe el estado de los establecimientos que están bajo su dirección las propiedades físico químicas y terapéuticas de sus aguas, la segunda donde se expone el estado de la concurrencia en el año de 1.865 y una tercera en que habla de las mejoras que son de absoluta necesidad para que estos establecimientos adquieran la fama que se merecen.

     El texto es un claro exponente de la mentalidad de la época. Llama la atención como este médico habla de las propiedades de las aguas, distinguiendo las terapéuticas de las higiénicas y cómo estas últimas afectan de manera distinta según la influencia "del aire, del clima, de la temperatura y de los cambios en la manera de vivir, en las costumbres y en las ideas de los individuos que consumen á esta agua". Según Centeno, por ello, las aguas tenían un mayor efecto sobre la gente de ciudad, a las que definía como personas fatigadas de placeres y extenuadas por vigilias y excesos. Vemos pues, en las apreciaciones de nuestro médico, que ya en la segunda mitad del siglo XIX estaba despuntando el fenómeno urbano y que a aquel se le vinculaban ciertos efectos nocivos.

    Distingue el doctor entre los efectos que producen las aguas según se beban o se tomen en baños, así por ejemplo el baño excita la piel y el cerebro, a la vez que aumenta la circulación, y por el contrario, beberlas, afecta al estómago y retarda la circulación.

     Las fuentes que describe son tres: La Fuente Santa, la Concepción y Gigonza. De la primera nos habla de cómo en los baños había dos zonas diferenciadas, una general donde podían bañarse de seis a ocho personas y otra dedicada especialmente para militares y corporaciones, de doble capacidad. Sus aguas eran especialmente efectivas en las enfermedades del sistema sexual masculino y femenino, tales como casos de impotencia, poluciones, clorosis, esterilidad, desarreglos de la menstruación y supresión de la misma... Nos cuenta el autor a modo de ejemplo como un señor de 36 años, "de temperamento linfático", vino a tomar estos baños por recomendación de su médico para curarse de una impotencia que padecía, y tras tomar 24 baños, de 19 minutos de duración, a la temperatura del manantial, tuvo conocimiento un mes después de que se había curado.


     Sobre la Fuente de la Concepción, que se encuentra a doscientos metros de Fuente Santa, afirma Centeno que ofrecía mejores resultados que aquélla pues no provocaba excitaciones en las enfermedades de la piel.

     Al hablar de Gigonza, al igual que hizo en el caso de los dos de Paterna se detiene en cuestiones históricas y así expone que este manantial era conocido en la antigüedad por el nombre de Saguntia, ciudad de la región Turdetana. Pero en Gigonza se detiene mucho más y expone que sus baños estaban dotados de todas las comodidades y además de las propias instalaciones balnearias en las que reinaba el aseo, contaba con una sala acústica o de secreto, un salón llamado Casino que servía para la reunión de los bañistas, una Capilla dedicada a la Virgen del Carmen donde se decía misa todos los días a las nueve de la mañana y se rezaba el rosario por la noche, unas caballerizas, jardines, comedores... Pero, nos resulta curioso que cuando describe los baños en sí, lo haga con todo lujo de detalles, parándose en el mármol, cuadros, asientos rústicos debajo de frondosos y copudos árboles, para finalmente y sin ningún pudor, referir que a los costados había dos caseríos para los pobres que se bañan en la alberca en que terminan las aguas usadas en el interior del balneario.

     Según los datos de Centeno, los bañistas que acudieron en aquel año a estos establecimientos fueron 370 en total, repartidos de la siguiente forma: 190 fueron al de la Fuente Santa, 58 al de la Concepción y 162 a Gigonza.

     Después de comentar detalladamente las enfermedades para las que las aguas estaban especialmente indicadas, según cada individuo, tipo de vida, y hasta tipo de ideas, nos describe también aquellas para las que están contraindicadas y así en las enfermedades con flegmasía crónica, tuberculosa o cancerosa pueden llevar al fin de los enfermos, como tampoco eran convenientes en los aneurismas y congestiones, ni en la tisis.

     Es importante señalar que para nuestro autor era indispensable que quienes hubieran de recibir los baños debían estar bien preparados para ello y así exponía que no debían de llegar cansados de un viaje al que no se estaba acostumbrado y querer enseguida someterse a los baños, sino que por el contrario debían de dejar pasar el tiempo para que el cuerpo se haya normalizado y para que la "economía", (palabra que utiliza varias veces para expresar la naturaleza humana) estuviese en aptitud para aprovechar el medicamento.

     Por último nos señala que este agua no puede administrarse siempre igual y para todos, así como que su efecto se prolonga mucho tiempo y que este, a veces, no empieza a notarse hasta un mes después de haberlas suspendido.

     El manuscrito termina con varias propuestas de mejora en las diferentes deficiencias detectadas en cada una de las fuentes.

     Nosotros por nuestra parte quisiéramos concluir expresando que si hoy traíamos a estas páginas las referencias a este trabajo de Centeno de los Ríos no era sino para difundir como nuestro paisano era un enamorado de la medicina y lo mismo que en 1854 hizo cuanto pudo por poner en práctica lo habitual en aquella época en caso de epidemias, diez años más tarde quiso conocer de cerca el tratamiento con aguas medicinales, de las que decíamos constituían un recurso en boga tanto para las personas enfermas como para la ciencia y la humanidad y es que como bien expone el mismo autor si no daban un remedio infalible en todos los casos al menos consolaban a los que las tomaban y detenían el curso de las enfermedades crónicas, idea en la que se reafirma citando a Aseteo, para quién "...a todos los enfermos no se le puede volver la salud, pues el poder del médico sobrepasaría entonces al de los Dioses, bastante gloria es conseguir apaciguar los dolores y moderar los progresos del mal".


viernes, 11 de agosto de 2017

Contrato de un retablo para el convento de Santo Domingo en 1618


Ismael Almagro Montes de Oca

      Siempre ha existido la creencia de que la talla de San Sebastián existente en el altar mayor de la Parroquia de San Jorge procede de su extinta ermita en torno a la calle los Pozos, siendo colocada en su ubicación actual a principios del siglo XX por el pintor restaurador Diego Muñoz Valverde. Autores como Marcos Ramos Romero[1] o Fernando Toscano de Puelles[2] así lo han manifestado con un razonamiento bastante lógico, pues hasta la fecha no se tenía constancia de la existencia de otra talla de dicho santo en nuestra localidad. 


      Sin embargo, abrimos hoy una nueva hipótesis sobre el origen de esta Imagen, pues bien puede proceder de la Iglesia del Convento de Santo Domingo, al igual que otras imágenes que se conservan en la Parroquia, como las imágenes de la Columna o el Crucificado de la Expiración y que pasaron a mediados del siglo XIX a la misma.

      En el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, dentro de los protocolos notariales de Alonso Romero de Coronado, se conserva un contrato fechado el 10 de abril de 1618 por el cual, el beneficiado Melchor Romero de Villegas, Comisario de la Inquisición concierta la hechura de un retablo para su capilla en la Iglesia del Convento de Santo Domingo con el ensamblador Antonio Sánchez y el dorador Pedro Márquez, vecinos de Cádiz:

“Sepan quantos esta carta vieren como en la vª de alcala de los gazules diez días del mes de abril año de nro salvador jesucristo de mil y seis cts y diez y ocho as en presª (presencia) de mi el esc puco (escribano público) y (¿?) aquí entro y parecieron prestes el benfdo Melchior Romº de villegas comisº de la sta inquisicon vezº della de la una parte y de la otra Antonio Sanchez ensamblador y pº de marqs dorador veos de la cibdad de cadiz estantes de preste en esta dha vª de alcala q doy fee q conozco y dixeron q por quanto ellos estan conformes y concertados en q los dhos antº ss y pº mrqs se an de obligar y por estas escriptas se obligan a hazer y q darán ffecho al dho comisº un retablo de madera de pino dorado pa q se ponga y asiente en la capilla y entierro ql dho comisº tiene en el convto de frailes de señor santo domingo extramuros desta dha vª…”

       La novedad radica en que, entre las cláusulas del contrato, se recoge que dicha capilla era conocida como de San Sebastián pues existía allí una talla del santo en una hornacina:

“…lo primº es condiçion ql dho retablo a de ser de madera de pino y lo an de poner y asentar en el altar q esta en la dha capilla q se dize y nombra de sor san sebastian y an de hazer en medio del dho retablo un tabernáculo en q se a de poner y asentar la imagen de sor san sebastian qs la questa oy puesta en el dho altar…”


       Se recoge además una descripción del retablo, que será de madera dorada y constará de cuatro columnas dividiendo tres calles, la central con la hornacina del santo y las dos laterales para albergar sendas pinturas de San Pedro y San Pablo y otras más pequeñas, más pequeñas encima de éstas con pinturas de santos de la devoción del beneficiado dueño de la capilla. Además, llevará rematando la cornisa una pintura de San Antonio de Padua:

“ y es condición ql dho retablo a de salir y tener por los dos lados del ancho una quarta bien larga mas de lo q dize el dho altar donde se a de asentar y cargar 

Yten es concidion q a de llevar dos tableros a los lados del dho tabernáculo de sor san sebastian y estos dos tableros an de ser partidos en dos cada uno ./. y es condición q a de llevar quattro pilastras estreadas dóricas q dividas los tableros y el tabernáculo ./.

Yten es condición q a de llevar el dho retablo un tablero con sus remates ensima de la corniza del tabernáculo / que sea de la altura q tuviere la proporción ./.

Yten es condición q sea de dorar todo este retablo lo q pidiere ser dorado y estofado y gravado en las partes q pidiere ¿? Hacer en buena obra / yten que en el bano se an de pintar y hazer ¿? Retrato en dos tableros q a de llevar el dho (ilegible)

Yten q se an de pintar en los dos tableros colaterales a sor san pº y ssan pablo y con otros do tablerillos peqnos que an de venir ensima de san pº y san pablo se an de poner medallas de santos y santas las que pidiere el dho sor comisº 

Yten que en el tablero de remate que va ensima de la corniza se a de pintar a san antº de Padua”

      Lo que si parece claro es que este retablo sería de líneas muy sencillas y simples, pues los trabajos de carpintería debían estar acabados tan solo tres meses después de la firma de contrato, por el mes de julio y acabado de dorar y estofar para el día de San Miguel de dicho año de 1618:

“Yten es condición y se obligan los dhos oficiales a q darán fecho y acabado este retablo en la forma q va dho y declarado de lo q toca a la madera en todo el mes de julio próximo q viene de este dho año preste y dorado y estofado y acavado de pintar pa q se pueda asentar lo an de dar por el dia de señor san miguel fin del mes de septe deste dho año preste en q estan”

      El precio pactado para la ejecución de este retablo es de 140 ducados, acordándose la forma de pago en tres plazos, el primero nada más firmar el contrato, un segundo pago al acabar los trabajos de madera y un tercero al entregar la obra de manera definitiva:

“yten es condición q por esta obra les a de dar y da el dho comisº El benefzdo mor Romero a los ssusodho ciento y quarenta ducs en reales y esto se obliga a que se los a de dar y pagar en esta dha vª de alcala en esta manera./. un tercio luego agora de preste para q conpren la madera ./. y comiensen a hazerlo / y el otro terº se deba de dar en estando acabado el dho retablo de lo qs madera/ y el otro ultimo terº de toda esta dha cantidad se deba de dar y pagar estando el dho retablo acabado de dorar y estofar de toda pintura y asentado y puesto en la dha capilla”

Termina el contrato con una serie de condiciones legales para que una vez acabado sea apreciado por oficiales “q lo entiendan” para verificar el valor del mismo.

firmas del contrato del retablo

      Nada más sabemos sobre dicho retablo y tan solo podemos añadir que en el inventario que se hace en 1835 tras el cierre del convento por la desamortización no consta la existencia del mismo, aunque tampoco se menciona la existencia de la capilla del Dulce Nombre con sus imágenes, que nos consta existió hasta el cierre del convento.

     Como decíamos al principio, no debemos descartar que esta talla de San Sebastián sea la que corona el altar mayor de la Parroquia, añadiendo además que no hay ni una sola evidencia de la existencia de una escultura en su desaparecida ermita. 

NOTAS

[1] RAMOS ROMERO, Marcos; “Historia de los pueblos de la provincia de Cádiz. Alcalá de los Gazules”. Diputación de Cádiz 1983, pág. 324 

[2] Cuaderno de Temas Alcalaínos. Cuaderno 1 “La Parroquia”. Ayto. Alcalá de los Gazules 1990 pag.12

sábado, 5 de agosto de 2017

Conferencia: “El Patrimonio Artístico – Musical de Juan Amador Jiménez”


Lunes 7 de agosto de 2017
a las 20,30  en el Centro Cultural Santo Domingo


a cargo de D. Javier Miranda Medina, Director de Orquesta.


      Nacido en Málaga (España), Javier Miranda Medina es Doctor en Ciencias de la Información y Comunicación por la Universidad de Málaga (2012), Profesor Superior de Música por el Conservatorio Superior de Música de su ciudad natal y, desde 2010, Miembro de la Academia de la Música y las Artes Escénicas de Madrid.

       Estudia Dirección de Orquesta con el Maestro Enrique García Asensio y, en Londres, con el Maestro Peter Stark en la Royal School of Music. 




      Autor de tres libros y seis discos, ha sido coordinador, ponente de conferencias y de cursos de formación, presidente de jurados internacionales como el de “Jóvenes Talentos Quindianos” en Armenia (Colombia), y Profesor Invitado en diferentes Conservatorios Nacionales y Universidades Internacionales como por ejemplo, Universidad del Quindío en Armenia (Colombia), en la Emory University y Georgia State University en Atlanta, EEUU. 

       Es Investigador en diferentes campos como en Patrimonio Histórico y Cultural Musical realizando, actualmente, el doctorado con Mención Internacional en la Universidad de Jaén (España); en Fenomenología Musical donde ha estudiado el Pensamiento y las Aportaciones a la Dirección de Orquesta y a la Interpretación Musical de Sergiu Celibidache. 

       Ha sido Director Titular y Artístico de la Hispanian Symphony Orchestra (HSO) desde su creación hasta enero de 2015, ha dirigido numerosas orquestas y bandas a nivel Nacional e Internacional. Actualmente, es el Asesor Técnico Musical y Director Artístico de la Banda de Música de la Asociación Músico – Cultural “Ntra. Sra. de la Paz” de Marmolejo (Jaén), miembro de la “Asociación de Intérpretes y Ejecutantes” (AIE), de "World Association for Symphonic Bands and Ensambles" (WASBE) y de “Euphonium Foundation Consortium Commission Project”.


Antes de la conferencia, a las 20,15 tendrá lugar el descubrimiento de una lápida conmemorativa en la casa natal de Juan Amador en la calle Juan María de Castro