sábado, 25 de agosto de 2018

La frontera entre la Alcalá cristiana y la Jimena mora (I)



El texto que se publica es un resumen de la conferencia pronunciada por el sacerdote e historiador de Jimena, Martín Bueno Lozano, en el ciclo de conferencias de la Casa de Alcalá en Cádiz, el  28 de Mayo de 1.993.
P. Martín BUENO LOZANO

INTRODUCCION

       Este artículo intenta precisar el origen, características y duración de la frontera, que del XIII al XV, en dos etapas (1238-1431 y 1451-1456), separó a Jimena de Alcalá.

ORIGEN

      Aquella breve línea fronteriza formaba parte de otra mayor, que, extendida desde Murcia hasta el Estrecho, partía a Andalucía en dos, debido a que, al abandonarla los almohades y volverse al África donde habían venido, se produjo un vacío de poder que vinieron a llenar Fernando III de Castilla por un lado, y por el otro Ibn al-Ahmar de Granada.

       El primero -dicho sucintamente- entró en Andalucía por Despeñaperros alrededor de la fiesta de San Miguel el año de 1224 (1), siguiendo, a continuación, durante veinticinco más, Guadalquivir abajo, hasta Sevilla, para terminar asomándose al Estrecho por Vejer.

       El segundo fundó el Reino de Granada -último refugio de los moros españoles-apoderándose, por este orden, de Jaén primero, luego de Granada (2) y más tarde de Málaga.

       Si creemos a Ibn Askar, que recogió la noticia al hilo del acontecimiento y la incorporó a su "Historia de Málaga" en cuya redacción se hallaba, las autoridades malagueñas se reunieron la noche del 26 de abril de 1238 y firmaron un acta, redactada, según Ibn Adarí por el mismo Ibn Askar, por la que entregaban a al-Ahmar, juntamente con la ciudad, se sobrentiende, todos sus distritos (3), entre los que se hallaba cuanto hoy se conoce por Campo de Gibraltar. Así parecen en-tenderlo ciertos autores (4). De hecho, Tarifa, Algeciras, Castellar y Jimena fue entonces cuando quedaron fronteros con Vejer, Medina y Alcalá.

      La frontera, por tanto, del Reino de Granada, reducida hasta aquella noche a Jaén y Granada, se alejaba hacia el oeste y empezaba a coincidir, en lo que respecta a nuestra investigación, con los límites de Jimena y Alcalá.

       De momento, los del uno y otro lado seguían siendo los mismos en cuanto a religión, idioma, leyes y costumbres, diferenciándose sólo por las distintas obediencias: unos al rey de Granada, y otros a sus débiles y divididos reyezuelos, lo que junto a la geografía sin apenas relieves para la defensa les haría fácil presa de los castellanos.

      Efectivamente, cuando Fernando III, diez años después, llegó a Sevilla, bajó al sur y lo "ganó", según expresión de la Crónica (5), aunque dejara a sus habitantes vivir a su manera, con la sola obligación del tributo anual, señal de vasallaje (6)

       De este modo vivieron otros dieciséis años, al término de los cuales, debiendo de hacérseles insoportable el dominio del Rey de Castilla, que ya no era Fernando II, sino su hijo Alfonso X, se levantaron contra él.

      La sublevación comenzó en Junio de 1264, según sendas cartas dirigidas por el rey a los obispos de Cuenca y Sigüenza con fechas del 20 y 25 del mismo mes respectivamente (7). Duró tres años, según Iba Idarí (8), dato coincidente con el de Ia carta escrita por el papa a Alfonso X el día 23 de Octubre de 1267, dándose por enterado de la victoria y felicitándolo por ella (9).

       Por aquel entonces fue cuando debió de celebrarse el pacto entre los reyes de Castilla y de Granada, conocido en la crónica cristiana como de Alcalá de Benzaide, por el que el de Granada, alentador y sostenedor de la sublevación, entregaba al de Castilla una serie de “localidades amuralladas”, entre las que figuraban Jerez, Medina Sidonia, Alcalá, Vejer y otras (10).

       Alfonso X fue inmisericorde. Los obligó a todos a abandonar sus casas y pertenencias, y a marcharse “sin otra cosa que sus personas”. Repitióse el miserable espectáculo del entero éxodo de un pueblo. Unos por los puertos del Estrecho y otros por los difíciles caminos de las montañas buscaron nuevo acomodo para sus vidas en África o el Reino de Granada (11).

       Desde ahora, en la frontera, sólo habrá cristianos por un lado y moros por el otro nítidamente separados.

TRAZADO

       También parece poderse precisar el trazado. Porque en el toma y daca de aquellas guerras entre moros y cristianos se entendía siempre que la entrega de las poblaciones llevaba consigo la de sus términos y límites, al punto de que, en la duda, se llamaba a los antiguos moros para su exacta fijación. Así ocurrió, por poner dos casos, en la de los límites de Niebla, Saltes, Huelva y Gibraleón, hecha en el año 1267. Y en la de San Esteban y Chiclana por la parte de Jaén, se llegó a requerir la ayuda de unos "moros buenos et leales de tierra del rey de Granada", que envió dos naturales de ambas villas (12).

       No de otra manera se había de proceder con Alcalá. Y así, Alfonso X entregó el castillo de Medina Sidonia y la villa y castillo de Alcalá de los Gazules para su defensa a la Orden de Santa María de España, por él fundada, mediante un privilegio extendido el 10 de Diciembre de 1279, una de cuyas cláusulas rezaba: “E otrosí damos la villa e el castillo de Alcalá... E esta donación la fazemos en tal manera que los términos de estos castillos sobredichos sean por aquellos logares que fueron en tiempos de los moros” (13).

       Como los términos del lado oriental de Alcalá eran comunes con los de Jimena, se deduce que la frontera iba entonces por donde los límites ahora de ambos municipios (14), los cuales siguen una línea por una serie de picachos divisorios de las aguas que bajan al Barbate del lado de Alcalá de las del de Jimena, que lo hacen hacia el Hozgarganta y el Guadarranque. Si alguna vez se dudó sobre el trazado exacto, todo el empeño del pleito debió lógicamente de centrarse en el restablecimiento de su estado primero. Por lo tanto, cualquier cambio que hubiera podido hacerse debió de ser mínimo.

Grabado de la Toma de Jimena en 1431

NOTAS 

(1) RETANA, Luis de la. San Fernando y su época, Madrid, 1941, Pág. 91.

(2) IBN IDARI. Al Bayan al-Mugrib. “Colección de Crónicas árabes de la Reconquista” publicada por A. Huici. Tánger, 1953. Vol. Ill, Págs. I09 y 143.

(3) VALLVE BERMEJO. Una fuente importante de la historia de al-Andalus: la historia de lbs Askar. Al-Andalus, XXXI (1956) Pág. 263. IBN IDARI, op. cit. vol Ill, Pág. 125.

(4) RAMOS ROMERO, Marcos. Alcalá de los Gazules, Cádiz, 1983, Pág. 183.

ARTE, Rachel, España musulmana (siglos VIII-XVI. Tomo Ill de la Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara, Págs. 86-87.

(5) Crónica General de España Publicada por Menéndez Pidal, Editorial Gredos, I945, Pág. 770.

(6) En una visita del abad de Sahagún al rey Fernando, en Sevilla, salieron a verlo pasar unos moros venidos “de Jerez e de otros castiellos, que habían traido muchos dones por el tributo acostumbrado”. Las Crónicas de Sahagún. BRAH, LXXVII (1920111, Pág. 174.

(7) Archivo de la Catedral de Cuenca. Letra B, número 4, citado por A. Ballesteros en Sevilla en el siglo XIII. Madrid, 1913, Págs. 108-110 y Toribio Minguez, Historia de la diócesis de Sigüenza y sus obispos. Madrid, 1910.. Vol, 1. Págs. 559-561.

(8) IBN IDARI. Op. cit. vol III. Pág. 288.

(9) GOÑI GAZTAMBIDE, J. Historia de la Bula de la Santa Cruzada en España. Victoria, 1958, Pág. 196, nota 35.

(10) IBN IDARI, Op. cit. vol III. Pág. 337.

(11) CONDE. José Antonio. Historia de la dominación musulmana de los árabes en España sacada de varios manuscritos y memorias árabigas. Madrid, 1874, Pág. 272.

(12) Gran Enciclopedia de Andalucía. Tomo IV, Pág. 1696. Voz "Gibraleón".

ARGOTE DE MOLINA. Nobleza de Andalucía. Lib. II, cap. lll.

(13) Archivo Histórico Nacional: Orden Militar de Santiago. Priorato de Uclés. Medina Sidonia Caxa 222, n° 4, Copia de Juan Menéndez Pidal en su artículo "Noticias acerca de la Orden de Santa María de España instituida por Alfonso X" RBAM, números 9 y10 (Sept.-Oct. 1907) 32 época, tomo XVII.

(14) Las mismas normas se siguieron en el deslindamiento de los términos de Tarifa. José y Jesús de las Cuevas. Los mil años del castillo de Tarifa (960-1960) Cádiz, 1964, Pág. 93.


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