sábado, 29 de agosto de 2015

Pregón de Feria 2015




Ismael Almagro Montes de Oca
Agrupación Musical Ntro. P. Jesús Nazareno


Las notas de las trompetas
son la voz de mi  Pregón,
tus calles, el pentagrama,
tu fiesta, nuestra ilusión.

Hoy toco a los cuatro vientos
y pregono a España entera,
el orgullo que yo siento:
nacer bajo tus cielos azules
y llevarte por bandera,
Alcalá de los Gazules.

     Romera mayor, damas de honor, autoridades, paisanos y amigos todos.

       Cuando hace apenas un mes nos propusieron a la Agrupación que diésemos el Pregón de Feria, supimos que por fin se acababa nuestra particular travesía del desierto. 

      Conscientes de la dificultad que conlleva hacer este pregón, aceptamos porque no nos podemos negar a cantar, aunque sea con nuestros instrumentos a nuestro pueblo.

      Antes de empezar queremos aprovechar esta tribuna para agradecer el trabajo y la dedicación de cuantos han pasado por nuestra Agrupación, que han sido muchos en los 17 años de nuestra andadura musical, así como dar las gracias a cuantos nos han apoyado en nuestros proyectos. 

     Decía un antiguo pregonero que venía a cantar a esta fiesta con el oficio de las campanas, que no es otro que el de alborotar el aire. Y qué si no, hacemos nosotros con nuestros instrumentos. Alborotan el aire nuestras notas para anunciar la fiesta, alertando los sentidos. El pentagrama sirve para romper la monotonía de la vida diaria. La música anuncia días de asueto, jolgorio y diversión.

     Hoy os proponemos que nos acompañéis en un viaje musical por la feria de nuestro querido Alcalá, un viaje en el tiempo y la memoria para rememorar ferias pasadas, abrir el álbum de los recuerdos para volver a vivir sentimientos pasados, como pórtico a esta fiesta que hoy abre sus puertas. 

LA FERIA EN EL SIGLO XIX

        Aunque Alcalá ya contaba con una feria de ganado en mayo desde 1830, una de las más antiguas de la provincia, el 27 de agosto de 1851 la reina Isabel II le concedió otra, a celebrar los días 12, 13 y 14 de septiembre. La feria que hoy se inicia, cumple por tanto su 164 edición.

      Al igual que en mayo, esta feria de septiembre se celebraba en el Prado, aprovechando las aguas del rio Barbate y la abundancia de pastos de los terrenos colindantes.  Se celebraba allí gran cantidad de compra-venta de ganado de labor y principalmente de cerda, para aprovechar la bellota de nuestros montes.

     La feria suponía un paréntesis entre el fin de los trabajos agrícolas y el comienzo de la nueva campaña.

     Pero no siempre se celebró en las mismas fechas. A los pocos años de su fundación, debido al escaso éxito comercial, se trasladó su celebración hasta finales de septiembre, coincidiendo con la festividad de San Miguel.

      A mediados de los años 60 del siglo XIX sufriría un nuevo cambio de fechas, trasladándose a los tres primeros días de septiembre.

      Durante la segunda mitad de ese siglo Alcalá vive una etapa de prosperidad. Cuenta con una población en torno a los 9000 habitantes y en este periodo se le concede a nuestro pueblo el título de ciudad y a la Virgen de los Santos, el título de Patrona.   Llega el agua corriente desde los Regajales, aunque no por ello, se pierden las filas de cántaros junto al Pozo de arriba en busca del preciado elemento.  Continúa el ir y venir de gente a la fuente de la Salada, del Rabilero o de las Viñas.


     Hay además otras mejoras que vienen a hacer un poco más fácil la vida de nuestros antepasados, como la construcción de la carretera que nos une con Medina, la llegada del telégrafo y la estafeta de correos.

      Pero no todo va a ser negocio en estas ferias decimonónicas. Al caer el sol el ambiente se traslada calle de la Salada arriba para celebrar el lado lúdico de la fiesta. Los paseos por la Alameda y la calle Real se convierten en la principal distracción en las todavía calurosas noches, donde los alcalaínos con bombín acompañan a las damas con trajes hasta los tobillos, bajo la luz de las farolas de carburo, que en vez de apagarse como de costumbre a las 12 de la noche, permanecen encendidas hasta el amanecer de forma extraordinaria, en todas las calles del pueblo, por insignificante que fuera el sitio donde estuvieran colocadas. Es feria.

      Los más pudientes alternan en el casino o en el “café cantante” de Francisco Arroyo en la Plaza de la Cruz.

Noticia recogida en el periódico "El Comercio" el 14 de noviembre de 1877.

     Y como en toda fiesta, no falta la música. A veces llegan músicos foráneos para el deleite de todos.  En 1868 son unos músicos italianos los que amenizan la feria con arpas y violines.

¿Os imagináis como seria aquella escena?

(suena la dona e mobile de verdi y salen a pasear dos personajes con vestidos decimonónicos)

       Esos mismos músicos, en un ademán premonitorio, llegan a interpretar el Himno de Riego en la calle Real, días antes del triunfo de la revolución del 68. Seguro que no sabían que a muy pocos metros de allí, en el convento de Santo Domingo, fue donde se gestó el levantamiento que dio origen al trienio constitucional de 1820 y a Riego, fama universal y la pieza que interpretaron con el tiempo, pasaría a considerarse el himno de la República. 

      Suenan también las notas de las charangas militares de las tropas establecidas en nuestro pueblo, que aprovechando el ambiente festivo, cambian el afinado toque de retreta de cada tarde en la Alameda por alegres melodías.

      Otras veces, la animación corre a cargo de la banda municipal. Por cierto, llegó a contar con un director de prestigio, Francisco Marín Delgado, quien en 1884 estrenó en la plaza de toros de Cádiz el pasodoble “Saludo Torero” dedicado al espada Fernando Gómez “El Gallo” y otro más dedicado a Antonio Ortega “El Marinero”.

1884  08  15 - La Palma. Edición del 15 de agosto de 1884.   

       Pero si tenemos que hablar de música en esta época, como sinónimo de fiesta, y con la fiesta, el baile, no podemos olvidarnos de un tesoro muy nuestro, el baile típico alcalaíno, hoy por desgracia casi perdido, que antaño se bailaba en las ocasiones festivas y que espera aletargado a que alguien, ayuntamiento, asociaciones, colegios, quien sea, tenga el valor y el coraje de devolver a la vida de manera estable, aquel baile para que no perdamos nuestro patrimonio cultural, nuestras raíces y se baile en nuestras principales fiestas.

      Seguro que todos sabéis que nos referimos al Gazpacho de Alcalá. Permitidnos hoy el atrevimiento de tocarlo con nuestros instrumentos y aún más, la osadía de intentar bailarlo.

(suena el gazpacho y entran dos figurantes vestidos con el traje típico)


LA FERIA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

      Con la llegada del siglo XX, Alcalá se desparrama hacia el arroyo de Lerma, buscando espacios más llanos y cómodos.  El número de alcalaínos supera ya las 10000 almas. Atrás van quedando el bombín y la chistera para dar paso al sombrero de ala ancha.  Llega por fin la luz eléctrica y el teléfono. 

      Y mientras el asfalto nos comunica con Algeciras, todos los días sale el Correo a las 6 de la mañana para Cádiz, en un viaje interminable que duraba 4 horas. ¿Sabéis cuanto costaba ese viaje en 1912? la nada despreciable cantidad de 7 pesetas con 50 céntimos.

      Son años de vendedores ambulantes por las calles pregonando a voz en grito, los productos de nuestras huertas y campos, como aquel que se le escuchaba a un vendedor de brevas:

Ya le picó el pajarito a las brevas
Brevas maduras
Las doy a prueba por perra chica.

      O aquel otro que pregonaba entre los puestos del mercado en la Plazuela de Blasa, hoy Plazuela de los emigrantes, uno de los frutos exquisitos de nuestra tierra, los higos chumbos:

Con mi caña y mi borrico,
mi cenacho y mi serón,
a coger higos me aplico
por ganar mi mantención.


Pongo mi puesto en la esquina.
Allí me harto de gritar
<<A los higos sin espinas,
por un cuarto, una pechá>>

Con mi caña y mi borrico,
mi cenacho y mi serón,
a coger higos me aplico
Por ganar mi mantención.

Pongo mi puesto en la esquina.
Allí me harto de gritar
<<A los higos, Marinita,
Acabaítos de coger;
Estos no tienen pepita,
son dulces como la miel >>

¡zafaríes, ahucíes y brevales!

(suena la música interpretando este pregón)

      Durante las dos primeras décadas del siglo, las ferias siguen celebrándose en la Alameda, donde se coloca una artística portada para dar compañía al entonces novísimo reloj y engalanando la plaza con farolillos, mientras multitud de toldos jalonan las aceras y bajo los cuales venden sus productos los puestos de turrón y se instalan las tómbolas con juguetes, relojes y objetos de porcelana fina.


      Las noches se presentan muy animadas en los distintos casinos y círculos como el liberal Moret, el de los republicanos, viticultores o el círculo conservador y en los cafés de la Alegría o del Comercio.  En la misma plaza, la Iglesia de la Victoria luce más blanca que nunca tras ser devuelta a la vida tras décadas en el olvido. 


      Y mientras todo esto sucede, abajo, junto al hoyo de la fábrica, el nuevo paseo de Mochales le va ganando la partida a la Alameda y calle Real como lugar de esparcimiento. Por su amplitud termina imponiéndose como lugar para celebrar la feria y velada en honor de la Virgen de los Santos.

       Pronto se colocan las primeras casetas de feria, como aquella que en 1927 instala Juan Salas Domínguez para la venta de café, vino y licores durante la feria y velada, o aquella otra que monta el mismo año Vicente Fernández Jiménez entre la Plaza de Toros y la casa de Dionisia, haciéndole la competencia al café de Bernal. 



      Llegan las atracciones de feria, para deleite de pequeños y mayores, el tío vivo junto a la plaza de toros, los voladores junto al monte sarria.

     Son ferias en blanco y negro, de la visita anual de los que viven en el campo. Y son ferias de toros, desde que el 2 de septiembre de 1893 se inaugurara el coso alcalaíno a los pies del cortinal de Santo Domingo. 

     Otra fiesta de aquella época, el carnaval alcalaíno, nos ha legado un precioso documento musical con la crónica de la inauguración.

Alla en la feria septiembre
Del año noventa y tres,
Se estrenó la hermosa plaza
Con toros de Peñalver.

Al salto de la garrocha,
Al tirar de las mulillas
Al manejo de la espada,
Al jincar las banderillas.

<<Agualimpia>> mató al toro,
Baldomero la puntilla,
Llamaremos a Buyón,
Que tire de las mulillas

(suena la música interpretando este coplilla)

      En las corridas de feria, entre los aficionados que abarrotan el graderío, la banda de música pone el ambiente festivo, deleitando al respetable tocando multitud de pasodobles.


     Seguro que alguna vez se interpretó uno dedicado a un paisano nuestro, Fernando Romero “Lagartijilla” banderillero que fue de las cuadrillas de Agualimpia y Rodolfo Gaona y que perdió la vida en la plaza de toros de Madrid en 1909.

     Triste destino el de nuestro paisano, que perdió la vida el mismo día que se estrenó su pasodoble.

(suena un fragmento del pasodoble “Lagartijilla”)

       Y hablando de pasodobles, no podemos olvidarnos de mencionar a otro alcalaíno, músico profesional, nacido en nuestra tierra en 1903, Juan Amador Jiménez, que fuera director de las bandas de música de Marmolejo y Andújar, localidad que cuenta con una banda que lleva su nombre. Conocido en toda España por ser el compositor del pasodoble “Ayamonte”, compuso además otros muchos, marchas de procesión y sobre todo partituras de romería.

      El maestro, desde la distancia no había olvidado su tierra y compuso un Himno a la Virgen de los Santos para que se tocara y cantara en Romería. Envió las partituras al ayuntamiento alcalaíno, donde permaneció más de treinta años inédito, olvidado en un cajón.

     Esta Agrupación musical, tuvo la dicha de estrenarlo el 10 de septiembre de 1999. ¿Os acordáis? 

(suena un fragmento del Himno a la Virgen de los Santos de Juan Amador)


      Son también los años duros de la guerra y las cartillas de racionamiento, del estraperlo y del maquis.

     Las notas alegres que salían de los instrumentos de la banda de música, ahora se han tornado en tragicómicas en las charlotadas de corridas celebradas en la feria.

      El joven valiente alcalaíno que se ponía ante los astados ha dejado paso a otros paisanos, convertidos en bufones, en el hazmerreir del pueblo. En la memoria colectiva  quedan nombres como Batata o el Gran Potoco de Alcalá, auténticos quijotes del sur que un día soñaron salir a hombros por la puerta de la plaza de toros en las corridas de feria, mientras la banda les dedica un pasodoble.

(suena el pasodoble Francisco Alegre)


LA FERIA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX

     Y así, entre toros y pasodobles, doblamos la esquina del medio siglo. 

      Poco a poco, los malos tiempos quedan atrás. Son tiempos de camiones cargados de seras de carbón y de la Valenciana esperando para partir dirección Algeciras, desperdigando personal por los campos del Rocinejo o el Jautor.  De nómadas de circos y domadores de fieras en el hoyo del paseo.

      Suenan melodías en las radios con las coplas de Concha Piquer, Juanito Valderrama, Manolo Escobar y una pléyade de artistas de bata de cola, mientras Botones se afana por sacar adelante su banda de cornetas.

     Poco a poco, Alcalá se despereza y llegan nuevos vientos de modernidad. Los grandes colegios del Convento y El Parque.  Se construye la Biblioteca, el hotel y la piscina municipal. Llega la caja tonta para hacerle competencia a las ondas hertzianas, mientras se gastan las tardes de domingo paseando hasta el ventorrillo Ortega.

      Vuelta a vuelta, giro a giro, siguiendo los surcos de los discos de vinilo, la juventud alcalaína se desmelena a ritmo de rock and roll. Las patatas fritas de la barraca de Juan Romero llevan la sal de las notas que los Rangers han tocado en su almacén. 


     Son tiempos de pantalón de campanas y chaquetas con amplias solapas. Son tiempos de guateque

(suena un fragmento de “Saca el whisky cheli”)

      Y llega también el butano, que convierte el carbón en cenizas y sentencia a medio pueblo. El otro Alcalá, el que habita en Cataluña, en Cádiz, en Algeciras, el Alcalá emigrante. Y como los sueños de aquellos alcalaínos, el hoyo también acaba sepultado.  Es el triunfo de lo artificial sobre lo natural, el finiquito de la cal, la renuncia a nuestra identidad andaluza para dar paso a los pisos de la caja de Ahorros,  o el edificio de la hoy Escuela de adultos.  La barriada del Larios, mirador privilegiado del castillo de naipes que forman las casas de Alcalá. Instantáneas aún en blanco y negro de Ricardo el retratista o de Fotos López. 

     Ferias de pregón y damas en la Alameda, de efímero albero taurino sobre el hoyo con el pueblo como palco y andando el tiempo, el parque como caseta.  Mañanas alborotadas con el desfilar de fóraneas bandas en diana floreada.  La banda del Saucejo anunciando la fiesta. 

     El Paseo José Antonio de bote en bote.  Junto a la plaza de toros, los caballitos de Pepín, dando vueltas infinitas mientras los artísticos equinos hacen las delicias de los más pequeños.  Y para los mayores, la Noria, las cunitas, los coches choques. Entre naranjo y naranjo, los puestos de turrón. Dolores la turronera.


       En el parque se mezclan la música de la orquesta pachanguera con las voces de artistas consagrados. Francisco, Mari Trini, Elsa Baeza, mientras fuera, algunos se afanan en burlar la vigilancia y colarse en el concierto, evitando la taquilla cual almonteño rociero, dando el salto de la reja.

      Son ferias que acaban el sábado de madrugada, cambiando el bullicio en el paseo por el resonar de los cascos de los caballos desfilando hacia el Prado para hacer el camino hasta el santuario. Por el camino del Barbate miles de peregrinos en busca de María de los Santos. 

     Como música de fondo, los versos de Manolo Caro en las gargantas del coro de la Peña Amigos del Camino: “Quien no ha visto el camino desde el San José…”

       Y desgranando calendarios, la feria del paseo de la Playa se nos fue quedando pequeña, velada anclada en el pasado, tanto que muchos alcalaínos parecían turroneros, viajando por la comarca de feria en feria, buscando en las ferias vecinas lo que faltaba en la nuestra.


LA FERIA EN EL SIGLO XXI

      Así, hasta que llega el nuevo siglo. En el Alcalá de nuevas barriadas periféricas, el de la autovía, otra vez el recinto ferial busca mayores espacios para expandirse y crecer. Se aleja cada vez más del casco urbano, para acabar en el Monte Ortega, rodeado de Parque natural.

     En un mundo globalizado, nuestra feria también se ha globalizado. Ahora es igual que las demás ferias, con sus casetas ordenadas, su calle del infierno (para los padres), aunque aquí siempre serán LOS CACHARRITOS. 

     Ganamos la feria de día, si el levante y el calor lo permiten.  Y por la noche, macro botellona de la juventud en el hormigonado anfiteatro, eso sí, con unas vistas magníficas, con toda la feria a sus pies y el pueblo como telón de fondo.  Y en las casetas de la juventud, la música a todo tren. 

      Pero si hay que poner una música a esta feria, no puede ser otra que aquella que ha conseguido colonizar las ferias de toda Andalucía: las sevillanas.

(la banda interpreta unas sevillanas)

      Feria es sinónimo de alegría, de música, del reencuentro con familiares y amigos, y como buenos andaluces, convertiremos durante cuatro días el ágora de la feria en nuestra casa común, la casa de todos.

      Pero a decir verdad, sí hay algo que hace distinta a nuestra feria del resto. Desde su origen, las ferias de nuestros bisabuelos, de nuestros abuelos, de nuestros padres, nuestras ferias, no son sino el pórtico de otra fiesta, la Romería, la del encuentro de los alcalaínos con su Madre.

      Terminemos pues, este viaje imaginario por la feria, su historia y su música, como acaban todas las ferias.

      Y así, nos vamos buscando la blanca ermita y los olivos centenarios, nos vamos buscando a la Señora, buscando a María de los Santos, para llevarle las súplicas y los rezos de su pueblo en forma de canción. Hoy hacemos nuestra aquella que se convirtió en un himno del Camino y la romería, La Salve del Coro de la Peña Amigos del Camino.

(la banda interpreta la Salve)

¡Viva Alcalá!

¡Viva la Virgen de los Santos!



Alcalá de los Gazules, 27 de Agosto de 2015

1 comentario:

  1. Soy José Diaz, nó tengo el gusto de conocerte, Ismael, pero éste pregón me ha gustado por lo bién documentado, y también, porque no has citado ni un sólo nombre propio. Particularmente he aprendido algo que me afecta. Gracias, y felicidades.

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