Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 2003
Luis ROMERO ACEDO
El 22 de enero de 2003, Alcalá amaneció sobresaltada por el tañir infrecuente de las campanas de la Victoria, que monótonamente y cada cuarto de hora sonaban para comunicar a los alcalaínos que había fallecido el Padre Hermida.
La noticia no por esperada dejó de sorprendernos y fueron numerosos los alcalaínos que acudieron a su velatorio en la Victoria, su casa, o a acompañarle en el traslado del cadáver primero a la Parroquia donde se ofició la misa de córpore insepulto por casi medio centenar de sacerdotes, presididos por el Obispo, como luego hasta el cementerio alcalaíno donde él había manifestado en innumerables ocasiones que quería descansar para siempre.
Hoy y desde estas páginas quiero recordar a Manolo Hermida, y para ello recurriré tanto a lo que expuse en el discurso del acto institucional de su nombramiento como Hijo adoptivo de Alcalá, a principios de enero de 2000, como a algunas anécdotas de cómo han surgido algunas obras de Manuel Hermida en las que he tenido la ocasión de participar.
En 1995 y a raíz de su jubilación como profesor del Instituto de Educación Secundaria "Sainz de Andino", en el que ejerció como profesor durante 25 años, los profesores del mismo solicitaron del Ayuntamiento algún tipo de reconocimiento y pronto pensamos en que la mejor distinción que podíamos tener con Hermida era la de nombrarle Hijo Adoptivo de Alcalá, por cuanto que en su persona concurrían todos los méritos que el Reglamento exigía y además nos constaba que desde hacía tiempo él se consideraba un alcalaíno más. Según palabras de un colaborador suyo "cuando llegó a Alcalá, con su particular filosofía, se implicó en todo cuanto acontecía a su entorno, se hizo uno más entre nosotros, amigo de todos, dialogante, siempre dispuesto a escuchar, capaz de aconsejar, servicial, solidario, preocupado por los problemas sociales de su entorno. Un entorno que define como el suyo, pues afirma que a lo largo de su vida es en Alcalá donde ha vivido un mayor número de años, razón por la cual se siente doblemente alcalaíno, aún sin serlo".
Por otra parte, me consta que en 1978-1979 y ante los rumores de su inminente destino a cierta Parroquia de Cádiz, el propio Hermida le pidió al Obispo que no lo trasladase de Alcalá.
Así las cosas y pese a que la distinción como tal Hijo Adoptivo se le había podido entregar mucho antes, el mismo nos pidió que la hiciéramos coincidir con sus Bodas de Oro como Sacerdote, que se iban a celebrar en el año 2000, como así fue.
Aún recuerdo la llegada de Hermida a Alcalá, procedente de la Parroquia de San Juan de Dios en Medina, donde había estado tres años, después de haber ejercido su ministerio en la barriada El Príncipe de Ceuta, los campos de Los Barrios y un buen número de años con los pescadores de Zahara.
La primera impresión es que no era un cura convencional, pues su carta de presentación era un chiste, malo pero chiste. Pronto supimos en determinados colectivos locales que estábamos en lo cierto, que Hermida no era un cura convencional, sino un cura comprometido. Comprometido con la realidad social, con la problemática laboral, con la necesidad de construir una nueva sociedad. Y así, en aquellos momentos difíciles, Manolo apostaba por la libertad e hizo que las puertas de la Victoria se abrieran para todos y cada uno de los alcalaínos, y fue allí adonde muchos encontramos el lugar para reunirnos, algo entonces prohibido y donde constituimos un club obrero, que sería germen de posteriores labores sindicales y políticas. Fue también allí donde un grupo más joven que el nuestro, constituyó otro colectivo del que resultarían inquietudes culturales, sociales, políticas y con un mismo denominador, la búsqueda de la libertad, y democracia.
Al mismo tiempo, Hermida trabajaba en lo que fue una constante a lo largo de sus treinta años de labor como Párroco de San Jorge, e impulsaba una importante actividad en varios campos de actuación bien distintos:
La Formación de jóvenes y adultos, con la creación de un centro donde se impartían clases de mecanografía, taquigrafía, corte y confección, bordados, etc. que, en parte, aún hoy sigue funcionando y por el que han pasado más de 2000 alumnos, sin contar los que acudieron a dicho centro de formación para asistir a las actividades ocasionales promovidas por cualquier asociación, institución o particular, a las que solía cederlo cuando se le requería.
La promoción del asociacionismo. Desde su llegada a Alcalá, Manolo trabajó incansablemente en la promoción del asociacionismo como forma de conseguir objetivos comunes, así desde el punto de vista social promovió un centro obrero, una cooperativa de mujeres, asociaciones juveniles, una asociación de lucha contra la drogadicción, además de todo el entramado asociativo de carácter pastoral que lógicamente fomentó en su labor como párroco. Tampoco podemos olvidar su labor social, fomentando la tarea asistencial de Cáritas y colaborando decididamente en cuantos problemas se le planteaban.
La actividad cultural, entendida en su más amplio sentido, tanto desde el punto de vista del fomento de la cultura como en el de la restauración del patrimonio arquitectónico y artístico local de propiedad eclesiástica. Así, es destacable que fue miembro de cuantas iniciativas culturales se promovieron en la localidad (baste citar como ejemplo su labor en el Instituto Sainz de Andino a lo largo de 25 años, en los que no sólo fue profesor de religión, sino que también lo fue de otras asignaturas cuando el centro era colegio libre adoptado y existían carencias de profesores) y al mismo tiempo se destacó como un entusiasta luchador por la mejor conservación de los bienes de la iglesia y así durante su período de Párroco se restauraron los dos templos de que consta la iglesia parroquial y si bien en la restauración de San Jorge se contó con el concurso de la Junta de Andalucía, en la del complejo parroquial de la Victoria, la iniciativa y la ejecución de las mismas ha sido obra de Manuel Hermida, quién recibió un ruinoso conjunto de edificaciones y consiguió un amplio, funcional y bien conservado complejo para la labor pastoral, social y cultural de la iglesia.
En sintonía con lo precedente es reseñable que ha sido el más firme defensor de la necesidad de restaurar el patrimonio artístico local y cabe citar que durante su ejercicio pastoral se restauraron las imágenes de Jesús Nazareno, María Santísima de los Dolores, Jesús de la Columna, Nuestra Señora de las Lágrimas, Cristo del Perdón, templete del Corpus, altar de la Trinidad, cuadro de San Sebastián y otras tallas menores.
A propósito de restauraciones he de contar dos anécdotas, la primera de ellas relativa a la primera visita de Manuel Chaves como Presidente de la Junta de Andalucía a Alcalá en la que Hermida entre chistes y bromas le pidió al Presidente que le pagase, como así lo consiguió, el saneado de las paredes de la Victoria y el pintado exterior de todo el conjunto. Desde aquella visita, Hermida, cogió la costumbre de pedir algo al Presidente cada vez que este visitaba a Alcalá, siendo así que, estando Manuel Chaves en Alcalá para asistir al entierro de Alfonso Perales León, se acercó a saludarlo "solamente, porque hoy no es día de pedir nada", por escucharlo le dije "yo creía que venías a pedir dinero para la restauración del órgano que me habías hablado". Chaves preguntó por la restauración y Hermida tras alabar los méritos del órgano terminó por pedirle dos millones de pesetas, que según él era lo que costaba la restauración, pocos días después desde el gabinete del Presidente se ponen en contacto conmigo para iniciar el expediente de dicha restauración que finalmente se multiplicó por diez respecto de lo que pedía Hermida y que afortunadamente se pudo reinaugurar el pasado mes de noviembre en uno de los últimos actos a los que acudió Manolo Hermida luciendo orgulloso, su medalla de "Hijo Adoptivo de Alcalá".
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