sábado, 2 de agosto de 2025

Caciquismo en Alcalá: Retrato de una época (V)




Ismael Almagro Montes de Oca



    El alcalaíno Manuel Sandoval Moreno nació en 1888.  Hijo de José Sandoval Muñoz,  zapatero, residía en 1904 San Fernando con sus padres y tres hermanos, apareciendo registrado en un censo de dicho año ejerciendo de pintor. Desconocemos su formación académica. En un censo de 1916 figura residiendo en Alcalá, junto a sus padres, de estado soltero y se le consigna como estudiante.  Posiblemente en dicho año o en el siguiente, emigró a Montevideo (Uruguay), donde empezó a trabajar en el periódico «El Diario Español», regresando a España en 1917 como Redactor-viajero del mismo [1] y recalando de nuevo en Alcalá. Hombre de formación culta y profundas convicciones religiosas, se encontró un Alcalá donde las ideas anarquistas y el asociacionismo obrero iban en aumento, creándose el caldo de cultivo perfecto para que el anticlericalismo fuese ganando adeptos en el municipio. Además, a nivel político, el pueblo vivía desde hacía varias décadas bajo el yugo del caciquismo, esquilmando los “pequeños dictadores” que se iban sucediendo, los recursos municipales en su propio beneficio y propiciando una profunda decadencia administrativa, que perjudicaba gravemente a la sociedad alcalaína.

    Manuel Sandoval decidió combatir todo esto haciendo uso de su profesión, y a finales de 1917 puso en marcha un periódico, al que tituló «El Castillo de Alcalá» junto al lema «Todo por la justicia y el derecho para servir a Dios», rotativo que publicaba con censura eclesiástica. Además, utilizaba un subtítulo muy significativo: «periódico regionalista y anticaciquil»

    Utilizó su pluma para cargar contra el alcalde, Antonio Galán Fernández, y sus concejales, que apenas se dejaban ver por las sesiones del ayuntamiento, tal como reflejan las actas de aquella época, donde se constata que sólo acudían tres o cuatro a cada sesión. En las páginas del periódico criticaba el estado de abandono que sufría la localidad sin que estas autoridades hicieran nada, granjearse la enemistad de estos políticos.



    Por si fuera poco, sus hermanos, José y Francisco,  junto con el presbítero José Gámez Coto, a quien le unía gran amistad, le convencieron para que en 1918 aceptase el cargo de Recaudador y Agente de Contribuciones, en lugar de regresar a Montevideo, como su intención, ejerciendo este cargo con una pulcritud extrema, tal como él mismo reconoció:

    “Me atrevo a decir, sin temor de verme desmentido, que no hay contribuyente, pagador o moroso, aún entre mis escasos enemigos, que guarden de mi actuación el menor recuerdo desagradable, siendo público que sin faltar al cumplimiento de mi deber, hice grandes favores, casi siempre con perjuicio de mis intereses como Recaudador de Ejecutiva.”

    Se da la circunstancia que desde 1914, determinados caciques desde la alcaldía, habían dejado de pagar la Contribución rústica. Por esta morosidad, inició un expediente de apremio, “embargándose, primero el 66 por 100 de sus ingresos, y después, la totalidad de sus rentas de Montes.”

    Imprimió gran actividad en dicho expediente contra el Ayuntamiento, por ser el principal deudor: “Debido a ello pude recaudar importantes cantidades, no sin que tuviese que sostener una verdadera lucha frente al caciquismo.”

    Las críticas vertidas en el periódico, unidas al proceso de embargo, lo pusieron en el punto de mira, hasta que la noche del 1 de mayo, los tres hermanos Sandoval son detenidos por la Guardia municipal, conducidos a la cárcel y puestos a disposición del alcalde:

    “Como a las 23 horas y 30 minutos del día de ayer, encontrándose el que suscribe en la Plaza de Montes de Oca, se le presentó Don Juan Sanchez Rivas, manifestándole que en la calla Sanchez Diaz le estaban acometiendo al cabo de la Guardia Municipal Juan Dorado Oliva y a Don Antonio Herrero Suarez, los hermanos Juan, Francisco y Manuel Sandoval Moreno, personándome inmediatamente en el lugar del suceso, y al intervenir y prestar auxilio para evitar continuaran acometiendo al Cabo Dorado y al Don Antonio Herrero, se resistieron en obedecerle y le acometieron en igual forma al que suscribe, disparando un arma de fuego el Manuel Sandoval contra el Cabo Juan Dorado, no causándole lesión por habersele hecho desviar la punteria, cuya arma de fuego le fue ocupada, siendo una pistola de dos cañones, calibre 12, pudiendo conseguir a grandes esfuerzos por la resistencia que hacían, el detener y conducir al depósito Municipal a los tres agresores mencionados, donde se encuentran a disposición de V. S.” [2]



    El jefe de la Guardia Municipal notificó al alcalde la detención al día siguiente, alegando que los agentes de la autoridad actuaron en defensa propia, repeliendo una agresión sin motivos, y que le quitaron un arma a Manuel Sandoval:

    “De las diligencias practicadas para averiguar la causa y origen del hecho, resulta que al ir por la calle Sanchez Diaz a su casa el cabo de la Guardia Municipal antes mencionado, y al pasar junto a los citados tres hermanos Sandoval Moreno, les saludó dándole las buenas noches, contestándole estos de una manera agresiva y descompuesta, diciéndole que se fuese al carajo, que era un canalla y un sinverguenza, replicándole el Dorado que no le insultaran ni injuriaran de aquella forma, acometiéndole en aquel momento los tres hermanos mencionados , golpeándole y tratando de desarmarle, llegando en aquel acto Don Antonio Herrero Suarez, con el fin de prestarle auxilio al mencionado agente de la autoridad y evitar continuaran agrediéndole, por lo que acometieron tambien contra el Herrero Suarez, dándole bofetadas e injuriándole y diciéndole que para nada tenia que intervenir en aquella cuestión, habiendo presenciado el mencionado hecho los vecinos de esta Don Juan Sanchez Rivas, Don Antonio Cuesta Vislerio y Don Sebastian Suarez Armario.”

    Parece ser no se quedó solo en una detención, sino que las autoridades entraron en la redacción del periódico, que se ubicaba en la calle Alonso el Sabio, según publicaron algunos medios en los días siguientes:

    Redacción asaltada

    El médico de Alcalá de los Gazules comunica al gobernador que fué asaltada la redacción del periódico católico «EI Castillo» y apaleados el director y los redactores, que resultaron heridos.

    De la redacción fueron trasladados á la cárcel, donde se prohibió la entrada á los médicos, que acudieron con propósito de atender á los heridos.

    El vecindario se amotinó al conocer los hechos.

    La Prensa gaditana protesta de estas ocurrencias.”[3]

    Aunque en esta noticia no se hace referencia a quienes fueron los asaltantes, otras publicaciones fueron mucho más explícitas y no dejaban lugar a dudas:

Soberanía caciquil.

    El director del periódico católico El Castillo, de Alcalá de los Gazules, y sus redactores han sido apaleados, heridos y presos por guardias municipales.

    Requerida la asistencia facultativa de los doctores Armenta y Millán, les fué negada la entrada en la cárcel.

    Que se cierren las Cortes, que se derogue la Constitución y se condecore al cacique de tan invicto pueblo.

    Y cuando terminemos de civilizar a Marruecos, a ver si se puede continuar tan progresiva obra con los salvajes de estos hispanos contornos.”[4]

    La noticia corrió como la pólvora y llegó incluso al Congreso de los Diputados, donde Juan José Romero Martínez, Diputado electo por el distrito de Jerez, en la sesión del 8 de mayo, pidió la palabra para denunciar al ministro de Gobernación la conducta caciquil del alcalde de Alcalá:

    “En Alcalá de los Gazules se publica un periódico católico-independiente, llamado «El Castillo», el cual parece que no es muy grato al alcalde de aquella localidad. Pues bien; hace muy pocos días, el primero de este mes, en las últimas horas de la noche, los agentes de la autoridad, molestos, sin duda, por algunas apreciaciones que de la conducta del alcalde se hacían en dicho periódico, detuvieron a su director, que es un sacerdote, y a dos hermanos suyos cuando se dirigían a su domicilio; los llevaron a la cárcel, los privaron de toda clase de auxilios, y no los pusieron en libertad hasta transcurridas veinticuatro horas, después de haberles apaleado y herido. Se requirió el auxilio de un médico, al cual no le permitieron que fuera a la cárcel a prestarlo.

    El médico trató de ir a Medina-Sidonia a quejarse de ello al Juzgado de primera instancia, y merced a la intervención de la autoridad, le negaron asiento en el coche-diligencia para que no pudiera tampoco trasladarse a dicha población.”

    No quedó ahí la exposición del diputado, sino que siguió narrando otros hechos acaecidos en nuestra localidad, para denunciar cómo el cacique manipulaba impunemente unas elecciones:

    “Este hecho no es el único que ha ocurrido en Alcalá de los Gazules, no es más que la repetición por enésima vez de lo que viene pasando en aquella localidad desde 1916, y lo que es natural que allí ocurra después de la impunidad en que quedaron los hechos sucedidos el día de las elecciones. En las elecciones de Diputados a Cortes de 1916 el alcalde de Alcalá de los Gazules y un primo suyo, a quien el gobernador de la provincia había investido con el carácter de delegado de su autoridad, a las siete de la mañana encarcelaron a todos los individuos que constituían la Junta municipal del Censo, a los presidentes y adjuntos de las Mesas electorales y a otra porción de electoreros influyentes: en total, más de cincuenta personas. Los tuvieron encarcelados durante cuarenta y ocho horas, sin ponerlos a disposición del Juzgado de primera instancia, porque no había motivo alguno para ello; les negaron entretanto toda clase de recursos, hasta mantas con que abrigarse, y después de todo ello, aunque se instruyeron los correspondientes sumarios, vino el perdón que se acordó por una ley para lodos los delitos electorales, y aquellos hechos quedaron completamente impunes; consecuencia de esta impunidad es que a partir de entonces no se puede vivir en Alcalá de los Gazules más que siendo amigo del alcalde; algunas personas de las de mejor posición han tenido que trasladar su domicilio fuera de aquella localidad, y las demás están constantemente expuestas a ser detenidas, apaleadas y heridas por la fuerza pública, por los agentes de la autoridad. No hay siquiera el temor que siempre inspira la presencia de la Guardia civil, porque en Alcalá de los Gazules no hay puesto de ella.”

    Aprovechó también para denunciar el atraso que sufría Alcalá, tras más de treinta años de caciquismo:

    “Aunque se trata de una población que tiene cerca de 10.000 almas, carece de puesto de la Guardia civil desde el año 1914, porque parece ser que no les agradaba el local destinado a Casa-cuartel, en vista de que ningún otro de los que había en la localidad y se les ofrecieron entonces, tampoco les satisfacía, se retiró de allí el puesto. De modo que una población que tiene 10.000 almas, con un término municipal riquísimo, que abarca 50.000 hectáreas, carece de puesto de la Guardia civil, y ya sabe S. S. que la presencia de la Guardia civil en una localidad es siempre un freno y un freno importantísimo para que los monterillas no se permitan cierta clase de excesos.

    A mayor abundamiento, ni siquiera existen tampoco medios fáciles de comunicación.

    Está establecida la estación telegráfica, pero no funciona por falta de personal. No hay más que una carretera, que no es tampoco la más directa, porque la que debe ir por el puerto de Siles está pendiente de construcción. Es, en una palabra, Alcalá de los Gazules la cenicienta de la provincia de Cádiz.

    Yo ruego a S. S. que, con conocimiento de todos estos hechos, que seguramente reprobará, de instrucciones enérgicas al Gobernador de Cádiz para que ponga remedio a todo ello, porque si no, como dicen con mucha razón los vecinos de Alcalá de los Gazules, allí no cabe más que emigrar o llevar un revólver en el bolsillo y estar dispuesto a ir a presidio. Al mismo, tiempo le ruego que tome las determinaciones consiguientes para que se establezca un puesto de la Guardia civil; y ya que ahora se ha votado por las Cámaras el crédito de tres millones de pesetas para Telégrafos, que se nombre un empleado para que preste servicio en aquella estación.”

    El ministro de Gobernación, el Marqués de Alhucemas, censuró los hechos relatados, encargándose de que el Gobernador de Cádiz depurara los hechos:

    “Con gran asombro mío oía a S. S. que no hay ni una pareja de la Guardia civil en un (roto) de esa importancia, de esa riqueza y de esa extensión territorial. Claro está que, por lo que a mí afecta, procuraré poner el remedio a esa deficiencia. Si obedeciera a la dificultad de adquisición de local a que S. S. se ha referido, tenga la seguridad de que inmediatamente procuraré que se encuentre un local adecuado para que el pueblo de Alcalá de los Gazules pueda tener alguna fuerza de la Guardia civil, dentro de la escasez que hay de este benemérito Instituto, cuya ampliación yo me propongo y creo conseguirla, según demostraré en su día, con un gasto menor del que para concentraciones ahora realiza el Estado con esa fuerza que tanta falta hace en el pueblo que S. S. ha citado y en otros muchos de España.

    En cuanto a la falta de comunicación telegráfica, ya S. S. ha dado el remedio, que no era posible, sin la ampliación de crédito que se ha logrado, que las Cámaras han concedido y cuya ley será sancionada, por S. M. muy brevemente. Si entre las estaciones que estaban habilitadas se encuentra la de Alcalá de los Gazules, yo procuraré que se envíe inmediatamente un funcionario para que pueda quedar atendido ese servicio.

    Creo que el Sr. Romero quedará satisfecho con estas manifestaciones mías; y termino como empecé, diciéndole que tenga S. S. la seguridad de que a la primera de las manifestaciones de S. S. le doy toda la importancia que ella tiene, que se depurarán los hechos y que se adoptarán las determinaciones oportunas.” [5]

    El diputado agradeció la respuesta y añadió que, para verificar todo lo narrado, tenía recortes del Diario de Cádiz, “periódico prestigiosísimo de aquella región, puramente de información, completamente ajeno a la política, el cual publica un telegrama que le dirigió el médico de Alcalá de los Gazules, relatando estos hechos y quejándose de que habiéndosele llamado para que prestase asistencia facultativa a los enfermos lesionados que se encontraban en la cárcel se habían negado a darle entrada en ella.”

    Mientras, en Cádiz, el Gobernador de la provincia recibió un oficio del delegado de Hacienda, quien había sido avisado por el encargado del arriendo la Recaudación de Contribuciones, alertándole de la detención, encarcelamiento y maltrato sufrido por el agente de dicho arriendo en Alcalá, Manuel Sandoval Moreno, y sus hermanos. El Gobernador envió una misiva al alcalde el día 16 instándole a que le diera las explicaciones oportunas:

    “el Agente de referencia se encuentra en esa población instruyendo expedientes de apremio entre otros uno por utilidades contra V.; sírvase en su consecuencia informarme a la mayor brevedad lo ocurrido en el asunto que le transcribo.” [6]



    Curiosamente, el alcalde tardó nada menos que 12 días en responder al gobernador. En su defensa, alegó que ordenó liberar a los detenidos en cuanto tuvo noticia de su encarcelamiento y que, tan pronto recibió las órdenes del gobernador, dio parte al juez municipal para instruyera diligencias sumariales, así como que desconocía que Manuel Sandoval, agente Ejecutivo del Arriendo de Contribuciones, estaba instruyendo expediente de apremio contra él, porque nada le había notificado. [7]

    Fruto de las diligencias, el día 17 de mayo se produjeron las detenciones de los municipales implicados:

    Los agresores de unos periodistas.

    Su ingreso en la cárcel

    Cádiz: Se ha recibido un telegrama dando cuenta de que de Alcalá de los Gazules han salido para Medina Sidonia conducidos por la Guardia civil el Comandante y un cabo de la municipal y los carceleros de la prisión de Alcalá, autores de la agresión de que fueron objeto el Director y los Redactores del periódico católico «El Castillo».

    Ingresaron en la cárcel del pueblo de su destino a disposición del juzgado de instrucción”[8]

    Desconocemos cómo acabó judicialmente el asunto de estos municipales, que finalmente fueron destituidos por el alcalde:

    “El Sr. Alcalde de la citada población, según nos informa, excediéndose en su celo, ha destituido al Jefe de la guardia municipal y al cabo de Consumos, sobre los que recaen cargos según se dice.”[9]

    Desgraciadamente, no se conserva ejemplar de número 14 de «El Castillo de Alcalá» que se publicó días después de la detención de Manuel Sandoval, que estaría dedicado, a buen seguro casi íntegramente a los hechos acaecidos, pero sí el número siguiente, publicado el 21 de junio, casi dos meses después, en el que aún coleaba el asunto. El periodista, en la editorial que abría aquella edición firmaba los siguientes párrafos:

    “Si queremos que Alcalá de los Gazules no viva siempre sumido en las medias tintas de las indecisiones femeniles; si pretendemos que la hermosa ciudad en que hemos nacido viva con la holgura y el bienestar a que es acreedora, desterremos para siempre a los vividores de la política, a los eternos enemigos del pueblo que lo apuñalan y asesinan con una sonrisa hipócrita en los labios y el veneno de la perfidia en el corazón.

    Como este periódico ha nacido para defender al pueblo contra sus enemigos, como tenemos una alta misión que cumplir y la cumpliremos si Dios es servido, hemos de demostrar de forma incontrovertible quiénes son los enemigos de la verdad y la justicia, para que el engaño no acarree mayores males de los que hasta ahora venimos padeciendo con una resignación estoica”[10]

    Otra de las secciones habituales de este periódico era la que titulaba «Desde el castillo. Peñascazos» en la que, utilizando el seudónimo de Gazul el Castellano, el director criticaba con ironía en forma de versos, aspectos de la vida política en Alcalá. En la del día 21, dejó de lado la retórica que había utilizado en números anteriores, para mandar, en un lenguaje muy claro y llano, para que todo el mundo lo entendiera, un nítido mensaje al cacique:


DESDE EL CASTILLO

¿PEÑASCAZOS?

No: Cantares

--

Yo no sé qué tiene, mare,
el cacique de este pueblo
que a todo el mundo ha engañado
y a todos tiene contentos

A la reja de la cárcel
no me vengas á llorar,
porque es honrado el que entra
en la cárcel de Alcalá

No presumas de valiente
ni gastes tanta pamplina,
pues tú eres solo fachada
de un barracón en ruinas

Aunque vayas tú y te bañes
en el golfo de León,
no se te quitan las manchas
que el dinero te dejó

En tu puerta sembré un pino
con una copa muy alta
por ver si tú, como Judas,
te arrepentías y ahorcabas

Si quieres que te perdone
te pongo por condición
me restituyas lo mucho
que en tus bolsillos entró

Si a los hombres se calara
cual se calan las sandias,
perdieras las elecciones
a pesar de tus sonrisas

No presumas de vivales,
pretensioso caciquillo,
mira que ya van pasando
los tiempos de los Vividos

Si alguna vez vas á Cádiz
no te pases por Medina,
porque puede sucederte
que te quedes unos días

Sobre el muro del Castillo
me puse a reflexionar,
que algunos siendo antes pobres
hoy tienen un capital

Papeles son papeles
cartas son cartas;
sonrisas del cacique
todas son falsas.

Aunque el cacique se empeñe
y se entregue a Barrabás,
vivirá mientras yo quiera
«EL Castillo de Alcalá»



Gazul el Castellano”



    El mismo seudónimo utilizó una década más tarde para encabezar un folleto que editó, bajo el título “En propia defensa… y otras cosillas más” en el que hacía referencia a su trabajo al frente del cobro de contribuciones, para resumir su pensamiento:

    “De acero debe ser el hombre digno, de acero tan sutil y delicado, que en vez de doblegarse ante un cacique, viril ha de saltar en mil pedazos.”


Manuel Sandoval Moreno
(foto colección Tomás Ríos García)



NOTAS

[1] Así lo dejó él mismo reflejado en un folleto titulado “En propia defensa… y otras cosillas más” que imprimió con posterioridad a 1924.

[2] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA GAZULES. Correspondencia y comunicaciones. Legajo 107. Oficio del jefe de la Guardia Municipal, Antonio Sánchez, comunicando al alcalde la detención, fechado el día 2 de mayo de 1918.

[3] Noticia publicada en la página 2 de la edición del periódico LA LIBERTAD del 4 de mayo de 1918. Año XXIX, n.º 9038.

[4] Edición del 3 de mayo de EL PUEBLO, periódico político y literario, defensor de las clases jornaleras. Año III n.º 107. Página 2

[5] El extracto de la sesión en el Congreso fue publicado en primera página de EL GUADALETE, periódico político y literario, el 12 de mayo. Año LXVII Número 20905.

[6] AMAG. Correspondencia y comunicaciones. Legajo 107.

[7] Ib.

[8] Publicado en la página 2 de la edición del 18 de mayo de EL GUADALETE. Año LXVII, n.º 20911

[9] Noticia recogida por EL CORREO DE CÁDIZ, en portada de su número 2558 del 1 de junio de 1918. Año X. En las páginas interiores se publicó el extracto de la sesión del Congreso de los Diputados, recogido anteriormente por EL GUADALETE

sábado, 26 de julio de 2025

Crónicas del ambiente alcalaíno (XXXII)




Crónica publicada en
EL NOTICIERO GADITANO
el 21 de julio de 1921 (1)





De Alcalá de los Gazules

-o-

Exámenes y reparto de premios

    En el benéfico Establecimiento docente que dirigen en esta ciudad la Comunidad del Beaterio de Jesús, María y José, tuvieron lugar en la tarde de los días 16 y 17, respectivamente, los exámenes y reparto de premios a las alumnas del mencionado Centro.

    Con este motivo se celebraron brillantes fiestas en la que tomaron parte activa la profesora de piano Sor Purificación y las alumnas señoritas Dolores Morote y Remedios Reina.

    Los exámenes fueron brillantísimos, presidiendo y concurriendo el señor cura ecónomo don Antonio Troitiño y Rey, la Rvda. Hermana Mayor y demás Hermanas del Convento, los presbíteros don Pedro Montemayor y don Carlos Govea, organista de la parroquia don Arsenio Cordero, don Antonio Serrano de la Jara, don Cristóbal Alberto, don Antonio y don Juan Armenia, don Antonio Serrano Espinosa, don Joaquín Muñoz Fernández y don Jesús Rubio.

    Entre las señoras vimos a las de Serrano de la Jara, de Alberto, de Muñoz, viuda de Cobos, viuda de Quiñones y las señoritas de Serrano Espinosa, Durán, Serrano Saragaray, García, Lechugo, Quiñones y otras muchas que sentimos no recordar.

    Se examinaron, obteniendo brillantes calificaciones, las alumnas siguientes:

    De piano. — Señoritas Dolores Morote Calafat, Remedios Reina, Isabel Gutiérrez, Amparo Jiménez, Manuela Serrano, María Gutiérrez y Josefa Muñoz.

    De solfeo. — Señoritas Manuela Serrano, Isabel y María Gutiérrez, Ángeles Reina, Paca Alberto, Margarita Fernández, María Galán, Isabel Fernández Armenta y Juana Fernández de Hidalgo.

    En el reparto de premios, que fué digna continuación de los exámenes reseñados, diéronse artísticos diplomas, bandas de honor y libros a las alumnas siguientes:

    Señoritas Ana Gutiérrez, Aurea Durán, Manuela Serrano, Remedios Reina, María e Isabel Gutiérrez, Amparo Jiménez, Josefa Moreno, Antonia Marchante, Margarita Fernández y Antonia Durán Callé, las cuales las han merecido este año por sus trabajos escolares.

    A la señorita Dolores Morote, que tenía impuesta dicha banda del año anterior, como premio a sus continuos progresos artísticos, se le entregó un magnífico diploma.

    Se interpretaron, con la maestría que es habitual en profesora y alumnas de dicho Centro, preciosas piezas musicales, siendo premiada la labor de los ejecutantes con fervientes aplausos.

    Acto seguido, el señor cura dirigió su autorizada palabra a todos, demostrando cuál era la misión de la mujer que ya comenzó en el Paraíso terrenal cuando Dios la colocó para ser ayuda del hombre, recomendando a las alumnas que estos actos le sirvieran de estímulo para lo sucesivo.

    Las elocuentes frases de dicho señor fueron acogidas por los asistentes con grandes aplausos.

    Felicitamos cordialmente a la Comunidad del Beaterio de Jesús, María y José, a la profesora de música que tanto se desvela por sus alumnas, a éstas, y asimismo a sus respetables familias.

(NOTA: la fotografía no se corresponde con la publicación original)


Nombramiento

    Por el Ilmo. y Rvdmo. Sr. Vicario general del Ejército y la Armada, don Jaime Cardona y Tur, Obispo de Sión, ha sido nombrado cura castrense de esta plaza el presbítero don Pedro Montemayor y Boluda, cuyo cargo venía desempeñando interinamente.

    Felicitamos muy de veras al señor Montemayor por tan acertado nombramiento.


Enferma

    Guarda cama desde hace días la distinguida señora doña Francisca Romero Arias.

    Deseamos su pronto restablecimiento.


Regreso

    Regresó de Cádiz y Jerez nuestro querido y celoso alcalde, don Antonio Díaz y Díaz.


Conferencia

    Para tomar parte en las próximas conferencias de las organizadas por el Sindicato Católico, la Junta directiva del mismo ha invitado al diputado provincial don Julio Toscano y Delgado de Mendoza y el maestro nacional don Manuel Marchante Romero.


A Algeciras

    Después de pasar temporada en ésta al lado de su distinguida familia, marchó a Algeciras nuestro querido amigo y compañero, don Manuel Alba.


Los que viajan

    Marcharon a la capital don Francisco Sampalo Cobos, acompañado de su bella hermana Petra, don Agustín Pérez y don Agustín Tizón.

—A Medina el notario de aquella ciudad, don José María de Puelles.

—Regresaron de la capital don Bartolomé Barroso y don José Ramos.



J. M.ª BLANDINO.

Alcalá 20 Julio 921.


NOTAS

(1) 1921 07 21 - Diario de información y de intervención política. Edición del 21 de julio de 1921. Año III Número 807 pag. 1

sábado, 19 de julio de 2025

El asesinato de Felipe González (y II)

 



    Acto seguido, el corregidor mandó traer a su presencia a Matías González y Pedro López para tomarles nueva declaración. Ambos negaron su participación en el asesinato, ordenando el alcaide someterlos a tortura.

    Primero llevaron a Matías a la sala donde estaba el potro de tortura, se lo mostraron y le conminaron a que dijese la verdad por tres veces, pero el reo volvió a decir que no sabía nada de lo que se le preguntaba. Entonces el corregidor mandó desnudarlo, dejándolo en calzones. El ejecutor lo amarró con un cincho de cáñamo que colgaba de dos aldabillas, le ató los brazos, le puso cuatro cuerdas entre los codos y las muñecas y lo afianzó al potro. Luego le puso unos cordeles en los pulgares de los pies y los sujetó en la escalera del potro. El corregidor mandó darle una vuelta en las espinillas y al dárselas, Matías gritó: “virgen sacratísima que me condenó aquí el moro injusto madre de dios del rrosario acordaos de mi”. El corregidor volvió a exigirle la verdad, pero Matías no confesaba, apretando más el cordel hasta que se partió.

    El alcaide pidió que se le diese otra vuelta a la mancuerda y dándosela, el reo gritó: “madre de dios misericordia pido delante del padre eterno aflojen que yo diré la verdad aflojen padre eterno que me muero injusto aquí virgen sacratísima acordaos de mi”.

    Gritó que aflojasen y finalmente acabó confesando que lo mataron en lo alto de la loma de los potros, le quitaron los lienzos y tiraron el cadáver a una barranquera.

    Tras la confesión, el corregidor mandó dejar de torturarlo.

    Posteriormente sometió a un careo entre Matías y Pedro López, tras el cual, éste último fue sometido a tortura, terminando por confesar en los mismos términos.

    Al día siguiente, 10 de julio, a las siete de la tarde, el corregidor mandó traer a Alí moro y Matías González para que ratificasen sus declaraciones. Se situó en medio de la sala de su escritorio, desde donde no se veía la sala de tormento y puso a Alí delante “y del recivio juramento conforme a la ley de partida y puesto el rrostro a el medio día pies juntos mano alçada (ilegible) juro y prometió decir verdad estando libre del dho tormento siendole teydas las declaraciones que hiço antes del tormto…” Reconoció haber vendido piezas de lienzo, haber hurtado el vino y los tasajos,[4] haber robado en la tienda y haber matado a Felipe González para robarle.

    Tras él, le tocó el turno a Matías, que confesó “haber hecho la dha declaración que se le a leydo en el tormento y que no es la berdad por que este confesante no se hallo a la dha muerte ni sabe si se hallo en ella el dho pedro lopes por que no lo conoce ni lo avia visto hasta que le prendieron y que el haberlo declarado fue por los dolores y temor del dho tormento y por que lo quitasen del y no por que fuese verdad y que esto que declara lo es en cargo de su juramento”

    El día 11, el corregidor dictó auto culpando a Alí moro por haber confesado el crimen, mientras que, en vista de que Matías González, durante la tortura confesó haber sido cómplice y que en la ratificación lo negó, ordenó fuese torturado nuevamente.

Inmediatamente el reo fue llevado nuevamente a la sala del tormento y se repitió todo el procedimiento de atado de cuerdas en diferentes partes del cuerpo y colocación en el potro y comenzó la tortura:

“el dho mathias dixo no saber nada y su md le mdo dar una buelta en la mancuerda y el dho executor de la justicia començo a darla y el dho matias gonçales dixo birgen sacratísima no se nada y su md le dixo quien mato a felipe gonçales y el dixo no se nada virgen sacratísima no se nada y su md dixo diga la verdad no se nada virgen que no se nada esto munchas veces birgen del rrosario que me muero y el dho executor afianço la dha vuelta a la escalera del potro y su md le mdo dar segunda buelta de mancuerda y el dho executor de la justª le dio segunda buelta el dho mathias dixo birgen esta es la berdad no se nada y lo repitió munchas veces y el sor corregor dixo deci la berdad (¿?) evitare y dixo no se nada y su md dixo que apretase y el dho mathias dixo virgen que me estan matando no se nada virgen maría no se nada y su md le dixo diga la berdad y dixo no se nada esto munchas beces a grandes gritos su md le apercivio diga la berdad y respondiendo no tengo berdad que decir y su md dixo aprieta hasta que diga la berdad y el dho mathias gonçales dixo que no se nada señor y su md mdo a el executor afiance la dha buelta y que le de tercera buelta aviendo afiançado la segunda a la escalera del potro y su md mando apretar la tercera buelta de la mancuerda y aprecivio diga la berdad y el dho executor de la justª apreto la tercera buelta que mañana a de ser lo mismo que diga la berdad, ai que me estan injusto confesión que me muero y su md le dixo decir la berdad y os quitare de ai en diciendola, birgen sacratísima que me muero oy virgen santísima con grandes gritos ay confisión que me muero confision que me estan matando esto dixo muchas beces y el sor corregidor dixo decir la berdad quien mato a felipe gonçales y respondió confesión que me muero y su md dixo afiance al dho executor y su md mando que afiance la dha vuelta y su md le mando dar otra buelta ques la cuarta vuelta y dixo en llegando a las espinillas será ello y el dho executor de la justª le día cuarta vuelta de mancuerda y la dio y dixo que no sabe nada con gritos diciendo madre de dios (ilegible) le diese la quinta buelta y el dho executor la dio y el dho mathias dixo que me matan repitiéndolas munchas veces virgen que me matan no se nada y su md mdo afiance la dha buelta y el dho executor la afianço y luego su md mando le de la vuelta de los pulgares y el sor corregidor le mdo diga la berdad y el suso dho dixo ay virgen sacratísima confesión que me muero y el sor corregor le dixo deci la berdad y os quitare y le md a el executor apretase la buelta y dixo no se nada señora que me estan matando no se nada señor, su md le pregto quien robo a Felipe gonçales y dixo no se nada señor, señora de los santos baleme y su md mando buelba a apretar y dixo ay birgen santísima confesión ay que me matan y su md dixo deçi la berdad mathias y dixo no se nada sor , ai birgen que no ay verdad que decir señor no se nada y su md le mdo a el executor la afiance la dha buelta y el dho executor la afianço a la escalera del potro y luego su md mdo le de la buelta de las espinillas y el dho executor de la justª la dio con un garrote y su md le dixo deçi la berdad y el dho mathias dixo confesión que me matan birgen del rosario ay que no se nada ay confesión que me matan confesión que me estan matando baleme birgen santísima del rosario que no se nada y su md le dixo deçi la berdad y dixo que me muero confesión que me matan ynjusto birgen del rrosario que me muero confesión sea por amor de dios ay ay y el dho exor tubo la cuerda tirante ynterbalo de tienpo y el dho mahtias se quejaba ay ay ay que me estan matando injusto señor y que me estan matando y se quedo suspenso el dho mathias gonçales teniendo tirada la cuerda y su md dixo diga la berdad y dixo el suso dho no se nada y su md le mdo apretar la buelta y el dho executor por una costilla del potro la apreto y dixo el dho mathias gonçales ay que no se nada y su merced dixo deçi la verdad y el dho mathias gonçales ay que no se nada llorando y quejándose y su mdo mdo le quiten las vueltas de mancuerda espinilla y pulgares y el dho executor de la justª las aflojo y le quito los cordeles y cincho y quito del tormento y su md mdo llevar al dho mathias gonçales a la prisión y mdo quede abierto (el potro) para bolberlo a rreyterar cada que convenga”

    Tras ser torturado, Matías González fue devuelto a la cárcel pública.

    Dos días más tarde, el jueves 13 de julio, el corregidor dicta sentencia contra Alí moro: lo declaró culpable y le condenó a la pena de muerte en la horca.

    Ese mismo día a las 10 de la mañana, el alguacil mayor hizo sacar de la cárcel a Alí, lo subió en una bestia de albarda con una soga de esparto al cuello, atado de pies y manos, y fue llevado en “procesión” por las principales calles de la villa, mientras el pregonero iba manifestando su delito, hasta llegar a la Plaza de la Cruz, donde estaba hecha una horca de madera. Pero antes de ajusticiarlo, se apiadaron del reo, pues el beneficiado Melchor de Palma y Mesa lo redujo a la fe católica y “con toda solemnidad le bautiço y puso por ne francisco Luis”. Acabado el bautismo, Juan Rodríguez, el ejecutor de la Justicia, “lo colgó por el pescueço hasta que murió naturalmente”

    Después de muerto, todavía le quedaba a Alí sufrir un doble escarnio, primero porque el pregonero hizo saber “que ninguna persona le quitase de la horca so la pena de la sª (sentencia) del sor corregidor” con lo cual, su cadáver estaría expuesto durante un tiempo a la vista de todos, y segundo, porque el propio corregidor ordenó en la sentencia que, una vez muerto “sea hecho quartos y puesto en los caminos entradas desta villa y ninguna persona lo quite sin mi lisensia pena de la vida”

    Este fue el final de Alí moro, el principal sospechoso del crimen de Felipe González.

Dibujo de Christoph Weiditz 


    Sobre este proceso judicial, cada cual sacará sus conclusiones y tendrá su opinión. Por mi parte, solo quiero añadir un detalle: en la primera declaración que hace Matías Vidal sobre el robo cometido en su tienda, asegura que a la taza robada le faltaba un asa (véase la declaración al principio de este artículo).  ¿Cómo es posible que el asa apareciese en poder de Alí en la cuadra del castillo donde lo encerraron, si cuando la robó, ya no la tenía?

    Pero los autos no habían terminado con la muerte de Alí, pues aún quedaba juzgar al resto de cómplices, presentando Aldonza Violante, la viuda del asesinado, una querella contra Pedro López y Matías González el día 17, para los cuales pidió pena de muerte.

    El proceso se dilató aún un par de meses, hasta que el 5 de septiembre el corregidor dictó sentencia contra ambos, siendo condenados a ocho años en el presidio de La Mamora,[5] en África y en caso de quebrantar su prisión, pasarían a cumplir pena en las galeras del rey a los remos y sin sueldo. Además, le fueron confiscados todos sus bienes, pasando la mitad de ellos para la viuda Aldonza, y la otra mitad para gastos de justicia y para la Cámara.

    En cuanto a las personas que compraron las telas robadas por Alí moro, el 8 de agosto fue condenado Felipe Cortés, el mesonero, a pagar 80 reales a Aldonza, la viuda, por el valor de 20 varas de lienzos, más 1000 maravedís para reparos del castillo y pago de costas.
    
    El 22 de octubre fue condenada Ana Rodríguez, por comprar cuatro varas y media de tela robadas, debiendo pagar el valor de las mismas, 18 reales, a Aldonza y 600 maravedís, destinados en gran parte para reparos del castillo.

    El 9 de diciembre fue condenada Catalina Sánchez a pagar a Aldonza 540 reales por 120 varas que receptó de Alí moro, más otros 10000 maravedís destinados por mitad para la Cámara del Duque y para gastos de justicia.[6]



NOTAS

[4] Carne salada y secada para facilitar su conservación.

[5] También conocido como Fuerte de San Miguel de Ultramar, estaba en Mehdia, provincia de Kemitra, en Marruecos

[6] Los autos de justicia contra Alí moro se encuentran en el ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules, 115, escribano Matías de Medina

sábado, 12 de julio de 2025

El asesinato de Felipe González (I)





Aproximación al funcionamiento de la justicia en Alcalá de los Gazules
a mediados del siglo XVII a través de su proceso criminal



Ismael Almagro Montes de Oca



    Aunque hayamos etiquetado este artículo como “crónica negra”, es preciso aclarar que, si bien se trata de un trágico suceso, no es estrictamente una crónica, porque cuando los hechos ocurrieron, ni siquiera existía la prensa en nuestro país.

    Los acontecimientos que a continuación vamos a dar a conocer, aparecen minuciosamente detallados en los Autos de Justicia que se siguieron en el año 1656 contra varios vecinos de Alcalá, y lo que empezó por un robo en una tienda, derivó en un asesinato, confesado a base de torturas, que son descritas con toda crudeza y acabó con un ahorcamiento.

    El proceso criminal seguido contra estos individuos, nos sirve para hacernos una idea bastante aproximada de cómo funcionaba la justicia en aquella época, impartida directamente por el alcaide corregidor de la villa, en aquella fecha D. Francisco Carrión Merodio, quien el 23 de abril de dicho año  tuvo noticias de un robo que se había perpetrado la noche anterior en la tienda de Matías Vidal. Sin mediar denuncia (al menos no consta en los Autos) el corregidor decidió por su cuenta iniciar pesquisas para averiguar quién había cometido el robo. Ese mismo día, en compañía del escribano y dos testigos, fue a la tienda a tomar declaración al dueño, quien confirmó el robo:

    “en la noche pasada sábado como a la ora de las animas cerró su tienda y se fue a su casa, esta mañana hallo el candado roto y que se avian llebado del cajon ciento y treinta Reales de cuartos y una surtija de una piedra berde y otra con cinco piedras verdes una tenbladera de plata con un asa menos y que no sospecha quien los robo y que anoche a la prima estuvo en su tienda Baltasar hijo de rendon que compro un sombrero” [2]

    Ante la falta de sospechosos, el corregidor tomó una decisión un poco curiosa. Acudió a la taberna de Juana Rodríguez para averiguar quién estuvo allí la noche anterior. La tabernera dijo que estuvo el harriero Manuel González, a quien tomó declaración el corregidor, sin encontrar indicios de que estuviese implicado.

    Al día siguiente, a los dos de la tarde, varios vecinos, Juan Gómez Correa, Sebastián Romero, Bernardo de Arriaza, Francisco Rodríguez y Matías Vidal, sorprendieron en la Mancebía a un esclavo de Francisco de la Fuente, conocido por Alí moro (lo que delata su procedencia) con una taza de plata en las manos y lo detuvieron. Fue llevado al castillo, donde el corregidor le tomó declaración y al no ser cristiano, “juró y dixo que según su ley profeta dirá verdad”. Confesó no saber nada del robo de la tienda y explicó cómo llega la taza a su poder: 

    “que antes de anoche bentidos de este mes como a las tres de la madrugada trujeron muerto a don diego Camacho a las casa de Don Juan Camacho su padre y este declarante benia detrás de toda la gente que le traya y entro en la casa puerta de la dha casa de don juº camacho y allí hallo dos capas y debajo dellas estaba la taça de plata que se le a mostrado y le fue hallada y que luego vinieron dos moços de arcos que una se llama niculas y otro se llama juan de molina que habían ydo alumbrado con dos hachas el difunto y alçaron las dos capas y anduvieron mirando por el suelo con que este declarante presumio que buscaban la dha taça” [2]

    Tras su declaración, fue registrado por el corregidor en busca de las sortijas, pero no le encontró nada y lo mandó meter “en la quadra del castillo que sirve de carbonera donde estuvo como una ora y de allí fue entregado al (tinta desvaída) y llebado a la cárcel”

    Al día siguiente, el asa que le faltaba a la taza robada fue localizada en el sitio más insospechado:

    “en martes por la mañana vte y cinco de este dho mes se hallo en un poyo de la dha carbonera del castillo donde estuvo preso el dho moro un asa de plata quebrada que se ajusto en la taça de plata que se le hallo al dho moro y por la quebradura pareció ser de la dha taça y el sor corregidor lo mandó poner por deligencia en estos autos”

    Tras el hallazgo, el corregidor ordenó hacer averiguaciones sobre las costumbres del moro y si había cometido otros hurtos.

    Ese mismo día acudió a declarar el regidor Antonio Cordero de Medina, asegurando que una noche sorprendió a Alí moro dentro de su casa, lo echó, cerrando las puertas y más tarde las forzaron, llevándose 50 reales. Buscó a Alí, hallándolo en el campo. Éste le confesó el hurto y quedó en devolverle el dinero.

    Un par de semanas más tarde, el 7 de mayo, el corregidor, que se encontraba enfermo, recibió noticia de que un religioso había llevado a Matías Vidal las dos sortijas robadas, dando comisión a Pedro de Castro Santa Elena, alcalde ordinario, para que lo verificase,

    Al día siguiente, Pedro de Castro se presentó ante el tendero y le volvió a tomar declaración. Dijo que después de apresado el moro Alí, le llegó un religioso de la Orden de San Francisco de Paula, conventual en esta villa y le comunicó que una persona, bajo secreto de confesión, le había entregado dos sortijas que Alí le había empeñado en 14 reales, dándoselas el fraile a Matías Vidal, que las reconoció como suyas.

    Tomó declaración igualmente a Amador Coslada, vecino de Alcalá, quien señaló que “el dho moro tiene fama publica de ladrón” y que haría unos tres años, estando trabajando de capataz en Cabeza Redonda, su amo le envió cecina, que guardó en la bodega y una noche descerrajaron la puerta y se llevaron junto con seis arrobas de vino y, haciendo diligencias, supo que Alí moro lo había robado “y asimesmo sabe de publico que por el agosto pasado de mill y seiscientos y cinquenta y cinco en el camino de la fos junto a la mojonera de este termino se hallo muerto a un harriero forastero con heridas y esto fue cerca de las tierras del dho franco de la fuente donde entonces asistía el dho moro el cual es publico que mato a el dho moro y lo robo y así se lo dixo a este testigo Juº Min (Juan Martín) Polayna y anton de la cida y que en el dho tienpo avia el dho moro bendido arcas y umayna y rajuela y le avia quitado al dho harriero = y que miguel de espinola le dixo a este testigo que el dho ali moro avia llegado a una taberna por bino y que la tabernera no se lo avia querido dar por no darle el dinero a lo cual el dho ali moro avia sacado un puño de doblas de oro y las avia mostrado a la tabernera y abia dho aquí tengo con que pagarte y que le avia parecido mal que el dho moro tuviese tanto dinero”



    En los días siguientes, el alcalde ordinario se dedicó a seguir la pista de las telas robadas. El día 16 tomó declaración a Leonor Domínguez, mujer de Francisco González, quien reconoció que haría unos seis meses, estando en casa de su hija María del Moral, entraron Pedro López y su mujer María, taberneros, naturales de Sevilla, pero que llevaban tiempo viviendo en Alcalá. Esta última llevaba una pieza de tela para que le cortasen un poco de ropa. La tela tenía una mancha que parecía ser de agua de mar y Pedro López dijo “que era porque el dho lienço se lo avia dado el dho ali moro que lo tenia enterrado en un pajar que se llobia y que de eso era la mancha y que le avia dho el dho moro que el dho lienço se lo avia enbiado su hermano el de cadiz”

    La misma testigo relató que había oído decir a Juan Sánchez, porquero de Francisco de la Fuente, que una noche llegó al cortijo de la Dorada un forastero a caballo pidiendo posada y se la dieron y que éste llevaba dinero porque sonó. Después de acostados, Alí llamó a Juan Sánchez y le dijo “que si quería que mataran a aquel ombre porque llevaba dinero”. El porquero se escandalizó y estuvo toda la noche haciendo guardia al hombre que dormía para que no lo matara, hasta que por la mañana despertó y se marchó, dándole el forastero un real a Alí en agradecimiento por la posada.

    A esta declaración le siguieron otras, de personas que aseguraban haber visto a Alí vendiendo las telas, y de otras que ratificaban el robo del vino que hizo el moro en Cabeza Redonda tiempo atrás.

    Mientras tanto, En Écija, Aldonza Violante, viuda de Felipe González, que así se llamaba el harriero forastero que apareció muerto, el 18 de mayo decidió interponer una querella contra los autores del asesinato de su marido, para lo cual dio un poder a Francisco López, su hermano, quien días más tarde se desplazó a Alcalá y se presentó ante el corregidor:

“franco lopez vezº de la ciud de ecija en ne y en virtud del poder que tengo de Aldonça mi hermª viuda de Phelipe gonçalez mercader su marido difunto como mejor aya lugar me querello criminalmente de Ali de nacion moro esclabo de franco de la fuente y de los demás que resultaren culpados en el progresso desta causa y digo que haciendo viaje el dho Phelipe gonçalez por esta villa por el mes de agosto del año pasado de mil y seis cientos y cinqta y cinco con una carga de lienços de creas y umaynas y otros géneros mercantiles en que tratava y conque solía hacer viajes hacia la dha ciud de Esija (ilegible)do de transito por el termino desta villa y sitio de la dorada que esta en termino de ella donde el dho franco de la fuente tiene una cassa de campo o cortijo el dho Ali moro llevado de su mal natural y peores costumbres ajustadas a su (¿?) aviendo salido el dho Phelipe gonçalez del mesón de franco de la Vega la víspera de San Lorenço nueve de agosto del dho año con un cavallo Vayo quatralbo cargado de los dhos lienços y mercadurías fue a parar y hacer hornada en la cassa y cortijo del dho sitio de la Dorada que es del dho franco de la fuente donde estava el dho Ali moro que de ordinaria asistía en ella y allí remanesio muerto el dho Phelipe gonçalez y robados los lienços y demás bienes que llevaba en la dha carga =”



    En la querella, se argumentaba que era evidente que Alí moro había cometido el asesinato porque tenía fama de jugador y ladrón, habiendo cometido muchos delitos de hurto y porque en aquella fecha estuvo vendiendo partidas de lienzos y otra mercadurías. Asimismo, añadía que uno de los testigos había confesado que Alí le invitó a unirse al asesinato y robo.

    El 1 de junio se ordenó la detención de Matías González, que guardaba colmenas en la zona del cortijo de la Dorada y que solía juntarse con Alí moro, a quien, el mismo día, se le volvió a tomar declaración, reconociendo que conocía a Matías haría cuatro o cinco años, pero negó haber estado vendiendo las telas, por lo que el corregidor mandó suspender su declaración, quizás porque estando ya detenido no contaba con abogado defensor, por lo que, al día siguiente, y en vista de que el amo de Alí, Francisco de la Fuente, no atendía a su defensa, el corregidor designó a Francisco del Pino como procurador “ad litem” [3]

    Pasados unos días, fue detenido Pedro López y se sucedieron las declaraciones de testigos asegurando que en aquellos días Alí moro iba derrochando dinero. El 5 de julio Juan Granados declaró que, hacía más o menos un año, un día, estando el Pajarete guardando una piara de cabras de Felipe Cabello, vecino de Jerez, junto al camino de la Foz en la loma de los potros vio en un arroyo hondo lo que creyó era una res muerta “fue y debajo de un barranco hallo un hombre muerto en calçon de lienço sin capa con polaina y çapatos de baca y un çeñido con las mangas abiertas que ya estaba podrido hinchado y en unas piedras que estaban junto a la cabeça avia un poco de sangre”. Relató que no sabía quién lo mató y que conocía a Alí moro, gran amigo de Matías González y que era habitual verlos en aquella zona.

    Tras este testimonio, el día 8 el corregidor volvió a sacar de la cárcel pública a Alí moro para tomarle una nueva declaración. Fue respondiendo una a una a las preguntas, reconociendo tener 27 o 28 años y que el 24 de abril fue detenido en la Mancebía con una taza, pero negó haberla robado de la tienda. Confesó igualmente que cuando fue arrestado en una cuadra del castillo, dejó allí un asa de la taza en una taleguilla donde guardaba pedernal, yesca y escobón, pero negó haber roto dicha asa, que venía dentro de la misma. Del mismo modo, negó haber robado carne y vino en Cabeza Redonda. Confesó haber acogido en el cortijo a un forastero, pero que a la mañana siguiente siguió su camino y que cuando llevaron el caballo con las telas al cortijo, él se encontraba “ensalinando” en la salina de Peña Arpada.

    Tantas negativas por parte de Alí, enervaron al corregidor, que decidió que, si el moro no confesaba por las buenas, lo haría por las malas y el día 8 dictó un auto para someterlo a tormento, dándole “agua y cordel”. Pero antes, el día 9 volvió a interrogarlo, por si cambiaba su versión para esquivar la tortura, pero Alí solo se declaró culpable de los delitos que había confesado anteriormente, negando haber cometido el asesinato. Acto seguido, el corregidor ordenó a Juan Rodríguez, ejecutor de la Justicia, que desnudase al reo, mientras le advertía de que, si “pierna o braço se le quebrare ojo se le saltare o muriere en el tormento” sería por su culpa y no del mandatario.

Potro en escalera. Antiguo instrumento de tortura.
Exposición Inquisición en el Palacio de los Olvidados de Granada.

   
    El ejecutor ató al preso al potro de tortura, relatándose en los Autos el proceso de tortura minuciosamente:

“le ligó con un cincho por los pechos a dos argollas que estan en la pared y le ligo con dos cordeles los braços uno con otro y le puso en los molledos delanteros cuatro cuerdas de buelta y los afianço a el potro y luego el dho Juan rrodrigues executor de la justicia le ligo con dos cordeles los dedos pulgares de los pies”

    Subió al potro de tortura, Alí moro empezó a “cantar”:

el solo mató y rrobo a el dho fhelipe gonçales y que luego que hiço la muerte fue a la choça de mathias gonçales y le dixo a el suso dho como avia muerto al dho fhelipe gonçales y le avia quitado la carga de lienços que llevaba y el dho mathias gonsales le avia dho que llevase la carga de lienços a su choça y allí la escondiese y se la llebo y la entro en la choça de mathias gonsales donde estuvieron vte y cuatro días de donde los fue traiendo a esta vª poco a poco”

    Pero esta confesión no fue suficiente para el corregidor, que requirió a Alí que dijese la verdad y ordenó al ejecutor que afianzase los pulgares al potro, contestando el moro que para qué le daban esos tormentos, si estaba confesando la verdad. Esto enervó al corregidor, que ordenó al ejecutor que le diese una vuelta a la mancuerda. Alí, retorciéndose de dolor, gritó “virgen santísima de los santos valeme” a lo que el alcaide volvió a apercibirle para que dijese la verdad, respondiendo Alí: “madre de dios yo digo la verdad bautismo pido madre de dios, yo solo lo hice, yo solo lo quiero pagar yo solo lo maté”, gritando para que aflojase, que diría la verdad. Ante la súplica, el corregidor mandó aflojar las cuerdas y Alí confesó:

    “este declarante y pedro lopes de Sevilla y el dho mathias gonçales mataron y rrobaron al dho fhelipe gonçales y le rrobarron los lienços y los partieron entre todos”


    Confesó además que los tres se pusieron de acuerdo para matarlo y robarle la carga que llevaba, que fueron a buscarlo y lo hallaron durmiendo debajo de un quejigo. Pedro López le dijo a Alí “dale” y este “con un palo que traia le dio dos golpes en la cabeça y lo mato…”



NOTAS

[1] Una tembladera era una taza.

[2] En su declaración, dice tener 22 años.

[3] Persona designada por el juez para asistir en actuaciones judiciales a otra carente de plena capacidad de obrar. Al tratarse de un esclavo, no tenía capacidad legal.



sábado, 5 de julio de 2025

Vida y Andanzas de los Palma de Mesa (X)



    Pasado medio año, el 13 de mayo de 1602, el gobernador Vivero le nombró capitán del presidio de la villa de San Sebastián por dejación del cargo del capitán Rodrigo Ruiz de Olvera, poniéndose al frente de unos cuantos soldados para la defensa de aquella villa, dándole además órdenes para “proceder contra los Rebeldes e inobedientes a usso de guerra breve y sumariamente castigándolos conforme a los delitos que cometieren procediendo ynformacion Para ello para todo lo qual le doy comisión y poder bastante”. Como en los oficios anteriores, se le asignó un sueldo anual de 500 pesos de oro común, tomando posesión del nuevo cargo el 9 de junio.



    Coincidió este nombramiento con la rebelión de los indios acaxes, que habitaban la zona de Sinaloa y Durango, contra los españoles y Bartolomé no dudó en aplicar sumariamente las leyes de la guerra contra los rebelados. El 18 de agosto escribió una carta al gobernador dándole cuenta del ahorcamiento de un indio, respondiéndole Rodrigo de Vivero el 14 de septiembre que actuara con más prudencia:

“Visto e la causa de este yndio ahorcado y Parezeme que está bien lo hecho Pero en lo de adelante Procure Vmd. proceder con suabidad porque no se exasperen los que quedan”

    Asimismo, Bartolomé le indicó que el número de soldados que guarnecían aquel presidio era insuficiente para su defensa, pues solamente eran ocho, respondiéndole el gobernador que los españoles encomenderos, que tenían a su cargo a indios trabajando para ellos, debían acudir en su ayuda en caso de necesitarlo.

    En la misma carta, nuestro paisano trasladó al gobernador el malestar de los soldados por no recibir sus pagas, alegando éste que las arcas estaban vacías y que se lo comunicaría al virrey.

    A finales de año, será Bartolomé quien escriba una carta al virrey, cuyo contenido desconocemos pero que seguramente guardase relación con el sueldo de los soldados, contestando el 24 de enero el virrey quedar enterado.

    El 28 de mayo de ese año de 1603, Francisco de Urdiñola es nombrado gobernador y capitán del Reino de Nueva Vizcaya, por el virrey, conde de Monterrey. Hombre con fama de sanguinario y violento, decidió acabar de una vez por todas con el levantamiento de los indios rebeldes contra la Corona y se trasladó hasta Topía, desde donde organizó la captura de los principales impulsores de la revuelta. Aquí entró en juego Bartolomé de Mesa, atribuyéndosele unos hechos casi heroicos, como veremos a continuación.

    Según el testimonio de Luís Díaz de Cepeda, que vivió en primera persona los acontecimientos, al participar como soldado en la guerra contra los indios acaxes y sobaibos en las minas de Topía y San Andrés, primero con el gobernador Vivero y después con Urdiñola, el capitán Bartolomé de Mesa, a quien ser refiere como lugarteniente de este último, participó activamente en pacificar la zona, negociando con los indios para que desistieran de su actitud:

“la vigilancia y centinela con que bivio y el freno con que tuvo a aquellos barvaros que heran infinitos mudables velicossos y sin fee ni palabra alguna solicitándolos y bisitandolos con mucha ossadia, no se alçaron y rrebelaron en aquel tiempo que fue una cossa ynportantissima. Y de manera que si en aquel tiempo se alzasen el dicho capitán no lo estorvara ya con miedos que les ponía e ya con razones alagos promesas y otras diversas negociaciones totalmente se acavaria y arruinaría todo el rreino de la nueba bizcaya porque en las minas de topia san andres y san Ypolito donde hera la guerra estaba todo asolado, abrasado y consumido…”

    El principal cabecilla de la revuelta fue un indio de Chacala, conocido como Perico el Obispo, por remedar en sus rituales paganos la liturgia cristiana utilizando como ornamento una mitra. Según el testimonio de Cepeda, fue nuestro paisano el que se llevó la gloria de su captura:

“Y el dicho capitán don bartolome con notable osadia Y determinación confiando de la fidelidad de algunos Yndios amigos de los que consigo avia llevado al dicho socorro aviendo puesto espias y asechanças al obispillo se entro Por las entrañas mas asperas de aquellas serranías llevando algunos soldados consigo y tuvo trampros. Pero subcesso que aviendo espiado al dicho enemigo le prendio descuidado en unas Rancherias de ttierra asperissima con otro su compañero velicosso y valiente que llamavan Santiago y quando se tenia Por ynposible el poderlos aver a las manos Por la potencia de parte que consigo ttraian y cuidado con que vivian el dicho capitán don bartolome de messa los traxo presos y atados a la presencia del dicho gobernador que fue una cossa tan señalada y particular que aun apenas biendo los dichos enemigos se podía creer la felicidad y buena dicha que en semejante prission el dicho capitán abia tenido lo qual fue una cossa tan Ynportante Y necesaria que después de justiciados por el dicho governador, con sola aquella prission los dichos aliados començaron desde entonces a caer y declinar de la felicidad con que avian executado los rrobos, muertes e incendios que asta entonces avian cometido y como gente sin causa ni quien los hordenase y conpusiesse fueron asaltados enbestidos y arruinados muchas veces”

Detalle del mapa Nova Hispania, Nova Galicia, Guatimala. Joannes De Laet. 1625

    En otra parte de su declaración, Luis Diaz de Cepeda, dio más detalles de cómo capitán Bartolomé de Mesa puso fin al conflicto:

“aviendo dado una madrugada Repentina y sordamente con buenas espías y guías que llevo en la dicha rrancheria, prendio al dicho perico xiote y a toda priessa lo saco de aquellas asperas serranías antes que sus aliados y amigos lo supiesen viniendo a pie Por no poderse andar a Cavallo con yncreible trabajo y aviendo Llegado con el a la dicha villa de san sebastian, le aorco y hizo quartos, poniendolo por los caminos y haciendo llamar a los naturales, circunvezinos para que lo viesen dándoles a entender las caussas que para justiciarle le avian movido y amenaçandolos que aria de ellos otro tanto si no se quietasen el qual fue remedio tan eficaz y bastante que llenos de pavor los dichos naturales que estaban de próximo al dicho alçamiento se quietaron de manera que del temor del dicho capitán ya no solían hacer unas borracheras que solían donde se juntava toda la tierra a tratar de los dicho alçamientos y donde se originaban otros males oficios y con aquel castigo se aceguró toda la tierra y quedo libre de peligro en que avia estado lo qual si hassi no ubiera subcedido…”

    Otro testigo, Francisco López Sepúlveda, receptor de la Real Audiencia de Guadalajara añadiría sobre la captura del indio Perico:

“el dicho capitán se salió de la dicha sierra a toda priessa Reselandose no se juntasen por aquellas cordilleras indios y le biniessen al alcance yendo prevenido para lo que pudiesse subceder y habiendo caminado con notable priessa llegaron donde avian dejado las dichas vestias y ensillandolas con gran presteza se vinieron a la dicha villa donde llegaron la noche siguiente a su salvo y sin aver avido en el camino rrumor ni alboroto y aviendo procedido con terminos breves contra el dicho perico xiote y substanciado la causa le condenó en pena de muerte de horca y quartos la qual luego lo hizo executar bautizando al dicho perico Jiote en el lançe de la muerte y hizo poner el cuerpo del susso dicho dividido en quartos por los caminos…”

    Otro miembro de la Real Audiencia, el procurador Juan de Hervás, también declaró sobre la muerte del indio:

“… assi como llego con el enpessó a proceder en rraçon de su alçamiento y Ynquietud y que dentro de un dia u dos le haorco he hizo quartos…”

    Estos testimonios, que coinciden con el de otros testigos recogidos en el expediente de Bartolomé de Mesa, se contradicen con la versión dada por el propio Bartolomé en dicho expediente, ya que, según éste, el capitán Urdiñola ordenó en las minas de San Andrés al cacique del pueblo de Huajupa, el indio Gerónimo, que con otros indios amigos, prendiesen a Perico el Obispo, tal como hicieron, en compañía del capitán Diego de Ávila, llevándolo hasta dichas minas. El 9 de agosto, Urdiñola dio una comisión a Bartolomé de Mesa para que fuese a San Andrés a por el indio Perico y los demás presos y los llevase hasta su presencia, presentándose en las minas dos días más tarde ante el capitán Ávila, quien le entregó a los prisioneros:

“Primeramente entrego un indio que le llaman el obispo y por otro nombre Perico el de chacala con su muger = Y entrego otro yndio que estaba presso, que se llama lorenço natural del pueblo de quespaque, dice ser cuñado del dicho obispo = Yten entrego otro Yndio de los que estavan presso que se llama o le llaman Santiago que es natural del pueblo de chatitilan = Yten otra Yndia que traya el dicho lorenço como por su amiga que se dize angelina que por todos son tres indios y dos yndias que son cinco personas… Las quales dichas cinco personas entrego el dicho capitán diego de avila con una cadena en que ban metidos, Y cinco colleras Y un candado Redondo que en la manera dicha se le entregaron…”

    Cinco días tardó Bartolomé en alcanzar al gobernador Urdiñola, que a la sazón se hallaba en las minas de la Veracruz de Topía, entregándoles a Perico y los demás prisioneros.

    ¿Mintieron en sus declaraciones personas tan respetables como los miembros de la Real Audiencia? ¿Fueron los testimonios de recogida de los presos y su entrega al gobernador Urdiñola falsificados para cubrirse todas las espaldas ante una posible investigación de la Corona por maltrato a los indios? ¿Prendió y ajustició Bartolomé de Mesa al indio Perico? Quizás nunca lo sabremos.

Detalle del códice Conquista del señorío de Chiametla por Nuño de Guzmán en el lienzo de Tlaxcala


    El mismo día que se hizo la entrega de los presos, Urdiñola ratificó a Bartolomé en los cargos de justicia mayor y juez de apelaciones de agravios y de primera instancia de la provincia de Chiametla, de capitán y cabo y comisario de la gente de guerra, de mar y tierra de dicha provincia y puertos marítimos circunvecinos, y capitán del presidio de San Sebastián, cargos todos otorgados por su antecesor Rodrigo de Vivero.