sábado, 30 de julio de 2016

Sobre la fundación del Convento de Santa Clara y la pérdida de su documentación



Ismael Almagro Montes de Oca



       No existen datos seguros sobre la fecha exacta de la fundación del convento de Santa Clara en Alcalá. Pascual Madoz, en su diccionario de 1848 recogía lo siguiente:

      “Es asimismo desconocida la época en que fue establecido el conv. todavia existente, de religiosas de Sta. Clara; pero corre entre estas la tradición de que fue fundado hace unos 300 años”

       Este dato situaría su fundación en torno a 1550, aunque Fernando Toscano en su libro “Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia de Alcalá de los Gazules”, deja entrever la posibilidad de que fuera un poco más tardía, al considerar la hipótesis de que una compraventa de unas casas en el arrabal de Alcalá, propiedad de Mariana de Villanueva e hijos por parte de la duquesa doña Juana Cortés el 21 de abril de 1584, guardase relación con la incipiente fundación de las clarisas. (1)

Monja de Santa Clara
     
         En la misma obra, el autor explica por qué las monjas no conservaban documentación relativa a la fundación, al extraviarse en Cádiz los papeles del Convento en 1808:

       “Las clarisas alegaron siempre que todas las escrituras y documentos principales del Monasterio –incluido por tanto el Protocolo primero- se perdieron en la dispersión y destrozo sobrevenido en Cádiz el año 1808, cuando se hallaban depositados en revisión para una diligencia, por orden del marques de la Solana, Gobernador de la Plaza y Capitán General de Andalucía. Efectivamente, el teniente general don Francisco Solano, Gobernador civil y militar de Cádiz, vió asaltada su casa por agitadores que, en los inicios del levantamiento de la Independencia, le tachaban de remiso o cómplice ante los manejos de Napoleón. Solano, deseoso de evitar el derramamiento de sangre ordena en los momentos del asalto que nos e resista por la violencia, mientras procura ponerse a salvo, oculto en la casa vecina. Vivía el marqués de la Solana y del Socorro en la Plaza de los Pozos de las Nieves, casa numero 10 (moderno) del todo saqueada a fines de mayo por las turbas y destruidos consiguientemente, los títulos del Convento…”

       No sabemos en qué se basó Fernando Toscano para relacionar la pérdida de los papeles en Cádiz con el asalto y saqueo de la casa del Gobernador civil, tras el cual sería ajusticiado. ¿Tenía el  gobernador los papeles en su casa?

       Es muy probable que efectivamente los papeles se perdieran en la capital, tal como tradicionalmente recordaban las monjas, pero creemos que esos papeles, o al menos parte de ellos, no no se extraviaron en esa fecha, sino un año antes de los sucesos anteriormente narrados, concretamente el 21 de septiembre de 1807, tal como aparece publicado en el Diario Mercantil de Cádiz dos días más tarde. Que los documentos perdidos fueran certificados, no por un escribano, sino por tres, denotan que debían ser documentos importantes:

“PERDIDA

Quien se hubiere hallado dos Certificados de la Madre Abadesa del Convento de Santa Clara de Alcalá de los Gazules, en papel sellado y legalizados de tres Escribanos; que se perdieron antes de ayer de mañana de nueve a nueve y media, desde la Iglesia de las RR. MM. Descalzas, hasta la del Oratorio de San Felipe Neri; acuda a la Secretaria de dicha Iglesia y se le dará una gratificación por el hallazgo. 

Cádiz 23 de Septiembre” (2)



NOTAS

[1] TOSCANO DE PUELLES, Fernando; “Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia de Alcalá de los Gazules”. Cádiz 1995. Pág 94. 

[2] Edición del 24 de septiembre de 1807 del  Diario mercantil de Cádiz Número 266 página. 4

domingo, 24 de julio de 2016

San Juan de Ribera y sus vínculos con Alcalá de los Gazules (I)




Fernando Toscano de Puelles


       Para dar a conocer más a San Juan de Ribera y su relación con Alcalá de los Gazules, se estima de interés la refundición o extracto de unos pasajes de nuestro libro Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia.... (1.995). En este edificio del Colegio SAFA sitúase la casa-residencia de los Ribera en la niñez del Santo (hijo de Don Perafán de Ribera, I duque de Alcalá), quién visitó el lugar de niño y luego lo transformó en Convento de Clarisas.

      Con la pacificación general de España, el castillo ha perdido protagonismo en favor del conjunto del pueblo. Las ciudades, en este periodo de la transición al Renacimiento, conocen el despertar social de los burgueses y aún del estado llano, y se caracterizan por su crecimiento, a lo que no es ajeno el desarrollo gremial. Una nueva forma de vivir descubre el pasear y deambular por callejas y plazas.

      El villazgo de los Ribera experimenta el crecimiento habitual y constatado en tales dominios de jurisdicción señorial. Las fuentes oficiales asignan a Alcalá de los Gazules la cifra de 1500 vecinos, con una pila bautismal, a finales casi del siglo XVI: exactamente en 1587 (1). Al hilo de esta relativa expansión, nos interesa ahora acercarnos desde Alcalá a ese linaje Ribera, que usó el topónimo como apellido y denominación genérica del mismo Señorío, incluso sobreviviendo al cognomen Afán y aún al regio Enríquez, antepuesto después. Será la de Ribera la Casa donde ha quedado adscrito de manera relevante su más ejemplar individuo: San Juan de Ribera.


      Hallamos al entonces titular, don Pero Afán de Ribera, con sus Casas Propias en Sevilla, la vulgarmente conocida por Casa de Pilatos (desde que don Fadrique Enríquez de Ribera la hiciera pretorio, o primera Estación del Vía Crucis). Concretamente, don Perafán estaba de ordinario bien lejos de aquí, ya porque visitara sus Estados o porque altas encomiendas públicas le hicieran ausentarse. Fundamentalmente, pues, vemos al que sería I Duque de Alcalá de los Gazules de Virrey de Cataluña de 1554 a 1558, bajo Don Carlos 1, y de 1558 a 1571, bajo Don Felipe II, ejerciendo de Virrey de Nápoles. El que era III Adelantado de Andalucía lleva su dignidad a los nuevos horizontes de la expansionada España de su tiempo.

      El titular de nuestro Ducado posee por derecho propio la Grandeza de España, sucesora de la antigua Rico-hombría de Castilla y León. Es la dignidad seglar más elevada que existe en España (2). Con la concesión del título Ducal, Alcalá de los Gazules dá nombre al Estado y Casa de una estirpe, con rango de Cabeza de sus varios Señoríos. Cobra socialmente el pueblo dignidad honorífica de preeminencia, pues el ducado es el más alto grado nobiliario en España. También supone la jerarquía superior que alcanza una Casa o familia, distinguida a perpetuidad en memoria de sus antepasados y como estímulo de sus descendientes.

      Registremos de Don Perafán su atención especial a Alcalá en algunos aspectos curiosos. De la visita eclesiástica realizada por el Delegado Diocesano don Felipe de Obregón a la Parroquia, en 1588, ha quedado este párrafo interesante: “Luego visitó otro altar que se nombra del bienaventurado San Sebastián donde halló su imagen pintada en un tablerico quadrado de olio hecho de muy buena mano con su corona dorada que dizen truxo el Duque de Alcalá el viejo quando vino de Roma” (3).


      Enseguida habrá de tratarse del envio por Perafán a nuestro pueblo de su hijo, el futuro San Juan de Ribera. Don Perafán entonces hubo de ordenar la acomodación en solar alcalaíno de las casas propias donde instalar a su hijo, al menos de modo análogo a como ocurrió en Bornos, donde los Duques tuvieron un verdadero Palacio ya en el siglo XVI (4).

      Lo más lógico es usar el alojamiento ocasional de entre la Plaza y la Carrera, pues el Castillo estaba ocupado por el Alcaide. En cambio, esa dependencia sólo la usaba el Mayordomo de la Casa como despacho de administración y almacén.

       El problema de la instalación de los Señores jurisdiccionales se nos suscita ya por un hecho muy anterior: lo ocurrido a un tío de Don Perafán, el piadoso don Francisco Enríquez de Ribera. El jerónimo fray Pedro Mariscal, hacia 1735, consigna que don Francisco hizo testamento el 6 de octubre de 1507 por ante el escribano Antón de la Zarza, en Alcalá de los Gazules. Y que aquí también, el mismo día que murió -8 de febrero de 1509-, otorgó un codicilo que confirmaba lo prescrito en su testamento (5) ¿Dónde se alojaba don Francisco en su querido Alcalá, al que legó la dotación fundacional del insigne Convento de Santo Domingo?

       Por eso parece útil ahora la aportación de un dato nuevo, conocido por la publicación en 1997 del libro sobre las ordenanzas señoriales. El párrafo de M. Fernández Gómez, (pág. 160), confirma la existencia en 1543 de Casas propias y residenciales de Don Perafán, registradas en el Cuaderno de cuentas más antiguo de los conservados en el Archivo Ducal (sección Alcalá, 46-1), y dice así: “En el cuaderno de rentas de 1543 se indica que el señor poseía, ademas de la casa utilizada como residencia señorial, una casa de la cozina, arrendada en 4.000 maravedís; otra casa y unas caballerizas, situadas éstas junto a la puerta de la villa, pertenecían igualmente al senior, aunque en aquel año las tenía cedidas gratuitamente(...). En una relación de los miembros de rentas del duque de Alcalá, de la segunda mitad del siglo XVI, se incluyen la Casa Principal, la Casa Reja, las casas en que vive Juan de Mondragón y las casas caballerizas”.

       Son datos que en parte citaba M. Ramos en su Alcalá de los Gazules (página 244), aunque sin fecharlos y con mala redacción, pues confunde las «casas propias» (que propiamente no señala como las residenciales del Señor) con las que se alquilaban o cedían por el Señorío a los particulares. Esto crea e induce a error, por lo que las precisiones de M. Fernández aportan una valiosa referencia. Nosotros tratamos el tema en la página 59 de nuestra obra.

Fajas heráldicas de los Ribera
en el Pendón municipal

      Regresando a la casa que nos importa, se nos ofrece otra singularidad. Junto a la traza castellana fundamental, los expertos apreciaron en algunas construcciones de Alcalá una huella morisca, a veces bien patente. Este rastro existe en toda la comarca; los hermanos Cuevas expusieron que los moriscos, a raíz de la caída de Granada aportaron su trabajo en las obras de la parroquia de San María, de Arcos de la Frontera: dicha iglesia muestra ciertos procedimientos constructivos mudéjares. A este respecto citan a los Gazules, que tienen una calle en Arcos (6).

      
NOTAS

(1) Relación del Obispado de Cádiz de 20 de Enero de 1587, Legajo número 137 de los «Fechos del Real Patronato Eclesiástico». En el Censo de la Corona de Castilla en el siglo XVI. Madrid 1829.

(2) Julio de Atienza y Navajas, barón de Cabos de Belchite y conde del Vado Glorioso. Diccionario Nobiliario Español. De las varias clases de Grandezas que antiguamente hubo, sólo subsiste hoy una pues incluso la honoraria se convirtió en propiedad por el Real Decreto de 10 de octubre de 1864; véase Manuel Taboada Roca, conde de Borrajeiros, Los títulos nobiliarios y su regulación legislativa en España; Madrid 1960. Página 19.

(3) Libro I de Visitas de la Parroquia de San Jorge, año 1588. Puede verse reproducido el párrafo y folio en lámina de Ramos, Alcalá de los Gazules, página 322.

(4) Era reparado en 1629. Véase Blanco Morell Peguero, Catálogo de fondos documentales de la provincia de Cádiz. Archivo General de Medinaceli; Jerez de la Frontera 1973, página 28. 

(5) Pedro Mariscal de San Antonio, jerónimo, Campos Elíseos Cristianos. Historia y antigüedades de la Villa de Bornos y su comarca; parte I. capítulo XXVI y parte II, capítulo IX. El P. Mariscal fue prior del Convento de jerónimos de Bornos en 1735: su obra permanece inédita, existiendo copia en la Biblioteca de Temas Gaditanos.

(6) José y Jesús de la Cuevas y Velázquez -Gaztelu, La Sierra de Cádiz (Primera parte); Cádiz, 1975. Páginas 125-126.


sábado, 16 de julio de 2016

D. José Gallego Gallego. In Memoriam




Gabriel Almagro Montes de Oca

          Aunque pasan los días e intentamos asumir la realidad, la verdad es que se nos hace muy duro pensar en D. José Gallego, en pasado. 

      Le recuerdo cuando llegó al “Convento”, en la década de los setenta, después de algunos años ejerciendo en Setenil de las Bodegas, que creo fue su primer destino, y viene a mi memoria como un profesional vocacional, entregado y preocupado por sus alumnos; como un verdadero “Maestro”, con la hondura y la significación del término. Pero no es una percepción personal, me consta, que los centenares de alcalaínos que pasaron por sus clases, primero en la SAFA y luego en el Colegio Público Juan Armario, también lo piensan. Como lo pensaban los padres de aquellos alumnos, hace muchos años, en una época en que no eran frecuentes las reuniones de padres ni las tutorías con el profesor, en que le escuché destacar al padre de un alumno de D. José Gallego, como le mandaba una nota o hacía por verle para informarle de alguna cuestión que le preocupaba sobre la evolución del niño: un profesional excepcional. 

       Andando el tiempo, en el año 80, coincidimos en la Junta de Gobierno que refundaba la Cofradía del Nazareno de la que se convertiría en Hermano Mayor en 1983, de la que podríamos contar infinidad de vivencias, que no podemos recordar sino con una sonrisa y reconociendo el ejemplo que siempre representó para los más jóvenes del grupo, pues como bien dicen sus hijos Pilar y Alejandro en artículo recogido en el Libro “Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cuatro Siglos de Historia”: “...le fue imposible desvincularse de su faceta de docente a la hora de dejar huella en aquel grupo de jóvenes, y no tan jóvenes, que tantas ganas e inquietudes presentaban. Ser aplicados en el esfuerzo y en el trabajo, compañerismo, superación, estar siempre dispuestos ante cualquier necesidad que surgiese… no dejan de ser los valores que a lo largo de muchos años como maestro ha mostrado a generaciones de alcalaínos. ¿Cómo no iba a quedar algo de ese respeto y de esa forma de hacer las cosas en ellos?” 

      Dos décadas permanecería Pepe Gallego al frente de la Cofradía, como ejemplo permanente, generando ilusiones, compartiendo, viviendo en hermandad. Veinte años en los que cristalizaron los proyectos de restaurar imágenes, adquirir pasos acordes a nuestras necesidades y adecuar la Cofradía a la estética que queríamos tuviese nuestra estación penitencial. Y todo ello, al tiempo que se construyó la Casa Hermandad, entre otras realizaciones y acciones que sólo requerían echarse la cruz al hombro, para ayudar donde hiciese falta y a quien hiciese falta y vuelvo a citar nuevamente a sus hijos "… siempre intentó inculcar valores como la generosidad, el respeto, la importancia de unir esfuerzos, el sacrificio de estar siempre dispuestos ante cualquier cosa que haga falta…algo que sin duda sabemos es sello y distinción de los nazarenos de Alcalá". 


         En 2014 el Consejo Local de Hermandades y Cofradías decidió nombrarme Pregonero de la Semana Santa y aún sabiendo lo poco que le gustaba a Pepe Gallego hablar en público le pedí que fuera mi presentador, buscando su arrope y colaboración, le dí entonces las gracias con unas palabras que me pide el corazón repetir hoy: 

      Gracias Pepe, mi “Hermano Mayor” en el sentido literal de la palabra, al que desde hace tres décadas, he acudido siempre, en la certeza de que encontraría cuanto necesitase, porque en ti se hace verdad lo que nos dice el Evangelio de Lucas (LC 6.43-45): “No hay árbol bueno que dé frutos malos… cada árbol se reconoce por su fruto… El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón” y eso es lo que has hecho tu a lo largo de toda tu vida como magnífico profesional; alcalaíno comprometido con su pueblo y con sus gentes; extraordinario amigo, ejemplar Hermano Mayor y mejor persona. 

      Si Pilar y Alejandro en el artículo antes citado, refiriéndose a la Cofradía nos decían: “Hoy, aquello que comenzó, continúa con la fuerza de las cosas que nacen del esfuerzo y el entusiasmo de cristianos comprometidos. Las historias como las personas, permanecen en el tiempo en tanto su recuerdo no se olvida, su enseñanza se atesora y su aliento pervive en nuestro corazón”, nosotros hoy, no podemos sino decir que D. José Gallego, no sólo es parte de esa historia, sino que definitivamente se ha erigido en un ejemplo a seguir para toda la familia nazarena. 


sábado, 9 de julio de 2016

El Hospital de la Misericordia


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos 2016

Fuensanta Guerrero Marín

        Hace algunos años, cuando tuve el honor de pregonar la fiesta de San Jorge, ya os decía que la Plaza que lleva su nombre podía preciarse de haber pasado de ser, hasta la reconquista en 1264, un espacio reservado a las armas para erigirse, por la vía de la progresiva incorporación de edificios con nuevos usos, en el escenario de todas las actividades económicas, políticas y religiosas de Alcalá de los Gazules, siendo así como albergaba en su derredor la Parroquia; el antiguo Cabildo; la Casa Matriz o generalicia de la congregación Con que quiso premiarnos el Padre Viera; un antiguo palacio, reconvertido en convento y más tarde en escuela. Sin embargo, al retratar el ágora de los días grandes del calendario alcalaíno, olvidé entonces referirme a un edificio que, desde estas líneas, quiero ubicar tanto en el espacio que ocupa en la Plaza como resaltar, aprovechando que este año el Papa Francisco ha promulgado 1.4,8ala convocando al Jubileo de la Misericordia, "Misericordiae Vultus", el rostro de la Misericordia, como este edificio, gracias a la generosidad y donaciones de nuestros antepasados, pregonaba con su nombre y en su hacer: Asistir a los enfermos. 

La gestación de la Plaza de San Jorge.

       Tras la conquista cristiana en 1264 y muy especialmente a partir de 1273, en que Alfonso X concedió la condición de villazgo, comenzaría a generarse en torno al castillo una incipiente ciudadela o bastión defensivo frente a la frontera con el reino Nazarí que perduraría hasta los momentos previos a la conquista de Granada, pues recordemos que la vecina población de Jimena permaneció en manos musulmanas hasta 1480.

      En esta primitiva ciudadela, a la que en ocasiones se denomina “villa vieja”, que tenía forma de cuadrilátero "...delimitado por murallas de argamasa morisca coronadas de merlones e interrumpidas de trecho en trecho por torres cuadradas...“, el castillo o alcazaba almohade constituía el principal edificio, al menos hasta fines del siglo XIV, en que adosada a un muro de aquel, se empezó a edificar la actual Iglesia Parroquial de San Jorge consiguientemente, a gestarse ante ella una incipiente plaza que se desarrollaría a partir de fines del siglo XV, cuando la población perdió su carácter de frontera y se produjo la llegada de colonos que, atraídos por los Privilegios, Ordenanzas y Transacciones, empezaron a construir sus viviendas -hasta colmatar el espacio intramuros-, siguiendo dos ejes de crecimiento a partir de la Plaza, en dirección hacia las puertas de la villa. Por una parte, el eje "San Vicente-Puerta del Sol" y por otra el de "Plaza de San Jorge-Puerta de la Villa", formando un perímetro elíptico que se irá desarrollando concéntricamente, rodeando y envolviendo al núcleo, a la antigua plaza de armas.

      Así pues, la Iglesia se erige en el elemento confirmador de todo el núcleo, aunque pronto se ubicarían en sus proximidades otras casas que le ayudarían a delimitar. Al sur, la Casa Ayuntamiento, construida en 1553 sobre la muralla en la que se abrirá la conocida como Puerta Nueva o del Sol y, a su lado, el Hospital de la Misericordia, con su correspondiente capilla, hospital éste que también ocupará la parte inicial de la calle principal o de la Carrera. que se abrirá frente a la puerta principal de la Iglesia, partiendo de la esquina de la plaza en que se unen los lados sur y oeste. La fachada de la Casa Palacio de los Enríquez de Ribera, entonces Señores de la Villa, ocuparán gran parte del lado oeste, entre la aludida calle de la Carrera y la de las Monjas. llamada entonces de los Toros, que quedará delimitada en el lado norte por la Casa Rectoral a la que se unirá la conocida como "Puerta de San Vicente o de los carros", prosiguiendo la muralla por todo el frente norte hasta concluir en el Castillo, si bien es de destacar que entre la aludida muralla y la Iglesia existía entonces otra calle a la a la que abrían puertas los edificios anexos al muro de la Iglesia, en el lado del evangelio, conocidos como “capilla de Santa Águeda” y “Corral del Concejo”, así como el acceso al Cementerio, que ocupaba tanto la trasera de la Parroquia como una buena parte de la actual cerca del Beaterio, mientras que el espacio donde se erige esta Institución religiosa local en el frente este de la Plaza, existían algunas dependencias anexas al castillo, puede que alguna pequeña Iglesia y viviendas de particulares.

       Así las cosas, tres siglos después de la gestación de la Plaza, cuando Madoz hace la descripción de Alcalá en su "Diccionario geográfico…” en el año 1845, nos dice que "...la Plaza principal, llamada antes de San Jorge y ahora de la Constitución, es cuadrilonga, de 50 varas de largo y 28 de ancho...” descripción que, sin embargo, es distinta de la realidad actual, al habérsele incorporado tanto una gran parte de la antigua calle que conducía hasta el Castillo como el espacio del antiguo corral del Concejo y otras dependencias anexas de la Parroquia, siendo así, según la describe la arquitecta María Rosa Navarro, como nuestra Plaza constituye "Bellísimo conjunto, en forma de ele irregular, limitada en uno de sus lados por el propio recinto amurallado. No olvidemos que en los bajos del edificio se abre la Puerta Nueva o del Sol. Concentraba los edificios más característicos de la organización ciudadana: la Parroquia, la Casa del Cabildo, Palacios de los Nobles, Casa Rectoral... al tiempo que servía como atrio de la Iglesia Parroquial y a las necesidades del Mercado y socio-recreativas. (Manuel María de Puelles y Centeno en "Recuerdo de mi Juventud" nos expresa como a mediados del siglo pasado, cercándola con carretas, la Plaza era ocasional plaza de toros). De ella partían todas las primitivas calles y en sus proximidades se encontraban dos conventos, el de Santa Clara y la Congregación de Jesús, María y José". 

      Para finalizar nuestra descripción de la Plaza nos centraremos en la fachada oeste, que, como hemos dicho parece estuvo ocupada originariamente, por el frente del Palacio o Dependencias Señoriales que eran, a un tiempo, residencia de los señores en sus ocasionales visitas a la villa como sede de las dependencias administrativas y viviendas de los administradores señoriales, pero que, a mediados del siglo XVI, cuando se decidió convertir el vetusto edificio en convento de monjas de clausura, parece ser se segregaron de aquel Pues no parecía lógico que el recogimiento que precisaba un convento tuviese fachada a una plaza que, como obligado pulmón vital del pueblo, era escenario de las ruidosas fiestas populares, del zoco, del mercado, de los alardes, de las Procesiones y de los juegos ecuestres. 


El hospital de la Misericordia.

      Si bien esta constatado que existieron dependencias dedicadas al cuidado de los enfermos tanto en las culturas griegas y romana, e incluso antes, lo cierto es que con el cristianismo habrá un cambio en el concepto de aquellos, sustentado tanto en la teología del Cristo Médico (San Ignacio de Antioquia: Carta a los Efesios, VII,2) como en la teología y pastoral de las obras de misericordia: “estuve enfermo y me visitasteis cuando lo hicisteis con mis hermanos enfermos” (Mt, 25, 36,4) iniciándose un procedimiento de evolución que haría que, en nuestro país, en los inicios del Renacimiento, tendiese a proliferar un determinado tipo de centros donde se cuida y alimenta a los enfermos que todas las ciudades y pueblos de cierta importancia querían tener y que justifica que el 15 de enero de 1514 Bartolomé Sánchez, quisiese fundar e implantar en nuestro pueblo una institución de este carácter, iniciativa a la que, apenas dos años más tarde, en marzo de 1516 se incorporaría igualmente como fundadora y sobre todo como financiadora, Catalina Aguayo, viuda de Martín de Olvera, a los que hoy recordamos dando su nombre a la calle que se iniciaba a las puertas mismas de su Hospital [1]

      De este modo, gracias a las generosas aportaciones de ambos fundadores el hospital se hizo realidad en un edificio de tres plantas de altura, baja más dos pisos, como se aprecia en la fotografía que acompaña a estas líneas, siguiendo un modelo muy generalizado en su época que daba mayor altura a la inferior que a las superiores. Una realidad en lo físico y con bienes[2] suficientes para el sostenimiento de las doce camas que albergaba en su interior y distribuidas entre la enfermería principal de la primera planta, donde también se ubicaban las dependencias del enfermero y del Capellán, como en la de males contagiosos de la segunda, mientras que en la planta baja se ubicaba la vivienda del administrador[3] el depósito de cadáveres y la sacristía de la contigua Capilla, conocida con el mismo nombre del Hospital y en la que se daba culto a una imagen de Cristo, muy venerada en la ciudad.

     
       Ni que decir tiene que el Hospital, a lo largo de sus casi cuatro siglos de existencia, desarrolló una importante labor asistencial y social, así como atender solo a hombres fue lo que movió al Padre Viera a fundar, muy cerca de allí, otro Hospital para Mujeres[4], bajo la advocación del "Amor de Dios” que aún perdura como Residencia para Mayores.

      Pero volvamos al Hospital de la Misericordia, que, como muchísimas instituciones similares, se vio afectada por lo dispuesto en la Ley de 1 de mayo de 1855, conocida como “Desamortización de Madoz" y con la que el Ministro de dicho nombre, al ver que el Estado estaba totalmente arruinado y endeudado, trató de conseguir dinero apropiándose de lo que no era suyo y confiscando bienes Comunales, de los Propios de los Ayuntamientos, de Instituciones de Enseñanza, de los Hospitales -como es nuestro caso- y de un largo etcétera.

       Es cierto que la Ley asumía el compromiso de que, con los fondos obtenidos por la venta en pública subasta de dichos bienes, se iba a cubrir el déficit del presupuesto del Estado, a amortizar la Deuda Publica, así como a realizar obras públicas de interés y utilidad general, además de compensar a quienes había expropiado entregándoles bonos de "deuda", pero la realidad se demostrará bien distinta.

      En ese contexto, una vez se desamortizan los bienes que sostenían el Hospital, este pasó a depender de la Junta Municipal de Beneficencia, siendo así como el Ayuntamiento se convierte en el principal sostenedor del Hospital, aunque a fines del siglo XIX ya se encontraba en un estado decadente, por lo que pronto dejaría de estar en uso, siendo así como fue demolido en la década de los años cuarenta del pasado siglo y una parte de su suelo integrado en la Plaza San Jorge, mientras otra parte era destinada a albergar un edificio de viviendas promovido por funcionarios municipales de la época y la Capilla después de casi un siglo sin uso religioso, reutilizada para otros usos por parte del Ayuntamiento, logrando mantenerse en pie hasta los años ochenta del pasado siglo XX cuando, aprovechando las obras de rehabilitación de la Casa del Cabildo, fue incorporada a aquella, a modo de anexo lateral y con puerta completamente independiente.



La Capilla de la Misericordia 

       Como hemos expuesto, entre la Casa del Cabildo y el Hospital, se erigía una pequeña capilla, en la que se daba veneración a un Cristo bajo la misma advocación de Misericordia del que nos decía Sánchez del Arco “que inspira mucha devoción al vecindario” y sobre el que tenemos noticias relativas a que durante la Santa Visita Pastoral realizada a Alcalá, el 4 de septiembre de 1793, por el entonces Obispo de la Diócesis de Cádiz, Don Antonio Martínez de la Plaza[5] lo erigió en titular de una Cofradía de Caridad que fundó bajo el título de "Santo Cristo de las Misericordias", a la que otorgó unas reglas bastante simples, compuesta de los siguientes 11 artículos:

".. 1º. - El estatuto de ésta Hermandad se dirije a cuidar de cadaveres de los cristianos difuntos para conducirlos a el sepulcro de lo que se ha visto hace grande necesidad en esta villa.

2º. - No ha de haber en ella numero filo de hermanos sino que se admitirán todos los que quieran ejercitarse en esta piadosa obra sin distinción de personas.

3º.- Ha de haber un Hermano Mayor que sera nombrado en cada año y a éste pertenecerá el nombrar ocho hermanos cada mes, que deberán estar encargados de asistir a todos los entierros de los que quieran ser conducidos por la hermandad a la sepultura.

4º. - Si el difunto fuere pobre que lleva entierro inferior a el que llaman de cuatro acompañados. no llevarán los hermanos por su asistencia estipendio alguno, pero si, cuando sea de cuatro acompañados o superior.

5º.- Este estipendio lo cobrara el hermano Colector, que se nombrara en cada año a el que deberá acudir la parte de el difunto para llamar a la hermandad y de cargo de éste será el llamar a los ocho hermanos de mas para pasarle aviso que hay entierro.

6º.- El estipendio debe irse depositando en poder de un tesorero, que lo custodiará hasta que la Hermandad determine su distribución. El nombramiento de este Tesorero será anual hecho por la Hermandad, a quien dará cuenta a el fin de el año.

7°.- Habrá Junta de los hermanos, además de la anual, siempre que el Hermanos Mayor la convoque.

8º.- Se apuntarán en un libro todos los Hermanos, de los vivos tendrá siempre una lista el Hermano Mayor para designarlos en cada mes como va dicho.

9º.- En cada una de las Juntas se leerán estas breves constituciones luego que se hayan evacuado los puntos que en ella se deban tratar, o antes, para que ninguno los ignore.

10º. - Cuando mueran alguno de los hermanos, asistirán a su entierro todos los demás que lo sean.

11º.-Las resoluciones de las juntas plenas, se escribirán en un libro formado para esto, y las firmarán el Hermano Mayor y un Secretario, cuyos nombramientos serán también anual.

Todo lo cual así se determinó en la primera mencionada junta y se remite a el Ilmo. Sr. Obispo como se previene en el citado decreto de Septiembre de el presente año 1793".


       Desconocemos la vigencia de dicha Cofradía, aunque intuimos que no debió ser muy extensa, pues, hasta donde conocemos actualmente, las referencias son escasas. Sin embargo, a lo que merece que le dediquemos unas líneas siquiera es el devenir que pudo acontecer con dicha imagen, partiendo del hecho de que la Iglesia de la Misericordia debió cerrar al culto a fines del siglo XIX, momento en que gran parte de la misma fue ocupada con los equipos del telégrafo, de modo que dicha imagen bien pudo pasar, provisionalmente a la Parroquia hasta que el 1 de enero de 1912, tras casi medio siglo cerrada y después de haber sido objeto de una importante rehabilitación, con sustitución de la cubierta incluida, se reabrió al culto la Iglesia de la Victoria.

       Esta reapertura coincide, al mismo tiempo, con la desacralización de la antigua Veracruz o Soledad y motiva un importante trasiego de imágenes entre las distintas iglesias alcalaínas, pues la llegada del Cristo de la Veracruz a la parroquia propiciaría que el Cristo de la Misericordia se trasladase hasta la Victoria.

       Imagen estilísticamente interesante, merecería un estudio que intentase aclararnos su autoría, pues, si bien hay quien le asigna un origen sevillano, lo cierto es que recuerda bastante a la escuela granadina de principios del siglo XVII[6]. Sea como fuere, lo cierto es que desde la Victoria se erige ante nosotros para recordarnos su origen como titular de la capilla de un antiguo hospital donde el corazón se volvía a quienes sufrían algún tipo de miseria, como sobre todo para transmitirnos el mensaje que según el Papa Francisco es el más fuerte de lo que lleva implícito Jesús y que no es otro que la Misericordia.


NOTAS

[1] Respecto de dicha calle que si bien se denomina oficialmente como “Sánchez Aguayo”, no es menos cierto que histórica y popularmente se conoce como Carrera, pues tal era su cometido tras la Reconquista y bien pudiera el Ayuntamiento redenominarla como “Carrera de Sánchez Aguayo” pues así permitiría aunar tradición y oficialidad al tiempo que permitiría distinguir a los dos fundadores y evitar, como puede pensarse, que los apellidos Sánchez Aguayo son de una misma persona cuando la realidad, como queda expuesta, es bien distinta. 

[2] Bienes que serían desamortizados en la de Madoz de 1855 y convertidos en bonos de deuda pública que, aunque pasaban a la propiedad del Ayuntamiento, eran gestionados por el Estado, podían venderse y convertir en dinero. 

[3] Nos consta que a finales del siglo XIX en estas dependencias se instalaría el telégrafo. 

[4] En el que atender a las mujeres enfermas de acuerdo al mandamiento cristiano de Misericordia y Amor al prójimo. 

[5] Antonio de la Plaza había nacido en Granada el 6 de marzo de 1736, ordenado sacerdote después de haber desempeñado numerosos cargos en Granada y Almería, fue nombrado Obispo de Canarias en 1785, pasando en 1790 a Cádiz en la que se mantendría hasta su fallecimiento en 1800 

[6] Así recuerda bastante a imágenes de Alonso de Mena y Escalante y a otras de Bernabé de Gaviria entre el grupo de continuadores de la obra de Pablo de Rojas.

sábado, 2 de julio de 2016

La Mancebía



Ismael Almagro Montes de Oca

     El barrio de la Mancebía es uno de los más antiguos de Alcalá y de los primeros en erigirse fuera del recinto amurallado, pues consta ya su existencia a mediados del siglo XVI, seguramente alrededor de una fuente de agua allí existente.

     Sea como fuere, hoy vamos a centrarnos en el nombre de esta calle, la Mancebía, que ha conservado desde sus orígenes durante más de cuatro siglos y medio. Dice la Real Academia de la Lengua que mancebía significa: “casa de prostitución” Pero, ¿qué hay de cierto en ello? ¿Existió alguna vez un lupanar en aquella zona?

     El 7 de mayo de 1553, el Concejo de la ciudad de Sevilla aprobó unas ordenanzas sobre las mancebías, que rápidamente se fue copiando en otras localidades, hasta el punto de que, en 1570, el rey Felipe II las hizo extensivas para todas las del reino.



     Gracias a esta promulgación del monarca, podemos conocer los primeros documentos que certifican la existencia de un burdel en Alcalá, ya que, en octubre de ese mismo año, llega una orden al cabildo para que se hagan cumplir estas ordenanzas. Los regidores, en vista de esta provisión, encargan al cirujano Salvador Díaz visitar a las mujeres y revisar su estado de salud para evitar el contagio de enfermedades, cobrando por ello salario del ayuntamiento:

“sobre la provision de la mancebía

En este cabildo el dho señor alde mor (alcalde mayor) pºpuso y dixo ql ylle (ilustre) sor gobernador le enbia una povision de su magt (magestad) escrita en molde sobre lo tocante a las mancebías/ y a las escpturas (escrituras) della viene povision y mto (mandato) del dho señor gobernador los juezes q las fagan cumplir/ y entre las otras cosas q dize la dha pºvision es q cean vezitadas y vistas las mugeres si están sanas pa poder ganar pa evitar los mles (males) q dstar (de estar) enfermas suele suceder/ y q pa este efecto es necesario q aquí se señale sirujano q tenga qta (cuenta) con fazer lo susodho/ y se trato dllo (de ello) y se acordó y mdo (mandó) q salvador días sirujano vesite las dhas mujeres/ conforme lo q manda su magt y q se le de salario del propio del qº (Concejo) qtro ds (cuatro ducados) q vlen (valen) myll y quis mrs (1500 maravedíes) cada un año y q los dipudºs (diputados) del mes q agora son y los q fueren tengan cuidado de fazer al dho sirujano q vaya a fazerlo como su magt lo manda de ma (manera) q no aya falta ninguna” [1]

"... q cean vezitadas y vistas las mugeres si estan sanas..."

      Un par de meses más tarde, se vuelve a tratar el tema en el ayuntamiento alcalaíno, insistiendo el alcalde mayor para que los dos regidores que habían sido nombrados diputados para ese mes hicieran cumplir la nueva ordenanza y se deja bien claro la existencia de este burdel, al que se le menciona como mesón de la mancebía: 

“sobre el arancel dla mancebía

En este cabildo el dho señor alde mor dixo q requeria a los dos ss (señores) y si fera (era) necesario les manda q los q fueren y son diputados visiten el mezon de la mancebía dsta villa y vean y entiendan si se cumple lo qdo (quedado) en el arancel de su magt q allí tiene mandado poner y executarlo en el qdo como son obligdos (obligados) / con apercibio (apercibimiento) q qa (queda) el q en esta tuviere remisión se po (proveyó) se dara informe a dis (dineros) demás de las penas q su magt les pone y lo pidió pr testimo (testimonio)”[2]

"...visiten el mezon de la mancebia dsta villa..."

NOTAS

[1] Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules (AMAG). Legajo 4 folio 69. Cabildo del lunes 23 de octubre de 1570. 

[2] AMAG. Legajo 4 folio 77 vuelto. Cabildo del lunes 18 de diciembre de 1570.