martes, 11 de junio de 2013

Restos arqueológicos alcalaínos (I)


Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos en 1989 con el subtitulo de
"Memorias del Aula Municipal de Historia"


Gabriel Almagro Montes de Oca

   
     En el verano de 1988 nuestro ayuntamiento puso en marcha un taller cultural denominado"Aula Municipal de Historia”. En la misma, al margen del trabajo de investigación de archivo, tuvimos ocasión de acercarnos a una serie de restos, prehistóricos o no, que se encuentran dispersos a lo largo y ancho de muestro término, en la mayoría de los casos en lugares de difícil acceso. Por supuesto, no visitamos todos los existentes. Nuestras visitas se centraron en aquellos lugares de los que teníamos, o tuvimos en aquel momento, noticias. A ellos nos referimos a continuación, como una ligera muestra de los múltiples restos de nuestro término, que en sucesivas ediciones del aula pretendemos estudiar.

      En Alcalá los restos más antiguos encontrados Son útiles de piedra pertenecientes al achalense o segundo periodo del Paleolítico inferior. 

      Son hechas de cuarcita arenisca labradas por una sola cara. Igualmente se han encontrado restos del musteriense datados del 140.000 al 40.000 a. C. 

      Sin embargo, nosotros sólo hemos tenido acceso a otras más evolucionadas y ya pulimentadas pertenecientes al Neolítico o primer Bronce, y que proceden de las zonas de las Porquerizas y las Correderas. 

      De entre las obras de los pueblos prehistóricos destaca la “Laja de los Hierros'', que tambien visitamos. Esta laja ha sido objeto de varios estudios, algunos de los cuales publicados en este libreto Sin embargo, creemos que hasta hoy no se ha efectuado ninguno a la luz de las últimas investigaciones en la materia, tarea que deberán afrontar los estudiosos del arte prehistórico cuanto antes, en tanto que por día el estado de erosión e mayor. Esta laja fue “descubierta” en 1913 por Cabré y Hernández Pacheco, que fueron quienes dieron razón de su naturaleza, puesto que hasta entonces nuestros vecinos la consideraron como un registro de los hierros de las ganaderías de la zona. 

Hernández Pacheco en la Laja de los Hierros en 1913

      La laja tiene una extensión superficial de aproximadamente 50 m. divididos en dos partes: la superior, inclinada, y la inferior, casi horizontal. Según los estudiosos, sus autores fueron pueblos pastores, influenciados por los colonizadores mediterráneos, ya neolíticos y se preocuparon de la conservación de los mismos, como lo demuestra el hecho de que labraran canales para que corrieran las aguas, y escalones para acceder a la parte superior, con objeto de que ni el agua ni el pie humano dañasen los signos. 

      Los grabados guardan semejanzas con pinturas neolíticas y grabados similares de las provincias catalanas, Soria, Guadalajara Y Teruel, así como con otros del mediterráneo oriental realizados sobre tabletas de barro cocido, que estudiados por Sir Arthur Evans, se publicaron bajo el título de “Scripta Minoa”. Nosotros, por nuestra parte, procedemos a estudiar dichos signos en base a los esquemas que Uwe y Uta Topper presentan en su libro "Arte Rupestre en la provincia de Cádiz" y encontramos los que denominan antropomorfos, derivados de antropomorfos, antropomorfos masculinos y femeninos, jefes, estandartes, momias , pastores, agua o lluvia, signos cósmicos, signos de fertilidad masculina y femenina, cabras, rebaños, águilas y otros de difícil determinación. 


     Próxima a la Laja de los Hierros en la finca conocida como los Aguijones, sobre una gran laja encontramos unas estructuras pétreas de gran tamaño similares a dornillos o cazuelas. Puestos a buscar referencias de objetos similares en bibliografías no hemos encontrado nada, por lo que para nosotros su funcionalidad o finalidad sigue siendo un enigma, aunque está claro que son obra de la mano del hombre puesto que no hemos encontrado una sino tres (una de ellas fragmentada). No podemos afirmar que sean prehistóricos, pero sí es cierto que se sitúan en una zona de múltiples cuevas y pobladas desde antiguo. Quizás estas piedras curiosas sean un exponente más de la Cultura prehistórica de esta zona de la Janda. 

      Y sin salir de las proximidades de la carretera que nos une con Benalup, en la finca "el Cermeño" y muy cerca de la cañada de Piedra Hincá, nos encontramos un cerro de los que llamamos "areniscas del aljibe", que nos ofrece 2 conjuntos muy interesantes, de un lado, en su parte superior encontramos un conjunto de 27 tumbas excavadas en la roca, y de otro, en su parte inferior existen una serie de abrigos o covachas de poca profundidad, de fácil acceso y con condiciones de habitabilidad, de las que en tres se conservan pinturas rupestres. 

      Hasta ahora se desconocía la existencia de pinturas rupestres en nuestro término, aunque era previsible ya que las hay en los términos que nos circundan: Medina, Los Barrios, Jimena y Jerez, sin olvidarnos de mencionar el cercano núcleo de Benalup donde se localiza el conjunto más importante. 

      Estas pinturas en su temática reflejan los sencillos ideales de los hombres primitivos: la caza y la reproducción. Se trata de unas pinturas esquemáticas de tendencia naturalista, con unas características propias, lo que ha hecho que desde 1988 a las pinturas de la zona de la Janda y para diferenciarlas de las del resto del país se les denomine "Arte del Tajo de las Figuras". Tomando el nombre de la cueva más representativa e importante de la zona. 

     Las pinturas encontradas hasta ahora en nuestro término son 3 y se encuentran muy degradadas tanto por la misma naturaleza de la roca, que se erosiona fácilmente, así como por estar expuestas a las inclemencias del tiempo y a la acción antrópica. 

      De las 3, una de ellas es una mera sucesión de puntos, otra un signo y la tercera un animal lleno de vida y realismo, tal vez un ciervo o corzo. 

     Respecto a la que hemos llamado "sucesión de puntos", y para la que en principio no encontrábamos explicación, hoy creemos con Topper (1) que al tener las pinturas un valor sagrado, emparentado con ritos de fertilidad, el pintor no debía tirar los tintes una vez preparados, sino que tenía que aplicarlos lo más enteramente posible. Por ello realiza estos puntos (alineados) sin significación obvia al lado de las pinturas bien ejecutadas. 

      La que interpretamos como un signo bien pudiera figurar un nido o una cabaña. 

      El animal, la mejor de las tres, se trata probablemente de un ciervo, el animal de mayor importancia para los hombres de la época puesto que se había convertido en imagen de la deidad de la fertilidad y por ello no se le podía cazar. 

     Para la datación cronológica de las pinturas de estas covachas nos basamos en la que suele hacerse de las del relativamente cercano "Tajo de las Figuras" donde las pinturas en rojo, el color de las nuestras, se consideran como del Calcolítico o período inicial de la edad de los metales, que se da en Andalucía entre el III y II a. C. 

     Según Hernández Pacheco, el hombre primitivo pintó con óxido de hierro mezclado con una grasa animal, probablemente tuétano. Se deduce, pues, que el pigmento fue el mismo que se encuentra todavía en los alrededores de los abrigos, o sea, el ferro-oxido tan frecuente en las rocas areniscas. 

     En la parte superior de la roca se encuentra un conjunto de 27 tumbas, además de algunos agujeros redondeados, por todo lo cual nos acercamos a las reflexiones de Burkitt (2), para quien las pinturas tenían significación de tipo nupcial o funerario. 

   
      Así, las tumbas que hoy carecen de tapas y de restos óseos que permitan su datación cronológica, serian tumbas reutilizables, es decir, serían tumbas de desecación y descarnización de los cadáveres antes de enterrarlos definitivamente; esto explica que las tumbas se encuentren en lugares elevados, bien expuestos al sol y al aire, y sin tapaderas, en las que se irían colocando sucesivamente los muertos del grupo. Las hondonadas circulares, de pequeño tamaño, serían utilizadas probablemente para libaciones en los ritos fúnebres. Este detalle y su asociación con las pinturas nos permite diferenciar a estas tumbas de otras similares y frecuentes en nuestro término, que tendremos que datar como medievales, como luego veremos. 

   
NOTAS 

(1) TOPPER, Uwe y Uta. Arte rupestre en la provincia de Cadiz. Diputación de Cádiz. Cádiz, 1988. pp 36-39 

(2) BURKITT, Miles. Rock paintings o f Southern Andalucía A description of a neolitic and copper age Art Group. Universidad de Oxford. 1929,pp 86 

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