María del Mar JIMENEZ CUMBRE
Hubo un tiempo en Alcalá en que, además de los conventos de Santo Domingo y de Santa Clara, existieron varias ermitas, tales como la ermita de la Veracruz, de la Consolación, de San Ildefonso, de San Vicente, de San Sebastián y de Santa Catalina. Sobre esta última sólo se conocía una mención, recogida en el libro 1º de Visitas conservado en el Archivo Parroquial, donde se cita entre las ermitas visitadas en marzo de 1588 por el licenciado Felipe de Obregón, visitador general del Obispado de Cádiz, la de “Santa Catherina, pobre y antigua”. Fernando Toscano de Puelles apuntó la posibilidad de que estuviera en el lugar donde se construyó el Convento de Santa Clara,[1] hipótesis seguida también por Jaime Guerra Martínez.[2]
Gracias a la información contenida en las actas del cabildo alcalaíno de mediados del siglo XVI hemos podido aclarar el origen de esta ermita. El martes 18 de marzo de 1561, los regidores estudian una petición de limosna hecha por dos clérigos para reconstruir una ermita:
“En este cabildo se vido una petiçion d beniº (Benito) suares y pº (Pedro) catalán clgos (clérigos) por la qual pidieron q porque querían techar la casa d san sebastian el viejo q agora tiene la vocación de señora sta catalina d ladrillo q se les faga md (merced) y limosna mandas q de lo q sobra dla bellota qeste año psado se dio a san sebastian se les faga algún favor pa lo poder ff (hacer) pq de otra mª (manera) las limosnas son mui pocas q no podía fazerse, a lo aqual se respondio q se tomara la qta (cuenta) y q se vera si sobra algª cosa y q (¿?) poveeran en ello”[3]
Cobran aquí sentido los adjetivos utilizados en 1588 en el libro de visitas para describir esta ermita, pues efectivamente la de Santa Catalina era “antigua”, pues estaba erigida sobre la primitiva ermita de San Sebastián, abandonada en torno a 1557 al construirse una nueva en otra ubicación,[4] por estar en ruinas al menos desde 1546 y “pobre” porque carecía de fondos con los que sostenerse.
Por tal motivo, el cabildo alcalaíno acudió rápidamente a la reparación de la ermita acordando el 28 de abril destinar 2014 maravedíes que debía Francisco de Nava de la cuenta del Señor San Sebastián para que se pudiera techar lo antes posible.[5] Al año siguiente, 1562, aún no se había techado puesto que nuevamente el cabildo acordó destinar 10 ducados de limosna “pa q se cubra su casa”. En este cabildo se la nombra como ermita de Santa Catalina del Pilar.[6] Asimismo, por decisión de los criadores de cerdos, los regidores destinaron para Santa Catalina parte del dinero anual que recibían por el tronco de bellota para las ermitas los años 1563, 1564, 1567 y 1568, año en que aún no estaba terminada la obra de restauración.[7]
La reedificación de la ermita debió acabarse antes de 1582, fecha en que se le vuelve a dar un uso frecuente en la época en que tenía la advocación de San Sebastián, al utilizarse como lazareto para enfermos contagiosos. En abril de dicho año sirvió para aislar a un vecino con un herpes y evitar así el contagio del resto de la población:
“en este cabildo se trato como se dice pucmte (públicamente) q be (Bartolomé) daça vº (vecino) desta villa vino de Cadiz y esta ferido de un culebro y que será justo asy para esto como para que si dios dios nro sr (nuestro señor) no a servido en el mal de a otras gentes y será necesario pa el mejor remedio q convenga para que se ataje si (¿?) qeste pueblo no se enficione (se infecte) mandaron que el dho be daça se saque desta villa y se lleve a santa catalina y se abra la puerta q solia (usar?) la dha iglesia y cerrar la principal y q se provea un onbre que le lleve la comida y se desvie de ellos y de maña que no se junte con el enfermo y le lleve las medesinas …”[8]
Según se recoge, la ermita no estaba dentro del recinto amurallado, sino fuera de la villa, por lo que debemos descartar la hipótesis de que sobre la ermita de Santa Catalina se erigiera el convento de Santa Clara.
Nos queda aún localizar la ubicación de esta ermita, tarea para cual resulta esclarecedora la petición que en 1568 eleva a los regidores locales un vecino de Alcalá, Melchor de Córdoba, solicitando la cesión de un solar:
“En este cabildo se vido una peton de Melchor de cordova albañil desta villa pr la ql pidió q le fagan md de un solar qsta (que está) entre el camino q va de la coracha a los pozos dl agua dulce y el arroyo q se faze d esta pte (parte) de la hermita de sta catalina y fasta la calle q va a la salada pa fazer en este sytio una casa mezon…”[9]
Aquí se está delimitando claramente la zona, pues el camino más lógico y corto entre la Coracha y los Pozos es, sin lugar a dudas, la calle Veredilla. El arroyo mencionado es uno que se hacía a las espaldas de la ermita de la Veracruz, que tenemos plenamente ubicada en la Alameda. Nuevamente las actas del cabildo nos ayudan a ubicarlo. En abril 1573 nos encontramos lo siguiente:
“sobre la gredera del arroyo de la vera cruz
Mandose q los ss diputdos vean con un alarife una gredera q dizen q se ha venido por baxo de la Veracruz y q fagan dello relación en este cabildo…”[10]
Este arroyo se correspondería con parte de las actuales Veredilla y Alamillo.
Por tanto, si la ermita de Santa Catalina estaba ubicada en el camino entre la Coracha y los Pozos, entre el arroyo que se hacía, la actual Veredilla, y la calle que va a la fuente de la Salada, ahí hay un lugar que encaja a la perfección: la capilla de la Virgen de los Santos.
Tal como menciona Fernando Toscano de Puelles,[11] en relación a la capilla de la Salada, en 1846 existía sólo un “nicho o capilla” pero de mucho tiempo atrás. A este respecto, cabe preguntarse ¿por qué se eligió ese lugar en concreto? ¿por qué no en cualquier otro punto de esta larga calle? ¿Por qué no 30 metros más abajo o más arriba, por ejemplo? Sin duda, ese lugar no fue escogido al azar para colocar esta imagen vicaria de la Patrona sino que tuvo que existir un motivo, máxime cuando no está en un cruce de caminos, norma muy habitual en la época para la erección de las ermitas y que en Alcalá vemos corroborada con la ubicación de la de la Veracruz, en la confluencia de los caminos hacia Jimena (calle los Pozos) y hacia Paterna y Arcos (calle de la Salada) o en las entradas de la población, caso de la ermita de San Ildefonso o San Vicente (en las entradas al recinto amurallado de la villa) y en la ermita de la Consolación, cuya construcción fue más tardía justo en la entrada por el camino de la Zorrera.
Y ese motivo no puede ser otro que señalar el lugar que antaño ocupó la ermita de Santa Catalina del Pilar.
NOTAS
[1] TOSCANO PUELLES, Fernando; “Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia en Alcalá de los Gazules” pág. 132
[2] GUERRA MARTINEZ, Jaime; “Iglesias alcalaínas desaparecidas” en Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2001. Pág. 41.
[3] AMAG. Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento pleno. Legajo 3 folio 56 vto.
[4] JIMÉNEZ CUMBRE, María del Mar; “Iglesias, ermitas y hermandades en Alcalá a mediados del siglo XVI” en Apuntes Históricos y de nuestro Patrimonio 2016. Págs. 105-107
[5] AMAG. Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento pleno. Legajo 3 folio 61.
[6] Ib. Folio 150 vto. Cabildo del lunes 17 de agosto de 1562
[7] Ib. Folio 446 vto. Cabildo del lunes 16 de agosto de 1568
[8] AMAG. Libro de Actas de Sesiones del Ayuntamiento pleno. Legajo 4 folio 49. Cabildo del domingo 29 de abril de 1582
[9] Ib. Legajo 3 folio 458. Cabildo del 8 de noviembre de 1568.
[10] AMAG. Legajo 4 folio 241. Cabildo del 20 de abril de 1573.
[11] TOSCANO DE PUELLES, Fernando; “La Virgencita de la Salada” en Apuntes Históricos y de nuestro patrimonio 1992, págs. 25-28
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