sábado, 23 de marzo de 2024

El aljibe del convento de Santa Clara




Ismael Almagro Montes de Oca



    La llegada del agua corriente hizo que los aljibes, depósitos construidos en los patios de las casas más acomodadas para recoger las aguas de lluvia, dejaran de tener utilidad, cayendo en el olvido, siendo cegados o destruidos la mayoría de ellos. Sin embargo, se conserva uno en un edificio emblemático de Alcalá,  el colegido SAFA, que fue el del antiguo convento de monjas clarisas y suele pasar desapercibido para. Se ubica en el conocido como patio del magnolio, donde son visibles unos restos de la antigua atarjea que conducía las aguas hasta el depósito y abarca gran parte del subsuelo de dicho patio.

    Gracias al contrato de ejecución, sabemos que el beneficiado Pedro Gil Benítez, visitador del convento, en nombre de la abadesa y monjas del convento de Santa Clara concertó con Juan Mejía, albañil de Medina Sidonia, su hechura.

    Según se desprende del documento, en el patio de una de las casas que se habían adquirido para ampliar el convento, se estaba construyendo un aljibe, en el cual se habían apreciado algunas deficiencias, motivo por el cual se recurrió a los servicios de Mejía, que se obligó a reparar los desperfectos y terminarlo en condiciones óptimas y para ello debía “adereçar el algibe que agora se hace dentro del dho convento en el patio de las casas q fueron de anbrosio Romero y ver la averturas y grietas que tiene por las paredes y zerrarlas con su zulaque de manª que quede estanco y estandolo dar y lucir de plana a todo el dho algibe con cal y arena y darle de almagra todo le y cubrirlo de bobeda dejando caño por donde entre el agua y hacer su pileta para cerrarla quando qsieren y hacer su brocal de ladrillo acitarado en la parte que mas conviniere que quede la cabrea de una vara de alto y que si el convento diere canteria labrada para el brocal lo tengo poner y tengo de poner por mi quenta y costa todos los materiales herramientas y lo demás necessº para la obra

    El convento, por su parte, debía limpiar de agua y tierra el aljibe antes de comenzar la obra y facilitar los materiales y herramientas al albañil, que recibiría por todo el trabajo la cantidad de 20 ducados, debiendo estar acabado para finales de agosto de ese mismo año.

    Como era habitual en este tipo de contratos, el albañil incluyó una clausula para asegurase su salario ante posibles retrasos en la ejecución del aljibe por causas ajenas al él, y así hizo constar “que si venido a esta viª no me dieren el dinº para començar la obra que cada día de los que detuviere en esta villa me a de dar ocho rs y lo mismo si después de hecha la obra no me acavare de pagar a de ser con el mismo salº en cada un día”

    Este contrato se firmó en julio del año de 1613, por lo que el aljibe del convento tiene ya la friolera de 411 años de antigüedad.




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