sábado, 31 de mayo de 2025

La Iglesia de la Victoria. Trescientos años al servicio de la comunidad cristiana de Alcalá de los Gazules



Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2025



Ismael Almagro Montes de Oca

    Cuando aún resuenan los ecos de las celebraciones del V centenario de la refundación de las tres antiguas collaciones existentes en una única en la Parroquia de San Jorge, se vislumbra en el horizonte otro aniversario en el ámbito religioso y patrimonial de Alcalá: el tercer centenario de la consagración de la Iglesia de la Victoria.

    Perteneciente al convento de frailes mínimos de San Francisco de Paula, conviene hacer una retrospectiva de los acontecimientos para entender por qué y cuándo se levanta esta iglesia en su ubicación actual.

    En septiembre de 1585, el beneficiado Alonso Cárdeno otorgaba su testamento, ordenándose enterrar en la ermita de la Consolación, dejando parte de sus bienes para que allí «se funde i haga un conbento de frailes vitorios i para ello se exfetue con toda brevedad»[1] con la condición de que estuviese fundado antes de cumplirse el año de su fallecimiento. 


    Rápidamente sus albaceas contactaron con el provincial de los mínimos, Fray Antonio Becerra, quien, desde Écija, el 6 de diciembre dio poder al corrector del convento de Jerez, Fr. Alonso Diaz y a Fr. Juan Téllez, profeso en dicho convento, para que pasasen a Alcalá para estudiar la viabilidad de la fundación,[2] viaje que realizan en febrero del año siguiente, aceptando Fr. Alonso Diaz la herencia de Cárdeno. [3] Tan solo dos días más tarde, este fraile daba poder a Juan Cárdeno y a Juan de la Puerta para arrendar las posesiones que pasaban al convento, varias tiendas en la calle Real y una heredad en cabeza Redonda. De igual manera, el 4 de enero el provincial de los mínimos dio otro poder al vicario de la Orden, Fr. Jerónimo Morcillo para que se entrevistase con el obispo de Cádiz, García de Haro, con objeto de que hiciese donación de una ermita para fundar el convento, licencia que concede el 22 de marzo, con la condición de que los frailes cumpliesen una serie de condiciones, entre ellas, que la advocación del nuevo convento no fuese de la Victoria, como era lo habitual en dicha Orden, sino que, por expreso deseo del obispo, su advocación fuera otra: 

    «los religiosos se a de obligar a tener la devota ymagen de nuestra señora de consolasion perpetuamente en la yglesia del dho convento en medio del altar mayor de tal manera que el nombre que a tenido de nuestra señora de consolasion lo a de tener para siempre y a de ser la principal advocasion del dho convento y que la tengan muy adornada como sentiende la tenran semejantes relijiosos para lo qual les hacemos grasia de los vestidos y frontales y lanparas y de lo demás ornamentos que las devotas personas an dado para el ornato de la dha imagen y hermita» [4] 

    El 26 de marzo, Fr. Jerónimo Morcillo se obligaba a cumplir las condiciones y acto seguido, el vicario de la Parroquia le daba la posesión de la ermita. El mismo día, el fraile se presentaba ante los regidores del ayuntamiento para pedir la vecindad de los frailes, para así poder tener sus ganados en los pastos del término, presentando dos cartas, una del duque de Alcalá y otra de la marquesa de Tarifa para que «acudan a la orden y religion en todo lo q se ofresciere». Sin embargo, los regidores no concedieron la vecindad al entender que iba en perjuicio del resto de los vecinos. [5]

    Pasado poco más de un mes, el 5 de mayo, el Cabildo recibe una nueva carta del Duque y tras su lectura, deciden acudir aquella misma tarde a la ermita de la Consolación para delimitar la superficie que había de ocupar el convento alrededor de la ermita, un total de veinte cuadros «desde la junta que dicen de la lechuza y el otro camino que va a la yesería y rio de Barbate la pasada de Medina que dicen dejando franco este camino y la calle y camino que dicen de la lechuza señalan que de anchura que puedan pasar dos carretas una de ida y otra de la venida y así los dos caminos en la mano una parte y otra hasta tomar la derechera de un arroyo que esta fuera de la fuente y la collera que dicen tomando por mojón un junquillo abajo del arroyo y subiendo del arroyo arriba quedando a mano izquierda dentro de la derechera la polvera con la fuente de agua que allí estaba y a así va la derechera hasta dar al camino de la lechuza y para allí frontero de un portichuelo se descubre la fuente de las viñas por manera que los dos caminos declarados son mojones y linde de suso nombrados en uno señalaron el dicho sitio para el dicho convento y lo hubieron por señalado».[6]

    Sin embargo, esto no llevó aparejado la vecindad de los frailes, porque pasado un mes, el 9 de junio, el primer corrector del convento, Fr. Bartolomé Ardón, volvió a solicitarla al cabildo y, si bien los regidores acordaron inicialmente consultar a algún letrado sobre si se les podía conceder, decidieron que, entretanto «puedan tener fasta numero de trezientas rezes vacunas de hierro y estas se entiendan ser de su labransa e criansa y q estas tengan por averlas heredado y se les proybe q no tengan otro ningun ganado». [7] Pidió asimismo una ampliación del sitio concedido anteriormente, volviendo algunos regidores hasta la ermita y delimitando nuevamente el terreno.[8]

    Finalmente, la vecindad, tras la consulta de varios letrados, les fue concedida el 27 de octubre de dicho año. [9]

    Asentados ya en la ermita, los frailes empezaron poco a poco a labrar el convento, pero tan lento fue el proceso de edificación, que, pasada una década, en junio de 1595, varios vecinos elevaron una queja al Concejo porque había quedado dentro de la propiedad del convento una antigua yesera que los regidores cedieron a los frailes para la obra y éstos no la usaban. Revocaron aquella cesión y dieron licencia a cualquier vecino «para que puedan libremente hacer yeso en la dha yesera que los dhos frayles tenían por md deste concejo para el avasto de los vºs desta villa atento que en esta villa y mucha necesidad de yeso y q los dhos frayles no labran ni hacen yeso en ella y esta la dha yesera parada y q habiendola menester los dhos frayles para el dho efeto de labrar en su convento se la desenvaracen y dexen libremte para que lo puedan hacer»[10]



    Con el pasar de los años, los frailes decidieron mudar el convento a un lugar más céntrico y cómodo, para lo cual adquieren en 1682 varias fincas en la Plaza de la Cruz, llevando a cabo el traslado el 16 de julio a las 12 de la noche, pero sin dar aviso al obispo, quien, tras enterarse, invitó a la comunidad a regresar al antiguo cenobio, pactando las condiciones para poder trasladarse a la nueva ubicación. Ya con la licencia del obispo, el traslado se produjo a las 4 de la tarde del 22 de agosto, acudiendo «Junta Clerecía, el adjuntamto. de esta villa, Commd del Convto de Sto Domingo y personas de distinción salieron procesionalmte acompañando a esta Commd que llevara consigo el smo sacramento y las Ymagenes que dha Yglesia veneraban, dexando en ella solamte la de Sn Antonio Abad» llegando a las seis de la tarde a su destino, donde fueron recibidos «con jubilo y aplauso general de esta villa, colocando en la parte destinada para Yglecia al Smo Sacramento y Stas Ymagenes».

    Como vemos, cuando los frailes se trasladan, no existía convento, sino unas casas, algunas de cuyas habitaciones se utilizaron como iglesia improvisada. La construcción del nuevo templo, se convertiría en tarea primordial para los mínimos, pero una obra de tanta envergadura no sería empresa fácil. La Cofradía del Nazareno mudó su sede con los frailes, y al cambiar sustancialmente las condiciones en que se estableció en el viejo convento, se vio en la necesidad de dejar plasmado en un documento las obligaciones que cada parte asumía en el nuevo, tales como asistencia a las funciones, sermones, misas y otros aspectos. Gracias a esta escritura de concordia, que se firmó el 29 de septiembre de 1690, ocho años después del traslado, sabemos que la iglesia aún no había empezado a edificarse: «y ten es condision que cada y quando que dho convento labre yglesia le a de dar capilla a dha cofradia»[11]



    Como dato curioso, en una de las cláusulas se recoge que no se sabía si la Imagen del Nazareno pertenecía a su Cofradía o a los mínimos: «y ten es condision que si en algun tienpo por algun asidente la dha cofradia saliere de dho convento sin ocasión que para ello se de a de perder el derecho que tiene a la imagen de Jesus nasareno y las alaxas pertenesientes a dha imagen y si el convento la echara fuera del le a de suceder lo mismo que a de perder el derecho que tiene por quanto no se halla razón si la imagen es del convento o de la cofradia».

    Una década más tarde, la iglesia aún no había empezado a levantarse, según se deduce de la limosna que Cristóbal Jiménez de Zurita, clérigo de menores, destina al convento: «mando dos mill reales de vellon por una ves que quiero sean y sirban para la fabrica de la yglesia que se hisiere en el convento de señor san franco de Paula desta viª de tal manera que no puedan conbertir ni gastar en otra cosa»[12]

    Será a partir de 1702 cuando encontremos referencias a la obra del convento, destinando los vecinos diferentes limosnas para la misma.

    La Cofradía del Nazareno, a raíz del convenio firmado en 1690, se hizo cargo de labrar un cuarto adosado al edificio para guardar los enseres de la misma, pero con anterioridad a 1708, los mínimos pidieron al mayordomo de la Cofradía, Gonzalo de Buiza, hacer una permuta por otro para colocar en aquel lugar el campanario. La Cofradía cedió su cuarto, pero los frailes no cumplieron su promesa, tal como dejó expresamente recogido dicho mayordomo en su testamento: 

«Declaro que yo fui mayordomo de la cofradia de Jesus Nazareno sita en el convto de sr sn franco de Paula desta villa y quando mudaron el convento a donde oy esta para poder contener las alhajas de dha cofradia de los bienes de dha cofradia labre un quarto que costo dosztos Rs y es donde oy esta la campana y el portal entonces era a causa de tener dha campana en otro y de uso estaba incommoda me pidieron que por amor a Dios les diera dho quarto que me darían otro tan bueno para las alhajas de dha cofradia lo qual nunca hizieron declarolo assi por descargo de mi conciencia».[13]

    Esto provocaría seguramente roces entre Cofradía y frailes y más aún cuando éstos no terminaban de labrar la capilla destinada a la corporación nazarena dentro de la iglesia. En la cabeza de los hermanos cofrades empezó a rondar la idea de mudarse a otra iglesia y como por la concordia de 1690 no podrían llevarse la Imagen, costearon de sus fondos la hechura de una nueva talla de Jesús Nazareno entre 1709 y 1713, la que hoy conserva, (lo que la convierte en una de las primeras obras, si no la primera, salida del taller del genial escultor José Montes de Oca, de quien se dice que puso taller propio en 1710 y cuya obra documentada más antigua que se conoce data de 1717). 

    Precisamente en 1713 amenazaron con abandonar el convento: «intentamos alcanzar licencia del Iltmo sor obispo de la ciudad de Cadiz a quien somos sugetos para que en vista de nra represntazon mandase se depositasen las imágenes de dha cofradia en la Yglesia Parroquial interin que se concluia la obra de dho convento.» 

    Los mínimos, temerosos de perder el foco de atracción de tan fervorosa imagen, se vieron obligados a firmar un nuevo convenio con la Cofradía, en el que se comprometían a terminar de labrar la capilla: «…atendiendo a la quietud unión y confraternidad que debemos observar por lo antiguo que es la dha cofradia en nro convento y a los grandes esfuerzos con que la adelantan los dhos hermanos y evitar el escandalo por donde se puede esperar el descaecimiento de los ánimos… por ahora y en el interin que se fenece la obra de dho convento ha de ser obligada la comunidad que es o fuere de el en el discurso de dos meses contados desde oy día de la fha a reedificar la capilla de lo que nezesita que es suelo cielo encañonado y el testero y condenar de manpuesto la puerta que de dha capilla corresponde al patio de dha Yglesia por el perjuicio que se ha experimentado y esta amenazando y por el consiguiente ha de ser de nro cargo el cuidado aseo y culto de dha capilla y poner en el arco de ella rexa de palo, o hierro quedando del cargo de la cofradia la llave para ponerla en poder de la persona o Religioso que le pareziere»[14]

    Las obras, en las dos primeras décadas del siglo XVIII, se centraron en la construcción de la Iglesia, hasta que, por fin, 44 años después de trasladados del antiguo convento, se consideró terminada, al menos en su parte interior. Estando celebrándose en las Casas capitulares un cabildo por los regidores el 23 de febrero de 1726, apareció el corrector del convento solicitando permiso para entrar:

     «llegó un recado del Padre Fr. Marcos ximenes Corrector del Combento de nro Pe San Franco de paula pidiendo lizensia para entrar en este ayuntamiento y aviendolo executado y tomado asiento Propuso y Dixo que ponía en la Alta comprehenzion desta Vª, como tenía deliberado Consagrar la Yglesia nueba el domingo tres de marso próximo que viene en cuya funsion, tiene deliberado q en prosesion general se condusqa desde la Yglesia Parroquial al dho combento de la victoria el Santissimo Sacramento y que para ello pide y suplica a esta Villa se sirva de concurrir y autorizar la fiesta sirviéndose de darse por combidada para llevar las Varas del palio y guion».

    Pero, además, el corrector ofreció al ayuntamiento ser Patrono de la capilla o altar mayor, por la mucha ayuda que había recibido siempre por parte de los regidores desde la llegada de los frailes a Alcalá, con el acto simbólico de poner sus escaños en dicho lugar:

     «y asimismo pide y suplica a esta Villa como tal Corrector de que expera la confirmación del reverendo Pe Provincial, se sirva de la Propiedad de la Capilla maior de dho Combento de que haze Dueño y Patrono a la Villa Para que en ella Ponga sus escaños, en donde se an de mantener Perpetuamente para siempre jamás sin que Persona alguna que no sea capitular se pueda sentar en ellos, concurran o no a las funciones del Combento cuya demostrasion haze en Remunerazon de los muchos favores que desta villa a rezevido».

    Desde el Cabildo, se dieron las gracias al Padre corrector y se aceptó tanto participar en la procesión de consagración desde la Parroquia, como los asientos perpetuos en la capilla mayor, acordando «que en señal de Possesion luego Yncontinenti, se pongan Dos bancos deste ayuntamto en dha Capilla maior Ynterin que se hazen bancos en forma». Igualmente, los regidores decidieron, a pesar de las dificultades económicas por la que se atravesaban, dar una limosna «para la función al dho Padre Corrector con quatro cientos y cinquenta Rs” [15] Esta limosna la adelantó Francisco Romero Catalán, a quien se le despachó libranza en agosto de dicho año porque “se le estan debiendo por averlos prestado para la ayuda de costa que se le dio al combento de la Victoria para la obra».[16]

    Aunque la Iglesia estaba ya oficialmente consagrada, y por tanto, con celebraciones diarias y un uso habitual, todavía se continuaba obrando en 1749, seguramente en la parte exterior de la misma, pues el 1 de agosto se produjo un accidente laboral, según consta en la partida de funeral de Alonso Ramírez, que fue enterrado en la Victoria aquel mismo día “por aver caído de la obra de la yglesia de dicho convento”[17] A este respecto, conviene reseñar que en noviembre de 1755, cuando se produjo el famoso terremoto de Lisboa, en Alcalá apenas se sufrieron daños, “a excepción de el convento de Religiosos Mínimos, que hallándose las paredes braveadas, por su elevación quedó sumamente deteriorado.”[17] Esta referencia nos hace suponer que las paredes de la Iglesia se encontraban sin enlucir.

    Logró sobrevivir a la marcha de los mínimos, sirvió de acuartelamiento a las tropas francesas de Napoleón en la Guerra de la Independencia, estuvo clausurada a finales del siglo XIX y a punto de ser demolida en 1886. Se recupera en la actualidad de los “achaques de la edad”, siendo la única de los tres conventos que existieron en Alcalá, que continúa en activo. El 3 de marzo de 2026, cumplirá 300 años al servicio de la comunidad cristiana de Alcalá.




NOTAS

[1] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules,42. Testamento otorgado ante Fabián de Coca el 7 de septiembre de 1585.

[2] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Licencia del provincial de la orden de mínimos, otorgada el 6 de diciembre de 1585. Folios 25 y 26 vto.

[3] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Aceptación de la herencia de Alonso Cárdeno por parte de los mínimos. Escritura ante Fabián de Coca, otorgada el 7 de febrero de 1586. Folios 19 vto. a 23 vto. El 10 de marzo, Juan de la puerta, en nombre del convento, arrienda una tienda con su alto y corral trasero al zapatero Juan de Madrid, por tiempo de un año y precio de siete ducados y medio. (AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 295. Escritura de arrendamiento otorgada ante Fabián de Coca el 10 de marzo de 1586. Folios 53 y vto.)

[4] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules, 295. Escritura otorgada ante Fabián de Coca el 26 de marzo de 1586. Folios 60 a 67 vto.

[5] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA DE LOS GAZULES. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Cabildo del miércoles 26 de marzo de 1586. Folios 112 a 114.

[6] AMAG. Cabildo del lunes 5 de mayo de 1586. Folios 116 y 117. La comisión estaba formada por el doctor Pedro de Ayala de Molina, alcaide y capitán de esta villa, Melchor de Palma, alcalde mayor, Bartolomé Gómez de Coronado, alcalde ordinario, el licenciado Juan Fernández, abogado, fiel ejecutor, Diego Cano Sotomayor, Francisco de Medina, Fco. García Chiclana, Vázquez de Miranda y Miguel Román, Regidores y Juan Ximénez Silleros jurado, junto con el escribano público y del cabildo, Juan de Mondragón.

[7] Cabildo del lunes 9 de junio de 1586. Folios 146 a 148.

[8] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Acta del señalamiento de tierras para el convento efectuada el 12 de junio de 1586. Folios 148 vto. a 149 vto.

[9] AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 5 Libro 2. Cabildo del lunes 27 de octubre de 1586. Folios 189 a 190.

[10]AMAG. Actas sesiones Ayto. pleno. Legajo 6. Cabildo del 26 de junio de 1597. Folio 9 y vto. El 31 de julio los frailes volvieron a pedir la yesera, aunque no hay constancia de que se les devolviera. (Cabildo del lunes 31 de julio de 1595. Folio 15.)

[11] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Juan Barreto de Molina, 240. Folios 282 a 283 vto. Escritura de 29 de septiembre de 1690. Los frailes que componían el convento eran Fr. Juan de Salas, corrector, Fr. Bartolomé Navarro, vicario, Fr. Andrés Llanos, lector, Fr. Juan Pavón Padre predicador, Fr. Juan Narváez, Fr. Pedro Villanueva, Fr. Francisco Román, Fr. Francisco Galán, Fr. Cristóbal Morales, Fr. Alonso Villanueva, Fr. Ambrosio Romero, Fr. Bartolomé Gil y Fr. Miguel Romero. Por parte de la cofradía firma el documento su mayordomo, Gonzalo de Buiza.

[12] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Juan Barreto de Molina, 144. Testamento de Cristóbal Jiménez de Zurita, otorgado el 24 de mayo de 1700. Folios 138 vto. y 139. Este clérigo debió tener algún roce con los frailes, pues ordenó que fueran sus albaceas los que distribuyesen dicha limosna sin que se le entregase ni al corrector ni a la comunidad “aunque sea con el motivo de guardarlos en dha obra”.

[13] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Francisco Bautista de Ortega,152. Testamento de Gonzalo de Guisa, otorgado el 27 de noviembre de 1708. Folios 198 y vto.

[14] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules. Carlos del Fierro, 30. Escritura de convenio entre el convento de la Victoria y la Ilustre cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno fechada el 4 de abril de 1713. Folios 534 a 539 vto.

[15] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA GAZULES. Actas Sesiones Ayto. pleno. Legajo 16 (1724-1730) Libro 2. Cabildo de 23 de febrero de 1726. Folios 134 a 135 vto.

[16] AMAG. Legajo 16 Libro 2. Cabildo del 8 de agosto de 1726. Folio 186.

[17] ARCHIVO PARROQUIAL ALCALA DE LOS GAZULES. Libro 52 Funerales. Falleció el mismo día. Era natural de Alcalá, casado con Beatriz Vázquez y tenía 30 años.

[18] Dato extraído de la Monografía sobre Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755), escrita por José Manuel Martínez Solares, publicada por la dirección General del Instituto Geográfico Nacional del Ministerio de Fomento en 2001.

sábado, 24 de mayo de 2025

Curiosas escrituras notariales (I)




Ismael Almagro Montes de Oca



    Los Protocolos Notariales son una importante fuente de información para conocer la Historia de Alcalá, en cuanto que cada escritura se convierte en una instantánea de un momento concreto del pasado, en una foto fija, pero si sumamos los miles de documentos que contienen a lo largo de cuatro siglos, obtenemos una línea temporal donde quedan reflejados aspectos, no solo importantes de la vida local, sino también otros más cotidianos como compra-venta de casas, tierras, pleitos, testamentos, etc.

    En esta maraña de documentos, a veces nos encontramos algunas escrituras que, sin ser relevantes, llaman la atención por hacer referencia a acontecimientos poco habituales.

    En esta primera entrada, vamos a ver algunas de ellas relacionadas con fiestas y con toros, …y con robos.

    Corría el mes de septiembre del año de 1692 cuando vecinos de Ubrique, pertenecientes a la Cofradía de la Veracruz de la localidad serrana, se desplazaron hasta El Fresnillo, en el término de Alcalá, donde tenía su ganado el beneficiado de la Parroquia D. Diego Bañales Morillo y allí cometieron un robo:

    “sin horden ni consentimiento suio los diputados de la cofradia de la santa cruz sita en la vª de hubrique Binieron a dicho sitio y apartaron dos toros padres los quales se llebaron a dicha vª para las fiestas de toros que en ella hicieron de que resulto aberle muerto uno de ellos y otro perdido que no a acudido a dho ganado todo con grabe perdida por ser los dhos toros padres y aberse quedado las bacas vacías”

    El beneficiado hizo diferentes diligencias para intentar cobrar el valor de los toros robados, que estimaba en 50 ducados, más el daño ocasionado a su ganado, al perder a los dos toros padres, que figaba en más de 200 ducados, sin que estas diesen resultado, por lo que dos años más tarde, realizó una escritura dando poder al vecino de Alcalá Andrés de Molina para que iniciase un pleito en la villa de Ubrique o donde fuese necesario para cobrar que la citada cofradía le resarciese de los daños ocasionados. [1]

    Pasado justo un mes de este robo, en octubre, se produjo otro. Esta vez el afectado fue el alguacil mayor de Cádiz y secretario de su majestad, D. Gaspar del Cerro, quien puso demanda en la Real Chancilleria de Granada contra los que sustrajeron los animales de su ganado, varios vecinos de Alcalá. Lo más curioso es que entre ellos figuraba el alguacil mayor de esta villa:

    “aparesen culpados en que an traido algunos toros suios a las fiestas que se hicieron en la Plasa de Señor Santo Domingo por el mes de octubre del año próximo pasado contra su voluntad y de sus ganaderos y por los tratamientos que a estos y a sus Ganados se le hicieron”

    Hasta Alcalá se desplazó desde Granada el receptor de la Real Audiencia D. Pedro Antonio López de Noriega para hacer diligencias y encarceló a diferentes personas en la cárcel publica de la villa.

    Finalmente, vecinos influentes intercedieron para que que D. Gaspar del Cerro “se desista y aparte de ella por ahora y consentir se suelten los dhos reos de la prisión en que estan con fiansa de la has y con protestar seguir la dha causa quando le convenga” [2]

    Aunque en la escritura no se menciona qué fiesta se celebró, suponemos que guardaría relación con la Virgen del Rosario, que tanta devoción tenía en el Convento de Santo Domingo.

    El siguiente robo ocurrió ya entrado el siglo XVIII y también ocurrió en el ganado de otro presbítero beneficiado, Bernardo Díaz de Oliva, a quien vecinos forasteros sustrajeron en 1708 un animal para otro festejo:

“unos vesinos de dha villa de gausin me llevaron del termino de esta villa para unas fiestas el qual lo mataron y pesaron”

    No contentos con robar el astado para regocijo de aquellos habitantes, sino que encima se lucraron con la venta de su carne, por lo que el beneficiado dio un poder a su cuñado Melchor de Palma, para que acudiese a Gaucín a exigir al fiel de la carnicería de aquella villa un certificado con el importe de la venta, y no solo de la carne, sino “por lo que mira la piel que con juramento las personas que corrieron con esta dependencia declaren en quanto la vendieron”, todo con vistas a reclamar el cobro de las cantidades que importaron, como propietario del todo sustraído. [3]



    Estos robos no solo ocurrían para celebrar fiestas de menor rango, puesto que en 1717 se sustrajo uno para su suelta en la fiesta más importante que se celebraba en Alcalá en aquella época, la fiesta del Corpus Christi. Esta vez el damnificado fue Fernando Gómez Tutor, que interpuso una demanda “a Dn Melchor de toledo Bezº de esta viª por averle muerto un toro que sin su licencia le trageron a las fiestas de el corpus del año prosimo pasado de mill setecientos y diez y siete”[4]

    Todavía hemos encontrado un último caso, acaecido en 1762, en el que nuevamente se ve afectados un beneficiado y siendo foráneos los amigos de lo ajeno. El robo fue perpetrado el 11 de mayo de aquel año, según consta en la escritura de poder que el beneficiado Cristóbal Collado dio a D. Antonio Díaz, procurador de la Real Chancillería de Granada para defender sus intereses contra los vecinos de Paterna:

    “por haverme violentamente y con oposición de mis sirvientes extrahido de la dehesa de las Correderas de mi cargo en este termino en el día once del corriente mes los vecinos de la villa de Paterna de Ribera para el festejo que ejecutaron, dos toros padres únicos que tenia y conserbaba en mi ganado para la cria y aumento en que actualmente se hallaban, dessamparandolo por haverlos maltratado y herido con Banderillas y otros instrumentos de que se deja ynferir la perdida y quiebra que padesco en la criansa de esta especie”

    Como vemos, no era infrecuente que este tipo de robos se produjera, por lo que incluso este beneficiado incluyó en la escritura que el procurador intentase conseguir en la Real Chancillería una provisión que legislase sobre este tipo de allanamientos:

“pretendiendo igualmente se contengan en lo futuro los rreferidos vecinos de Paterna y Pueblos de su ynmediacion para obviar semejantes damnificaciones”[5]

    Son solo algunos ejemplos de los que hemos tenido constancia, pero seguro que debe haber más recogidos entre la ingente cantidad de documentos conservados en los protocolos.

    Cualquier celebración que se preciara, debía contar con la pertinente suelta de toros y si, llegado el caso, por cualquier motivo no se disponía de ninguno, los vecinos no dudaban en saltarse la legalidad sin respetar la propiedad privada, en beneficio del común.

Anónimo. Escena de encierro en el matadero de Sevilla, ca.1720.
Colección Real Maestranza de Caballería de Ronda.


NOTAS

[1] ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE CADIZ. PN Alcalá de los Gazules, 368. Poder otorgado ante Juan Barreto de Molina el 31 de agosto de 1694. Folio 390 y vto.

[2] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 6. Desistimiento otorgado ante Juan Bautista de Ortega el 12 de febrero de 1695.

[3] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 152. Poder de Bernardo Díaz de Oliva, otorgado ante Francisco Bautista de Ortega el 11 de septiembre de 1708. Folios 123 y vto.

[4] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 340. Cesión y traspaso de un toro de Fernando Gómez Tutor en favor del convento de S. Fco. de Paula, ante Francisco Bautista de Ortega, otorgada el 20 de febrero de 1718. Folios 12 y vto. Cedió los derechos de dicho toro a los religiosos del Convento de San Francisco de Paula para que lo usaran a su voluntad.

[5] AHPCA. PN Alcalá de los Gazules, 31, Escritura de poder otorgada ante Miguel Nicolás de Silva el 14 de mayo de 1762. Folios 42 a 43 vto.

sábado, 17 de mayo de 2025

El año en que vecinos de Vejer cambiaron la fecha de la feria de Alcalá





Ismael Almagro Montes de Oca



    El 10 de abril de 1851 era publicado en la Gaceta de Madrid un Real decreto firmado el día anterior, convocando elecciones generales de Diputados a Cortes el día 10 de mayo.[1] Estas elecciones iban a coincidir con la feria de ganados que se celebraba en Alcalá, desde que Fernando VII la concediese en 1830.

    Por aquella época, solo tenían derecho al voto un cierto número de mayores contribuyentes en cada municipio, la mayoría labradores y ganaderos, los cuales tenían marcado en rojo en sus calendarios la feria alcalaína para hacer importantes ventas.

    La coincidencia de estas elecciones con la feria, planteó un grave problema para los electores en nuestra comarca, ya que, al desplazarse a la feria, no podrían votar, motivo por el cual, algunos vecinos de Vejer, días antes de que comenzase, el 17 de abril, elevaron una instancia al Gobernador civil de la provincia solicitándole que aplazase el marcado de ganados hasta que se celebrasen las elecciones, por el perjuicio que les ocasionaba:

“Señor Gobernador de esta Provincia

Los infrascriptos electores vecinos de la Villa de Vejer a VS. con todo respeto esponen: se han propuesto votar un candidato que secunde la política del Gobierno en la elección para diputados que ha de tener lugar en los días diez y once de Mayo procsimo. Esto no lo pueden conseguir si la feria que ha de verificarse en los mismos días en la villa de Alcalá de los Gazules no se difiere hasta el trece, catorce y quince siguientes en razon a que la mayoría de electores forzosamente han de ir a aquel mercado; puesto que la mayor parte de estos son labradores tanto en Vejer como en Medina y Conil, y en estos Pueblos la feria de Alcalá es generalmente el plazo para cumplir las obligaciones, que deven satisfacerse con el importe de las ventas que en ella se verifiquen.”[2]

    Es curioso que, en el escrito, se incida en que, al no votar en estos pueblos comarcanos, los electores de Alcalá (que sí votarían por no tener que ausentarse de su municipio) iban a decidir el sentido del voto en todo el distrito y que ya se sabía a quienes iban a votar los alcalaínos:

“Ningun perjuicio causa el que se difiera la feria hasta después de la elección una vez que se instruyan de ello en la Provincia desde luego: por el contrario de faltar los electores a emitir sus votos en los Pueblos de Medina, Conil y Vejer, la villa de Alcalá por si solo decidirá la elección, y es muy probable triunfen los enemigos de la política del Govierno que tienen sus mayores fuerzas en aquel punto, con perjuicio de los intereses del distrito, y de la opinión general, llevando además la elección en si mismo un marcado espíritu de nulidad, por la imposibilidad en que se ha puesto a la mayoría del distrito para emitir sus sufragios.= Por tanto =

A. V. S. suplican se sirva determinar como se pretende por no causar perjuicios a los intereses y derecho de estos electores. Vejer 17 de Abril de 1851.

(Rubricado)

Diego José de Luna

Juan Castrillon

Miguel Morillo

A ruegos de D. Juan Manzorro Jose Mª Prieto

Miguel Salcedo y Nuñes

Juan Muñoz

Antonio Puertas

A ruego de Juan Desente y de Juan Lopez Tinoco Fernando Rodriguez

A ruegos de D. Jose Lopez Tinoco = Juan Rodriguez

Jose Mª Ortega y Bermudez

Antonio Rodriguez

Nicolas Rodriguez

P. Molina”
 



    Ante estas “poderosas” razones, al gobernador civil no le quedó más remedio que posponer la feria, tal como comunicó a los alcaldes de Alcalá y Vejer:

“Sor Alcalde de Alcala de los Gazules

Mayo 1º de 1851

    Con esta fha en vista de instancia presentada a mi autoridad por D. Diego Jose de Luna y Dn Juan Castrillon y de las razones qe en ella esponen, he dispuesto qe la feria que debe verificarse en esa villa y qe deber tener principio el día 10 del actual dure este año, tres días mas qe en las anteriores.

    Lo digo pª los efectos oportunos.”

    Aunque de la respuesta del gobernador pueda deducirse que la feria se alargase tres días más, por la prensa de la época, hemos podido verificar que, efectivamente, lo que se hizo fue postergar tres días el inicio de la misma:

“Feria. La de Alcalá de los Gazules, provincia de Cádiz, que ha sido concedida recientemente por S. M., se celebrará en los días 12, 13 y 14 del actual.

    Los pastos, rastrojos del prado y mercado de la feria de mayo, se han guardado hace tiempo para que los ganados disfruten este beneficio, sin interés ni estipendio alguno.

    El rio Barbate, que atraviesa el prado y mercado, tiene aguas en abundancia.

    Estan tomadas las disposiciones necesarias para la comodidad y seguridad de los feriantes.

    Se han dado los oportunos avisos para que haya mayor concurrencia de ganados y de toda clase de efectos y especies.

    Esta feria por la época en que se celebra, promete ser de las mejores de Andalucia.”[3]




NOTAS

[1] Gaceta de Madrid, 10 de abril de 1851, número 6114, página 1

[2] Archivo Histórico Provincial de Cádiz. 1.3.8. Gobierno Civil, 2.4.32. caja 158, exp. 164

[3] Recogido por LA ESPAÑA, en su edición del sábado 6 de septiembre de 1851. Año IV nº 1052 página 1.

sábado, 10 de mayo de 2025

La primera emisión latina de Lascuta y Lacca Mopsi




Artículo publicado en la Revista de Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 2025


Francisco Jordi Páez



1. Introducción

    El presente estudio se expuso en una ponencia, a modo de primicia servida en bandeja ante los alcalaínos y las alcalaínas, el pasado 26 de marzo en el Convento de Santo Domingo del siglo XVI, situado en Alcalá de los Gazules, titulada “El sinecismo entre las ciudades de Lacca y Lascuta en la confluencia de los ríos Guadalete y Majaceite”. En esta exposición se dio a conocer una nueva evidencia epigráfica de la inscripción LAↃↃ(A) MOPSI en la primera emisión latina de LASCVT(A), lo que demostraría la existencia de dos topónimos distintos. La explicación de esta sutil diferenciación se fundamenta en un claro proceso de sinecismo (gr. συνοικισμός ‘cohabitación’) en el que Lascuta se habría integrado en Lacca durante los últimos decenios de la romanización. Esta teoría se respalda con los hallazgos monetarios registrados entre Jerez de la Frontera y Arcos de la Frontera, en concordancia con las referencias históricas existentes, por lo que se plantea la posibilidad de que esta acuñación conmemorativa de Lascuta estuviera motivada por la necesidad económica de la ciudad estipendiaria de establecer el soporte material de su institucionalización.

2. Problemática

    Lascuta es una ciudad estipendiaria del Conventus Gaditanus, citada por Plinio[1], que cuenta con dos testimonios arqueológicos de su existencia: por un lado, el “Bronce de Lascuta” o la Tabula Lascutana[2], procedente del territorio de Alcalá de los Gazules, se trata de un edicto de manumisión del año 189 a.C. en el que se libera a los siervos de los hastenses de la turris lascutana; y, por el otro, las monedas broncíneas con escritura neopúnica degenerada y latina, bilingües, acuñadas entre los siglos II y I a.C., identificadas con Lascuta, por primera vez, por el académico y numismático, Antonio Delgado y Hernández[3]. Las dudas con respecto al hallazgo del “Bronce de Lascuta” en Mesa del Esparragal, Correderas de la Salud o la misma Alcalá de los Gazules son razonables, dada su descontextualización[4], aunque la supuesta ubicación de la ciudad romana de Lascuta en la Mesa del Esparragal parece descartarse en los tiempos actuales[5]. No obstante, la propuesta de su ubicación en Alcalá de los Gazules parece cobrar mayor consistencia, a partir de las últimas intervenciones arqueológicas en su casco urbano, donde existen los vestigios de un asentamiento romano de relevancia[6].

    Los hallazgos monetarios destacan por su aparición en Bolonia, Cerro del Prado, Cáceres el Viejo, San Fernando, Arcos de la Frontera, Cerro del Aljibe, Bares, Murcia[7], Junta de los Ríos, Baños de Gigonza en San José del Valle, cercanías de los ríos Barbate y Álamo, alrededores de Sevilla, en la Fuente de la Salada o Plaza Collado de Alcalá de los Gazules[8], Cortijo de Casinas[9], alrededores de Sevilla, Villaluenga del Rosario y en distintos puntos de la campiña de Jerez de la Frontera, lo que dio pie a proponer su ubicación en la Torre Melgarejo[10]. Esta última hipótesis de ubicar Lascuta cerca de Jerez de la Frontera y no de Alcalá de los Gazules ha vuelto a aparecer, sin saber que pronto amenaza ruina, pues, a continuación, se da una explicación a tal circunstancia, en concordancia con las referencias históricas relativas a sus hallazgos monetarios[11].

1. Nueva evidencia epigráfica

    Entre todas las inscripciones monetales latinas de Lascuta, en las que aparece inscrito el topónimo abreviado por suspensión LASCVT(A), así como algunas leyendas que mencionan los nombres personales como A. IRTHI, P. TERENT BODO o L. NVMIT BODO, nadie había reparado hasta ahora en una anomalía de una serie en concreto. Esa serie en cuestión corresponde con la que muestra en el anverso un busto con casco, que supone una ruptura con las demás iconografías hercúleas de los anversos, ya que presenta una leyenda latina en el campo superior de la tipología en el reverso, mal leída, desde luego, dada su similitud con la de Lascuta que aparece en el anverso.

Museo Nacional de Dinamarca (Copenhague)



    La moneda que ha sido objeto de revisión por su excelente estado de conservación se custodia actualmente en el Museo Nacional de Dinamarca (Copenhague) y procede de la colección numismática del abogado, anticuario y numismático gaditano, Joaquín Rubio y Muñoz. En el anverso se lee la leyenda externa LASCVT delante del busto galeado y en el reverso, abajo en el exergo, se lee MOPSI y, arriba del elefante, LAↃↃ con las dos C retrógradas[12]. Esta nueva lectura permite realizar una primera reflexión sobre su identificación con un topónimo, al menos, distinto al de Lascuta a partir de otros paralelos de esa dualidad toponímica con escritura latina en una misma emisión.

2. Hispania Citerior Tarraconensis

    Las primeras emisiones latinas acuñadas por las ciudades romano-republicanas de Nassica y Calagurris (antes Kalakorikos), Bilbilis (antes Bilbiliz) e Italica y, por último, Silbis y Turiaso (antes Turiazu), cuentan con el mismo patrón que nuestra moneda en cuestión. En primer lugar, Nassica y Calagurris Iulia identificada con Calahorra (La Rioja). En el anverso, NASSICA delante del busto masculino, y en el reverso del toro, arriba CALAGURRI y abajo IVLIA. Esta moneda se ha considerado como una acuñación conmemorativa sobre la celebración de un acontecimiento histórico tan importante como era la concesión de su estatuto de municipio romano durante las últimas décadas de la época republicana, aunque el sobrenombre Nassica, lo recibió antes de su municipalización[13]. La abundante producción monetaria de Calagurris Iulia se debió no sólo al uso local, sino también a la necesidad de abastecer de moneda a las tropas romanas que se ubicaban en la vía principal de acceso a esa zona en el valle del Ebro[14].


Tauler & Fau Subastas


Fotografie Lübke & Wiedemann (Leonberg)



    Esto nos daría la lectura de dos topónimos distintos: Nassica y Calagurri Iulia. La cita de Plinio “Calagurritani qui Nassici cognominantur”[15] (los calagurritanos que se apellidan násicos) apuntan a la existencia de una Nassica, como ciudad de los násicos, que, a su vez, constituye el cognomen o apellido de los calagurritanos. De hecho, Nassica tiene su propia moneda, en el anverso, leyenda externa NASSICA delante del busto, y en el reverso, bucráneo, encima C·VAL, a los lados AED e ILES y debajo C·SEX.

    En segundo lugar, Bilbilis, identificada con el Cerro de la Bámbola (Calatayud, Zaragoza) que presenta en su primera emisión latina, en el anverso, delante o detrás del busto masculino BILBILI, aunque después adopta la forma de BILBILIS y en el reverso ITALICA. Ya Amela Valverde[16], siguiendo a Collantes Pérez-Ardá[17] y Beltrán Lloris[18], sugería que Italica pudiera ser un sobrenombre derivado del asentamiento de itálicos en Bilbilis, pero, más bien, como señala Solana Saínz, quizá indicase la existencia de la nueva población con respecto a la antigua celtibérica, que aún estaría habitada[19]. En este sentido, Italica sería el nombre de una ciudad romana de nueva creación, como es el caso de su homónima hispalense en la actual Santiponce (Sevilla). En tercer y último lugar, Turiaso, identificada con Tarazona (Zaragoza) que presenta en su primera emisión latina, en el anverso, delante del busto femenino leyenda externa SILBIS y en el reverso, debajo inscripción TVRIASO. La leyenda SILBIS se ha relacionado con el nombre de la ciudad de Turiaso e incluso con un apelativo similar al que poseen otras ciudades anteriormente citadas que acuñaron este tipo de emisiones latinas[20].

Ibercoin


 Jesús Vico



3. Hispania Ulterior Baetica

    Existe un único paralelo constatado en Sisipo y Detaumo, que acuñaron emisiones latinas, aunque siempre se hayan considerado como una misma realidad cívica, el catedrático emérito en Filología Latina de la Universidad de Sevilla, José Antonio Correa Rodríguez, desmiente tal creencia y asegura que estamos ante dos topónimos completamente distintos[21]. La ubicación es discutida, aunque Leandre Villaronga i Garriga señala que la zona situada entre Jerez de la Frontera y Arcos de la Frontera, más concretamente, entre el cortijo de Vico y de la Peñuela, es donde existe una mayor densidad de hallazgos monetarios, por lo que parece probable su ubicación en esta zona[22]. En la serie de cabeza femenina tocada con toscas espigas de trigo y el Hércules gaditano en su faceta frugífera, SISIPO aparece delante del busto en leyenda interna, y en el reverso arriba del toro o atún DETAV. En la serie de cabeza galeada, el anverso es anepígrafo y, en el reverso aparece inscrito entre el toro, arriba DETVMO y abajo SISIP o SISIPO. Por tanto, los topónimos serían Sisipo y Detaumo. En el caso de Sisipo, quizá pudiera ser una ciudad estipendiaria, tal y como lo fue Baesipo, siendo DETAV y DETVMO abreviaturas del topónimo Detaumo, con una análoga relación tipológica de sus retratos, tanto hercúleos como galeados, con los de Lascuta y Lacca.


Colección privada (monedaiberica.com)


 José Antonio Herrero



4. Interpretación histórica

    La ciudad romana de Lacca no contaba con ningún testimonio epigráfico, a pesar de los intentos por relacionarla con los tituli picti en los que aparece la inscripción LAC que, tras la publicación de un reciente estudio, se ha demostrado que un rótulo de colonia ha resuelto la cuestión de la forma más inesperada, siendo leídos como LAC(erti) CA(tili) VE(teres), es decir, lacerti (jureles) catili o catuli (pequeños) veteres (envejecidos)[23]. En este sentido, el único testimonio que existe es literario, pues aparece de la mano del poeta al-Ḥimyarī, en su obra geográfica Rawḍ al-Mi’tār, al mencionar la existencia de una ciudad en la cora de Šiḏūna, llamada Lakka, construida por el césar Uktabyān, y cuyos restos aún subsistían, con una de las mejores fuentes termales de Al-Ándalus. Junto al río de las ruinas de Lakka, se enfrentaron las tropas visigodas de Rodrigo y las musulmanas de Tāriq b. Ziyād[24], dando nombre a la célebre Batalla del Wādī Lakka (Guadalete). Según Ibn Sa’īd, el Wādī Lakka era un hermoso río que, a su paso por Šarīs (Jerez), se hallaba lleno de huertas y paisajes deliciosos, y venía a ser un compendio del río de Isbiliya (Sevilla)[25]. En las obras de Yāqūt[26] o al-Ḥimyarī[27], se menciona el emplazamiento de Qalsāna (Casinas) en la confluencia de los ríos Lakka y Bīta/Būta, identificados con el Guadalete y su afluente, conocido por los nombres de Guadalcacín y Majaceite, que vierten sus aguas en la Junta de los Ríos[28].

    La ubicación de Lacca aún es discutida, pues Leopoldo Torres Balbás la identificó con el castillo y los baños de Gigonza[29], aunque, años más tarde, el profesor Genaro Chic García, siguiendo la teoría de Claudio Sánchez Albornoz, la situó en la Junta de los Ríos[30]. Lo cierto es que, la confluencia de los ríos siempre ha tenido una importancia estratégica para la implantación de Roma, puesto que desempeña un papel crucial de nudo de comunicación, tanto terrestre como fluvial, cuyo control permite el transporte de mercancías como puerto fluvial, así como el dominio de las terrazas fluviales y la explotación agrícola de las fértiles llanuras que le rodean. Por el contrario, la situación aislada y marginal de Lascuta, como oppidum o plaza fuerte, situada en el interior de los escarpes naturales de los montes alcalaínos, se nos presenta como una entidad menor a la nueva civitas de Lacca, que se funda como una cabeza administrativa en la llanura aluvial que constituía la piedra angular de lo fiscal, judicial, religioso, político y económico, a través de un proceso sinecista (conocido con el término contributio), que viene a dar sentido al trasvase de la población de Lascuta al llano con la pacificación[31].

    El cognomen Mopsi podría ser el caso genitivo de Mopsus, en relación al adivino Mopso, por lo que Lacca, si deriva de la raíz indoeuropea *lak-: gr. λάκκος ‘cisterna’, lat. Lacus ‘agua remansada, estanque, lago, mar’[32], presente en topónimos como Laccuris, Lacipo, Lacilbula o Lacimurga, Lacca Mopsi significaría ‘estanque de Mopso’, al igual que Hestia Mopsi ‘hogar de Mopso’. Esta etimología manifiesta la estrecha relación de esta nueva fundación romana con los manantiales de aguas sulfurosas que afloran en su entorno, así como la importancia de los mitos heroicos griegos en la creación de la identidad cultural de las ciudades asentadas en las riberas de este río que, en su desembocadura, contaba con un oráculo y puerto del héroe Menesteo[33]. El argonauta Mopso era descrito con un morrión ceñido de ínfulas y el laurel del Peneo en lo alto de la cimera[34], un retrato bélico relacionado con la necesidad de abastecer de moneda a las tropas romanas acantonadas en el valle del río Guadalete por estas ciudades estipendiarias. Los diseños del jabalí y la serpiente representan a los seres antagonistas de este héroe mítico; uno relacionado con la cacería del jabalí de Calidón en la cual participó y otro con la serpiente que le dio muerte en el desierto de Libia[35], una dialéctica entre romanos e indígenas en la apropiación ideológica de un territorio, por lo que, conllevará la concesión de privilegios y la eliminación de cargas tributarias.

Colección privada (tesorillo.com)


 Ibercoin



NOTAS

[1] Plinio, Historia Natural, III, 15.

[2] CIL II 5041.

[3] Delgado y Hernández, A. (1871): Nuevo método de clasificación de las Medallas autónomas de España, tomo II, Imprenta de D. Antonio Izquierdo y García, Sevilla.

[4] No ha sido posible fijar exactamente el lugar del hallazgo arqueológico, ni las circunstancias del mismo, ya que el bronce fue comprado por el ingeniero polaco Lazeski, quien lo llevó a París con informes equivocados, véase Rodríguez de Berlanga y Rosado, M. (1881): Los bronces de Lascuta, Bonanza y Aljustrel, Imprenta que fue de Don José Martínez de Aguilar, hoy de Don Ambrosio Rubio, Málaga.

[5] Gutiérrez López, J. M.ª y Martínez Enamorado, V. eds. (2015): A los pies de Matrera (Villamartín, Cádiz). Un estudio arqueológico al oriente de Siduna, Villamartín (Cádiz).

[6] Montañés Caballero, S. (2006): “Actuación arqueológica de urgencia. Calle San Juan de Ribera y Alonso el Sabio. Alcalá de los Gazules”, Anuario Arqueológico de Andalucía, p. 504.

[7] Ruiz López, I. D. (2010): La circulación monetaria en el sur peninsular durante el período romano-republicano, Universidad de Granada, Granada, p. 316.

[8] Pérez Rodríguez, M. (2025): “¿Dónde se ubica Lascut?”, Entre Abulagas y Caillos, Alcalá de los Gazules; Muñoz A. y Parodi, L. (1980): “Los depósitos romanos de agua de Alcalá de los Gazules”, Boletín del Museo de Cádiz, 11, pp. 40-45.

[9] Mancheño y Olivares, M. (1901): Antigüedades del Partido Judicial de Arcos de la Frontera y pueblos que existieron en él, El Arcobricense, Arcos de la Frontera.

[10] Mateos Gago, F. (1871): “Lascut”, en Delgado y Hernández, A.: Nuevo método de clasificación de las Medallas autónomas de España, Imprenta de D. Antonio Izquierdo y García, Sevilla, p. 163.

[11] En la conferencia sobre “Asta en las fuentes árabes” celebrada en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras de Jerez de la Frontera el 2 de marzo de 2021, con la que se cerraba el ciclo ‘Jerez Siempre’, el arabista jerezano, Miguel Ángel Borrego Soto, que asimismo fue presentado por el arqueólogo y presidente del Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Francisco Barrionuevo Contreras, afirmaba que la turris lascutana no estaba en Alcalá de los Gazules, sino en un entorno mucho más cercano a la propia ciudad romana de Hasta Regia, situada en Mesas de Asta, dentro de su amplio alfoz.

[12] Esta singular Ↄ aparece en una de las monedas latinas con leyenda retrógrada de Carissa Aurelia.

[13] Beltrán Villagrasa, P. (1974): La cronología del poblado ibérico del Cabezo de Alcalá (Azaila), según las monedas allí aparecidas. En Beltrán Villagrasa, P.: Obra completa I. Antigüedad, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, p. 171; Hernández Guerra, L. (2006): v. Calagurris, en Roldán Hervás, J. M. (ed.): Diccionario Akal de la antigüedad hispana, Akal, Madrid, p. 184.

[14] Amela Valverde, L. (2012): “Las dos primeras emisiones latinas de la ciudad de Calagvrris”, Kalakorikos 17, pp. 127-146.

[15] Plinio, Historia Natural, III, 24.

[16] Amela Valverde, L. (2014): “La emisión de Bilbilis Italica”, Acta Numismática, 44, Barcelona, p. 47.

[17] Collantes Pérez-Ardá, E. (1997): Historia de las cecas de Hispania antigua, Madrid, p. 91.

[18] Beltrán Lloris, F. (2000): “El tiempo de Augusto”, en Roma en la Cuenca Media del Ebro. La Romanización en Aragón, Zaragoza, p. 81.

[19] Solana Saínz, J. M. (1989): “Colonización y Municipalización bajo César y Augusto: Hispania Citerior”, en Aspectos de la colonización y municipalización de Hispania, Mérida, p. 91.

[20] Amela Valverde, L. (2007): “La primera emisión latina de Turiaso”, TVRIASO XXI, p. 100; Villaronga i Garriga, L. (1987): Numismática antigua de Hispania. Iniciación a su estudio, Barcelona, Cymys, p. 244.; García-Bellido, M.ª P. y Cruces Blázquez, C. (2002): Diccionario de cecas y pueblos hispánicos, con una introducción a la numismática antigua de la Península Ibérica, vol. I, Introducción, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, p. 69.

[21] Correa Rodríguez, J. A. (2026): Toponimia Antigua de Andalucía, Universidad de Sevilla, Sevilla, p. 293.

[22] Sáez Bolaño, J. A. y Blanco Villero, J. M. (1996): Las monedas de la Bética romana, vol. I, Conventus Gaditanus, San Fernando, p. 320.

[23] Djaoui, D. (2016): The myth of ‘Laccatum’: a study starting from a new titulus on a Lusitanian Dressel 14. In I. V. Pinto, R. R. de Almeida and A. Martin (eds), Lusitanian Amphorae: Production and Distribution. Roman and Late Antique Mediterranean Pottery 10, Archaeopress, Oxford, pp. 117-127.

[24] Al-Ḥimyarī, Rawḍ, p. 511.

[25] Ibn Sa’īd, Mugrib, I, pp. 224-225.

[26] Yāqūt, Mu’ŷam, IV, p. 389.

[27] Al-Ḥimyarī, Rawḍ, p. 466.

[28] Borrego Soto, M. A. (2024): ““Y habiendo llegado al río que se llama ‘Vedelac’…” Lakka y Wādī Lakka: nueva hipótesis de ubicación”, Revista de Historia de Jerez, 27, p. 18. E

[29] Torres Balbás, L. (1957): Ciudades yermas hispanomusulmanas, Imprenta y Editorial Maestre, Madrid.

[30] Chic García, G. (1979-80): “Lacca”, Habis, 10-11: pp. 255-76.

[31] La nueva propuesta del arabista jerezano, Miguel Ángel Borrego Soto, de ubicar la ciudad romana de Lacca en la Sierra de Gibalbín, sin desmerecer su trabajo de recopilación de datos, creemos que no se puede sostener por tres razones: la primera, el hecho de que Lascuta sea un oppidum o una plaza fuerte en altura, implica que Lacca estuviera situada en el llano, no en la cima de un monte; la segunda, la existencia de una análoga relación tipológica del retrato galeado entre Lascuta-Lacca y Sisipo-Detaumo, reduce su ubicación a la llanura aluvial del río Guadalete; la tercera, y última, la abundancia de los hallazgos monetarios entre Jerez de la Frontera y Arcos de la Frontera, según la tradición histórica, viene a corroborar la opinión, más que consabida, de ubicar la ciudad romana de Lacca en la Junta de los Ríos.

[32] Villar, F. (2000): Indoeuropeos y no indoeuropeos en la Hispania prerromana, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca: p. 314.

[33] Estrabón, Geografía, III, 1, 9; Ptolomeo, Geografía, II, 4, 5.

[34] Valerio Flaco, Argonáuticas, I, 383-386.

[35] Grimal, P. (1989): Diccionario de Mitología Griega y Romana, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, pp. 365-66.


sábado, 3 de mayo de 2025

La muerte del Papa





Ismael Almagro Montes de Oca



    En este mismo blog ya di cuenta anteriormente de haberme topado, investigando en documentos de diferentes archivos, con alguna información que, teóricamente, estaba fuera de lugar, que no se correspondía con el contenido de las páginas precedentes y posteriores.

    En estos días en que la muerte del Papa Francisco ocupa portadas de periódicos y multitud de horas en informativos y programas televisivos y de radio, veamos una de esas “pinceladas de Historia”, esta vez localizada entre las páginas de un libro de funerales del Archivo Parroquial, y aunque hace referencia a unas exequias, no se trataba del entierro de ningún vecino de Alcalá, sino del Papa Pio XII:

«Subió al cielo

    El día 9 de octubre de 1958 a las 4 horas dejo este mundo el alma del Santo Padre Eugenio Pacelli que durante diez y nueve años rigió los destinos de la Iglesia y fue vicario de Cristo en la tierra con el nombre de Pio XII. Su vida entera dedicada a enseñar a todas gentes repartir la gracia de Dios y orar sin descanso por la Humanidad habrá sido premiada por Cristo. Fueron sus palabra últimas “Hágase tu voluntad”. El mundo entero sin distinción de razas y credos testimonió su pesar y representaciones de los pueblos mas apartados y hasta idolatras acudieron a Roma a los funerales. En España ha habido diez días de luto oficial y el Gobierno del Caudillo mandó hacer funerales hasta en la ultima aldea. Tiempos tristes los actuales. El día 25 empezará el Conclave donde estarán presentes cincuenta y cuatro cardenales, de ellos diez y ocho italianos. El Espíritu Santo ilumine sus mentes y tengamos pronto un Papa. Fue sepultado en la capilla Sixtina junto al sepulcro de San Pedro»

    La letra de esta nota manuscrita parece corresponderse con la escritura del párroco Manuel Barberá, quien quiso dejar constancia de aquel momento histórico que le tocó vivir.