Pasado medio año, el 13 de mayo de 1602, el gobernador Vivero le nombró capitán del presidio de la villa de San Sebastián por dejación del cargo del capitán Rodrigo Ruiz de Olvera, poniéndose al frente de unos cuantos soldados para la defensa de aquella villa, dándole además órdenes para “proceder contra los Rebeldes e inobedientes a usso de guerra breve y sumariamente castigándolos conforme a los delitos que cometieren procediendo ynformacion Para ello para todo lo qual le doy comisión y poder bastante”. Como en los oficios anteriores, se le asignó un sueldo anual de 500 pesos de oro común, tomando posesión del nuevo cargo el 9 de junio.
Coincidió este nombramiento con la rebelión de los indios acaxes, que habitaban la zona de Sinaloa y Durango, contra los españoles y Bartolomé no dudó en aplicar sumariamente las leyes de la guerra contra los rebelados. El 18 de agosto escribió una carta al gobernador dándole cuenta del ahorcamiento de un indio, respondiéndole Rodrigo de Vivero el 14 de septiembre que actuara con más prudencia:
“Visto e la causa de este yndio ahorcado y Parezeme que está bien lo hecho Pero en lo de adelante Procure Vmd. proceder con suabidad porque no se exasperen los que quedan”
Asimismo, Bartolomé le indicó que el número de soldados que guarnecían aquel presidio era insuficiente para su defensa, pues solamente eran ocho, respondiéndole el gobernador que los españoles encomenderos, que tenían a su cargo a indios trabajando para ellos, debían acudir en su ayuda en caso de necesitarlo.
En la misma carta, nuestro paisano trasladó al gobernador el malestar de los soldados por no recibir sus pagas, alegando éste que las arcas estaban vacías y que se lo comunicaría al virrey.
A finales de año, será Bartolomé quien escriba una carta al virrey, cuyo contenido desconocemos pero que seguramente guardase relación con el sueldo de los soldados, contestando el 24 de enero el virrey quedar enterado.
El 28 de mayo de ese año de 1603, Francisco de Urdiñola es nombrado gobernador y capitán del Reino de Nueva Vizcaya, por el virrey, conde de Monterrey. Hombre con fama de sanguinario y violento, decidió acabar de una vez por todas con el levantamiento de los indios rebeldes contra la Corona y se trasladó hasta Topía, desde donde organizó la captura de los principales impulsores de la revuelta. Aquí entró en juego Bartolomé de Mesa, atribuyéndosele unos hechos casi heroicos, como veremos a continuación.
Según el testimonio de Luís Díaz de Cepeda, que vivió en primera persona los acontecimientos, al participar como soldado en la guerra contra los indios acaxes y sobaibos en las minas de Topía y San Andrés, primero con el gobernador Vivero y después con Urdiñola, el capitán Bartolomé de Mesa, a quien ser refiere como lugarteniente de este último, participó activamente en pacificar la zona, negociando con los indios para que desistieran de su actitud:
“la vigilancia y centinela con que bivio y el freno con que tuvo a aquellos barvaros que heran infinitos mudables velicossos y sin fee ni palabra alguna solicitándolos y bisitandolos con mucha ossadia, no se alçaron y rrebelaron en aquel tiempo que fue una cossa ynportantissima. Y de manera que si en aquel tiempo se alzasen el dicho capitán no lo estorvara ya con miedos que les ponía e ya con razones alagos promesas y otras diversas negociaciones totalmente se acavaria y arruinaría todo el rreino de la nueba bizcaya porque en las minas de topia san andres y san Ypolito donde hera la guerra estaba todo asolado, abrasado y consumido…”
El principal cabecilla de la revuelta fue un indio de Chacala, conocido como Perico el Obispo, por remedar en sus rituales paganos la liturgia cristiana utilizando como ornamento una mitra. Según el testimonio de Cepeda, fue nuestro paisano el que se llevó la gloria de su captura:
“Y el dicho capitán don bartolome con notable osadia Y determinación confiando de la fidelidad de algunos Yndios amigos de los que consigo avia llevado al dicho socorro aviendo puesto espias y asechanças al obispillo se entro Por las entrañas mas asperas de aquellas serranías llevando algunos soldados consigo y tuvo trampros. Pero subcesso que aviendo espiado al dicho enemigo le prendio descuidado en unas Rancherias de ttierra asperissima con otro su compañero velicosso y valiente que llamavan Santiago y quando se tenia Por ynposible el poderlos aver a las manos Por la potencia de parte que consigo ttraian y cuidado con que vivian el dicho capitán don bartolome de messa los traxo presos y atados a la presencia del dicho gobernador que fue una cossa tan señalada y particular que aun apenas biendo los dichos enemigos se podía creer la felicidad y buena dicha que en semejante prission el dicho capitán abia tenido lo qual fue una cossa tan Ynportante Y necesaria que después de justiciados por el dicho governador, con sola aquella prission los dichos aliados començaron desde entonces a caer y declinar de la felicidad con que avian executado los rrobos, muertes e incendios que asta entonces avian cometido y como gente sin causa ni quien los hordenase y conpusiesse fueron asaltados enbestidos y arruinados muchas veces”
En otra parte de su declaración, Luis Diaz de Cepeda, dio más detalles de cómo capitán Bartolomé de Mesa puso fin al conflicto:
“aviendo dado una madrugada Repentina y sordamente con buenas espías y guías que llevo en la dicha rrancheria, prendio al dicho perico xiote y a toda priessa lo saco de aquellas asperas serranías antes que sus aliados y amigos lo supiesen viniendo a pie Por no poderse andar a Cavallo con yncreible trabajo y aviendo Llegado con el a la dicha villa de san sebastian, le aorco y hizo quartos, poniendolo por los caminos y haciendo llamar a los naturales, circunvezinos para que lo viesen dándoles a entender las caussas que para justiciarle le avian movido y amenaçandolos que aria de ellos otro tanto si no se quietasen el qual fue remedio tan eficaz y bastante que llenos de pavor los dichos naturales que estaban de próximo al dicho alçamiento se quietaron de manera que del temor del dicho capitán ya no solían hacer unas borracheras que solían donde se juntava toda la tierra a tratar de los dicho alçamientos y donde se originaban otros males oficios y con aquel castigo se aceguró toda la tierra y quedo libre de peligro en que avia estado lo qual si hassi no ubiera subcedido…”
Otro testigo, Francisco López Sepúlveda, receptor de la Real Audiencia de Guadalajara añadiría sobre la captura del indio Perico:
“el dicho capitán se salió de la dicha sierra a toda priessa Reselandose no se juntasen por aquellas cordilleras indios y le biniessen al alcance yendo prevenido para lo que pudiesse subceder y habiendo caminado con notable priessa llegaron donde avian dejado las dichas vestias y ensillandolas con gran presteza se vinieron a la dicha villa donde llegaron la noche siguiente a su salvo y sin aver avido en el camino rrumor ni alboroto y aviendo procedido con terminos breves contra el dicho perico xiote y substanciado la causa le condenó en pena de muerte de horca y quartos la qual luego lo hizo executar bautizando al dicho perico Jiote en el lançe de la muerte y hizo poner el cuerpo del susso dicho dividido en quartos por los caminos…”
Otro miembro de la Real Audiencia, el procurador Juan de Hervás, también declaró sobre la muerte del indio:
“… assi como llego con el enpessó a proceder en rraçon de su alçamiento y Ynquietud y que dentro de un dia u dos le haorco he hizo quartos…”
Estos testimonios, que coinciden con el de otros testigos recogidos en el expediente de Bartolomé de Mesa, se contradicen con la versión dada por el propio Bartolomé en dicho expediente, ya que, según éste, el capitán Urdiñola ordenó en las minas de San Andrés al cacique del pueblo de Huajupa, el indio Gerónimo, que con otros indios amigos, prendiesen a Perico el Obispo, tal como hicieron, en compañía del capitán Diego de Ávila, llevándolo hasta dichas minas. El 9 de agosto, Urdiñola dio una comisión a Bartolomé de Mesa para que fuese a San Andrés a por el indio Perico y los demás presos y los llevase hasta su presencia, presentándose en las minas dos días más tarde ante el capitán Ávila, quien le entregó a los prisioneros:
“Primeramente entrego un indio que le llaman el obispo y por otro nombre Perico el de chacala con su muger = Y entrego otro yndio que estaba presso, que se llama lorenço natural del pueblo de quespaque, dice ser cuñado del dicho obispo = Yten entrego otro Yndio de los que estavan presso que se llama o le llaman Santiago que es natural del pueblo de chatitilan = Yten otra Yndia que traya el dicho lorenço como por su amiga que se dize angelina que por todos son tres indios y dos yndias que son cinco personas… Las quales dichas cinco personas entrego el dicho capitán diego de avila con una cadena en que ban metidos, Y cinco colleras Y un candado Redondo que en la manera dicha se le entregaron…”
Cinco días tardó Bartolomé en alcanzar al gobernador Urdiñola, que a la sazón se hallaba en las minas de la Veracruz de Topía, entregándoles a Perico y los demás prisioneros.
¿Mintieron en sus declaraciones personas tan respetables como los miembros de la Real Audiencia? ¿Fueron los testimonios de recogida de los presos y su entrega al gobernador Urdiñola falsificados para cubrirse todas las espaldas ante una posible investigación de la Corona por maltrato a los indios? ¿Prendió y ajustició Bartolomé de Mesa al indio Perico? Quizás nunca lo sabremos.
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Detalle del códice Conquista del señorío de Chiametla por Nuño de Guzmán en el lienzo de Tlaxcala |
El mismo día que se hizo la entrega de los presos, Urdiñola ratificó a Bartolomé en los cargos de justicia mayor y juez de apelaciones de agravios y de primera instancia de la provincia de Chiametla, de capitán y cabo y comisario de la gente de guerra, de mar y tierra de dicha provincia y puertos marítimos circunvecinos, y capitán del presidio de San Sebastián, cargos todos otorgados por su antecesor Rodrigo de Vivero.