sábado, 22 de junio de 2019

Una acción de las Milicias Nacionales en 1822


Ismael Almagro Montes de Oca 


      Las Milicias Nacionales fueron unos grupos de ciudadanos organizados que se encargaban de patrullar con caballos y armas los términos municipales para mantener el orden público. 

      El acontecimiento que a continuación se narra, tuvo lugar en marzo de 1822[1], cuando se recibe en Alcalá la noticia de que un grupo de ladrones merodea la zona, saliendo las milicias alcalaínas en su busca: 

“Habiendo tenido noticia el alcalde primero constitucional de Alcalá dé los Gazules de que en aquel término, y á una legua de distancia, habían aparecido siete ladrones á caballo, dispuso inmediatamente que saliese una partida de la milicia nacional de caballería y otra de infantería á la persecución de aquellos, como en efecto se verificó; habiendo logrado hallar á los ladrones en la dehesa del Ahijon.” 

Plano del Ahijón en 1747. En el centro de la imagen puede apreciarse la fuente de Córdoba
mencionada en el relato

      Al toparse con los ladrones, se produce un intercambio e disparos, huyendo los ladrones en dirección a Tarifa, siendo perseguidos por dos milicianos, que consiguen detener a dos y herir a otro, siendo encarcelados en Alcalá, donde finalmente muere el herido: 

“Los ladrones rompieron el fuego sobre los nacionales, y estos entraron en acción; habiendo logrado aprehender á dos de los malhechores con sus armas y caballos: los cinco restantes huyeron, siempre fogueándose, pero los nacionales continuaron en su alcance, habiéndose distinguido los milicianos don Juan de Soto y don Agustín Corona que les siguieron con el mayor entusiasmo y peligro, á pesar de ser tan notable la diferencia del número. En medio de la fuga volvió cara uno de los cinco ladrones, y apuntó con su escopeta á uno de los dos milicianos, visto lo cual por Soto, le derribó del caballo de un balazo, y sin detenerse continuo con su compañero en el alcance de los cuatro restantes, los cuales en su vergonzosa fuga soltaron armas, capas y sombreros, y á distancia ya de cinco leguas lograron ocultarse en los montes de la China, término de Tarifa, en cuyo caso, y siendo ya casi de noche, se retiraron los dos valientes milicianos, recogieron al herido y su caballo, que habían dejado más de dos leguas atrás, y se incorporaron con sus compañeros que habían quedado en la fuente de Córdoba en custodia de los dos ladrones aprehendidos, y habiendo llegado al pueblo á las once de la noche fueron puestos en la cárcel los sanos, y el herido conducido al hospital, donde se le recibió su declaración, habiendo espirado á las pocas horas.” 

      Este enfrentamiento fue considerado heroico, recibiendo los dos milicianos alcalaínos los honores de las Milicias, que, como premio, recibirían los caballos capturados a los ladrones: 

“Enterado el gefe superior político de esta provincia de tan brillante acción ha dispuesto que el alcalde primero de Alcalá haga formar la milicia nacional de ambas armas el primer día festivo en la plaza principal del pueblo; que formada en batalla se presente y haga saber á todo el cuerpo lo satisfecho que se halla dicho gefe de su buen comportamiento, y del valor que acreditaron las dos partidas que emprendieron la acción; que en seguida haga salir de la línea á los dos milicianos Soto y Corona, y colocados al frente de ella les arengue en los términos mas convenientes á mantener su entusiasmo y estimular con este particular obsequio á los demás, dándoles en nombre de la patria las debidas gracias por su valor y celo en el desempeño de sus deberes, y que concluida esta ceremonia dé el alcalde los vivas de costumbre, y otro en nombre del gefe político á la Milicia nacional de Alcalá. Igualmente ha dispuesto el mismo señor gefe político dar conocimiento de todo al gobierno; interesándose en que queden á beneficio de los aprehensores los caballos y enseres que cogieron en la acción; y finalmente, que se haga notorio en los papeles públicos de esta capital, para satisfacción de estos beneméritos ciudadanos. “ 



NOTAS

[1] Edición del 2 de abril de 1822 de “El Imparcial” n.º 206 pág. 6. Escrito fechado el 24 de marzo.

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