En 1865 se produjo en Alcalá un
hallazgo que ha pasado desapercibido en la historiografía local. Se trataba de
un sarcófago de plomo aparecido en el cortijo de Fraja, (1) situado en la porción de tierra existente entre la carretera de
Paterna y la venta de Caracena y apenas a 1000 metros del Prado.
Este cortijo pertenecía a María de
los Santos Puelles y Salas, mujer del médico de la entonces villa, Manuel María Espinosa Ramos, quien lo había
heredado en 1854 tras la muerte de su
abuelo materno, Francisco de Salas. (2)
La mañana del 18 de septiembre,
Manuel María Espinosa Ramos se encontraba en su cortijo para supervisar la obra
de levantar un establo. Al poco de iniciarse los trabajos de excavación de la
zanja para los cimientos, a unos 40 cms. de profundidad, los trabajadores se
toparon con algo. Retiraron la tierra y descubrieron una caja de plomo con forma de ataúd. El sarcófago se hallaba con
la tapa y el fondo en contacto por haberse doblado los lienzos por el peso de
la tierra. Junto al sepulcro aparecieron tejas y ladrillos blancos y rojos de
forma semicircular.
Sobre el
tablero del fondo se veía perfectamente delineado por el polvo de los huesos desechos
un esqueleto humano, aunque los únicos restos que se hallaron fueron varios
dientes.
El sarcófago
medía un metro y noventa centímetros de largo y pesaba 92 kilos de peso, pero
los obreros, al intentar sacarlo violentamente, lo rompieron en pedazos, por lo
que no pudo sacarse entero.
Sarcófago de plomo hallado en la necrópolis de Carteia |
Manuel
Espinosa examinó los restos, no hallando ninguna inscripción ni signo alguno en
el sarcófago. Sin embargo, dentro de la caja apareció un pequeño objeto de
bronce fundido, una especie de campanita.
El médico
paró los trabajos y el mismo día escribió una carta notificando el hallazgo a Mariano Pardo de Figueroa, conocido como Doctor Thebussem, natural de
Medina Sidonia, que era miembro de la Academia de la Historia. Además, le envió
el objeto encontrado y un trozo de plomo del sarcófago.
Mariano Pardo, por su parte, notificó
el hallazgo a la Academia el 24 de septiembre, enviando un dibujo de la
campanita encontrada. El 3 de octubre, la Academia de la Historia agradece a
Mariano Pardo la notificación y el ofrecimiento del bronce hallado dentro del
sepulcro.
Mientras tanto, en Alcalá, Manuel María Espinosa se propone seguir con
las excavaciones, dirigiéndolas él mismo para evitar que los trabajadores
rompan los objetos que puedan encontrarse. Asimismo ofrece poner a disposición
de Mariano Pardo cuanto encuentre y avisarle de nuevos hallazgos.
Días después la campanita de bronce
fue enviada a Madrid, notificando la Academia por carta a mariano Pardo el 18
de diciembre la recepción de la misma y el acuerdo de colocar el objeto en el
museo de la misma.
Desafortunadamente, parece ser que no hubo
más descubrimientos, pues no se han recogido noticias posteriores.
Por la descripción podemos deducir
que se trataba de una tumba romana, quizás de la época altoimperial, entre
finales del siglo II y el siglo III, parecida a las aparecidas en la necrópolis
descubierta en Carteia (San Roque) en 2008.
Gracias a esta necrópolis podemos imaginarnos cómo sería la de Alcalá,
cubiertas con tejas romanas o tégulas.
Tipos de enterramientos |
Sobre este punto, hay que aclarar que
Mariano Pardo en su carta a la Academia habla de la aparición de tejas
moriscas, aunque seguramente sea debido a recoge el dato de lo que le contó el
médico, manuel Espinosa, quien al ver las tejas pensó que eran de origen árabe:
“Junto al dicho sepulcro se encontraron tejas de las llamadas vulgarmente
moriscas, ladrillos blancos y rojos, de figura semicircular y dentro de la caja
un objeto de bronce cuyo croquis y explicación se hallará en el papel adjunto.
En lo descubierto no aparece inscripción, signo ni gerogliphico alguno.”
Extracto de la carta de mariano Pardo de Figueroa a la Real Academia de la Historia notificando el hallazgo |
A partir del siglo II el rito de la
incineración sufre un abandono paulatino a favor del de la inhumación del
cadáver, convirtiendo al sarcófago en un elemento singular. Solían
pertenecer a personas de posición social
acomodada, que les permitía no tener que enterrarse en una simple fosa cubierta
de tégulas pero que no podían adquirir unos de mármol.
La utilización de sarcófagos de plomo se concentran en la
Baetica y la Tarraconensis entre los siglos II y V. (3)
NOTAS
(1) Historia de la familia de los Puelles. Manuel María de Puelles Salas. 1864
(2) Expediente
sobre el hallazgo de un sarcófago de plomo en el Cortijo de Fraja en Alcalá de
los Gazules, por Manuel Espinosa. Real Academia de la Historia. Signatura: CACA/9/7949/008(3)
(3) La necrópolis altoimperial de Carteia.
José Ignacio López Rodríguez y David Gestoso Morote. Revista Almoraima 39. Año
2009
Me encanta las historias de Alcalé, patria chica de mi familia materna. Los Reyes Guillen
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