jueves, 29 de noviembre de 2012

El ejército expedicionario de ultramar y las Correderas (II)



LA LLEGADA DEL EJÉRCITO A LAS CORREDERAS 

     El mismo día que se declara la epidemia en San Fernando, el 19 de agosto, llegan las primeras tropas al campamento de las Correderas. Se trata de los 191 soldados que forman la Compañía expedicionaria de obreros procedentes de Puerto Real y de los 207 del destacamento de zapadores, también procedentes de Puerto Real, sumando un total de 398. 

     Uno de los soldados del destacamento de zapadores fallece precisamente en la ermita de Nuestra Señora de los Santos, lugar elegido para hospital de campaña o lazareto donde son enviados los enfermos del gran campamento. 

     Al frente del gran campamento estará D. Juan de la Cruz Mourgeón y Achet, General Comandante de la 1ª División de Infantería del Ejército, quien utilizará uno de los cortijos de la zona, Casa Manzano, como cuartel general desde el que organizar el avituallamiento de las tropas y animales, recurriendo varias veces al ayuntamiento alcalaíno. 

Zona de las Correderas, donde se estableció el gran campamento

     El 31 de agosto llega desde Jerez el Batallón expedicionario de la Corona, compuesto por 570 hombres, por lo que el número de acampados aumenta hasta 968 soldados. 

     El 17 de septiembre son los 589 componentes del 2º Batallón de Córdoba los que llegan desde Alcalá, donde se encontraba acantonado desde el . Son ya 1557 los soldados en las Correderas. 

     El 19 de septiembre se produce la llegada de 3 batallones distintos, procedentes del campamento de La Piedad. Se trata del Batallón del General, con 714 hombres, el Batallón de la Princesa, con 691 y el 2º Batallón de España con 382, sumando 1717 soldados. 

     Con la llegada de estos batallones, el número de soldados acantonados en este gran campamento asciende a 3344 soldados. 

     Cinco días después, el 24 de septiembre, es el batallón Ligero de Canarias, compuesto por 827 miembros, el que arriba desde el campamento de la Piedad, aumentando el número total hasta los 4171 soldados. 

     Pasarán casi tres semanas hasta una nueva llegada de tropas a las Correderas, concretamente hasta el 13 de octubre, cuando llegan 153 hombres del escuadrón de artillería de Tren desde Vejer. Ya son 4324 los soldados acampados. 

     Cuatro días más tarde, el 17 de octubre se produce la última llegada de tropas, con el 2º batallón de América, compuesto por 916 hombres procedentes desde Rota. Así, durante 5 días, entre el 17 y el 21 de octubre, se encontrarán reunidos 5240 soldados.

Gráfico con los distintos batallones que estuvieron en el campamento de las Correderas


     Para comprender las dimensiones del gran campamento de las Correderas baste decir que en esos cinco días  se congregaron allí casi el mismo número de soldados que habitantes tiene Alcalá en la actualidad. 

     Aunque el alzamiento militar había sido abortado el 8 de julio en el Palmar de el Puerto de Santa María, algunos de los conjurados seguían preparando la insurrección y la reunión de gran parte del ejército en el campamento de las Correderas facilitó los contactos de los oficiales participantes en el alzamiento malogrado. Aquí acuerdan la creación de una junta revolucionaria en cada cuerpo del ejército y una junta central con sede en Arcos, eligiéndose a Mendizábal presidente de la misma. (2) 

     Sobre la incidencia de la epidemia en el campamento nada sabemos aparte de la muerte de un soldado del destacamento de zapadores en el hospital instalado en el Santuario. Suponemos que si hubo alguna víctima más sería enterrada junto a la ermita. 

Regimiento de infantería de línea Asturias-  1816

LA RETIRADA DEL EJÉRCITO 

      A partir del 22 de octubre, al ir desapareciendo la enfermedad gracias en parte a remitir los rigores del verano y también quizás a la masificación del campamento, empiezan a salir los batallones, siendo el primero de ellos el de zapadores, que parte para Paterna, habiendo permanecido en las Correderas 54 días. 

     El día 24 abandona el campamento después de 37 días en el mismo el Batallón del General hacia Arcos, y el Batallón Ligero de Canarias, que estuvo 31 días, hacia Fuentes de la Campana. 

     Al día siguiente, tras permanecer acampados 37 días, parte con dirección a la Puebla de Cazalla el Batallón de la Princesa y con dirección a Alcalá el 2º Batallón de España. Este batallón, que será el encargado de custodiar a los militares participantes en el alzamiento del Palmar presos en el convento de Santo Domingo, no estaba destinado en un principio a cruzar a América, pero al asignársele ese destino, secundará casi al completo a Quiroga en el Pronunciamiento del 1 de enero. (2) 


     En los libros de funerales del Archivo parroquial tan solo hemos hallado el enterramiento de un soldado en Alcalá, perteneciente a este batallón ya acantonado en el pueblo, posiblemente por herida producida en una reyerta: 

“En Alcala de Gazules en quatro de Diciembre año de mil ochoctos. Diez y nueve; Se enterró en el Panteon de esta Parroq. con Oficio medio Alejo Lasosa, natural de Huesca, hijo de Mateo y de Benita Maestre, soldado del 2º Batallon de España; Recibió solo el Sto. Oleo pr la herida violenta qe tenia y de qe falleció al punto; Y lo firmo como Cura = Vicente Roa” 

Partida de funeral de un soldado del Batallón de España en Alcalá procedente de las Correderas

     A últimos de mes prácticamente se desmonta el campamento, saliendo la Compañía de obreros hacia Algar, el Batallón Expedicionario de la Corona hacia Medina, el 2º Batallón de Córdoba y el 2º batallón de América hacia Vejer, quedando solo los soldados de artillería de tren, que lo abandonan el 7 de noviembre 

Número de soldados enviados al campamento de las Correderas


NOTAS 

(1) Codorniu y Ferreras, Manuel; “Historia de la salvación del ejército de ultramar de la fiebre amarilla”. 1820 

(2) Alcalá Galiano, Antonio María; “Apuntes para servir a la Historia del origen y alzamiento del ejercito destinado a ultramar en 1º de enero de 1820”. Madrid 1821.

lunes, 26 de noviembre de 2012

La Guerra de la Independencia en Alcalá 1810-1812 (IX)




     Mientras Ballesteros inicia el camino de vuelta a Jimena, el francés Rignoux, después de una marcha agotadora por el calor y los continuos asaltos, desde Montellano llega a dicha población y al encontrarla desierta, decide dirigirse hacia Alcalá para reunirse con Combelle, desconociendo la retirada de éste hacia Medina. Extraviado por los guías, termina encontrándose con las tropas de Ballesteros, trabándose combate en las Peñas de Juana Sánchez. Las tropas españolas destrozan a las francesas, escribiendo el propio Ballesteros el día 25 desde Jimena: “son las 11 de la mañana y mis tropas van cargándolo por las trochas de las más áridas montañas en dirección a Alcalá, único asilo que han podio encontrar en su triste suerte”. (33) 

     Rignoux se ve obligado a una progresiva retirada hacia Alcalá, donde llega el día 26 y sigue hacia Medina Sidonia. Los franceses han sufrido las bajas de 150 soldados y 5 oficiales muertos y 77 prisioneros, entre ellos el coronel de 4º regimiento de polacos. 

     No obstante, las tropas francesas no abandonan la zona inmediatamente y el 30 de septiembre tienen un nuevo encuentro con el ejército español. Así describe el encuentro el teniente coronel Pedro Velasco, ayudante de campo del general Ballesteros, que se encuentra comisionado en Alcalá por su jefe: 

     “Hoy al amanecer se presentaron en el prado inmediato al Barbate, sobre la derecha de Alcalá, como unos 60 caballos, viniendo por el camino de S. Antonio 100 infantes y por el de la Zorrera 80, que se dirigieron al pueblo, situándose parte de ellos en una altura inmediata, y descubriéndose en un olivar, que también llaman de la Zorrera, como unos 120 infantes.- En vista de esto, y hallándose campada nuestra caballería sobre los llanos de Patrite, tratamos de dirigirnos hacia ellos por el rio abaxo, con el objeto de aparentar fuerzas suficientes para batirlos; destacando al efecto una guerrilla fuerte de caballería de 40 hombres del escuadron de Ubrique y 30 de la partida de Paterna, todos a las órdenes del capitán del mismo cuerpo D. Lázaro de Sierra, mandando asimismo descubiertas por los caminos de Beger y Paterna, por si el enemigo intentaba envolvernos.- Al llegar nuestras guerrillas a tiro de fusil de las enemigas, rompieron el fuego haciendo perder siempre terreno al enemigo, y a proporción del que adelantábamos, seguía su marcha el grueso de nuestra caballería, compuesto de 100 caballos de Ubrique y partida de Paterna a las órdenes del comandante de esquadron D. Gregorio Fernández, situándonos en distintas posiciones y con la circunspección que exigía la falta de infantería, siempre con el fin de proteger en todo caso a los que avanzaban.- Baxo este orden, y con un ánimo decidido del capitán Sierra, tengo el honor y satisfacción de manifestar a V. E. que fueron arrojados completamente de la campiña, y perseguidos hasta la baxada del puerto de los Yesos, siguiéndoles una partida de observación, compuesta de un sargento y quatro hombres hasta la distancia de dos leguas sobre el mismo camino de Medina. El enemigo ha sufrido bastante pérdida” (34)

"viniendo por el camino de San Antonio 100 infantes y 80 por el de la Zorrera, que se dirigieron al pueblo."

     Esta acción es la que tradicionalmente se menciona como la última vez que los franceses pisan Alcalá, debido al error cometido por el historiador Sánchez del Arco, (35) quien se equivoca y la sitúa el 30 de septiembre pero del año siguiente 1812.

     Después de todas estas acciones, mientras que el general Ballesteros se repliega sobre San Roque, el mariscal Soult planea una segunda ofensiva para acabar con la insurrección de la serranía, acorralar al ejército español hacia el mar y tomar la plaza fuerte de Tarifa, organizando 3 columnas al mando del mariscal Víctor, 

     La primera columna, al mando de general Barrois, parte de Antequera el día 7 de octubre, teniendo como objetivo la ciudad de San Roque, para limpiar de partidas y tropas españolas la zona de Antequera-Jimena-Estepona. 

     La segunda, la más potente de las tres, ocupa la parte central y al mando del general Godinot, parte de Bornos el 10 de octubre hacia El bosque, Ubrique, Jimena hasta alcanzar Algeciras, su primer objetivo, aunque luego se le asigna enfrentarse a las fuerzas del general Ballesteros. 

     La tercera columna, al mando del general Semelle, que en un principio iba a partir directamente desde Chiclana hacia Tarifa, varía su recorrido para seguir la ruta Medina-Castellar, guarnecida por tropas españolas, para unirse a las otras dos columnas. El 11 de octubre parte esta columna de Medina y pasan por el término de Alcalá, tal como refleja el acta de defunción de Juan Infante, que es enterrado el día 12 por haber muerto violentamente por las tropas francesas. (36) El día 13, estas tropas, formadas por 1500 hombres pasan por las Casas del Castaño (37) consiguiendo unirse las tres columnas. Las fuerzas francesas lanzan un ataque frontal contra los españoles, que se refugian al amparo de los cañones de Gibraltar. 

     El 14 reciben los franceses la noticia de la próxima llegada de una división española, formada por 3200 hombres y 210 caballos, a Tarifa procedente del ejército que operaba en Cataluña, mandada por el general Francisco Copons y Navia, retirándose de la zona las tres columnas francesas el día 22 en dirección a Ubrique, Ronda y Medina. 

El general Francisco Ballesteros

     Ballesteros aprovecha el repliegue francés para lanzar una ofensiva con dos frentes. Por un lado manda un escuadrón anglo-hispano al mando del coronel Skerret desde Tarifa hacia Vejer, donde entran en combate el 7 de noviembre, regresando a su base tarifeña. Por otro, una división de 3000 hombres al mando del propio Ballesteros sale de Algeciras el 31 de octubre, pernoctando en Alcalá el día 1 (38) alcanzando su objetivo, Bornos el día 5 donde se bate con las tropas del general Semelle, que huye en retirada. 

     El día 10 de noviembre, siguiendo órdenes de Ballesteros, 200 hombres salen de la base de Tarifa para Alcalá (39) al mismo tiempo que 1004 hombres salen hacia Vejer. 3 días más tarde esta división se desvía de su ruta, cogiendo por el llano de la Janda y el Cermeño para llegar a Alcalá el 15 de noviembre a las 11 de la mañana. En el diario se describe la llegada a Alcalá y nos habla sobre la voladura del castillo: “Este pueblo está situado en lo alto de una montaña cuya subida es penosísima; tiene un castillo antiguo con un fuerte torreón cuadrado muy alto y de buena fabrica que se halla en pie, pues lo restante o el castillo fue volado por los enemigos, después de haberlo tomado a las tropas del General Ballesteros que lo defendían y conservaban como para almacenes de su división” 

     Nos cuenta además cómo está protegida la población: “Aquí se hallaba una partida de patriotas montados de 70 hombres, al mando de un capitán del regimiento de caballería del Rey nombrado Ximenez; Estos unidos a los que venían con la división hicieron el servicio exterior aquella noche, para descansar la caballería de la división.” 

     Todavía estarán las tropas de Copons el 16 y el 17 en Alcalá, cuando reciben aviso de que Medina se ha quedado prácticamente sin guarnición, por lo que se decide atacarla, pero cuando se está formando filas para partir, se recibe la orden de Ballesteros de marchar sobre Castellar, saliendo a las 6 de la tarde de Alcalá “hacia las casas del Factor” (creemos que se refiere a El Jautor) donde llegan a las 11 de la noche, durmiendo al raso. 

     Esta segunda ofensiva francesa acaba con el intento fallido de tomar Tarifa. 



5.- 1812. La retirada de las tropas francesas. 

     Los primeros meses transcurren con cierta calma hasta finales de mayo, cuando el general Ballesteros al amanecer el 1 de junio se bate a las tropas del general francés Conroux en Bornos. Tras la aparición de la caballería imperial, las fuerzas españolas se retiran hacia el campo de Gibraltar. Días después de esta batalla, el 18 de junio, se presentan en Alcalá una columna de 2000 soldados franceses, si bien se retiran a sus posiciones al llegar las tropas españolas en igual número, donde permanecen al menos hasta el día 22. (40) 

     Durante el mes de julio, Ballesteros sale del campo de Gibraltar y utiliza la estrategia de esparcir rumores sobre sus intenciones, atacando donde menos se espera, recorriendo las comarcas malagueñas hasta el punto de desquiciar al mariscal Soult, que envía a las tropas del general Leval desde Antequera para acabar con Ballesteros y a las del general Villate desde Cádiz para cortar su retirada por Algeciras. El 26 de julio Leval alcanza la localidad malagueña de Capillos, viéndose obligado Ballesteros a retirarse hacia la sierra gaditana. 

     Con la derrota del ejército francés en la batalla de Arapiles o de Salamanca el 22 de julio, donde sufren más de 7000 bajas, se produce un repliegue progresivo de las tropas napoleónicas hacia el norte. En nuestra zona, el 2 de agosto las tropas francesas abandonan San Roque y Los Barrios, retirándose por las casas del Castaño hacia Medina, pasando por Alcalá. 

     El día 4 de agosto llegan las tropas de Ballesteros a Alcalá: “Las tropas del Sr. Ballesteros se hallan ya en Alcalá de los Gazules, después de concluida con toda felicidad la expedición de Málaga”. (41) 

     Aquí permanece hasta el día siguiente, partiendo hacia Jimena, siendo el pueblo ocupado la tarde del 6 de agosto por las tropas del general Villate, que intentan cercar a Ballesteros, mientras las tropas de Leval ocupan Ubrique y Cortes. (42) 


     El 15 de agosto se difunde una orden general para todo el ejército del Midi, firmada por el general en jefe de estado mayor, conde de Gazan, en la cual se ordena la evacuación de Andalucía, pero seguramente existen disposiciones anteriores al respecto pues el 14 de agosto “la división de Villate que estaba repartida en Alcalá, Medina y otros puntos se han reunido y marchado hacia Sevilla, quedando solo unos 50 en el castillo de Medina tres días ha.” según un parte dado desde Tarifa el 17 de agosto. (43)

     Por tanto, el 14 de agosto de 1812 las tropas invasoras abandonan definitivamente Alcalá. El pueblo, libre ya, celebra con júbilo y alegría la lectura de la nueva constitución el día 20 en las Casas Consistoriales y el siguiente en la Plaza alta, con la asistencia de las comunidades de religiosos, el cuerpo eclesiástico, el gobernador militar, los oficiales y tropas que guarnecen la villa y personas pudientes y condecoradas. 

     El 23 de agosto se vuelven a leer en la Parroquia con repique de campanas, salvas de fusilería, iluminación y refrescos, celebrándose además 4 corridas de toros. (44) 

     Termina así, después de dos años, cinco meses y cuatro días, uno de episodios más tristes y funestos en la historia de Alcalá.



NOTAS

(33) El Conciso nº 1. Pág. 2 y 3. Martes 1 de octubre de 1811. También se hacen eco de este combate la Gaceta de la Regencia de España e Indias nº 127. Pág. 6 del 3 de octubre de 1811 y El Conciso nº 5. Pág. 4. Sábado 15de octubre de 1811. 

(34) Parte del general Ballesteros enviado al Consejo de Regencia desde Jimena el 3 de octubre, que aparece en la edición del sábado 12 de octubre de 1811 de la Gaceta de la Regencia de España e Indias nº 131. págs. 7 y 8. También se hace eco de la misma noticia la edición del 23 de noviembre de 1811 del Diario de Palma nº 79 pág. 1 

(35) Sánchez del Arco, Eloy; "Monografía de Alcalá de los Gazules". Cádiz 1893. Datos extraídos de la edición realizada por Gabriel Almagro Montes de Oca en 2001 

(36) Archivo Parroquial de Alcalá de los Gazules. Libro de Funerales nº 9 folio 44 vuelto. Se trata de la última víctima de los franceses recogida en libros de funerales. 

(37) Noticia recogida en El Conciso nº 18. Pág. 4 de 18 de octubre de 1811 

(38) El Conciso nº 10. Pág. 10. Sábado 10 de noviembre de 1811 

(39) Teniente coronel de ingenieros Eugenio de Yraurgui. "Diario de las operaciones de la división expedicionaria al mando del mariscal de campo D. Francisco de Copons y Navia". Vich. 1814 

(40) El Conciso nº 29. Pág. 6. Lunes 29 de junio de 1812 

(41) Noticias recogidas en las ediciones del Periódico El conciso de 7, 10 y 12 de agosto de 1812. 

(42) Archivo Histórico Nacional. Comunicación de Francisco Ferraz, jefe interino del Estado Mayor del 4º Ejército, al jefe del Estado Mayor General, de la ocupación francesa de Alcalá de los Gazules, Ubrique y Cortes, e instrucciones de éste al respecto. ES.28079.AHN/5.1.17.5.42.6.15//DIVERSOS-COLECCIONES,74,N.8 

(43) Noticia recogida en El conciso nº 21, pág. 5 del viernes 21 de agosto de 1812.

(44) Acta del Cabildo de 20 de septiembre de 1812, folios 33-34. Legajo 28. Archivo Histórico municipal. Datos recogidos por Gabriel Almagro Montes de Oca en su artículo Alcalá en la Guerra de la Independencia de la Revista de Apuntes Históricos. 1990

jueves, 22 de noviembre de 2012

El ejército expedicionario de ultramar y las Correderas (I)


Ismael Almagro Montes de Oca

EL EJÉRCITO Y LA EPIDEMIA 

     Es sobradamente conocido el hecho de que a finales de 1819, las tropas españolas que iban a embarcar hacia América se refugiaron en los campos de Alcalá, concretamente en la zona de las Correderas, para evitar el contagio de la epidemia de fiebre amarilla. 

      Echemos la vista atrás e intentemos averiguar el desarrollo de los acontecimientos que desembocaron con las tropas en suelo alcalaíno. 

     El sur de España se ha visto en sucesivas ocasiones invadido por la epidemia de fiebre o calentura amarilla, originaria de los trópicos. Así sucedió en Cádiz en 1730, en Málaga en 1741, nuevamente en Cádiz, Sevilla, Cartagena, Alicante y pueblos circunvecinos en 1800. En 1802, 1803 y 1804 afectó a Medina, Málaga, Antequera y otros pequeños pueblos inmediatos. En 1810, 1811, 1812 y 1813 afectó a la zona de Murcia y Cádiz. 

     Gracias al trabajo del doctor Manuel Codorniú y Ferreras, medico jefe del ejército reunido en suelo gaditano, conocemos cómo afectó la enfermedad a las tropas y las medidas que se tomaron para evitar el contagio. (1) 

     La epidemia de 1819 penetra por San Fernando desde América, declarándose como tal el día 19 de Agosto en varios puntos de la ciudad. El 17 de septiembre se declara en Cádiz, Después en la Carraca, Puerto de Santa María, Chiclana, Rota, Puerto Real, Jerez, Sanlúcar y Sevilla. 

     Cuando surge esta epidemia, hay en la bahía de Cádiz una numerosa escuadra de buques de transporte para llevar al ejército expedicionario de ultramar formado por 16643 hombres de infantería, caballería, artillería y zapadores, repartidos por todos estos pueblos. 

     El 2 de septiembre llega a Cádiz Félix Calleja, Conde de Calderón, nombrado General del ejército expedicionario por el rey y capitán general de la provincia de Andalucía. El conde convoca el día 6 a la Junta Superior de Sanidad de la provincia y a todos los médicos de la ciudad de Cádiz para averiguar el estado de salud de cada vecindario. 

     Como resultado de la reunión, se suspende la entrada de enfermos del ejército expedicionario en el Hospital militar, habilitando un establecimiento extramuros en el sitio llamado de la Aguada, prohibiéndose la comunicación entre sanos y enfermos. Posteriormente se celebra una reunión entre altos cargos del ejército y médicos, comprobándose que la enfermedad ya ha afectado al ejército, paralizando el embarque hacia América. 

     El conde de Calderón reconoce que la única manera de salvar al ejército y a la población en general es separar todos los cuerpos militares de los focos de epidemia, dejando la guarnición indispensable para salvaguardar el orden y la subsistencia. 


     Buscando un lugar en que alojar al ejército sin que afecte a la población circundante, visita el día 13 de septiembre el Puerto de Santa María pero viendo algunos brotes de la enfermedad, se traslada el 16 a Arcos, ordenando acampar en varios puntos elevados y acomodados al objeto. Establece su cuartel general en Arcos, por su situación elevada y bien aireada. Ordena que ningún enfermo abandone los pueblos amenazados, estableciéndose lazaretos (hospitales de campaña) en las inmediaciones de los campamentos. 

     Días después, a pesar de los esfuerzos y restricciones, la enfermedad se propaga por Jerez, amenazando el cuartel general de Arcos, donde empiezan a verse algunos civiles enfermos. Estos enfermos son enviados a un lazareto y se tapia la calle de los enfermos, controlándose así la enfermedad. 

     Aquí es donde entra en juego Alcalá, pues el Capitán General ordena la creación de un gran campamento en las Correderas y dos hospitales militares provisionales, uno en Medina y otro en el Santuario de la Virgen de los Santos. El médico en jefe, Manuel Codorniu, visita estos lugares, dando su visto bueno el 19 de octubre para que las tropas salieran de sus campamentos para acantonarse lejos de la epidemia en las Correderas: 

     “Acabo de reconocer con la debida aprobación de V. E. mui detenidamente el gran campamento de las Correderas, y los hospitales militares que en clase de provisionales se hallan en la ciudad de Medina Sidonia, santuario de nuestra Señora de Sanctus de Alcalá de los Gazules, y en el mismo campamento, en vista de lo que y de los partes y noticias que he recogido tengo la satisfacción de participar a V. E. que excepto la ciudad de Cadiz con su guarnición y otras declaradas ya por epidemiadas no solo todo el suelo que pisa el lucido egercito del mando de V. E. si que todo sus individuos esceptuados algunos sifilíticos y pocos molestados de calenturas intermitentes mui sencillas se hallan en el mejor estado de salud y por una prodigiosa Providencia libres de la menor sospecha del Tifo ictérico epidémico que tan sin piedad devora a nuestros desgraciados vecinos pudiendo ya dar a V. E. un completo parabién por haber su prudente actividad arrancado del seno de la misma muerte, a este numeroso Egercito y con el a todo el resto de la nación” 

En la  ermita de los Santos se estableció el Lazareto del campamento de las Correderas

     Los distintos batallones y regimientos que  esperaban para embarcar y que tuvieron que retirarse de la bahía por culpa de la epidemia fueron: (entre paréntesis las bajas que sufrieron por la epidemia)

Regimiento de Valencia. 1010 hombres (1 cadete fallecido en Cádiz antes de partir)

2º batallón de Aragón. 632 hombres (1 sargento 2º y 1 soldado fallecidos en hospital San Fernando)

2º Batallón de Cataluña. 849 hombres. (5 fallecidos en San Fernando, 8 en Cádiz, 2 en Sanlúcar y 1 en Jerez

Cuerpo de Artillería nacional. 360 hombres de la brigada de a pie, 191 de compañía de obreros, 20 de la maestranza y 11 empleados del ministerio. (15 fallecidos de la brigada de a pie y 1 de obreros)

Escuadrón Artillería Tren. 153 hombres (varios fallecidos)

Depósito de Infantería. 1489 hombres (Más de 500 fallecidos)

Depósito de Caballería. 22 hombres (8 fallecidos en Cádiz, Puerto Santa María y Jerez)

2º Batallón de infantería de Soria. 1049 hombres (Más de 350 fallecidos)

2º Batallón de Guadalajara. 511 hombres. (1 sargento 2º y 1 soldado fallecidos por romper el cordón sanitario)

Batallón Ligero de Canarias. 827 hombres.(Sin fallecidos)

2º Batallón del Rey de Infantería. 959 hombres.( subteniente fallecido en San Fernando)

2º Batallón de Córdoba. 594 hombres.(5 fallecidos en hospitales militares de Cádiz y San Fernando )

Batallón del General. 720 hombres. (6 fallecidos en El Puerto de Santa María)

Batallón de la Princesa. 691 hombres. (sin fallecidos)

2º Batallón de España. 382 hombres. (1 fallecido que se hallaba en Cádiz)

2º Batallón de Asturias. 643 hombres. (el primer comandante era Rafael de Riego) (sin fallecidos)

2º Batallón de América. 920 hombres. (4 fallecidos en Rota)

2º Batallón del Príncipe. 883 hombres. (20 fallecidos en Chiclana)

Batallón expedicionario de la Corona. 571 hombres (1 soldado fallecido en Jerez)

2º Batallón de Sevilla. 817 hombres. (sin fallecidos)

Destacamento de zapadores. 210 hombres. (1 subteniente y 1 zapador fallecidos en Puerto Santa María y 1 en la ermita de los Santos, Lazareto del gran campamento)

Compañía expedicionaria de obreros. 191 hombres. ( sin fallecidos)

Regimiento de Caballería de Farnesio Sexto de línea. 720 hombres. (1 cabo fallecido en Jerez)

Regimiento de caballería de Alcántara, séptimo de línea. 805 hombres. (sin fallecidos)

Escuadrón de dragones del General. 376 individuos. (sin fallecidos)

Regimiento del Rey, primero de caballería ligera. 817 hombres (sin fallecidos)



NOTAS 

(1) Codorniu y Ferreras, Manuel; “Historia de la salvación del ejército de ultramar de la fiebre amarilla”. 1820 

(2) Alcalá Galiano, Antonio María; “Apuntes para servir a la Historia del origen y alzamiento del ejercito destinado a ultramar en 1º de enero de 1820”. Madrid 1821.

lunes, 19 de noviembre de 2012

La aportación de Alcalá a la guerra anglo-española de 1779 y al tercer sitio de Gibraltar (II)


     En el mes de junio publicábamos una entrada sobre el ofrecimiento hecho por el ayuntamiento alcalaíno en 1780 para  usar las maderas de sus bosques en la construcción de buques para luchar contra Inglaterra. Hoy traemos un artículo relacionado con el tema, que publicó Fernando Toscano en la Revista de Apuntes Históricos en 1985 con el siguiente título:


OJEADA RETROSPECTIVA A NUESTROS ARBOLES


Fernando Toscano de Puelles 

     Nunca será vana la atención a la majestuosa y rica masa de nuestros árboles serranos. Nos caracterizan, nos dan salud y apoyo económico, engalanan la belleza reconocida del campo alcalaíno. Son como un desafío a los vientos, aireones de triunfo en las eminencias insólitas... Y todo eso, desde siempre. 

     Antiquísimo textos mencionan primitivos astilleros en las costas de nuestro extremo sur peninsular, antecedentes históricos de los actuales. ¿Proveerían a ellos nuestros entonces tupidos bosques, fecundos siempre en útiles especies fagéceas: alcornoques, encinas y quejigos, principalmente? Porque veremos que las distancias o desniveles no arredraron a las antiguos en circunstancias análogas. 

     La enorme arboleda, en rigor, ha disminuido notoriamente. Existen referencias vetustas que contrastan con realidades posteriores. Y a los beréberes, confinados en esas zonas forestales de montaña desde la conquista, se atribuyen sacas abusivas y constantes de las maderas de la zona del Algibe. 

     Pero hemos de ser justos, y reconocer que todos los pueblos aprecian sus espesos montes, que es preciso conjugar el instinto de conservación social con el derecho concreto y racional a servirse del bosque, lejos de la depredación de talas sin control por ilícita ganancia. Reconozcamos que “la devastación ha sido lenta y con fines de utilidad inmediata; ningún pueblo ha entrado en sus montes y ha echado abajo porque sí y por capricho. Las multitudes aman lo suyo como los individuos y lo conservan en tanto que la necesidad no les fuerza a consumirlo” (1). 

     Desde luego puede afirmarse que la legislación de los reconquistadores castellanos de nuestra zona protegía y valoraba (dentro de la mentalidad de los tiempos) la riqueza boscosa. El Rey don Alfonso el Sabio, que ganó Alcalá y lo repobló, resalta el deber del propio Monarca respecto a la tierra: "fazerla poblar de buena gente, e ante de los suyos que de los agenos, si los pudiere aver, assí como de Cavalleros, e de labradores, e de menestrales; e labrarla (...) o para pasturas de ganados, o para leña, o madera, o otras cosas semejantes que han menester los ornes. Otrosí deven mandar labrar las puentes e las calcadas, e allanar los pasos malos (...). E otrosí, que los árboles, ni las viñas, ni las otras cosas, de que los ornes biven, ni los corten, ni los quemen, ni los desarrayguen, ni los dañen de otra manera” (2). 


     Normas de buen gobierno que no siempre se atendieron, sobre todo en la etapa militar fronteriza hispano-musulmana. Con terrible frecuencia quedan consignadas en los documentos coetáneos las incursiones, algaras y «razzias» de uno y otro signo, uno de cuyos objetivos habituales era la tala de árboles y el prendimiento de fuegos para la destrucción de frutos y cosechas. Incluso en la paz, la deforestación no cesa. La construcción solía ser la causa más legítima, pues hasta casi nuestros días, no ya los muebles y útiles del campo, sino las mismas cubiertas eran leñosas, y las escaleras y tabiques de las casas: causa constante y natural de los frecuentes incendios en los poblados. Nada digamos de los incendios propiamente forestales, intencionados o no, plaga que lacera la misma actualidad del contorno. 

     Con todo, el factor decisivo en la disminución de las especies forestales ha sido entre nosotros el carboneo, tanto el planificado como el furtivo, fenómeno ahora amortiguado y capítulo económico importante en el pasado reciente de Alcalá que necesita un estudio objetivo y a fondo. 

     Pero volvamos a épocas más lejanas. Reciente la Reconquista, y en los límites del término, se plantean necesidades de labranza. Dominaba Ronda gran parte de esta serranía inmediata, pues incluso las tierras de los moriscos que primero quedaron en Cortes eran propiedad de aquella gran ciudad. Produciéndose así el hecho de que “los moros que bevian en Cortes no tenían tierras de pan senbrar que fuesen en particular dellos (...), e no solamente los dichos moros de Cortes, mas otros moros de la comarca se entremetían a romper las tierras del pasto común de la dicha cibdad (de Ronda), en que se fallará por verdad que desmontaron e cortaron e destruyeron más de seys mili alcornoques e enzinas e otros árboles para fazer tierras en que senbrasen», atajando Ronda al fin estas enormes cortas al concederles a los serranos «treinta caballerías de tierra en común vista la necesidad de ella” (3). 

     El aspecto acaso más original y simpático de la antigua utilización de nuestros árboles es su destino naval. Aunque la serranía se configura también como una gran reserva de pastos, atrayendo ganados de los pobladores cristianos, “junto con esto será la riqueza de sus bosques lo que la haga apetecible a sus vecinos en busca de dera de construcción, siendo constinuas las rivalidades a lo largo del siglo XV por este motivo” (4). Y no ya para las viviendas, aperos y puentes, sino para empresas cual la construcción naval, que requería los alcornocales, encinas y quejigos del término como dotados magníficamente para tal uso, gozando de antigua fama, y la zona entera, como importante centro exportador (5). Esa función proveedora perduró casi ininterrumpidamente, pues en el siglo XVI, en la lucha contra la piratería, “se rehabilitaron por impulso del mismo don Alvaro de Bazán, el gran almirante, los astilleros en las desembocaduras del Palmones y Guadarranque, y todos los elementos necesarios para la construcción y reparación de naves y galeras de gran porte, aprovechando las maderas de los frondosos bosques del interior. De ellos se extraían gigantescos pinos que se empleaban en las arboladuras sin empalmes de un solo árbol” (6) 


     Prueba la tradicional estima de estos plantíos la Ordenanza de don Fernando VI de 1748 "para la conservación y aumento de los montes de Marina", que recoge la obligación oficial de cuidar “robles, alcornoques, encinas y carrascas» de la jurisdicción de Alcalá de los Gazules, entre otras, "observando las reglas para los plantíos, cría y aumento de estos árboles, por la proximidad con que sus maderas pueden conducirse a los puertos de sus jurisdicciones”. Esta preceptiva fue ratificada en la Novísima Recopilación promulgada por el Rey don Carlos IV en 1805 (6). Bueno será advertir que el Ayuntamiento es propietario de sus Montes por compra que hizo de ellos a la Corona, según lo tiene reconocido la Real Orden de 20 de julio de 1829 del Secretario de Despacho de Gracia y Justicia, inserta en expediente conservado en el Archivo Municipal (7)

     Cuando los ímpetus de los Reyes y la capacidad de los gobernantes abordaron en el siglo XVIII el rearme naval de España, halló a nuestro pueblo presto en el aporte de sus fuertes vuelos serranos. Declarada la guerra para el recobro de Menorca y Gibraltar, a la adhesión del pueblo siguieron decisiones concretas. Consta en el acta capitular de 16 de enero de 1780, que don Juan Díaz de Vega, Regidor Decano en funciones de Corregidor, propuso se ofreciesen al Rey “las catorce dehesas que en su término como suyas tiene esta Villa, por ser éstas y sus arboledas las más apropósito para construcción y composición de los Reales Bajeles y por estar más próximas al Real Arsenal de La Carraca, al Campo y Sitio de la Plaza de Gibraltar y de las Villas de Puerto Real, Chiclana y Ciudad de Cádiz, y que asimismo se brindasen al Rey no sólo todo lo sobrante de los Propios de esta misma Villa, sino también la vida y haciendas de todos y cada uno de sus habitantes”. 

     Acuerdo revelador del patriotismo y del entusiasmo despertado por las medidas guerreras frente a Gibraltar, en un tiempo en que la población misma era frecuentemente transitada por tropas que arribaban al Sitio, a las cuales se facilitaba alojamiento, bagajes y todos los socorros del caso. La respuesta a tanta generosidad queda recogida en los Libros Capitulares, donde se inserta la siguiente carta del Ministro Conde de Floridablanca, desde El Pardo, a 5 de febrero: 

“El Rei N.S. ha oido con mucha satisfacción la noticia del respetuoso ofrecimiento de Vms, se ha dignado de aplaudir su loable celo patriótico, y asimismo el amor que manifiestan profesar a su Real Persona, y ha expresado que quandolas actuales circunstancias lo exijan se valdría S.M. de la buena disposición de Vms. Se lo participo haciendo por mi parte todo el parecio de esta demostración y rogando a Dios guarde sus vidas muchos años. El Pardo a 5 de Febrero de 1780. El Conde de Floridablanca. Sres. Justicia y Regimiento de la M. N. y M. L. Villa de Alcalá de los Gazules” (8). 


     El ofrecimiento no fue vano. Inmediatamente se menciona que el Caballero Oficial don Julián Sánchez Boort estudia la selección de árboles útiles a la Armada, dando ocasión a nuevos gestos de consideración por el Gobierno y de hidalgo desprendimiento por el Municipio, pues pidiendo el Oficial que se designe representante del Concejo en dicha extracción y justiprecio de maderas, el Ayuntamiento acordó “que no se interese cosa alguna por las que necesite cortar el Rey Nuestro Señor y que antes bien la parte de S.M. y en su nombre dicho Comisionado Oficial para dicha cortada, use desde luego de todas las maderas que haya útiles en los referidos montes”. 

     Ya en 6 de abril se efectúan los trabajos de la corta de quejigos para los barcos, acordando el Cabildo dejar constancia de “la honra que esta Villa ha debido al Rey N.S. en haber admitido las referidas maderas sin interés alguno, por lo que en su nombre se den las debidas gracias a S.M. (que Dios guarde)”. 

     Son estas páginas gloriosas, y poco conocidas, de nuestra historia, pero no las únicas al respecto, ya que de nuevo se hizo análogo ofrecimiento en 1793, en la guerra contra la regicida Asamblea de Francia, conservándose expediente especial con carta original del conde de la Alcudia (Godoy), de 8 de junio, agradeciendo en nombre del Rey la oferta de Montes, baldíos y acciones que había hecho el Ayuntamiento de Alcalá. Estos gestos originaron un habitual transporte de maderas por nuestro territorio, y su práctica ha dejado la gloriosa memoria del “Carril de la Maestranza”, aún subsistente. Quién sabe si buques españoles de maderas alcalaínas fueron los decisivos en la reconquista de Menorca y los más heroicos en la gesta de Trafalgar... Gran parte de nuestro arbolado, asentado en suelo de particulares o de propios, conserva todavía aquella gloriosa servidumbre de que sea público su “vuelo”, es decir, sus árboles, reservados y clasificados por los servicios reguladores del Estado, hoy Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). Desde “el enorme quejigo de la Sierra del Aljibe, que sirvió para hacer los mástiles de las fragatas reales de la Carraca hasta el alcornocal del que sólo Alcalá de los Gazules cosecha 11.000 hectáreas” (9), el monte pertenece a las raíces locales. 


     Incluso localizamos un dato que revela una más moderna vinculación de los grandes conjuntos forestales y nuestro pueblo, esta vez representado en la insigne figura del gran jurisconsulto Pedro Sainz de Andino, cuyo Bicentenario está en puertas: cuando el Gobierno moderado de González Bravo, en 1844, se propuso remediar la decadencia notoria en que se encontraban los montes públicos, acudió a la capacidad casi inagotable del ilustre hijo de Alcalá, encargándole la formación de las disposiciones conducentes a conseguir tal efecto. Sainz, una vez más, proporcionó a la Administración del Estado las bases más urgentes de la necesaria política forestal, en orden a su régimen, conservación y mejora, normas encaminadas a las rectificaciones de las Ordenanzas de montes de 1833, entonces vigentes. 

     Ojalá un día sea realidad ese Parque Nacional del Algibe, conjunto de formaciones vegetales con gran variedad de plantas y adornado también con numerosos paisajes notables por su belleza natural. Sería la salvaguarda definitiva de una riqueza única (ya que el alcornocal es casi en exclusiva variedad de esta tierra), y la garantía de su mejor y más íntegro disfrute científico y recreativo 

NOTAS 

(1) Andrés Giménez Soler; “El problema de la variación del clima...”, Universidad de Zaragoza, 1922. 

(2) “Las Siete Partidas”, Partida II, título XII, leyes I y III. 

(3) Archivo General de Simancas, Cámara-Pueblos, legajo 16. 

(4) Manuel Acien Almanza; “Ronda y su Serranía en tiempo de los Reyes Católicos”. Tomo I, Málaga 1979, página 42. 

(5) M. Lombard; "Arsenaux et bois de marine dans la Mediterranée musulmane (VIII-Xle.siecles)", "Deuxiéme Colloque International d'Histoire Maritime"  , Paris 1958, pp. 53s. 

(6) Los Barrios. Colección “Los pueblos de la provincia de Cádiz”, dirigida por Ramón Corzo, 1984, pagina 41. 

(7) La “Ordenanza” se data en Buen Retiro, 31 de enero de 1748, en la Novisima Recopilación se incorpora al Libro VII, título XXIV, ley XXII (número 69). 

(8) Libro Capitular de Alcalá de los Gazules de 1780, al folio 18. 

(9) VI Jornadas Literarias. Por la Provincia de Cádiz, pagina, I.

viernes, 16 de noviembre de 2012

La efímera carrera taurina del Gran Potoco de Alcalá


Ismael Almagro Montes de Oca

     El Gran Potoco de Alcalá fue una de esos personajes “especiales” que han alcanzado la gloria de la inmortalidad en la memoria colectiva de nuestro pueblo. 

     Potoco vino al mundo como Ildefonso Delgado Chacón un 20 de abril de 1878 y desde pequeño dio muestras de ser una persona singular, viviendo entre los límites de la cordura y la locura, fascinado sobre todo por el mundo del toreo. 

     Fue un buscavidas, trabajando de contrabandista con perros amaestrados y muy hábil tallando figuras con su navaja, la misma que utilizaba para estampar su firma en los árboles de las veredas por donde pasaba: “El Gran Potoco de Alcalá”

     Este Quijote del Sur fue alimentando su locura, no con libros de caballerías, sino con crónicas taurinas y recortes de periódicos de faenas de toreros. 

Ildefonso Delgado Chacón

     Pero lo cierto es que Potoco tuvo su oportunidad como novillero en Alcalá. El periódico El Noticiero Gaditano recoge en la página 2 de su número 206 editado el 5 de julio de 1920 lo siguiente: 

“De Alcalá de los Gazules 

NOVILLADA 

Para el 25 del actual, festividad del Apostol Santiago, se celebrará en esta plaza de toros una novillada en la que habrán de lidiar seis novillos de una acreditada ganadería de la localidad, los novilleros Enrique González Moyano, de la Línea, y Alfonso Delgado Chacón (Alcalareño). 

Existe gran animación para esta corrida, pues hay grandes deseos de ver torear a nuestro paisano Alcalareño, de quien aseguran los que le han visto que es un excelente torero de inmejorable estilo.” 

     Por fin Potoco podría demostrar a sus paisanos el arte del que alardeaba y presumía. 

     Sin embargo, llegó el día de la corrida y Potoco salió de su mundo imaginario de pases magistrales para chocar cruelmente con la cruda realidad: 

“De Alcalá de los Gazules 

NOVILLADA 

Con regular entrada en la sombra y bastante floja en el sol verificose ayer la anunciada novillada, en la que actuaron de matadores Moyano, de la Línea y nuestro paisano el Alcalareño. 

Los cuatro novillos de capea de la ganadería de Gallego cumplieron. Los dos últimos de muerte de la ganadería de Candón fueron muy bravos. 

Moyano estuvo toda la tarde muy trabajador, sobresaliendo en un molinete y matando el toro que le correspondió de un pinchazo y una estocada. 

La decepción grande, el desengaño mayúsculo nos lo dio el Alcalareño. 

No hizo completamente nada, pues en toda la tarde no salió del burladero. 

Cuando le llegó la hora de matar después de un brindis muy lucido, le pareció el toro tan inmensamente grande que en toda la plaza no encontraba sitio a propósito, para pasarlo de muleta, por lo cual después de recibir un aviso sin haberse aun acercado al toro, tuvo que entregar muleta y estoque al banderillero Ildefonso Jordán, que pinchó varias veces en buen sitio, tirándose bien y con valentía hasta que dobló el toro de un pinchazo hondo. 

Bregando y banderilleando también estuvo muy bien este muchacho. 

Varita estuvo como siempre: banderilleando muy bien y bregando superior.” (1) 



     Aquel día, de golpe, acabó la carrera del “Alcalareño”, de aquel aspirante a torero, para convertirse definitivamente en el bufón tragicómico por el que será recordado: “el Gran Potoco de Alcalá”. 

Potoco (2º por la derecha)  en la Plaza de toros de Alcalá


NOTAS 

(1) El Noticiero Gaditano, diario de información y de intervención política. Página 3 del número 222. Año II. 27 de julio de 1920.

lunes, 12 de noviembre de 2012

El Castillo de Alcalá (III)




Muro central 

     Desde los primeros momentos en los que se estaba excavando por debajo de la primera planta se observaron trazas de un grueso muro central. Sin embargo, su conservación era bastante deficitaria. Sus dimensiones se han podido conocer gracias a que conserva el zócalo sobre el que se apoyaba el resto del desarrollo del muro. De este modo, podemos afirmar que se trata de un muro medianero de unos 11 metros de largo por 1,30 metros de ancho, conservando una altura media de 100 cm, aunque en el extremo sureste esta altura está próxima a los 200 cm. La composición del muro es mixta: el arranque (100 cm) es de mampostería y ladrillos, y el resto es de tapial, el cual prácticamente no se conserva, excepto en el extremo noroeste. La función de este estructura era la de dividir en dos el espacio de la planta baja, así como servir de carga del primer piso. 

     El muro de tapial estaba construido a base de tapias o lawh, los cuales solían tener en torno a los 0,80 y 0,85 metros de altura y una anchura no superior a los 2 ó 2,20 metros. La mezcla básica lo forman cantos, arena y cal colada, pero también hallamos fragmentos de cerámica y madera. 

     En el muro central y, en general, en el castillo de Alcalá se utilizó la fábrica mixta en vertical, es decir, tapial por dentro y mampostería en el exterior. Esta técnica está documentada también en el castillo de Almonaster y en el de Gibraleón en Huelva, y fuera de Andalucía en Pla d’Almatá (Lérida), en la alcazaba almorávide de Marrakech, etc. (PAVÓN, 1996:54). 

Detalle del muro central

Pilares y arcos 

     Todas las estructuras formadas por pilares y arcos se localizan en la mitad sur de la planta baja, formando una arcada sobre pilares, nuevamente formada por materiales mixtos de piedras, tapial y ladrillos. Los arcos no descansan sobre el muro central, sino sobre pilares adosados al muro, igual que sobre la pared de la torre. Su función era la de sostener el primer piso y permitir el desarrollo de la cubierta de la planta baja, en la que, no observándose huellas de haber sido realizada con materiales pétreos, nos inclinamos a pensar que el forjado y pavimento del piso superior se resolvió a base de vigas y tableros de madera. 

     Los arcos descubiertos en la planta baja son apuntados, y como ya ha sido señalado, alternan la piedra y el ladrillo, dándole a la estructura mayor ligereza. Así, atendiendo a su morfología y técnica constructiva, es, junto al empleo de la tábiya o tapial, el elemento estructural que con mayor nitidez se aproxima al estilo de construcción musulmana. El tapial se utilizó para cubrir el trasdós y, de ese modo, se conseguía un plano sobre el que descansaba el forjado de la primera planta. No se ha hallado resto alguno de decoración mural en el espacio excavado, sin embargo, no se descarta su conservación en otro lugar, ya que sí se ha observado abundantes restos de estuco desprendido de las paredes y algún pequeño resto aún adherido. 

     En general, el estado de conservación de la arcada es desigual, aunque predomina la mala conservación; pero sobre todo es delicada, porque, a la presión de escombros que ha debido soportar, hay que sumar el que las jambas situadas junto al muro de la torre presentan un adosado defectuoso. 

Arco situado en la planta baja

Pesebre 

     En el ala norte de la planta baja se localizó un pesebre adosado al muro noreste. El estado de conservación es regular, ya que en su construcción domina el mortero en donde se ha empleado la tierra con algo de cal para la cohesión de la mezcla, lo que la hace muy deleznable. Su construcción se sitúa en una cota muy alta respecto al nivel original de la planta baja. Esto se debe a que dicho pesebre no es contemporáneo a la construcción en la que se ubica, siendo muy posterior. A juzgar por los elementos materiales hallados, sobre todo tres monedas, habría que darle una cronología en torno al siglo XVII. 

     Formando parte del pesebre destaca, por su singularidad, unos huesos largos empotrados en el muro de la torre por encima de la estructura. La función es conocida, ya que también se ha documentado en Medina Sidonia, servían para amarrar al comedero a los animales. 

Pavimento del pesebre 

     Formando parte del pesebre se ha excavado también un pavimento de cantos rodados encajados en el suelo, es decir, no presentan ninguna mezcla que los una. Su conservación es regular y desigual, aunque perfectamente apreciable. Destaca en toda la superficie del pavimento una potente capa de cenizas (aproximadamente 20-30 cm), procedente de la combustión del techo de madera de este espacio destinado hasta los últimos momentos de uso a cuadra. 

Escalera 

      Se trata de una escalera que en principio conecta la planta baja con el primer piso y que se localiza en el ala norte en el extremo oeste. Su excavación no está completada, ya que se ha quedado en la cota del pavimento del pesebre. La tendencia que sigue es de escalera de caracol, es decir, justo hasta donde se ha excavado inicia un giro angular de 90º. El principal interés radica en determinar donde inicia su ascenso, en la planta baja o en un nivel inferior aún no conocido. 

Pilar 

     Un elemento estructural que ha presentado especiales problemas durante los trabajos ha sido un pilar mixto de mortero y ladrillo. Se localiza próximo al muro sureste, y la sección trasversal es de cruz griega. Conserva unos 300 cm de altura y un buzamiento en dirección sur que nos ha hecho temer por su estabilidad, teniendo que adoptar medidas de apuntalamiento para la contención del pilar. Hemos podido comprobar que procede de la primera planta, aunque se encuentra a unos 50 cm por debajo del pavimento. De cualquier modo, su conservación era necesaria, tanto por la propia estructura como por el hallazgo en una de las caras de restos de pintura geométrica sobre el estucado, pero, al mismo tiempo, el desarrollo de las excavaciones imponía su traslado. 

Excavación del pilar

     La forma geométrica de la pintura responde a una estrella, de la que se observan tres puntas, así como una línea vertical y otra horizontal. La decoración es más compleja, pero estas son las líneas básicas que mejor se conservan. Los colores se encuentran entre los ocres, desde el tono rojizo al amarillento. Las referencias con la tabla Munsell son: 10R-3/6 y 2.5Y-8/8. Parece corresponder con la decoración típica de los entablamentos mudéjares, la conocida como técnica de lacería. El fragmento conservado es más bien escaso, pero nos indica, junto con otros restos de revestimiento y un fragmento de moldura conservada in situ, el cuidado acabado interior de la construcción. 

     Las dimensiones aproximadas del espacio pintado son 60x45 cm. El estado de conservación era muy deficiente, y amenazaba con desprenderse el estuco de la pared, ya que bajo el soporte de la pintura habían penetrado raíces. Como medida preventiva se aplicó consolidante Paraloid diluido al 5% y aplicado en varias capas. Con esta situación fue imprescindible la actuación de restaurador, que procedió al arranque del panel de estuco decorado y colocación en otro soporte que asegura su perfecta conservación y posible puesta en valor futura. Aún así, trasladar el pilar resultaba técnicamente muy difícil. De hecho, parte del tapial hubo de ser retirado, pero debido al gran interés del material utilizado en su composición, este tapial se ha conservado para ser cribado. Mientras se procedía a desmontarlo, se ha recuperado un material muy interesante. Destacan una serie de fragmentos de madera y algunos restos de cerámica muy significativa. Por fin, tras varios intentos hubo que hacer una serie de particiones del pilar, dejando prevista su reconstrucción posterior. 

Detalle de la pintura mural