sábado, 30 de marzo de 2019

La restauración de la Iglesia de la Victoria: la historia se repite (I)


Artículo publicado en el Boletín Digital 
de la Cofradía del Nazareno de Alcalá de los Gazules 
Cuaresma 2019

Ismael Almagro Montes de Oca 


       Prácticamente todo el mundo conoce las noticias sobre el estado de conservación de la techumbre de la Iglesia de la Victoria, pero quizás no todos seamos conscientes de nos encontramos ante una situación crítica, que llevará irremediablemente al cierre del templo que alberga nuestra Cofradía por motivos de seguridad en un muy breve periodo de tiempo, apenas unos meses. 

       Esta situación, por desgracia, no es nueva, ya que la Historia se repite. La Iglesia de la Victoria, desde que se inaugurara hace más de tres siglos, ha visto en varias ocasiones peligrar su integridad. Sufrió los efectos del famoso terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, que hizo rajarse los muros de la misma. Pero será en el siglo XIX, a partir de 1835 tras la marcha de los frailes mínimos que tanto se preocuparon por mantenerla en las mejores condiciones que sus posibilidades les permitían, cuando el estado de conservación empeore, hasta el punto de que en 1864 la Cofradía del Nazareno tuvo que trasladarse con sus Imágenes y enseres a la Parroquia, al cerrarse al culto la Victoria para ser restaurada. Con todo, esta restauración no impidió que el estado de la Iglesia continuara degradándose y apenas veinte años después, en 1884, nuestra Cofradía se vio obligada a trasladarse nuevamente hasta la Parroquia, lugar en el que a partir de entonces desarrolla su vida cofrade hasta la reinauguración de su bicentenaria sede. Así, por ejemplo, en 1885 la función de Nuestro Padre Jesús Nazareno en los tres días de Pascua, el tradicional Triduo, se celebrará “en la Iglesia Mayor, por no poder hacerlo como los años anteriores en la Victoria por su mal estado.”[1] 

      Conviene aclarar que si bien la Cofradía abandonó la Iglesia, el cura párroco siguió celebrando misa en la Victoria algún tiempo más, puesto que en el mes de septiembre, ante un requerimiento que se le hizo llegar desde el ayuntamiento alcalaíno sobre el estado de ruina, quiso restar importancia al asunto, dando una respuesta sobre el estado del edificio que hoy nos parece cuanto menos que increíble: 

“…ha trasladado su consulta al Obispo su Sor, y que mientras no resuelva S. I. (Su Ilustrísima) seguirá celebrando misa en el ruinoso convento de la Victoria porque este no puede desplomarse mientras los Stos (Santos) esten dentro.”[2] 



      Varios meses más tarde, el 12 de septiembre, el alcalde envía al Arcipreste un nuevo oficio instándole a que no oficie misas ni actos públicos en la Iglesia de la Victoria por estar denunciado su estado de ruina. Francisco de Paula Castro hizo llegar dicho oficio al Obispo, a la vez que comunicó al alcalde una serie de apreciaciones sobre los trabajos de reparación llevados a cabo en la Iglesia: 

“1º Que el peligro inminente de ruina que amenazaba dicha Iglesia se impidió con la reparación que el hizo el Maestro de Obras, Sr. Salazar, haciendo montar sobre arcos la armadura del tejado que por el desnivel de la pared apenas en ella tenía descanso. 

2º Que la parte peligrosa estaba en la pared contigua al Coro de la referida Iglesia por el empuje que este le hacía, y que una vez apuntalado convenientemente dejó de ejercer toda presión perjudicial. 

3º Localizado el peligro en la parte citada no ofrecía temor alguno de que continuara, como antes de cerrarse la Iglesia, reservado el Augusto Sacramento en el Sagrario de la misma y se celebraran en él Misas de renovación.” 



      Asimismo, ante el ruego por parte del regidor de que trasládese los cultos a la cercana iglesia de la Soledad, el Arcipreste alegó que: 

“4º La Ermita de la Soledad, como U. podrá reconocer, no tiene condiciones para la reserva del Smo. Sacramento ni local donde habitar puedan los que deben velar por su custodia y acudir con presteza al llamamiento de los fieles para su administración, y de continuar como hasta aquí en la susodicha Iglesia seria entonces la Parroquia el único punto de administración de Sacramentos, lo cual cedería en perjuicio de los fieles por la particular situación de esta localidad.” 

       Finalmente, le informó que la Victoria no estaba en ruinas, según apreciación hecha por el Arquitecto provincial: 

“Si no son bastantes las consideraciones expuestas para calmar la ansiedad de V. en favor de sus administrados, con tal motivo, le añadire que el Sr. Arquitecto Provincial aseguró no ofrecía peligro alguno la repetida Iglesia mientras no ocurriera algún nuevo incidente y hasta la fecha no sé que haya tenido lugar.”[3]

      Al año siguiente, las autoridades locales, conscientes del peligro que suponía para los vecinos colindantes, dieron cuenta al gobernador civil, quien autorizó al alcalde a tomar cuantas medidas creyese convenientes para evitar los daños, al mismo tiempo que pidió al Obispo que resolviera con urgencia la situación.[4]  Efectivamente, el Obispo decide intervenir y a primeros de diciembre, autoriza al Cura Arcipreste “para que proceda al derribo de la Victoria abonando sus costos de los fondos de fábrica.”[5] Tenemos aquí un dato novedoso, pues hasta ahora se desconocía que se autorizó la demolición de la Victoria, corriendo además la Iglesia con los gastos del derribo. Por suerte para nosotros, el proceso de demolición que debía ejecutar el estamento eclesial no se llevó a cabo, denunciando el alcalde públicamente en abril de 1887 el estado de abandono del edificio: 

Exconvento.- El Alcalde de Alcalá de los Gazules ha vuelto a llamar la atención de la superior autoridad sobre el estado de ruina en que se encuentra el exconvento de la Victoria de dicha ciudad, el cual amenaza derrumbarse de un momento a otro.”[6] 

      Ante estas quejas, el gobernador civil pide al alcalde el expediente instruido referente al derribo de la Victoria.[7]  El 21 de abril, desde el ayuntamiento, se le expuso una relación detallada de los daños apreciables en la estructura del edificio: 

“Que el inminente peligro en que se encuentra la Iglesia del repetido exconvento reclama de todo punto su demolición, puesto que los muros laterales de dicho edificio especialmente desde el crucero, tienen ya un desnivel que no se concibe como no se hayan caído mucho mas con los temporales de este pasado invierno, pero que precisamente por estas causas tendrá que ocurrir de un momento a otro, cuya caída violenta causará daños de una gran consideración a los edificios contiguos y será muy probable cause desgracias en las muchas personas que los viven, pues no tienen donde refugiarse, no obstante, habérseles mandado desalojarlos, como se justifica por las diligencias practicadas al intento.”[8] 

      Asimismo, se quejan de la poca colaboración de la autoridad eclesiástica, que se había limitado “a derribar parte de la bóveda que en nada aminoró el peligro” 

      Pero es que además, explican las verdaderas razones del por qué no se derribó la Iglesia: 

“Esta Corporación…hubiera procedido a su demolición en virtud de lo que la Ley determina; pero la carencia de recursos por un lado y por otro no contar con maderaje para el apuntalamiento de un edificio que tiene más de catorce metros de altura, cuyos gastos no pueden sufragarse a cambio de los materiales que la obra dejara, pues es tapia y ladrillos, son únicas causas de no haberlo verificado” 

      En el mismo escrito, los regidores alcalaínos volvían a advertir del peligro que suponía mantener el edificio en pie: “…sin que por esto deje de reclamar se lleve a debido efecto para evitar una catástrofe que traerá consigo el luto y desolación para una porción de familias que por su calidad de pobres no pueden trasladarse a otros puntos, sino vivir en las casas que rodean a dicha Iglesia.” 

       Sin embargo, a pesar de estas muestras de interés, pasado más de año y medio, nada se había hecho al respecto, volviendo el alcalde a denunciar la situación en la prensa[9]  y aún más, en 1892 son los vecinos los que elevan una queja ante el gobernador civil por el estado de inminente ruina.[10] 

   

NOTAS

[1]  Archivo de la Cofradía del Nazareno. Libro 3º de actas. Sesión del 22 de marzo de 1885 folio 43 vuelto. 

[2] Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules. Registro de entrada de documentos. Libro 132 folio 135. Instancia del 14 de septiembre.

[3] AMAG. Correspondencia y comunicaciones 1885-1886 Legajo 78. Instancia del 14 de septiembre   

[4] AMAG. Registro entrada documentos. Libro 133 folio 56 y 57. Instancia de 29 noviembre 1886 

[5]  Ib. Libro 133 folio 57. Instancia del 1 diciembre 1886 

[6]  Edición del 17 de marzo de del periódico jerezano “El Guadalete” Año XXXIII Número 9505 pag 2 

[7]  AMAG. Registro entrada documentos. Libro 133 16 abril 1887 folio 111 

[8]  AMAG. Libro actas sesiones Ayto. pleno. Libro 1. folio 171 y vto. Sesión 21 abril 1887 

[9]  El 28 de diciembre de 1888 el periódico “La correspondencia de España” se hace eco de las quejas del alcalde al gobernador 

[10]  Edición del 21 de enero de 1892 de “El Guadalete” Año XXXVIII Número 10990 pág. 2 

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