Porque será preciso a este joven admirado y admirable el dejar pronto nuestro pueblo y «su» pueblo, donde encontró su vida infantil ese calor de acogida propio de los alcalaínos: con todo, al marchar, le han de quedar la memoria y la grata impresión propias de aquel “pasado conocimiento y vecindad que pone obligación a los buenos” (23).
Así, “apenas tenía Juan de Ribera los doce años de su edad -dice el citado hagiógrafo-, cuando se resolvió su padre enviarlo a Salamanca”, adonde llegó lleno de virtudes, según el puntual testimonio de don Pedro de Castro, Arzobispo de Granada, “el qual, habiéndole escrito nuestro Juan (hallándose recién entrado Obispo en la Ciudad de Badajoz), le diese su gran cordura algunas advertencias para su gobierno, le respondió: Eso, Ilmo. Señor, es lo que deseo saber de V.S. Ilma., porque guando yo me hallaba Pasante en Salamanca, ya V.I. Ilma. vino Santo a estudiar en ella”.
De Alcalá, el niño pasó primero a Sevilla, para perfeccionar su aprendizaje, obteniendo en 1536, del Nuncio, la oportuna dispensa para tonsurarse, además de recibir dos beneficios, aunque uno tuviese cura de almas. (29) En 1544 llega por fin a Salamanca, con un Mayordomo y seis criados; allí tuvo por maestros a los preclaros Melchor Cano y Domingo de Soto, entre tantos insignes ingenios de aquella sede sapientísima.
Interesa a los alcalaínos el dato del Beneficio por cuyo título estudió y se ordenó sacerdote San Juan de Ribera, pues dicho Beneficio era de naturaleza local. Lo dice Hernández Parrales, remitiendo a los antiguos biógrafos del Santo, fray Juan Ximénez y fray Vicente Castrillo: “El día 7 de mayo de 1557, el joven Juan de Ribera fue ordenado de Presbítero, a título de un beneficio o capellanía que su familia fundara en Alcalá de los Gazules y que radicaba en Sevilla...” (25)
¿Qué Beneficio es este? No se sabe con exactitud, pero conviene recordar los diez Beneficios parroquiales que obtuvo don Fadrique Enríquez de Ribera -tío del Santo- para la Iglesia Mayor de San Jorge, según Bula pontificia de 2 de enero de 1524. Además, consta que fueron fundaciones del Duque varias Capellanías, dotándolas de rentas perpetuas y con obligaciones específicas:
- Una de 24 ducados para la celebración de 66 misas en días de fiesta en la desaparecida iglesia de San Vicente.
- Otra de 264 reales y 24 maravedís, con la misma obligación.
- Otra de 264 reales, con igual obligación, pero en la también extinguida iglesia de San Ildefonso.
Capa pluvial realizada en 1599 que usó San Juan de Ribera para presidir el matrimonio de Felipe III en la catedral de Valencia |
En aquella época, los clérigos Capellanes se llamaron así por ser dotados para servir las Capillas particulares de las iglesias, en las cuáles Capillas servían en exclusividad. En ocasiones, los servidores de las Capillas eran Beneficiados o clérigos parroquiales, y entonces los Capellanes asistían o ejercían por aquéllos. De que proviene llamar dichos Beneficios simples servideros: simples, por cuanto quedó libre en los propietarios el servirlos o no por sí; y servideros, por cuanto por sí o por otros debían servir los Beneficios y funciones. Por la administración de Sacramentos y el servicio beneficial comenzarían a llamarse Curas Beneficiados; más tarde se separó del Beneficio la cura parroquial, con su Cura y Tenientes de Cura (26). La Prestamera es beneficio simple con renta en parte de los diezmos; eran cargas a levantar por las Fábricas parroquiales. Se trataba de la cuota proporcional con que se subvenían los gastos de viaje, estancia y grado de los clérigos que ofrecían grandes esperanzas, sobre todo cuando concurrían a Estudios Generales o Universidades,
Por lo demás, el Duque don Perafán podía disponer de varios beneficios en su tierra por concesión apostólica, según contesta a comienzos de 1561 a su hijo don Juan, que pedía poderes para proveerlos: “No hay para qué embiaros el poder que pedís para prover los beneficios de mi tierra, porque no me pareció usar de la gracia que su Sanctitud me concedía”. En cambio, de otros beneficios que poseía por derecho de patronato, ya había dado licencia y poder al Santo para que éste pueda proveerlos en quien quisiere, pues el Duque añadía en su respuesta: “y ya vos lo tenéis para prover los de mi patronazgo”. (27)
A la vista de lo anterior, conceptuamos adecuada y grata la instalación presidiendo el coro parroquial y Beneficial, de la imagencita de San Juan de Ribera (28), Compatrono del Clero secular español, con San Juan de Ávila.
Nombrado don Juan de Ribera en 1562 para el obispado de Badajoz (que ocupó hasta 1568), su padre don Perafán, entonces Virrey de Nápoles, le escribe, lo que Robres llama, unos «Avisos de buen gobierno», documento de gran importancia porque tienen alcance personal e histórico; son “instrucciones en las que pone de manifiesto las cualidades que deben brillar en un obispo reformado, en un prelado ejemplar, según él bien entendía” (29). En dicho escrito muestra el duque de Alcalá su amor de padre, más también el espíritu austero del prócer y los sensatos criterios del gobernante. Son dignas de subrayarse las exhortaciones a la responsabilidad apostólica, la redoblada solicitud por los pobres, los rasgos trentinos de la residencia y de la visita pastoral, etc. pero destacaríamos, a nuestros propósitos centrados en la relación padre-hijo, que por dos veces se hacen referencias a los consejos también dados por el hijo al padre, para el régimen personal del Virrey y para su acción política en el Virreinato. Existe, pues, una intercomunicación espiritual, íntima y fecunda.
El programa espiritual fue realizado a conciencia. Pero no menos el plan de actividades pastorales que se trazó. Durante su pontificado -que fue aceptado por obediencia a la santa Sede- dictó a los prelados del Concilio de Compostela la reforma episcopal. Personalmente, San Juan de Ribera administraba en persona los Sacramentos y en ocasiones llevaba el Santo Viático. Celebró dos Sínodos, dos visitas pastorales y dos misiones. Estas últimas con la asistencia del Beato Juan de Ávila. Fray Luis de Granada le dedicó la «Vida del maestro Ávila», porque le consideraba modelo de predicador apostólico.
“Desde que fue obispo, todos los frutos de la Mitra pasaban íntegramente a los pobres, porque sus gastos eran pagados por sus próximos familiares” (30). Su posterior traslado a Valencia le permitirá acrecentar energías espirituales adecuadas a tan ilustre ciudad. Entonces dará alas a su amor por los religiosos y, especialmente, las religiosas de clausura. Hablando del Arzobispado valenciano y de San Juan de Ribera, se ha escrito: “Sólo en esta diócesis, sin contar las de Segorbe y Orihuela se fundaron muy cerca de cuarenta conventos religiosos y monjas, todos protegidos por el piadoso prelado” (31).
Había una atmósfera de espiritualidad que interpretaba al pie de la letra el ideal paulino de llevar una vida «oculta en Dios con Jesucristo» (Colosenses, 3.3).
Había una atmósfera de espiritualidad que interpretaba al pie de la letra el ideal paulino de llevar una vida «oculta en Dios con Jesucristo» (Colosenses, 3.3).
NOTAS
(23) Así dijo Melibea en la Tragicomedia de Fernando de Rojas.
(24) Consta en el proceso canónico: Suma. 48. página 389: véase Ramón Robres Lluch, op. cit.; página 13.
(25) Antonio Hernández Parrales, en su obra con Joaquín González Moreno, El Beato Ribera y la Casa de Pilotos: Sevilla. 1960, página 15. Remite a Juan Ximénez, mínimo, Vida del venerable Juan de Ribera; 1734; y a Vicente Castrillo, mínimo. Vita del B. Giovanni de Ribera... impresa en 1797. Los mismos datos en Antonio María de Fuelles, El Beato Juan de Ribera (1532-1611), en Diario de Cádiz. 12 de junio de 1960.
(26) La unión de un Beneficio a otra institución reservaba a ésta el nombramiento y presentación: la Institución percibía la grasa de lo que corresponde de Diezmo, y los servidores las obenciones personales y pie de altar.
(27) Ramón Robres Lluch, op. cit.; página 44.
(28) De la que se ha publicado que se realizó cuando fue declarado Beato, en 1796, y que procede de la extinguida Iglesia de Santo Domingo: datos y foto en La información del Lunes, Cádiz, 6 de junio de 1960.
(29) Véase Ramón Robres Lluch. op. cit. páginas 53-54. El escrito lo toma Robres de la obra del confesor del Santo: Francisco Escrivá S. I. Vida del Venerable Siervo de Dios don Juan de Ribera...; Roma 1696, páginas 40-44. A su vez, dichos “Avisos....” se reproducen íntegros en F. Toscano de Fuelles, Las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia en Alcalá de los Gazules, Chiclana. 1992, páginas 91-92.
(30) Joaquín González Moreno, en ABC. Sevilla, número dedicado a San Juan de Ribera con motivo de su canonización.
(31) Vicente González. La personalidad artística del beato Juan de Ribera: Valencia 1948, página 31.
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