viernes, 31 de octubre de 2014

Verdades y mentiras en torno al Bronce de Lascuta (II)



     La siguiente incógnita es la del comprador del Bronce, ya que, como hemos visto anteriormente, en unos sitios se le menciona como Lazesky, Lazersky, o Zalesky e incluso en el tomo II de la obra de Antonio Delgado Hernández “Nuevo método de clasificación de las medallas autónomas de España” se le denomina Lazescki. Por si fuera poco, tampoco está nada claro ni la profesión ni la nacionalidad del enigmático comprador, como veremos a continuación. 

      Para resolver estas dudas, acudí a las Actas de las reuniones de la Academia de Inscripciones y Bellas Letras, lugar donde fue presentado el Bronce el 30 de agosto de 1867 (3) y donde se recoge: “M. Ladislas Lazeski communique à l’Academie une tessère en bronze…”. Queda claro aquí el verdadero nombre del comprador, estando equivocadas todas las reseñas que he descrito, tanto de la Revista de Bellas Artes, que lo denomina Zalesky, como los posteriores estudios sobre el mismo en que se le nombra Lazesky o Lazersky. 

       Tampoco hay unanimidad sobre la nacionalidad de Ladislas Lazeski, ya que algunos, caso de Marcos Ramos Romero o Manuel Domínguez Benítez, subrayan su origen belga, mientras otros, como el prestigioso epigrafista, historiador y arqueólogo alemán Emil Hübner y el no menos importante epigrafista y jurista español Manuel Rodríguez Berlanga le otorgan una patria polaca. Incluso otro paisano nuestro, Juan Leiva Sánchez, le atribuye un origen irlandés (4). 

      La profesión de este personaje es otra de las incógnitas o contradicciones, que va unida a la de la patria del comprador del bronce, puesto que se asegura por un lado que era cónsul belga en España y por otro, ingeniero polaco. Tratando de esclarecer esta disyuntiva, hace tiempo contacté con Jan De Clerck, cónsul belga en la localidad gaditana de Rota durante los últimos 38 años, para tratar de averiguar si efectivamente existió un cónsul con ese nombre. Mostrando gran interés por el tema, contactó con el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país, recibiendo pasado un tiempo la noticia de no constar ningún cónsul con ese nombre en los Registros disponibles. Sí que existió un cónsul belga en Algeciras entre 1843 y 1856 de nombre Lazare Tessi y me apuntó que tal vez con el tiempo se haya podido malinterpretar el nombre, aspecto este que no me parece probable puesto que tampoco las fechas de su estancia en la zona coinciden con las del hallazgo. 

     Queda por tanto indagar sobre la otra posibilidad, que lo tilda de ingeniero polaco. 

      Es el profesor Emil Hübner quien en 1869 en la obra Hermes (5) informa de que Lazeski era un ingeniero polaco empleado en la construcción de carreteras en España. Hübner debió conocer la información de primera mano, pues estudió el Bronce y ya el mismo año de la presentación del Bronce en París presentó un trabajo relativo al mismo en Alemania (6). Posteriormente, George Edom, en su Tratado de Lengua Latina, publicado en París en 1882, vuelve a incidir en que Lazeski era un ingeniero polaco. 

      Parece bastante claro que nuestro personaje era pues polaco de nacimiento e ingeniero de profesión. 

Hermes de  Emil  Húbner 


       Quizás lo del origen belga pueda explicarse por una tergiversación de muchos de estos datos a lo largo del tiempo en el recuerdo popular, mezclándose términos como ingeniero de caminos o ferrocarriles, belga o Jimena. A ello pudieron contribuir noticias como la aparecida en el periódico El Guadalete, en su edición del 7 de mayo de 1905, donde se recoge:

      “Ferrocarril.- Adelantan mucho los trabajos de campo para hacer el estudio del ferrocarril desde Puerto Real a Chiclana, Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules y Jimena.

     La Compañía belga que ha emprendido el negocio, está haciendo gestiones para ver la subvención que podrá alcanzar del Gobierno y de los Ayuntamientos interesados en que la línea se abra para favorecer a las poblaciones citadas.

      En breve llegará a Cádiz el agente de la Compañía belga.”

      Pero de todas las incógnitas, quizás la más importante desde el punto de vista de la Historia de Alcalá, es saber dónde apareció, para aclarar dónde estaba la Torre Lascutana, puesto que tradicionalmente, en el ámbito local, se dice que apareció en torno a la Mesa de El Esparragal. Pero, ¿qué hay de cierto en estas afirmaciones? 

      Para tratar de aclarar este punto, veamos la nota que se adjuntó con la presentación en la Academia de Inscripciones y Bellas Letras el 30 de agosto de 1867: 

     “M. Ladislas Lazeski comunica a la academia tiene una plancha de  bronce equipada de su anilla y teniendo una inscripción latina adjuntando la siguiente nota dando a conocer las circunstancias en que se descubrió esta placa. La placa en cuestión fue encontrada en las montañas de Gibraltar, del lado de Jimena (Himena con h aspirada). En las inmediaciones de estas montañas y terreno despejado existe un gran pedazo de tierra salpicado de materiales de construcción, escombros, cornisas estatuas rotas; y en el borde del campo, hace unos años, había una sirena encontrada mutilada en el mismo lugar. Este campo contiene y abarca ruinas muy importantes que prueban la existencia de una gran población que desapareció en los primeros momentos de la dominación de los godos o tal vez la primera invasión de los árabes que han llegado a España a través de Gibraltar y Tarifa; La placa fue encontrada como resultado de pequeñas excavaciones en el campo en cuestión, situado a 6 kil. de Alcala de las Garules. Esta comunicación es recibida con gran interés por la academia, y M. Ladislas Lazeski autoriza cualquier publicación o discusión que puedan aclarar más adelante este texto en su contexto histórico y filológico para más detalles.” (3) 

      Esta es la “versión oficial” del descubrimiento del bronce en nuestro término, escrita por el comprador de la pieza y en la cual nada se dice del lugar exacto del hallazgo. Entonces, ¿de dónde sale la teoría del hallazgo en torno a la Mesa del Esparragal? Vayamos por partes. 

Torre de la Mesa del Esparragal

      En primer lugar habría que situar al ingeniero polaco en Alcalá, y aunque no hay documento que dé fe de ello, no resulta complicado pensar que se hallaba en la zona relacionado con los estudios de una carretera entre Alcalá y Castellar, que fue aprobada en 1863: 

      “La diputación provincial de Cádiz, celosa por el bien de sus administrados y cumpliendo con lo que se dispone en la circular, varias veces citada por nosotros, sobre carreteras provinciales, ha resuelto construir y conservar con fondos de la provincia los siguientes caminos: 

…10. Otro que, partiendo de Algeciras á San Roque, pase por Castellar á terminar en Alcalá de los Gazules, con una distancia de cuatro y media leguas.” (7) 

      Por otra parte,  la nota explicativa  de Lazeski denota un gran desconocimiento de la zona, confundiendo los nombres de las poblaciones. Es muy probable que por su trabajo en los estudios de esta carretera, estuviera en la zona del campo de Gibraltar, de ahí que relacione a Alcalá con las montañas de Gibraltar “del lado de Himena”. Quizás llegara a Alcalá desde Jimena y por eso la incluye en el relato. Cualquier alcalaíno sabe que el terreno entre Alcalá y Jimena es muy abrupto y carece de yacimientos romanos. 

       Coincido plenamente con las reflexiones que Manuel Rodríguez Berlanga hace en 1881 en su libro “Los Bronces de Lascuta, Bonanza y Ajustrel” (1) sobre que la nota está “llena de infinitas inexactitudes, en la que decia que habia sido encontrada en los montes de Gibraltar del lado de la Jimena, localización absurda y más absurda su ridícula afirmación de que el nombre de este último pueblo se escribe Himena, con H aspirada. 

… atestiguando la existencia de una gran población, desaparecida en los primeros momentos de la dominación de los Godos ó quizás de la primera invasión de los Árabes. Termina diciendo que la plancha de bronce fué encontrada haciendo algunas escavaciones en el indicado terreno, situado á seis kilómetros de Alcalá de las Garules. Hasta aquí las noticias dadas por el tal Lazeski, que no merecen mucho crédito por los errores de que está plagada su relación, no solo en los nombres de las localidades, sino en su descripción geográfica.” 

      Rodríguez Berlanga estuvo investigando en la zona pocos años después del hallazgo, con anterioridad a 1881 y resulta sorprendente que nadie conociera ningún dato, tal como escribe en su libro: “Ni en Alcalá de los Gazules ni en Jimena de la Frontera, he podido conseguir noticias de este hallazgo, donde como en el resto de España apenas si se tiene conocimiento de semejante monumento”. 

Reproducción del Bronce en la obra de Rodríguez Berlanga

      Con respecto a la inclusión de Jimena en toda esta historia, resulta curioso el grado de desinformación existente, pues incluso doctores en Derecho llegan a conclusiones disparatadas: 

       “Fue descubierto por el polaco Ladislao Lazeski en 1866 cerca de Jimena de la Frontera…En él se da la libertad y se respetan las posesiones de los servi de Hasta Regia (Alcalá de los Gazules) que vivían en la turris Lascutana (Jimena de la Frontera) por colaborar ese año en la victoriosa campaña contra los lusitanos en Sierra Morena.” (8) 

      Llegados a este punto, creo necesario exponer mi teoría sobre el lugar del hallazgo, pues como hemos visto hasta ahora, no hay ninguna prueba que vincule al bronce con el yacimiento de la Mesa del Esparragal. Tan sólo nos lleva a ese lugar el dato del hallazgo a 6 kilómetros de Alcalá y no hace falta mucho esfuerzo para buscar restos arqueológicos a esa distancia, si encima nos encontramos allí con una torre, palabra mencionada en la inscripción. 

      Sin embargo, cualquier alcalaíno sabe que la Mesa del Esparragal no se halla en los montes de Gibraltar, en dirección a Jimena, sino hacia San José del Valle. Entonces, ¿la información de la nota de Lazeski es falsa? Desde mi punto de vista, sí. No es que Lazeski mintiera, sino que cuando compró el Bronce, recibió una información deliberadamente equivocada para no dar pistas sobre el verdadero lugar del hallazgo. 

       A mí, particularmente, me da la impresión de que Lazeski no conoció el lugar del hallazgo, sino que, hallándose en Alcalá, le hicieron el ofrecimiento de la pieza y la compró. Esto se explicaría por las apreciaciones que da sobre los restos en la zona: “hace unos años, había una sirena encontrada mutilada en el mismo lugar. Este campo contiene y abarca ruinas muy importantes que prueban la existencia de una gran población que desapareció en los primeros momentos de la dominación de los godos o tal vez la primera invasión de los árabes que han llegado a España a través de Gibraltar y Tarifa”. Él mismo, con estas palabras, confirma que está difundiendo una información que le ha sido transmitida, pues no pudo conocer la existencia de la sirena mutilada, desaparecida hace años. Además, no me resisto a pensar que cuando habla de que “En estas montañas hay vestigios de una mina con una escalera tallada en la roca para bajar al pozo, cerca del que se encontraban los restos de un laboratorio y algunos pedazos de crisoles de todas clases” está describiendo nada más y nada menos que el acceso a los depósitos romanos de la Fuente de la Salada, que hasta hace muy pocos años estaban ocultos bajo la tierra. Ramón Corzo Sánchez, que fue quien hizo las primeras prospecciones en 1979 describía así el acceso que él conoció a los depósitos: “el único acceso que se conocía a estas misteriosas cámaras era un agujero excavado parcialmente o ensanchado por aficionados locales tras romper la cubierta, que comunicaba con un estrecho pasillo protegido por grandes losas de piedra como techumbre, que apoyan en dos muros distintos… que dan acceso a las cámaras”. (9) Hoy sabemos que existían unas escaleras para bajar desde la parte superior a los depósitos abovedados, que Lazeski pudo ver rellenos de escombros (tal como las encontró Ramón Corzo). 


NOTAS 

(3) LAZESKI Ladislas. Une tessère en bronze munie de son anneau et portant une inscription latine. In: Comptes rendus des séances de l'Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, 11e année, 1867. pp. 225-226. 


(5) Hermes 3. Págs. 243-260. 

(6) Gerhards arch. Zeitung. 1867. pag. 131. 

(7) El Clamor Público. Viernes 7 de agosto de 1863 número 910. Segunda época. pág. 2 

(8) MONTERDE GARCÍA, Juan Carlos (Universidad de Extremadura); Terminología jurídico-latina en las fuentes romanas peninsulares. Pág. 56 de Fundamenta Iuris. Terminología, principios e interpretación. 2012. 

(9) CORZO SANCHEZ Ramón; La Fuente de la Salada. Apuntes Históricos 1982. Ayto. Alcalá de los Gazules.


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