Ismael Almagro Montes de Oca
Siguiendo con los desmanes que se sucedieron en Alcalá en tiempos de la alcaldía de Pedro Montes de Oca Atienza, el 25 de noviembre de 1892 se publicó un artículo en el periódico LA UNIÓN REPUBLICANA denunciando, además de que los empleados municipales servían en los negocios privados del alcalde, una injerencia de éste en un organismo que no era de su competencia, la Administración de Correos, y cómo, al no conseguir su propósito, actuó contra el representante de la misma en la localidad:
“Escandalo ruidoso.= Al Sr. Gobernador.= Sr. Director de La Unión Republicana= Muy señor mío y distinguido correligionario: Hace dos días tuvo a bien el monterilla de este desgraciado pueblo, nombrar a los agentes del municipio vigilantes de consumos, de forma que los municipales que prestan servicio de día, tienen que prestarlo de noche de serenos y además de vigilantes de consumo; pero lo mas grave del asunto es que hay individuos que están cobrando (cuando cobran), un sueldo y desempeñando tres cargos (se entiende del municipio) pues algunas veces, los municipales los convierte en albañiles o empleados en las faenas de su huerto, o de (¿?) de su monterillada persona y es de suponer que en presupuesto figuraran estos sueldos cuádruples.= Esta madrugada ha sucedido un caso incalificable ante la opinión publica. El Sr. Administrador de Correos acompañado de otro honrado vecino, salían de casa de un respetable amigo suyo, y en uso de su mas perfecto derecho, dieron un paseo por la calle Real y tuvieron a bien entrar en un Café que se hallaba abierto. Hay que advertir a V. que antes de esto quiso el Alcalde variar el itinerario de Correos a su manera feudal y el citado administrador D. Francisco Porras, dio conocimiento de ello a su Jefe y vino la negativa de la Dirección para que no se variase la hora de salida del Correo, mandando un oficio al Sr. Administrador para que se lo entregase a Pedro de Arbués (que así debe llamarse el cacique). Entregado que fue el oficio por el citado administrador, fue tanta su soberbia, que hizo un viaje espresamente a la Capital gaditana para alcanzar su propósito, pero ahí le fue negado. Lleno de ira, entra en la ciudad del Gazul (como Pedro por su casa) y acto seguido suspende en sus funciones al digno empleado de la jefatura municipal, D. Juan Viglerio y Gonzalez, sustituyéndolo por uno de sus favoritos el Sr. Arroyo, persona bastante débil de carácter para que sirviera de instrumento de atropello que quiso efectuar con el Sr. Administrador de Correos. como iba a V. diciendo, el Sr. Porras salía del antedicho Café, cuando de pronto se le presenta el Jefe de Municipales per accidens Sr. Arroyo. –con frases muy descorteses- queriendo llevar a la Cárcel al Sr. Porras; este protestó de tan inicua acción y entonces el Sr. Arroyo lleno de cólera y rodeado de todos los municipales, dijo: «A la Cárcel o al Hospital»; Suerte Sr. Director, que salió a la demanda el digno Juez Municipal Don Francisco Roman y Granara y aquellos se retiraron= ¿Dónde está la seguridad personal? ¿Dónde la ley, la justicia y la moralidad? ¿No puede tener un correctivo este Alcalde neófito, que atropella la Ley, el derecho de cada ciudadano y que hace a su manera cuanto de su descalabrada cabeza sale? = Tenga V. entendido que tenemos todos los ciudadanos honrados que encerrarnos dentro de nuestros hogares, pues los hombres libres no tenemos validez parala Autoridad inquisitorial y nos evitamos salir, con el fin de que no nos asesinen a deshora de la noche en la calle, pues la Corporación Municipal de esta Ciudad no es más que una cuadrilla de zulús que ven de hora en hora el fatal momento de su salida.= Con motivo de tantos abusos, atropellos y alcaldadas, es muy probable Señor Director que salte aquí un motín con mas carácter que el de Granada, Almeria y otros difíciles de enumerar; pues tenga entendido el Sr. Gobernador, que si a este desenfrenado cacique no se le pone un correctivo, tendremos que dirigirnos a la Presidencia del Consejo de Ministros y si hace falta a las gradas del Trono y si estos no hacen caso, el pueblo culto y honrado no responderá de lo que pueda sobrevenir.= La situación de este honrado pueblo se hace ya insostenible ante la maldad y la desvergüenza de sus verdugos.= Suyo affmo. S. S. y C.= Dr. Triatti= Alcalá de los Gazules 16 Nbre. de 1892”
Este escrito provocó que el alcalde convocase una reunión extraordinaria el 29 de noviembre para tratar sobre las injurias que se habían vertido contra la corporación y tomar medidas legales. Tras leer el secretario del ayuntamiento el citado artículo, el concejal republicano Vicente Quiñones Hormigo quiso quitar hierro al asunto alegando “Que conociendo como todos conocemos a el autor del artículo que se acaba de leer, creía lomas oportuno contestar al mismo con el desprecio, sin meterse para nada en denuncias de ninguna especie, puesto que las injurias vertidas por dicho Sor. no podían perjudicar en nada a la Corporacion, por dos razones: La primera, porque su lectura en esta localidad no puede causar mas que riza, haciéndole mucho favor; y la segunda, por que cualquier persona censata, de fuera de esta población, que no conzca el autor y móviles que le han guiado para escribirlo, tan luego lo examine detenidamente, comprenderá que semejante aglomeración de disparate, que a una suma constituye un solo, no puede salir de ninguna cabeza organizada y por lo tanto no pueden perjudicar a quienes van dirigidos, por cuya razon no era de opinión que se denunciase.”
Los concejales Antonio González Cumbre, también republicano, y Diego Gallego coincidieron con Hormigo, mientras que el resto, se alineó con el alcalde Pedro Montes de Oca, quien acusó directamente al autor del escrito:
“El sor. Presidente dijo: Que todos sabían que el autor del articulo en cuestión es D. Luis Sobba Muñoz, vecino de esta localidad y con su domicilio en la Calle Real, hecho que podía probarse, puesto que había hecho publica ostentación de sus galas literarias, enseñando, antes de que fuese publicado, a todo el que quería verlo, las cuartillas que había escrito.
Que aun cuando todos saben el papel de tan inferior clase que el dicho individuo representa en esta localidad y que es cierto que la injuria o calumnia que de sus labios salgan, no pueden manchar a ninguna conciencia honrada, debía tomarse en consideración que esas injurias se han publicado en un Periódico de gran circulación y desde luego hace daño.
Que al propio tiempo dejando pasar desapercibido, hechos como el de que se trata, cualquier pedante que no tubiese en que entretenerse, podrá vengarse con facilidad, en escribir cuanto se le antojase, ultrajando gravemente a la corporación y por lo tanto era de opinión que se denunciase en debida forma a Don Luis Sobba y Muñoz, como autor del articulo de que se trata.”
Finalmente, se facultó al alcalde para que denunciase al autor del escrito. [1]
No sabemos qué pasó con la denuncia, pero parece ser que finalmente Luis Sobba abandonó Alcalá, radicándose en 1897 en Jerez, donde figura como director del periódico LA TRADICION.[2]
NOTAS
[1] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA DE LOS GAZULES. Actas Sesiones Ayto. pleno. Libro 4. Folios 83 vto. a 85 vto. Sesión extraordinaria del 29 de noviembre de 1892
[2] Así lo recoge A. de GONGORA en «EL PERIODISMO JEREZANO. APUNTES PARA SU HISTORIA». La publicación llevaba el subtítulo de «Periódico semanal católico, defensor de los intereses morales y materiales de esta región.»
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