sábado, 23 de septiembre de 2023

ALCALA DE LOS GAZULES. GOLPE DE ESTADO. JULIO DE 1936 (VIII)




      La visión de los vencidos, sin lugar a dudas, refleja el ambiente de incertidumbre primero y de miedo y terror inmediatamente después.

      Una de las personas que mejor ha descrito esta situación, sin duda, es Guillermo García Jiménez. Aunque niño en aquellas fechas, ha logrado dejar escrito ese relato que nos acerca a la crueldad con la que se actuó en Alcalá. En este caso, véase entre los fusilados el de Ana Jiménez Gómez, fue el asesinato de su madre. En su libro “Lamento Campesino” (13), Guillermo recoge estos tristes acontecimientos, que sin lugar a dudas avergonzará a la ciudadanía de Alcalá a lo largo de toda su historia. Tuve ocasión de hablar con Guillermo antes de presentar el Homenaje que celebramos en 2002. Le solicitaba datos sobre aquellos acontecimientos que recogía en su libro. Me contestó que no disponía de nada más. Es probablemente, el asesinato de Ana Jiménez, su madre, el acontecimiento más repugnante de los sucedidos en Alcalá (14) (véase ilustración 4). Guillermo no solo quedó huérfano de madre, sino que quedó al amparo de familiares de Alcalá, dado que también su padre y hermano tuvieron que huir. Tendremos ocasión de conocer con más detalles esta historia de esta familia.

      Muchos años después, tuve ocasión de conocer a su hermano Joaquín en un almuerzo celebrado en el restaurante Pizarro y en el que coincidieron un grupo de exiliados y represaliados (véase Ilustración 5).

       El relato de los hechos, recogido en “Lamento Campesino” es el siguiente:

    “Aquel mediodía del 19 de julio de 1936 recuerdo que llegó a la tienda de mis padres, totalmente nervioso y desencajado, el joven Manuel Venegas, conocido popularmente por el Cantudo. Mi padre se encontraba ausente, en el campo; mi hermano en casa, enfrascado en la lectura del diario El Heraldo de Madrid, ya que los días precedentes a la rebelión la tensión en el país habla subido a grados extremos, desembocando en los asesinatos del teniente Castillo y de José Calvo Sotelo.

      Joaquín- le dijo-, los señoritos acaban de apoderarse del Ayuntamiento y están quitando las hachas a una cuadrilla de corcheros que están llegando al pueblo desde la finca El Jautor. Un grupo de gente de derechas va por la calle Real gritando: ¡Viva España!

      (..) La mañana del 18 de julio se había celebrado en el Ayuntamiento la última sesión del Consistorio republicano. Asistieron a aquella sesión ordinaria Domingo Ortega de la Corte en representación del Alcalde Antonio Gallego (que se encontraba ausente de Alcalá ese día, en viaje a Sevilla) y los señores Andrés Jobacho Benítez, José Sandoval Moreno, José Pizarro Torres, Juan Delgado Barroso y Antonio Barea Medina (...)

      A la caída de la tarde, y con el propósito de afianzar aún más su seguridad personal, pues sabía del interés de los reaccionarios por atraparle, mi hermano se trasladó al molino de Manuel de la Jara, en Patrite.

       Pronto, fueron detenidos algunos de los miembros más destacados de los partidos de izquierda. Antonio Gallego (el Alcalde), Andrés Jobacho, José Sandoval, Domingo Ortega, Salvador González (Parrita), José Franco (médico), Fernando Salcedo, Francisco Caro, Francisco Pizarro, Vicente Vera, Victorio Páez, José Lobón, Juan Fernández Sevilla, José Borrego, Manuel Delgado (padre), Antonio Hita, Diego González (El Dios), Juan Camacho Delgado, Alfonso Díaz, Cristobalina Perea, Domingo Sánchez, Antonio Herrera, José Fernández Tizón, Domingo Jiménez, entre otros muchos más, cuyos nombres no recuerdo, pero popularmente conocidos en el pueblo por el apodo de Gilito, Poley, El Manco Vegazo, y también el marido de la capita, el yerno de Antonio Lago, etc... Todos fueron fusilados (..)

       La vida de convivencia social mantenida a los largo de muchos años entre algunas familias y amigos quedó dramáticamente rota en el pueblo. (…) lo cierto es que en aquel clima de terror apareció la bajeza del hombre en sus expresiones más radicales, y hubo gente perteneciente a los estratos más bajos de la sociedad alcalaína que se convirtieron en verdugos de la clase obrera, ofreciéndose voluntariamente para fusilar o apalear a muchos de sus compañeros de infortunio y fatigas. Grupos de milicianos y falangistas comenzaron a merodear por los campos y cortijadas del contorno a la caza y captura de republicanos y sindicalistas.

       (...) Como Sevilla había caldo rápidamente en poder de los amotinados la gente acudía por las noches al bar La Playa a escuchar en la radio las noticias del alzamiento y las esperpénticas charlas del General Queipo de Llano, (...)

       (...) el día 25 de julio, festividad de Santiago (...) vislumbré la silueta plateada de un aeroplano que resplandecía con los rayos de sol. De pronto, oí un silbido estridente como de un objeto que bajaba raudo desde las alturas. Era el ataque mortífero de aquel pájaro mecánico que, según dijeron después, había equivocado su objetivo guerrero confundiendo a nuestro pueblo con Ubrique, todavía en zona republicana (...) La primera bomba cayó en la esquina de la calle de las brozas y mató a dos niños angelicales (un niño y una niña) que ofrendaron su sangre inocente como una paradoja cruel de aquella otra sangre, también inocente, vertida después, criminalmente, por su progenitor”.

       Menciona Guillermo una relación de fusilados que se ha ido completando como veremos en el capítulo correspondiente. Se refiere, como en casi todos los casos, recogido, al bombardeo que se produjo. Aunque lo sitúa un día antes. Si hace mención a la versión defendida siempre y recogida en todos los testimonios de los vencidos. El aparato que dejó caer las bombas en Alcalá. Es muy probable, dado que la república ni siquiera había tenido ocasión de reaccionar, que la versión de un error de la aviación golpista sea la cierta. La confusión de Ubrique con Alcalá e incluso con Jimena de la Frontera, también en poder republicano, es bastante probable.

      El padre de las niñas muertas, al que Guillermo acusa de “verter sangre inocente”, es como hemos visto en el informe de la Guardia Civil, Cristóbal Mora. En muchos de los testimonios, al referirse a este acontecimiento, no solo se le ha asociado con esta circunstancia, sino también con la muerte de su cuñado, años anteriores y persona muy conocida, Don Pépede.

        Además de Guillermo, de quien tenemos sus recuerdos en su “Lamento Campesino”, otros testimonios recogidos, nos completan el ambiente y el clima que se respiraba en estas primeras semanas y meses.

        Juan Francisco Díaz Ruiz, más conocido por Juan Zurita, relata los recuerdos de quien entonces era un niño, aunque nunca olvidó, ni olvidará aquellas escenas que viviera. Desde Dortmund, Alemania, donde vive, me remitió el relato de los acontecimientos, firmado el 15 de mayo de 2004 y del que trascribo un extracto: 

       “por tener mi padre ideas anarquistas, pensaron en dejarme huérfano los fascistas: Aunque en el 36 había muchos ajustes de cuentas, como hoy vemos en las películas de la mafias, pero algún motivo tenían que buscar los degenerados de turno para justificarse. Con mi padre pronto hallaron la causa para culparle por leerles prensa subversiva a los jornaleros por la noche en el casino, porque los trabajadores por mayoría eran de la zona agraria y también por mayoría, analfabetos. Y a mi padre leer se le daba muy bien. Creo que lo hacía más bien por vocación que por la causa. Lo cierto, es que un día de riguroso calor, me supongo, porque fue después del 18 de julio, se presentaron en el Rancho, dos espurios, con careta de hombres, armados hasta los dientes, conocidos por el M y el C. del M (mantengo los anonimatos). Según la humilde psicología de mi padre, a él le pareció que aquellos dos individuos llegaron frotándose las manos porque ya iban a tener donde saciar su apetito, igual que los buitres cuando ven que el moribundo poco a poco se va convirtiendo en cadáver. Por mi corta edad, dos años, de nada recuerdo, pero por la estación del año, sería un día de sol radiante (...) cuando se camina entre dos verdugos sin saber lo que va a ser de ti, ya es un trance para contarlo, más para pasarlo. Cómo quedaría mi madre, con seis hijos entre 17 años y dos, que tenía el que esto escribe. Los individuos que va antes he dicho, prendieron a mi padre y se lo llevaron conducido al cuartel de la Guardia Civil, lugar que creo que servía de trampolín hasta que llegara la noche. Suerte que mi padre tenía un amigo de la infancia con fama de ser un buen un buen falangista, es decir, que Cristóbal Mora, que así se llamaba el segador de vidas, destacaba en el pueblo por su contundente tenacidad con los que él consideraba sus enemigos. Suerte que con mi padre aún perduraba algo que a veces se conserva desde la infancia (...) El señor Mora cuando se enteró que mi padre se hallaba detenido en el cuartel, de momento creo que acudió a su auxilio. También contó que le echó un cable mi pariente Manuel de la Jara. Lo cierto que mi padre se salvó, gracias a lo que ya he dicho y a otros factores económicos, que en todo tiempo y en todos los sistemas son muy importantes. Creo que tuvo que pagar cincuenta duros para financiar el Glorioso Movimiento Nacional (...) En resumen, una buena yunta de vacas que tuvo que vender mi padre para salir del apuro y todo por leer prensa subversiva a los jornaleros”.

      

NOTAS

13.- Guillermo García Jiménez. Lamento Campesino. Publicaciones del Sur 1997.

14.- Ana Jiménez. Asesinada. J. Carlos Perales Pizarro. Apuntes Históricos Alcalá Gazules b2004. Ayuntamiento de Alcalá.

       Esta foto fue realizada por Paco Pizarro. Al fondo, de pie, Juan Panera. En ella de Izquierda a Derecha estamos: Joaquín García: Alcalaíno exiliado; dirigente de Izquierda Republicana; su madre, Doña Ana Jiménez, fue asesinada como represalia por la huida de su hijo (Joaquín) y su marido (Antonio García). Su hermano, Guillermo, describiría en su libro "Lamento Campesino" lo ocurrido a su madre; notas 13 y 14; aparece, además, en www.todoslosnombres.org; Francisco Serrano: Alcalaíno. Histórico dirigente socialista, militante del PSOE; propietario de la Eléctrica de los Santos (Fábrica de la Luz); Manuel Delgado Carrasco: dirigente anarquista de la CNT de Alcalá de los Gazules; exiliado en Inglaterra; distintos Informes de Falange hablan de él como "dirigente y peligrosísimo cenetista"; Alfonso Perales León: mi padre; detenido en 1939 en Valencia; a la vuelta a Alcalá formó parte de distintos Batallones disciplinarios de Trabajadores; militó en la CNT durante la República. Una vez tomada Málaga, marcha hacia Almería, en la conocida corno "carretera de la muerte". Carlos Perales Pizarro: para mí fue un placer compartir aquella comida con aquel grupo de "auténticos demócratas y antifascistas". Francisco Estudillo militante anarquista; amigo, hijo de fusilada y desparecida; murió sin poder localizar el lugar donde reposan los restos de su madre; siempre pensó que había sido fusilada con un grupo de alcalaínos; nunca lo sabremos. Sebastián Pino Panal: destacado dirigente anarquista; formó parte del Batallón Fermín Salvochea; sufrió cárcel; murió siendo fiel al ideario anarquista; sus testimonios fueron recogidos para el Archivo Audiovisual de la Junta de Andalucía. Juan Perales León: mi tío; militante anarquista hasta su muerte; pasó por las cárceles de Jaén y Guadalajara; sus testimonios, al igual que los de Sebastián Pino Panal, están recogidos en el Archivo Audiovisual de la Junta de Andalucía. Hay que destacar de él, que fue un claro referente para todos los alcalaínos que posteriormente, dentro del PSOE, integramos el llamado "Clan de Alcalá". Su microbiografía, al igual que la de Sebastián Pino Panal, se puede consultar en www.todoslosnombres.org.

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