sábado, 21 de octubre de 2023

EL CLERO DE ALCALÁ DE LOS GAZULES Y SU ENTORNO EN EL SIGLO XVIII (y V)





A MODO DE CONCLUSIÓN

        De todo lo anteriormente expuesto podemos sacar algunas conclusiones:

       Respecto a la familia del clérigo, vemos que ésta es muy amplia y está com­puesta por todas aquellas personas que viven en su hogar, bajo su mando y pro­tección. A través de determinadas referencias en los testamentos acerca de la con­vivencia, comprobamos una presencia destacada de mujeres en su casa, en parti­cular, hermanas, sobrinas y primas. Las mujeres de la familia que viven con ellos también les asisten, lo cual coincide con los resultados de los estudios realizados en otros puntos de nuestra geografía (49). Sobre estas personas el clérigo ejerce su autoridad y tutela y serán sus herederas y las receptoras de los legados más impor­tantes, en la mayoría de los casos, conjugando así gratitud y obligación.

       Su posición social y económica superior y las características del medio en el que se desenvuelve (50) harán que en este entorno familiar el clérigo, como en otras zona (51), se convierta en protector de los desvalidos, en particular de las mujeres (52), lo que explicaría la composición familiar de su hogar, tutor y curador de sus sobrinos, administrador de los bienes familiares, depositario de legados y heren­cias y en el padrino idóneo para unos ahijados muy necesitados. No obstante, dado que el entorno familiar del clérigo es muy amplio, a menudo éste se presenta como el padrino de los hijos de sus sirvientes y esclavos y extiende su protección hacia la mujer necesitada, a las asistentas, mozas acogidas y vecinas.

        Según vemos, las solidaridades familiares se muestran prioritarias. Las obras de caridad deben hacerse, antes que nada, con los miembros de la propia familia y con todos los conocidos (53). No existe un sentimiento caritativo hacia los pobres o los necesitados en general, todo es más personalizado, esos pobres de la Villa son sus vecinos, sus familiares, sus sirvientes, y a ellos lega sus bienes.

       El clérigo rural está inmerso en un mundo de redes familiares que afecta al resto de la población campesinas (54). El clérigo es un elemento más en el abigarra­do mundo rural de relaciones sociales y mantiene su propia estrategia respecto a su familia, para perpetuarla y mantenerla en un determinado status, el que él le proporciona. Transmite su patrimonio de la manera más equitativa posible, lo reparte de forma que todos se beneficien. Este status, no obstante, no debemos entenderlo como referido a riqueza, sino más bien a posición o condición. Se pre­tende que la familia del clérigo siga siendo la familia del clérigo, que continúe manteniendo en el pueblo la posición que le caracterizaba mientras él vivía, que permanezca protegida. Siguiendo con esta idea, el hecho mismo de introducir a los sobrinos en el propio estamento o de promocionarlos de alguna manera, algo muy común entre los clérigos, no iría encaminada únicamente a que dicho sobri­no obtuviera los beneficios inherentes al estado, que también, sino que toda la familia se siguiera beneficiando de ellos. Estos sobrinos representarían el relevo de los tíos en esa asunción de funciones que en su mayoría poseen: administra­dores, tutores, protectores de la mujer, depositarios, fideicomisarios, etc. No obs­tante, esto es sólo una idea que apuntamos, para lo cual tendríamos que seguir la trayectoria de dichos sobrinos.

       Respecto a los sirvientes, éstos, a diferencia de lo que ocurre en otros esca­lones de la jerarquía eclesial, representan una ayuda, no un símbolo de presti­gio (55), lo que repercute necesariamente en el tipo de relación laboral establecida. Dicha relación laboral, en este caso, está basada en la ayuda y asistencia, no en la ostentación, por lo que existe una mayor familiaridad con los miembros del servicio y una mayor dependencia respecto a ellos. Todos dependen de todos para sobrevivir.

         En cuanto a sus vecinos, el hecho de pertenecer a un grupo privilegiado no les impide mantener con ellos un contacto muy importante. La dimensión popu­lar del bajo clero se advierte de forma más intensa en el mundo rural, donde las diferencias entre unos y otros se atenúan mucho más. Esta dimensión puede ser debida a dos causas principales: por una parte, el entorno rural en el que se des­arrolla su vida genera unas características propias en la relación, una cercanía y familiaridad con los vecinos que en el entorno urbano no se dan; y, por otra, su status clerical en sí, es decir, su condición de bajo clero, extraído del pueblo, más llano y accesible, con un alto porcentaje de individuos nacidos en la localidad y que se encuentran rodeados de toda o gran parte de su familia, económica y cul­turalmente en condiciones similares a las del resto de sus vecinos, lo que hace que se encuentre en una situación de igualdad respecto a ellos. Estos dos hechos con­dicionarían su vida y sus relaciones.

       Por último, la relación con sus compañeros de grupo, aunque también importante, se encuentra un tanto eclipsada por la que mantiene con familiares, sirvientes y vecinos. A diferencia de otras zona (56), en las que prevalece el víncu­lo estamental sobre el familiar para el albaceazgo, el clero alcalaíno se nos mues­tra más unido a su familia que a sus compañeros de grupo. La familia se va impo­niendo y actúa en escenarios nuevos, y más aún en lugares más cerrados y endo­gámicos. No obstante, el papel de los compañeros de grupo, aunque inferior, seguirá siendo destacado entre sus albaceas por dos motivos principales: capaci­dad y confianza, y esto último sólo se puede obtener de un trato continuado y una indiscutible afinidad.

        En resumen, nos encontramos con un clero popular, unido a su tierra y a su gente, que guarda con todos los que pueblan su entorno una relación muy fluida y profunda, que presta una especial atención a la familia porque vive rodeado de ella en un núcleo pequeño, a sus sirvientes porque hay una dependencia mutua, a sus vecinos porque los conoce desde siempre y a sus colegas porque confía en ellos.     



NOTAS


(49) Vid. ARAGÓN MATEOS, S.: op. cit., y DUBERT GARCÍA, I.: Historia.

(50) Según Dubert García, la función social de acogida de los más desfavorecidos mantiene una relación inversamente proporcional al grado de desarrollo urbano. En otras palabras, cuanto más grande es la ciudad, mayor es la desnaturalización del carácter asistencial de sus hogares. DUBERT GARCIA, I,: Historia, pág. 174.

(51) Ibídem, pág. 172.

(52) Morgado García ha demostrado entre el clero gaditano que en la función de recogida, tanto de parien­tes como de extraños en situación desamparada, predomina abrumadoramente el elemento femenino. MORGADO GARCÍA, A.: op. cit., pág. 145.

(53) Así, D. Francisco de Oliva y Cano funda una Obra Pia, pero advierte que "y porque puede suceder sobreviva a mi mi hermano D. Sebastián y morir en estado deplorable.., mando que en primer lugar a dichas limosnas se haga la de socorrer a mi hermano en cuanto necesite en sus enfermedades y, muriendo, se le haga un oficio de medias honras y se le digan 20 misas rezadas a 3 reales de vellón " A.H.P.C., Sección Protocolos de Alcalá de los Gazules, Libro 268, folios 21-31.

(54) Según García González, cada vez es más fuerte la tendencia a presentar el estudio de la familia en términos de red. Una tendencia que se justifica plenamente en el caso de la familia campesina, dado que la sociedad rural es una sociedad jerarquizada que tiene en las redes familiares su base más sóli­da para reproducir esta jerarquía. GARCÍA GONZALEZ, F.: "Historia de la familia y campesinado en la España Moderna, Una reflexión desde la historia social", Revista Studia Histórica, vol. 18, (1998), págs. 135-178.

(55) En los hogares del clero capitular gallego los criados funcionan con un criterio de diferenciación social, incluso dentro del ámbito eclesial. El número de sirvientes está en relación con los ingresos obtenidos. DUBERT GARCIA, I.: Historia, págs. 172-173.

(56) Vid LÓPEZ LÓPEZ, R. J.: op. cit., pág. 118, y ARANDA MENDIAZ, M,: op. cit., pág. 198.

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