sábado, 19 de marzo de 2022

Las imágenes de la Cofradía de la Columna




Artículo publicado en la Revista Apuntes Históricos y de Nuestro Patrimonio 1999-2000



Gabriel ALMAGRO MONTES DE OCA


    Si en anterior ocasión tuvimos oportunidad de dedicar unas líneas a la Iglesia Convento de Santo Domingo, hoy lo haremos sobre parte del legado escultórico de la misma.

    La fractura de la talla de Jesús Atado a la Columna en las vísperas de la Semana Santa de 1.999 motivó que desde el Ayuntamiento se promoviera un expediente para la restauración de la citada imagen por parte de la Delegación Provincial de Cultura de la Junta de Andalucía. Restauración felizmente realizada por los escultores Ricardo Llamas y Miguel Ángel Pérez.

    Es por ello, que entendamos oportuno dar a la luz pública los resultados de aquella investigación y propiciar así, un mayor conocimiento de nuestro patrimonio cultural y artístico.

1.- La Cofradía de la Columna.

    Conocíamos desde antiguo la existencia de un viejo libro de Cuentas de dicha Cofradía, al que recurrimos en nuestro propósito de obtener datos que nos permitieran arrojar luz sobre los numerosos interrogantes planteados.

    Según el citado documento, la Cofradía se funda a instancias de los frailes dominicos el 21 de mayo de 1.715 con el título de "Cofradía del Santo Cristo de la Columna, Virgen de los Dolores y de las Animas" aprovechando la existencia en dicho convento de Imágenes con las advocaciones aludidas. Y decimos que se funda a instancias de los dominicos pues su primer mayordomo fue Fray Juan Gallardo, quién al ser trasladado de convento no deja documentación alguna, razón por la cual el 10 de marzo de 1.717 se hace cargo de la mayordomía Juan Antonio de Laya, personaje fundamental en la consolidación de la Cofradía en la primera mitad del siglo XVIII.

    Las primeras actuaciones de Laya se encaminaron a organizar la salida procesional del Domingo de Ramos de aquel año, la primera conocida; pero pronto se trazó un plan tendente a la restauración de las imágenes que no estarían en buen estado, algo que se ejecuta en 1.718 con un coste de 465 reales y desde dicho año y hasta 1.728 a la construcción de un altar, que se realizaría en un taller jerezano con un coste de 3.240 reales a los que habría que agregar 150 reales de un cuadro de la oración en el Huerto que se colocó en el mismo y 346 reales en Damasco, Seda y Canerón.

    Como quiera que las imágenes no se encontrarían en buen estado, así como que su tamaño era menor que el natural, como luego veremos, se propusieron como siguiente objetivo la realización de una nueva Imagen de Jesús Atado a la Columna, tarea que se consigue en un momento indeterminado entre 1.730 y 1.733, pues en las cuentas de ese trienio se consigna:

“Item dos mil novecientos noventa y seis rs y medio gastados en una efigie del Señor de la Columna y saiones en esta forma:

Por la soverana Imagen dos mil Cien rs en que se incluien la iniqua de los saiones 2.100

Por la encarnación 540

Por el encajonado para traerlo de Xerez asta villa 114

Por su conducción 75

Por una argolla de plata para la columna del Sr. 90

Por ocho tornillos para andas 77

Suman los mismos dos mil novecientos noventa y seis rs y medio” (1).



    Una vez el Cristo de Alcalá, no sabemos qué ocurriría con la vieja talla, pero sí que la nueva era de mayor tamaño que la precedente, pues fue preciso desmontar el altar y agrandar la hornacina, labores que importaron 175 reales y medio.

    Igualmente se procedió a la sustitución de la Imagen de la Virgen, y así en las cuentas que se presentan el 30 de enero de 1.735 se recoge:

“Item de la data Doscientos y diez reales de vellón que costó la cabeza y manos para nuestra señora que se trajo de Xeres” (2)

    En este momento y a raíz de la muerte de Laya (1736), se produce un período de estancamiento en lo que a realizaciones se refiere y habrá que esperar 40 años, hasta 1.776, para conocer nuevas inversiones. En las cuentas de dicho año aparecen los siguientes gastos:

30 reales para componer la Imagen de San Pedro.

13 reales por el vestido de San Pedro.

250 reales para la diadema de la Virgen.

    Sin embargo, esta nueva etapa dura poco ya que en 1.779 no hay quien se haga cargo de la Mayordomía y el Obispo decreta que sea el Vicario Parroquial el que se haga cargo de la misma, siendo ésta la última anotación que se produce en el citado libro.




2.- Las Imágenes Titulares.

    Aunque en el Libro de Cuentas no se recoge el nombre del autor del Cristo de la Columna, si se nos da un dato interesante: la obra se realizó en un taller jerezano.

    Al hilo de lo cual, conviene precisar que durante el siglo XVIII se produce una descentralización de los núcleos artísticos y así en torno a Sevilla surgen otros núcleos menores como es el caso de Jerez donde florecen talleres que registrarán una gran actividad, tanto con trabajos para la ciudad en que se asientan como para las de su entorno o comarca. Trabajos que en la mayoría de los casos son retablos destinados a cubrir de atmósfera barroca los templos preexistentes (3) pero también sillerías de coro (4) y, cómo no, imágenes, cual es el caso que nos ocupa.

    La nómina de artistas asentados en Jerez en esta primera mitad del S. XVIII es importante: Diego Roldán (nieto del genial Roldán), Jácome Baccaro, Francisco López, José Rey, los Hermanos Navarro (Matías, Juan y Diego), Agustín de Medina y Flores, y la más importante: Francisco Camacho de Mendoza.

    Pero, volvamos a la Imagen que nos ocupa, una talla procesional de bulto redondo con una altura de 1,49 cms, de la que desconocemos su autoría así como de los distintos procesos de restauración si exceptuamos la que realizó en 1.988 el artista isleño Alfonso Berraquero. (5)

    Respecto a la Virgen cabe decir otro tanto de lo mismo, se realizó en un taller jerezano en 1.735. Sin que sepamos autoría. Sin embargo, a mediados de la pasada década de los ochenta fue restaurada por el Conservador-Restaurador del Museo de Cádiz, José Miguel Sánchez Peña, quien la atribuye al taller del jerezano Camacho, y decimos bien, del taller, o sea de algún aprendiz o discípulo bajo la dirección de Camacho, pero no es obra del afamado imaginero.

    Es en ese momento de la restauración de la Virgen cuando la Junta de Gobierno de la Cofradía le encomienda a Sánchez Peña un estudio previo para la restauración de la Imagen del Cristo, aunque finalmente no le encargaron la restauración a él, sino a Berraquero. En dicho estudio el Conservador-Restaurador del Museo de Cádiz atribuye el citado Cristo de la Columna a Francisco Camacho de Mendoza. Atribución en que ahora viene a coincidir también la restauradora de la Delegación Provincial de Cultura de Cádiz, Carmen Machuca.

    A la vista de todo ello cabe preguntarse ¿quién era este Camacho? Camacho es un escultor jerezano que vive entre 1.683 y 1.757. Hombre polifacético era ensamblador, tallista y escultor y debió gozar de un enorme prestigio en su época pues le encargaron, incluso, la restauración de obras de Martínez Montañés y José de Arce.

    Hay autores que piensan que debió aprender el oficio en un supuesto taller paterno (6), aunque hay otros que le denotan una cierta influencia de los Roldán. Sin embargo, sus primeros trabajos conocidos son en unión de José Rey, con quién realiza el retablo de la capilla del Socorro en la Iglesia de San Miguel, aunque no es menos cierto que desde la temprana edad de 20 años tiene taller abierto en la calle Piernas del Barrio de Santiago. Un taller que, como apuntábamos, será un importante foco artístico en el que aprenderían el oficio numerosos aprendices, algunos de los cuáles alcanzarían luego gran prestigio, cual es el caso de Andrés Benítez por no citar a sus dos hijos varones, José, que marcharía a América y Bartolomé Diego que alcanzaría renombre como dorador.

    La mayor parte de la producción conocida de Camacho son retablos y así al ya citado del Socorro de San Miguel habría que añadir el de Animas de San Lucas (1.725) el Mayor de la Parroquia de Santiago (1.750-1.754) o el Mayor de la Iglesia de Capuchinos (1.757). En lo referente a imágenes hasta ahora su autoría sólo se confirma en un San José de la Iglesia de la O de Rota, un Santo Domingo del Convento homónimo de Sanlúcar y el Cristo del Prendimiento de la Parroquia de Santiago de Jerez. Todas ellas con abundantes analogías con el Cristo de la Columna que nos ocupa.

Jesús del Prendimiento. Jerez (fotografía: Yolanda P. C.)


    Por tanto, podemos concluir, con los restauradores Sánchez Peña y Machuca Donado que el Cristo de la Columna es obra de Francisco Camacho de Mendoza.

    Sin embargo, del estudio de su producción documentada, se nos plantea nuevas interrogantes que apuntan a una probable intervención del citado autor en un retablo y otra talla de la Parroquia, aspectos estos que intentaremos aclarar en mejor ocasión.

NOTAS

(1) Libro de Cuentas de la Cofradía, folios 67 y 68.

(2) Ibidem, folio 72.

(3) Un interesante trabajo al respecto es el de Fernando Aroca Vicenti, "Aportaciones al estudio del retablo del siglo XVIII en la Baja Andalucía: El Modelo Jerezano" en Laboratorio de Arte, 10, 1997 págs. 233-250

(4) Es el caso del prestigioso Agustín de Medina y Flores, tallista jerezano que en 1.741 realiza la sillería del coro de Santa María de Arcos y al año siguiente se compromete notarialmente a realizar la del Coro de la Iglesia Parroquial de San Jorge de Alcalá (A.P.N.J.F. Escribanía de Alonso Guerrero, oficio 15, año 1742, fol. 12). Nos agrada publicar este dato pues viene a completar el magnífico trabajo sobre el coro, publicado años atrás en esta revista por Fernando Toscano; así como aclarar todas las conjeturas sobre similitudes entre el Coro de San Jorge y el de Santa María de Arcos.

(5) Berraquero García le superpone al Cristo un nuevo sudario, le realiza un repinte generalizado de su policromía y varía sustancialmente los puntos de apoyo de la Imagen, al separar las manos de la columna, provocando así una incorrecta situación del centro de gravedad, lo que puede ser origen de la fractura de la Imagen.

(6) L. Alonso de la Sierra y F.J. Herrera: "Aproximaciones a la escultura jerezana del S. XVIII: Francisco Camacho de Mendoza" Atrio, nº 5. Sevilla 1993, pp. 25-48

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