sábado, 2 de abril de 2022

Nuevos datos sobre la Cofradía del Dulce Nombre VI




Ismael ALMAGRO MONTES DE OCA



    La del Dulce Nombre de Jesús fue la Cofradía de penitencia con una vida más dilatada de entre las que existieron en el Convento de Santo Domingo, pues consta de su existencia desde al menos 1601 hasta que desapareció con la extinción del convento en 1835. Debió vivir su momento más esplendoroso o de mayor actividad en las primeras décadas del siglo XVIII, a tenor del número de veces en que aparece en los testamentos en comparación con los de otras épocas. Si la Cofradía no estaba activa, es lógico que nadie le hicieran donaciones o mandas.

    Ahora bien, la documentación conservada sobre esta Cofradía, relativa a la segunda mitad del citado siglo hasta su extinción, parece indicar un decaimiento en su actividad, pues sólo cuando el mayordomo de la misma, que solía ser un fraile del convento, era trasladado a otro cenobio, se reunían los escasos Hermanos para acordar su reemplazo y el de los dos Hermanos Mayores, levantándose acta del cabildo y se rendían cuentas.

    Este fue el caso en 1771, cuando José de Dueñas renuncia al cargo de mayordomo, reuniéndose el 20 de mayo los Hermanos mayores Diego Manzano Lozano y Andrés López García junto a Juan del Monte, Domingo Piñero, Juan Benavente y algunos otros, para nombrar un sustituto, eligiéndose a Fray Francisco Barroso, que ya lo había sido anteriormente y que había regresado de nuevo al convento recientemente.

    Dos años y medio más tarde, Fray Francisco Barroso realiza una compra muy importante para la Cofradía del Dulce Nombre, un retablo para colocar sus imágenes. Dicho retablo no era nuevo y se encontraba en el mismo convento. Era el antiguo de la Cofradía de la Virgen del Rosario, a cuyo capellán se le compra por el precio de 25 pesos, pagándose a plazos:

“Por el retablo

Por el mes de dbre de mil setesientos y setenta y tres = Compro el P. Fr. Franco Barrozo en el Nombre de la Cofrª del Ssmo= Nombre de Jesus y como su Mayordomo, un Retablo dorado viejo, al P. Capn del Ro Fr. Miguel de Herrera, en veinte y sinco pesos sensillos, dando de pronto sien reales Vn y lo restante obligándose a pagar en dos años q se contaran desde Enero de setenta y quatro; y en su falta, el que se nombrase pr Mayordomo de dha Cofradia como consta de un recibo que tiene dicho P. Fr. Miguel de Herrera 100” 

    El retablo se trasladó rápidamente a su nueva ubicación, en la capilla del Dulce Nombre, invirtiéndose 192 reales en realizar una mesa de altar, colocarlo y hacerle un velo y debió estar terminado antes de abril del año siguiente, fecha en la que consta el gasto de otros 6 reales en terminar de pintar la mesa de altar, mientras que a primeros de junio se pagarán otros 75 reales al capellán del Santísimo Rosario, Fr. Miguel de Herrera parte de la deuda contraída por la adquisición del retablo.

    Días después de este pago, el 8 de junio de 1774, se produce un nuevo relevo en la mayordomía de la Cofradía del Dulce Nombre, sucediendo José Sandoval de Coca a Fray Francisco Barroso. El nuevo mayordomo, debe hacer frente al pago de la deuda del retablo, pero careciendo de fondos con los que afrontarla, se ve obligado a vender una demanda de plata, terminando de pagar la compra del retablo el 5 de enero siguiente. En la anotación que deja en el libro de cuentas, especifica qué imágenes se colocaron el dicho retablo:

“Como maiordomo que soi de la cofradía de el Dulsisimo Nombre de Jesus digo que abiendola rresivido a deudada a la Cofradia de la Birgen de el rosario en este Combento de Nuestro padre santo Domingo: y allandome obligado a pagar con brebeda dos sientos y un rreal de vn que era la deuda Resto que mi antesesor quedo debiendo de la compra que hiso de el Retablo en el que esta colocado el santo christo de la espirasion La Birgen de las Lagrimas y señor san Juan evangelista No teniendo la cofradía medios para corresponder a dicha deuda me vi presisado a vender una demanda de plata que no serbia por vieja por la que resivi siento setenta y un rreal de vn”



    Poco tiempo después de pagado el retablo, la Cofradía debió entrar en un breve periodo de letargo hasta que en julio de 1777 se recobra la actividad y empiezan a extenderse nuevas patentes de hermanos a los que estaban apuntados anteriormente.

    Siguiendo con la historia del retablo, no debía estar en muy buenas condiciones, teniendo en cuenta que no era de nueva ejecución, lo que obligó a los Hermanos de la Cofradía a iniciar su restauración y dorado en 1792, concertando dicho trabajo por la cantidad de 4500 reales, tal como consta en las cuentas registradas por el mayordomo de la Cofradía de dicho año, el presbítero Domingo Sánchez Muñoz:

“Yt. es data 2800 rs vn qe tengo dados a cuenta de 4500 rs en qe se ha ajustado el dorado del retablo del Dulce Nombre______2800”

    Es destacable que en estas fechas la Cofradía vive buenos momentos, ya que los hermanos consiguen recaudar 1100 reales para dorar el retablo.

    Las cuentas del año siguiente certifican que los trabajos de restauración han finalizado, a la par que recogen al artista que realizó los trabajos

“Yt es Data mil y cien rs qe llevó dn Sebastian de Aguilar Maestro Dorador, pr la continuacion del Dorado del retablo, y pr cuenta de 1700 en qe fue el resto de 4500 total del ajuste del Dorado del retablo, previniéndose qe no se le resta mas qe 600 para cumplir la cantdad dha y pr lo que le queda qe dorar____1100

Yt. 300 rs pr pintar la Capilla del Niño qe llevó dn Sebastian de Aguilar___300

Yt es data doce rs y medº de vn gastados en el hornal de un maestro y yeso pa levantar la meza de altar____12_17”

    El maestro Sebastián de Aguilar, no nos es desconocido, pues fue el artífice del retablo del altar mayor de la Iglesia de la Victoria y otros trabajos menores en nuestra localidad. Natural de Bailén, casó en Alcalá con nuestra paisana Nicolasa Morales, tenía tierras en el Saltillo, residiendo varios años aquí, aunque lo encontramos viviendo en Medina Sidonia en 1797, localidad donde falleció y fue enterrado en 1831.




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