Conferencia dentro de los actos del 75 Aniversario de la Cofradía del Perdón
17 mayo 2024
Ismael Almagro Montes de Oca
Desde los inicios del cristianismo, a pesar de ser un instrumento de tortura utilizado por los romanos, la cruz se impuso como el símbolo que identificaba a esta religión, pues representaba el triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado. Se convirtió en un elemento indispensable en cualquier templo cristiano.
Voy a hablar hoy de 7 Cristos crucificados que han ocupado altares nuestras iglesias, aunque uno de ellos ya no se encuentra en Alcalá. 3 son de tamaño natural y el resto, de tamaño académico, más pequeños del natural y sólo 2 han sido tallas procesionales. Sobre estos crucificados existe mucha confusión en la Historiografía local y foránea, debido a que se publican reiteradamente informaciones antiguas o sin contrastar y no se actualizan con las investigaciones más recientes. Sirva de ejemplo cómo Marcos Ramos Romero en su libro sobre Alcalá publicado en 1983, al hablar del altar del Cristo de la Expiración, dice que es también llamado del Perdón y de la Veracruz, pero al hablar de la capilla del Santo Entierro refiere que el crucificado allí existente, llamado de la Viga, procede de la ermita de la Vera cruz. Entonces ¿Cuál es el de la Veracruz, el Perdón o el de la Viga?
Intentaré en las siguientes líneas arrojar luz sobre todo este asunto.
CRISTO DE LA VIGA
Desde época paleocristiana, fue práctica habitual delimitar claramente el espacio reservado exclusivamente a los sacerdotes, el presbiterio, del destinado a los fieles. Esta separación se hacía físicamente con la colocación de canceles, rejas, columnas, arcos o Vigas que delimitaban dicho presbiterio como camarín o santuario.
A partir de la Edad Media, sobre todo en la zona de la archidiócesis de Sevilla, esta separación se fue simplificando, desapareciendo la mayoría de los elementos divisorios, quedando únicamente una Viga sobre el arco de acceso al presbiterio, que solía estar ricamente adornada, sobre la que se solía colocar una Imagen de Cristo crucificado, a veces representando el Calvario acompañado de María y San Juan Evangelista. Es por esto por lo que a muchos de estos Cristos se les conoce como “Cristo de la Viga”
El lugar elegido para su colocación, encima de esta Viga, tenía una función litúrgica ya que, mientras el sacerdote practicaba las ceremonias en el presbiterio, los fieles elevaban la mirada hacia Cristo crucificado, hacia Dios, participando así espiritualmente en el mensaje que se estaba lanzando desde el altar sobre el milagro del sacrificio del calvario.
Con el paso del tiempo, estos Cristos fueron desplazados hacia otros lugares en los mismos templos.
Viga de imaginería de la catedral de Sevilla |
En Alcalá conservamos un crucificado conocido como el Cristo de la Viga. Por los rasgos formales de la talla, se trata de una Imagen fechable en el gótico tardío. Es una Imagen rígida y frontal, formando una T casi perfecta, con unos miembros alargados, cintura estrecha y caderas anchas que se cubren con un paño de pureza de diseño complicado con nudo en su lado derecho. Cabeza inclinada hacia la derecha, nariz larga y recta, boca entreabierta, lo mismo que originalmente debió presentar los ojos, barba corta, bífida en el mentón. Cabellera con bucles que caen hacia la derecha, ocultando la oreja y que se recogen hacia atrás en el lado izquierdo, según la práctica goticista, semiocultando la oreja. Corona tallada en la misma cabeza, a modo de trenza, a la que se le han añadido las espinas.
Historiadores del Arte, como los Hermanos Alonso de la Sierra, fechan la talla a principios del siglo XVI, pero hay otros que incluso creen que es más antiguo, de finales del siglo XV, como es el caso de los técnicos especialistas del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, que, en enero de 2011, presentaron un dictamen técnico para su restauración. En el mismo recogen que se trata de una obra de gran valor artístico, que se puede percibir a pesar de que se encuentra muy desvirtuado por las actuaciones desafortunadas que ha sufrido (mutilación del sudario, introducción de los ojos de cristal, repolicromado y repintes)
Responde a un modelo de influencias franco-flamencas, de crucificado de apariencia patética, con clara expresión de dolor, en consonancia con la obsesión por la muerte propia de aquel momento histórico, que es común en algunas Iglesias de la zona de Sevilla siguiendo los cánones de Pedro Millán, escultor activo esa zona a finales de siglo XV y principios del XVI. A este autor, algunos historiadores atribuyen tanto el Cristo de la Viga de la catedral de Jerez como el Cristo de las Animas de Vejer, mientras que el historiador jerezano Manuel Romero Bejarano sostiene que el autor ambos Cristos fue Francisco de Heredia, posible discípulo de Millán.
Comparativa del Cristo de las Ánimas de Vejer con el Cristo de la Viga de la catedral de Jerez |
Es innegable la influencia de Millán en el Cristo alcalaíno: La postura del cuerpo, con el pie derecho sobre el izquierdo, la inclinación de la cabeza sobre el pecho, pecho terso, sin musculación alguna y sin tetillas, la forma de talla del cabello.
Comparativa del Cristo de la Viga de Alcalá con el Cristo de la Viga de la Parroquia de San Marcos de Jerez |
Se da la circunstancia de que, precisamente en 1524, el año de la bula de la Parroquia, Francisco de Heredia concierta con Fr. Juan de San Clemente, vicario del convento de Santo Domingo de Alcalá 9 filateras para adornar las claves de bóveda con unos escudos postizos. Al año siguiente se concertó con el pintor Juan de Sandoval la pintura y el dorado. Este tipo de decoración fue muy habitual a finales del gótico.
Ejemplo de filatera |
¿Pudo estar este Cristo sobre una Viga en el presbiterio de la Parroquia originalmente?
No lo sabemos. Sobre lo que sí tenemos varios indicios es que el presbiterio no existía como tal en la parroquia, sino que se trataba de una cabecera plana o con muy poca profundidad y no será hasta 1619 cuando el ensamblador Antón Sánchez inicia la construcción de la capilla mayor, aunque finalmente será el maestro Gabriel del Valle quien la ejecute.
En la primera visita pastoral de que se tiene constancia, en 1588, no se menciona la existencia de ningún crucificado en el altar mayor, formado por varias pinturas de “pincel viejo”. Es posible que sobre este altar existiese una Viga con el crucificado. Para sustituir este altar, en abril de 1594 el obispo concierta en Sevilla la ejecución de un retablo con el entallador Enrique Franco, que debía llevar 6 tableros pintados, quien en mayo de 1596 subarrienda el dorado, pintado y estofado de dicho retablo con Pedro de Ortega. Este nuevo altar es que el que tradicionalmente se atribuye a Pedro Bautista, que en realidad es el pintor “de imaxineria” con quien Enrique Franco concierta las pinturas para el mismo. Este retablo tardó en estar terminado, porque en 1604 aún faltaban cuatro tableros por colocar y no será hasta septiembre de 1607 cuando Enrique Franco finiquita el contrato con el pintor Pedro Bautista. No podemos descartar que, en el proceso de construcción del nuevo altar, que como digo, duró varios años, se bajase el crucificado, que debe ser la Imagen que se menciona en el los libros de visita en 1604, donde se anota: “un paño grande de tafetán negro con una cruz colorada donde esta arrimado el xpo del altar mayor”
Existe otra posibilidad y es que, precisamente en la visita de marzo de 1604, se menciona la existencia de un Cristo crucificado, sin ornamentos ni ara, en la capilla de Santa Bárbara. Esta capilla, era de la fábrica de la Parroquia y se construyó en 1545. Ocupaba parte del crucero actual en el lado del evangelio y en ella se ubicaba el coro. En 1599 la mitad de la capilla fue vendida a D. Álvaro de Zurita por 50 ducados. En la visita de 1588 no se menciona ningún Cristo en esta capilla.
No será hasta principios del siglo XVIII cunado en documentos oficiales se le mencione como Cristo de la Viga. El 31 de enero de 1703, en la partida de funeral de Beatriz de Piña y Palacios se anota que se ordenó enterrarse en la parroquia en la capilla del Cristo de la Viga “como entramos a la derecha”.
Este dato es importante por dos razones. Por un lado, nos está indicando que el Cristo se debió instalar en esa capilla no mucho antes de esa fecha. Si hace falta especificar donde está la capilla es porque es nueva. Y por otro, la tradicional afirmación de que la capilla del Santo Entierro y la de bautismo se construyeron entre 1863 y 1875 queda desmentida.
En esta capilla se realizan algunos enterramientos durante todo el siglo XVII e incluso contó con altar privilegiado, como lo atestigua el testamento de Francisco de Agras Coronado en septiembre de 1759, donde se ordena una serie de misas “en los viernes en el altar de privilegio del Sto. Xpto. De la Viga”
Al contar con capilla propia, empezó a fomentarse el culto a esta Imagen. Este auge tiene unas claras analogías con el caso de Jerez, donde precisamente a finales del siglo XVII se organiza una Cofradía para dar culto al Cristo de la Viga. Hay que recordar que en Alcalá en esta época había en Alcalá varias familias de origen jerezano, como es el caso de los Morales Maldonado o los Zurita y además hubo un incremento de encargos de obras para las distintas iglesias y conventos de Alcalá con los talleres jerezanos de imagineros, retablistas, doradores, etc., que empezaban a despuntar, ya que, por cercanía, resultaba más fácil y cómodo concertar cualquier trabajo relacionado con el tema.
Como decíamos, esta influencia de Jerez se deja notar, no solo en la construcción de la capilla en Alcalá poco después de la creación de la Cofradía allí, sino que se copian sus modos y costumbres. Así, el Cristo de la Viga jerezano sólo salía en ocasiones especiales, como sequías y epidemias y lo mismo se ejecuta aquí. Coincidiendo con el aumento de la devoción a esta Imagen, en las primeras décadas del siglo, el Cristo de la Viga es a quien primero se recurre en caso de sequía, quizás por la fama de milagrero que tenía el de Jerez. Son varias las noticias que así lo refieren, aunque no siempre se cumplía el milagro, como reflejan las actas del Ayuntamiento en octubre de 1718 , donde se recoge que “no han bastado las rogativas que se an hecho al santísimo xpto de la Viga para aplacar la Divina Justisia”, en cuyo caso se acudía como último recurso a la Virgen de los Santos. Otras veces en cambio, si se obraba el milagro, como en marzo de 1738, cuando el Ayuntamiento pagó 150 reales gastados en el novenario del Santo Cristo de la Viga en la Parroquia en acción de gracias por las lluvias copiosas.
Esta Imagen contó con cierta devoción en las primeras décadas del siglo, hasta el punto de que varios fieles costean la construcción de un retablo en 1731, como consta por varios testamentos y así, en febrero de dicho año, Domingo Muñoz de la Vega dejó un toro para ayuda del retablo del Cristo de la Viga y en marzo de 1732 Fernando Gómez ofrece una limosna de 200 reales para ayuda de dorar el retablo que se ha hecho en la capilla del Cristo de la Viga, y si al fallecer ya está dorado, que se apliquen en el adorno de la capilla. En julio del mismo año, las hermanas María y Lucia Ana Bañales dejan 100 pesos para ayuda a dorar el retablo.
No se trataría de un retablo de grandes dimensiones, pues no cabría en la capilla, del que solo se conserva el guardapolvo que protege a la Imagen.
Seguramente, cuando se construye el retablo, la talla sufre una serie de alteraciones, como la colocación de ojos de cristal, la mutilación de parte del sudario o el repolicromado, que desvirtúan el valor de la Imagen.
Para acabar con el Cristo de la Viga, podemos resumir que se trata de una Imagen anónima de finales de siglo XVI o principios del XVII, inspirada en la obra de Pedro Millán, que, simplemente por el hecho de la antigüedad que tiene, sin entrar en su valor artístico, merecería la pena restaurar y poner en valor.
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