sábado, 25 de mayo de 2024

La devoción a Cristo Crucificado en Alcalá de los Gazules (II)




    

CRISTO DE LA VERACRUZ

    El Cristo de la Viga no contó con Cofradía penitencial, pero sí el Cristo de la Veracruz.

    La devoción a la Santa Vera Cruz fue fomentada a finales de la Edad Media por los frailes franciscanos, pero es, a raíz de la publicación en 1536 del documento “Vivae vocis oráculo” de Paulo III que legitimaba las procesiones con penitentes de luz y sangre, cuando empiezan a fundarse Cofradías de la Veracruz en nuestra región. La de Medina existe ya en 1548, la de Vejer en 1549, la de Puerto Real en 1551. La de Alcalá debió fundarse en torno a 1552, puesto que en los primeros días de enero de 1553 varios hermanos de esta Cofradía piden al cabildo un sitio que estaba en la plazuela de los mesones, que es como se conocía originalmente a la actual Alameda. La ermita de la Veracruz se construye entre 1569 y 1578, fecha en que ya se hacían enterramientos en ella.

    En esta fecha, ya debía contar con una talla de Cristo crucificado presidiendo la ermita. En torno a 1599 llega a dicha ermita una talla de la Virgen de la Soledad, que pronto adquiere gran devoción, y poco a poco va eclipsando al crucificado, hasta el punto de que, en los documentos, deja de mencionarse a la ermita como de la Veracruz para pasar a llamarse como de la Soledad y lo mismo ocurre con la Cofradía. Lo que siempre hemos tenido por dos Cofradías distintas, resulta que eran la misma. Un documento conservado en el Archivo Histórico Nacional, dentro de la documentación perteneciente al convento de Santo Domingo de nuestra localidad, fechado en mayo de 1736 lo confirma. En dicho documento, los frailes dominicos piden al mayordomo de la Cofradía que reconozca ante notario el censo que anualmente paga dicha hermandad al convento por unas casa en la actual Alameda, frente al convento de San Francisco y lindando con un mesón que fue de las monjas de Santa Clara:

…por quanto la Cofradía de la Santa vera Cruz y nuestra señora De la soledad desta dha villa de que el otorgante es maiordomo paga en cada un año Por los días de san Juan de Junio ocho reales de vellón De zenso y tributo perpetuo Al convento Y rreligiosos de señor santo Domingo…”



    Sabemos que la Cofradía de la Soledad a mediados del siglo XIX sacaba en unas andas una Santa Cruz, pero no se especifica si dicha cruz llevaba la talla del Cristo.

    Esta talla, tras el cierre de la iglesia de la Soledad en 1911, corrió la misma suerte que el resto de imágenes de aquella Cofradía, Cristo yacente y Virgen de la Soledad y otras allí almacenadas, las imágenes secundarias de San Juan y la Verónica pertenecientes a la Cofradía del Nazareno y la Virgen de los Dolores, que al haberse escindido en dos, tras reabrirse al culto la Victoria tras más de 30 años cerrada, nadie se hizo cargo de ellas, me imagino que por considerarlas innecesarias.

    Pero al colocar todas estas imágenes en su nueva ubicación en la parroquia, resulta que ya había allí un crucificado, el Cristo de la Viga, por lo que se “independizó” del grupo y fue ubicado en distintas partes del templo parroquial para acabar donde hoy está, el altar mayor.


    Por sus características, se relaciona con la escuela gaditano-genovesa que se desarrolló en Cádiz en el siglo XVIII, al amparo del floreciente comercio con América, que propició que muchos comerciantes italianos se afincaran en Cádiz por su situación estratégica y fomentaron el trabajo de escultores de aquella nación en estas tierras. Las obras de esta escuela se caracterizan por la teatralidad de las imágenes, el movimiento de los paños o el realismo de los encarnados.

    Estaríamos, por tanto, ante un crucificado que no es la primitiva talla del Cristo de la Veracruz, que en algún momento indeterminado que desconocemos, fue sustituido por la actual, bien por deterioro de la original, por su antigüedad, o bien por un cambio en los gustos de la época, tan frecuente sobre todo en el siglo XVIII. Recordemos esto mismo ha pasado con otras imágenes de las Cofradías alcalaínas, como el Nazareno, Cristo de la Columna o Virgen de la Soledad.

    Este crucificado es una talla de excelente factura, atribuida a Francesco María Maggio, un escultor nacido en Génova, (Italia) en 1705, asentado en Cádiz desde 1739. Solo se le conoce una obra documentada, el gaditano Cristo de la Piedad, que ha servido para contrastar muchas obras que poco a poco se le van atribuyendo, por analogías, como es el caso del crucificado de Altar mayor.


    Este crucificado fue colocado durante algún tiempo en la capilla del cementerio en los años 50 y tras su demolición, volvió a la parroquia.



    Me ha llegado por vía oral, que por los años 50, por orden de un obispo, este Cristo fue llevado a la parroquia de Santo Tomás de Cantarranas y que dos devotas alcalaínas benefactoras de la Parroquia, se desplazaron en un taxi hasta dicha iglesia y lo trajeron de vuelta, aspecto este que no he podido documentar, pero lo cito como dato curioso.

CRISTO EXPIRACION

    Antes de hablar del Cristo de la Expiración, conviene repasar una serie de circunstancias que desembocaron en la llegada de la talla de este Cristo hasta el convento.
    
     Cuando los dominicos empezaron a labrar su convento en Alcalá, se dieron cuenta muy pronto de que los recursos de la propia Orden y la limosna inicial del marqués no eran suficientes para terminarlo y que debían fomentar que los alcalaínos “invirtieran” en el convento y para ello, plantearon dos líneas de actuación:

1.- Por un lado, venden  la mitad de las capillas del convento a particulares, para que las usen como espacios privados, encargándose estos de su ornamentación, construcción de retablos, que dedican a los santos de su devoción y para que les sirva como lugar de enterramiento de sus familias y herederos.

    Tener capilla propia era una forma de distinguirse en la sociedad de aquella época, de remarcar un elevado estatus social.

    Precisamente por la venta de una de estas capillas en 1610, conocemos cómo se distribuían algunas de ellas dentro del templo.



    En el plano, vemos en el recuadro la zona del crucero y cabecera de la iglesia del convento que se derrumbó y que no existe en la actualidad.

    En dicho documento, se vende la capilla de San Sebastián, donde estaba la puerta de acceso al claustro, al beneficiado Melchor Romero de Villegas, que lindaba por la izquierda hacia el altar con la antigua capilla de la Virgen del Rosario, que ahora era del beneficiado Pedro Benítez y por la derecha con la capilla de San Jacinto, propiedad del capitán Rodrigo de Coronado:

“el vicario benefzdo mor romº pretende con munchas veras que el dho convento le venda la capilla questa en la iglesia del dho convto q le dicen de sor san sebastian questa a el lado ysquierdo y alinda con la capilla q te conprada el benefzdo pº Benites maldo por la parte de arriba y por la otra con la capilla del capan don rº gls de corondo la qual dha capilla el dho vicº pretende arr pª su entierro propio comprar la capilla qsta en la yglesª deste dho convento qs la questa a el lado ysquierdo saliendo de la capilla maior al cuerpo de la dha yglesª q le llaman y dicen la capilla de sor san sebastian q alinda con la capilla q antiguamte fue de nra sª del rosario q agora es del benefzdo pº benites y alinda por la otra pte con la capilla del capitan don rº de corondo q le nonbran la capilla de señor san jacinto y tie  la dha capilla q así pretende la puerta q sale de la dha yglesª al claustro del dho convto” 

    Precisamente para la capilla de San Sebastián, en 1618, el beneficiado Melchor Romero de Villegas concierta con el ensamblador Antón Sánchez  y con el dorador Pedro de Musques, la construcción de un retablo. Este Antón Sánchez es el mismo al que el año antes se le encarga la hechura del Monumento para la parroquia y en 1619  la construcción de la Capilla mayor de la Parroquia.

    Por otros documentos de la época, sabemos dónde estaban ubicadas las capillas de las Cofradías del Rosario y del Dulce Nombre .


    Existía además otra capilla particular en 1613, la de San Francisco, de Francisco Benítez de Peña, que no sabemos su ubicación exacta, pero teniendo en cuenta que todas las capillas privadas se encontraban en el lado de la epístola, creemos que debía ocupar la única disponible.



    Cuando se cierra definitivamente el convento en 1835, por el documento de desamortización, conocemos qué altares ocupaban las dos capillas restantes.



    Como dato curioso, en el momento del cierre del convento, en la capilla del Dulce Nombre junto al Cristo Crucificado figuran en el altar formando un calvario una Virgen y un San Juan, talla que no aparece en el altar de la Columna.



    Parte de culpa de los equívocos en torno a los crucificados, la tiene este documento, del que se hace eco Marcos Ramos en su monografía sobre Alcalá, porque el comisionado que hace el inventario, que se ve que no tenía mucha idea de santos, confunde el nombre del Cristo de la Expiración por el de Veracruz, que, como hemos visto,  estaba en su ermita.

2.- por otro lado, los frailes fundan Cofradías para atraer a los fieles, que con sus limosnas por misas o por enterramientos, contribuyan a adornar el templo con imágenes, capillas o enseres.

    Así, en la segunda mitad del siglo XVI, fundan la Cofradía del Rosario, cuya Imagen se convierte en el santo y seña del convento, en su buque insignia. Fue una Cofradía potente. Ya en 1635 habían encargado unas andas de plata el platero Juan Eras en Jerez. Fue la principal devoción en dicho convento y, tienen los frailes tal éxito, que se convierte en la Imagen mariana más importante en Alcalá durante más de dos siglos, por encima de la Virgen de los Santos, como lo corrobora el estudio de cientos de testamentos que he podido analizar a lo largo de los años en mis investigaciones. Si ponemos en una balanza la devoción de la Virgen del Rosario con la de la Virgen de los Santos, en base a las limosnas y misas recogidas en los testamentos, la supremacía de la Virgen del Rosario es abrumadora. Yo calculo que, por cada testamento donde aparece la Virgen de los Santos, hay quince en los que aparece la Virgen del Rosario.

    Esto tiene una explicación sencilla. El culto a la Virgen de los Santos tenía lugar en su ermita, alejada de la población. Uno de los beneficiados se encargaba de la administración del santuario. Solo había misas allí esporádicamente. Como pasa con Santa Bárbara, de la que solo se acuerdan cuando truena, de la Virgen de los Santos sólo se acordaban cuando no llovía.

    Por el contrario, a la Virgen del Rosario los feligreses la tenían mucho más cerca, era posible visitarla a diario y los dominicos se encargaban de que el culto fuera constante.

    Solo a partir del cierre del convento en 1835, es cuando crece la devoción a la Virgen de los Santos.

    En la misma época, fundan la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, cuya devoción había sido concedida a la Orden de Predicadores por Pio IV en 1571 para conmemorar la circuncisión de Jesús, la primera vez que derramó su sangre.

    El establecimiento del convento de San Francisco de Paula, los mínimos, en Alcalá en 1586 supuso una dura competencia a los dominicos para atraer a los fieles hacia su iglesia y, por tanto, un menoscabo económico. Los mínimos, tras varios años para asentar definitivamente el convento, se deciden a fundar una Cofradía. Tradicionalmente solían decantarse por la creación de Cofradías de la Soledad, pero ya existía esta Cofradía en Alcalá, ligada a la Veracruz. Es por ello por lo que, en 1616, los mínimos optan por fundar la Cofradía del Nazareno, para rendir culto a una Imagen que ya existía en el convento al menos desde tres años antes.

    Esto provoca que, poco a poco, el foco devocional pasionista se desplace de un convento a otro, propiciado por la transformación que el barroco estaba produciendo en la religiosidad popular, al sentirse los fieles cada vez más atraídos por la representación de escenas la pasión de Jesucristo, en detrimento de otras devociones, como la del Dulce Nombre, cuyo declive fue paulatino.

    Finalmente, en 1666, los dominicos se deciden a incorporar una Imagen de pasión a la Cofradía del Dulce Nombre, y aunque tradicionalmente en otros lugares se habían decantado por una talla de Jesús con la cruz a cuestas, optan aquí por una de Cristo crucificado.

    El 9 de agosto de 1666, el mayordomo de esta Cofradía firma el contrato con Francisco de Gálvez y Guzmán, escultor avecindado en Jerez. La talla debía estar terminada el 9 de enero siguiente y el escultor cobraría 200 ducados.

Contrato original de la talla del Cristo de la Expiración


    Francisco de Gálvez es un escultor nacido en Écija. Inicia su formación artística en un taller desconocido. En 1655 entra como discípulo de José de Arce, escultor flamenco que revolucionó las formas del Barroco en España. Como hiciera su maestro, en 1664 se afinca en Jerez, donde se especializa en la escultura en piedra. Realiza las figuras de la fachada de la iglesia de la Cartuja y 1667  las esculturas de la fachada de San Miguel, atribuyéndosele además unas esculturas pétreas de la sacristía de Santo Domingo de Jerez.

    En Alcalá, construye junto al maestro Cedrún el mausoleo de los padres del Arzobispo Luis Cameros que se halla en un lateral del altar mayor de la Parroquia en 1670.



    Al año siguiente realiza otro Cristo crucificado para la villa de Paterna.

    En los primeros años, la Cofradía del Dulce Nombre sacaba al Cristo de la Expiración en procesión los Jueves Santo hasta que en 1688 el Obispo Ibarra ordena que salga los miércoles por la tarde o por la mañana

“Assimismo mando el obpo  mi sr  que la procesion del Sto Christo de la Espiracion q esta sita la cofra(dia) en la Iglesia del Convto de Sto Domo.  de esta Villa no salga en la Semana Sta de cada año el Juebes Santo sino el miercoles Sto en la tarde o por la mañana según y de la forma q esta mandado en estos Decretos q el Vicario Beneficiados y curas lo executen assi inviolablemente y si los cofrades no quisieren obedecer este decreto y oficiales de dha Cofradia no salga dha procesion ni baya la (¿?) p (porque) de lo contrario castigara a los q lo contraviniesen”

    En los años siguientes, (1673 y 1685) he localizado algunas limosnas al Cristo de la expiración


    Tras el cierre del convento, todas las Cofradías allí radicadas quedaron extinguidas y las imágenes abandonadas.

    En el segundo semestre de 1855, no sabemos por qué motivo, el Cristo de la Expiración es la única talla del convento que es trasladada a la Parroquia.


    Tras 169 años en el convento de Santo Domingo, más otros 20 abandonado en el mismo convento, más casi un siglo en la parroquia, sin que se le conozcan restauraciones, la talla no debía presentar un buen aspecto para estar expuesta al culto.

    En los años 40 del pasado siglo es restaurada por el escultor Miguel Laínez Capote, según se dice, a expensas de la Cofradía de la Columna. Me cuesta creer que una nueva Cofradía, la de la Columna (digo lo de nueva porque, según el canon 120 del Derecho Canónico, al estar extinguida por más de 100 años, se considera a todos los efectos como una nueva), fundada pocos años antes, que surge de cero, con todo lo que ello supone, adquisición de enseres, pasos, cuyas imágenes han pasado las mismas vicisitudes que el Cristo de la Expiración, o peor incluso, porque permanecieron más tiempo abandonadas en el extinto convento, que ni siquiera tenía Estatutos, se embarque en restaurar una Imagen que no pertenece a la misma. ¿con qué finalidad? ¿no restaura a sus Titulares y restaura un crucificado?

    Precisamente en junio de 1943, Miguel Laínez Capote recibe del Ayuntamiento 2000 ptas. por un crucificado para el cementerio.


    Por el coste, se trataba de una talla de gran tamaño, pues Laínez hizo su famoso Medinaceli de Cádiz 5 años antes por 750 ptas. y por la Virgen del Buen Fin de la Cofradía de la Sentencia que hizo en 1950 cobró 1500 ptas.

    Yo creo que el ayuntamiento financió la restauración del Cristo para colocarlo efectivamente en el cementerio y, por su tamaño, no cabía en el altar de aquella capilla, y finalmente se optó por colocar allí el antiguo pequeño crucificado de Veracruz, el de Maggio.

    El 24 de abril de 1949 se funda la Cofradía del Cristo del Perdón, para rendir culto al Cristo de la Expiración, que había pertenecido a la antigua Cofradía del Dulce Nombre.

    No será hasta 1965 cuando el crucificado reciba la advocación del Perdón, conociéndose hasta entonces simplemente como Cristo Crucificado. Sin embargo, en un folleto con horarios de las distintas procesiones la semana santa de Alcalá de 1950, el de la primera salida procesional ya como Cofradía, aparece con otro nombre: Santísimo Cristo de la Paz


    Como dato curioso, decir que no es la primera talla que se llama del Perdón en Alcalá, pues en 1749 aparece en un testamento otra talla con esta advocación en su capilla, precisamente en el convento de Santo Domingo. No sabemos a qué Imagen se refiere.


    La Imagen es restaurada en 1975 por el jerezano Francisco Pinto Berraquero, restauración que costó 68000 ptas. La impronta que presenta hoy la Imagen se debe a este escultor.


    Intentando averiguar más sobre esta restauración, me puse en contacto con la Fundación Pinto Berraquero, que se encarga de conservar y difundir la obra de este artista, y resulta que no tienen constancia de este trabajo. Es más, me pidieron fotografías del Cristo para poder cotejarlas con las del extenso catálogo que poseen, por si se correspondían con algunas de diversos trabajos del escultor que tienen sin identificar, pero el resultado ha sido negativo.

    En esta restauración Pinto Berraquero eliminó la encarnadura original por la policromía mate que hoy presenta, que, desde mi punto de vista, le resta valor a la talla.



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