sábado, 27 de julio de 2024

Caciquismo en Alcalá: Retrato de una época (III)





Ismael Almagro Montes de Oca



    Tiempo atrás dimos cuenta de algunos escritos publicados en la prensa en 1896 y 1897, dando cuenta de los desmanes producidos en el ayuntamiento alcalaíno a las órdenes del alcalde Pedro Montes de Oca Atienza.

    Sin embargo, las prácticas caciquiles de Pedro Montes de Oca, que como ya dijimos, fue alcalde en varios periodos (desde enero a julio de 1886, desde 1890 a 1893 y desde 1895 a 1897) no solo se circunscribieron al último periodo, sino que ya en su primera etapa fueron denunciadas en la prensa de la época.

    Así, en abril de 1886, en el periódico LA IBERIA, se daba cuenta de las irregularidades cometidas por éste en la elección de compromisarios para elegir a los senadores, saltándose la entonces vigente ley electoral a su antojo:

“De Alcalá de los Gazules nos participan el siguiente abuso de un alcalde conservador:

    La ley electoral para senadores preceptúa que el Ayuntamiento con un número cuádruplo de mayores contribuyentes, que serán de las cuotas más altas, por orden riguroso de escala de mayor á menor (corresponden á esta ciudad 64), nombren los compromisarios para aquel objeto; pues bien, el alcalde de la misma lo ha querido entender al revés, y despreciando aquel precepto legal inscribió en las listas á 29, empezando por los de cuotas más pequeñas, dejando fuera a los que por derecho les corresponde, teniendo un especial cuidado en que entre aquéllos figuren empleados de secretaría, parientes y amigos íntimos, y, lo que es más, uno de éstos no aparece con contribución alguna; dan do por resultado que con este número y 12 que componen la mayoría del Ayuntamiento hacen 41, total necesario para este caso.

    Por consecuencia de esta nueva jurisprudencia, ha sido este alcalde nombrado compromisario, en unión de su compañero el exdiputado provincial Sr. Delgado de Mendoza, que marcharán tan llenos de satisfacción á la capital, queriendo hacer ver la limpieza de sus actas y... ¡Viva la libertad!...”[1]

    Pocos días más tarde, el mismo periódico recogía una extensa carta escrita desde Alcalá narrando los abusos que el alcalde cometía con los recursos de los montes propios del ayuntamiento, que destinaba descaradamente para su negocio particular:

“En una carta que nos dirige desde Alcalá de los Gazules un apreciable suscritor, entre otras denuncias que merecen ser recogidas, encontramos las siguientes:

<<Sin descender al terreno minucioso, pues esto seria obra larga, y no de este lugar, empezaré por decirle: Primero; que el alcalde Sr. Montes de Oca es contratista, en un 25 por 100, de los corchos que produce el arbolado de las ocho dehesas de este caudal de propios, exceptuadas de la venta por la ley desamortizadora, cuyo contrato consta de escritura celebrada en la escribanía de D. José María Pardillo, en Cádiz. Segundo; que al propio tiempo dicho señor es administrador de todos los productos, explotándose fuera de las condiciones establecidas en el expediente de subasta de aquellos, pues lo ejecuta descorchando cuando le parece, y hasta las terceras y cuartas cruces de los árboles, sin exceptuar los pequeños, circunstancia por la cual éstos, que es la riqueza con que cuenta el Municipio para atender a las cargas del presupuesto. Tercero; bajo pretestos que no hemos podido explicarnos, y para que todo vaya a hecho, parientes y paniaguados del alcalde se establecen en dichos montes, y bajo el hacha destructora talan un sin numero de quejigos y alisos, que exportan con el mayor escandalo por la via publica, fijando depósitos para su venta donde quiera que tienen por conveniente. Y cuarto; el supradicho alcalde es al propio tiempo abastecedor de aguas potables en la localidad, poniendo grifos a su antojo donde mejor le parece, utilizando las sobrantes según le acomoda, obrando por tanto como juez y parte en un asunto del mayor interés.

    Si esto es así, como le está justificado en juicio oral celebrado el 23 de Noviembre ultimo en la Audiencia de Cádiz, a consecuencia de denuncia hecha de sus irregularidades, por un periódico de la misma, ¿no es una amenaza constante para un pueblo ver convertido en alcalde a un negociante de los intereses generales de la localidad que representa, tanto mas cuanto que es público los abusos que se vienen cometiendo precisamente con su autorización en los montes del caudal de propios? ¿Y no es también un atropello a las instituciones que rigen el que dicha autoridad ejerza un cargo contra lo terminantemente prescrito en el caso 4º del art. 43 de la ley municipal vigente? Indudablemente es así, y esperamos que el Gobierno fije en atención sobre un asunto que no admite discusión alguna."



       El escrito no se quedaba aquí, sino que, además, denunciaba las irregularidades cometidas por Montes de Oca en la construcción de la Alameda (que con el tiempo llevaría su nombre) saltándose todas las formalidades a su antojo:

    "Pasemos a otros detalles no menos ciertos, que analizados llevan la responsabilidad, no ya solo al presidente de esta corporación, sino a sus individuos, al menos los que no hayan protestado en forma, pues indudablemente se hacen solidarios de las faltas que vamos a demostrar.

    Sin tramitación ni formalidades de subasta, y con solo la intervención del alcalde, se procede a la obra de nueva planta de un paseo o alameda en la única plaza que tiene el pueblo, cuyos gastos ascienden a una crecida suma, quedando nulo el precepto de que los Ayuntamientos no pueden efectuar obras por administración siempre que excedan sus gastos de 500 pesetas. En igual forma y naturaleza se han construido caños que le dicen madronas, exigiendo su costo con apremio a los vecinos que poseen fincas en las calles por donde pasa la obra; habiendo llegado el caso de hacer igual exacción a otros que no están en aquellas condiciones.

    También se ordenan y llevan a cabo deslindes administrativos sobre los montes comunales, sin las formalidades que exige un procedimiento tan delicado; pues se trata del derecho de propiedad, dando a unos, despejando a otros caprichosamente, todo con el objeto de proteger a sus adictos.

    Nadie diré a V. sobre manejos electorales, pues en su acreditado periódico he leído la denuncia de lo ocurrido en la formación de las listas para la de compromisarios para senadores, ni tampoco cansaré mas su atención narrándole hechos que afectan a la generalidad, pues a su tiempo los tribunales de justicia se encargarán en publicarlos.

    Mucho encarezco a V., señor director, se sirva insertar esta carta en lugar preferente, a fin de que llegue a conocimiento de nuestro Gobierno, con lo que se dará por satisfecho este su afectísimo seguro servidor Q B S M.

El Corresponsal”[2]




NOTAS

[1] Edición del 21 de abril de 1886. Año XXIII nº 9579 pág. 1

[2] Edición del lunes 3 de mayo de 1886 de La iberia. Año XXXIII nº 9589 pág. 2





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