sábado, 6 de julio de 2024

El Sereno que no estaba sereno





Ismael Almagro Montes de Oca



    La Historia de los pueblos esta plagada de pequeños acontecimientos, de pequeñas anécdotas sin importancia que sucedieron y rápidamente fueron olvidadas. Lo que se narra a continuación es una de ellas, y a pesar de ser un hecho de poca importancia, no deja de ser un fiel reflejo de la vida diaria de aquel Alcalá en que sucedió, cuando apenas le quedaban dos hojas al almanaque de 1911.

    Existía entonces un cuerpo de serenos que se encargaba de la vigilancia nocturna de las calles. Uno de ellos era José Moray Sánchez, quien debió pasar “calentito” la madrugada del 10 de noviembre, pues al clarear el día, el jefe de los guardias municipales, Juan Guerrero, se lo encontró en una taberna bajo los efluvios del alcohol, y como su superior, dio parte al alcalde:

    “En la mañana de hoy he tenido el disgusto de observar que el Guardia municipal sereno José Moray Sánchez, se encontraba embriagado en el establecimiento de Juan Lozano Ortega, profiriendo insultos a personas determinadas, y diciendo que en Alcalá no había quien tuviese vergüenza ni cojones mas que él, y que le iba hacer la puñeta a todo el mundo, sin que esto fuese evitado como trate; al personarme en dicho establecimiento y que observase mi presencia no reprendiéndole en aquel acto por el estado de embriaguez en que se encontraba, y evitar un espectáculo desagradable.”[1]

    Parece ser que no era la primera vez que este sereno era sorprendido borracho, puesto que ya había sido sancionado, motivo por el cual, se enfrentó el mismo día con el cabo de la Guardia municipal, José Vallejo, en la Alameda:

    “se le hizo presente el José Moray, diciéndole que la multa que le habían cobrado en el Ayuntamiento se la iba a sacar de las costillas y que a él le daban tres puñetas, tanto del Jefe como de todo el mundo.”

    En el mismo escrito, el jefe de los municipales denuncia la actitud del sereno con los vecinos que se disponían a viajar:

“También he tenido conocimiento en el día de hoy, que noches pasadas el referido José Moray, llamó al pasaje para tomar el coche, y como quiera que estos no lo convidaron, les insultó dirigiéndoles fraces indecorosas e impropias a la moral y buenas costumbres.”

    No era la primera vez que este empleado municipal era sorprendido en tales condiciones:

“Son innumerables las repetidas quejas que tanto de los compañeros, como del vecindario recibo del referido subordinado, por el poco respeto a las personas y proceder tan incorrecto que observa el mencionado empleado, dejando de cumplir cuanto se le ordena, teniendo siempre abandonado el servicio, metido en las tabernas y requiriendo a todos los que en ellas se encuentran para que les conviden.”

    También el cabo de los serenos, Juan Zampalo Montero, también se llevó su rapapolvo, puesto que al presentase por la mañana al jefe de la guardia municipal “no le dio conocimiento de estar embriagado el susodicho José Moray, dejando de cumplir la obligación que le está encomendada”

    Los serenos pasaron a la historia y se olvidaron multitud de pequeñas historias que sucedían al amparo de la noche en Alcalá, en la que, casi siempre eran protagonistas, y no para bien, como cuando alguno de ellos fue sorprendido durmiendo o aquel otro al que pillaron infraganti en un conocido lupanar en horario de trabajo.

    No sabemos qué pasaría con el sereno Moray, seguramente sería expedientado.

Fotografía de un sereno español de principios del siglo xx.




NOTAS

[1] ARCHIVO MUNICIPAL ALCALA GAZULES. Correspondencia y Comunicaciones 1911. Legajo 100

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