viernes, 26 de julio de 2013

El Convento de Santo Domingo (I)


Gabriel Almagro Montes de Oca

     
     De siempre hemos conocido “El Compás” o Santo Domingo como una antigua Iglesia cerrada, pero poco sabíamos de su historia, de su devenir. 

     Los mayores recuerdan su pasado reciente, con múltiples cometidos, pero pocos nos hemos parado a pensar que ese edificio majestuoso (y eso que sólo queda una parte) formaba parte de un gran conjunto arquitectónico que abarcaba lo que hoy es la margen derecha de la calle Santo Domingo, parte del Paseo La Playa (toda la zona de la Plaza de Toros), la calle Sánchez Flores, Patio Campanas (que toma su nombre precisamente de eso, de que era el patio de Campanas del Convento), calle Real (en su margen izquierda, desde el patio campanas hasta la farmacia de Galán) y la calle Marqués de Tarifa. En definitiva una porción de terreno bastante considerable que está, indefectiblemente unida a la historia del convento de Santo Domingo del que formó parte antaño. Y sin embargo, sabemos poco del citado convento.

   Con motivo de su restauración para convertirlo en Sala cultural multiusos,  se realizaron investigaciones históricas y arqueológicas que nos han arrojado nuevos datos, nuevas visiones del tema, que hacen oportunas las líneas que siguen.

Vista general en la actualidad de la Iglesia y zonas anexas
pertenecientes al convento de Santo Domingo

LA HISTORIA

     Son varias las publicaciones que afirman que fue erigida el 26 de Julio de 1498 y aunque bien es cierto que existe bula de fundación de esa fecha, obtenida por el Adelantado Mayor de Andalucía, Don Francisco Enríquez de Ribera, no es hasta 1506 cuando los dominicos aceptan fundar en Alcalá.

     Llegados a este punto, creemos oportuno detenernos a hablar de la personalidad del fundador del Convento, del IV Adelantado y Notario Mayor de Andalucía, Marqués de Tarifa, Señor de Alcalá, Cañete, Bornos, Espera y otros pueblos Francisco Enríquez de Ribera, quién fruto del matrimonio entre Pedro Enríquez Quiñónez y Beatriz de Ribera, había nacido en 1461 

     Francisco, es un personaje interesante por cuanto que, fiel a la mentalidad imperante en la nobleza de la época, concentra en su persona, aparte de una gran fortuna, los rasgos de militar valeroso, hombre de gran religiosidad y entusiasta fundador. Tareas a las que dedicaba el gran tiempo libre que tenía, pues no podemos olvidar que si bien desde la muerte de su madre, en 1469, debería haber heredado el Adelantamiento y los títulos de la Casa de Ribera, estos no recaerán en su persona hasta después de la muerte de su padre, que acontece en 1492.

     Como militar hemos de reseñar que destacó en la sofocación de las revueltas de los moriscos en la Axarquía malagueña, en 1482, y diez años más tarde en las conquistas tanto de Alhama como de Granada, de forma que podemos afirmar que fue uno de los actores principales en los acontecimientos finales de la llamada “Reconquista”. 

     En lo tocante a su religiosidad y dado su carácter dadivoso podríamos poner infinidad de ejemplos de sus acciones caritativas, aunque quizás las más reseñables fuesen la ingente cantidad de pagos que hizo por rescates de cautivos de moros, que solía efectuar por grupos completos de 50 o 60 esclavos.

     Pero, además de por su dedicación militar, caritativa y religiosa, la vida de D. Francisco estuvo marcada por la enfermedad de la lepra que padeció por espacio de más de 30 años, y que le tenía totalmente desfigurado de los pies a la cabeza. De modo que puede afirmarse que tuvo una vida de sufrimiento, dolor, pena, angustia y frustración, lo que propició que estuviera siempre a la búsqueda de remedios imposibles en médicos, ungüentos, curanderos, fármacos y, como no, en un hombre tan devoto como él, realizando numerosas encomiendas a imágenes, reliquias, templos, etc.... en definitiva, pidiendo a Dios su curación.

Francisco Enríquez de ribera

     Y traemos esto a colación porque en 1500 y ante la inutilidad de sus plegarias, encontrándose gravemente enfermo, decide que le llevan a la capilla de Nuestra Señora de la Inhiesta, en la Iglesia de San Julián de Sevilla, donde decide permanecer por espacio de 30 días en riguroso ayuno de pan y agua y durmiendo en una cama habilitada en un nicho abierto en la pared de la capilla. Un hecho este que, según sus biógrafos y distintos autores, cambiará sustancialmente su vida, pues al cabo de los treinta días, milagrosamente, se había curado de la lepra, y ello acentuará aún más su carácter religioso y por tanto, su caridad hacia los demás, realizando grandes limosnas que sería prolijo traer ahora aquí y fundando numerosas iglesias y conventos , entre las que se encuentran las de la Inhiesta de Paterna, de cuya villa también es fundador, la de San Mateo de Tarifa, el Monasterio del Rosario de Bornos, su obra más preciada, y nuestro Convento de Santo Domingo. 

     Como puede verse la mayoría de sus fundaciones se concentran en la zona sur de sus estados, en los pueblos de su señorío que estaban en la actual provincia de Cádiz y es que no podemos olvidar que D. Francisco residía habitualmente en Bornos y visitaba con cierta frecuencia Alcalá, donde tendría casa-palacio en lo que actualmente es el Colegio SAFA y así hemos de reseñar que efectuó testamento en Alcalá en Octubre de 1507, (poco después de la muerte de su mujer que había acontecido en Torre Alhaquime en Agosto de dicho año), así como que la muerte, cuando contaba 48 años de edad, también le sorprendió aquí en Alcalá el 8 de Febrero de 1507, día en que dicta un codicio en que ratifica su testamento y da otras 18 disposiciones, entre ellas una donación de 8000 ducados para las obras del convento de Santo Domingo. 

     Al frente del Adelantamiento y del Señorío vendría en sucederle su hermano de padre y primo por parte de madre, D. Fadrique Enríquez de Ribera, señor entre 1509 y 1539, bajo cuyo señorío se efectuaría realmente el pago de los 8000 ducados a los dominicos, ya que hasta 1509 estos no nombraron comisionados para recibir la limosna para la construcción.

    Sin embargo, poco adelantarían los trabajos de los priores de Jerez y Sevilla, que habían sido los comisionados para la obra, pues en 1511 se revoca su comisión y se encarga la tarea a Fray Alberto Aguayo, siendo esta última fecha y más concretamente el 22 de Septiembre de 1511 cuando se firma el convenio –del que se conserva copia notarial en el Archivo Ducal de Medinaceli en Sevilla. Este documento, que hemos tenido ocasión de transcribir no aporta noticias sobre el edificio, sino que se limita a enumerar los compromisos que adquirían las partes- entre el Adelantado de Andalucía y la comunidad de Santo Domingo para la fundación del “Convento de las Sagradas Llagas y Santo Domingo” en la entonces villa de Alcalá.

     Datos fiables nos indican que fue Fray Alberto Aguayo el autor del proyecto y el director de las obras de construcción del gran convento dominico, tarea que simultaneaba con la traducción, por primera vez al castellano –en 1516-, de la filosofía de Boecio. Podemos afirmar así que desde sus orígenes, el monasterio alcalaíno se presentaba como el lugar ideal para el estudio y la cultura, aunque también, como veremos para el castigo y la penitencia.


     Pocos años después de la construcción, en 1526, fue declarado Priorato, desfilando en el cargo destacados hombres de Dios, entre los que destacan Fray Lorenzo de Estopinán, agente y hombre de confianza del Rey (1591) y otros que han pasado a la historia local por su defensa de los intereses de la villa, es el caso de Fray Agustín de Gatica, quién tuvo parte activa en los pleitos de Alcalá con Paterna, por la mancomunidad de pastos y con Ronda, por la Sauceda. Por citar sólo algunos.

     Decíamos antes que el convento era lugar ideal para el estudio y para la cultura, y decíamos bien, para el estudio, por cuanto que aquí es donde aprende la primeras letras el joven Juan de Ribera, sobrino nieto del fundador del convento, que años más tarde sería beneficiado de la parroquia de San Jorge, Obispo de Badajoz, Arzobispo de Valencia, Patriarca de Antioquia y que años más tarde habría de subir a los altares como San Juan de Ribera.

     Independientemente de que los conventos dominicos eran, por propia constitución, casa de estudios para sus frailes (20 fueron los del convento alcalaíno en su mejor época), y para los clérigos del lugar, hemos de destacar el hecho de que en los primeros años del siglo XVII el convento alcalaíno se convierte en “Studia Generalia” o Casa noviciado para la formación de los futuros frailes. Pero, el hecho interesante no es que en nuestro convento se formasen los novicios de la zona, sino que incluso sirviese de noviciado para los dominicos ingleses e irlandeses en la época de Cronwell –quienes, en aquel momento, se encontraban sometidos a una cruel persecución en sus respectivos países-.

     Sin embargo, faltaríamos a la verdad si identificásemos al Estudio General sólo con noviciado, pues en realidad fue un centro de estudios superiores, (en el que se cursaba Gramática, Latín y Moral), abierto a la sociedad en que se hallaba y fueron muchos los seglares alcalaínos y de la comarca que aprovecharon la oportunidad, única en su época, de aprender y acceder a la cultura.


     Pero, decíamos que también fue lugar de castigo. Nos consta que el primer preso en el convento fue Fray Domingo de Valtanás, condenado por la Inquisición, en 1563, a cárcel irremisible por defender herejías.

   

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